27- La calma después de la tormenta
Los ruiseñores cantaron alegres anunciando el comienzo de un nuevo día. Su fiesta de cumpleaños fue la mejor. Pero en ese instante se arrepentía de haber ingerido tanto alcohol.
Era la primera vez que veía tanto así que la emoción ganó y tomó hasta que ya no pudo más. Para ponerles un ejemplo: su cassette ya estaba formateado.
Al ver a su alrededor notó que no estaba en su cama por lo tanto esa no era su casa. Así que la curiosidad ganó y miró a su lado apreciando un bulto. Pero cuando lo iba a destapar para ver lo que se encontraba ahí los ruidos en la sala llamaron su atención así que salió.
—Oh, te levantaste temprano. Perdón por los estruendos —mencionó Alexia.
—Anoche fue una locura por lo visto, ven y te ayudo a limpiar.
Alexia negó varias veces, no quería que ella hiciera nada. Había sido su cumpleaños y tenía 24 recién cumplidos eso de ponerla a limpiar casa ajena era de mala educación.
Los recuerdos de ese beso que se dieron llegaron a su mente haciendo que la atmósfera del lugar se tornara un poco incómoda. ¿Lo de anoche fue un simple juego? Pues era obvio ¿No?
—Oye, ¿sabes que hora es? Es que debo ir a mi departamento.
—Son las 7 de la mañana, espera un momento para que al menos te vayas desayunada.
—Está bien, muchas gracias. ¿De casualidad sabes dónde está Justin?
Él pasó gran parte de la fiesta al lado de ella, pero de un momento a otro desapareció, tal parecía que alguien estaba discutiendo con él por teléfono.
—No lo sé, creí que estaría acostado contigo, anoche creo que no estaba bien —la verdad, eso era lo único que podía decir.
Sin duda eso era bastante extraño, ¿dónde podría haberse metido? No podría haberselo tragado la tierra. Por lo que recordaba April él se había juntado mucho con Harry anoche. Pero estuvo también con Gregory y Ricardo.
—Voy a revisar las habitaciones, ¿me lo permites? —indagó April con una sonrisa.
—Claro, en un rato voy a ayudarte.
«Desde anoche está rara, como de mal humor ¿Le sentaría mal algo? ¿No le caería bien alguno de mis amigos?»
«¿Tu qué crees tonta? Es obvio que está celosa, anoche Mónica estuvo como sanguijuela contigo y luego de lo que te dijo. Si, está enojadisima de seguro.» dijo su subconsciente en un tono sarcastico.
Cómo primera opción fue al cuarto dónde ella durmió, necesitaba ver quien había dormido a su lado. Porque era obvio que Alexia no fue está vez.
—Hola florecita —no esperaba encontrar a Ciro frente a ella y el susto fue evidente.
—¡Ciro! ¿Cómo estás? ¿De casualidad no has visto a Justin? Es que necesito ir a casa y no sé irme sola… desde aquí.
—No, la verdad si te soy sincero con suerte y recuerdo mi nombre.
Por un lado entendía al chico, todo lo que pasó la noche anterior fue una completa locura cuando comenzaron los juegos.
Aunque ella era la más afectada y no solo por la bebida. La mente y corazón de April se hallaban revueltos con lo que sucedió cuando Mónica estuvo presente, tal vez había sido por el alcohol, pero se oía sincera y no sabía que pensar. Y ni siquiera sabía si la volvería a ver.
«Hace tanto que no nos veíamos.» Pensó. «¿Le gustaré en serio? ¿Desde cuándo? ¿Por qué le atraería?» Pensó April.
—¡Hola chica de la nieve!
—¿Cuándo dejarás de decirme así? —preguntó April riendo.
April habló un rato con Harry que estaba buscando a Ricardo que había ido al baño, pero se estaba tardando. Ella explicó que quería encontrar a su mejor amigo, pero aún no habían señales de él.
—Voy a ver con quién fue que amanecí. Para salir de dudas.
Al dirigirse a la habitación de la que salió hace un instante topó con Lucy que recién salía así que asumió que con ella era con quién había dormido.
—¡Ardillita! Me dijo Alexia que me estabas buscando, ¿ya quieres irte?
—Si, quiero cambiarme de ropa —confesó.
El chico asintió y bajaron, Alexia conversaba con Ciro y Harry mientras que Lucy, Felipe, Gregory, Ricardo y Vanelope estaban jugando algún juego de palabras.
—Oh, si bajaron los estaba esperando, vengan y siéntense que ya casi tengo listo el desayuno.
Iban a desayunar algo ligero según Alexia: tostadas con crema de leche y queso con un muss de kiwi. Cuando le pusieron el plato a April se emocionó pues olía sabroso. Pero espero que sirvieran a los demás para poder empezar a comer.
—Anoche. ¿Qué tanto pasó? Ya no recuerdo nada después del pastel —mencionó Gregory en un tono de voz que te indicaba que había una pregunta.
Todos se vieron las caras y dijeron que estaban igual. Su mente estaba borrosa luego del pastel, al menos si la de la mayoría porque Justin y Alexia se miraron y vieron a April. Ellos recordaban lo que había pasado con Mónica, pero como cosa rara nadie dijo algo referente a ella.
—Oigan, creo que falta alguien… ayer estaba una chica con nosotros y no era ninguna de las presentes —cuestionó Vanelope.
Rebuscando en lo más profundo de su mente April se dio cuenta de que su amiga tenía razón. Recordaba que había visto a Mónica y hasta jugaron a pasarse la carta y luego los varones jugaron a las luchas y ellas solo observaban.
—Vane tiene razón, falta Mónica después de jugar a las cartas o no sé en qué momento ella desapareció.
Se unió a las dudas de su amiga, no quería confesar que ella si recordaba el porqué de su ausencia.
¿Cómo se supone que Justin y Alexia debían responder? Porque era. Obvio que la morena no lo iba a hacer. Podrían decir la verdad completa, pero lo sucedido por la noche quizá era un tema que debía estar bajo llave.
—Solo se fue, no dijo nada creo que le salió algún compromiso —respondió Justin.
Sin más comieron en silencio, Justin trataba de sonreír cada vez que cruzaba la mirada con los ojos avellana de su amiga. No quería que ella se diera cuenta de que no estaba para nada bien.
—Alexia, ¿me pasarías la receta? —indagó Felipe.
—Claro, en un rato te la anoto en un papel o me das tu número y te la paso por un mensaje.
Asi hicieron Alexia le pasó los ingredientes y preparacion, ya comenzaría a recoger la mesa. April a pesar de que Alexia se negara la ayudó a levantar la mesa. Para no sentir que estaba siendo una carga y también le ayudó a lavar los platos sucios poco a poco todos se fueron yendo hasta quedar solo tres del grupo.
—Por cierto Alex, gracias por todo… Justin me dijo que tú te encargaste de los preparativos de ayer.
—Fue un placer —dijo con una sonrisa.
Justin se despidió de Alexia y tomó a su amiga de la mano y debía dejarla en su departamento lo antes posible. Puesto que tenía que ir a la casa de su ex para hacer entrega de su anillo e ir por su ropa que acostumbraba a dejar en casa de él.
Por el momento ambos se irían en un taxi que era lo más factible. Lo complicado era encontrar uno a esa hora.
—Bien, ardillita. ¿Tienes todas tus cosas?
Ella asintió y de la mano caminaron a la parada y esperaron un poco más de 3 horas. 11 de la mañana, hasta que por fin una linda mujer se detuvo.
—Ay señora no sabe cuánto se lo agradezco, el cielo se ve terrible quiere llover al parecer.
—Ay con todo el gusto corazón, y bien ¿A dónde van?
El chico dio la dirección de destino y de una manera amable pidió a la mujer que fuera un poco rápido. La mujer evaluó un poco el camino para saber por dónde sería más rápido y estableció el precio del que Justin estuvo de acuerdo.
—Chicos les aviso que hasta aquí los puedo traer, las calles están trancadas por reparaciones —anunció la mujer que le hacía la carrera.
No se situaban tan alejados del departamento de April así que se irían caminando. Iban a llegar rápido si se centraban en ese objetivo. Esa calle era la mayor en comercio así que Justin agarró a April de la mano para que no se detuviera en ninguna tienda.
Después de unos 45 minutos ya April se encontraba en la cama descansando, de la noche anterior no recordaba nada. Pero había algo en especial que la tenía inquieta. Algo pasó con Alexia. Pero no lograba identificarlo.
—Ardillita voy a salir, no me esperes despierta, te quiero —advirtió con una sonrisa.
Y ahí en el silencio quedó inmovil por unos minutos. No sabía que podía hacer hasta que su teléfono sonó anunciando un mensaje.
Alexia
Sé que es probable que estés cansada, pero me gustaría que saliéramos.
¿Le había invitado a salir? Una salida que no involucraria a terceros. ¿No estaba soñando? No tenían una sólida amistad, pero April quería intentar llevarse bien con ella. Más desde que comenzó a sentir cosas por ella. No sabía lo que era. Pero algo le decía que debía dejar que se acercara.
Claro que esperaba que sobre la mesa no se pusiera el tema del beso. Recién lo había recordado hace unos minutos pero no lo quiso mencionar a su mejor amigo. Todos estaban demasiado ebrios para ese momento así que anhelaba que Alexia también.
«¿Cómo estará Justin? En el camino no habló, eso me hace creer que algo importante pasó, pero le preguntaré en la noche.» Cuestionó April.
Luego de pensar por un rato se dio cuenta de que Alexia no le había dicho una hora en especial así que se debatía entre si dejarle un mensaje o prepararse desde ahora.
April
Oye no me dijiste a qué hora ibas a venir. ¿Y a dónde vamos a ir?
Alexia
Ahora estoy acabando de organizar mi casa, pero te aviso cuando ya esté en la ciudad y por lo otro, eso será una sorpresa.
April
Comprendo. Y por cierto, eso no es justo. ¿Cómo voy a saber que ponerme? No quiero parecer una loca.
Alexia
Yo te iré a buscar, hasta la tarde pigmeo.
En definitiva la había ignorado, ¿Que haría ahora? Es difícil prepararse sin tener información del lugar.
—Con ella no se puede, siempre me dirá así —susurró April con una sonrisa releyendo el apodo que la pelinegra siempre le decía.
Acordado eso April decidió acostarse un rato, no dormiría, pero vería algo de televisión por lo menos hasta que se hiciera la hora del almuerzo para comer algo.
—Ardillita…
«No puede ser, está llorando y vino rápido.» Analizó viendo su reloj. «¿Que habrá pasado?»
—Se qué te lo escondí, pero ya no hay razón. —su voz sonó débil y suave—hoy me ví con Damon, me pidió el anillo que me había dado y que buscara las cosas que tenía en su casa.
April no podía creer lo estúpido que era Damon, ella pensaba que por fin su amigo sería feliz. Pero una vez más la vida le demostró que el amor es una mierda que no valía la pena.
—Es un imbécil, lo siento mucho por ti, se te notaba bastante feliz.
Los amigos se quedaron un rato viendo películas de acción. A pesar de que Justin ya había consumido mucho alcohol la noche anterior, su estado era deplorable y terminó comprando más, que tomó combinándolos, su cabeza y estómago no podían más hasta que se durmió.
April no quiso beber porque ya tenía un compromiso que estaba casi a la vuelta de la esquina y ya debía ir a alistarse.
—Mastodonte —susurró April con la respiración forzada—ey, suéltame que me estás aplastando—murmuró con una voz más dulce.
El chico gruñó arrugando su nariz, pero tal parecía que las palabras de la chica fueron recibidas porque aflojó el brazo con el que la sujetaba.
Al levantarse del sofá corrió a la ducha, quería quitarse aunque fuera un poco. Pero todo lo que había bebido ayer hizo estragos en su estómago y tuvo que ir corriendo al inodoro para poder vomitar todo lo que le causaba el malestar.
No esperó más y se metió a la ducha, abriendo la pila de la tina quería agua tibia esta vez para relajar los músculos y bajar el malestar en su estómago. No le quería cancelar a Alexia a última hora.
Al notar la hora en su reloj de pared se apuró en salir, solo definir su cabello le quitaba mucho tiempo y elegir que podía ponerse.
—Bien, ¿Por dónde comenzamos?
La decisión era complicada, su cabello era difícil de manejar si se secaba, pero como no sabía cuáles iban a ser los planes de Alexia quería elegir la ropa sin tanto apuro.
—Creo que este enterizo está bien para la salida, ¿o me pongo un pantalón? Tengo muchos vestidos nuevos —susurró emocionada.
Su teléfono sonó con insistencia aún le faltaba el maquillaje y no quería distraerse de lo que hacía, pero al ver el nombre de la pelinegra sin explicación se emocionó.
—¡Hola! ¿Ya estás en la ciudad? ¿Dónde estás?
—Si, oye se que ya he estado en tu departamento una vez, pero creo que me perdí.
April sonrió, no entendió por qué, pero pensar en Alexia viendo a todos lados para decidir a dónde ir le resultó bastante tierno.
—Es fácil llegar, dime lo que ves.
Alexia miró varios puntos y con dudas respondió a la pregunta recibiendo risas cómo respuesta.
—¿Qué es lo que te resulta gracioso? —mencionó con desaire.
—Estás en la parte trasera del edificio, espérame y ya bajo.
Luego de una hora April decidió ponerse un pantalón azul oscuro con una blusa tipo tops color crema. Le dejó una nota a su amigo que seguro leería en un rato y fue a su encuentro con Alexia y caminaron con cautela, jugando con las florecitas que veían en el camino.
—¿Te gustan las películas? ¿O prefieres ir a comer?
—No hace mucho que cené —dijo con vergüenza.
—Comprendo, entonces creo que será la película.
No se dijeron nada, pero por la manera en la que sus miradas se encontraban se notaba a simple vista que sus corazones tenían mucho que expresar.
Desde que había amanecido, Alexia no conseguía concentrarse, su beso con April hacía más difícil tenerla a su lado. Los nervios afloraron cuando sin previo aviso la morena sujetó su mano.
—Lo lamento, es que siento que estás caminando rápido y no quiero quedarme atrás.
La luna brillaba más que nunca, y las estrellas las acompañaban y a pesar de que en Froeglosa era una ciudad los grillos tenían su perfecta melodía y las ranas de a poco se le fueron uniendo comenzando una orquesta y las luciérnagas hicieron de reflectores esa noche adornando el paisaje con su luz de un verde fluorescente.
—Que terrible, ¿cómo le hace la gente? —murmuró Alexia.
—¿Como le hace para que? —preguntó April en respuesta.
—Para soportar tanto bicho sonando. Yo no podría.
—¿No te gustan? —al notar el silencio de Alexia sonrió moviendo su cabeza negando — ¡eso es absurdo! ¡Vives en medio de un bosque! ¡Los debes escuchar seguido!
Durante horas Alexia trató de explicarse, tenía el sueño demasiado ligero y sufría ansiedad así que cualquier sonido la perturbaba. Y tambien le contó a April que para dormir usaba tapones así que no los oía seguido como ella decia.
—Bien, según mi GPS el cine está a 2 minutos.
April prestó atención al camino por el que la llevaba Alexia. Amaba la primavera como jamás alguien podría imaginar,el clima para ella era divino le transmitía paz, pero por lo que podía apreciar ella y la pelinegra eran polos opuestos.
—April, ¿puedo hacerte una pregunta? No es nada personal.
April miró en dirección a la chica y hizo un movimiento afirmativo, sentía una extraña curiosidad por lo que podía salir de Alexia.
—De pura casualidad, ¿recuerdas algo de lo que pasó ayer?
Esa incógnita la dejó un poco pensativa, las lagunas mentales eran densas, sin embargo, recordaba algunas cosas.
—No mucho, por cierto lamento arruinar la noche con mi ansiedad. A veces no la sé controlar.
—Tranquila, no tienes que disculparte yo tampoco la manejo bien —confesó con una sonrisa— y para ese momento no es que estuviéramos sobrios así que no iba a ser facil tampoco.
Al llegar a su destino las chicas ingresaron en silencio. Caminaron un poco y comenzaron haciendo la cola para comprar los tickets de alguna película aunque al instante Alexia quiso irse. Las únicas funciones eran para películas de romance y una de ellas tenía muchas escenas de sexo. No podía ver eso con April. ¿Que iba a pensar de ella?
—Oye April, ninguna película se ve buena. ¿Te parece mejor que nos vayamos?
—Está bien, ¿qué planes tienes?
—Pensaba ir a Bluesnow y que fuéramos a la biblioteca es bastante tranquilo ahora de noche. O podemos ir al parque de diversiones.
—Vale, vamos a dónde quieras —culminó April.
Alexia dio un respiro y juntas salieron del lugar comenzando a caminar de nuevo los insectos aún seguían con su orquesta pero era soportable con April a su lado.
—¿Y si damos un paseo por acá en la plazita? —sugirió April.
Alexia no se negó, su teléfono ya no tenía batería así que sin él no podía moverse sin el GPS.
—April, a parte de tu ataque de ansiedad ayer, ¿te acuerdas de algo más?
—No, solo eso. ¿Por qué?
«Tienes que dejar de mentir Maldufes» se reprendió April.
—¿No el recuerdas nada luego de la fiesta?
«El beso.» Pensó.
—Nada más que eso —aseveró April.
La plazita más bonita de Froeglosa. Por fin estaba empezando a andar por sus al rededores. La fauna era preciosa ahí. Sin embargo se notaba que costaría sorprender a Alexia.
—Vamos al estanque de los patos, ahora deben estar durmiendo, pero quiero que lo conozcas.
April corría bastante rápido, dejando atrás a Alexia ni siquiera parecía que tuviera puesto tacones. Las risas no faltaron ambas jugaban a las carreras y a las atrapadas cuando una de ellas hacía trampa.
—¡Tiempo!
A la pelinegra el aire se le había ido de los pulmones. Desde la última vez que corrió tanto ya había pasado mucho y su cuerpo no estaba acostumbrado a esa rutina.
—Llegamos, desde aquí se ve hermoso el cielo, ¿No lo creés?
—Si… ¿Sabes? Me da vergüenza con los patitos, se ven muy calmados y siento que los estamos molestando.
—No les hagas mucha bulla y listo —susurró en respuesta.
Las chicas caminar un poco más y se sentaron bajo un árbol. No era para nada lo que tenía planeado de cita.
«Maldito cine y sus funciones ¿Que se me puede ocurrir ahora?» Pensó Alexia.
Con el pasar del tiempo fueron llegando más personas April notó a Harry y Ricardo así que los saludó. Pero le dieron ganas de golpear algo o mejor dicho a alguien cuando se dio cuenta que al lado de ellas se sentaron Damon junto a otro y se besaron y lo inaudito es que el chico tenía en uno de sus dedos el anillo que era Justin.
Alexia no sabía nada, pero recibió una señal que le indicó que April detestaba a uno de los chicos a su lado derecho así que la tomó de la cintura para evitar cualquier acto de violencia, eso no era apto para April, su delicadeza y ternura hacían imposible verla de una manera agresiva.
—Pigmeo, ¿todo está bien? ¿Quien es él?
—El de la camiseta marron es el ex de Justin, ja no terminaron hace mucho y ya está con otro.
Alexia se levantó junto a April y cambiaron de árbol a un que estaba más alejado de ese chico. Si causaba tanta incomodidad a April ella tampoco lo quería cerca.
—Las estrellas están brillando bastante esta noche. Son preciosas —susurró Alexia.
La morena observó hacía la azul inmensidad y afirmó las palabras antes dichas por la pelinegra la luna y las estrellas hacían un bello contraste en el cielo.
—Ayer cuando estabas ebria… me besaste ¿No lo recuerdas? —soltó Alexia de repente.
Al escuchar esas palabras su corazón empezó a latir con fuerza dentro parecía que se saldría del pecho.
—Eh no… así que de seguro lo estás inventando, acepté que fuéramos amigas o algo así, pero no me gustas. En general no me atraen las mujeres ya lo he dicho varias veces.
El tema murió ahí, Alexia decidió que mejor no seguiría insistiendo no quería que ella se alejara de nuevo le gustaba poder conversar con ella. Harry y Ricardo las oían en silencio ellos ya sabían la verdad.
April estaba mintiendo. Ella misma había declarado sus sentimientos por Alexia a Ricardo cuando jugaban el yo nunca nunca. Claro nadie se había enterado de eso porque ella se lo dijo en el oído. Ya estaban todos con varios tragos encima así que era posible que en parte estuviera diciendo la verdad y no había información en su cerebro de todos los sucesos.
Viendo una estrella fugaz recordó cuando de pequeña en el último orfanato que pisó las superioras de ahí le hablaban del amor y de muchos sentimientos. De lo bellos que eran, pero a su vez de lo peligrosos y como cuidarse.
—Una vez alguien me dijo que, cuando por fin me encontrara con el amor de mi vida, su perfume o su esencia me van a acompañar a todos lados —susurró cerca del oído de Alexia.
—¿Y ya lo has encontrado?
«Si, pero no te puedo decir que eres tú.»Meditó April.
—Creo que aún no, creía que podía ser Ethan, pero mi vida con el fue una pesadilla.
Sin darse cuenta April se estaba acercando a Alexia, hasta que juntaron de forma indiscreta sus manos.
—¿Que…?
Al sentir una calidez recorriendo su brazo volteo y le resultó extraño que April estuviera recostada en su hombro luego de aquel incómodo tema.
—Perdón, ¿si? Es que a veces no me entiendo —confesó April.
—¿A qué te refieres con eso?
April respiró profundo, ya no tenía vuelta atrás tenía que decir lo que su corazón anhelaba no ocultar más.
—Si lo recuerdo… el beso, llevo mucho tiempo con un nudo en mi estómago. Siento que me gustas, pero a la vez no sé qué sentir.
Al ver el estado de April, Alexia la sujetó más suave casi acariciando su mano y los chicos que se hallaban en el árbol vecino pasaron los arbustos que los dividían.
—Ey princesa, cálmate respira tu puedes, ya lo dijiste es un gran avance, esta bien cálmate —susurró Harry que la abrazó por la espalda.
En ese instante sus pulmones olvidaron como recibir aire, sentía que la ropa le apretaba así que intentó varias veces “acomodarla” sentía la calidez de los presentes y so de alguna manera hacía que no enloqueciera.
—Me siento mal, quiero ir a mi casa —aunque salió en un hilo su voz fue decidida y Alexia asintió accediendo a llevarla.
Todos se despidieron y Alexia y April comenzaron a caminar en un silencio placentero. Al menos para una de ellas se sentía así.
En la soledad de la noche acompañadas de suave viento las chicas se miraban de soslayo, ambas tenían miedo a hablar, ya casi no faltaba para el destino de April y eso la tranquilizó. Cinco pasos más y solo quedaría ir hasta su piso.
—Aqui estamos, espero que descanses.
Tal vez sería un impulso o quizá algo involuntario, pero la morena tomó la mano de la pelinegra implorando encontrarse con su mirada. Su ojos expresaron lo que tanto tenía su corazón. Amar.
—Adios, espero lo mismo para ti.
De a poco sus corazones cedieron y se encontraron en la oscuridad de sus vidas que merecían tener un arcoiris lleno de color.
Sus ojos intentaban esquivarse, pero sus cuerpos insistían en una cercanía. Ellas se daban cuenta, pero no querían detener ninguna acción así que esperaron lo inevitable. Fue ahí cuando sus labios se juntaron en una linda y lenta danza, nada podía dañar ese momento ni siquiera la pequeña llovizna.
—Pigmeo… es mejor que subas o Justin me arrancará la cabeza, es demasiado tarde.
Ella no escuchaba, su cerebro era ajeno al exterior. La dopamina estaba luchando por controlarse, era maravilloso que al fin pudo batallar y vencer a una de las enseñanzas impartidas.
Y como si fuera droga, April no quería separarse de Alexia todo era nuevo para ella, pero si estaba jugando con fuego jamás había deseado tanto quemarse no cómo ahora.
—Ahora si debo irme, descansa.
Separaron caminos en ese momento, pero los vientos que soplaban murmuraban que esa no sería la última vez. April subió al ascensor, Alexia insistió en acompañarla hasta su puerta pero se negó y subió al elevador que al dejarla en su piso encontró a su amigo preocupado, no sabía cuánto había dormido y se asustó por no verla.
—Estoy demasiado cansada, vamos a dormir… Mañana tengo mucho que contarte.
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