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Baz sabía muy bien que las cosas podían tomar giros inesperados, pero jamás, jamás, hubiese pensado que esto pasaría.
Eran más de las 9:30 de la mañana, y Baz se aburría en clase de matemáticas, hasta que el megáfono del salón se prendió y el director hizo un anuncio. Baz no escuchó nada, pero entonces mencionaron el nombre de Simon.
El director se había puesto a hablar sobre algo del almacén de cosas perdidas del colegio, y luego había dicho estas palabras con fastidio:
"Y Simon Snow, por Dios. Su celular lleva aquí desde el inicio de clases. Si no viene a recogerlo hoy en la tarde, lo tiraré al basurero."
En ese momento, todo el salón estalló en risas, pero a Baz se le detuvo el corazón.
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