El viento se cuela por la ventana, frío e implacable, pero no cierro. No puedo. Porque cada corriente que pasa por la habitación me recuerda a él, a sus susurros cuando el mundo se detenía y solo quedábamos nosotros dos, abrazados bajo la misma manta raída que aún está doblada en el sofá. La misma que nunca más se usará.

Tom solía decir que el silencio era el espacio donde nacían las palabras importantes. Que en el ruido constante de la vida, no siempre podías escuchar lo que tu corazón realmente quería decir. Y aquí estoy, en el silencio más absoluto, pero mis palabras no nacen. Se ahogan.

Me levanto del sillón y camino hacia la cocina. Todo sigue igual, intacto, como si él fuera a aparecer en cualquier momento y hacerme reír con alguna broma tonta. Su taza favorita sigue en el fregadero, con la marca del último café que tomó antes de... antes de que el mundo se volviera más oscuro.

—Te dije que te cuidaras, Tom... —mi voz suena rota, y me sorprende lo mucho que ha cambiado. Más grave, más vacía. Como si también me estuviera rompiendo por dentro.

El trabajo. Siempre el trabajo. Era su vida, lo sé, pero no puedo evitar pensar que, si hubiese escuchado mis súplicas, si hubiera dejado de jugar al héroe por un momento, él seguiría aquí. Conmigo. Discutiendo por cosas pequeñas, como si la vida nos diera el lujo de desperdiciar el tiempo en trivialidades.

Camino hasta nuestra habitación, esa que ahora solo es mía, y me dejo caer en la cama. Su aroma aún persiste, como un recuerdo cruel que se niega a desvanecerse. Cierro los ojos y, por un momento, puedo sentir su presencia. Su mano cálida entrelazando la mía, sus labios presionando mi frente en ese gesto protector que siempre me hacía sentir a salvo.

—Te extraño tanto...

Las lágrimas llegan sin aviso, como una tormenta que llevaba días gestándose en el horizonte. No intento detenerlas. Me dejo llevar, porque si algo aprendí de Tom, es que las emociones no deben esconderse. Que llorar no te hace débil, sino humano.

—¿Sabes? —susurro al vacío—. Me quedé con tu manta, con tu taza, con tus libros. Me quedé con todo, menos con lo que realmente quería: tú.

El silencio responde, como siempre lo hace. Pero esta vez, no me siento tan solo. Porque sé que, en algún rincón del universo, Tom me está escuchando. Y aunque ya no pueda responderme, el amor que compartimos sigue vivo. Es lo único que el tiempo, ni siquiera la muerte, puede quitarme.

—Debí haber apreciado tu sonrisa, tus ojos que en ese momento me miraron cpn amor...—

Te amo...

⭐️—-dude, Re corto era, ya les di coito ahora quería hacer algo sad aunque no tan sad para llorar. Asi algo nostalgico jsjs.

Espero les haya gustado muak.