Capítulo 23: Él - Parte I
POV JongDae
MinMin mordía su lápiz con nerviosismo, como si tuviera buen sabor y de alguna u otra manera hacer eso le daría las respuestas del examen. El martirio de los exámenes había empezado hace ya dos semanas, por lo que las tardes tranquilas habían pasado a ser de estudio a pleno, y ya ni me dejaba tocarlo porque quería aprobar todo.
Por otro lado, estaba yo, estudiando de lo que Min me decía en voz alta, porque las clases de ética y sociología eran las únicas que compartíamos. Yo estudiaba música y Min, diseño, nada que ver una carrera con la otra, pero está Universidad era integrativa, así que en ciertas clases, chicos de diferentes profesiones, coincidían. Tal como nosotros.
Las cosas habían ido muy bien entre nosotros, puesto que Min confiaba en mí y ya no veía resaltada esa vena celosa cada vez que KyungSoo se me acercaba a fastidiarme, era como si lo hubiera aceptado al igual que una mancha en la pared, estaba ahí y fastidiaba, pero no había nada que pudiese hacer al respecto.
Habíamos empezado a concurrir seguido a mi departamento para estar más tranquilos. Al principio la idea no le agradó a sus amigos en absoluto, porque se suponía que los seis iban a permanecer juntos, pero la verdad era que aunque amaba a mis amigos, a veces resultaba molesto estar tanto tiempo juntos, sobre todo cuando KyungSoo iba a quedarse a dormir al bloque porque BaekHyun estaba ocupando su casa con alguien más o no sé qué lío tenían, porque KyungSoo llegaba la casa con un humor de perros. No había quién lo aguante.
LuHan tuvo que cambiar de trabajo. Resultó que SeHun había estado resfriado, por lo que no sintió el olor a grasa que había estado desprendiendo LuHan los últimos días. Ahora era un lindo cajero de medio tiempo en una farmacia.
Kris y Tao siguieron haciendo de las suyas en su mundo, casi ni se los veía, pero para los exámenes tuvieron que permanecer más tiempo en casa. Su profesión no era algo tan complicado a mi parecer. Ambos estudiaban fotografía, así que hasta donde me había contado Min, alquilaban un auto cada vez que podían y se iban a practicar a diversos puntos de la ciudad y si no aparecían en un par de días, era porque visitaban las provincias.
El padre de Tao le mandaba dinero para que pudiera estudiar tranquilamente, al igual que los de Kris, pues hacían prácticamente lo mismo. Sus familias eran ricas, por ende no era muy importante su ausencia en su país natal. Tampoco tenía idea del porqué vinieron a Corea, pero esa era una duda que resolvería con el tiempo.
Otros ensimismados en su relación eran Lay y SuHo. Las últimas semanas, luego del incidente en el pub, ambos comenzaron a cambiar su rutina. Se levantaban temprano a hacer ejercicios, para luego salir a correr y traer comida desde el centro de la ciudad para todos. Yixing estaba poniendo mucho de su parte para apoyar a SuHo y lo que fuese que tuviese con los medicamentos, lo cual me pareció bien.
También estaba JongIn, el primo de LuHan. ¿Qué podría decir de él?
JongIn había empezado a trabajar en en un estudio de música dando clases de piano. Según nos había comentado LuHan, se le daba muy bien deslizar los dedos por sobre las teclas de color blanco y negro. También nos comentó que desde pequeño había desarrollado el arte de crear música, hasta tal punto en el que se lo consideró un niño prodigio a sus cortos diez años, en su escuela era muy solicitado por las madres en el intento de guiar a sus hijos por el buen camino del arte. En fin, el chico ocupaba sus tardes ahí, lejos de todos nosotros, pero sobre todo de KyungSoo, aunque había notado que ya no se lanzaban comentarios mordaces, simplemente se ignoraban cuando tenían que compartir la mesa o a lo sumo, intercambiaban unas cuantas palabras. Algo había cambiado entre ellos.
Luego intentaría ver qué pasaba, pero ahora mismo tenía otros asuntos que atender.
Mis ojos iban de la nariz perfilada de Min hacia sus labios que envolvían la madera del lápiz, luego pasaban a seguir el ritmo de sus dedos formar una melodía impaciente sobre el escritorio, para continuar subiendo por sus brazos y llegar a sus hombros, también intercalaba mis observaciones con sus piernas envueltas por la tela de los jeans negros que dejaban ver sus rodillas, los cuales resaltaban su piel blancuzca y me hacían retornar a su rostro, sus cabellos ahora rubios y esos mechones juguetones que adornaban su rostro, como si quisieran resaltar la belleza que desprendía mi novio.
Mi novio — ¡Qué bien sonaba esa oración tan corta y significativa!
Me mordí el labio cuando cruzó las piernas, mi corazón se aceleró y me recliné más sobre mi examen. Si no fuera porque se puso a escribir, ya me hubiese parecido que lo hacía a propósito.
Lo que amaba de Min era que dentro de su adorabilidad, también guardaba a un hombre seductor y sagaz, hasta tal punto que hacía que perdiera la cabeza cuando a él se le daba la gana. Como ahora que por fin reparó en mí y me guiñó con uno de sus almendrados ojos.
Suspiré como quinceañera embobada con el chico que le gustaba.
— Señor Kim, parece que ya terminó su examen — me sorprendió el profesor sacándome la hoja sobre la que estaba recostado. Lo miré algo avergonzado.
El señor Cho miró mi examen y luego a mí. Por unos segundos me observó con los ojos entrecerrados y luego a MinMin. Cuando, al parecer, obtuvo una respuesta a lo que sea que buscaba con sus hurgadores ojos, volvió a hablar.
— Señor Kim MinSeok, ¿No le parece que el Señor Kim JongDae debe responder por sí solo su prueba? — sacudió mi examen resuelto como si fuera poca cosa.
Min frunció el ceño y me miró haciendo un puchero, que en mi opinión, era hermoso.
— Me disculpará usted — respondió educadamente mi novio —, pero no le he dado ninguna respuesta a mi compañero. Que esté mirándome como tonto no significa que sea porque yo tenga que pasarle una respuesta — inclinó la cabeza y me miró a los ojos. Había una chispa de diversión en sus ojos —. Es más, Señor Cho, creo que si JongDae ya terminó con su prueba, ¿No sería mejor si se retira y me deja resolver la mía?
Mi corazón se partió en dos y la sonrisa que hacía juego con la suya se fue directo al tacho de basura que nos recibía al entrar al aula.
— Eso es cierto, Señor JongDae — miré a mi profesor revisar mi examen mientras regresaba a su escritorio y ya ubicado ahí, me miró con una ceja levantada —. ¿Qué espera? Tome sus cosas y retírese, Señor Kim, vaya a su siguiente clase, ésta ya terminó para usted. Nos vemos mañana.
Suspiré y tomé mi mochila, metí algunas de las cosas que tenía en el escritorio y salí, no sin antes echarle una mirada recriminadora a Min. En el momento en el que pasé por su lado, se me ocurrió la venganza perfecta.
Todo ocurrió demasiado rápido y demasiado lento al mismo tiempo. Me estaba jugando una semana de abstinencia, pero valdría la pena si le devolvía la jugada a mi adorado de abdominales duros.
Una linda sonrisa divertida se formó en su rostro cuando me detuve a su lado, pero desapareció cuando lo tomé sorpresivamente de la nuca y lo besé sin descaro. Ni siquiera esperé a que me respondiera, porque abrió la boca por la sorpresa y yo metí mi lengua acaparando todo el espacio disponible.
Habrán sido cosa de segundos antes de oír que el profesor Cho lanzaba una maldición en voz alta y la clase entera pegaba un salto por haber estado al tanto del espectáculo que habíamos formado en el aula y no resolviendo su examen.
Cuando separé nuestras bocas un pequeño hilo de saliva quedó colgando de los labios de MinSeok hasta su mentón, así como la estupefacción en la que estaba sumergido. No dije nada más y salí del aula con la frente en alto. De fondo tenía las amenazas de mi profesor, más poco me importó, siempre podía repetir el curso o hacerlo en otro luego.
**
El resto de las horas de clase transcurrieron con tranquilidad, ya habíamos comido todos juntos en el patio, así que luego del encuentro bastante tranquilo y lleno de risas, cada uno tomó su camino. MinSeok no había mostrado ni sus luces luego de lo que le hice, de seguro estaba furiosos, pero bueno, él se lo había buscado.
Yo lo amaba, pero también me fastidiaba que me hicieran bromas, sobre todo porque me gustaba devolverlas el doble de intensidad. Podía considerarme un maldito y estaba bien con eso.
Ya podía anticipar las consecuencias de mi atrevimiento y estaba seguro de dos cosas. La primera era que no tendría a Baby Min ni a Mister Min por un buen tiempo, lo que significaba que me la tendría que jalar cada vez que no pudiese aguantar más su presencia pululando a mis alrededores. La segunda, era que probablemente no me hablaría una semana y algo me decía que se iría de mi departamento, idea que no me gustaba para nada, pero debía respetar su decisión porque sinceramente... Creo que me había pasado.
Suspiré por milésima vez en lo que venía de la mañana del examen. Había llegado a mi edificio luego de una poco común conducción lenta de retorno a casa. Me había tomado la molestia de demorar con la intención de que si Min se iba, pudiese sacar sus cosas tranquilamente, pero a la vez me sentía algo dolido, no quería dejar de tenerlo a mi lado.
Era una mierda estar enamorado.
Inserté la llave en la puerta de mi departamento encontrándome con la curiosa situación de que no estaba cerrada con el correspondiente pestillo, sino, que podía abrirse con facilidad.
Como acto reflejo, presioné la tecla que hacía la marcación a SeHun, ya que si había entrado alguien a robar y tenía intenciones de matarme o tomarme de rehén, tendría testigos.
El teléfono dio el primer repiqueteo cuando me adentré a la estancia. Mi hogar no era muy grande, pero tampoco muy chico, alabado HeeChul por su asesoramiento, sea donde sea que se encuentre en ese momento. Todo estaba en su lugar mientras el repiqueteo se iba a la tercera repetición, pero nadie contestaba y yo ya me empezaba a poner ansioso, ¿Qué pasaba si me atacaban?
Extrañamente todo estaba en orden, el reloj de la mesa de centro indicaba que eran las cinco de la tarde, definitivamente había demorado una eternidad en llegar, pero no había señal de que Min se hubiese llevado sus cosas, puesto que sus libros estaban en la mesa y los platos sin lavar en el lavadero cuando me asomé a ver si había alguien ahí. SeHun seguía sin contestar, así que llamé a SuHo, alguno tenía que tomar la llamada porque el silencio me estaba matando.
Seguí caminando en dirección a mi habitación. Me mantuve en silencio y evitando encender alguna luz para no alertar al intruso que pudiese estar ahí conmigo, pero al llegar a mi destino, las cosas estaban tal como las habíamos dejado en la mañana, ordenadamente desordenadas.
El ocaso del día se filtraba tranquilamente por la ventana, pero no había nadie conmigo en esa habitación o eso creí.
En menos de un suspiro, estaba bocabajo sobre la alfombra de color crema que combinaba con el tapizado de las paredes, pero poco importaba ya que una persona me tenía sujeto con una llave. Mi brazo estaba muy atrás, casi llegando a mis omóplatos. Grité de dolor y en respuesta recibí una nalgada. Volví a gritar y recibí un lametón en la mejilla.
— ¿Te gusta? — Min se balanceó sobre mí. Para ser más exactos, sobre mi trasero, simulando una penetración.
A lo poco que podía vislumbrar, MinSeok tenía solo puestos unos pantalones negros ajustados y su bello rostro estaba sonriente, pero con malicia. El que me tenía inmóvil era Mister Min, lo cual hizo que temiera por mi retaguardia.
Le habíamos puesto nombres a las dos caras de Min cuando teníamos relaciones sexuales. ¿Por qué? Pues porque resultaba divertido al momento de tomar las riendas de la situación, ya saben, cosa de amantes.
Si me dieran a elegir, no sabría a quién elegir, porque por un lado tenía a Baby Min, tan lindo y tímido al momento de desvestirse, tan delicado y erótico al momento de subirse encima mío o dejarme paso en medio de él para que lo tomara. Se me escapó una lágrima de puro gusto al recordar sus caricias suaves, besos delicados en mi pecho. ¡Definitivamente Baby Min era mi adoración!
Por otro lado estaba Mister Min, quien me volaba la cabeza, justo como ahora.
— Dime, JongDae-ah, ¿Te gusta ésto? — pegó su pecho a mi espalda sin soltar el agarre en el que me tenía preso. Con la mano que tenía libre entrelazó nuestros dedos, en respuesta apreté mis dedos también.
Más allá estaba mi celular, complementando el sonido de mi respiración agitada con las preguntas que hacía SuHo desde el otro lado de la línea. Justo había tomado la llamada.
— JongDae, ¿Qué pasa? ¿JongDae? ¿Hola? ¿Me escuchas? — silencio — Creo que marcó mi número por accidente — y colgó.
Mister Min y yo intercambiamos miradas por unos segundos. Ninguno dijo nada porque sabíamos lo que acontecería. No siempre era así, a decir verdad, solo nos daba la locura según los antecedentes y juegos previos al sexo, dependiendo de si tentando a la suerte terminaba siendo el trabajador o el que sería trabajado.
Tan rápido como acabé reducido a un saco de boxeo, ahora estaba boca arriba siendo desvestido por la ferocidad de unas manos veloces que me tocaban el pecho, la cintura y apretaban cada centímetro de mi piel. Intenté tocarlo también, pero rápidamente ponía mis manos a ambos lados de mi cabeza, dejándome a su disposición, sumiso.
Me retorcí cuando sus labios rosaron mi piel ardiente, porque sí, parecía una llama llena de vida, flameando persistente y dándole pelea a esos besos húmedos que tenían planeado apagarme. La sensación me encantaba.
Sin embargo, mis sentamientos eran confusos. Míster Min solo presionaba mis muñecas cada tanto, pero sin llegar a lastimarme y a la vez, yo mordía sus labios cada vez que me besaba, pero sin la intención de herirlo. Era algo así como un juego rudo, uno que me indicaba que estaba solo un poco molesto.
Su tacto me erizaba la piel hasta tal punto que empecé a creerme que lo de estar en llamas dejó de ser una metáfora. Su aliento chocaba contra mi piel, o labios húmedos, cada vez que se separaba para mirarme a los ojos expresando muchos sentimientos encontrados, pero ninguno era de culpa o siquiera se acercaban a ser puros. Todo lo contrario era la lujuria encarnada.
—Dime, JongDae-ah, dime porqué estoy encima tuyo y tú te dejas hacer tan a gusto — volvió a restregarse con fiereza contra mi parte baja, logrando que se me escapara la bocanada de aire que no tenía ni idea que había estado conteniendo.
Me concentré en formular una respuesta, pero maldita sea, sólo quería que me basará sin descanso y llegáramos más allá ahora que sólo estábamos en bóxer. ¿Era tan difícil?
— ¿Qué pasa? ¿Ahora no quieres hablar? Hummm... No pareces tan valiente como esta mañana — me mordió la barbilla —. Mi hiciste pasar un momento incómodo, ¿Sabes?
Su aliento chocaba contra mi piel descubierta, tan caliente, tan fría, tan...
— Oh... — méndigo Mister Min. Había asentado de lleno el trasero contra mi pene. No resistí más, estaba a punto de explotar.
— L-La tortura, ¿Es necesaria? — le dije ya dejándome de rodeos. Lo tomé de las mejillas y acerqué nuestras bocas.
Al inicio me siguió el beso, pero luego de unos segundos me apartó tomándome por los hombros y negó con una sonrisa. Luego de un par de segundos más ya estaba desnudo y siendo acariciado de arriba a abajo, pero sobre todo en esa zona. Mi pecho subía y bajaba, mi estómago se contrajo cuando entre beso y beso llegó a mi pelvis. Creo que me derretí en el momento en que sus delgados dedos tocaron mi zona íntima y mirándome fijamente -estaba apoyándome en mis codos para verlo mejor-. Formó una especie de anillo con sus dedos y lo apoyó en la punta de mi pene y fue descendiendo muy lentamente hasta llegar a la base.
Me deshice en suspiros y tiré la cabeza para atrás mientras mordía mi labio inferior. Si tuviera que comparar las caricias de Mister Min con algo, serían con el sonido que te brindaba la lluvia en plena tormenta. Era poético, dulce, suave, arrullador, pero al mismo tiempo poseía una intensidad desmesurada, tan avasallante como ella sola y abarcativa, sobre todo eso, porque tomaba todo lo que lo rodeaba y lo hacía suyo. Sin miramientos, sin dudas, sin restricciones, así eran las caricias de Mister Min, porque mientras deslizaba sus dígitos por las extensiones de mi piel sensible expuesta. Era como si la melodía que te brindaba una tormenta te envolviera.
Podías caer lentamente o todo lo contrario, con la mayor celeridad. Podía llevarte al fin del mundo y mostrarte todos los placeres que jamás imaginaste llegar a ver y a la vez, tenerte muy presente, muy estático, muy conciso.
Yo amaba la música a tal extremo que los arrullos que significaban sus caricias, sumadas a las sensaciones que despertaban en mi cuerpo sus besos, sus jadeos mezclados con los míos, eran la melodía perfecta para nosotros mismos. Eramos los compositores y los espectadores de la sinfonía tan singular que se formaba dentro de las cuatro paredes y la puerta abierta que solo nos deja entrar y salir a nosotros, pero que en éstos momentos servía de vocera para informar al resto del inmueble que nuestros cuerpos se estaban rozando, fundiendo, convirtiendo en la melodía que impone la lluvia que ahora mismo se liberaba en el exterior.
Mientras era tomado con cariño y me retorcía de placer, era capaz de ver las gotitas de lluvia chocar contra el cristal de la ventana, ¿Estaba pronosticada siquiera? Qué más daba.
Haciendo acto reflejo, las gotitas de sudor que desprendía mi piel y la de Mister Min producían unánimemente una caía libre hacia la alfombra, pero no podía prestarles atención. Solo lo sentía a él.
Él tirando de mis caderas para que alcanzara una posición más cómoda.
Él pegando su pecho contra el mío para que el galope de nuestros corazones se fusionara con la sinfonía del exterior, nuestros jadeos y los roces de nuestras pieles.
Él dándome motivos para amar la música un poco más de lo que ya lo hacía.
Él llevándome al éxtasis cuando invirtió mi posición apartándose y generando un escalofrío mortal al sentirlo lejos, pero reponiendo la ausencia con el remonte de la situación de una manera más salvaje.
Porque Mister Min es así. Me llevaba y me traía, me empujaba al precipicio, pero no me dejaba caer solo porque lo haría conmigo. Porque me llenaba por completo con cada empuje que me propiciaba y porque hacía que deje de oír la música cuando ya estoy cerca de lo que es el final, trayéndome nuevamente con más ansias de escuchar esas notas que eran la inspiración de ciertos días en los que no me lamento ser un fastidioso, en los que no me arrepiento de ser vengativo como él, en los que no me arrepiento de dejarlo ser quien quiere ser, en los que no me arrepiento de haberlo conocido a él.
Cuando el concierto que le brindamos a los muebles culminó y caímos rendidos en la alfombra de mi habitación, supe que es momento de hablar, aunque en medio hayamos compartido cosas como "te amo", "te deseo", "eres hermoso" y "nunca me cansaré de ti", porque sé que no podemos vivir en esa nube de ensueño en la que nadie más que nosotros puede entrar, porque estamos asediados del resto y está bien así, porque aunque sea Baby Min o Mister Min, ambos siempre serán mi Kim MinSeok.
— Se supone que no deberías disfrutarlo — dijo quedo contra mi oreja al mismo tiempo que apretó mi cintura en un abrazo.
— Es imposible si tus castigos son placenteros, ¿Sabes? — le dije medio riendo, pero con un ligero aturdimiento por los espasmos de la excitación.
Nuestras respiraciones aún resonaban como legajos de lo que había sido una de mis sinfonías favoritas.
— Aún sigo fastidiado por lo que hiciste. Tuve que explicarle al Señor Cho que eres algo así como mi amante — besó mi hombro y se me erizó la piel por la conexión que teníamos a pesar de haber estado y seguir estando pegados como imanes.
— ¿Fue vergonzoso para ti? — cuestioné. Cabía la posibilidad de que fuese algo tedioso explicar ese tipo de situaciones a un profesor, sobre todo viviendo en el país en el que estábamos.
El silencio cubrió los espacios y supe que estaba pensando las palabras correctas para que pudiera decirme lo que quería explicar con algo no carnal como hace unos instantes.
— No es eso — habló por fin —. El problema es que no quiero que se haga pública nuestra relación, ¿Entiendes?
Me quedé estático, pero me mantuve sereno, tenía que dejar que se explicara. Mal interpretar las palabras no era algo recomendable, menos cuando acabábamos de hacer el amor ¿O es que sería como esas películas? Esas en las que luego de la noche pasional uno de los amantes abandonaba al otro y se quedaba ajeno a todo, pero sobre todo a sus sentimientos.
— Lo siento — logré decir en vista de que estaba esperando algún tipo de respuesta y yo no se la daba. Los minutos daban prueba de ello.
Me dio la vuelta lentamente y entrelazó nuestras piernas y brazos. Pude ver su rostro con algunos rastros de sudor en su frente. Su cabello rubio se pegaba a su rostro, no exactamente igual a la mañana, porque la humedad hacía que casi se fundiera con su piel. Nuevamente mi corazón no pudo contener el regocijo por tener cerca a alguien tan hermoso, pero a la vez, lo regañé mentalmente porque las apariencias no lo eran todo, porque no podía vivir solo de sonrisas y porque quizá no debería ser tan demostrativo.
— No tienes de qué, me gusta cuando eres así — conecté mis ojos a los suyos para que me diera una respuesta más profunda —. No me malinterpretes, Dae. No es que me avergüence de ti — despegó uno de sus brazos que estaba entrelazado con el mío y formaba un bello contacto —.
>Lo que quiero decir, es que no quiero que sepan de ésto que tenemos, que aunque parezca una buena relación de amigos hay algo más — su pulgar delineó mi pómulo —. Te quiero solo para mí porque te amo y no me gusta compartir. Eres una de las personas más importantes en mi vida y has logrado eso en cuestión de meses en comparación con otras personas. ¿Cómo te lo explico? Ahora mismo eres mi todo y no sé qué haría sin ti, me gustas mucho más de lo que te imaginas. Es por eso que el hacer que otros sepan que tenemos algo, me crea la sensación de que van a querer arrancarte de mis brazos y no solo eso, sino de mi corazón — se señaló el órgano que palpitaba dentro de su pecho.
>Y créeme que moriría si eso llegara a ocurrir. Te amo Kim JongDae — me sonrió mostrándome mi curvatura favorita —. Incluso nuestros apellidos son iguales, ¿Te das cuenta que estamos destinados de una manera inimaginable?
Solo fui capaz de asentir, porque lo que me acababa de decir era demasiado hermoso. Para un huérfano como yo, que alguien que no fueran mis amigos me dijera que me quería y que me necesitaban no como una amistad perenne, sino como algo más fuerte, era simplemente hermoso.
Mister Min era excitante y avasallante, pero yo estaba enamorado de MinMin, quien no solo era era hermoso físicamente, sino que tenía un corazón de sentimientos solo para mí.
— Me gusta eso — alcancé a decirle antes de fundirnos nuevamente en un beso que esperaba que solo dejara de repetirse por necesidades humanas básicas y no por corazones tristes.
**
Luego del rollo romántico en el que me hacía sumergirme MinMin, pasamos el resto de la tarde tonteando y mirando películas.
Los días también pasaron, un par de estaciones cambiaron, mis amigos y sus relaciones fueron avanzando, incluso KyungSoo avanzó. Todo anduvo tal como debió estar por bastante tiempo, hasta aquella tarde.
Si bien BaekHyun y KyungSoo habían mantenido su "relación" medio amical, medio romántica a flote y de manera tranquila, ya que según ellos no tenían problemas al ser "libres" y sin "ataduras", las visitas nocturnas de KyungSoo a la casa de los chicos se habían hecho desmesuradamente más frecuentes, puesto que terminaban con él recibiendo una llamada del rubio carita de "yo no mato una mosca" y hacía que el pobre pelirrojo terminara quedándose a dormir en la habitación que ya no habitaba Min, quien definitivamente se había mudado conmigo.
Naturalmente KyungSoo y su orgullo se querían largar, pero gracias a SuHo, terminaba accediendo a quedarse ahí. Incluso su perro ya se había acostumbrado al patio trasero del piso, hasta tenía su casita y sus juguetes, además de la bolsa de balanceado en el mueble de la cocina. Fuera de eso, presentía que algo no estaba funcionando entre ellos desde hace unas semanas. KyungSoo hacía que todo pareciera no importarle, pero parecía que su corazón le había jugado en contra en algún momento, porque lo veía pensativo mientras observaba a su mascota olisquear los arbustos para mear. Sin mencionar las veces que lo pillé discutiendo con BaekHyun en la entrada de la casa.
Era una suerte que no se hubiese desaparecido hasta ahora, porque normalmente solo se iba, pero parecía que ésta vez, por lo menos, estaba algo decidido continuar la universidad. Me pregunté si era porque BaekHyun había sembrado algo en él, pero no pude obtener la respuesta clara hasta, repito, esa tarde.
Ya había pasado una semana, pero parecía que había sido ayer cuando se escuchó el derrape de la motocicleta contra la acera, haciendo que saliéramos alarmados al porche, creímos que se había matado o algo, pero nos encontramos con un KyungSoo de ojos hinchados y cabellos alborotados.
Lo primero que hicimos fue verificar que no se hubiese lastimado, afortunadamente no lo estaba, y lo siguiente fue preguntarle el motivo de su estado.
Lo primero que hizo fue preguntar si no habíamos visto a su pareja -no pareja- por ahí. Naturalmente negamos el hecho, porque ese chico solo se aparecía si KyungSoo estaba con él. Luego de eso se limitó a pedirnos que lo dejáramos descansar en la habitación que tenía asignada y antes de que respondiéramos la ocupó. Durmió durante un par de horas, hasta que unos golpes en la puerta volvieron a alertarnos. Estábamos todos menos JongIn, pero descartamos que fuera él porque tenía llave.
Me levanté a abrir la puerta y me encontré con un rubio de mejillas con un rosado intenso, manos temblorosas y ropa desarreglada.
— ¿KyungSoo está acá? — preguntó mirando el interior de la casa, pero al no verlo, gritó — ¡KyungSoo! ¡Sal! ¡KyungSoo! — lo miramos alarmados, porque no pensamos que se pondría a gritar, pero sobre todo no esperamos que efectivamente Kyung saliera de la pieza y mantuviera las ojeras y los ojos rojos. No olía a porro, así que no se había drogado, sino que se había quedado dormido llorando.
— Chicos, ¿Está todo bien? — intervino SuHo, pero los dos lo ignoraron olímpicamente.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó mi pelirrojo amigo al pequeño rubio, quien parecía sorprendido de verlo así, tan... no él.
Sinceramente fue una de las imágenes que esperé no volver a ver en mucho tiempo, porque la última vez que lo vi así fue por ChanYeol y creo que ese día, BaekHyun había clavado su propia espina o eso creí.
— ¿Cómo que qué hago aquí? Te busco, ¿Qué más? — se acercó para tomarlo de la mano, pero Kyung se la apartó de un manotazo que retumbó en la habitación.
Ninguno se atrevió a intervenir en su discusión, la curiosidad era más grande, pero si se les iba la mano, definitivamente pondríamos nuestra parte en el asunto.
— No me toques, imbécil, es más, lárgate — mi amigo dejó de mirarlo, como si se tratara de algo asqueroso, como si no valiera la pena reparar en él.
— ¿Qué te pasa? — la voz de BaekHyun se rompió a mitad de la pregunta. Un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas, pero se las limpió rápidamente — Sinceramente no te entiendo, fuiste tú quien dijo que no importaba si salíamos con alguien más, ¿A qué viene esa actitud tuya? ¿Eh? ¿Te jode que salga con alguien? — ah, eso era. Con razón ya ni paraba en lo del rubio, se había enganchado con otro, era de esperarse.
— Me vale una mierda tu vida amorosa, ahora vete, déjame tranquilo — Soo siguió sin dirigirle una mirada y el rubio medio que se fastidió.
Lay, SuHo, Kris, Tao, LuHan, SeHun, MinMin y yo estábamos ahí como espectadores en primera fila de lo que sería la discusión del año.
— Claro que no. Dijiste que estaríamos juntos y nos haríamos compañía, lo prometiste y ahora te necesito, quiero contarte de qué va la cosa — volvió a hablar el rubio de manera suplicante, pero KyungSoo parecía imperturbable.
¿Qué rayos había pasado entre esos dos? Porque sinceramente KyungSoo había estado muy pensativo últimamente.
— No me interesa tu relación. Qué te digo, mierdas como esas no merecen mi atención, así que vete, pierdes el tiempo — volvió a decir. Su rostro ya se había vuelto serio y daba algo de miedo, pero a la vez, se notaba que le estaba afectando todo. Decidí intervenir, pero siguieron con su discusión.
— No me voy sin ti. Eres un egoísta, yo tengo que escuchar todas tus mierdas y apoyarte, pero cuando quiero que me apoyes en algo importante para mí, ¿Me dejas una estúpida nota diciendo que lo nuestro no funciona más y que te vas? ¿Por qué eres así? — le volvió a reclamar, pero Soo solo le respondió con el silencio que era corrompido por nuestras respiraciones — ¡Habla! ¿¡Qué te ocurre!? — BaekHyun se acercó para sacudirlo de los hombros, pero KyungSoo perplejo por el repentino acercamiento lo empujó logrando que el más bajo terminara cayendo de culo sobre la madera del suelo.
— Te dije que te fueras, o ¿Quieres que te saque a patadas? Porque ganas no me faltan — se acercó a él y BaekHyun retrocedió apoyándose e impulsándose con sus manos.
KyungSoo estaba decidido a patearlo o como mínimo pisarlo, por lo que lo detuve justo en el momento en el que alguien más apareció en la entrada y abrió los ojos de par a par cuando vio al rubio paralizado en el suelo.
Creo que me si dijera que no me dio un subidón de adrenalina, mentiría, porque fue así. Se me agarrotaron los músculos, me temblaron los brazos que envolvían el cuerpo, también tembloroso, de Kyung, pero que en definitiva no se comparaba con lo que probablemente estaba sintiendo él. Porque mierda y más mierda, no podía ser posible. En ese momento comprendí todo, absolutamente todo. KyungSoo se había enterado de quién era el amante de BaekHyun y me sentí terrible.
Frente a la mirada de todos los que estaban conteniendo la respiración estaba Park.
Park ChanYeol.
Créditos de la foto: Abril, mi bebé hermosa <3
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¡Ya sé! dijisti qi ictiliziriis il dimingui, bueno estaba cansada porque terminaba de cursar, además el sábado tuve la clase de coreano y acabamos tarde :c
Lo bueno, es que aprobé el curso en el que estaba, así que, valió la pena todo mi dolor T-T - a nadie le importa u.u
¡Tardé semanas, lo sé! En compensación será una actualización de (3)tres partes, reviso el siguiente capítulo y en un ratito lo subo.
Me quieren matar lo sé.... YEHET -HUYE-
Rivers22S <3
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