10- Puente y latidos
Y cómo si se hubiera tratado del canto de un gallo, en un abrir y cerrar de ojos, 3 semanas desde aquel suceso en su casa.
Cada vez que recordaba el rostro de Alexia le entraban unas ganas inmensas de darse un golpe.
«Aunque lo niegues, sabes que ella te altera los sentidos.» Cuestionó April.
No le había dado la oportunidad a la pelinegra para que se expresara y eso la dejó pensativa.
—¿Habré sido demasiado exagerada ese día? Bueno, si nos vamos al instante en el que discutí con Justin. Sí, fue una escena demasiado dramática.
Sin un rumbo fijo qué pudiera seguir, April se situaba Bluesnow, no recordaba por qué sendero debía ir, así que anduvo en círculos por un rato. Aunque aprovechó pensar por trigésima si el tema con su mejor amigo llegaba a tal magnitud que debía disculparse.
Tal vez se preguntaran qué era aquello tan importante que debía hacer April cómo para que viera a Alexia y no saliera huyendo temblando como un Chihuahua. Simple, pues debía ir a ver a la hija de su medio hermano. Se hallaba enferma y Juan Carlos era un paranoico. Así qué le exigió a April que fuera.
El pueblo era inmenso, sus pies dolían, no recordaba dónde se ubicaba la casa del hombre, así que decidió que iba a sentarse, el hambre no la dejaba pensar con tranquilidad hasta donde debía ir.
—¿Qué demonios? No recordaba que esto fuera tan apartado —dijo respirando con dificultad pues le tocaba caminar, ya que no tenía dinero para el taxi.
April que se encontraba dando vueltas, hacía todas las direcciones y segundos después pudo divisar a Alexia. Sus iris grises eran difíciles de confundir.
«No puede ser ¿Qué tan mal te caigo universo como para que me hagas encontrar con ella?» Pensó. «¿Qué hace aquí?»
«El color nude de sus labios hace resaltar el tono azul de sus ojos, aunque viéndolos bien son casi grises.» Admitió mientras la admiraba.
Su vestimenta la conformaba un overol de jean encima de un jersey de lana y botas para invierno. Se veía sexy, y a pesar de que la ropa no marcaba sus curvas dejaba atónito o atónita a cualquiera que la viera.
«No, no April, no puedes estar teniendo esos pensamientos impuros hacia una mujer.» Se reprendió. «¡Menos por la ex de tu mejor amigo! Que horror.»
April puso cara de asco cuando a su mente llegaron pequeños fragmentos de aquel día en su departamento, aunque también la dejaron un poco en shock. Habían tardado un poco.
«Qué feo despertar tuve ese día.» Recordó. «Justin aún no me habla.»
Mientras ella caminaba analizó los caminos y tuvo un escalofrío en su cuerpo.
«Oh, ya no puede ser.» reconoció en sus pensamientos. «¿Y si ella va para allá? No quizá sea coincidencia.
April trataba de pensar en una forma para llegar a la casa de su hermano sin tener que encontrarse con Alexia, pero el bullicio de la calle no la dejaba pensar, luego tuvo una idea.
«El puente.» Pensó April soltando un suspiro.
—Todo sea por no toparme con ella en el camino —dijo finalizando con un gran suspiro.
Se había relajado, de cierta forma sentía el alivió aunque era posible que le durase poco.
—Listo aquí estamos, Tengo que estar pendiente de dónde piso, el puente no es tan seguro.
April respiró profundo y comenzó a caminar despacio tratando de pisar con suavidad.
—Que frío, mal momento para solo usar un Jersey con medias cortas —susurró.
La muchacha caminaba despacio, con miedo de que una madera fuera a soltarse.
—¿Señorita April? ¿Qué hace aquí? —preguntó un hombre ya mayor tomando entre sus brazos a la muchacha.
—Vine a ver a Coraline, la hija de Juan ¿Sabe si aún viven en el campo de por el lago Malhov? —April sonrió.
—Si, Coraline se encuentra bastante enferma. Pobre niña, ya no sale a jugar.
—Si, qué pena, justo la venía a revisar —dijo alejándose del señor.
Se despidieron y la muchacha siguió tranquila su camino.
—Bien ahora, ¿por dónde era?
Unos minutos más tarde, April se encontraba andando en círculos. Tal vez no debió ir por ese atajo. Por más que daba vueltas aún no veía las caléndulas.
—A ver, no desesperemos seguro ya estoy por llegar, no estoy pérdida —susurró.
Por un momento April se sintió mal. Así que se sentó en una roca.
—Este puente es infinito, espero llegar rápido. Este camino es largo, pero ya me vine por acá.
—¿Acaso te perdiste? —preguntó alguien a sus espaldas. Lo que ocasionó que pegara un brinco.
«¡Maldición! ¡Qué susto! Que no sea quien creo que es.» pensó. «Por favor Dios, no me puede ser que me odies tanto.»
April dio un giro sobre sus talones para poder divisar a la persona y casi sale corriendo cuando ahí de pie se encontraba Alexia. Pero le salió el tiro por la culata, ya que terminó tropezando.
—¡Oh! ¡ah! —exclamó cuando casi se tropezaba—qué torpe soy, tú Hola.
—¿Te encuentras bien? ¿Qué haces en el pueblo? Por lo visto quieres atravesar el puente, puede ser peligroso porque muchas pandillas andan robando y este camino es desolado —dijo Alexia en un susurro casi inaudible.
April optó por no responder. Pues ella consideraba esa acción cómo “la mejor”. Pero con rapidez le quitó la mirada de encima, parecía que su cerebro haría: ¡KABOOM KABOOM! En cualquier momento.
—¿Tú qué haces por acá? Si es peligroso —interrogó April.
Alexia fingió estar pensando, su respuesta era rápida y exacta. Ella vivía en Bluesnow, pero le estaba gustando ver a April sonrojada hasta la punta de su nariz por su presencia.
—Oh, vivo cruzando las campanillas de invierno. ¿A dónde vas? —respondió mirando hacia el camino que seguiría.
—Comprendo, bueno adiós, yo tengo que ir por allá, por el lago Malhov —pronunció April señalando la dirección en la que se hallaban las caléndulas.
—Oh, ¡yo igual debo ir allá! —exclamó Alexia con alegría.
«¡¿Qué fue lo que dijo?!» Cuestionó April. «Calma, quizá sea una coincidencia que también vaya por ese camino, es conocido por ser un laberinto que te lleva a varios sitios.»
Los latidos del corazón de April no la dejaban pensar con claridad, la luz del sol le daba directo a los ojos de Alexia y eso la ponía nerviosa.
—Que bellos —susurró April dándose cuenta que una vez más había pensado en voz alta
«Menos mal que esto no es un mundo de vampiros y lobos.» pensó April exaltada. «por qué estoy segura de que ella escucharía mis latidos. Que vergonzoso sería.»
—Como que mejor, haremos que no me acabas de decir un halago. Señorita homofóbica —recalcó con una sonrisa ocasionando que April deseara convertirse en avestruz.
¿Se podía tener más vergüenza que antes? Eso pensó April cuándo notó que hasta a su nariz estaba de un rojo intenso. Parecía que iba a estallar
—Pero aún no me respondes, ¿qué haces en Bluesnow? Una chica de ciudad, resulta un poco extraño que esté por acá —volvió a indagar con voz seductora.
April vaciló por un rato, pero respondió—solo vine a ver a una niña. ¡Soy pediatra! Sólo lo digo por si acaso, perdón por gritar —mencionó en un grito—mi sobrina enfermó y vengo a hacer revisión —culminó murmurando.
April sin querer se encontraba fascinada por Alexia. Sus ojos violetas encantan a cualquiera que la mirara
«Ahora viéndola bien es preciosa, sus ojos son como dos lindos diamantes y sus labios. Dios se veían hermosos de ese tono, son tan gruesos.» Cuestionó. «¿Qué edad tendrá? April, qué cosas piensas. Es preciosa. ¡Bueno! ¿¡Qué te ocurre!?»
Al darse cuenta de lo que había pensado se dio una bofetada mental. Estaba prohibido pensar así de una mujer. Y April no quería ir al infierno.
—Bueno, ya tengo que irme, adiós.
—Espera, me gustaría hablar contigo —dijo la muchacha con una sonrisa.
—No tenemos nada de qué hablar. Ahora sí con permiso.
Alexia no se iba a rendir tan fácil, debía hablar con ella. Aclarar muchas cosas. La seguiría aunque fuera difícil, ambas se merecían una explicación.
—April por favor ¿Será que puedes aligerar el paso? Aunque sea bájale dos a la velocidad —preguntó con una sonrisa. Le daba gracia que se encontraba siguiendo a prácticamente un Minion adorable.
«Es demasiado tierna.» Reflexionó Alexia. «Me encuentro cansada, pero debo seguirla.»
—Mira pigmeo, ven para acá —pronunció Alexia con una leve sonrisa mientras la jalaba hacia atrás lo que hizo que quedaran bastante pegadas.
«¿Cómo le había dicho?» Analizó April. «¡Cómo la odio! Maldita jirafa, se está burlando.»
—Me vuelves a decir así y despídete de tu cabello. Odio los apodos.
—Qué extraño ¿Y por qué a Justin no se lo has dicho?
La había atrapado en la mentira, o simple y llanamente April era pésima mintiendo. Y logró darse cuenta que en definitiva era la segunda opción.
—¡Excepto el de él! ¡Así que más te vale quitar esa palabra de tu vocabulario! —exclamó poniendo ojos como si la hubieran regañado y fuera una niña de 5 años.
—¿Y qué va a hacer una chica tan diminuta como tú? Eres adorable, ¿Ya te lo han dicho? —confesó con un tono burlón en su voz.
—Te espera que le diga a Justin —parecía una amenaza, pero Alexia no la podía tomar en serio cuando a duras penas ella le llegaba al abdomen.
—¿Él te va a defender? —pronunció con sorna.
April siguió caminando e intentaba ignorar a la persona que le pisaba los talones, pero le era casi imposible. Alexia era demasiado alta,
«Mide como unos 1.78 si es que no es más, es una jirafa.» Pensó April. «¿En su familia serán altos? ¿O solo ella?»
Ya iba bastante atrasada, Alexia la retrasó demasiado, pero April debía admitir que le gustaba que la muchacha fuera tan persistente.
—¿Si te escucho? ¿Me dejas de hacer preguntas estúpidas?
—Si, si, si, si pigmeo, perdón April.
—Te la paso ahora, pero a la próxima te juro que si me voy. Bueno, vamos a sentarnos, por allá —dijo April mientras señalaba unos troncos.
Sin mirarla April la tomó de la manga de su jersey y la llevó a dónde le había indicado hace unos segundos.
«Salimos del puente.» Pensó April. «Ahora toca iniciar de nuevo.»
—Bien, dime lo que me tienes que decir que estoy apurada.
—A ver, para empezar quiero explicarte lo que pasó, hace 3 semanas.
—¿Otra vez con eso?
April se encontraba harta, trás que no deseaba hablar con ella, saca a relucir un tema que era mejor que se quedara en el limbo.
—Si, no quiero que pienses que yo me aprovecho o algo por el estilo.
—Ya debo irme, de verdad que no me interesa si tuviste intención de violarme o no, ya lo que hiciste lo hiciste y nada se puede cambiar.
—Mierda, por favor, Pigmeo, de verdad quiero que hablemos, no podemos seguir así.
—¿Así cómo? Mira yo no soy lesbiana, ni nada de eso, y nunca tendremos algo, así que no me salgas con que te gusto y ¿Qué otra cosa me dirás?
—Yo no me refiero a eso y sé que no lo eres. Lo que quiero explicarte es que: el alcohol y yo no nos llevamos bien, ¿vale? lamento mucho lo que pasó, pero es algo que no podemos ni puedo controlar. Siempre me ha pasado esto.
Alexia se había acercado un poco tomando una de las manos de la muchacha logrando que el corazón de April estuviera a mil por minuto.
—Está bien, mira en serio tengo que irme, tengo un compromiso.
—Por favor, aún tengo mucho que decir.
¿En verdad perdía algo quedándose? No en realidad, pero de todas maneras no quería hacerlo. Algo le decía que eso no quedaría plasmado de una buena forma.
—Ash, no, de verdad que no me importa lo que tengas que decir.
—Escucha, de verdad, no me gusta sentir que la gente me odia.
¿Debía creerle o no? Quizá nunca mintió, pero el defecto de April era que su confianza no la depositaba en cualquiera. No después de lo que había pasado con Ethan.
—¿Algo más que debas decir? Porque en serio que ya debo irme —preguntó April con la ceja derecha elevada y los brazos cruzados por encima de su pecho.
—No sé qué pasó la noche en la qué tomamos, pero lo que quiero decir es que lo siento.
«¿Cuánto más vas a hacer que se disculpe?» Habló su subconsciente. «¿Cuántas veces más vas a vivir en mi mente?» Pensó April.
—¿Y qué quieres? ¿Que te pique un pastel? Tengo mejores cosas que hacer, así que adiós —dijo con un tono de voz que se notaba irritada.
—¡Espera! Por favor seré breve.
April caminó lo más rápido posible pero en lugar de lograr escapar, fue atrapada por la mano de Alexia quien la devolvió al mismo lugar dónde estaba antes.
—¿A dónde vas? Te acompaño, no tengo ningún problema. Además se nota que estás perdida.
Alexia invadió sin escrúpulos el espacio ajeno y con una sonrisa comenzó a jugar con uno de los rizos ajenos.
O no sabía lo que ese simple gesto ocasionaba en el corazón de April, o le encantaba molestarla.
—No —murmuró con nerviosismo—sí sé por dónde tengo que ir de verdad y te agradecería mucho que me dejaras sola.
Alexia no terminaba de creerle así que en silencio la fue siguiendo. Notando cómo April se veía confundida con cada camino que tomaba y después de unos minutos procedió a sacar una brújula que por lo visto tampoco podía entender muy bien.
—¿Necesitas ayuda?
Las palabras repentinas hicieron que April pegara un salto del susto y por encima de su hombro miró a la culpable de que ahora su corazón estuviera a mil por hora y tuviera hipo.
—¡Que no! ¡¿No lo entiendes?! ¡¿Te lo explico con peras?! ¡Quiero estar sola! —exclamó mientras se acercaba. Según ella, de manera amenazante a donde estaba Alexia.
Y como si los astros se hubieran alineado, para estar en su contra. Tropezó con sus propios pies y la morena cayó encima de la pelinegra. Las dos se sonrojaron, pero las miradas eran distintas. Una de dudas, no entendía porqué April había hecho tal cosa. Y la otra bailando entre el enojo y la vergüenza.
«Estamos demasiado cerca, su respiración está a milímetros de mi cuello. Oh, Dios, su aliento huele delicioso como a menta con chocolate ¿Eso es fresa?» se cuestionó. «¿Por qué mis mejillas arden de momento? Ay no.»
«Mis manos ¿Qué les ocurre? No las puedo mover.» Analizó. «Otra vez frías y mi nuca está sudando.»
—Yo lo siento —murmuró April.
No recibió ningún tipo de respuesta, ni siquiera en monosílabos un “ok” hubiera bastado, pero por otro lado lo agradece, Alexia. Su voz, esa maldita voz. O con solo existir alteraba sus sentidos y era seguro que si ella no guardaba silencio, April lo resistiría y terminaría haciendo algo que no estaría de acuerdo con su cerebro.
La pelinegra hablaba de una forma muy seductora. Y eso enloquecía a April. Aunque parecía que eso lo hacía su sola existencia.
«Es preciosa, ¿a poco no?» su subconsciente seguía fastidiando, pero en eso si que le daba la razón. Aunque no lo admitiría. «¿Te puedes callar? Estoy tratando de ver cómo escaparme.»
Alexia que estaba abajo soportando el peso de April hacía un esfuerzo sobrehumano para no hacer algo de lo que se arrepentiría después.
—Escucha. Yo no quería que lo de aquella noche pasara, estuvo mal que hiciera tal cosa, pero fue culpa de la bebida.
—Eso ya me lo dijiste la última vez que conversamos ¿No recuerdas? Pero en serio; ya me he retrasado lo suficiente. —expresa, mientras retuerce sus manos una y otra vez. Un acto del que ni ella misma se da cuenta.
Tal vez su sensibilidad era poca, quizá no quería darse cuenta o estaba tan embrujada con los iris ajenos. Aún cerca de Alexia. Sentada, pero aún así bastante unidas.
—Sí sé que ya parezco un disco rayado, pero me gustaría que lo aclaremos, no me gusta que estemos así —confesó con tristeza en su mirada.
—Mira, de verdad que hoy no tengo tiempo para estar aguantandote así que dame espacio por favor que voy atrasada.
Al decir aquellas palabras en su cerebro encendió un bombillo y miró hacía abajo. Y ahí entre sus piernas se situaba la cintura de Alexia.
La pelinegra intentaba aguantar la risa. El rostro de April era un poema. Con sus manos torpes intentó levantarse. Fallando y cayendo una y otra vez en el abdomen ajeno. Sacando varias sonrisas.
—¿Terminaste de excitarme o aún te falta mucho? —dijo en modo de broma. Se podía palpar la alegría y diversión en su voz.
¿Cómo definir la cara de April? A los ojos de Alexia parecía el más bello prado el el anochecer. Sus manos se posaba a los lados de la cabeza de Alexia y la miraba con cierta duda.
Y luego de eso a la pelinegra le dio pesar y la ayudó a levantarse. April reprochó pero sabía que si no recibía esa ayuda no podría ponerse de pie. Quedó inmovil durante unos segundos viendo al horizonte.
Ambas se vieron a los ojos, Alexia sonrió , pero April no le devolvió el gesto.
Y sin decir nada más la morena se alejó poco a poco de dónde estaban y dejó atrás a la chica.
— ¡Hasta luego Pigmeo! —gritó Alexia con un tono de voz alegre.
Su nuevo pasatiempo. Hacía que un leve sonrojo se hiciera notar en las mejillas de April.
—¡Deja de decirme así! ¡Me llamo April! —Exclamó con enfado.
A April de cierta manera le gustaba que ese raro apodo saliera de aquellos carnosos labios, pero no lo diría. Prefería que eso siguiera siendo un secreto.
—¡Pronto caes! ¡Te quiero! —Alexia se rió y April la miró feo. Estaban bastante alejadas, pero aún se podían divisar la silueta, ya no la soportaba así que decidió irse—¡Adiós pigmeo nos vemos en otra oportunidad!
April hizo un pequeño gesto de berrinche con sus labios, a pesar de la distancia que las separaba a lo lejos y sacó el dedo corazón aunque sabía que la pelinegra no la vería haciendo ese gesto. Ya le estaba molestando que le dijera así.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top