12. Novios.

La veo entrar con una sonrisa pintada en los labios, sus oijitos grises brillan con la emoción característica de quien está enamorado. Me siento feliz por ella.

—Entonces todo te fue bien con el chico —digo mientras termino de cenar y ella asiente con vehemencia. Su sonrisa bobalicona se agranda aún más y yo no puedo evitar sonreír.

—Me besó... recién... antes de irse —murmura y yo sonrío.

—¿No es un poco rápido? —pregunto y ella se encoge de hombros.

—No seas aguafiestas, papo. Son otros tiempos, otras épocas. Mis amigas se acuestan con chicos que conocen en esa misma noche —dice sentándose conmigo a la mesa.

—Sí, pero ya hablamos de eso. Que todos los demás hagan algo no quiere decir que sea lo correcto —añado levantándome de la mesa y yendo a lavar mi plato. No puedo creer que esté diciendo estas cosas, sueno como mi padre.

—Ya lo sé, pero no me estoy acostando con él. No exageres, fue solo un beso, un tierno y delicioso beso —dice soñadora y yo sonrío.

—Tú puedes hacer lo que desees, yo confío en ti y hemos hablado de todo lo que yo consideraba que necesitabas saber. Solo te pido que seas responsable y que te cuides, no quiero que arruines tu vida, tus sueños... tu carrera.

—¡Papo! Fue solo un beso —exclama un tanto hastiada entonces me giro y la observo. Sonrío.

—¿Estoy actuando como un padre maniático y celoso? —pregunto y ella asiente.

—Un poco, pero me gusta que me cuides. Igual no soy tonta, no voy a hacer nada irresponsable. No te voy a defraudar.

—No, tú jamás me defraudarías, pase lo que pase yo estaré siempre a tu lado. Solo quiero lo mejor para ti y que seas feliz. Si ese chico, Rodrigo, te hace sonreír como tonta, pues yo me alegro mucho —digo y entonces ella camina hacia mí dándome un golpe en el hombro.

—¡No sonrío como tonta! —exclama y entonces la observo a los ojos.

—¿Te has mirado al espejo? —Ella vuelve a darme un golpe y luego saca un vaso de la alacena y va al refrigerador para servirse algo de tomar.

—Mi clase de maquillaje hoy fue fantástica. Hablé mucho con Nika, le conté lo que me pasa con Rodri y ella me dijo que disfrutara al máximo de esta etapa porque era la mejor de la vida, me dijo que siempre fuera sincera conmigo misma y con él y que no tenga miedo de amar. —Me cuenta.

—¡Wow! Entonces tu maestra de maquillaje es la que te está incitando a andar besándote con un chico que acabas de conocer por los pasillos del edificio —bromeo y ella solo niega con la cabeza y sonríe.

—Sé que puedo hablar de todo contigo, papo, pero me gusta tener a una mujer a quien poder contarle lo que siento. Me contó de un chico del cual se enamoró y a quien quiso mucho cuando tenía más o menos mi edad. Fue muy lindo compartir con ella eso, creo que nos estamos haciendo muy unidas —añade y yo asiento. Me agrada que Taís se rodee de gente positiva.

—Me alegra que tengas esa figura femenina en tu vida.

—¡Ah!, y, papo, me llamó Lina, dijo que quizá podían salir este sábado. Creo que está emocionada por conocerte... Me pidió tu número y se lo di —dice y yo niego.

—Taís... —Enarco las cejas y ella solo se encoje de hombros.

—Está pasando por un mal momento, creo que está teniendo algunos problemas de salud. ¿Sabes? Ella me contó que cuando era más joven tuvo algunos problemas alimenticios. Al parecer eso le dejó algunas consecuencias, no sé bien cuales, pero creo que tiene anemia y cosas así. Está un poco decaída, quizá si salen la ayudas a animarse. Vamos, es solo una vez, como amigos... nada más —insiste.

—No necesito otra persona a la cual salvar, Taís —digo un poco cansado, ella baja la vista y sé que es importante para ella—. Veré que puedo hacer... ¿Leemos un poco?

Cuando finalmente nos separamos por segunda vez, su mirada era distinta, el brillo en sus ojos se había intensificado y la suavidad de su mirada me derretía por completo.

—No sé qué decir —habló con tono inocente y una media sonrisa. La ternura de sus gestos contrarrestaba por completo con la intensidad de la pasión que nos envolvió segundos antes.

—Dime que seguiremos haciendo eso, por favor. —Prácticamente rogué y ella se echó a reír.

—Me gustas, Rafael, creo que puedo seguir haciendo el sacrificio. —Dicho aquello se levantó y caminó unos cuantos pasos entre las gradas de aquel sitio, se volteó a mirarme y, recién allí reaccioné levantándome y caminando veloz para alcanzarla.

—No pareció demasiado sacrificio, además que fuiste tú quien me incitó, debo decir que se te veía muy entusiasmada. Debes admitir que soy bueno besando —bromeé cuando la alcancé.

—Te daré ese punto, nunca nadie me besó de esa forma —dijo regalándome su sonrisa dulce, aquella que yo amaba. Observé sus labios rosados, su dentadura blanca y perfecta, sus facciones hermosas, su cabello rubio ondeando al viento y me perdí en su belleza, en la luz que irradiaba, en su mirada verde que parecía limpia y feliz.

—Eres muy bella, es probable que lo sepas, pero no me cansaría de recordártelo cada día dije acercándome más.

—¿De veras lo crees? —preguntó insegura. Habíamos dejado de caminar y nos mirábamos a los ojos, frente a frente.

—¿No hay espejos en tu casa? —bromeé.

—Los espejos... tienden a mentirme... —mencionó avergonzada y bajando la cabeza. Levanté su barbilla con suavidad para que me observara. Cuando levantó la vista acaricié su rostro con ternura, delineé sus cejas, su mejilla, su nariz y sus labios.

—Eres perfecta, Caro. Olvida los espejos, enfócate en mis ojos, déjame recordártelo a diario y créeme: eres la chica más hermosa que he visto susurro.

No dijo nada, solo cerró los ojos y emitió un tenue suspiro. La tomé de la mano y caminamos en silencio. No sabía a dónde íbamos, ni qué día era, ni qué hora. Yo no la quería soltar, y la única certeza que tenía era que no me quería separar de ella nunca más.

Recordé entonces aquella conversación que tuvimos acerca de mi situación con Laura y como Carolina me dejó muy claro que no estaba de acuerdo con esa clase de historias. No quería presionarla, pero tampoco quería que pensara que era solo un juego para mí.

Así íbamos, los dos en silencio, ambos perdidos en nuestros pensamientos, tomados de las manos, caminando sin rumbo. Llegamos entonces a un sitio, era una pequeña casita. Carolina sacó una llave de su bolsa y abrió el portón principal. Yo fruncí el ceño sin entender a dónde íbamos. Ingresé tras ella y entonces abrió la puerta.

Adentro se veía acogedor, no era grande, una pequeña sala de estar, cocinita y al parecer dos habitaciones con un baño en medio. Todo amueblado.

—Es nuestro refugio, mío y de mis primos —explicó—. Se supone que mi tía se lo compró a Gael porque él quería independizarse, pero no aguantó vivir sin servicio doméstico y volvió a su casa. Lo usamos de vez en cuando para escaparnos del mundo. Yo... quiero que usemos este lugar para encontrarnos, no me gustaría que fueras a mi casa. Mi padre... él no me deja salir con chicos dijo con vergüenza.

—¿No te deja? ¿A nuestra edad? —pregunté sorprendido, después de todo ya íbamos a la universidad.

—Sí, bueno... él quiere que termine la carrera antes de... ya sabes, enamorarme y esas cosas. —Se encogió de hombros.

La noté algo incómoda, pero entonces me acerqué un poco más y coloqué mis manos en su cintura. Ella sonrió y buscó mi mirada.

—Quiero que te sientas bien a mi lado, dijiste que no eras de las chicas que les gustaba... pasar el rato o... ¿cómo sea?... y yo quiero... Hmmm... Lo que quiero decir es... —No sabía cómo decirlo y eso me ponía nervioso, ella empezó a sonreír y parándose de puntillas besó fugazmente mis labios.

—Sí, quiero ser tu novia, Rafa. Pero despídete de Laura y de cualquiera de esas con quienes tienes esos «arreglos» porque yo soy egoísta y no me gusta compartir. —Eso fue suficiente, la abracé y nos volvimos a besar.

Sus labios suaves lo eran todo, eran como el manjar más delicioso y ya en aquel momento supe que no me cansaría nunca de ellos.

Nos quedamos allí, sentados en ese sofá por horas. Besándonos y hablando. Me contó de su padre y de que casi no lo veía, trabajaba mucho y cuando se veían lo único que le preguntaba era sobre sus estudios, nunca sobre su persona. Me contó de su tía, a quien le tenía un cariño muy especial, pero a quien consideraba bastante «permisiva», y me contó de sus primos. Alelí era esa hermana que nunca tuvo y con quien podía hablar de cualquier cosa y Gael era su adoración, su guardián, su salvación.

Algo dentro de mí se removía cada vez que hablaba de él, no me agradaba la devoción que le profesaba y el chico no terminaba de caerme bien. Aun así no dije nada, no iba a estropear ese día tan perfecto.

Volvimos a hablar de sus reuniones con la psicóloga y le pedí por favor que fuera.

—Yo no pido mucho, Caro. Pero hay algo que necesitamos tener en claro si vamos a intentar esto. No soporto la mentira, debes ser sincera conmigo, siempre. Yo no te voy a juzgar, te acompañaré en el proceso para que tú puedas salir de todo eso de la bulimia y demás, estaré allí a tu lado, pero no me mientas, aun cuando tengas recaídas, aun cuando se vuelva difícil, solo... no me mientas. ¿Crees que puedas con eso? pregunté y ella suspiró.

—Para serte sincera soy una persona mentirosa. He aprendido a serlo desde pequeña, si no miento, no sobrevivo en mi familia. Pero estoy cansada de eso, Rafael. He mentido tanto que ni siquiera sé ya quién soy. Necesito ser yo misma, encontrarme en mi verdad, aunque no me guste lo que vea. Confío en ti porque me has demostrado que puedo hacerlo. Eres la única persona en quien puedo confiar así, sabes mucho más de mí que gente que me conoce desde hace años... De alguna forma has pasado por encima de todas esas barreras que me pongo incluso a mí misma... Así que... de verdad quiero intentarlo, contigo dice con una sonrisa dulce.

Aquello me puso muy feliz, sentía que ella estaba siendo sincera por primera vez, incluso para con ella misma. Eso me hacía sentir especial y, de alguna u otra forma pensé que la estaba ayudando.

Luego de nuestra tarde la acompañé a casa y después de darme un beso fugaz para que nadie nos viera, nos despedimos. Aquel día volví a mi casa feliz, sintiéndome pleno, importante, con la necesidad imperiosa de verla de nuevo, y experimentando todo tipo de nuevas sensaciones, que probablemente tenían que ver con estar enamorado.

En casa ese día no me esperaba un panorama muy alentador. Papá estaba nervioso y daba vueltas y vueltas en la sala principal.

—¿Dónde estabas? —preguntó al verme llegar.

—En casa de una compañera estudiando mentí.

—Te llamé al celular y no atendiste —regañó. La verdad era que ni me había fijado en el aparato y probablemente estaba en silencio desde las clases de la mañana en la universidad.

—¿Qué sucede? —pregunté al ver su estado de alerta.

—Alejandra... tuvo una recaída y no está nada bien. Lorenzo y tu madre la llevaron a la clínica y necesito ir por si precisen algo. Debes quedarte con Taís, está dormida en nuestra cama.

—¿Ale está bien? —pregunté asustado.

—No lo sé. Se la veía mal. Parece que anoche discutió con Lorenzo y hoy desapareció todo el día. Cuando llegó a su casa, se desvaneció dijo papá mientras se ponía una chaqueta para salir.

—¡Dios! —Negué suspirando. Alejandra llevaba limpia desde el nacimiento de Taís, todos pensábamos que lo había superado al fin. No podía creer que toda esa pesadilla fuera a iniciar de nuevo.

—¿Te quedas? —preguntó papá ya en la puerta.

—Me quedo, avísame cualquier cosa dije con un suspiro.

Una vez que se fue, caminé hasta la habitación de mis padres para observar a mi pequeña sobrina dormir pacífica y ajena a los problemas de sus padres. Suspiré, ella era tan hermosa y dulce, no se merecía que mi hermana la hiciera pasar por eso también a ella.

—Cuando pienso en ella, la recuerdo sonriente, sana... abrazándome y jugando conmigo —dice Taís ante la mención de su madre—. ¿Por qué no fui suficiente para ella, papo? —Las lágrimas comienzan a caer.

—No eras tú, Taís, era ella. No podía ver nada más que su adicción. Las drogas te destruyen, te cambian... Tú no tienes la culpa... —respondo pero sé que mis palabras nunca sanarán su dolor.

—Yo la quería tanto... —añade con melancolía y su tristeza rompe mi corazón.

—Lo sé... y de alguna manera ella también a ti. Fuiste por lo único que quiso cambiar, se alejó por más de tres años de todo aquello, solo por ti —dije para que recordarle que Alejandra lo había intentado.

—Pero volvió... no fui suficiente —solloza y yo suspiro, lo que Taís siente por su madre es de esa clase de heridas que no cierran jamás.

—Fue su culpa, no tuya. No cargues con culpas que no te corresponden, la vida se hace muy pesada así —añado y niego, me gustaría poder ahorrarle este sufrimiento.

—Me gustaría verla y hacerle tantas preguntas... —Se encoge de hombros.

—Quizás un día encuentres las respuestas que buscas. Ahora mejor ve a descansar y recuerda el beso de tu chico, me gusta verte sonreí, te prefiero así. —Ella asiente y sonríe de nuevo.

—Le voy a escribir antes de dormir. —Asiento y la veo marcharse hacia su habitación. Cuando está en la puerta se voltea—. Ahh... y puede que Lina te escriba.

Dice eso y se va, sabiendo que aquello me molesta. Solo niego con la cabeza, Taís no va a parar hasta que yo salga con alguien.

¿Qué tal? ¿Cómo están? ¡Llegamos a los 5K de leídos! Jooo nunca fue tan rápido jajaja

La verdad es que estoy disfrutando mucho de escribir esta historia que es como una especie de dos libros en uno. Espero la estén disfrutando también. Sé que todavía no se enteran de mucho, pero ya lo irán descubriendo de a poco. Aquí al menos ya sabemos de donde salió Taís.

¿Ustedes saben que para los que escribimos los comentarios son la mejor retroalimentación para ver si lo estamos haciendo bien y si ustedes lo están disfrutando? No sean malitos y comenten. 

A los que me piden que actualice más seguido... chicos hago lo que puedo, creo que soy una de las poquísimas escritoras que actualiza a diario... ¡De verdad!, pero no puedo ir más rápido que eso porque además ando editando otras historias. ¿Si?  Además si lo hago la historia se nos iría en una semana y así que chiste... 

Bueno, gracias por el apoyo y por estar ahí y a todas las "Carolina" que me mandan mensajes diciendo que se llaman así, pues me alegro que se sientan identificadas con el nombre o algunos rasgos de la protagonista... aunque sé que muchos la odian. Nada pasa porque sí... ya la iremos entendiendo a ella también... aunque quizás no en este libro jajaja. Ya saben que esto será una trilogía.

Estaré de viaje el fin de semana pero si desde donde estoy tengo internet no duden que tendrán su capítulo mañana. 

¿Ya se unieron a mi grupo de lectores en Facebook? Se llama Historias de Lunna

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