35- De la pasión al caos

La cita en la playa las había dejado agotadas, lo que ocasionó que April fuera regañada al día siguiente por la falta de asistencia a su trabajo. Y su superior le dio como ultimátum que si apreciaba su labor, mañana se presentara bien temprano.

Aunque ninguna de las dos se arrepentía, sobre todo April, puesto que había sido la noche más feliz en tantos años. Y al darse la vuelta, ahí estaba recién abriendo los ojos Alexia que sonrió con los párpados entrecerrados 

—Buenos días —pronunciaron al unísono dándose un apasionado beso.

—Perdón por despertarte, es que no sé por qué mi alarma no sonó y estaba hablando con mi superior.

Alexia solo asintió y se desperezó. April se encontraba anonadada con lo hermosa que se veía la pelinegra con los primeros rayos que tocaron su rostro.

—Entonces, ¿hoy no vas a trabajar? — murmuró Alexia mientras sonreía.

Con ánimos y cosas por hacer, ella se paró corriendo y besó a April de manera tierna. Pero a la contraria no le pareció y de a poco subió la intensidad del contacto de los labios y la sesión, o mejor dicho, la guerra que había comenzado calmada, cada vez iba siendo más salvaje.

La habitación de April se envolvió en una atmósfera eléctrica. Una mirada intensa se cruzó entre ellas, y antes de que cualquiera pudiera reaccionar, los besos viajaban de las mandíbulas, los cuellos hasta que sus bocas se encontraban.

Las manos de Alexia recorrieron la espalda de April, mientras que esta hundía sus dedos en los suaves mechones de la otra. Su lengua se entrelazó con la de Alexia en un baile íntimo, y por un instante, el mundo se redujo a ellas dos.

—April, preciosa, ¡Ah! No, detente, debemos ir a desayunar —trató de avisar mientras con fiereza devoraban sus labios.

La muchacha hizo caso omiso y de un movimiento quitó el conjunto de Alexia para arrancarlo con desesperación su ropa interior, se besaron de nuevo sacando a relucir la lujuria del momento. 

Fuera de ese cuarto estaba Justin, les quería preguntar que iban a comer cuando escuchó a April discutir, al parecer en una llamada. Pero al oír los gemidos prefirió alejarse. Esos sonidos, por un lado, le daban alegría, porque significaban que por fin la morena había o se encontraba dejando sus prejuicios.

Ahí dentro la agitación era aún mayor, las chicas se comían con ferocidad y agarraban sin vergüenza. April arañaba, mordía y lamía cada rincón de la piel blanquecina de la pelinegra, pero Alexia decidió que era mejor detenerse ahí, no quería perder la cordura a plena mañana.

—April… pigmeo en serio ya no hay que seguir —habló con un poco de esfuerzo al lograr

A regañadientes accedió y detuvo sus acciones saliendo de la habitación fingiendo estar indignada, algo que causó gracia a su amigo que le servía el desayuno.

—¿Por qué andas con esa trompita estirada ardillita? —preguntó el chico mientras la consentía como si tuviera 5 años.

—Alexia es una boba.

—¡Solo le dije que debíamos parar de besarnos! —exclamó apareciendo por el pasillo aún en pijama.

Justin moría de risa al ver a su amiga hacer un drama a la chica frente a sus ojos. Le resultaba gracioso por la diferencia de estaturas, la pelinegra medía casi lo mismo que él, a cambio la morena no pasaba de 1,50, en su mente Alexia y Justin podían ser comparados con edificios. Algo exagerado, aunque según ella eso era cierto.

—¿Qué hay para desayunar? 

—Huevos de gallina con tostadas… y no ardillita, no hay uno de avestruz.

Mientras comían Alexia con disimulo hablaba por medio de mensajes con un chico que trabajaba en el bar que ella laboró para que les apartara una mesa.

Alexia 
Hola Paulo, dime por favor que aún hay cartillas de reserva, es que me apetece ir a un bar hoy y me gustaría saber, si dónde Gransfield hay lugares libres, quiero llevar a mi pareja a una cita.

Paulo
¡Por fin te acuerdas de mí! Voy a apartar una mesa para ti, me gustaría verte.

Unos ojos curiosos veían con disimulo el celular ajeno riendo bajo tratando de no ser descubierta en medio de la fechoría.

—¿Y qué plan hay para hoy? Porque algo tienen que hacer, ya que ninguna va a trabajar.

No respondieron más que unos monosílabos, Alexia «no quería» ser descubierta y en los planes de April solo estaba ver películas. Ella no era la mejor ideando salidas así que no tenía nada por el momento.

—Juss, tengo una duda… —mencionó la morena.

—¿Qué sucede? 

—El otro día que mi hermano vino a dejar a mi sobrina, que nos dijo que Alexia estaba enferma, luego de eso tú saliste poniendo de excusa que ibas a verla —cuestionó April con seriedad, algo que sorprendió a sus acompañantes.

—Eh…

Él no tenía palabras, no podía sostenerse en esa mentira, puesto que estaba con la persona que había usado como excusa para salir.

—Porque ese mismo día que pasó, yo le escribí a Alexia y me dijo que tú no llegaste por ahí y ni siquiera te pidió que fueras.

¿Ahora qué diría? No podía confesar que había caído otra vez en las mentiras de Damon. Él era consciente en su totalidad que el muchacho no iba a cambiar, pero no podía dejarlo así nada más. No le gustaba la sensación de estar solo.

—Es que fui a… ¿Recuerdas que me puse un poco paranoico a partir de ese día? 

Antes esa pregunta tuvo una señal de afirmación, pero ella aún no comprendía qué era lo que pasaba y eso la asustaba.

—Bueno, resulta que esa vez me mandaron un mensaje. Uno amenazante, y desde ahí he estado yendo a la policía que han intentado rastrear el número —relató tratando de sonar convincente. Aunque con dos mujeres ahí se complicaba todo.

—¿Y no podías decirme eso? ¿Sabes la desconfianza que eso me generó? —confesó con un par de lágrimas en sus mejillas—. Hasta comencé a dudar de tu orientación y creí que estabas molesto conmigo por lo que te había contado de Alexia.

El chico rio a carcajadas diciendo que de que él fuera gay, eso es de lo que más tenía que estar segura.

—Aparte que es todo lo contrario, me alegra lo que ustedes par de guapas han forjado en poco tiempo —reveló con una sonrisa— ¡Y espero la boda! —gritó riendo.

 El estruendo ocasionó que los corazones de Alexia y April se aceleraran, pero le siguieron en su acción.

Entre charlas y risas animadas, el desayuno acabó y el muchacho avisó que iba a salir, así que las chicas tendrían la casa para ellas solas. April no lo vio raro, ya que había recibido una noticia que la dejó tranquila, así que lo despidió.

—Bueno, ya no tenemos compañía. ¿Vemos una película?

Con un ligero cambio de planes, Alexia subió a la habitación de su novia con ella siguiéndole el paso, el gran espacio, un aire cálido las envolvía y una tenue luz que se filtraba por las cortinas dejando poco a la vista les hacía compañía.

—¿Qué planeas Ferdom? 

—¿Yo? Nada mi amor ¿Por qué lo dices?

Y como si April adivinara el futuro, Alexia la tumbó en el pequeño sofá de su cuarto, ella se puso a su lado dejando su cuerpo cerca del ajeno.

—Me encanta estar así contigo —susurró April, mientras que con delicadeza acariciaba la mejilla de su acompañante—siento que puedo ser yo misma por completo.

La muchacha sonrió y sus ojos brillaron como si de dos diamantes se tratara. 

—Y yo contigo, April. Me haces sentir segura y amada.

Justo cuando se disponían a profundizar en sus planes, el timbre de la puerta interrumpió la tranquilidad. April frunció el ceño. 

—¿Justin habrá olvidado sus llaves? —murmuró—no espero a nadie. ¿Amor puedes ir a ver quién es por favor? Mientras me cambio el pijama.

Alexia asintió y se levantó para ir a la sala y al abrir la puerta. Divisó a un chico de tez blanca y ojos azules, pensó que podría conocer a Justin o quizá podían ser pareja, pero viéndolo bien, el muchacho no se veía como alguien al que le gustaran los hombres.

Al fondo apreció los pasos de su novia, aunque no terminó de acercarse, sintió como el ambiente se volvía pesado y la busco su mirada color avellana y la vio en el umbral al final del pasillo que guiaba a las recámaras, pero Alexia se preocupó cuando la sonrisa de April se desvaneció.

—Daniel, ¿qué haces aquí? —preguntó la morena, sorprendida—creía que la última vez que nos vimos había quedado clarito que no quería verte.

—Es que te extraño como no tienes idea —respondió él, con una mirada intensa—he estado pensando en ti. Más de lo que me gustaría aceptar, me costó mucho encontrarte.

—No hay nada de que hablar, Daniel —dijo April cruzándose de brazos—ya te aclaré todo cuando terminamos. ¿Qué es lo que quieres? Yo juré que ¡Jamás! Te iba a perdonar, ni siquiera dirigirte la palabra.

Alexia que escuchaba la conversación no entendía nada, ¿ese chico estuvo con April? ¿No solo se puso de novia con Ethan? Ella se quedó con la mirada fija en su pareja y salió del trance cuando el chico extendió un sobre.

—Ten, me pareció más fácil escribirlo. Agárralo, es para ti.

Con las manos temblorosas, lo tomó con cautela y lo abrió. Era una carta. Mientras la leía, su rostro se tornó pálido.

—April, ¿qué es lo que dice? —preguntó Alexia notando la expresión de su novia.

La morena levantó la vista, los ojos llenos de lágrimas dobló el papel y lo entregó a quien se lo había dado.

—Dice que me ama y que siempre lo hará. Dan, no… no sé si en serio, pueda, ya sabes.

—Mira, malvavisco, acepto que yo te lastimé, que yo tuve la culpa, pero quiero que me perdones. De verdad que los años en los que me separé de ti fueron un karma terrible.

Al presenciar esas palabras Alexia se puso tensa, ya que esa pequeña oración podía ser un arma de doble filo que echaría a perder todo su esfuerzo. 

—Pigmeo piensa con claridad, no te dejes engañar. Él seguro solo está tratando de manipularte.

—No lo creo —murmuró April defendiendo a Daniel. Aunque a la vez tenía dudas— Yo sé que hay personas que no cambian. Pero estoy segura de que él lo ha hecho. Puedo sentirlo.

Lo que más caracterizaba a Alexia. Que de manera rápida podrías hacerla enojar. Y no lo disimulaba para nada. Ellas habían tomado distancia del chico, pero April aún lo miraba. Sus ojos expresaban pena y una discusión acalorada se desató entre ellas.

—Pigmeo, ¿te estás olvidando de todo lo que hemos pasado juntas? ¿De lo que tenemos construido? —preguntó Alexia, con la voz temblorosa—me costó llegar a ti, y no pienso tirar nada por la borda.

—No, al menos quiero pensar que no —respondió April con desaire—Pero luego de tanto me movió algo dentro. Es difícil explicar lo que siento.

—¿Es una puta broma verdad? Maldita sea, complicado es que estés dudando de nuestra relación por un hombre que te lastimó en el pasado", replicó Alexia.

—¿¡Por qué tanto drama!? Mierda. Tú y yo nos conocemos desde hace unos pocos meses y recién comenzamos a salir ayer.

—¡No, no es un puto drama! ¡Es preciso por eso! Apenas iniciamos. ¿Y ya me vas a dejar por un imbécil que de seguro solo te quiere en su cama?

Las lágrimas recorrían el rostro de la pelinegra, le rompía el corazón que apenas iba a comenzar a ser feliz y ya esa emoción le sería arrebatada.

La discusión se prolongó por varios minutos, ambas mujeres defendiendo sus puntos de vista. Al final, agotadas y con el corazón roto, April sin ninguna expresión lo vio. Le había incomodado la situación, pero no se iría si ella no se lo pedía con palabras.

—¡¿Y qué me garantiza que tú no quieres lo mismo?! 

En ese momento el corazón de la pelinegra se partió, ósea era consciente de lo que había pasado la primera vez que se conocieron. Y lo que ocurrió en el cumpleaños de April, pero ella la quería, deseaba una relación bonita.  Y si para eso tenía que dejar su vida íntima de lado, lo iba a hacer.

—¡Porque te amo y si me lo pides nunca tendríamos nada sexual! —exclamó apretando los puños—tampoco lo intentaría si es que no das tú el primer pasó.

La morena quedó estupefacta ante aquella confesión. Lo que dijo fue sin pensar porque las primeras veces no tuvieron el consentimiento de ninguna de las dos y se había ido todo de las manos.

Por un momento olvidaron la compañía y no fue sino hasta que carraspeó la garganta y ambas lo observaron.

—Daniel, mira por ahora, es mejor que te retires —dijo April con voz suave, pero firme—necesito tiempo para pensar.

Daniel asintió con la cabeza, con una mirada de tristeza. 

—Está bien, April. Pero no te pido por favor que pienses lo de nosotros. Quizá ahora sí funcione.

En el momento en que Daniel se fue, un silencio pesado llenó la habitación.

—Lo siento, preciosa —dijo April, sus ojos repletos de lágrimas—no quería que esto sucediera.

Alexia la abrazó con fuerza y secó su rostro con extremo cuidado.

—Lo sé, mi amor Pero necesitamos dialogar con calma. No debemos apurarnos.

Después de un largo silencio, April habló. 

—Alexia, lo siento tanto. Sé que te hice daño con mis dudas. Pero al leer la carta, al recordar esos momentos… Me di cuenta de que lo que sentía por Daniel era solo nostalgia, un apego al pasado. Y eso no es suficiente.

Alexia la miró con ternura, sus ojos brillaron. 

—Lo sé. Y estoy tan feliz de que te hayas dado cuenta. Te amo, y quiero que todo en ti sea próspero.

April sonrió, aliviada y comenzó a dar saltos por la falta de un distractor, para que así ella pueda entrar en acción.

—Yo también te amo, Alexia. Más de lo que nunca pensé que fuera posible.

Se acercaron y se besaron, fue largo y apasionado, lograba expresar todo lo que no habían podido decir con palabras. Al separarse, April suspiró.

—¿Crees que es apropiado celebrar?

—¿Qué te parece si vamos a ese bar de blues que te mencioné antes? Necesitamos distraernos y festejar que todo está bien entre nosotras —al decir eso reveló una gran sonrisa.

April asintió con entusiasmo. Le hacía ilusión salir con Alexia así lo hayan hecho el día anterior. Ella siempre sería su lugar favorito.

—Me encantaría. Creo que nos lo merecemos —respondió mostrando una sonrisa.

Alexia preparó la tina bajo las indicaciones de April para que fuera un baño relajante, era bastante temprano, así que mientras se quitaban la ropa les dio por ver una serie, y aunque prometieron algo rápido, la televisión les robó parte de la mañana.

—Pigmeo, ¿qué piensas tanto?

—¿Por qué crees que Justin me mintió aquella vez?

Mientras en la pantalla se reproducía una serie, ambientada en una gran ciudad, contaba la historia de dos mujeres que se enamoran en un mundo repleto de desafíos y prejuicios. Alexia y April intercambian miradas llenas de amor, alegría y unas furtivas. De alguna manera se lograban identificar, pues es algo que estaban seguro por pasar, aunque lo vivieron también de manera individual. La pelinegra quién le prestaba atención a la televisión giró su rostro y sonrió.

—No lo sé, pero no lo hizo con mala intención, de eso estoy segura.

Siguieron viendo la serie, cada escena era un lienzo de emociones para ellas. Los primeros encuentros tímidos, las miradas furtivas en medio de una exposición, las conversaciones apasionadas sobre arte y en la vida, todo resonaba con profundidad en sus corazones. La tensión sexual palpable entre las protagonistas las hacía contener la respiración, y los momentos de ternura las hacían sonreír con complicidad.

Y por un instante mientras veían un episodio de manera particular llegando a ser conmovedor, Alexia se acercó a su acompañante y tomó su mano. 

—Es como si los creadores de esta serie nos conocieran —susurró la pelinegra haciendo que April asintiera, sus ojos brillando. 

—Es como si hubieran leído nuestros pensamientos —respondió. En ese momento, sintieron una conexión más profunda que nunca, un vínculo que las unía más allá de las palabras.

Al acabar el episodio que estaban viendo, rieron de la situación, tenían planeado bañarse e irse, pero todo resultó un poco diferente, el hambre había tocado su estómago así que se dirigieron a la cocina.

—¿Algo que quieras almorzar en específico? Tengo camarones, pasta, aguacate y arroz también hay frijoles.

Alexia le dijo a April que le podía servir lo que fuera, eso ya sería un rico aperitivo, además que no estaba para andar con exigencias esa no era su casa, y rechazar comida es de mala educación.

El aroma a marisco y vino blanco llenaba el pequeño departamento. April había decorado la mesa con velas y flores frescas, creando un ambiente romántico. Mientras comían, sus miradas se cruzaban a través de la mesa, llenas de amor y complicidad. De repente, Alexia se levantó y puso una canción suave de jazz, una melodía que ambas conocían bien y que les evocaba recuerdos especiales. 

La música envolvió el espacio, invitando a la intimidad. Alexia se acercó a April y la tomó en sus brazos, bailando con lentitud y pasión por la sala. La pasta se les olvidó por completo mientras se perdían en el calor de sus cuerpos y la magia del momento. Los dedos de Alexia trazaron patrones suaves en la espalda de April, mientras que esta se aferraba a ella con fuerza. Sus frentes se rozaban, y sus respiraciones se entrelazaban. En ese instante, el mundo exterior se desvaneció, y solo existían ellas dos.

Luego de qué la velada romántica culminó recordaron que tenían que ir a darse un baño, puesto que solo llevaban toallas como vestido.

—Debería ir a mi casa luego, aquí no tengo nada que ponerme.

—Tranquila, podemos ir de compras, hay muchas tiendas por esta zona.

Dicho esto, ambas se dirigieron a su destino, encendieron una vela que oscilaba en la penumbra del baño, proyectando sombras alargadas sobre las paredes. Ingresaron a la tina con cuidado. Los pétalos de gardenia flotaban en el agua tibia, creando un ambiente exótico y sensual. April y Alexia se miraban de manera fija, con un movimiento lento, La pelinegra tomó un poco de aceite de lavanda para relajar los músculos y lo deslizó por el cuello de April, dejando un rastro de perfume. La música suave y envolvente creaba un ambiente de intimidad y deseo.

Después de un rato, April se arregló el cabello y se dispuso a elegir que ponerse. Con sus cautivadores ojos avellana, optó por una falda de satén amarilla, con una blusa blanca de puntos negros que hacía resaltar el tono cálido de sus iris. Completó su look con unos zapatos de tacón a juego que alargaban sus piernas y un gloss dándole brillo a sus labios.

Alexia se puso la ropa con la que había llegado a esa casa y salieron del edificio yendo en dirección a sturlys. La pelinegra estaba fascinada, jamás había visto tanta ropa, vio distintos outfits hasta que divisó uno que iría perfecto con sus enigmáticos ojos grises. El vestuario consistía en un pantalón de bota ancha y tiro alto de color azul marino, una camisa de seda blanca. Un blazer igual al pantalón. Su estilo era más relajado y cómodo, pero no por eso menos chic. En los pies llevaba unas zapatillas blancas sin plataforma.

—Listo, ya pagué preciosa ¿Nos vamos?

Alexia asintió y salieron agarradas de las manos, está vez no irían en bus. Llamaron a un taxi para que fuera más corto el viaje, el hombre le cobró barato y fue agradable. Subieron y la pelinegra dio la dirección a la que irían. No tomo mucho, el bar se ubicaba entrando a Bluesnow y la distancia no fue mucha.

Cuando llegaron al bar, la música atronadora y la energía de la multitud las envolvieron. El ambiente era perfecto para relajarse y dejar atrás los problemas. Mientras buscaban una mesa, sus ojos se cruzaron con los de Daniel, que se situaba en la barra hablando con unos chicos, pero al voltear. Quizá por casualidad, las vio y sonrió.

April sintió un escalofrío recorrer su espalda. Y de inmediato, tomó la mano de Alexia y la apretó con fuerza. Con una sonrisa determinada, se dirigió hacia dónde estaba él sin darle la oportunidad de acercarse.

—Daniel, ¿qué haces aquí? Pensé que vivías en Freliz —preguntó April, su voz poseía un tono firme. Sus ojos avellana brillaban con determinación mientras se enfrentaba a su ex.

El chico se levantó de la barra, una expresión de sorpresa en su rostro. Intentó acercarse, pero April con una mano elevada lo detuvo.

—Tranquila mañana me voy, hoy no conseguí transporte. Aparte que solo quería estar aquí por si decidías darme una oportunidad.

—No hay más chances —respondió April, sin vacilar.—Te pido que por favor, respetes mi relación actual.

El chico movió la cabeza en señal de afirmación con una mirada de resignación. Se notaba que de verdad anhelaba una nueva oportunidad, pero April sabía los posibles riesgos y ella ya había sufrido mucho.

—Está bien. Solo quería que supieras que siempre te querré. Y no importa si estamos o no juntos, aquí tienes un hombro amigo para llorar.

—De verdad que te lo agradezco, pero no me gustaría tenerte cerca siendo consciente de tus sentimientos —respondió April con sinceridad. Sus ojos avellana se encontraron con los de Alexia, que la miraban con admiración y amor.

Con eso, volvieron a sujetarse de las manos y se alejaron de la barra. Se dirigieron a una mesa apartada en un rincón tranquilo del bar.

—Gracias por eso, April —dijo la pelinegra con una sonrisa.

Se desconocía el motivo, la morena no podía identificar si los ojos grises de su novia brillaban de emoción o por la luz del lugar. Tampoco le daría tantas vueltas al asunto y disfrutaría lo más que pudiera.

—¿Por qué me agradeces? Es lo menos que puedo hacer —April sonrió observando la carta del lugar.

—Siempre lo haré. Es como una maña mía, ahora, olvidemos todo esto y disfrutemos de la noche.

Pasó el tiempo y el bar empezaba a llenarse de una energía vibrante, pero para April y Alexia, el ambiente se había vuelto sofocante y encontraron un rincón apartado, al menos tendrían un poco de privacidad. Justo cuando sus labios estaban a punto de rozarse, una voz chillona las interrumpió.

—¡Oh por Dios, miren a estas dos! ¿Creen que este es un zoológico? —Aileen, con una sonrisa burlona y los ojos destellando de odio, se acercó a su mesa, seguida de un grupo de amigos que la alentaban.

Al terminar su recorrido, la mujer recibió la brusca mirada de las chicas y una de ellas tensó la mandíbula mostrando cierta inconformidad.

—Demonios, ¿qué sigue? ¿Una orgía en el baño?

April y Alexia se separaron de golpe, sus rostros enrojecidos por la humillación. La mirada de Aileen recorrió a ambas con desprecio, deteniéndose en la mano de Alexia, que aún sostenía la de April.

—¡No puedo creerlo! Ya sabía que algo se traían ustedes —escupió con una expresión de repulsión.

La morena tenía miedo de toda la situación y se escondía en los brazos de Alexia. Generando más confusión de la debida.

—¡Qué Asco! ¡Esto es lo que pasa cuando dejan que cualquier cosa entre a este lugar! —Aileen señaló a los demás clientes, su voz resonando por todo el bar—tenemos que hacer algo al respecto. ¡Esto es una vergüenza para la ciudad!"

El bar se quedó en silencio. Todas las miradas estaban puestas en las tres chicas. April apretó la mano de Alexia, buscando en ella fuerza.

—Por favor, detente —suplicó April, su voz temblorosa—no tienes por qué ser así.

—Ay, ¿Y qué vas a hacer para evitarlo? —respondió Aileen con una sonrisa cruel—y no voy a permitir que estas… ¡Aberraciones! No hay que dejar que arruinen este lugar. Además, Lexy princesa, esa no está a tu nivel.

En ese momento, April se levantó de un salto. Su rostro estaba pálido y sus ojos brillaban de ira.

—Mira madre, yo no tengo tiempo para tus estupideces —dijo April, su voz firme y clara—porque la persona que debería estar avergonzada eres tú. Y para que sea más notorio —en ese momento, las chicas se besaron. Recibiendo aplausos y silbidos de los presentes y al separarse miraron a un costado y sonrieron—nos amamos y eso nadie lo cambiará.

Un silencio sepulcral se apoderó del bar. Todos los ojos estaban puestos en April y Aileen.

—¡Ay por favor! Yo jamás he podido tener hijos como para que vengas a decirme madre —exclamó Aileen, su rostro desencajado.

—Claro que sí. Porque recuerdo con exactitud un día en invierno que yo iba a ver a la señora Lewis. Y me dijiste que tu hija necesitaba a alguien que le enseñara modales. ¿A quién te referías? Ah, y cabe mencionar que ella los tiene más presentes que tú.

Aileen quedó petrificada, jamás imaginó que su hija a la que no veía hace tanto sería capaz de ponérsele en frente y con facilidad admitir que era lesbiana.

La repentina revelación causó un gran impacto en todos los presentes. Algunos se mostraron conmovidos por la valentía de April, otros sintieron vergüenza por haber apoyado a Aileen.

—Mira, a mí me importa un comino, si aceptas tu rol o no, eso me resbala. Yo estoy orgullosa de ser quien soy, a pesar de tener una madre como tú. ¿O es que acaso tengo que recordarte toda la mierda que me hiciste pasar? Cuando yo solo era una bebé.

Un silencio ensordecedor cayó sobre el bar tras la revelación de April. Aileen se quedó petrificada, su rostro pálido como la cera. Sus amigos, que hasta ese momento la habían apoyado sin cuestionar, intercambiaron miradas incrédulas.

—¡¿Es eso cierto?! A ver Aileen ¿Que es lo que tienes en la cabeza? ¿Cómo podías tratarla así? —exclamó uno de ellos con su voz llena de sorpresa.

—No puede ser, de verdad que asco de persona —murmuró otro afectado por la información.

Aileen trató de defenderse, pero las palabras se le atascaron en la garganta. La verdad era innegable. Había pasado años despreciando a las personas LGBTQ+, y ahora se encontraba en el centro de un escándalo, expuesta ante todos como una hipócrita.

—Sé que muchos de ustedes la han admirado, pero les pido que no la justifiquen. La homofobia no está bien, nunca lo ha estado. Y las palabras duelen, eso es algo que deben comprender —dijo April con la voz firme.

Los amigos de Aileen se miraron entre sí, avergonzados. Algunos asistieron apoyándola. Reconociendo que su manera de pensar era errónea. Otros, sin embargo, continuaron defendiendo a la mujer, aunque con menos convicción.

En ese momento, un grupo de jóvenes que solían frecuentar el bar se levantó de sus asientos. Eran conocidos por ser parte de la comunidad LGBTQ+.

—¡Basta ya! —exclamó uno de ellos—. No permitiremos que nadie más sufra lo que hemos tenido que soportar. La homofobia es un crimen y ustedes todos han sido cómplices.

Sus palabras resonaron en cada rincón del bar. Muchos de los clientes se unieron a las protestas, coreando consignas en apoyo al testimonio dado por él y hacia April y Alexia.

Aileen, humillada y arrepentida, salió corriendo del bar, perseguida por las miradas de reproche de todos los presentes. April y Alexia se quedaron sentadas en su mesa, rodeadas de personas que las apoyaban y las consolaban.

—Qué día más loco, no puedo con tanto.

—A mí me parece que lo hiciste bastante bien —replicó Alexia besando la frente de April.

Esa noche la morena decidió desatarse un poco y en la parte del bar que más bien era una discoteca pidió varios tragos de tequila y vodka, logrando impresionar a Alexia con ese comportamiento.

El sitio se convirtió en un refugio seguro para la comunidad LGBTQ+. Se compartieron historias, se derramó alguna que otra lágrima, pero sobre todo, se celebró la valentía de April y el rechazo a la homofobia.

Los días posteriores al incidente en el bar fueron intensos. Mientras recibían el apoyo y a la vez lo brindaban a los y las jóvenes que compartían el sufrimiento, el rechazo y discriminación. Aileen se enfrentaba a las consecuencias de sus acciones. Cómo bien decían las sabías lenguas: No escupa para arriba que le puede caer en la cara.

Fue expulsada de su grupo de amigos, perdió su trabajo y su reputación quedó manchada. Y en cuanto a las amenazas que ella y Justin recibían. Se descubrió que Aileen era quien mandaba esos mensajes, sin embargo, aunque sentía vergüenza con sus amigos. El pesar no la consumía, al contrario, decía estar orgullosa, Pero le causaba lástima que eso no las separara.

Por otro lado, April y Alexia se convirtieron en activistas locales, organizando eventos y talleres para promover la tolerancia y la inclusión. Su historia se difundió por todo el país, inspirando a muchas personas a luchar por sus derechos.

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