Capítulo 2: Expuesto
No lo estaba disfrutando y todo era culpa de Miles.
Antes de irse fue muy entretenido oír lo que pensaban. Antoine se hizo la pregunta del año sobre cómo sorprender a Bunnie y Scourge estuvo bastante tentado a responder que, en su experiencia luego de habérsela follado, sabía exactamente qué le podía dar, pero no podía, se suponía que nadie debía saber que sus mentes estaban abiertas como un libro.
Lo mismo pasó con Sonic, cuya apariencia mostraba que estaba aburrido, pero él estaba imaginando cómo le gustaría que Tails lo tratara como cuidaba de sus herramientas, inútil. De paso, cómo sería si se dejara tocar en cualquier instante, útil.
Patch estaba blandiendo su espada hasta que lo vio y casi se corta por ello. Alicia se la quitó ante su mirada atónita y a él le entregó un anillo para que viajara.
Miles salió de su escondite absurdo donde todos lo podían ver y caminó unos tres pasos.
—No quiero ir —repitió por sexta vez esa mañana—. Tengo muchas cosas por hacer hoy. Voy a dormir y a pensar en sus futuras muertes.
—Miles, cuando a alguien le interese lo que balbuceas, nos hablas, ¿ya? —mencionó la ardilla de mejor estilo. Después Sally llegó como si la presencia de todos fuera importante, Scourge no se fue de una vez porque estaba distraído oyendo los pensamientos del zorro azabache.
—A mí me interesa, es algo propio, yo hablaré cuanto quiera, nadie me puede ordenar cuándo decir algo y cuando no, voy a probar raparla de nuevo para que pueda pensar con claridad.
No se iba a mover, cruzó los brazos y tomó asiento en el suelo.
Scourge arrojó un anillo entre sus piernas y, antes de que el zorro tuviera tiempo para imaginar sobre eso, el aro se abrió y se lo tragó, técnicamente.
—Dos días, Alicia, y tú llegarás mañana. Si Miles no está, adelanté mi regalo —comentó y abrió otro portal para él.
—¿No estará porque lo amarrará a su cama o porque lo matará? —especuló con profunda seriedad. Scourge giró para apartarla con su obvia desaprobación, al menos sirvió para que ella se confundiera.
A Miles lo envío al lugar más incómodo de toda la fortaleza, solo con suerte no habría caído sobre sus colas, porque las rocas allá eran muy filosas.
Él se abrió pasó entre los muros del interior. Pensó que de todas maneras debía salir para "inspeccionar", a pesar de que no quería y él solo aceptó para pasar tiempo a solas, sin compañía, en el silencio de su fortaleza y en el frío de su temperamento.
—Gran idiota, me dolió más que la primera vez que me golpeó y menos que mi primer consolador.
Miles llegó cojeando desde un extremo del pasillo, se veía enojado y encorvado por el dolor detrás de él. Le recordó que su deseo de tranquilidad no podría concretarse.
—Te ordeno hacer mi trabajo.
—Claro. Ser rey será un gusto. —Hizo una pequeña reverencia antes de que Scourge lo empujara.
—Me refiero a adecuar el lugar, lo harás tú.
—¿Qué? No quiero, estoy cansado y no me enviaron para ensuciarme los guantes.
Scourge avanzó hacia él y se enderezó para que su diferencia de estatura quedara más contrastada, Miles retrocedió hasta chocar con un muro y sonrió.
—Está tan cerca, si quisiera me podría...
La mente de Miles era peligrosa. Esta vez tuvo algo que el erizo habría preferido jamás ver: la entrada del menor, en sus ideas, Miles se dio la vuelta y dejó que Scourge lo tuviera de nuevo.
Repugnante.
Scourge lo jaloneó hasta sacarlo de su camino. Sin embargo, a pesar de su disgusto consciente, su mente quería hacer reales esas fantasías, lo que fue terrible desde su real punto de vista.
—O tiene miedo, nunca tuvo problemas para joder a cualquier persona antes, porque no a mí...
—¡No es miedo! —bramó y golpeó la pared donde se suponía que estaba Miles.
—¿Estás loco? —El menor saltó a su lado y lo miró con una mueca de desprecio—. Tal vez le falta...
La imagen de Miles de rodillas frente a él y lamiendo su espiga fue suficiente para ahora sí estamparlo contra la pared.
Esos pensamientos degradantes cambiaron de inmediato por dolor, pero el vulpino de igual modo se encontró riendo.
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—¡Basta, Miles! —Scourge estaba arreglando una de las paredes principales de su fortaleza, pero ese demonio a su lado no dejaba de pensar estupideces.
—¿El sol te está haciendo perder la cabeza? —consultó mientras giraba su dedo índice en círculos a un lado de la suya—. Lo que daría para que esa fuerza se aplique en mí.
La radiación no ayudaba en nada, Scourge incluso se colocó sus gafas rojas, pero no podía lidiar con su temperatura corporal y con el idiota de rojo, por lo que dejó su chaqueta negra con estampados de fuego a un lado, aun con el "temor" de que lo siguiente que recreara el zorro fuera tormentoso.
—Oh, de repente hace tanto calor...
Scourge ignoró a Miles, otra vez, e intentó concentrarse en esa edificación.
—Mmm, ese verde es como un vicio.
Arrojó un ladrillo hacia atrás, oír al vulpino gritando por ello fue divertido.
—¿Quieres que te ayude? —El menor se acercó cautelosamente con una mano apoyada en su cadera mientras intentaba ver todo menos a Scourge—. ¿O me puedo ir un rato a cumplir una necesidad satisfactoria?
—¿Matarte cuánto me costará?
—Ja, ja, ja. —Rio de manera falsa, pero sus colas se movieron con entusiasmo unos segundos—. Si me matas de un orgasmo, te costará al menos una piedra preciosa.
—Me iré a dormir después y no te quiero encontrar en mi camino, te lo advierto, a menos que quieras terminar disecado para ser parte de algún museo.
—Qué miedo. Tengo el presentimiento de que Alicia me envió solo para asegurar que trabajaras, yo soy un poco más valioso para hacer esas... cosas —indicó con la vista el desastre que Scourge estaba reparando.
Ah, pero su mente estaba tramando que Scourge se adentrara en él y lo llenara con esa apariencia.
—Admítelo, era el punto clave en todos tus ataques —sugirió el menor.
—Lo admito, Miles, gracias a ti nada salía bien.
—¡Sí lo hacía! Yo soy muy inteligente, valgo la pena.
Eso último debía ser un pensamiento y no algo dicho, el mismo zorro se maldijo por no controlarse, pero estaba demasiado perdido y creía que Scourge no lo notaría.
—Vale la pena —comentó el erizo. Miles se enderezó al oírlo, iba a agradecer de una forma peculiar hasta que agregó—: Vale la pena dejarte planear todo solo para ver cómo fracasas.
—Sin embargo, fui el primero al que llamaste, incluso antes que Alicia.
Miles no esperó su respuesta, caminó hacia el interior de la fortaleza y, según pudo leer, se fue a quejar en solitario dentro de un armario del que nunca esperaba salir.
Los zorros son unas cosas muy complicadas.
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—Cuando te dije que me iría a dormir, no esperaba encontrar una peste en mi cama —gruñó el mayor. Miles se había acomodado para descansar entre sus frazadas y se había colocado en su lado.
—Yo no esperaba que la peste ingresara a esta habitación cuando quiero dormir luego de mi arduo trabajo.
Si "arduo trabajo" era calentarse viendo a quien realmente hacía un arduo trabajo, Scourge se perdió de algo en el mundo. El zorro se aferró a las sábanas y se mantuvo quieto. El mayor se acercó al otro lado de la litera y, luego de tomar asiento, pateó al otro hasta que lo hizo caer por el borde.
—¡¿Qué te pasa?! No estaba en tu camino, te esperé en la meta.
—No le voy a explicar nada a alguien como tú, fuera —mandó mientras se acomodaba. Miles se aferró a la manta hasta arrebatársela y le tiró la lámpara de la mesa del lado—. ¡Miles!
—¡También quiero dormir! No lo haré en el suelo.
—Tienes tu cuarto, ¡adiós!
Tenía razón. Miles debía caminar unos metros para llegar a su alcoba de siempre.
—¡No lo quiero! Quiero estar aquí. —Se recostó a su lado y tomó toda la frazada consigo, era muy fresca y suave para un lugar casi olvidado.
Scourge la haló para poseerla, pero Miles no la soltaba para nada y se vio arrastrado junto con ella.
El más alto se rindió, no había notado que empezó a respirar por el esfuerzo y que Prower se encontraba pegado a él.
—¡Muévete! —ordenó. Miles se colocó de lado y lo ignoró.
—Hace calor, se siente tan bien...
Scourge puso los ojos en blanco. Era imposible que ese cuerpito fraudulento se sintiera atraído por él.
La principal razón era porque nunca lo trató bien. Scourge solo le indicaba cosas y esperaba que las hiciera de acuerdo a lo esperado. De ahí, nada más, no había una razón para su "enamoramiento" a menos que fuera una persona tóxica porque, si le agradaban todos los maltratos que le daba, entonces estaba más enfermo que él.
Volvió a forcejear para ganar la frazada, en un segundo se colocó sobre el menor para sujetarle los brazos encima de su cabeza e impedir que se moviera para mantener su posesión de la manta.
Miles dejó de pelear y el mayor no lo percibió hasta que oyó:
—Muy cerca.
Miles tenía las piernas abiertas porque Scourge se había colocado entre ellas, pero también estaba tratando de no mirarlo a los ojos y resultó demasiado obvio por la proximidad que tenían.
El zorro intentaba acomodarse para salir de su posición, mas la fuerza superior de Scourge no le dejaba hacer nada, solo verse abrumado.
—¿Terminaste? Me voy a excitar —murmuró el menor rendido.
—¿Tú sí? —preguntó bajando la mirada, recorriendo desde la pechera gris del menor hasta las extremidades inferiores extendidas.
Scourge meditó mejor su situación y quizá sí había una razón con fundamento para esa actitud.
—Por qué no yo —pensó el pequeño—. Cuando este tarado dijo que una zorra sería su reina, creí que era una forma de molestarme, no que traería a alguien más.
Miles había apretado la mandíbula mientras se decía eso. Scourge intentó profundizar en esas memorias y sentimientos, pero no podía, no llegaba más allá de lo actual.
—Quédate tú. —El erizo se apartó y agarró la almohada que le correspondía.
—¿A dónde vas? —exigió saber.
—¿Tengo que decirte todo lo que haga? —imitó la respuesta que le dio el vulpino. Prower se recostó en la cama pensando en lo engreído que se veía Scourge y lo mucho que lo odiaba.
—Espero que no revise los cajones, si va a mi habitación, no sabré justificar mis juguetes íntimos...
El erizo no revisaría nada que Miles hubiera usado, más bien, agradeció haber sido advertido porque fisgonear era la primera cosa que iba a obrar una vez que llegara a la alcoba del zorro. El lecho que le pertenecía al vulpino era cómodo solo porque él mismo la había arreglado, puesto que antes el único lugar confortable era donde la pasaba con su novia.
El pequeño tenía una repisa llena de cepillos, probablemente para sus colas y su mechón negro. Scourge siempre pensó que se veía mal sea como se arreglara. Encontró también una fotografía de cuando era más pequeño, unos cuatro años, no pasaría de eso.
Miles siempre le había dicho que odiaba su infancia, ¿por qué no quemó ese pedazo como lo hizo con otras cosas?
Iba a dormitar, dejar de pensar demasiado, pero oyó un grito, una maldición y luego algo rompiéndose.
Fiona había ido a la fortaleza y ver al zorro donde se suponía que estaría Scourge no le gustó nada.
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—¿A qué hora llegará Alicia, bebé?
—Bebé. El manganzón tiene diecisiete años.
Miles la había remedado en su mente, con una voz más aguda y una mueca desproporcionada.
—No lo especificó, pero no debería tardar mucho, piensa decorar toda esta parte —respondió el erizo.
—Sí dijo a qué hora, nueve, pero no esperaba que el tarado la oyera.
—A las nueve —agregó. El vulpino se sorprendió a un lado de él y bufó para sí. Fiona lo había descubierto durmiendo y se asustó, no dejó que se despertara por completo y lo arrastró para luego usarlo como un objeto para golpear. El cuerpo de Miles quebró un mueble casi nuevo y su pelaje se había arruinado por las astillas.
Scourge no lo dejó pasar a su verdadera habitación para que no pudiera acicalarse, lo que lo hizo enojar, tampoco pudo entrar al cuarto de los demás y es casi seguro que tuvo que descansar en el suelo del pasillo.
—Yo los voy a matar cuando tenga la oportunidad, será el día más feliz de mi vida.
—Serás un desdichado hasta tu muerte —comentó, Fiona lo siguió y Prower se quedó observándolo un rato, tenía la mente en blanco.
El mayor se sentía más en confianza si alguien que sí valía la pena estaba con él, olvidó que no debía levantar ninguna sospecha, pero no servía al lado de Miles debido a que él se encontraba con mayor rencor que raciocinio.
—Oye, Miles, trae un refresco —ordenó Fox.
—Por qué mejor no te jodes y me dejas en paz. Estoy ocupado pensando en cómo tengo que distribuir este desmonte que el imbécil de Scourge no pudo llevarse.
El erizo le arrojó una piedra pequeña que encontró y Miles giró de inmediato.
—Rápido, y a mí también —mandó. El zorro volvió a su posición original.
—Ese ego tan grande es para superar otro complejito, ¿verdad? Debía esperarlo, estuve sobreestimando algo decepcionante.
—Tú. —Scourge tomó el mechón negro de Miles y lo obligó a estar en su dirección. El menor sonrió y levantó la mirada sin ocultarse.
—Lo besaría y reclamaría mi premio después, o buscaría algo para saciar lo que obviamente él no podría.
Lo soltó. Miles caminó al interior del lugar pavoneándose y teniendo ideas descoordinadas. Fiona se acercó a su pareja y dijo algo sobre deshacerse del menor.
Alicia llegó en ese instante junto con los demás perdedores y se veía bastante cansada. Tails distinguió a su contraparte y le gritó que Tornado lo estaba esperando, Miles se esponjó y deseó haberse ido más rápido.
Llegaron personas que el erizo verde no conocía, esa clase a la que él llamaba "esclavos", pero que para Sally eran "trabajadores". Por suerte, ella no estuvo.
Iba a retirarse para no encargarse de nada más, pero Alicia lo detuvo y le pidió que se hiciera cargo de ese grupo nuevo, ya que Sonic era el que los debía supervisar y ninguno podía obedecerlo sin distraerse por conseguir firmas y un sinfín de banalidades.
Scourge era alguien más autoritario, sin compasión, y no dudó en demostrarlo cuando los tuvo bajo su mando. Se dirigieron a la sala donde se encontraba su trono y los mantuvo en su punto máximo de estrés.
Miles ingresó para poner a prueba una hipótesis, aunque no podía parar de pensar en cuánto odiaba eso y que quería irse cuando terminara. Su pelaje todavía se encontraba desaliñado y Scourge no dudó en carcajear por eso. El vulpino lo ignoró y se dirigió a un baúl con el objetivo de retirar un manual que solo hablaba de anarquías, pero que Tails había insistido en conocer sin importar que fuera, como un trueque de conocimientos.
El problema fue que Miles dejó sus colas en el aire y cualquier cosa así se veía atractiva para invadir. El menor se incorporó unos centímetros y miró en su dirección, por lo que dirigió su vista a otra parte antes de que lo atrapara saboreándolo sin tocarlo.
—Aj, está viendo mis colas como siempre...
Scourge nunca antes había visto sus colas, solo una vez tuvo la oportunidad de tocarlas y se debió a que tenía un cartel con "patéame" detrás, quería quitárselo, no manosearlo.
Había llamado a Miles a su grupo y sí, fue el primero. Antes de estar con Alicia y que ocurriera una revuelta que lo llevó a perder el liderazgo temporalmente, Miles había permanecido a su lado como su mano derecha, siempre se encontraba con él, fue extraño que se le juntara más cuando perdió su apariencia verdadera y pasó a ser verde, pero no le había prestado atención hasta ese momento. Después llegó Fiona y Miles se distanció, al erizo nunca le importó, lo veía como haber reemplazado lo peor por algo mucho más gratificante.
Hasta ahora, que podía leer sus pensamientos, solo veía confusión. Prower cambiaba de ideas una y otra vez, no permanecía en una fija, demasiado voluble.
Scourge pensó que Miles extrañaba su hogar antes de unirse a él, porque de esa forma conservó esa fotografía de su niñez y lo veía jugando en el jardín que nunca nadie se preocupó en mantener, pero siempre se veía presentable.
El menor salía de forma ocasional, creyendo que nadie lo vería, iba a ese vergel y se revolcaba entre las hojas. Lo dejó de hacer cuando vio a Scourge dirigiéndose a ese lugar, tenía miedo de que lo descubriera, pero era en vano porque fue visto en innumerables ocasiones.
Ahora, Miles caminó hacia los "trabajadores" y llamó la atención de uno, luego dos, tres, volteaban sus cabezas como si nunca hubieran visto a un zorro. Entre ellos empezaron a mascullar y sonreír. El menor no se percataba de eso, continuaba agachándose para rebuscar entre cajones y cofres.
Scourge se levantó del trono y avanzó hacia él.
—¡Sigan, estúpidos! —exclamó, Miles se asustó y dejó su acto de inmediato, sin entender, mantuvo su gesto inocente para alguien tan engañoso. El mayor agarró su antebrazo y obvió los intentos de zafarse que tenía el otro.
Miles caminó dos pasos antes de tropezar y golpeó la espalda del más alto en el proceso, mas no se alejó.
—Siempre quise saber cómo se sentía...
Scourge percibió el suspiro del zorro y lo llevó hasta la pared opuesta para arrinconarlo.
—¿Pasó algo? —interrogó el menor, lo estaba observando fijamente, su tamaño lo hizo ver más indefenso.
—¿Tiene que pasar algo?
Las colas de Miles se enrollaron para despejarlo de esa tensión, juntó sus piernas con un ligero temblor. El más alto se acercó un poco más y Prower permaneció en su sitio.
—Podría...
Scourge no había notado que el vulpino estaba llevando las manos a su rostro, por lo que se desconcertó al sentir su toque delicado.
—Si él no lo hará...
Continuaba viéndolo a los ojos, el pequeño los entrecerró y el rey intentó hallar la forma de no verse guiado, quería tomar el control.
—Qué diablos.
Scourge se apartó de Miles y miró a la derecha. Patch había dejado caer su bolígrafo de un siglo de antigüedad ante lo que estaba presenciando, tenía la mandíbula caída por el asombro y una mano apuntándolos.
—Están... Están...
Él no podía hablar y su mente no procesaba la información. Caminó hacia atrás lentamente sin cambiar su gesto, hasta que dobló la esquina y es posible que haya permanecido así hasta que alguien lo ayudó a salir de su trance.
Volvió su contemplación hacia Miles, pero este se encontraba con los ojos desorbitantes hacia el lado opuesto del pasillo.
Fiona estaba ahí, con la misma expresión que tenía Patch, pero su cabeza sí estaba trabajando.
—¿Todo esto pasó en los dos días que no estuve?
El zorro pasó por debajo del brazo del erizo y huyó por el mismo camino donde se fue el coyote.
Scourge, en el segundo que se distrajo, no volvió a distinguir a su novia.
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—Se lo iba a coger frente a todos.
Patch estaba delirando, diciendo cosas sin sentido.
—Guau, ¿es verdad? —Alicia se preocupó por el estado de su compañero, nunca lo había visto así y no lo quería con un trauma para toda la vida.
—¿Tú crees que no tengo pudor? —Miles golpeó la cabeza del coyote y cruzó los brazos.
—¿Pero sí iban a...? —Un ademán sexual hizo que Prower se sonrojara hasta las orejas.
—¡No! No me gusta Scourge, no me agrada para nada, Ali, tú deberías saber eso.
—Sí, por eso estaban chapando en el pasaje, ¿o había un muérdago arriba? —Patch tomó asiento y Boomer retrocedió unos pasos.
—Es bueno saber que estás consciente, idiota. —Alicia abofeteó al rubio y luego se dirigió al más grande de ellos—. ¿Tú que piensas de esto?
—Creo que sus hijos serán unos adefesios —manifestó Walrus, más confundido que el resto.
—Aj, ¡no me gusta Scourge!
—Tú me dijiste lo contrario hace años —comentó la ardilla.
—Y yo oí claramente cómo gemías el nombre de Scourge, por eso no volví a mi cuarto nunca más y preferí dormir bajo la lluvia en el patio de la fortaleza —confesó Patch. Miles sonrió y se apoyó en la litera donde habían dejado al coyote mientras decía:
—Eso era antes de Fiona. ¿Nadie se ha dado cuenta?
—¿De tus gustos raros? —interrumpió Boomer.
—¡No! ¡De Scourge! Ese día en el que se cayó el árbol... —Todos se quebraron de risa antes de continuar—. Algo más pasó.
—¿Decidiste que estarías con Scourge? —se apresuró Alicia.
—¿Te enamoraste de Scourge?
—¿Le pusiste nombre a tu vibrador?
Los presentes miraron a la morsa morada tras lo que dijo. Bueno, Miles le había ordenado que creara ese pequeño artefacto que alegraba sus noches, era su culpa.
—¡No! Puede leer las mentes, lo he visto reaccionando ante lo que digo, cree que aún no lo sé, y lo quiero usar a mi favor.
—Ay, Miles, nunca tendrás nada de él —expresó la ardilla.
—Sí, la última vez que intentaste "hipnotizarlo", casi perdemos a Boomer.
—Les guste o no, yo tendré provecho de eso y voy a sacarlo de mi camino, seré rey.
—Bien, ah... Boomer, vamos llamando a la ambulancia, Patch, asegúrate de salvarlo antes de que lo mate —determinó la princesa y los demás estuvieron de acuerdo.
—¡No! ¡No! Yo estaré bien, sabré actuar para tener lo que quiero, solo debo seguir pensando cosas que a él lo confundirán, ¡luego lo tendré comiendo de mi mano y reinaré!
—Eso se parece a algo que ya planeaste antes —recordó el coyote.
—Sí, ¿en qué terminó? —cuestionó Acorn.
—Tuvimos fracturas en distintas partes del cuerpo —garantizó Walrus.
—Necesito que me ayuden mejor esta vez —dictó el menor de todos—. Tienen que esparcir el rumor de que Scourge me quiso... Eso.
—Inseminar —completó Alicia.
—Ajá, en el pasillo, pero tienen que tener cuidado de no pensar en que esto es un plan, porque entonces él lo descubrirá y se arruinará todo —alzó la voz gradualmente.
—¿Cómo evito pensar en que esto es un plan y que tienes un vibrador llamado "Scourge"? —se exasperó Patch.
—¡No se llama Scourge! Se llama Scourgey —corrigió ante la mirada estupefacta de todos—. ¡Me gustó el apodo que le dio Rosy!
—Está bien, pero tú te vas a responsabilizar de todo y dirás que nosotros no tenemos nada que ver si algo sale mal, ¿sí o no? —planteó la ardilla.
—¡Ya! Yo me haré cargo.
—¡Entonces está hecho! Vayamos a crear falsas ideas —canturreó el coyote y se llevó a sus otros compañeros consigo. Miles sonrió sombríamente y se fue a cumplir parte de su papel.
Llegó al patio de la fortaleza y Scourge estaba ahí, Amy también y ella miró entre los dos con una gran emoción. Por lo que pudo notar, el erizo se incomodó con algo que Rose no expuso, pero sí pensó.
Miles se dejó caer al lado del erizo y se estiró de forma breve al mismo tiempo que elaboraba un nuevo pensamiento indebido con su rey, lo más explícito que pudo mientras jugaba distraídamente con una guirnalda de hojas falsas.
—Tú no podrías liberarte de estas. —Scourge le aventó unas esposas justo entre sus ojos, lo que le quitó toda gana de seguir con su propósito.
—¡Claro que puedo! —expresó masajeando su entrecejo. Amy los miró con atención muy mal disimulada y palpó sin cuidado las colas de Tails, las cuales estaba cepillando.
—No, porque sería así. —Scourge se las colocó y las manipuló de tal forma que Miles no percibió cómo fue que lo hizo para sacárselas.
—¡Ja! Eso es solo un truco, juegas con la vista. No ver lo que era no me vuelve más retrasado que él.
—Con una mano también se puede, es que alguien con un cerebro como el tuyo nunca podría entender a las mentes maestras de la escapatoria —explicó mientras se colocaba una.
—¿Y dónde está esa mente maestra? Porque no he visto ninguna desde que me uní a tu grupito.
Scourge levantó el brazo para azotar a Miles, pero terminó impactando contra el sofá y el grillete libre se aferró a la muñeca del zorro en un santiamén. Tardaron un minuto en reaccionar, en especial porque el mayor se puso a inspeccionar cómo si no pudiera creer lo que ocurrió.
—¡¿Qué hiciste?! —El erizo se paró y jaló a Prower consigo, agitándolo y tirando de su brazo para alejarlo de él.
—¡¿Tú qué hiciste?! ¡Basta! —El menor sentía que podría perder la mano si el rey continuaba con ese intento de liberación—. Admite que era un tonto truco, ¿no dijiste que se podía hacer con una mano?
—Entonces tendrás que dar vueltas alrededor de mi brazo, porque solo así era que se lograba.
Scourge movió su extremidad por distintos lugares llevando al zorro consigo, quien incluso se había caído y eso no impidió que el erizo continuara forcejeando para tener su preciada autonomía.
—¿Dónde está la llave? —preguntó el ojiazul de menor estatura, cansado de parecer un trapo.
—No hay llave.
—¡¿Y cómo creíste que me iba a zafar si no lograba librarme de las esposas?! —Miles bajó los brazos firmemente y atrajo al erizo para sí.
—El plan era que no pudieras y te quedaras pataleando como el niñito infantil que eres —declaró con repulsión.
Miles usó sus colas para despegar y arrastrar al erizo como él siempre lo hizo con su persona.
No estaban ni cerca de separarse, pero observar a Scourge desesperado por mantenerse en tierra fue lo más gracioso que vio en toda su vida.
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¡Buenas nocheeees! Espero que se encuentren bien = )
El siguiente capítulo lo subiré después de la fiesta de Navidad, es decir, como por el 26 o 27, porque mi cumpleaños también es por esas fechas y no quiero parecer viciosa a la laptop :''.
¡Nos vemos pronto! También comunicaré algo, oh sí, oh sí.
¡Cuídense! ¡Gracias por leer! <3
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