Capítulo 26: Dosis.
POV SuHo
A mis quince años todo parecía ser perfecto. El colegio al que iba era de los mejores de la ciudad, así que las personas con las que compartí mis años escolares eran hijos de empresarios y personas con puestos importantes. Gente frívola.
Debido a eso, me mantenía alejado de todos y la mayor parte de los días me quedaba al margen de los problemas típicos de chicos de mi edad. Sinceramente prefería sentarme solo en la cafetería, limitándome a beber café y leer un libro.
Ante las personas que me rodeaban, yo representaba el papel del típico chico rarito. El sin amigos, el que evitaban porque no tenía nada divertido que ofrecer y yo estaba bien con eso. Era algo normal que se refirieran a mi persona de ese modo.
Como era de esperarse, no tuve pareja en todos esos años. Las chicas me miraban cohibidas al igual que yo, puesto que no despertaban ningún interés en mí. Naturalmente, luego de analizarme y leer algunos artículos sobre sexualidad, me di cuenta que o era asexual y no me interesaba nadie en absoluto o, podía ser gay. Para mi desgracia o fortuna, no me parecía atractivo ninguno de mis compañeros. Lo mejor fue dejar ese tema de lado.
En cuanto a mi familia. Pertenecía a una pareja que se casó a una edad bastante temprana. Mi padre era alguien tranquilo que trabajaba en una empresa en, hasta donde sabía, un cargo importante. Por otro lado, mi madre, gracias al empleo de mi padre se convirtió en su secretaria. Así que la mayoría del tiempo no paraban en casa, por lo que venía una señora a hacer los deberes y prepararme la comida. Estaba bien con eso.
En resumen, mis años estudiantiles fueron calmados, bien encaminados y sin absolutamente nada que desestabilizara el orden de mi vida.
Cuan equivocado estaba.
Todo se mantuvo de la misma manera hasta que cumplí los diecisiete y por algunos problemas con la empresa, mis padres comenzaron a concurrir nuestra casa más seguido. Me gustaba la idea de que fuera mi madre la que me recibiera cuando llegaba a clases. Ver su sonrisa me hacía sentir bien, a veces la extrañaba. Con mi padre hablaba lo justo y lo necesario, porque la mayoría del tiempo alegaba estar demasiado ocupado para siquiera intercambiar un par de palabras conmigo, así que lo evitaba la mayoría del tiempo.
La tarde en lo que todo comenzó fue cuando llegué temprano del colegio y descubrí a mi madre saliendo corriendo de la casa. Su belleza, porque sí, mi madre era una mujer hermosa, estaba siendo opacada por un espantoso sangrado en su pómulo izquierdo. Me quedé impactado, porque ¿Quién en su sano juicio podía lastimar a alguien tan dulce como mi madre?
Kim JiYeon, esposa de Kim JunSu, era una mujer amable, cariñosa y alegre, pero desde hace días había notado su mirada apagada, claro que jamás me esperé que fuera él. Ese hombre que ahora me resultaba absolutamente extraño y que nos observaba desde el umbral de la puerta con los ojos muy abiertos, sobre todo a mi madre, que lloraba desconsoladamente en mis brazos.
El mundo de perfección en el que había permanecido durante tantos años comenzó a desmoronarse a mi alrededor. El recuerdo de mi casa comenzó a agrietarse, nuevamente todo comenzó a dar vueltas a mi alrededor, la imagen de mi madre lastimada de deshizo como si fuese un ente de arena se me escapó del abrazo en el que quería envolverla, protegerla. Fotografías de mi padre abrazándola, besándola o incluso dándole la mano, todas y cada una se comenzaron a romper por la mitad.
Los recuerdos de mi padre hablándome, recuerdos de mi padre sonriéndome, recuerdos de mi padre en su oficina, recuerdos de mi padre golpeando a mi madre frente a mí, recuerdos, recuerdos, miles de recuerdos que se rompían como cuando golpeabas un espejo y los cristales caían despedazados, peligrosos, con pequeños reflejos de la realidad. Impotencia, dolor, calmantes, pastillas, sueño, miedo.
— ¡No! — me levanté de golpe con la respiración muy agitada. Me mareé por el sonido que me rodeaba. No pude reparar en nada hasta que fui consiente del chico sentado del otro lado de la mesa en la que me había quedado dormido.
— Yah... tampoco es para que te pongas a llorar — me dijo ese chico de ojos grandes.
Automáticamente me llevé las manos a mis mejillas. Efectivamente estaba llorando. Me limpié con las mangas de mi camisa y tomé la lata de cerveza que me tendió. Dudé por un segundo, pero esa sonrisa divertida y traviesa me animaron a olvidarme de mi mal sueño. La bebí con ganas y sin detenerme, se me había secado la garganta con el grito que pegué. Aún me sentía mareado por haber despertado de golpe, pero me permití charlar con con el extraño de ojos grandes, voz bastante masculina y piel clara. Era atractivo.
— Gracias — le devolví la lata ya medio vacía y ésta vez me sonrió mostrándome una perfecta hilera de dientes. En definitiva era atractivo.
— No me agradezcas, la necesitabas — dejó de apoyarse en sus brazos y se enderezó con una pose confiada y seductora al mismo tiempo. El chico tenía actitud. Lo quedé mirando sin responder.
La música era estrepitosa y podían verse a distintas personas hablar en grupos o parejas mientras bebían o se manoseaban, como en un bar cualquiera. El lugar en el que había decidido refugiarme estaba en el centro de la ciudad, en las zonas buenas. Había acudido ahí porque necesitaba escapar de los dilemas de mi casa, pero los sueños me atormentaban a cada momento. Necesitaba... necesitaba...
— No me esperaba ver al RaMyeon aquí. No se supone que a éstas horas deberías estar en tu casa leyendo o que sé yo haciéndote una paja - el muchacho me sonrió de lado nuevamente. Vi como se estiró y me miró con coquetería.
¿Me había dicho "RaMyeon"?
— ¿Me... Me conoces? — lo analicé a profundidad. No me parecía conocido, pero ese apodo era el que usaban para referirse a mí cuando estaba en el colegio.
Luego de acabar mis clases, me había enfrascado de lleno en la preparatoria, el examen de ingreso se avecinaba, por lo que tenía que concentrarme en estudiar, pero el problema era que mi casa ya no me resultaba cómoda cuando mis padres se quedaban ahí. Hoy era un ejemplo de esos días, ellos regresaban de viaje, así que lo mejor era pasar la noche fuera. Tenía miedo de que me diese un ataque de ansiedad.
Desde la primera vez que los vi en esa situación escabrosa mis nervios se destrozaron de una manera que según mi psicólogo, debía ser controlada con medicamentos. Tuve que acudir al psicólogo luego de pasar por una crisis nerviosa delante de mi madre, puesto que no podía soportar verla sufrir de esa manera. Posteriormente me derivaron al psiquiatra para que me intervinieran con medicamentos. Larga historia que continuaba y supuestamente debía terminar en unos meses, pero aquí me encontraba, medio medicado, medio adormilado y mirando fijamente al chico de ojos profundos.
— Claro, estabas en mi mismo colegio — se encogió de hombros —. Me acuerdo que siempre parabas solo, por eso eras el Ra-Myeon.
Comenzó a reírse y a beber de lo que quedaba de la lata de cerveza. Sus llamativos ojos se paseaban por todo el lugar. RaMyeon, era un curioso apodo que combinaban las palabras "Rarito" y "JoonMyeon", mi nombre, algo estúpido si me preguntaban, pero siempre me limité a pasar del poco ingenioso apodo.
— ¿Entonces eras de los que me fastidiaban? — el chico devolvió la lata a la mesa y me volvió a mirar de manera escrutadora, como si tratara de buscar algo en mí.
— Estamos hablado de temas que no me interesan, ¿Quieres bailar? — se puso de pie y se apoyó en la mesa - O sino podemos ir a otro lado - acercó su rostro todo lo posible a mi cara, tanto que pude sentir su respiración en mis labios.
Una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo por completo. Sentí como mi estómago se encogió ante la cercanía de aquel chico, mis labios me picaron ligeramente. Por instinto me relamí los labios y asentí, a cualquiera de las dos proposiciones, pero asentí. Los medicamentos y el alcohol se habían combinado en mi organismo en cuestión de segundos, era de esperarse, hace unas semanas había comenzado a superar la dosis recomendada. Mi mente había comenzado a trabajar incorrectamente debido a los momentos en los que desvariaba.
— Perfecto, vamos — me tomó del brazo y tiró de mí hacia los baños. Fuimos pasando a las personas que se levantaban de sus asientos para ir por bebidas, otras observaban el escenario improvisado que no había notado y ahora parecía que alguien estaba por subir a interpretar algo, ya que las luces de colores comenzaron a moverse de un lado para el otro.
No pude ver más porque el chico me puso delante de él y me empujó dentro del baño. Mis movimientos eran lentos y reaccionaba tarde a los estímulos. Supuse que por eso no era muy consiente de las intensiones de ese chico para conmigo.
Ya dentro del reducido espacio que representaba el sanitario me soltó, oí como trabó las puerta del cubículo en el que nos encerramos y luego volteó a verme detenidamente.
— No hablas mucho, RaMyeon, ¿Estás bien? — tomó mi mentón con sus dedos largos que al tacto eran fríos al igual que el color de su piel nívea. Me movió el rostro de un lado al otro tratando de ver algo. ¿Qué sería? — RaMyeon, ¿Estás drogado?
Parpadeé lentamente. Sentía mi cuerpo bastante pesado y me había quedado dormido sobre la mesa luego de beberme un par de copas de tequila en la barra, antes de eso había salido de casa con cinco calmantes encima. No tenía auto todavía, supuestamente me lo regalarían si ingresaba a la universidad, así que solo llegué aquí caminando. Solo quería estar lejos de casa.
— No consumo drogas ilegales — solté suavemente. Tenía el ceño fruncido.
— De acuerdo, como digas. Entonces, ¿Sí te van los hombres, no? — volvió a acercarse a mi rostro al mismo tiempo que posaba una de sus manos en mi pecho y la deslizaba en dirección a mi hombro.
Por instinto cerré los ojos y llevé mis manos a su delgada cintura. Llevaba puesta una camiseta blanca algo transparente y unos pantalones negros ajustados. Acercó sus labios rojizos a los míos y nuevamente perdí toda capacidad de poder hablar, tragué saliva con dificultad y simplemente asentí. No había olvidado esa duda sobre mi sexualidad.
En menos de un suspiro nuestros labios se comenzaron a moverse más o menos en armonía. Yo no sabía besar, así que no estaba muy seguro de si lo estaba haciendo bien o mal, pero lo noté en cuando me soltó el mentón y puso su mano en mi cuello para intentar darle profundidad al beso, pero solo logró que nuestros dientes chocaran estrepitosamente. Nuestros labios hicieron el sonido de un chasquido húmedo cuando se separaron.
— No pongas los dientes, joder, dolió — se los relamió y soltó mi cuello. Me tomó de la mejilla y metió su dedo pulgar en mi boca, justo entre mis dientes, luego volvió a retomar el beso. Efectivamente no pude cerrar los dientes. Mi lengua y la suya pudieron unirse.
Como era de esperarse comencé a babear, pero me dejé llevar por el chico que ahora deslizaba su mano libre por mi pecho hasta llegar a mi cintura y pegarme más a él. No pude retroceder porque el inodoro me detenía justo un poco más arriba de las pantorrillas. Sujeté su cintura con más fuerza, casi hundiéndole las uñas en la piel.
En ese momento sacó su dedo de mi boca y comenzó a desabrochar mi camisa al mismo tiempo que yo metí mis manos bajo su camiseta. Su piel era suave y tersa al tacto, me gustaba las sensaciones que dejaba en la yema de mis dedos. Hizo que dieramos la vuelta de manera que pudo sentarse en el tanque del inodoro y yo quedé en medio de sus piernas. Profundizamos el beso un poco más. Sus piernas se cerraron en torno a mis caderas para que se acortara la distancia entre nosotros.
Mi corazón y mi respiración comenzaron a acelerarse cuando despegó sus labios de los míos y comenzó a besar mi mandíbula hasta descender por mi cuello. Mi camisa ya estaba abierta, así que tuvo acceso a mis clavículas, donde depositó pequeños besos. Me mordí los labios con fuerza, era malditamente agradable la sensación de ser tocado por alguien más, sobre todo cuando se notaba que sabía lo que hacía.
— Hay que apurarnos — dijo con la voz rasposa contra mi piel mojada gracias a sus besos húmedos y el sudor que desprendía mi piel —. Rayos, RaMyeon, tienes un cuerpo bellísimo, si lo hubiese sabido antes te habría buscado terminando... el colegio — lamió mi pezón y luego lo mordió.
¿Hasta dónde íbamos a llegar?
Lo supe en el momento en el que comenzó a deshacer el cinturón de mis pantalones y luego los suyos. Para cuándo comenzamos a besarnos nuevamente sus manos se deslizaban peligrosamente por mi trasero y hacían amago de querer infiltrarse bajo mis bóxers, entonces ahí es fue todo se fue al diablo.
Mi respiración se aceleró a tal extremo que comencé a ahogarme. El pecho se me comprimió y me sentí mareado, el cuerpo empezó a temblarme y lo medio excitado que estaba se me fue de golpe. Me apoyé en la pared en lo que me alejaba del muchacho que me miraba perplejo con el pecho subiendo rápidamente. Sus labios estaban hinchados y rojizos, al igual que sus mejillas. Se veía muy tierno.
Me dio una arcada en medio de la agonía por tratar de hacer que ingrese a mi organismo una inhalación completa del aire, pero resultaba casi imposible.
— Genial y yo que quería divertirme — dijo el pelinegro. Se puso de pie y se acomodó el pantalón en menos de un segundo. Me puso en cuatro contra el inodoro, que ahora que lo veía bien lucía asqueroso, y presionó justo en la boca de mi estómago de mala manera, tanta que eche fuera todo el licor y los calmantes con violencia.
¡Cómo me dolió!
Solté un alarido al sentir que mi garganta se rasgaba por la fuerza del vómito. ¡Hasta se me saltaron un par de lágrimas!
— Ya, ¿Está todo? — me sacó del cubículo y me comenzó a mojar la cara con agua del grifo, casi ahogándome.
— Sí... — jadeé y asentí suavemente cuando me vi más despabilado. Me sentía cansado. Como odiaba vomitar, casi nunca lo hacía, razón por la cual tendía a quedar medio ido siempre que me tomaba los calmantes. Me soltó para dejar que me secara la cara solo.
— Bueno, con ésto creo que ya tengo idea de a qué te referías con "nada ilegal" — el tick tick tick tan conocido para mis oídos me hizo voltear aterrorizado hacia el muchacho.
Me había lavado la boca a medias, pero aún sentía un poco de sangre en la lengua.
— D-Dame, eso — le urgí con la mano temblorosa en lo que veía como leía los datos de mi medicamento —. ¡Dámelo! — se me salió un grito y su sonrisa burlona se esfumó de su rostro.
— Nadie me da ordenes — me tiró las pastillas a la cara —. Deberías agradecer que te ayudé, te pudo haber dado una sobredosis, encima bebiste. ¿Siquiera tomas correctamente esas cosas? Son fuertes según los componentes.
Lo miré perplejo por unos segundos, luego fruncí el ceño. ¿Cómo sabía tanto? Y ¿Quién se creía para hablarme así?
— Eso no te importa — me comencé a acomodar la camisa. Aun tenía rasgos de nerviosismo en mi cuerpo —, pero tienes razón. Gracias, no pensé que me daría una...
— ¿Crisis nerviosa? — volví a mirarlo sorprendido — Me gustan los programas médicos, qué te puedo decir — se desordenó el cabello frente al espejo.
— De todas maneras, gracias, t-tienes razón dejaré de pasarme de la dosis — le sonreí, pero ni yo mismo me lo creí.
— Sí, me da igual — terminó de acomodarse los pantalones y se dirigió a la puerta.
— Espera — lo detuve tomándolo del brazo. Nos quedamos en silencio un rato, pero seguí en vista de que esperaba a que dijera algo —. Puedo... ¿Puedo ir contigo? — si estudió en mi colegio, significaba que no era un delincuente. Quizá alguien medio puto por meterse con el primero que encontrara, por como nos enredamos con rapidez, pero no parecía mala persona. Esperaba.
— Tsk, qué molesto — se quitó mi mano de encima —. Aunque no es mala idea, estoy solo en casa, podrías hacerme compañía — abrió la puerta del baño y yo me quedé estático en mi sitio. ¿Qué quería que hagamos? Me puse nervioso de tan solo imaginarlo. Su silueta ahora algo borrosa volvió a mi campo de visión —. ¿Qué esperas? No te haré nada si eso es lo que te preocupa, solo no quiero estar solo con mi hermano ahí. Vamos — ahora sí las imágenes cambiaron —. Por cierto, soy KyungSoo — me dijo con ese porte de superioridad.
Asentí nuevamente a esa sonrisa traviesa y llena de secretos que se me antojaban saber al igual que él había descubierto el mío casualmente. Di un paso en su dirección, pero mi pie traspasó el suelo del baño, todo se volvió a poner negro de nuevo, me sentí mareado y sin rumbo hasta que sentí que alguien me movía suavemente.
— Joon... Joon... — más sacudidas — ¿Amor? — abrí los ojos — Joon, despierta, se nos hace tarde.
Unas manos suaves me revolvieron el cabello. Unos labios suaves rozaron los míos. Caricias suaves, todo suave, nada de agresión, nada de maltrato, solo amor.
— Yixing... — dije con la voz áspera por haber despertado por fin.
Era poco recurrente que soñara con el día que conocí a KyungSoo y mis padres al mismo tiempo, pero supuse que estaba todo unido en el mismo recuerdo, después de todo los tres eran mi familia más cercana, sin embargo, ahora un lindo chino con un hoyuelo muy marcado se había convertido en alguien importante para mi.
KyungSoo jamás me iba a ver como algo más que su mejor amigo o incluso su hermano gracias a la relación de respeto en la que nos enfrascamos luego de esa noche, pero con Lay me había dado cuenta que quería más que una amistad sincera, con mucha confianza y llena de aventuras. Quería amor, lo necesitaba, no me había dado cuenta de eso hasta que mis ojos repararon en esa sonrisa que conllevaba la reducción de esos ojos dulces.
— Te extrañé — le dije tomando la mano que me acariciaba. La acerqué a mis labios y deposité un beso en ella.
Lay estaba encima mío y me miraba sorprendido.
— JoonMyeon, he estado a tu lado toda la noche, ¿De qué hablas? — se rió suavemente y me enamoré un poquito más, ¿Cómo no hacerlo con sus cabellos rubios cayéndole descuidadamente en el rostro?, era simplemente lo mejor del mundo.
— Sí, lo sé, pero no en mi sueño, así que te extrañé — me levanté para hacer que quedara sentado en mi regazo —. Deberías empezar a aparecer en cada uno, eres un novio irresponsable — besé la punta de su nariz mientras apartaba un mechón de su rostro.
— Yah... pero se supone que tú controlas tus sueños — me respondió apretando mis mejillas.
— Sí, pero no sé hacerlo del todo bien, así que como mi novio, debes hacerte responsable de mis sentimientos — le saqué la lengua y comenzó a reírse.
— Eres un tonto — se acercó para besarme.
Sabía a pasta dental y su lengua era suave al tacto. Me encantaba todo de Yixing, era lo que inconscientemente había estado esperado y lo mejor era que me aceptaba con todo y mi adicción. Cuando me vio por primera vez decaer ante mi crisis prometió ayudarme a mejorar y le prometí poner todo de mi parte para que no se repitiera y por primera vez luego de hacer esa misma promesa mil veces, tuve la esperanza de que podría superar mi problema si era con tal de estar a su lado, porque como me había dicho, cualquier día podía matarme y ya no podría volver a verlo ni oír como me decía "Te amo" sobre mis labios en medio de un beso.
Lo haría por él. Evitaría hasta la más mínima dosis.


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¡Acá me tienen de tardona y actualizando en el peor momento!
Capítulo corto porque quería cerrar la línea de tiempo del SuSoo así quedaba bastante clara su amistad.
Espero que les haya gustado, perdón por la demora. Al final no di mi examen de coreano la semana pasada porque me moría de miedo xD Así que lo di el sábado y bueno, hoy me dieron los resultados... ¡APROBÉ! ¡PASÉ A NIVEL 4! ¡Shorooooooooooo!
Ya sé que seguro se preguntarán porque no hago bardo con lo que salió sobre el baby aka JongIn, pero no es el lugar así pues seré breve, no le creo ni madres a la SM. Buena empresa, mierda de manipulaciones. Fin.
¡Espero que les haya gustado! A los que se unen recién, quiero decirles -> ¡BIENVENIDXS A ESTA RETORCIDA HISTORIA! ¡Juro que soy normal! okno :c Gracias por leer ;3
¡Gracias por leer! Buena noche// Buen día, Rivers22S.
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