Capítulo 28: Piano.




POV KyungSoo


Estaba seguro que estaba a punto de despertar, podía sentir mi cuerpo pasar de un estado taciturno a uno más vivaz.

En el fondo de mi mente oía una melodía suave, parecían pisadas a las teclas de un piano. ¿De aquí a cuando yo escuchaba música clásica?

Extrañamente el sonido se me hizo familiar, demasiado para mi gusto, pero no me fastidiaba, todo lo contrario, me resultaba reconfortante.

Murmullos y siluetas. ¿Las cortinas estaban abiertas? Me negaba a despertar, así que me sumí en el inconsciente una vez más, la melodía hacía eco una y otra vez, imitaba un disco rayado.

Risas que me llevaban al dolor. En medio de ese sueño de sensaciones, sentí la peor de todas, dolor.

No era un malestar emocional, era uno físico, como si esos sonidos no deberían estar ahí y en respuesta, esa incomodidad intentara tragarse todo.

Giré en mi lugar, aún con los ojos cerrados y posiblemente más en el mundo de Morfeo que en el de las persona. Todavía podía ver las siluetas y un piano... Claro, era un piano. Alguien lo tocaba, pero no sabía quién.

Volví a removerme. Mis dedos, reconocían la melodía que se tragaba todo, ahora con más fuerza. Me fui acercando lentamente al instrumento, lo cual hizo que el dolor aumentara un grado más, me sentí mareado en sueños, aunque ya estaba casi despierto.

Podía ver a una... Dos... tres personas sentadas en banquillo, pero de la nada fui yo quien apareció sentado junto a las dos figuras. Risas y dolor, fastidio, la melodía en aumento...

"Ahora no te irás hasta que me digas tu nombre."

Ah...

Me levanté de golpe ahogando un grito y con la respiración agitada. Un llanto ahogado empezó a asfixiarme y me llevé las manos a la garganta en busca de aire. Sentí tanta presión en mi pecho que empecé a boquear en busca de aire, necesitaba respirar, y lo peor de todo fue que me empezó a pitar la cabeza con fuerza, llevándose todos los recientes pensamientos, tragándose cada uno de ellos.

Ahora solo era consciente del dolor y la melodía, esa melodía...

— ¡Demonios, KyungSoo! — mi cuerpo fue sacudido por un par de manos y un jaloneo, se me escarapeló en cuerpo — ¡KyungSoo Hyung, reacciona! — otro jaloneo.

Algo fue apartado de mi rostro y me dio la posibilidad de respirar correctamente. Me senté de golpe.

¡Era un sueño dentro de un sueño!

Miré desorbitado hacia todos lados, me picaba la garganta y podía sentir una gruesa capa de sudor cubrir mi pecho y rostro, aunque lo más probable fuese que lo que cubriese mi rostro no fuese sudor, sino lágrimas.

— Hyung, ¿Estás bien? — las manos que me sacudieron ahora me palmeaban lentamente la espalda, mientras que una de ellas dejaba de hacer esa acción y acunaba mi rostro — Hyung, ¿Me escuchas?

Por fin hice enfoque en la habitación.

Era un hotel, lo que significaba que había pasado la noche con alguien. No me sorprendí, era normal, aunque hace bastante que no me encamaba con alguien.

Otra mano acunó mi rostro y por fin reparé en esos ojos color chocolate intenso que me miraban fijamente. Noté miedo junto a esos labios húmedos.

— ¿JongIn? — el pitido volvió acompañado de la melodía. El sonido de un piano inundó la habitación.

Inconscientemente busqué el origen, pero no me pude mover porque esas manos me aprisionaban.

— Hyung, ¿Puedes mírame? ¿Te sientes bien? — negué lentamente aturdido por el dolor.

¿De aquí a cuando me dolía tanto la cabeza? De seguro era por la resaca. No debería dejar de beber por tanto tiempo, retomar las andanzas me salía caro.

— S-sí, ¿Qué pasó? — pestañeé para poder ver mejor, aún tenía las lágrimas estropeando mí ya maltrecha visión. Sentí un escozor, nuevamente había olvidado sacarme los lentes de contacto, a éste paso se me romperían dentro de los ojos y quedaría ciego. Tenía que pedir los de goma, fastidiaban, pero me daría cuenta que los llevaba puestos.

JongIn me limpió las lágrimas con sus pulgares y se sentó cruzando las piernas, fue entonces cuando noté que no llevaba puesto nada, seguramente la ropa interior, pero su pecho estaba al aire, exhibiéndose en todo su esplendor. También me di cuenta que yo me encontraba en la misma situación, mostrando carnes. Aunque yo estaba delgado, casi tanto o a la par del moreno.

Sus ojos me examinaron un poco más y pasó saliva antes de responder.

Vi su manzana de Adán moverse suavemente.

— Te estabas ahogando con la sabana. Te escuché quejarte, pero — de nuevo el sonido del maldito piano y el dolor.

— ¡Calla esa mierda! — me aparté sus manos y me tapé los oídos con las manos. Me castañeteaban los dientes por el mero hecho del sonido, haciendo que se me escapara un siseo por el dolor.

Sentí como el moreno se estiraba y se deshacía del espantoso ruido.

— Era mi celular, lo lamento, no lo escuché — supuse que era el tono de llamada lo que me atormentaba —. Supongo que mi música no le es agradable a todos — soltó una risita con tono sarcástico. Yo seguí mirando las sábanas, no quería cerrar los ojos, si hacía fuerza de verdad quebraría mis lentillas —. Qué decepción.

Temblé un poco y me dejé caer de costado, agotado, justo al lado de JongIn, quien ahora me miraba desde arriba con una mueca de confusión.

— Sentí que me moría — susurré apartando mis manos de mi rostro y removiéndome para envolverme con las sábanas nuevamente —. No me gustan estos sueños...

— ¿Tuviste una pesadilla? — me preguntó jugando con el aparato en sus manos.

Lo observé por unos segundos, ¿Era una pesadilla? Me sentí mal y sentí dolor, pero no estaba asustado, solo...

— No lo sé... — volví a susurrar.

JongIn suspiró profundamente y negó, lo observé desde mi posición, cerca de sus piernas, demasiado cerca.

— Es una suerte que me patearas, sino no me habría dado cuenta que te habías echado la sábana encima. Prácticamente podía verte boquear en busca de aire — dejó el celular en la mesita de noche —. No deberías taparte así, Hyung, es una suerte que yo haya estado, no podías despertar.

Lo miré unos segundos más y luego desvíe mis ojos hacia el aparato.

— Deberías ponerlo en vibrador, el sonido se metió en mi sueño — le respondí cambiando de tema.

Sus ojos se pasearon por toda la habitación en lo que, supuse, trataba de disipar la incomodidad, hasta que sus éstos se abrieron de par a par por la sorpresa.

— Ayer... Bebimos mucho — soltó o mejor dicho, afirmó y yo me reí. También cambió de tema.

— Yo no fui quien se emocionó con la bebida, que quede claro — volvió a mirarme, ahora con ojos curiosos.

— ¿Yo? Hummmm... Hace bastante que no bebo tanto, seguro actué como un energúmeno — se despeinó los cabellos rubios al mismo tiempo que restregaba uno de sus ojos con su puño.

— ¿Energúmeno? — me reí en lo que me incorporaba ya más tranquilo. El dolor había pasado — Nadie usa esa palabra, di "idiota", te he oído decirla, dila de nuevo — JongIn cuadró los hombros y me miró fijamente.

— Actué como un idiota — repitió y chasqueé la lengua.

— Ayer acordamos que dejarías de obedecer a todo y que me llamarías por mi nombre — me mordí el labio al notar su confusión. ¡Bingo! Había olvidado lo que le dije. Alabado sea el alcohol.

— A-ayer yo ¿Qué? — apretó las sábanas que cubrían sus piernas y yo me acerqué a su rostro. Noté su nerviosismo.

— Incluso me besaste y ¿Sabes qué más? — mi nariz casi rozó la suya, estaba a unos milímetros. El negó lentamente — Lo hicimos y te gustó.

Pude jurar que sus ojos saltaron de sus órbitas y tembló como una hoja, tan rápido como un rayo se puso de pie, y al verse semidesnudo, se tapó el pecho con sus brazos. Repasó su cuerpo con un rápido vistazo y lentamente bajó su mano hasta su entrepierna, donde se dio un manotazo suave, cerciorándose de no haberse corrido en ellos. Luego me miró el cuerpo y reparó en una marca que aún no desaparecía de mi pecho, sus pobres ojos se abrieron más, si cabía.

Retrocedió otro paso y no aguanté más.

— ¡Ay, JongIn tonto, te la creíste! — comencé a retorcerme de la risa con ganas. ¡Era para hacerle una foto a la cara que puso!

El pobre se acercó lentamente a la cama y se dejó caer de espaldas. Segundos después, en lo que yo seguía en pleno salseo, se removió.

— ¿Por qué eres así conmigo, Hyung? — siguió pataleando por unos segundos más hasta que se quedó quieto.

Me reí un poco más y luego me puse de pie, esquivando las botellas y latas aún desparramadas en el suelo. Me dirigí al armario que era parte de la habitación, la cual ya estaba iluminada por la luz del día, y tomé uno de los toallones para darme una ducha, tenía hambre y no tenía ganas de comida de hotel.

Volví a acercarme a él y vi su rostro sonrojado. Ah, ya se estaba acordando, esperé que no demasiado.

— Me gusta cuando te enojas, es divertido — y como ayer no pasó nada y seguro hoy tampoco, besé su pómulo. No supe porqué, pero lo hice por mero impulso.

JongIn se quedó muy quieto y yo me fui al baño, apestaba a alcohol.

¿No recordar nada? Las bolas, éste sabía que había pasado, pero estaba seguro que no sacaría el tema.




✨✨

Ya bien cambiados y arreglados salimos del hotel, pero sabía que se moría por saber a dónde iríamos. Solo por fastidiarlo no había soltado palabra alguna de mis planes y al parecer, eso empezó a ofuscarlo.

El día de ayer había sido demasiado doloroso y hoy la resaca me recibió con más dolor así que tenía que compensar dolor con alegría, pero no podía dejar al chico atrás.

— ¡Oh vamos, JongIn! Si caminas así no llegaremos nunca — bufé quitándome un mechón rojo de la cara, todavía seguía húmedo.

Escuché como aceleró sus pasos y se acercó todo lo posible hasta mí, puso las manos sobre el manubrio de Henry y me ayudó a empujar.

— ¿Cuánto falta, KyungSoo Hyung? — me preguntó haciendo fuerza.

De nuevo con su formalismo irritante.

— Ya te dije que no me digas Hyung, me pone de los nervios — debí usar el GPS y buscar yo mismo una estación de servicio, de seguro ni siquiera había una por aquí, pero no quería encender el celular, apostaba que tenía miles de llamadas.

JongIn suspiró profundamente, de reojo vi cómo se mordió el labio y luego lo liberó lentamente. ¡Válgame el cielo! El movimiento le salió tan sensual que hasta me acaloré o posiblemente sería el esfuerzo que hacía empujando mi motocicleta.

Llegamos a la esquina, donde había una conexión más concurrida de automóviles y muchas más personas que las que transitaban en la zona de los hoteles.

Seúl era tan concurrido que a veces me resultaba asfixiante, pero al mismo tiempo interesante.

A diferencia de mi hermano, quien había decidido irse a estudiar a Busan, yo me quedé en Seúl para estar cerca de mi casa. Ahora que lo pensaba, en esa disputa que tuvimos en mi ex casa, ¿Cómo se había enterado que frecuentaba chicos? Pero lo que más me sorprendió fue que dijera que cobraba por ello.

Poniendo las cosas en claro, el único que me pagaba era DongHae, pero eso no lo sabía nadie más que mis amigos, JongIn incluido que sabía el secreto más jugoso, pero hasta ahora, a pesar de ser tan desgraciado y fastidioso con él, no lo había mencionado ni me lo había sacado en cara. Quizá un poco con lo de ChangMin el otro día, pero no había llegado a ser hiriente.

¿Por qué mi hermano que no sabía nada de mí le había soltado eso a mi padre? Ah, MyungSoo. Suspiré y miré el semáforo cambiar de color. El moreno seguía en su debate interno y yo reflexionando sobre el porqué mi hermano había terminado odiándome. No le había prestado mucha importancia al asunto.

Ni siquiera recordaba haber hecho algo malo, podría haber sido por lo de su auto, pero él ya pasaba de mí desde antes, pero ¿Por qué?

— KyungSoo — soltó fuerte y claro, por lo que enfoqué mi vista en él. Sus mejillas estaban algo sonrojadas —. Para allá está la gasolinera — señaló la esquina paralela a la que estábamos.

Me reí por su logro en lo informal.

— Muy bien, vamos. Ya me duelen los pies — doblé las rodillas un poco y luego volví a tirar de mi vehículo para guiarlo. Solo tenía que llenar el tanque y podríamos ir a comer —. Muero de hambre, ¿Tú? — le pregunté de lo más casual mirando el camino. JongIn hacia lo mismo.

Su frente estaba un poco perlada de sudor por el esfuerzo. Me pregunté cómo se habría puesto si de verdad lo hacíamos ayer. Me saboreé los labios de tan solo imaginarlo. JongIn estaba flaco, pero qué importaba, con el cuerpo que tuviese me resultaba apetecible. En eso MyungSoo tenía algo de razón, me gustaba acostarme con todo tipo de hombres, pero no con todos, en eso le erró. Yo prefería a los de mi tipo.


— También, me rugen la panza — sonrío ampliamente —. Como dice Yifan Hyung, podría hacer un beat box con los sonidos que me salen — se rió un poco más. El chiste no me hizo gracia.

Kris idiota.

— Voy a ir a comer luego de cargar a Henry. ¿Vas o te quedas? Voy a ir por comida — aceleré el paso muy fastidiado. Tenía asuntos que atender con Kris y serían en el mejor momento.


— Tengo muchas llamadas de LuHan Hyung, debería regresar — sacó el aparato de su bolsillo y lo revisó. No sé si fue porque justo el detalle saltó a la vista o por cosa de suerte, pero podía jurar que no solo el chino andrógino lo había llamado. La separación espontánea de su labios y un pequeño temblor en las manos me lo decía.

— Entonces vete — le espeté volviendo a enfocarme en el camino y el aparato empezó a sonar de nuevo, al igual que es espantoso pitido en mi cabeza. Fue una suerte que tomara la llamada o la desviara, no supe qué hizo por esos instantes, porque del calambrazo me temblaron las piernas y solté a Henry para taparme los oídos y mitigar el dolor, haciendo que se tambalee y cayera sobre mí, o eso esperé, pero el golpe nunca llegó y ya arrodillado en la pista, cuando me hube calmado, vi que JongIn la había tomado en el último segundo, evitando que me aplastara.

— ¡Rayos Hyu... KyungSoo! El día de hoy la muerte te está persiguiendo sin descanso, ¿Estás bien? — le puso el parante a la motocicleta para que no se moviera, la rodeó y se acercó a mí.

Todavía seguía arrodillado, pero la diferencia era que ya no me presionaba el rostro con las manos, sino que las apoyé en el suelo.

¿Qué me ocurría? Desde que desperté ese maldito sonidito me estaba atormentando, pensé que era la resaca, pero estaba bastante lejos de eso, ¡Era la melodía! Pero, ¿Por qué?

Tomé un poco de aire antes de abrir la boca para hablar.

— Apágalo o lárgate — siseé con los dientes apretados.

— ¿Perdón? — me respondió él retirando sus manos de mi espalda.

— Que si te quieres quedar e ir conmigo, apagues esa cosa o sino, lárgate con quien te está llamando, pero no hagas que suene de nuevo — estaba algo mareado, de seguro vomitaba, ya sentía el revoltijo en el estómago.

— Lo apagaré, pero ponte de pie, estamos casi en medio de la pista — me pasó uno de sus brazos por la espalda y con el otro me sujetó de la cintura, tirando para ponerme de pie.

Me apoyé en Henry para que pudiera estabilizarme, pero de igual manera JongIn no me soltó. Maldito sea ese sonido, ¿Por qué me ponía de esa manera?

Sacudí la cabeza para despejarme.

— Apuremonos en llevar a Henry al taller, no te molesta conducir hasta el centro comercial, ¿Verdad?

Me miró directamente a los ojos, intentando descubrir algo en ellos, por lo que enarqué las cejas en respuesta.

Negó lentamente antes de soltarme y rodear mi moto para emprender la marcha.

✨✨

¿Hace cuánto no veníamos al centro comercial? Pues creo que desde lo de EunHyuk y ChangMin.

La estructura seguía exactamente igual que en el pasado, desde el estacionamiento en el que vi como JongIn rezaba para que lo hiciera pasar vergüenza como la otra vez, hasta la entrada de los cines a los que habíamos ido. Todo igual, menos las sinfonías que divagaban tranquilamente por todo el recinto.

No estaba muy seguro, pero creo que se trataba de la semana de la música o algo así, bendita Corea del Sur y sus innecesarias celebraciones.

JongIn, a diferencia de los primeros días de conocernos, ya no se comportaba de manera hosca, ni me miraba con fastidio. Ahora me observaba curioso y de vez en cuando me preguntaba cosas al azar. Era extraño, pero hasta parecía disfrutar de mi compañía y por muy sacado de contexto que pareciera, yo también empezaba a hacerlo. Si bien me moría por volver a besarlo, pero esta vez de verdad ya que el día de ayer estaba bastante adormecido, me retuve porque no parecía tener intenciones de volver a hacerlo. ¿Sería por su novia? Y ¿Dónde estaba la susodicha?

— Eso parece apetecible, KyungSoo H- — antes de decir el tan acostumbrado "Hyung", se tapó la boca con una de sus manos —. Lo siento — se rascó detrás de la oreja con nerviosismo y yo lo miré con gesto aburrido.

— ¿Qué cosa? — le pregunté levantando el mentón.

La mano que tapaba su boca ahora señaló un pequeño bar llamado "End of the day". El lugar, si bien estaba dentro del mall, tenía un gran contraste con el resto del lugar, ya que a diferencia de los otros lugares, la decoración estaba en blanco y negro. Era indescriptible lo bien que combinaba cada detalle con el que le seguía.

Poseía un estilo medio ochentero, pero futurista al mismo tiempo. Me gustaba mucho y por lo visto al moreno también, porque observaba el lugar embelesado.

La puerta era negra, con siluetas blancas que contrastaban con la oscuridad de ésta. Las mesas, tanto las de adentro como las de afuera, se intercalaban entre blanco y negro, donde las blancas tenían sillas negras y las negras, lo contrario. El lugar se dividía en dos, donde su exterior y el interior estaba dividido por una pantalla de cristal, la cual tenía calcomanías de una mujer huyendo con globos de expresión que decían "WOW", "It's the moment", "Enjoy the coffee" y muchas más burbujas y tazas a su disposición, sin duda el lugar estaba muy bien diseñado.

Suspiré, de seguro nada bajaría de los dos mil wons, me vi en la obligación de empezar a pensar en buscar trabajo, aunque ya lo tenía.

— Bien, vamos — le dije dándole un pequeño golpe con el codo y al mismo tiempo sacándolo de su ensoñación.

JongIn me dio alcance a los pocos pasos y observó curioso a los que estaban ahí sentados. Los clientes tenían pinta de estirados, pero extraños al mismo tiempo y claro, todos nos miraban como si fuésemos un par de bichos raros y pordioseros por las pintas que llevábamos. No debíamos olvidar que la homosexualidad era repudiada por más del setenta por ciento de la población, sin mencionar que seguía vestido informal como el día anterior.

Me senté primero en una de las sillas más alejadas, la que casi daba con las del siguiente negocio; JongIn hizo lo mismo segundos después.

— Bueno, hay que pedir rápido para largarnos — le dije mirando con asco a una de las chicas que no dejaba de lanzarnos miraditas curiosas y a la vez fastidiosas.

— De acuerdo, llamaré a alguien del personal — me dijo JongIn levantando la mano y ganándose la mirada de todos los ahí presentes. Sus mejillas se tornaron rosas y rodé los ojos.

Estiré mi mano e hice que bajara su brazo.

— Presiona el botón, tonto — le señalé un pequeño aparato cuadrado de color negro que sobresalía de uno de los lados. Al centro tenía un botón rojo.

— Oh, es que jamás he venido a uno de éstos, ¿Tú sí? — me dijo con los dedos sobre el botón y una mirada curiosa a la expectativa de si funcionaba lo que hacía.

— La verdad no, pero acabo de ver uno de los de allá hacerlo, así que puede que funcione, ¿No te parece? — apoyé mi mentón en mis manos.

— Suena lógico — me respondió mirando hacia la puerta nuevamente, de seguro tenía hambre.

A los pocos minutos de observación minuciosa a cada detalle, una chica de cabello negro recogido en una coleta apareció con un par de bandejas en sus manos.

El uniforme de la chica era demasiado pegado al lugar, de verdad era una pasada el local. Me encantaba.

Tenía puesto un vestido negro con lunares blancos, tacones negros y un delantal blanco para contrastar, incluso su maquillaje era refinado. ¿De quién era el lugar y qué tenía en la cabeza cuando lo diseñó?

La muchacha entregó los pedidos rápidamente y al terminar sacó un aparato plateado y se dirigió a la mesa que había visto tocar el botón primero.

JongIn y yo nos miramos algo perdidos con todo lo observado y luego notamos como la chica volvía a mirar su aparato , para luego acercarse a nosotros.

— Hola, chicos. Mi nombre es Luna. Sean bienvenidos a "End of the day", ¿En qué puedo servirlos? — su voz era muy rara, pero no era desagradable.

Nos miró sonriente por unos segundos hasta que caí en que no sabía qué tipo de comida vendían, solo sabía que había café, pero ya era casi la una de la tarde y la hora el almuerzo ya estaba sobre nosotros.

— ¿Qué tipo de comida venden? — le pregunté con un claro gesto de disculpa, si me decía que solo era café o batidos como tenían las otras mesas, tendrías que irnos en busca de otro lugar.

La muchacha me miró algo sorprendida, pero luego metió la mano debajo de la mesa y sacó, lo que supuse, una cartilla con el menú. Pero bueno, ¿Cómo iba yo a saber que ahí lo ocultaban?

— Tenemos de todo un poco — me dijo tendiéndome la planilla y JongIn se pegó a mí para poder ver también —. Lo principal son los café, pero también tenemos batidos y refrescos. También hay postres para acompañarlos, claro que a esta hora — miró su reloj y asintió dándose la razón ella misma a lo que sea que hubiese pensado —, lo que podemos ofrecerles es comida Gourmet — los ojos me brillaron por unos instantes, ¡Comida! —. Lo malo es que vienen en pequeñas porciones si son platos personales, ya que son dos, lo que puedo ofrecerles es la bandeja familiar, de la cual podrán compartir. Normalmente es para las parejas, pero sirve para ocaciones de amigos — nos sonrió guiñando un ojo.

Parpadeé un par de veces y le eché un vistazo al moreno que observaba atentamente la cartilla, de seguro alucinando con comer algo del menú, pero la verdad no me llamaba la atención casi nada de lo que había, aunque a estas alturas mi panza no opinaba lo mismo.

— ¿Quieres algo de aquí? — le pregunté mirándolo a los ojos.

En respuesta me miró fijamente y se separó lo suficiente como para demostrar que éramos amigos.

— Sí, se ve bien, pero ¿Puedes pagarlo? — ¿Qué si podía? Claro que podía, siempre y cuando el bendito hotel no me hubiese dejado en la bancarrota.

— Sí, a ver, quiero... — miré los platillos y me decidí por lo más colorido del menú y no solo porque me resultaba apetecible, sino porque al moreno le brillaban los ojos — Kimbap con salsa agridulce y para beber...

— Bubble Tea, por favor — agregó el moreno y yo asentí.



Luna anotó todo en la cosa plateada y asintió con una sonrisa.

— Traeré su pedido en un momento, gracias — y se retiró rápidamente al interior del local.

Nosotros la miramos desaparecer y nuevamente quedamos solos.

— Si no te alcanza, yo tengo un poco de dinero, KyungSoo — se rascó detrás de la oreja —. Siento que me estoy aprovechando de ti — negó y yo lo miré enarcando una ceja.

¿Aprovechándose de mí? Si este chico era más bueno que es pan, no tenía ni la menor idea de lo que era aprovecharse.

Estiré mi mano y le di un golpe en el hombro, haciendo que me mirara sorprendido.

— No te estás aprovechando, tonto — me miré las uñas —. Yo vine a comer y da la casualidad que te voy a invitar mis sobras — sonreí de lado y JongIn puso cara de perrito recién golpeado —. Es broma, no me mires así que haces que me sienta mal.

Me tapé el rostro con las manos y empecé a reírme y al rato JongIn también lo hizo.

— Tus chistes no son buenos, KyungSoo — me dijo en voz baja.

— Nunca fui bueno para los chistes, así que... No esperes más que repeticiones de los clásicos o una de mis historias ocasionales —  le guiñé el ojo, pero su vista se desvió a alguien más que estaba atrás — ¿Qué pasa? — intenté voltear, pero tomó mi mano e hizo que me detuviera al instante.

Su contacto, a diferencia de otras veces que casualmente habíamos chocado las manos, se sintió demasiado distinto, fuera de lugar por muchos motivos, pero al mismo tiempo me dio mucha comodidad, como si lo hubiese estado esperando.


Miré nuestras manos, viendo la diferencia entre las tonalidades de piel. Me fascinó el brillo que desprendía su piel bien cuidada en comparación a la mía tan blancuzca y tan común, maltrecha por la mala alimentación que estaba llevando y algo repulsiva por las venas que se marcaban por la transparencia de mi piel. ¿Tenía un aspecto tan feo como el de mi mano? Imposible.

— Lo siento, es que — se detuvo y retiró su mano de la mía — hay una mujer que nos ha estado mirando desde hace rato — seguí con la mirada mi mano ahora sola y sin compañía —. Aún sigue mirándonos.

¿Una señora? ¿Quién sería?

— ¿Dices que sigue mirando? — le pregunté y asintió mirando hacia otro lado. Así que volteé.

Cuando la vi, tan bonita, tan bien arreglada, pero con la mirada ansiosa, me sentí un poco mal. Me puse de pie dispuesto a irme, pero JongIn también lo hizo, entonces recordé que el pobre chico tenía que comer para no acabar como yo y volví a sentarme, claro que fue cuestión de contar hasta cinco para que los ojos de JongIn se abrieran como platos y sus mejillas tomarán rubor.

Una silla fue agregada a la mesa y yo miré a otro lado nuevamente, sabía lo que me diría.

— Do KyungSoo — me dijo con su suave voz y yo seguí sin mirarla, pero igual respondí.

— No soy un Do — mi voz salió más dura de lo que esperaba. Apoyé mi mentón en una de mis manos y me concentré en las decoraciones del resto del centro comercial. Había un piano de cola transparente y no lo había notado, esperaba que nadie lo tocara o moriría como con el tono de llamada del moreno.

Posiblemente en ese momento JongIn estaría muy confundido con la mujer que nos acompañaba, pero no abriría la boca, porque sería como entregarme en bandeja al diablo, aunque ella era todo menos algo malvado.


— Entonces Choi KyungSoo, mírame — tomó mi hombro y quise quitármela de encima, pero eso sería algo descortés de mi parte.

Suspiré profundamente y por fin la miré a los ojos. Seguían tan bonitos como siempre, su piel seguía preciosa y muy bien cuidada, casi tanto o más que la del moreno. Su cabello negro adornaba su rostro de rasgos marcados y muy bellos.

— ¿Qué haces aquí? — le pregunté algo reacio a sonreírle.

— Te seguí — soltó como si nada y abrí mucho los ojos.

¿Seguirme? ¿Desde cuándo? ¿Desde dónde? ¿Qué y cuánto había visto? Creo que me puse de todos los colores, porque sus ojos me observaron con algo de preocupación, pero sin perder el toque de diversión.

— ¡Madre! — le grité poniéndome de pie y golpeando la mesa con mis manos.

— ¡Hijo! — me dijo cruzándose de brazos.

— Señora Do — se metió JongIn poniéndose de pie para reverenciar a mi madre y caí en cuenta que mi madre podría confundir todo.

— ¿Novio de mi hijo? — lo miró enarcando las cejas y JongIn se sonrojó, yo me sonrojé y no exactamente de ira.

— ¡Madre! — volví a gritar.

— ¡Hijo! — me contestó ella con gracia, la cuál no tenía.

— Disculpen... Su pedido — logró decir la pobre Luna se había quedado estática con la comida en las manos.

Ahora tenía otro lío con el que lidiar y Choi HyeRa no era alguien apacible cuando se proponía algo.

Adiós hambre.

✨🐻🐧✨

¿Qué les pareció el nuevo capítulo?

Ya sé, han pasado 84 años, pero ayer recién terminé de dar mi último parcial, así que por fin pude terminar el capítulo 😁😁

¿¡VIERON QUE KAI YA BAILA DE NUEVO!? 😍💕😍

¡Se lo dedico a todas las chiquis del grupo KS que cumplieron años en septiembre! 😚😚😚😚

En otras noticias, voy a publicar un OS KaiSoo (como siempre) por Halloween par el #kaisooshalloweenchallenge si desean escribir, usen ese hashtag para encontrarlxs! Están todxs invitados 🤗🤗🤗🤗

Creo que nada más. Ya estoy de "vacaciones", así que no creo demorar tanto 🤓

Buena noche/día según corresponda 😁

Rivers22S

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