Confesión
ALEXANDRA COLLINS POV
Hoy finalmente es el día en el que le confieso todo a Madeline.
Había preparado varias sorpresas para el día de hoy, para ella. Entre ellas, una velada.
—¿Por qué todo está tan decorado? —me preguntó ella, soltando una risa.
—Porque... Quería sorprenderte. No todos los días, una chica tiene la oportunidad de impresionar a una vampira.
—Vaya, qué original —dijo ella, sonriendo abiertamente.
Vamos bien.
—Si... Y...
—¿Qué pasa?
Pasa de todo...
—Tienes... Algo en el ojo. —le dije.
—¿Qué tengo? —repuso, curiosa.
Toqué su rostro y después... Me alejé nerviosa. Vamos, Alexa. Haz las cosas bien...
—Estás fría —le dije apartando la mirada.
—Lo normal.
Mierda, esto no está saliendo como quiero...
¿Por qué diablos soy tan penosa?
Hay otras personas, que...
—¿Sabes? Puedo leer las mentes de los demás —dijo ella, helandome la piel.
—¿Qué...?
—¡Es broma! —sentenció, Madeline soltando una risa—. Te pusiste pálida.
—Qué irónico. —refunfuñe.
—¿No te gustó la broma? —cuestionó Madeline, colocando su brazo por encima de mi hombro.
—¡Para nada! —dije.
—Relájate, curiosa. No tengo esos poderes como el Edward de Crepúsculo, solo quería verte reír.
—¿En serio querías... Verme reír?
No pude evitar no ilusionarme.
—Claro, tu risa es... —se posó enfrente mío. —Espontánea y demasiado, angelical.
No te ilusiones...
—G-Gracias... Tú también te ríes, demasiado bonito.
No me caí, yo me tiré.
—¿Y bueno, nos vamos?
—Sí.
(...)
Caminamos por el jardín, que daba a un balcón, demasiado precioso, con una iluminación suave. Había puesto velas, y si, quizás me pase con la decoración.... Todo eso fue idea de Elvira. Ella y sus ideas.
—Tal vez esto es muy ambiguo —dije. —Deberíamos ir a otra parte... Y...
—¿Por qué? —me interrumpió ella. —Esto es jodidamente bello. ¿Sabes cuántos años pase sin ver algo así? ¡Eternidades! —exclamó.
—Tienes... un lado dulce. Aunque era de esperarse.
—¿A qué te refieres?
—Lo que quiero decir... Es que tienes un lado que no se aprecia a simple vista. —expliqué—. Estoy feliz de que te gustará.
—Me has sorprendido con todo esto. Gracias, Alexandra.
Es ahora o nunca.
—¿Recuerdas qué te dije que me gustaba alguien? —hablé muy rápido.
—Sí.
—Pues...
Tomé una profunda respiración, sintiendo mi corazón acelerarse. El momento era perfecto, la noche, las estrellas, y su mirada expectante.
—Pues... —tomé coraje y la miré directamente a los ojos—. Esa persona eres tú. Desde que te conocí, has sido todo lo que no sabía que estaba buscando. He sentido una conexión contigo que no puedo ignorar. Todo esto... lo hice porque quería que supieras cuánto significas para mí.
El silencio se hizo palpable, y cada segundo parecía una eternidad mientras esperaba su reacción.
Ella me miró, sorprendida, y después miró al suelo.
Lo arruine...
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