8- Mañana escandalosa

Hace mucho rato que el amanecer tocó el paisaje que le regalaba la ciudad a los que vivían en ella, pero gracias a la situación de ayer. Las ganas de despertar eran pocas para los tres jóvenes.

Un teléfono sonó en varias ocasiones, pero era un sonido irregular así que podría ser que alguien estuviera llamando o enviando mensajes

Los pájaros cantaban, pero aunque sonaban todos a la vez más el bullicio característico de la ciudad, ni de esa forma las jóvenes que se encontraban compartiendo la cama no se despertaron hasta que la alarma de otro teléfono las asustó.

—¡No puede ser! Me van a quemar viva, ¿cómo es que se hizo tan de mañana? —exclamó Alexia vistiéndose con rapidez—jamás volveré a tomar, me duele horrible la cabeza.

«¿Por qué rayos estoy desnuda?» Pensó. «Que no haya hecho lo que creo que hice. Por favor destino, no puedes ser tan malo conmigo.»

—Mmm mi cabeza —exclamó April con una mueca de dolor.

«Esa voz, la conozco. Ay no, en definitiva la vida me odia.» Reflexionó Alexia. «Espero equivocarme.»

Alexia giró un poco la vista tratando de disimular y ahí cubierta por una fina sábana estaba April. Con una expresión de confusión y casi entró en pánico cuando vio su cuerpo lleno de pequeñas manchas rojas.

—¿Por qué estoy desnuda? ¿Qué es esto? ¿Una reacción  alérgica? Ay no, ¿Muscules? ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó April al aire.

«¿Muscules? ¿Y ese quién es?» Pensó Alexia. «¿Estará delirando? Y por eso es que nombra al ex ¿o será el novio?»

—¿Justin? ¿Dónde estás?

Al no recibir una respuesta, con pereza abrió los ojos y desde su lugar April levantó la vista y respiró tranquila al ver su habitación, por más que lo intentaba sus recuerdos de la noche anterior estaban borrosos.  Lo único que pudo escarbar en su mente fue un beso, pero no sabría nunca quiénes fueron los involucrados.

Alexia y April entre besos desesperados y pasos torpes  llegaron a una habitación, con suavidad la pelinegra posó el cuerpo contrario en la cama.

«¿Puede haber algo mejor que esto?» Pensó Alexia. «Me encanta cómo se esfuerza en seguirme.»

Alexia con sus manos y labios de manera  descarada le robó  varios suspiros, y repartió lamidas y besos en cada rincón de la piel morena de April lo hizo con tanta euforia y fiereza que la consecuencia fue que se pudiera apreciar marcas de distintos tamaños y tonos desde su cuello hasta donde terminaba su cuerpo.

—Alex, te quiero…

Esas palabras dejaron pasmada a la pelinegra, no sé lo esperaba. No en esa situación. Ella también la quería y bastante. Se lo demostraría.

«Hasta sus gemidos son lindos, su cuerpo es tan pequeño, siento que la podría lastimar si cometo un error.» Reflexionó acomodándose entre las piernas ajenas «Me está tocando. Me encanta, no puedo contenerme. ¿Por qué sus labios me invitaban a besarla? Es que, son tan sexis.» Pensó April mientras acicalaba su cabello tratando de disimular el nerviosismo.

A April los toques que le regalaba la pelinegra la mataban, la volvían loca, con sus anteriores parejas no se sintió así jamás. Se sentía querida en ese momento aunque al otro día lo que le invadiera fuera la repugnancia. Ese instante era bastante íntimo y los latidos de su corazón parecían estar bailando en una perfecta armonía con el de la pelinegra.

Una vez más se apresaron los labios, buscaban calmar sus gemidos, pero la adrenalina que causaba sus corazones los hacía incrementar.

«Si es un sueño, ah… que no acabe por favor.»

Alexia al darse cuenta de que la chica también se hallaba desnuda se acordó de lo que pasó. Aunque trató de no hacer ningún ruido mientras se ponía su ropa seguido de los zapatos.

«No de nuevo, ¿por qué me pasan estas cosas?» Pensó.  «Debo salir de aquí.»

—Ay, no puede ser, ¿qué hice anoche? —murmuró April mientras se tomaba la cabeza—¡¿Qué haces en mi habitación?! —dijo al apreciar un par de ojos color  gris azulado al lado derecho de la cama.

—Te juro qué. Esto tiene una explicación —dijo Alexia tragando saliva con fuerza.

—¡Justin!

—Por favor, no es lo que piensas, cálmate.

April la miró con una expresión que mostraba incredulidad. ¿Cómo era posible que le dijera eso? Sobre todo las últimas palabras. ¿Creía que con eso iba a conseguir algo? Solo había un punto para todo esto. Pero le daba miedo pensar en eso. La pelinegra se encontraba en una esquina acabando de ponerse su vestimenta, aunque  quizá sí se esforzaba un poco algo le daba un incentivo de que nada malo había pasado.

No lo expresara con palabras. April se hallaba nerviosa y es que, no conocía a esa chica, más de la información que Justin le había dicho. O al menos no recordaba haber hablado durante mucho tiempo.

—¡Repampanos! —gritó April—. Es tardísimo y no fui a trabajar, tengo llamadas de Ciro y Tunsdel me van a colgar viva —dijo respirando con clara angustia.

—Oye, lamento lo que haya pasado anoche. No sé sí. Lo recuerdas al menos en pequeños fragmentos.

—Mira Coolyn, si es que ese es tu verdadero apellido. Será mejor que te largues. No te quiero ver ahora, ni nunca, no te me acerques ni me hables y para tu respuesta, no sé que tanto pasó anoche y la verdad así es mejor.

—Pero mira, sé que lo que sea que ocurrió, ese no era mi plan, vine porque Justin me invitó, por el aniversario de la muerte de su hermano y lo vine a acompañar. Pero jamás busqué tener algo contigo.

—¡No me interesa oír tus excusas baratas! ¡Ahora vete y no vuelvas! —espetó de manera amenazante.

Aquella acalorada discusión acabó y Alexia salió de la habitación y posteriormente de esa casa no sin antes despedirse de Justin que se encontraba en la sala.

—Perdón por el escándalo Justin, te quiero, ¿Sí? Adiós

—Yo, adiós, ¿a qué escándalo se refería? —el chico se encontraba distraído, así que cuando se dio cuenta volteó al lugar proveniente de la voz, pero Alexia ya se había ido.

Los minutos pasaron y April salió de su habitación, hecha un desastre.

—Parece que te atacó un payaso pintoresco amiga, a plena mañana que extraño tu casi no usas maquillaje —agregó luego de una pequeña pausa.

Bromear con April podía resultar bastante fácil, pero cuando recién se despertaba todo se volvía difícil. Tenía que tomar su té primero.

—Wow, amanecimos en modo guasón —respondió de forma odiosa—¿qué hay para desayunar? —preguntó acercándose a la cocina.

Él sabía que algo sucedía así que le pareció mejor no mencionar a su ex. Al menos no en ese momento.

—Me da miedo preguntar pero igual lo haré, ¿qué sucede?

—No sé, tú dime, para empezar. ¿Por qué la invitaste? —respondió con una sonrisa cínica.

—Es mi ex, pero nos llevamos bien. ¿Pasó algo malo? —April se quedó mirándolo fijamente, obvio él imaginaba lo ocurrido.

—¿Es en serio Justin? No puedo creer que estés preguntando tal estupidez —susurró con lágrimas.

«En definitiva, esto no es bueno.» Se cuestionó Justin. «Ash ¿Que hice?»

—Si, te estoy preguntando. Porque si no me dices que es lo que pasa, yo no puedo saber qué es lo que te está sucediendo April —confesó.

—¡Alexia! Ella es lo que pasa.

—Explícate mejor, porque no veo el problema, tu misma me dijiste que no tenías problema porque estuviera aquí.

—¡Si! ¡Se lo que dije! Pero lo que pasá es que, tu amiga esa tal Alexia es, ash ni siquiera quiero decir esa palabra.

—¿Qué? ¿Es que? ¿Lesbiana? Si desde hace un tiempo salió del closet conmigo, pero no veo cuál es el disgusto.

—… Ella, ¿cómo se te ocurrió invitar a esa? Sabiendo que íbamos a tomar —confesó.

—¿Tuvieron intimidad eso es lo que te incomoda April? ¿Te causa repugnancia? No respondas, tu cara lo dice todo —relató Justin haciendo que ella emitiera un sonido indicando molestia—. Sé que estás asustada, pero estaban ebrias, ¿o es que acaso eres homofóbica? Y es por eso que estás tan alterada —culminó.

Un silencio tenso se apoderó de la habitación, interrumpido solo por el eco de las acusaciones de Justin. Las palabras, como dagas envenenadas, habían perforado la confianza que April había depositado en su amistad. La insinuación de homofobia la había dejado atónita, un peso que nunca antes había cargado sobre sus hombros. Su mente daba vueltas, tratando de encontrar las palabras adecuadas para defenderse, pero la traición la había dejado sin habla. La amistad que habían compartido durante tantos años se tambaleaba peligrosamente, y April se preguntaba cómo había llegado a este punto, cómo alguien a quien consideraba un amigo podía ser tan cruel. Las lágrimas amenazaban con brotar, no solo por el dolor de la acusación, sino por la profunda injusticia de la situación.

—Me duele que me acuses de esa manera y para aclarar, ¿de qué voy a tener miedo? Ni que tuviera en duda mi orientación o algo así.

—Mira, sé que esto no es algo “normal” para  ti, y creo que mejor te planteas todo lo hablado —informó dejándola de pie en medio de la cocina.

Justin no estaba para aguantar el melodrama de la mañana. Y menos por algo así, ya bastante estresado estaba, por culpa de su borrachera había terminado llamando a Damon quien le respondió bastante irritado, pero accedió a hablar por la noche, aunque terminaron discutiendo y cortaron la relación.

—Y cabe destacar  que también tenemos sentimientos, un consejo de todo corazón empieza a cuestionarte —agregó dándole un sorbo a la bebida tratando de disimular las lágrimas que recorrían sus mejillas—y te lo repetiré con otras palabras: heterosexual no eres en —susurró cerca del oído de ella.

April era consciente de que en el fondo le atraian las chicas, pero le daba miedo aceptarlo por todas sus malas experiencias, ¿y si aún habían personas malas en el mundo? ¿Que tal que le tocara enfrentarse a la cruda realidad? Ella no se sentía preparada para eso y mejor se escudaba en estas actitudes.

¿No se suponía que él era quien menos la debería juzgar? Porque ahora mismo estaba siendo cruel. La discusión  se extendió más era grito trás gritos ninguno daba él brazo a torcer. Y April dijo lo menos y a la vez lo más esperado para Justin.

—Es que aún no comprendo. Cómo es posible que... les atraiga alguien que es de su mismo sexo.

—De la misma forma que a tí te gusta un chico al que acabas de conocer.

—No es lo mismo, él es un chico y yo soy una chica.

—Eso ¿Es diferente? Entiendo que una mujer piensa distinto que un hombre ¿Pero por qué en esos casos el amor sería distinto?

—Una mujer y un hombre pueden crear vida.

—No, April no sigas con el tema de verdad que los homofóbicos no saben otro discurso, ¿Osea que  ustedes los heterosexuales solo se ven con fines reproductivos? que asco cielos y algo creo que jamás entenderé, ¿por qué seguimos siendo amigos?

Las palabras de Justin resonaron en su mente como un eco cruel, hiriendo más profundo que cualquier golpe físico. La traición tenía  la sensación como si un puñal se clavara en su corazón, y la confusión, una niebla espesa que nublaba su juicio. ¿Cómo podía haber sido tan ingenua al confiar tanto en él? La amistad que habían construido juntos, parecia ahora una ilusión, un castillo de naipes derribado por una sola frase.

April había extendido su mano en señal de paz, sus ojos suplicando perdón. Las palabras brotaron de sus labios con una sinceridad que no podía negarse, pero Justin, aún sumido en el dolor de la traición, las rechazó de plano. No podía creer que su amiga, a quien había considerado una hermana, lo hubiera herido de esa manera. Su corazón, una vez lleno de confianza, ahora era un escudo impenetrable. April insistió, pero sus palabras se estrellaban contra un muro invisible. Justin la miraba con una mezcla de tristeza y resentimiento que la desgarraba por dentro. Se sentía como si estuviera gritando al vacío, y la desesperanza la envolvía como una niebla espesa. La herida era profunda, y aunque una parte de él quería creer en su arrepentimiento, otra parte, más fuerte, se negaba a perdonar tan fácilmente. La traición había sido profunda, y la confianza, una vez sólida, ahora era un frágil hilo que podía romperse con facilidad. La amistad que habían construido juntos parecía ahora un sueño lejano.

—Mejor ve a bañarte, si es que quieres quitarte su perfume. Aunque la lavanda huele delicioso, eso siempre me agradó de ella.

April hizo caso, necesitaba una ducha, su cabello se notaba bastante enredado, necesitaba definirlo. Aparte de todo su cuerpo se sentía pesado y pegajoso, el agua tibia la iba a relajar.

—Mierda, esto no puede ser.

Apenas sintió el líquido caer en su cuerpo comenzó a llorar, Era cierto  que esos sentimientos le causaban ansiedad y temor , sin embargo prefería eso antes que vivir diferente. Pero sobre todo se sentía cada vez más culpable por lo que dijo. Porque sabía que había hecho sentir mal a su amigo.

—No puede ser, soy una mala persona, será mejor que me vaya a disculpar con él —dijo saliendo de la ducha aún con jabón en su cuerpo.

April salió de su habitación y se dirigió a la cocina dónde pudo divisar a su amigo y corrió a su dirección para abrazarlo con fuerza y en un pequeño desliz sus labios se juntaron con los del chico.

—Justin, perdón de verdad no quería decir eso ni que tú lo entendieras así y perdón por besarte sé que no debí hacerlo. Lo lamento tanto.

April se quedó amarrada al cuerpo del chico como un koala llorando y maldiciendo, ¿y si su amigo no la perdonaba? ¿Qué sería de ella? Justin era lo único bueno que le quedaba y no iba a soportar perderlo.

—Ve a terminar de bañarte para que comas.

—No, no me moveré de aquí hasta que tú y yo nos quedemos bien.

—Aunque sea, por favor ten la descendencia de buscar una toalla April.

—Lo siento, es que… —pronunció entre lágrimas.

—¡¿Es que acaso no entiendes?! ¡No quiero hablar contigo! Qué difícil eres, con razón nadie te aguanta —gritó con lágrimas mojando sus mejillas.

April al escuchar al chico hizo el esfuerzo máximo de mantener las lágrimas. Nunca se imaginó que él sería capaz de decir eso. Así que solo asintió como una señal de que comprendía y se fué, terminó metiéndose de nuevo a la ducha con las lágrimas cayendo sin parar.

Los prejuicios y el miedo. Ellos fueron los responsables de que ahora quien la ayudó a sobrellevar toda la mierda que aguantó en algún momento de su adolescencia se hallaba enojado, y ella no sabía qué hacer.

—Aquí te dejo tu desayuno.

«No quiere que vaya a comer con él» pensó. «¿Ahora que hago? Está bastante enojado.»

—Ya ¿podemos hablar?

—April yo, mira, eres mi mejor amiga y me dolió mucho el trasfondo de tus palabras, ahora de verdad que no deseo conversar, por favor.

—Lo sé, pero eres mi mejor amigo y no me gusta que estemos peleados.

April se quiso acercar, pero el muchacho hizo más distancia entre sus cuerpos.

—Ve a comer, quiero que me acompañes al centenario, y no acepto un no. Así que muévete —April al oír esas palabras sonrió. No la estaba perdonando, pero quería que lo acompañara al cementerio.

April se sentó en la mesa de su habitación para desayunar cómoda.

«Se le quemó» Inquirió. «De verdad que me está odiando ahora y bastante. A él nunca se le quema la comida.»

A April terminar su desayuno no le llevó ni 10 minutos y ya estaba eligiendo que debía ponerse para esa ocasión. En sus acciones se notaba, la ansiedad estaba a todo lo que daba.

—¿Ya estás lista? No quiero que la hora se me pase —April asintió y sonrió.

Ambos salieron y se dirigieron al ascensor. Cuando llegó ingresaron y oprimieron el botón que los llevaría a la planta baja.

—Muscules —al oír su apodo, Justin volteó a mirar a la muchacha, pero no mostró ninguna emoción.

Luego de que estuvieran en la planta baja Justin salió del departamento.

—¿Quieres apresurarte? ¿o es que acaso no vas conmigo? Siempre vamos juntos —espetó de manera brusca al darse cuenta que April no lo había seguido.

«No me gusta que me hable así, pero es lo que busqué.» Pensó April. «Ahora, ¿cómo me disculpo?»

—Justin por favor, no podemos seguir así —susurró.

—Anda sube y ponte esto —pronunció en voz baja mientras le extendía uno de los cascos.

«Al menos me miró.» Notó April viendo por el rabillo del ojo. «Quizá no pegaba a la situación pero sentía que era como decían: mejor cebada que la linaza. ¿Por qué los ancianos decían estos enigmas?»

De aquí al lugar a dónde quería ir el chico no se tardaba mucho. Cómo máximo 30 minutos. Tiempo en el que no hablaron ni se miraron.

«Vamos a ir en su moto. Así que vamos a llegar rápido.» Analizó April.

En varias oportunidades se detuvieron, una vez por una anciana que quería cruzar la calle y nadie se detenía a ayudar.

«Justin es amable con todos así no los conozca.» Pensó April. «Cuando nos vimos por primera vez también lo fue conmigo.»

La segunda vez una perra quería cruzar con sus cachorros y una vez más el chico se dispuso a brindar apoyo.

A la tercera vez. Se detuvo para comprar un ramo de flores. Margelnas.

«Si no me equivoco, eran las favoritas de su hermano.» Recordó April. «Tengo que hablar con él.»

—Bien, llegamos ardillita bájate —murmuró.

«Ardillita.» Reiteró «¿Me dijo ardillita?» Pensó. «¿Habré oído mal?»

—Ya voy, oye no me terminaste de contar lo de tu tío —preguntó.

—Que te haya dicho el apodo que  acostumbro contigo no significa que no esté molesto aún, así que no me hables por el momento.

—Entiendo.

Los amigos caminaron a la entrada del cementerio, respirando profundamente cruzaron la entrada del cementerio.

—Bien, ¿a dónde vamos?

—Es por acá —respondió mirando mal a la chica, parecía que no entendía que le había pedido que no le dirigiera la palabra.

Toda la mañana pasaron en el cementerio, Justin había decidido quedarse a conversar un rato y April no se lo negaría.

«¿Quien en su sano juicio conversaba con la tumba de un muerto puff.» Se intentó cuestionar April. «Es absurdo.»

—Ya vamos a almorzar,  ha pasado ya mucho rato —mencionó Justin.

«2:30 PM, ¿cuándo se hizo tan tarde» Verificó. «Bueno, al menos me está hablando.»

—Vamos a la casa, yo cocinaré.

—Tenía pensado comprar algo en un restaurante la verdad —April asintió y ahí de pie en su puesto cruzó las piernas.

No se dijeron nada durante todo el trayecto y como había dicho Justin, compró comida al menos para él. Un arroz con camarones salteados. Que era para lo que le alcanzaba. Si April quería comer tenía que comprar algo para ella o ir a su casa a prepararse algo para saciar su estómago.

—Disculpen, ¿Qué más venden aquí?

—Tenga la cartilla para que pueda ver nuestras opciones, de verdad que espero que algo logré llamar su atención.

April terminó por elegir una sopa de verduras con un arroz con puré de papa dulce y se dispuso a comer apenas le llevaron la comida (para la cuál la tardanza había sido poca).

—¿Terminaste? —preguntó Justin a lo que ella respondió con un sí—bueno, vamos a casa entonces.

El camino de regreso a su hogar fue mucho más silencioso de lo que había sido cuando estaban yendo al cementerio, hasta  un alfiler se escucharía si se caía.

Sabía que se había equivocado, y quería a toda costa remediar su error, pero le costaría. Era consciente de eso.

«Un simple lo siento no va a arreglar las cosas. Así que mejor ve pensando algo que puedas hacer por él.» Habló el subconsciente de April.

—¿Que se supone que deba hacer…?

—¿Dijiste algo? —preguntó el chico con un poco de brusquedad.

«¡Pero no pienses en voz alta estúpida!» Reprendió su voz interior.

April no pudo sacar las palabras de su boca así que solo emitió un sonido en señal de negación.

El viaje en moto era una tortura, Justin iba más rápido de lo normal. «Parece que se ha olvidado que estoy con él.» Pensó. «Si te soy sincera, es lo que mereces, él te ha tratado de maravilla y tú vienes y le dices esas cosas.» Recalcó la voz.

No la iba a dejar en paz, esa cosa dentro de su cabeza la iba a fastidiar por el resto del día.

«Ahora todo es tan confuso.» Pensó.

Cuando por fin April pisó la entrada del edificio sonrió. Jamás le había alegrado tanto estar en casa, y es que desde lo ocurrido por la mañana todo el ambiente se hallaba sido en un agujero negro donde reinaba la tensión e incertidumbre.

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