18. Resignación.

(TAÍS)

El médico dijo que debía reposar y que en una semana podría empezar a realizar actividades leves pero siempre controlando el dolor. Pero a mí ya nada de eso me importa. He perdido la oportunidad de ingresar al ballet y me he estado esforzando muchísimo para ello.

Me quedo en cama todos estos días, con los pies arriba y con medicación. Puedo ver televisión, leer y dormir; todo lo que normalmente no hago mucho, pero eso no me hace feliz. Extraño bailar.

Lina me ha estado mensajeando todos estos días, ella está de viaje y cuando se enteró lo que me pasó me escribió para darme ánimos.

«Taís, por Dios... tu papá me contó lo de tu esguince... ¿Cómo estás, cariño?»

Ella sabe lo importante que era para mí esa audición. Ella es testigo de mi esfuerzo.

«Mal, estoy aquí reposando... pero ya no voy a poder audicionar.»

«Lo siento, cariño. Pero ya verás que luego habrá más audiciones. Debes reposar y recuperarte pronto para poder volver a bailar»

Hablamos todos los días, me cuenta sobre su viaje y lo que está haciendo por allá. También me dijo que papá y ella mensajean bastante, lo que me alegra.

Rodrigo ha venido a verme, habíamos quedado en encontrarnos para ir al cine al día siguiente de mi lesión y tuve que cancelarle, le dije que no sabía cuándo podríamos volver a vernos porque debía reposar. Me preguntó el motivo y se lo conté, entonces quiso saber si podría venir a visitarme. Le dije que se lo preguntaría a papo y por supuesto, él dijo que sí, así que viene todos los días a la tarde y se queda conmigo. Creo que es el único momento en el cual no me siento tan desanimada.

Nika me ha escrito también, se me había olvidado avisarle, pero como no llegué a clases se preocupó y me escribió. Dijo que vendría a verme esta tarde, y justo Rodri hoy no vendrá, así que la estoy esperando, supongo que en un rato llegará.

—¿Estarás bien? ¿Seguro? —Papo se acerca a la puerta y me observa con cariño.

—Sí, Nika no tarda en llegar y me hará compañía.

—¿Quieres que me quede hasta que llegue? ¿Así no te quedas solita? —pregunta inseguro.

—No... no hace falta, ve tranquilo. La abuela te estará esperando y sabes cómo se pone si llegan tarde a sus citas con el médico. —Insisto.

Papo me da un beso en la frente y entonces se va. La abuela tenía que ir al médico y como siempre él es el encargado de acompañarla. No pasan ni cinco minutos y suena el timbre del apartamento, me movilizo con lentitud tratando de no cargar peso sobre mi tobillo lastimado y voy a abrir la puerta, seguro es Nika que viene a hacerme compañía.

—¡Belleza! ¿No estás acostada? ¡Pensé que abriría tu padre! —exclama ingresando.

—Él tuvo que salir, iba a esperarte, pero le dije que se fuera porque mi abuela tenía que ir al médico y no quería que llegaran tarde por mi culpa. ¿Vamos a mi habitación?

Nika asiente y vamos a mi cuarto, me vuelvo a recostar levantando mi pie sobre el almohadón y ella se sienta en uno de los sillones que papo puso para leerme por las noches. Hace días que no me lee nada porque yo no estoy de muchos ánimos, pero quiero pedirle que continuemos ya que debo aceptar que su historia me distrae bastante.

—¿Cómo vas? —pregunta Nika mirando mi pie.

—Más o menos, se supone que ya debería dejar de doler pero la verdad es que el dolor no ha cedido para nada —explico encogiéndome de hombros.

—¿Y cuándo vas de nuevo al doctor? —cuestiona interesada.

—Supongo que en un par de días. Me dijo que si mejoraba podría empezar de a poco de nuevo, pero la verdad es que no lo creo. No sé por qué pero siento que no ha mejorado mucho. No es la primera vez que me pasa, pero nunca me ha dolido así —admito con temor.

—Me da pena por tu audición, sé lo mucho que estabas entusiasmada con eso... pero verás que todo saldrá bien y que habrán nuevas oportunidades. —Me anima.

—Todos dicen eso, pero no es tan fácil —suspiro cansinamente.

—Lo sé, cariño. Lo sé... Nada es fácil en la vida y muchas veces simplemente hay que cambiar los planes. Eso no quiere decir que no vayas a llegar al mismo objetivo, solo que a veces, la vida nos obliga a tomar el camino más largo. No te desanimes, todo saldrá bien, ya lo verás —insiste.

—Tú eres una persona muy positiva, Nika, la verdad es que admiro mucho eso de ti —digo mirándola a los ojos. Realmente es una mujer bella, pareciera una modelo. No sé qué edad ha de tener porque es de esas personas que no parecen tener una edad, el tiempo no pasa por ellas. Aun así su belleza parece natural, nada de cirugías ni estiramientos de piel. Su cabello está teñido, en platinado y le queda perfecto, increíble. Le resalta los ojos, que hoy los tiene grises, por lo tanto parecen estar a juego. A Nika le encantan los lentes de contactos.

—No creas que siempre fui así. ¿Sabes? Es como tirarse a una piscina o que alguien te tire a una. ¿Te ha pasado alguna vez verdad? —Cuestiona con esa sonrisa perfecta que genera tanta paz.

—Sí... —Respondo sin entender su punto y esperando que me lo explique.

—A veces, cuando te arrojas, vas hasta el fondo de la piscina y para volver a subir debes impulsarte empujándote desde el suelo y, entonces, sales con fuerza. ¿Lo entiendes? A veces se necesita tocar fondo para darse cuenta de que la vida es mucho más de lo que uno la estaba viviendo. No siempre fui así... —Por un momento parece perderse en sus recuerdos.

—Me cuesta imaginarte de otra forma —sonrío y ella toma mi mano en la suya.

—La vida nunca es sencilla, cariño. Para algunos es más difícil que para otros, pero mientras estés viva, siempre habrá esperanzas. Ahora debes olvidar esta frustración que sientes y debes poner la vista en un nuevo sueño, quizás otra audición o alguna otra cosa que te haga feliz. No te quedes atascada en lo que no lograste, solo busca una nueva meta tras la cual ir —dice con ternura.

—Gracias por tus palabras y por estar aquí conmigo —añado.

—Dicen que cuando una chica está un poco deprimida, hace muy bien ir a la peluquería. Tú tienes mucha suerte, la peluquería ha venido a ti —bromea y yo sonrío—. Vamos a arreglarte esas greñas, a depilarte y a dejarte bonita, ¿quieres?

Asiento y entonces ella abre el enorme maletín que había traído consigo y empieza a peinarme, pintarme las uñas, sacarme las cejas y demás.

—¿Siempre quisiste hacer esto? ¿Ser estilista? —pregunto.

—No —sonríe y suspira, se queda un buen rato en silencio—. Cuando tenía tu edad tenía otros sueños, otras metas muy distintas... Pero entonces elegí caminos equivocados y me perdí. Me perdí tanto que me alejé de todo lo que había querido, lo que había soñado. Y cuando me encontré, ya estaba demasiado lejos de todo eso. Sin embargo, la vida me daba otras oportunidades, nuevos caminos, nuevas puertas... Decidí tomarlas... y aquí estoy.

—Pero te gusta lo que haces, ¿no? —pregunto y ella asiente.

—Me gusta, sí. Pero aún tengo algunos sueños atascados que quiero cumplir, aunque solo sea por complacerme a mí misma —responde.

—Tú me llenas de ganas. Siempre tienes palabras que me ayudan a levantar el ánimo. Gracias, Nika, no sabes lo mucho que te quiero.

—Yo también, cariño. Te quiero mucho y deseo lo mejor para ti. Me gustaría que no tuvieras que tomar el camino largo —añade y me besa en la mejilla.

Toda esa tarde conversamos sin salir de mi habitación. Cuando se hace de noche, Nika pide pizzas y las comemos juntas. Guardamos unos pedazos para papo y después de un rato, ella se despide. Casi media hora después llega papo cansado y hambriento, mi abuela le ha sacado todas las energías.

—Estaba preocupado por ti, no sabía si tendrías hambre y no hay nada para comer. Había muchísima gente en el doctor. —Se disculpa al llegar.

—La pasé bien, vino Nika y me hizo las manos, me peinó, me maquilló. Pasamos una bonita tarde de chicas, además hablamos mucho y hablar con ella siempre es revitalizante —sonrío.

—Quería llegar temprano para conocer a la famosa Nika, pero no se pudo. —Estaba recostado en el umbral de mi puerta con sus brazos en los bolsillos de su pantalón y su hermosa sonrisa. ¡Qué guapo es mi tío! No entiendo cómo sigue solo.

—Te dejamos pizza, ella la guardó en el microondas, solo tienes que calentarla.

—Gracias por pensar en mí —sonríe y va para la cocina.

Esta noche no leemos nada, decidimos ver una película juntos y así pasar el rato. Cuando termina él va a dormir y yo me quedo mensajeando con Lina y con Rodri.

«Te extraño, quiero darte un abrazo. ¿Estás bien?». —Dice Lina en uno de sus mensajes.

«Sí, ha sido un buen día, a pesar de todo... ¿Tú cómo estás?».

Ella me responde escribiéndome sobre cómo ha ido con el trabajo y me cuenta que se ha estado sintiendo un poco débil, pero que ha estado comiendo bien. Le pido que se cuide y que no deje de alimentarse. Ella promete hacerlo y nos despedimos.

«Un día sin verte es como una eternidad para mí». —Dice el mensaje de Rodri y adjunta corazones.

«Lo mismo digo, pero ¿vienes mañana?». —Pregunto ansiosa, quiero verlo.

«Por supuesto que iré, te llevaré una rica merienda. Ahora tengo que dormir, mañana debo madrugar. Te amo, Taís»

Me despido de la misma forma y una sonrisa se pinta en mi rostro. Hace dos días me dijo por primera vez que me ama, acá en mi habitación mientras trataba de subirme el ánimo. Y con esas palabras bien que lo hizo. Yo también lo amo, cada día más.

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