5. Conociéndonos.
La semana pasa más rápido de lo que se espera en algunas ocasiones. Es jueves y estoy extrañamente feliz, no sé a qué se deberá este sentimiento pero supongo que la terapia de escribir y leer está dando resultados. Quizá la idea de poner todo en un papel de alguna forma me ayuda a ordenar ideas, y leerlo en voz alta me permite sacarlo de mi sistema.
—Estaba pensando que mañana podemos leer un poco antes, ya sabes, por lo de la fiesta y todo eso. Yo saldré con Paty a las seis para ir a la peluquería. Luego vendremos a vestirnos y Lucas, el novio de Paty, pasará por nosotras. Tú nos buscas, ¿verdad? —pregunta Taís cuando estamos por empezar nuestra rutina de lectura diaria.
—¡Claro!, pero también podemos dejarlo para el sábado. No hay problema con eso, Taís.
—Yo no quiero dejarlo. ¿Quieres almorzar conmigo mañana? Tengo una idea, búscame de la escuela y trae el cuaderno. Lo leemos en el almuerzo y luego me regresas a la escuela. —Eso me parece genial, como ella almuerza en la escuela y yo en la oficina, solo nos vemos en la noche. Pero antes era una rutina almorzar juntos aunque sea un día a la semana, no sé por qué lo dejamos.
—Quizá podamos recuperar esa rutina. —Propongo y ella asiente.
—Suena divertido. Ahora empieza ya que muero de ansiedad —afirma y me señala el cuaderno. Lo tomo en mis manos y lo abro.
A las cuatro estuve puntual en el parque en el cual habíamos quedado de vernos. Ella llegó cerca de las cuatro y veinte, ya cuando yo empezaba a deducir que no vendría.
—Pensé que te habías arrepentido de nuevo —afirmé, ella asintió e hizo una mueca con los labios.
—Casi...
—Bien, sentémonos por allá —dije guiándola hasta un lugar donde habían bancas y bastante sombra. Nos sentamos en una y nos quedamos un buen rato en silencio hasta que decidí hablar—. Mira, Caro, yo solo quiero ser tu amigo... No te voy a mentir, hay algo en ti que me llama mucho la atención, pero solo te pido que me des la oportunidad de conocerte y que me conozcas.
—¿Por qué quieres ser mi amigo? —cuestionó fijando su mirada en la mía, como si inspeccionara en busca de algo en el fondo de mis ojos.
—Porque me agrada tu forma de ser, eres diferente y me gusta la gente especial. Desde un principio has resultado una especie de crucigrama para mí y eso me resulta divertido. Es como jugar al sudoku o algo así —bromeé y ella sonrió—. Me gusta unir las piezas, intentar conocerte. Eres impredecible y, aunque eso también me molesta, me agrada en iguales proporciones.
—Yo... —Ella hizo silencio y miró al frente como si buscara las palabras exactas—. Soy una persona muy complicada, Rafael... No creo que querer descubrirme sea una buena idea.
—De nuevo, déjame decidir a mí, ¿no?
—Solo quiero ahorrarte posibles desencantos. —Ahí es cuando desoí esa advertencia, por el contrario sonreí con dulzura y busqué su mano tomándola entre las mías.
—Yo creo que eres una chica hermosa, por fuera y por dentro, y me gustaría mucho conocerte, poder ser tu amigo y que cuentes conmigo. En algún punto tengo la sensación de que eres un poco solitaria, y quiero que sepas que aunque no nos conozcamos demasiado aún, puedes confiar en mí. —Ella levantó la vista y me regaló esa sonrisa dulce, la que me agradaba. Era refrescante como una brisa suave, dulce como el sabor de las fresas con crema. Sus ojos verdes brillaron algo humedecidos, se veía emocionada y yo me sentí feliz. Quizá no era tan dura como se mostró desde un inicio, quizás era solo una máscara para resguardarse, quizá la habían lastimado y por eso era tan desconfiada o insegura. Tocaría descubrirlo, pero ella al parecer me estaba dando luz verde para que lo hiciera.
—Si un día te cansas... solo dímelo —añadió mirando nuestras manos unidas y yo sonreí.
—Uno no se cansa de las personas y nada más las bota, Carolina. Todos tenemos defectos y virtudes, se supone que aprendemos a conocernos, a valorar las virtudes y pasar por alto los pequeños defectos. De eso se tratan las relaciones de cualquier tipo.
—Yo tengo más defectos que virtudes. —Sentenció frunciendo el labio hacia un lado pensativa.
—Es curioso, cuando te conocí parecías tan segura de ti misma...
—Ya ves, en esta vida nada es lo que parece. —Se encogió de hombros y me soltó de la mano.
—¿Qué te parece si vamos por un helado y me cuentas de qué va a ir tu libro?
—¿De verdad lo quieres saber? ¿Te interesa? —preguntó con expresión incrédula volviendo a mirarme a los ojos.
—Me interesa todo lo que tenga que ver contigo. —Sonreí y le guiñé un ojo, necesitaba que regresara la Carolina fuerte y segura de sí misma. Ella asintió y caminamos hasta la heladería más cercana. Pedimos dos enormes copas de helado de chocolate con fresas y menta, y luego, nos sentamos a disfrutarlas.
—Bien, la historia será más o menos así. —Sus ojos verdes se encendieron de pasión, hablar de su libro era una buena idea. Me gustaba verla animada—. Habrá algún evento que destruirá la tierra, algo así como el tan esperado fin del mundo. Será un castigo de Dios para la humanidad corrupta. Se supone que en ese evento casi todos los seres humanos deberán morir y solo algunos quedarán con vida, aquellos que han sido los peores, los más malos y viles durante su vida.
»Estos sobrevivientes quedarán a merced de los demonios que serán liberados en la tierra por un buen tiempo con el propósito de atormentar a estas almas. Será como un infierno en la tierra y ellos no podrán escapar. Además no habrá agua, ni comida y la gente luchará por sobrevivir.
»Pero estará esta chica, cuyo don desde muy pequeña es poder visualizar a su ángel de la guarda y conversar con él. Entonces, cuando todo esté por suceder el ángel de esta chica la salvará, en contra de los designios de Dios e intentará esconderla para que los demonios no lleguen a ella. Los ángeles de Dios buscarán a este ángel por toda la tierra para llevarlo a juicio divino por desobedecer las órdenes de su superior. Y él intentará escapar, huir con esta chica y salvar sus almas. Pero entonces será atrapado por los demonios, y es ahí cuando la chica ofrecerá su propia alma a cambio de que los demonios liberen a su ángel, del cual a esas alturas ya estaba enamorada.
»Finalmente y luego de muchas deliberaciones, los demonios harán creer a la chica que tomarán su alma en vez de la del ángel, cosa que no será más que una trampa para obtener la de ambos. Y cuando estén a punto de ser asesinados y enviados al infierno para siempre, los arcángeles de Dios comenzarán una lucha para intentar salvarlos, ya que el amor de ellos ha sido tan fuerte que ha logrado conmover el corazón del Creador, quien pensaba que ya no quedaba amor sobre la tierra.
»Los demonios entonces serán vencidos por los seres de luz y el amor vencerá las tinieblas. A la chica y al ángel se les perdonará y se les concederá una nueva oportunidad. Entonces se casarán directamente en el cielo delante de Dios quien les bendecirá y les permitirá formar una nueva raza de humanos en cuyos corazones ya no habrá cabida para el mal.
»Y es básicamente eso...
—¿Eso lo sacaste de tu cabeza? —pregunté sorprendido ante aquel despliegue de imaginación.
—Sí —sonrió emocionada—. ¿Te gusta?
—Me encanta, creo que antes de que lo escribas ya me declaro tu fan número uno, Caro.
—Gracias... Es raro compartir con alguien mis ideas. La gente tiende a pensar que son tonterías, a mi familia no le gusta que yo escriba, dicen que eso no es una profesión digna para alguien como yo. —Admitió bajando la vista.
—Oye... nunca dejes que nadie opaque tus sueños, ¿sí? Eres buena con esto, no lo dejes, lucha por ellos. Un día tendrás ese libro entre tus manos. Estoy seguro.
—¿Cómo sabes que soy buena? —preguntó sonriendo—. No has leído ninguno de mis escritos.
—No importa, yo lo sé. Si algo te apasiona de la forma en que esto te apasiona, seguro es que eres buena en ello. Puedo ver tus ojos brillar de una manera especial cuando hablas de tu libro, de tus ideas, de tus sueños, y eso es bueno. Si le pones esa pasión al escribirlo, seguro lograrás trasmitir todo lo que desees.
—Me agradas, Rafael... Gracias por escucharme...
—Tú también me agradas, Caro... Y gracias por permitirme escucharte.
Cuando terminamos nuestros helados fuimos a caminar un poco y sin pensarlo la tomé de la mano. La cercanía entre nuestras manos ya era algo necesaria, algo que me agradaba y, aparentemente, a ella también. Paramos por una despensa para que comprara su ya acostumbrada botella de agua y seguimos la caminata.
—¿Por qué tomas tanta agua? —le pregunté mientras la veía acabarse de un sorbo aquel medio litro de líquido transparente.
—Supongo que es bueno para el organismo, ayuda a limpiarlo.
—Hmmm, sí... Supongo que es una bonita costumbre.
—Creo que la heredé de mi madre. Me hacía tomar agua desde pequeña, mucha agua. —Rio al recordarlo—. Decía que eso me ayudaría a ser delgada. Mi madre tenía obsesiones con la cuestión del peso, decía que de familia teníamos tendencia a la obesidad. —Se encogió de hombros.
—Tú eres delgada —comenté mirándola. Era bastante delgada en realidad.
—Algo... —Añadió y luego caminó alejándose un poco para arrojar la botella en un bote de basura.
—¿Qué hacen tus padres? —pregunté.
—Mi madre falleció hace cuatro años. Mi padre es dueño de una cadena de restaurantes.
—Lo siento, no sabía... —dije apenado ante la información que acababa de recibir.
—No te preocupes, no tenías por qué saberlo...
—¿Cómo la llevas? Debe ser difícil ser una chica y no tener a una mamá cerca.
—Tengoa mi tía, la madre de Alelí y Gael, es la prima hermana de mi madre. Ella esbuena y se preocupa por mí. Mi madre falleció de cáncer —explicó. No supe quémás decir, la melancolía se apoderó de sus ojos verdes y me dolía verla triste.La acerqué a mí y la abracé besándola en la frente. Ella no se movió, se quedóallí rodeada por mis brazos y unos minutos después, me rodeó también con lossuyos.
—Qué triste su vida, papo —suspira Taís bajando la vista probablemente recordando su propia historia.
—Lo sé, y es aún peor de lo que te imaginas. Pero que la vida no haya sido tan buena con nosotros no nos da derecho a culpar a los demás —añadí en medio de un suspiro.
—Cierto, pero cada quien lo vive de manera distinta. Aun así, hasta ahora me parece que ella fue cediendo mucho, al principio era fría y arisca, luego la fuiste gananado.
—Y así fue, o al menos eso creí.
Taís se levanta de su sitio y viene a abrazarme, supongo que es capaz de sentir la melancolía en la que me quedo sumido al acabar cada lectura, es como si al decirlo en voz alta pudiera cambiar algo, pero no es así, no puedo cambiar nada. Me besa en la frente y me susurra al oído que es hora de ir a la cama, yo asiento y ambos nos dirigimos a nuestras habitaciones. Me gustaría esta noche soñar con aquel ángel rubio de mirada verde.
La historia que Carolina quería escribir, la de los ángeles y los demonios, ya está escrita. Se llama Sueños de Cristal y no solo está terminada, sino que está publicada en físico. Pueden leer los primeros capítulos en mi perfil :)
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