Capítulo final
—No soy ignorante, Scourge, ¡solo debías decírmelo! Todas esas cosas, te has estado juntando con ellas, ¿una pijamada? Ni siquiera puedes dormir de noche. Miras las colas de Miles, le diste una estúpida corona, ¡lo besaste en el pasillo!
—Él me besó —interrumpió aturdido por la voz temblorosa de Fox, ella tenía los ojos brillando y una sonrisa no tan sincera. Ella bufó por no creerle. Se encontraban en el mismo balcón donde Miles quería dejarse caer por tener las esposas y para molestarlo.
—Sabes lo que piensa cada mujer, te adelantas a lo que quiero decirte, ¡solo queda eso! Todo este comportamiento que has adoptado, ¿creíste que no me iba a dar cuenta?
Scourge tragó con dificultad. Nadie más que Alicia debía saber que podía leer las mentes, si todos lo descubrían, nadie querría hablar si quiera con él, todo su secreto dejaría de ser un secreto y lo tomarían por loco y peor de lo que ya era.
—No sé qué decirte —confesó, se preparó para dar una explicación sobre la posible causa, lo único que se le ocurre es el golpe que le dio el árbol al caer sobre él. Fiona inhaló antes de dar su conclusión.
—¡Eres gay! No me di cuenta antes, pero eres gay.
Scourge suspiró aliviado, su cuerpo volvió a funcionar y su mente dejó de ser una imagen en blanco.
—¿Sí? Sí —trató de sonar convincente, seguro de sí mismo, pero no quería enfocarse en Fox porque o podría explotar una carcajada o se vería su mentira—. Sí.
—Bien, entonces sé feliz con Miles.
—¿En serio?
—Eso querías, ¿no es así? Que saliera de tu camino como él siempre quiso para que fueran rey y reina. Yo no tengo que lidiar con estos problemas, porque ahora será tu conflicto, pero quizá estás bastante tarde: alguien ya tomó una decisión y no permanecerá aquí por mucho tiempo.
Fiona sonrió y lo dejó solo en medio del pasillo, palmeó su hombro como si deseara alentarlo a algo y se alejó. Nada más.
Caminó de regreso a una habitación libre solo por si Fox se había dirigido a la de ambos, no volvió al patio, estaba seguro de que podría seguir viendo a Miles mañana todavía con la corona puesta y sintiéndose más importante que antes.
Tomó la manija y, al girarla, alguien más lo hizo por dentro. La soltó al instante.
Miles empujó la puerta con tanta fuerza que lo golpeó. No lo notó hasta que lo vio en el suelo y, en su pánico por no arruinar nada, se iba a volver a meter en el cuarto, pero se contuvo y respiró hondo.
—¿Qué hacías dentro? —preguntó Scourge incorporándose.
—Es la única habitación con un espejo de cuerpo entero. Nada, cosas de personas no ordinarias.
Miles se dirigió al final del pasaje y, para no aburrirse en medio de la penumbra, decidió acompañarlo. El vulpino lo miró de reojo y no mencionó alguna palabra, aunque parecía que quería hacerlo.
—Te fuiste rápido.
—No me vi bien en ese vidrio roto de la ventana, lo recordé después de acercarme a una de esas esferas que cuelgan en el árbol. ¿Por qué me la diste? —señaló al objeto en su cabeza.
—Miles, nunca he celebrado Navidad y mi intención es seguir así, lo que no se iba a dar a entender si te lo entregaba mañana —explicó al asomarse por la barandilla de cemento.
—¿En vísperas? —Se extrañó el menor.
—¿De...?
—Navidad —completó con una sonrisa—. Fue diferente a como sueles portarte conmigo. —La piedra brilló un poco más con la luz de la Luna. El zorro no pudo verlo, para el erizo, fue una agradable vista—. Fin de año inusual.
—No te acostumbres.
—Dime sí... Estaba tan fuera de mí que olvidé agradecerte de mejor forma, pero no tengo con qué devolverte esto.
—No importa.
—Mmm. Estás sorprendiendo. Cream me preguntó si ya le podías devolver su muñeca...
—Dónde estará esa tontería, no la vi ni en polvo.
—Pero, como sabía que no te tomarías el tiempo de buscar, yo lo hice y ya está con ella, solo te decía —continuó—. También hablé con Alicia unos minutos.
—¿Y qué de interesante tiene eso? —cuestionó por continuar la conversación. Prower se enderezó un poco y miró el lugar oscuro debajo de ellos.
—Mis padres nunca irían a buscarme porque salir de ese lugar es como un pecado capital para ellos, no sé si habrá cambiado en estos años, pero eran muy estrictos con no dejar que nadie se fuera a menos que sea un foráneo, tenían de creencia que, cuando alguien se va, nunca vuelve.
—¿Tan traumados eran? —Tomó una piedra y la arrojó hasta que se perdió en la distancia.
—Al menos nunca hubo parricidio.
—Yo le hice un bien al mundo, ¿qué hacía tu "pueblito" perdido hasta desaparecer por completo?
—Nadie se pregunta eso, supongo que es miedo. —Miles saltó para pararse sobre la baranda y se giró para el interior de la fortaleza. Scourge se había inclinado en su dirección por si debía atraparlo, instinto, mas vio las dos colas del zorro y supuso que no haría falta.
—¿De qué?
—De tener los problemas que aquí tienen, aspiran a una utopía. —Tomó asiento con cuidado y medió unos segundos para sacar otro tema a tratar—. ¿Quieres que te ayude en algo? —Sacudió sus colas suavemente y las dejó en su regazo.
—¿Cómo qué?
Miles se encogió de hombros y asintió para despedirse, primero retrocedió sin dejar de mirarlo, después se dio la vuelta antes de que llegara un punto en el que se cayera por no ser cauteloso. Scourge lo observó desde la corona hasta los botines, evocando si hace años hubiera pensado lo mismo que ahora respecto a él, si eso lo habría incitado a no violentarlo, si habría cambiado o adelantado un resultado. No habría emoción en ser semejantes a Sonic y Tails, pero así tampoco lo recriminarían por consecuencias no previstas.
—Miles. —Creyó llamar, el vulpino no detuvo su andar y, por el contrario, aceleró su paso. Scourge no le indicaría que regresara por toda esa distancia, así que fue tras él antes de que no pudiera verlo.
—No me perderé —musitó cuando tuvo al erizo a su lado.
—No creo que dejes que ocurra otra vez.
Persistió un silencio con ocasionales resoplidos y un casi tropiezo de Miles, quien se encontraba reflexionando sobre lo que debía hacer el día siguiente, cuál sería su horario o si debía compartirlo antes de que el erizo, por alguna razón, se enterara de otra forma.
La duda para el mayor fue qué debía enterarse.
—Scourge —comenzó con valor que se extinguió al momento. Agitó su mano para que lo ignorara, pero el otro la empleó para arrinconarlo contra la pared a pasos de llegar a su destino. Miles posicionó sus manos en él para mantener su distancia, fue más un acto involuntario para evitar que lo aplastara si no se interponía—. No puedes evitarlo, ¿verdad? —Sonrió.
—Tú no paras de incitarlo. —Era verdad, tantas cosas que imaginaba el menor y todavía podía reprimirse, fue una maravilla dolorosa.
—No sé cómo. —Miles se meció disimuladamente hasta rozar con la pierna que se encontraba entre las suyas para que no escapara. Dejó escapar un jadeo y esperó alguna reacción, más de molestia que de recepción, pero Scourge estaba complacido con eso.
—Te diviertes con todo —arrastró las palabras en voz baja, el menor tembló un poco por la vibración que llegó a él y se dejó caer más para tener contacto, no era lo mismo cuando se frotaba a sí mismo—. ¿Tu consolador es lo suficientemente grande?
—Scourge... —Miles bajó sus orejas y descendió sus manos en el cuerpo del otro—. Es pequeño, muy pequeño.
—Porque yo podría romperte, ¿quieres eso? —susurró.
—Sí. —Negó con la cabeza ante la contradicción en su mente.
El erizo pasó la mano por la espalda de Miles y la empleó para separarlo de la pared, aproximó al zorro hacia él mientras iba bajando más hasta que tuvo las colas esponjosas en un puñado. El menor resopló el aire contenido y se apegó al ojiazul para sentir su calor, se dedicó a inhalar con pequeños ruidos mientras se aferraba a los brazos del otro.
—Te vas a derretir —advirtió con una risa el más alto. Su dedo índice tocó el límite al que el vulpino quería llegar esa noche, lo alejó sutilmente con una de sus colas y se separó, respirando con dificultad como si hubiera ocurrido algo por lo que era necesario hacerlo.
—Todavía no —explicó—. Deja que asimile esto por un rato. —Inhaló y exhalo con tranquilidad hasta apoyar una mano en el hombro del mayor, por si acaso.
—¿Ya pasó tu rato? —Se acercó sin importar el débil empuje divertido del pequeño con la piedra zafiro en la cabeza—. ¿O irás a prepararte con tu vibrador?
—Me pone húmedo para bien —declaró con ligera pena—. ¿Por qué? ¿Quieres ayudar con eso?
—No necesitas el consolador en ese caso.
—Baja un poco tus hormonas, y no quiero que leas mi mente siempre que puedes. —Miles lo miró fijamente mientras lo decía.
—¿Qué?
—Te dije que no la leyeras —repitió con burla. Scourge retrocedió dos pasos y casi de inmediato avanzó uno para acorralar al menor y ya no con la misma intención de antes—. Si era obvio, reaccionabas a todo lo que yo pensaba, por eso imaginaba cosas sin sentido, ¿te entretuvo?
—¿Cuándo? —exigió saber, Miles dejó a un lado también sus emociones alegres para preocuparse por si saldría en perfecto estado de esa situación, el enojo del erizo era evidente y estaba seguro de que su pánico creciente lo era igual.
—Cuando llegó Fiona —reveló—. Te sentiste tan seguro que descuidaste no hacer notar su habilidad, incluso Patch y Boomer lo saben, pero ninguno es tan bueno como yo para ocultarlo estando tan cerca de ti.
—Mentiste —resolvió.
—Sí, sí, un poco, pero fue divertido en algunas... —Miles se hizo a un lado cuando Scourge intentó agarrarlo—. ¡Oye!
—¡Dame la corona!
Miles la sostuvo para evitar que se la arrebatara e intentó correr hacia atrás para tenerlo vigilado. El erizo fue más rápido y forcejeó con él por ella, lo golpeó como había hecho repetidas veces antes, pero no logró que la soltara.
—Esa insolencia tuya te va a costar caro, niño fracasado que no acepta que Tails es mejor.
Miles sí se quitó la corona al oírlo, pero la usó como un arma y le dio solo un rasguño en la mejilla. Debido a la oportuna cercanía a su habitación, el zorro ingresó y cerró la puerta detrás de él antes de que Scourge tuviera la oportunidad de asesinarlo ahí mismo. Se apoyó contra el pedazo de madera cuando el erizo empezó a patearla para romperla, incluso estuvo seguro de oír un spin dash, pero el vulpino no debía dejar que entrara.
—¡Scourge!
Esa fue Alicia. Miles se arrepintió por completo de haber deseado su muerte prematura, dejó de hacer fuerza hacia atrás y acercó su oreja a la puerta ante la discusión que se armó fuera.
—¡Te voy a esperar, Prower! ¡Y mejor será que me obedezcas o nunca saldrás de este jodido lugar! —Silencio y pensó que habría terminado, pero solo oyó más cerca de la puerta, en un murmullo claro—: Y si no lo haces, voy a destruir todo lo que tú aprecias, todo. Aún existía la posibilidad de que tus estúpidos padres siguieran con vida, ahora será un imposible. ¡Todo ese nuevo pueblo quemado podrá agradecerte por su gran suerte! —Scourge carcajeó hasta que se desvaneció conforme iba alejándose.
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—Nunca te vayas con extraños. —Su madre lo advirtió el mismo que día que el avistamiento de anti-Sonic sería cercano y lo hipnotizaría con ideas falsas—. Voy a traerte algo para celebrar tu día.
—¿Como una corona? —Miles se estaba colgando de su falda, rebuscó si había algo para él en sus bolsillos y encontró una monedita de chocolate. Rosemary acarició su mechón negro mientras lo ayudaba a retirar la envoltura para que pudiera degustar.
—Tal vez. —El menor sonrió efusivamente, pero luego se apagó y dio un puchero ante—: O tal vez no, no sería una sorpresa si te lo dijera.
—¿Debes irte? —preguntó todavía aferrado a ella, no le gustaba quedarse solo a menos que quisiera sentirse abrumado y con carencia de cariño, además del miedo que tenía por sentirse vigilado, había empezado a dormir con sus padres debido a su temor—. Te acompaño.
—Confío en que estarás aquí cuando regrese, no dejes entrar a nadie, no hables con nadie y pórtate bien. —Besó su nariz antes de salir de casa, sonrió y fue el último día que pasó con ella.
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Miles se deslizó hasta que llegó al suelo, miró la corona arrojada a su lado y la acarició con sus colas, primero con delicadeza y después para alejarla de él.
Se quebró emocionalmente mientras susurraba al aire que lo sentía.
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A la mañana siguiente, Scourge tomó asiento al despertar y recordó todo lo que ocurrió anoche, empezando por su intercambio de palabras con Alicia. La simple idea de imaginar a Miles con alguien más movió montañas y cambió perspectivas:
—Idiota. —Había pensado.
—Cállate.
—¿En serio le dijiste eso?
—¿Y qué? —Scourge continuó caminando amargo sin quitar su expresión atemorizante—. Si te preocupa, ve con él, y de paso sácalo para que deje de portarse como un cobarde.
—Miles esperó cinco años para recién hacer algo y tú te desesperaste en cinco minutos, ¿qué diablos?
—Cinco años de sus malditas mentiras, que se vaya con Sonic y los demás, no lo necesito, puedo conseguir otro zorro en cualquier parte —espetó.
—Sí, tienes razón, quizá él deba irse para encontrar algo mejor para su vida y tomarte como ejemplo de con lo que nunca debe volver a toparse. —Alicia se adelantó en el pasillo, chocó con Amy y entre las dos dieron la impresión de estar más enojadas que él. Por el camino que tomaron, estuvo seguro de que darían la vuelta e irían a ver a Miles, pero ya no le importaba lidiar con el diablillo esa noche, lo mejor sería al día siguiente, donde pudiera verlo y manipularlo más fácilmente.
Llegó a su habitación oficial, la segunda que tenía junto a Fiona, quien no estaba ahí, tampoco se encontraba seguro de que querer que fuera así, porque lo único de lo que necesitaba hablar era si en verdad debía continuar, ¿debía volver a lo de antes? Su antigua rutina donde Miles era un saco de boxeo más que un zorro vivo, tenerlo fregando suelos por semanas enteras y huyendo de la muerte a centímetros.
Se asomó por la ventana y divisó. Tendría esa corona mañana por la mañana, pero no solucionaría nada, Miles se encapricharía más para tenerla y reforzaría querer destituirlo.
Meditó un instante y se enfureció más cuando pasó por su mente "disculparse", rompió una silla para desahogarse.
—No me voy a disculpar para que al final termine haciéndolo de nuevo —renegó, pero se detuvo al segundo. Eso era, la idea de disculparse era no volverlo a hacer, pero Scourge no cumplió cuando volvió a agredirlo en lugar de esperar sus comentarios, si lo lamentara otra vez, ¿lo volvería a hacer?
Scourge abrió la puerta del dormitorio, saldría a despejarse, pero oyó el feliz vitoreo de Tails cerca y la volvió a cerrar.
—¡Sonic! —El erizo había cargado al zorro y empezó a simular que se caería para asustarlo, se estaban divirtiendo haciendo tonterías, en su opinión sincera.
—Tails, no quiero soltarte, creo que te tendré así por siempre —declaró su contraparte. Scourge quiso vomitar por lo empalagoso que sonaba todo eso. El vulpino rio cuando su pareja dio otra vuelta y finalmente lo dejó en el suelo con cuidado—. Eres un ángel, mi vida.
—Sonic —reprochó suavemente, todavía con una sonrisa y plantó un beso en la mejilla del cobalto.
Scourge se preguntó porque Sonic no golpeó a Tails por intentar corregirlo, o porque no lo forcejeó para que tuviera autoridad, la abertura en la puerta dejaba ver sus extrañas formas de darse cariño. Agradeció no seguir siendo azul.
—¿Qué haremos mañana? —preguntó el erizo al zorro.
Lo normal para Scourge habría sido solo "haremos esto mañana", no una consulta "popular" para tener un agradable momento.
—¿Saqué a Tornado hoy?
Ese era su problema, Scourge siguió esperando que Sonic fuera inteligente y respondiera de mala forma, o que caminaran más rápido para que se llevaran su amor a otro sitio y él pudiera salir a respirar.
—Sí, parecían una estrella fugaz —confesó—. ¿Esta noche deberíamos...?
Al fin algo sensato, pero Tails frunció el ceño y Sonic negó su sugerencia.
—Aunque... necesito despejarme de las tareas de estos días —añadió el zorro con nerviosismo notorio. El de ojos esmeraldas lo volvió a tener en sus brazos y se divirtió repitiendo la broma anterior.
Scourge se cayó cuando la puerta se abrió, se sentía asqueado por haber presenciado todo eso y no tenía fuerzas para continuar después de ese teatro.
Una débil voz moral en él le dijo que debería probarlo con Miles, pero no creía que al menor le gustara, no eran exactamente el modelo de pareja perfecta.
¿O Miles sí lo era y él nunca lo vio? Tal vez el menor tenía otra idea de felicidad y entretenimiento distinto al de Tails, solo no tuvo la oportunidad de sacarlo a la luz. A Scourge no le importaba mucho su goce propio porque, para alguien que no pudo ser feliz con honestidad, cualquier cosa buena a la vista se aceptaba o era digna de aprecio.
Decidido. Debería hablar con Miles.
Y aquí estaba. Volviendo al presente, salió de su alcoba con destino a la de Prower. Encontró a Sally y su mirada de desaprobación, la mandó a volar, en sentido figurado. Se topó también con Rouge y ella solo le advirtió que, si ocurría algo malo, le debía dar dos rubíes que compensaran las piedras que le regaló sin lugar a devolución a Miles.
Fue inesperado no hallar a Alicia, siendo que ella estaría vigilando que Scourge no se acercara al menor, lo pudo leer en la mente de Amy.
La puerta estaba abierta, existía la probabilidad de que se hubiera roto cuando la pateó y el pequeño no tuvo con qué arreglarla.
—¡De acuerdo, Miles! Ganas, lo siento, listo, te amo, así de fácil, no quería golpearte, no volveré a...
—¿Puedes callarte? Maldita sea, cómo joden hasta un viernes.
Patch se quitó la frazada de encima y dejó ver el cansancio en su rostro, tenía su espada a un lado y parte de su uniforme arrugado, estuvo a punto de caer de vuelta al colchón por el cansancio, pero abrió los ojos desorbitantes al ver a quién le gritó.
—¡Ah! Eras tú, Scourge. —El coyote se levantó tan rápido como pudo y bajó su parche para evitar otro daño, pero luego lo acomodó porque cubrió su ojo en perfecto estado y no veía en absoluto.
—¿Dónde está Miles? —Scourge usó un tono que hizo que el otro retrocediera mirando posibles rutas de salida, incluso pensó en si debía tomar su espada antes de que el erizo lo haga. El líder no pudo evitar enojarse más por su presencia en ese lugar—. ¡Dónde!
—Alicia lo llevó a mi cuarto y me prohibió el paso, dijo que nadie me molestaría aquí, pero...
—¡Fuera!
Patch bostezó mientras recogía su arma y la colocaba en su funda con cuidado. Scourge salió de la habitación para no esperar su santa paciencia y regresó por algunas habitaciones hasta llegar a la del coyote.
Ahora sí tumbó una puerta y corrió veloz para disculparse, pero oyó un grito que obviamente no era de Miles.
Tails tomó asiento con una llave inglesa en la mano y a la defensiva al mismo tiempo que Sonic se incorporaba para enfrentarlo.
—Hombre, ¡qué diablos! Está bien que sea tu fortaleza, pero nos dieron este espacio. —El cobalto lo empujó para retirarlo, Scourge se lo devolvió y, para evitar destrucciones, se dirigió al zorro antes de que Sonic lo golpeara.
—¿Dónde está Miles?
—El cuarto de al lado —respondió sin entender y con el brazo señalando al frente. Ante la mirada confusa de Sonic, le sacó el dedo del medio y caminó pesadamente hasta la siguiente alcoba. Cerró los ojos para prepararse de forma mental si alguien más estaba ahí, se asustó cuando vio a Alicia parada con los brazos cruzados en el marco de la puerta.
—Ah, eres tú, ¿dónde está Miles? —reiteró con la vista en el interior, pero estaba vacío.
—Salió —espetó—. Hazle un favor y no lo busques, no es momento y no arreglará nada.
—Voy a hacer lo que yo quiero.
—Buena suerte con eso. —La ardilla rodó los ojos e ingresó al cuarto.
Pensar como Miles lo ayudaría a llegar a él. El menor no iría nunca a dar lástima a un sitio con gente, así que en el patio no estaría, tampoco en la oscuridad para hundirse en la depresión, así que en las habitaciones no había que buscar. El jardín era lo más seguro, pero era grande, mas la vista por el balcón aportaría.
Así fue. Miles se encontraba sentado junto al estanque de aguas cristalinas y rocas brillantes por la luz del sol, tenía la mirada alzada y los ojos cerrados, en las manos en su espalda estaba la corona y el meneo sereno de sus colas indicaba que estaba en calma o pensando. Acertó en lo segundo cuando se acercó más y un recuerdo por parte del zorro lo golpeó.
Miles recién huyó de su hogar para seguirlo en su bando contra Sonic, se despertó llorando. Scourge había decidido tomar un descanso antes de reunirse con alguien más, el menor insistió en acomodar su colchoneta para acampar de modo que tuviera mayor comodidad, pero el erizo se deshizo de esa "basura" y lo forzó a dormir sobre el suelo frío y duro. Miles despertó esa noche llorando, Scourge no lo sintió al inicio, lo notó cuando lo vio regresando de sabe Dios dónde y el vulpino no paraba de secarse lágrimas que salían sin cesar. El menor aclaró para sí que había intentado regresar a casa y no lo logró, se perdió, cada vez que creería que llegaría a algún lado donde estaría su madre esperándolo y le pediría perdón por desobedecerla, volvía al mismo sitio donde se encontraba anti-Sonic.
El erizo, fuera de la mente de Miles, no creía que lo extrañara, anti-Sonic era más frío que él, al menos como el erizo verde habría buscado la manera de hacer que se callara para que pudieran tener una noche en tranquilidad donde no se comporte como un mocoso, pero en esa vez no lo hizo, solo lo ignoró y Miles siguió llorando hasta que al día siguiente tenía los ojos hinchados y las mejillas demasiado húmedas por su sufrimiento interno.
Cuando continuaron caminando, Miles cayó sobre unas rocas y ganó rasguños por su terquedad a continuar de pie. Antes de que anti-Sonic le diera el primer golpe de todos sus años de relación rey-servidor, Miles colocó una mano en el cuello y le dijo, con la voz entrecortada, que le dolió, pero estuvo seguro de que no se refería a sus rodillas magulladas.
Scourge sintió un nudo al evocar ese momento, no tenía idea de que Miles aún lo recordaba.
El zorro miró la corona en sus manos y la levantó como si midiera que le quedara.
—Miles.
Prower viró ante el llamado, se enojó al verlo, se enojó por lo de ayer, por su existencia, por todo.
—No sabes lo que acaba de pasar, pero no importa. —Sonrió por lo que ocurrió con Patch y los demás—. Quería... aj... Disculparme por lo de ayer y lo que hice ese día que acabas de visualizar, porque no...
—¡Leíste mi mente! —Miles retrocedió hasta el borde seco del jardín e inclinó su torso hacia atrás.
—Sí, pero no pude evitarlo, ¡no puedo controlarlo! Sirvió porque...
—¡No! ¡Era mi momento! ¡Era para mí! ¡No para ti! —Levantó la corona y la arrojó contra el estanque, se hundió, pero permaneció visible. El zorro alistó sus colas y despegó para que no le diera oportunidad de alcanzarlo, Scourge lo vio irse con fastidio, lo iba a atrapar en ese día, sí o sí.
Caminó hasta llegar a la corona que abandonó y la sacudió, pensó en qué podría planear para complacerlo otra vez, pero ahora algo que era más necesario que solo un símbolo de poder.
Resopló al encontrar la solución, se resistió al instante a aceptarla, pero así Miles estaría mejor. Alicia tenía razón, debía llevarse a cabo.
Llegó la tarde y la mayoría se encontraba alistando la mesa, Tails controló los fuegos artificiales y rechazó los que trajo Antoine por ser demasiado peligrosos, Sonic posicionó las sillas en un santiamén y, el más importante, Miles estaba sentado al lado del árbol colocando nombres a todas las cajas.
Los esclavos de Sally se despidieron, algunos volvieron a sus hogares y otros se quedaron. Estos últimos organizaron una pirámide de regalos solo para el zorro al que Scourge intentaba llegar.
Miles sonrió de incomodidad, pero gustoso por el gesto. Fue algo que también presumió con los demás alrededor.
El erizo del saco negro se aproximó sin despertar interés, a excepción de Alicia y sus maldiciones constantes dirigidas a su persona. Su idea de pasar desapercibido se terminó con la advertencia del zorro a no acercarse más a él.
Las injurias no se hicieron esperar, en especial por el grupo de amiguitas que estaban del lado que no lo favorecía. Pudo ver que, mientras Patch estaba listo para darse la vuelta y salir de ahí, lo que ya estaba en marcha, Alicia lo jaló contra su voluntad hasta que estuvieron junto al vulpino.
Scourge sonrió por el momento, lo mantendría hasta que le diera una respuesta.
—Miles, si extrañas a tu familia y quieres irte, solo hazlo.
Sus espectadores se miraron entre sí y decidieron que era algo que debían solucionar entre ellos, daba la apariencia de que no habría un difunto, un diálogo estaría bien.
—Si lo hago, podría extrañarlo. —El menor dio un paso atrás hasta estar a dos centímetros de impactar con la ardilla, su mente estaba rechazando la proposición, aunque otra parte más profunda en él quería aceptarla.
—Yo sí lo haré, te has hecho necesario con el tiempo, es una lástima saberlo recién a estas alturas —declaró. Miles miró a Alicia y luego a Boomer, muy detrás de Scourge.
—A todos... ¿Debería escapar antes o después de la fiesta...?
—Este fue un cambio bastante rápido de pensamientos, supongo que sí eres bastante inestable, pero no vine a juzgarte, tuve toda mi vida para eso —se burló, solo eso al comienzo, pero después no pudo controlar su carcajada y olvidó que debía mantenerse serio.
Nadie en el patio principal se anticipó a lo que estaba por venir. Miles le arrebató la espada a Patch de un movimiento y cortó una de las sogas que aseguraban que el árbol de Navidad se mantuviera parado y seguro.
Scourge tuvo un flashback cuando el abeto lleno de luces ya se encontraba a pulgadas de chocar con él y no le dio el tiempo de escapar.
Antes de perder el conocimiento, estuvo seguro de oír cómo la risa de Sonic resonaba exageradamente.
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El punto es que ser un telépata fue precioso, hermosísimo, pero todo lo bueno en exceso es malo y al destino le importó una zanahoria lo que pensara Scourge.
Scourge se incorporó con todos atentos a si estaba vivo. Se encontraba en un sofá en el interior de la fortaleza. Suspiros aliviados le devolvieron el recuerdo de cómo llegó ahí y el dolor en su cabeza le indicó que era real.
Ya no puede ver lo que piensan ni invadir sus mentes. Observó a Tails hasta el punto en el que lo intimidó y el cobalto se colocó delante de su pareja para bloquearlo, pero nada.
Giró hacia Alicia, ya desesperado. Su ademán despectivo indicó que definitivamente estaba criticándolo, pero no oyó en absoluto.
Fue angustioso, ya se estaba acostumbrando a su nuevo poder y pensaba fastidiar a todos con eso una vez que se encontraba bien con Miles, pero supuso que era lo mejor, y evocando...
—¿Y Miles? —preguntó.
—¿Miles? Él se fue hace mucho, no iba a esperar a que despertaras para que empieces a fastidiarlo —contestó su subordinada.
Se empezaron a dividir luego de notar que estaba bien y regresaron a sus trabajos. Scourge caminó un poco torpe por el accidente, estuvo así hasta llegar a la entrada de su fortaleza, donde se enderezó con el porte de alguien que esperaba una importante llegada, pero solo era una despedida.
Agitó la mano todavía sin entender si le estaban tomando la púa o era una infeliz realidad.
Ocho de la noche y seguía ahí parado. Alicia le preguntó si sería el nuevo farol o podría empezar a ser útil dentro. Scourge giró hacia ellos y miró el árbol de nuevo erguido, tenía abolladuras y ramas rotas, ciertas luces ya no encendían y fue digno de admiración que se siguiera viendo imponente a pesar de sus caídas.
Tomó esa reflexión consigo.
Corrió al interior de los pasillos, Alicia suspiró por el cansancio y los demás empezaron a acomodar lo que la velocidad del erizo botó, pero apenas si ordenaron, una ráfaga verde volvió a pasar y salió del reino para sorpresa de todos.
—¡¿A dónde vas?! —exclamó lo más fuerte que logró anti-Sally.
—¡Necesito asegurar parte de mi vida! —contestó, no le interesó si lo oyó, él se lo quería recordar.
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Miles avanzó bastante volando y otro poco caminando, no le gustaba ir entre palos que lo dañarían, la noche ya había caído y sus colas estaban cansadas, dolían por el esfuerzo.
Cada vez que se asomaba por el jardín, tenía la certeza de que su familia se encontraba en la dirección en la que estaba yendo, porque cuando salía por la ventana de su cuarto a ver qué jugaban otros los niños, podía divisar el sol escondiéndose en el mismo lado.
La pobre luz de la Luna no ayudaba a facilitar su viaje, ahora a pie, pero lo guio por otros largos metros. No vio ningún caudal ni indicios de humedad, esperaba hallarlo para guiarse mejor, su mente no podía encontrar más detalles para seguir.
Cuando empezó a agitarse, tuvo la suerte de encontrar un claro. La luz allí era majestuosa y la paz que brindaba lo alentó a seguir en la mañana, sería la primera ocasión donde pasaría Navidad sin estar bajo violencia y sin gritos o reclamos.
Se recostó contra una piedra gigante, continuaba un acantilado que podría descender sin complicaciones con sus colas, pero debía prepararlas. Las acarició por su labor y la relajación proporcionada, fue armonioso, era un hábito confortable cuidarlas.
El silencio y las hojas barridas por el viento se cortaron cuando la tierra tembló un segundo, troncos se balancearon pasando el límite. Se asomó, el ruido venía de abajo. Árboles se estaban inclinando y se sacudían cuando algo chocaba contra ellos, no sucumbían ante la brutalidad. Miles quería apreciar mejor, no quería enemigos en esa hora y menos un cazador. Lo lamentaba por su descanso, pero la curiosidad lo atraía más y no tenía prisa por llegar específica esa noche.
Descendió sin causar alboroto, pisó firme sin ruido y se felicitó por el resultado, bajó el otro pie, de todos modos rompió su equilibrio al no esquivar lo que se dirigía a él y era imposible no reconocerlo como la persona a la que menos quería ver.
El spin dash de Scourge no se detuvo y eso llevó a que impactara con él, incluso colocó las manos delante de él como un acto reflejo para pararlo.
Miles cayó sin gracia y la espalda le dolió por la contusión, ahora sabía más o menos lo que el erizo sintió en la cabeza, pero este lo remató al aterrizar sobre su cuerpo, no pudo esquivarlo.
—Lo bueno es que te encontré. —Oyó del mayor. El zorro asintió, aún aturdido por la lesión y viendo mal por la oscuridad—. Pensé que no sabrías el camino y te perderías para...
—¡Quítate de encima! —Pateó al ojiazul en el abdomen y recién pudo incorporarse para apreciarlo mejor, la luz natural ingresaba en rayos diminutos en ese lado—. ¿Estás bien? Has golpeado todo hasta aquí.
—¿Preocupado? —consultó con picardía en la voz. Miles suspiró porque no tenía el humor para seguirle el juego y menos para querer hablar con él.
—¿Ya no puedes leer mi mente? —Sacudió su chaqueta antes de levantarse y se aseguró de presionar su pechera, que no estuviera rota o se desprendiera en cualquier caso.
—Ah... No.
—Entonces sí. —El menor sonrió por la victoria y peinó su mechón usando los dedos, tenía una imagen a mantener sin importar la situación o que no se viera para nada—. ¿Por qué me seguiste?
—Miles, no me dijiste si volverías, no podía dejarte ir...
—No me perderé.
—Solo —añadió.
—No me perderé —repitió más severo, giró a lo que pensó sería el poniente—. Y no necesito que me vean llegando contigo.
—¿Por qué no?
Miles se sonrosó, la falta de iluminación impidió que se notara, pero al desviar la mirada pudo quedar al descubierto que no era un tema que amara tratar.
—Si llegan en parejas, normalmente creen que se trata de un matrimonio —expresó con cuidado para emplear las palabras que no condujeran a una desviación inesperada. Pisó firme y las rocas debajo de él se desplazaron.
—¿Quieres... que pasemos a la luna de miel?
—¡No! ¿Viniste con ese objetivo? También tengo la idea de que debo casarme primero.
—¡¿Qué?! ¿Por qué? —Scourge agachó sus orejas para no oír más cosas terribles, no era la razón de su presencia, pero no creyó que llegaría para escucharlo.
—¡Porque es sagrado! Solo los esposos lo hacen y yo necesito un anillo para que esté autorizado.
—¿Y el "novio" de pilas que vibra no cuenta? ¿No podría ayudarte...?
—¡No! Y no cuenta.
—Bah, olvídalo, no llegué para eso. —Intentó apaciguarse con gestos—. Quería disculparme contigo por la forma en la que me comporté, no saliste de tu burbuja para que llegaras a un sitio al que no estarías acostumbrando. No me di cuenta antes, pero no necesito leer tu mente ahora para saber cuándo me estás mintiendo, ¡y recién noté que ya pensabas en mí de otra forma!, incluso antes de que supieras de mi poder, ¿verdad?
Miles vio su silueta con cierta nostalgia y miedo, así lo había conocido. Scourge no era bueno con las palabras, ni con las acciones, pero que incluyera la palabra "disculpar" en una oración era un momento no natural, y Scourge tampoco era natural, esto evidenciaba más un sentir positivo.
—Uh, gracias. —Corrigió su postura y miró el lugar del que bajó, no tenía fuerza para volver, supuso que continuaría hasta que topara con una vista semejante.
—Debo regresarte. —Pudo percibir que se acercó. Una brisa movió la cantidad de hojas suficientes para que la luz se filtrara, lo que permitió que lo viera de forma clara.
—¿Dejarme partir? Ya sé que me tengo que ir, no necesito que me des órdenes, al menos no más. —Asintió con conformidad sincera y viró para continuar con su camino.
—No entiendes: Debo regresarte. Yo te saqué de ahí, yo te voy a devolver.
Miles sonrió. Scourge detuvo su avance para prevenir la forma de reaccionar del menor, pero no pudo, el zorro se aproximó hasta que ocultó su rostro en el hueco de su cuello. Habría deseado tener la telepatía consigo, era una habilidad que valía la pena retener, pero ya no permanecía consigo.
No sabía si era lo que Prower quería, pero levantó una mano y la dejó en la espalda del zorro acariciando para apaciguar sus impulsos, si es que existía uno.
La oreja izquierda del vulpino se sacudió en la dirección que seguiría. Una explosión a lo lejos, después otra. Retrocedió hasta que salió de los brazos del erizo y caminó con cuidado por la suave pendiente, hasta que encontró otro acantilado. Para evitar reír, cubrió un poco su boca.
—Si seguías haciendo ese... —Miles hizo círculos con el dedo—. Ibas a quedar peor que como ya estás.
Antes de poder responder, a lo lejos empezaron a aparecer luces coloridas que duraban pocos segundos en el cielo, muy muy lejos, las ignoró porque supuso que podían ser estrellas a las que las nubes dejaban de cubrir ocasionalmente o simples excursionistas festejando Navidad a su manera, puesto que era exacto decir que ya había llegado medianoche.
Scourge llegó al lado de Miles justo antes de que este se elevara para subir a unas rocas. El menor permaneció observando en esa dirección, con estupor, se asomó hasta quedar demasiado al límite.
—Van a bombardear toda la noche —creyó el ojiazul desde abajo. Miles miró hacia él al oírlo, divisó de nuevo su futuro destino y saludó inconscientemente. Scourge no veía la forma de que alguien lo notara a esa distancia, pero Prower estaba feliz con eso y se reflejó bien en sus acciones.
—Solo unos minutos —respondió al caer con mejor preparación. Cuatro pasos para llegar al más alto y miró al occidente.
—Quiero compensar tu servicio, pero depende de ti la inclusión del daño psicológico y físico.
No hizo falta leer sus pensamientos para saber lo que pasaba por esa mente perversa. Miles se arrojó sobre él y no lo soltó hasta que hubo quedado el completo silencio y el firmamento oscurecido al fin, con el término de la oleada de estallidos luminosos.
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Scourge no despertó específicamente después de que durmió con Miles sobre hojas o porque tuvo al menor en sus brazos.
Cuando llegó la madrugada, el erizo le había insistido en usar sus habilidades para no permanecer tanto tiempo entre árboles, aún tenía cosas incrustadas entre las púas, pero Miles sonrió muy sospechoso e insistió en amar pasear por lugares así. Además, sugirió que el mayor dirigiera todo, con un gesto y una pequeña reverencia.
Fue esa confianza con la que no se percató a tiempo cuando Miles lo golpeó con un tronco detrás de la cabeza.
En este instante, abrió los ojos y la falta de aire fue un indicio de alguien sobre él. Miles se inclinó hasta que su rostro quedó a pocos centímetros y lo miró sin pestañear, se alejó solo para asegurar la lejanía de su arma por poco homicida, posó las manos sobre el pecho del ojiazul líder para mantenerlo en su posición.
—¡¿Qué fue eso?! —Se levantó con ayuda de sus codos, pero no llegó a más, el zorro volvió a aproximarse hasta que estuvo prácticamente recostado en él.
—Debía asegurarme de que hayas perdido tu poder. Ahora, ¿qué es lo que estoy pensando?
—¡Yo estoy pensando en... en...!
Miles se mostró ganador, sabía que Scourge debía reprimir sus malos tratos o quedaría como una persona que no es fiel a su palabra en ámbitos personales. El erizo resopló, por más que quisiera a anti-Tails, tenía el pésimo hábito de torturarlo, algo que debería cambiar si esperaba que llegara a más.
—¿Ya no puedes leer mi mente, bebé?
—No, el "accidente" del árbol me lo dio y me lo quitó, gracias...
—Qué lástima, estaba pensando cosas que podrían gustarte.
Prower se incorporó al usarlo como un objeto para sostener su peso. Scourge optó por palpar sus púas, quizá estaba perdiendo sangre y no lo notaría por sus distracciones atractivas o porque el dolor era tan fuerte que sentía que se estaba adormeciendo. Quien vestía de rojo prosiguió sin voltear, fue bajando con la mirada en alto, seguro de su acompañante.
Después de unas horas de fastidiarlo y jugando a retarlo con su velocidad, el mayor se percató que hace más de un kilómetro habían empezado a andar sobre rocas. Seguían en medio del molesto pero pacífico bosque, y ese lado le trajo un recuerdo que para Miles fue reciente, solo esperaba que no se lo mencionara para ensuciar su imagen en un sitio en medio de nada que nunca pensó que volvería a pisar.
—Yo pasé por aquí antes —susurró el vulpino.
—Debe parecerte. —Trató de persuadirlo para que no continuara. Miles miró atrás para sonreírle.
—No quiero saber por qué quieres que dude de mi memoria episódica, es claro que en este punto estaría reconociendo mis pasos, voy recordando —determinó.
—Bien, pero sáltate la parte en la que te golpeé y te obligué a ir conmigo.
Miles se detuvo de forma repentina, Scourge chocó su hombro contra él por no esperar que avanzara. Las orejas del zorro estaban erguidas, giraron en diferentes direcciones y fue curioso, viró su cabeza también, levantó más la vista e hizo a un lado al erizo, como si bloqueara algo que debía recibir.
El de las colas caminó de regreso, menos de dos metros antes de dirigirse a la izquierda y saltar cuesta abajo. Scourge se asomó por un arbusto y debajo de un árbol frondoso que, con irritación, parecía querer que sus púas volvieran a atascarse.
A corta distancia había un río, pero no era un gran interés, lo que sí fue ver a tres niños ahí, sin contar a Miles, porque también parecía que era un chiquillo a esa lejanía.
Dos menores estaban jugando en el borde, usando el bajo caudal a su favor, el tercero se encontraba platicando con el zorro, no le llegaba ni al cuello. El vulpino mayor, puesto que los otros eran de la misma especie, señalaba un juguete en las manos del infante, quien se lo presentó y luego lo ocultó detrás de la espalda.
Miles ascendió con ayuda de sus colas e ignoró a Scourge por un instante, hasta que parecía que no encontró con quién más desahogarse y el erizo se convirtió en su víctima.
—¡Podría ser mío! —gruñó con el ceño fruncido, realizó maniobras con las manos y después señaló de donde vino—. Tal vez era mío.
—¿El niño?
—¡No! Mi madre fabricaba muñecos de porcelana, exclusivamente para mí, ¿por qué él tendría uno de esos?
—Miles, con los años que han pasado, he de suponer que de algo debía recursearse —explicó sin prestarle importancia—. Es un mundo material.
—Ella no es así. —Bufó. Scourge no podía creer cómo antes había notado lo fácil que era descifrar al zorro sin necesidad de la telepatía, sus expresiones lo delataban.
Tomó su mentón y lo besó sin pedir permiso, sabía que tampoco debía, no después de las cosas que Miles pensaba sobre él y que lo volverían alguien vedado de ingresar a una iglesia.
El menor lo rozó con una de sus colas y volvió a verse más alegre. En cierto minuto, trazó con el dedo una línea en la mano del que llevaba estampados de fuego, más como una indirecta, no esperaba que la comprendiera porque Scourge no era así; sin embargo, después de tener una pequeña lección sobre eso con las amigas de Sonic, el erizo creyó saber que debía hacerle caso y le dio lo que quería.
—¿Era divertido tener ese poder? —preguntó con un rubor evidente, pero sin perder su seriedad para que el mayor no lo molestara—. A mí me habría gustado...
—Una vez me paré al lado de Sonic y pude ver cómo quería pasar la noche con Tails, desde cómo abría sus piernas a cómo esperaba que gimiera. No volveré a tratarlo de la misma forma.
—Aj. —Miles cerró los ojos ante lo que veía como una muestra de sabiduría, Scourge trató de borrar esa imagen de su memoria antes de que recordara más de lo que su contraparte reveló al imaginar todo eso en público, o por qué estaban durmiendo juntos y Tails se veía tan greñudo—. Mira.
Miles se separó del brazo al que se había apegado mientras fingía no darse cuenta e indicó un sendero, apenas lo vieron, se oyó un fuego artificial muy cercano. Debían continuar por allí, más claro y despejado, que llevó ante lo que el zorro casi cae de rodillas por lo dramático que podía volverse.
Levantó la mirada con una mano sobre los ojos, leyó la inscripción que presentaba el nombre del lugar y después respiró profundamente. Habrían pasado tres segundos, Miles caminó rápido para cruzar ese umbral y una carretilla puesta delante lo obligó a tambalearse antes de encontrar estabilidad.
Gente. Miles no recordaba tanta gente, no encontraba algún escenario con tantos niños corriendo en su memoria, ni siquiera los colores y los postes en las calles, antes solo había un faro por cada manzana, pero ahora veía uno cada dos o tres casas.
—¿Llegamos al lugar real o era más allá? —preguntó a la nada al mirar a su lado, eso fue vergonzoso al considerar los niños que lo vieron por ser nuevo para sus vidas, atinaron a saludarlo y exponer que uno de ellos también hablaba solo. Miles sonrió nerviosamente y giró para enfrentar a Scourge, pero el erizo todavía estaba mirando el arco de ingreso al pueblo, solo cuando pareció entender que se trataba del nombre del asentamiento pasó con seguridad y se colocó las gafas rojas. Miles ideó algo que podrían hacer si el tiempo lo permitía, algo privado.
El zorro viró hacia el interior de la gran extensión y suspiró, lo recibían como si lo conocieran o fuera familiar, aunque debía asemejarse, puesto que un ochenta por ciento de los habitantes eran vulpinos, al menos en su tiempo.
Oyó un grito agudo, murmullos y velozmente sollozos. La tranquilidad que había se perdió, las sonrisas se convirtieron en desesperación y aun adultos se encerraron u ocultaron donde pudieron en plena calle.
Miles giró para saber qué había llegado que era tan terrible para ellos, no recordaba que su gente tuviera un pánico o un enemigo y, si lo tuviera, lo desaparecería ya.
El "enemigo" era verde y vestía con un saco negro. Scourge acababa de ingresar y también estaba en alerta y tratando de distinguir a lo que debía enfrentarse, pero todos parecían acordar que era él una pesadilla.
—¿Y eso? —consultó Scourge cuando estuvo a su lado—. ¿Ya me conocen?
—No te creas importante. Aunque lo hicieran, creerían que eres azul, todo tarda. —Miles se mostró un afectado por el miedo. Scourge iba a proponer regresar con amenazas, desconocía si era lo que el menor quería. No podía ver ninguna mente, pero estaba seguro de que todo ese espectáculo tenía algo que ver con él—. No lo recordaba así, aunque no recuerdo mucho así que no cuenta.
Scourge asintió y caminó hacia un lado mientras Miles iba por otro. Eso fue extraño porque la casa del menor quedaba por el pasaje que estaba siguiendo, pero pensó que el zorro tomaría senderos más cortos, por lo que lo siguió, y estuvo bien, hasta que pasó más de una hora y seguían dando vueltas en las mismas plazas y calles sin salida.
—Tu atajo es muy largo —expresó después de bostezar con los brazos cruzados detrás de sus púas—. Sé que te gusta caminar, pero esto ya es aburrido.
—Esto ya es aburrido —remedó Miles. Se veía exasperado para un momento que estuvo deseando, incluso tenía muestras de querer romper a llorar si doblaban por una esquina más.
—¿Sabías que soy seis años mayor que tú?
—¿Pasa algo por eso? —Se esperanzó al detenerse, estaba mordiendo su labio. En definitiva, alguien iba a lloriquear si no encontraba el camino correcto en el siguiente intento.
—Mientras tú tenías cuatro años, yo tenía diez y había recorrido esto para saber por dónde escapar si la situación lo requería. —Sonrió—. Miles, yo fui a tu casa para raptar... Reclutarte, sé cuál es precisamente.
—¿Me puedes llevar?
Esa resultó una petición tan sensible que Scourge practicó una premisa que diría si continuaba así: "Suegros, lo siento por sus oídos, pero voy a tener a su hijo en su propia cama esta noche".
En su recorrido, las personas se asomaban por las ventanas con miedo. Scourge tocó las colas de Miles por si acaso y ganó un gemido sorpresa. Después de recibir una bofetada por la exhibición pública de afecto, tuvo que explicar que solo lo hizo para verse relacionado con un zorro. Miles masajeó su mejilla por menos de diez segundos antes de seguir para no despertar sospechas o crear mayor miedo del que ya proyectaban.
—¿Aquí? No recuerdo que sea así. —Miles se detuvo frente a la casa ordinaria que tenía en frente—. Antes no estaba pintada.
—Antes.
Tenía tejas en el segundo piso que se asomaban por los bordes, cajas de madera fuera del hogar y ventanas abatibles cubiertas por cortinas floreadas, se veía amarillenta. Miles no quería tocar, de hecho, retrocedió para buscar lo que se asemejara más a sus memorias, se habría ido y pensado que sus padres se fueron del lugar o había ocurrido algo peor, pero distinguió el dibujo de un globo en el foco roto que debía servir para alumbrar la puerta, el único y que no cumplía su función, Miles la había decorado de esa forma el día que se fue de ahí, parecía que era una casa descuidada en rincones fáciles de olvidar, pero su madre, Rosemary o –anti, no era así.
Scourge iba a tocar en vista de que el zorro permanecería en un flashback que podría durar una eternidad, pero un objeto chocó contra sus púas y ambos escucharon la recarga de un arma.
Miles se inclinó hacia atrás para saber qué pasaba. Un vulpino al que no conocía estaba apuntando al erizo y se veía bastante dispuesto a asesinarlo, Scourge se encogió de hombros cuando chocó con su mirada.
—Aléjate de esa casa —ordenó el adulto.
—¿Qué hago? ¿Lo mato? —consultó el erizo en voz baja. Prower golpeó el cañón de la escopeta y la desvió al suelo.
—No me obligues. —Alzó el arma contra el zorro, eso no lo previó, pero no paró sus quejas e indignación al respecto—. Quítense los dos, váyanse.
—¿Y si no quiero?
El hombre usó el talón del peligro en sus manos para intentar golpear a Miles, pero el menor lo empujó para que se dañara a sí mismo, lo que llevó a que se observaran mutuamente con repleto aborrecimiento.
—¿Qué pasó? ¿En menos de una década se hicieron guerreros y xenófobos? —le preguntó Scourge al más bajo, lo jaló de su cola derecha para llamar su atención—. Lo podríamos saber si no me hubiera caído cierto árbol encima.
—No importa lo que el viejo piense, me urge satisfacer una necesidad: voy a encontrar a mis padres para que sepan que todavía existo y después arrojaré su cuerpo sin vida a un río.
Tocó múltiples veces, primero con calma aunque inquieto, esperó y forcejeó con la manija al no recibir respuesta. Scourge la golpeó para desestresarse y Miles se lo regresó, alegando que no debería tratar así un objeto que su padre talló con mucho esfuerzo.
—Dame permiso. —El hombre sacó un manojo de llaves, una sacudida provocó que migajas de galletas salpicaran y, aunque en un comienzo no parecía confiar de ingresar con ellos presentes, la puerta se abrió con un chirrido—. Háganles un favor a todos y regresen al hoyo del que salieron.
Miles iba a hacer uso de su capacidad de manipulación para persuadirlo de ser la mejor persona que iba a conocer, más que todo porque Scourge intentó agarrar al hombre del cuello, pero una zorra se asomó por la ventana detrás del erizo y lo apuntó con un revólver.
—Alto, bandido —advirtió. Miles insultó entre dientes, no esperaba que ocurriera toda esa actuación, ahora sí le prohibirían regresar a la tierra donde nació—. ¿Qué fue todo eso? —La mujer corrió hasta llegar a su marido y lo revisó, como si pensara que estaba fingiendo agonía. Ella miró a Scourge, hizo una mueca rara.
Aun si él no la conociera, habría reconocido ese mismo gesto en alguien bastante cercano.
Miles puso los ojos en blanco y se iba a retirar, dijo "vámonos" un momento antes de que la recién llegada lo jalara del antebrazo, colocó sus manos a ambos lados del rostro del vulpino y lo obligó a mirar en distintas direcciones. Lo soltó para hacer una prueba sin prestar atención a todos los quejidos de Prower, ella masajeó detrás de su oreja izquierda y ambas colas se sacudieron violentamente.
El esposo a su lado se asomó por curiosidad, tenía mucha apatía emanando de él, pero se sobresaltó cuando su mujer lo orientó para que observara a Miles también.
—Reconocería esa bonita carita en donde sea que la viera —expresó con la vista humedecida. Rosemary abrazó a Miles y lo jaló consigo un poco al interior de la casa, Amadeus intentó alejarlo como si no le creyera.
—Esa cosa no es mi hijo.
Rosemary lo pateó sin quitarle la atención al vulpino, tocó su frente, acarició su mechón negro, le levantó la mirada y tocó sus colas para mayor pena del pequeño, porque Scourge todavía estaba ahí y no era necesario que presenciara eso.
—No dudaría nunca de mi bebé, ha crecido tanto. —Estaba llorando, Miles no se había preparado psicológicamente para reaccionar de manera adecuada, estaba procesando toda la carga de emociones y sonrió entretanto, apegándose a cada caricia que su madre le daba. Rosemary lo envolvió en sus brazos y murmuró sobre lo tonta que fue al descuidarlo cuando era niño, Scourge lo oyó y resistió decirle que, en realidad, fue él quien lo obligó a escapar.
Miles le replicó que no importaba, nunca le importó, porque fue su propia culpa; Rosemary insistió en no separarse de él nunca más mientras lo mecía apenas notable.
Miles apoyó la cabeza en su hombro, permitiendo que la voz materna le regresara el cariño que echó de menos en siete años. De repente, al devolver el abrazo, Rosemary se quejó y sonrió para no romper el día más feliz de su vida, pero su esposo la detuvo.
—No voy a dejar que te ilusiones, nunca, él no es quien tú crees —explicó. Miles respiró hondo para soportar el impacto que le provocó oír eso, se golpeó con sus púas detrás de la espalda para no ser visto, su madre lo alejó sin quitar las suaves manos de sus hombros y lo inspeccionó.
—Tan solo se ha desarrollado, es mi bebé presumido, todavía recuerdo cuando se vestía con ropa elegante —contestó Rosemary con la voz entrecortada—. Sabes cuánto he ofrecido para que me lo regresen, y ahora está aquí, siempre quise volver a hablarle, sentir su calorcito y tenerlo a mi lado...
—No se parece a Miles, se ve más como un pandillero —detuvo. Rosemary se volvió a Miles e insistió, lo tomó de las manos y entrelazó sus dedos mientras explicaba que ella sabía en el fondo que se traba de él.
Fue obvio cuando ambos progenitores miraron atónitos las púas que Miles portaba en las muñecas y, ante sus ojos, denigraba su reputación.
—Esto no es nada. —Miles sonrió nervioso, temblando, se apartó de su madre y retiró aquellos metales de su ropa, los tiró hacia Scourge apenas sus brazos quedaron libres de toda muestra de rebeldía.
Amadeus reconoció al zorro recién como el Prower que siempre fue y lo tomó de los hombros, no iba a expresar sus emociones como Rosemary, abrió la boca para decir algo y se detuvo cuando percibió que también podría doblegar su postura si le debía dedicar unas palabras por su regreso. Extendió una mano a su hijo y la apretó con fuerza, asintió como un militar y le limpió una pequeña lágrima que iba a deslizarse.
—¿Dónde has estado? ¿Por qué te alejaste? Sentí que moriría cuando nos pidieron darte por perdido, creía verte en todas partes y nunca podía acercarme lo suficiente, no podía superar toda la responsabilidad de dejarte solo en casa, quería tener aunque sea un segundo para pedirte perdón. —Rosemary estaba siendo honesta, Scourge no entendió nada porque la empatía y el romanticismo no eran lo suyo, así que quería más bien responder a cómo así Miles desapareció sin dejar rastro.
—Yo lo saqué... —Su intención de corresponder a las interrogantes de la familia de quien esperaba fuera su conquista se apagaron cuando reaccionaron de la forma protectora a su manera: Amadeus lo apunto con su escopeta aún cargada, Rosemary levantó su propia arma, colocaron a Miles detrás de ellos.
—Anti-Sonic es proclive a parecer extravagante, pero lo conocí cuando me extravié. —Miles expresó un poco de verdad para no hacerlo quedar con una mala imagen frente a sus padres, Rosemary lo entendió, Amadeus no, pero disimuló que sí; volvieron a engreírlo.
—Peor es nada —completó su padre.
Los hicieron ingresar, aunque en sí el erizo pensaba esperar afuera, Miles lo jaló hasta que estuvo dentro; sin embargo, Amadeus lo vigiló mientras lo hizo.
Scourge gruñó, si todo iba bien, no dejaría sin padre al zorro.
—Estás tan grande, no me llegabas ni a la cintura. Cariño, creí que odiabas el rojo y te gustaba el verde, pero deben ser tus nuevos gustos, me hubiera gustado estar contigo en todos tus cumpleaños, ¿mudaron tus colmillos? Tus pequeños colmillos, ¿alguien colocó una moneda debajo de tu almohada? ¿Fuiste un rebelde o te comportaste como te educamos? ¿Él será mi yerno? ¿Por qué te ves cansado? Tengo mucho por decirte. Amadeus, ¿no le dirás algo a mi bebé? Mi pobrecito estuvo solo todo este tiempo.
—Que Scourge no lo haya oído o tendré una crisis de identidad.
El erizo asintió ante el comentario de Miles, pero nadie más pareció reaccionar por ello. Dio media vuelta para intercambiar palabras con Amadeus, sobre todo por haber querido asesinarlo al referirse a su fortaleza como un "hoyo".
—Su hijo tiene las colas bastante suaves —comenzó, Amadeus frunció el ceño ante lo declarado, pero luego también lo abrazó por haber llegado con el zorro. Scourge permaneció estático porque a él las muestras de afecto le resultan difíciles de entender. Amadeus se acercó a su esposa, a Miles y se aferró a ellos.
Scourge se sintió incómodo como cuando vio a Rouge y a Amy en pleno cortejo, no sabía si tomar asiento o arriesgarse a que una persona de por ahí lo confundiera con un vándalo que saquearía sus casas y se llevaría a sus niños, como ocurrió antes. Miles estaba reprimiendo un sollozo, miró sobre el hombro de su padre al erizo y sonrió.
El ojiazul verde se aproximó al entender lo que quería y Miles se abalanzó hacia él de inmediato. Miró por encima de su cabeza a la familia que acababa de reunir: la mirada cariñosa de la madre y la mirada recelosa del padre.
—Olvidaste mi regalo, te falta la corona —murmuró Scourge al recordar la pieza que trajo consigo antes de salir a buscarlo, dejó que una de sus manos llegara a la cintura del menor y oyó su agradecimiento.
Sopesó mejor los accidentes del árbol junto al casi homicidio del tronco y determinó, tal vez, no sería necesario leer sus mentes para saber lo que los zorros quieren.
—Hay solo una cama en mi habitación. —Miles juntó un poco sus piernas, todavía apoyándose en él, suspiró mientras su mente proyectaba una escena de coito a escondidas.
Mmm, o puede que sí.
✧✧✧
¡Buenas noches! ¿Qué tal están? Espero que se encuentren bien. ¡Lo que zorros quieren!
En qué parte regresó la telepatía de Scourge 🧐.
De aquí todavía sigue un capítulo adicional, algo corto y solo complementario.
-Lo importante que quería decir era que mi examen será el 20 de marzo e independientemente de si ingrese o no, voy a regresar después de esa fecha xdxd.
El siguiente apartado saldrá dentro de estos días, después llegan mis casi dos meses de inactividad <3
¡Muchas gracias por leer!
¡Cuídense mucho! <3 ✨
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