Debilidad
Dinaí
Lanzarse hacia un objeto movible o incluso inmóvil, cuando tienes una herida a medio cerrar, no es buena idea. En primera, la furia anestesia ciertas sensaciones debido a que toda la concentración está en un único fin: lastimar. Pero no significa que la punzada profunda y urente no esté ahí. El dolor recorre como un latigazo desde mi abdomen hasta las piernas e incluso mi pecho. En cuanto hago fuerza, mi cuerpo reclama y no es agradable. Aparte, mis piernas no soportan mi peso, ¿pues cuánto tiempo pasó?
Grito y caigo. Estoy débil, estoy tensa, estoy lisiada. Bueno, eso último no cuadra porque me pude mover, pero es casi lo mismo porque ni siquiera puedo sostenerme en pie debido a mis lesiones. Mi lesión; la lesión que ocasionó Mateo quien al verme tirada en el piso, rápidamente se inclina y trata de ayudarme, sostenerme o algo parecido. Es automático, lo repelo con mi brazo derecho, el que no se golpeó cuando caí, aparto bruscamente sus brazos que buscan acogerme y le grito que no me toque.
Por el infierno; mi voz suena chillona, mucho más que de costumbre, supongo que las cuerdas vocales también se atrofian si no se usan. Solo espero no quedarme así para siempre.
Aún soy presa de esta ira, así que al ver que Mateo da un paso hacia atrás y que adopta una expresión herida, me siento triunfante; un sentimiento de satisfacción sube desde mi estómago hasta mi cerebro y no logro evitar sonreír. Me ataca el deseo de reír hasta deshacerme de esta incomodidad y tensión, pero hacerlo me es imposible. La risa es un reflejo de sensaciones agradables, incluso es un mecanismo de defensa. Pero dentro de mí todo se reduce a un único fin: Dañar y la risa no se puede pervertir para eso; yo no quiero eso.
Mejor me centro en levantarme. Mis brazos conservan un poco más de fuerza que mis piernas, así que no me siento tan mal cuando tomo con fuerza la base de la cama y trato de alzarme hasta ponerme en pie con ayuda. Habría caído de nuevo de no ser por el imbécil de Mateo que no pudo aguantar el deseo de ayudar y corrió de nuevo en mi auxilio. Esta vez las palabras hirientes y gritos no son suficientes, pues en ningún momento se aleja, al menos no hasta que estoy de nuevo en la cama con las sondas y agujas en su lugar. No me di cuenta, pero me arranqué la aguja que tenía en la muñeca derecha. El dolor de la herida en el abdomen debió ser muy fuerte como para no sentir el de la muñeca.
Lo peor es ponerme la sonda urinaria de nuevo, me quitan la que tenía (me la desacomodé) e insisten en ponerme una nueva. Por supuesto me rehúso, pero ahí nadie presta atención a lo que digo. Las enfermeras hacen sus actividades con la vista clavada en el suelo y no sueltan una sola palabra. No contestan una sola de mis preguntas, el único es el tonto de Mateo y cada que escucho su voz, las ganas de irme contra él de nuevo crecen más y más.
—¿Dónde está mi papá?
Después de hacerme a la idea de que ninguna de estas estúpidas enfermeras me va a contestar, decido sacarle información a Mateo, algo debe poder decir. A estas alturas, ocultar algo ya no sirve de pito, ¿cierto?
—No sé, creemos que se lo llevaron.
¿Qué chingados? Espero que se refiera a la ambulancia porque si se lo llevaron las personas malas, será imposible poder recuperarlo. Y si lo pierdo a él, me quedo sola. Sin Haziel, sin mamá, sin Germán...sin papá voy a terminar matándome. Me quedo viéndolo con una ceja alzada esperando que continúe, no puede dejarme a medias.
—Como te habrás dado cuenta, llegó la gente del criminal —ah, sí, todo por Valentina, ya sabía yo que esa mujer pálida como un cadáver no tenía nada de buena—. Pensamos que podríamos acabar con el gran imperio de una vez, pero ni siquiera estaba el mafioso principal. Solo herimos a unos cuántos, nos hirieron a varios y...tú estabas cerca de tu padre, pero nadie quiso ayudarme, ni siquiera querían ayudarme contigo. Así que él se quedó atrás. La policía volvió a la escena una vez que todo se calmó, pero no estaba tu papá; por eso creemos que se lo llevaron.
Vale, me he decidido a no sufrir más ataques de pánico porque ya estoy hasta la madre de verme como una chica frágil a la que hay que auxiliar porque su corazón late tan rápido que en algún momento podría pararse o simplemente ahogarse porque no puede respirar. Y yo sé que esto no se arregla solo con desearlo y ya, el psiquiatra me lo dijo, pero no es ningún secreto que hay un factor psicológico en todo esto y si quiero empezar a mejorar, debo aprender a calmarme.
—¿Y por qué chingados se lo llevarían los malos? —cuestiono con voz tranquila y en tono neutral—. No me digas que el mafioso principal no estaba porque sé que Valentina planeó todo y ella estaba ahí. Siempre me pareció sospechosa, pero cuando Gustavo intentó matarme entendí que tenía razón.
Mateo frunce el ceño, parece confundido. Pero es que todo es tan claro, ¿Qué no se da cuenta? Joder, él es quien forma parte de una organización con tecnología de primera y agentes en todas partes, que no quiera parecer el que no sabe nada. Listo, se equivocaron. El olor de Gustavo era el mismo que el del tipo que casi nos mata hace tiempo; el día que tiré la toalla y me alejé de Mateo. ¿Coincidencia? No, porque nada en esta vida es coincidencia. Pertenecen a la misma mafia, no me di cuenta antes por idiota, pero ahora recuerdo todo con claridad, con lujo de detalles y a mí nadie me va a tratar como si no supiera un carajo. Valentina y Gustavo eran hermanos, Gustavo tenía el aroma a loción y jengibre. Respuesta= Valentina es la mafiosa.
—El ADN del mafioso y el tuyo coinciden en un treinta por ciento —¿qué verga está diciendo este pendejo?—. No sabemos la identidad, pero sabemos que es pariente tuyo y como el ADN de tu madre no coincidió con el del mafioso, creo que viene del lado paterno.
No es la primera vez que quedo como estúpida, pero ahorita me siento una desconocida. ¿Quién les dio ADN de mi madre? El mío supongo que lo tomaron cuando estaba inconsciente, pero mamá murió hace años, su cadáver ya ha de ser huesos y exhumar un cuerpo requiere permiso y tiempo. A menos que lo hayan sacado del expediente que tiene la policía, lo cual es perfectamente coherente. Y solo porque no coincidió el de mamá dan por hecho que papá es quien tiene nexos con el dichoso mafioso que buscan desde hace tiempo. Bueno sí, si no es mi mamá, es mi papá. Pero no, no tiene sentido. Papá es un hombre de negocios, obviamente ha crecido y tiene dinero porque le ha echado ganas y es bueno en lo que hace, pero no es una mala persona capaz de crear un imperio de mafia. Para eso debió tirar a otras mafias, carteles y demás, él jamás podría hacer eso. No es una mala persona...excepto que la muerte de un ser amado te cambia; primero el engaño, luego el fallecimiento. Y se alejó de mí, dejó de ser policía y nos convertimos casi en desconocidos. No, imposible, papá no es así.
Mierda, ahora quiero vomitar. Me centro en respirar profundo, en poner la mente en blanco o en otro color y en no pensar que algo tengo que ver con la mafia. "Tranquila, Dinaí, no más ataques de pánico, por favor."
—Mi mamá tenía un amante —suelto de improviso, vaya, de todo lo que pude haber dicho eso sale—. Tal vez se conocían desde antes de mi nacimiento, pudiera ser que yo fuera hija del otro y no de mi papá.
Eso sonó estúpido. ¿Soy hija de otro que no es mi papá? Vaya, Dinaí, ahora sí te luciste. Pero parece funcionar, pues Mateo ladea la cabeza y se endereza en su silla de madera. Ha de estar incómoda, ¿desde hace cuánto estará aquí? No creo que estuviese metido aquí durante mi sueño profundo. Obviamente no, él seguro estaba preocupadísimo por la carita bonita de Catarina. Maldita pelirroja, en cuanto su rostro aparece en mi mente, la burbuja de ira que se iba desvaneciendo, cobra fuerza.
—¿Quién era el amante?
—No soy idiota, Mateo —digo mientras adopto actitud arrogante, prefirió a su pelirroja, yo prefiero hacerme la difícil—. Me tienen aquí encerrada y estoy segura de que no es un hospital común y corriente. Me disparaste aún después de decirme "mi amor" y ahora te mandan a ti para sacarme información —claro, agárrense a la que no sabe un pito —. No sé un carajo y lo poco que sé, ni pienso soltarlo tan fácil.
De pronto, la puerta de entrada que estaba entreabierta, se abre totalmente de un portazo y por el umbral asoma el hombre más atractivo que he visto en mi jodida y miserable vida. ¿Qué chingados hace el detective Serrano aquí? Lo recuerdo de la boda, estaba parado frente a mi padre y le apuntaba con el arma. Que den gracias a mi herida, porque si no, los asesinaría a todos. Catarina es la primera de la lista.
—Eso no será problema —la voz grave e imponente del detective apenas me hace reaccionar, no le tengo miedo—. Hay varias formas de hacer hablar a alguien.
—Trébol —Mateo se levanta de un brinco y se dirige a un hombre bastante bien parecido (¿dónde hacen a estos hombres tan buenos?)—. ¿Qué significa esto? Teníamos un...
El tal Trébol alza la mano y hace callar a Mateo, vaya, jamás creí presenciar eso, aunque debí esperarlo, Mateo tiene superiores.
—Mateo Payró, eres uno de nuestros mejores agentes —la voz de Trébol casi tiene un timbre de disculpa—. Pero no puedes estar en contacto directo con la principal sospechosa —si se refieren a mí es que están imbéciles—. Retírate y repórtate con Emma, ella te informará sobre tu nueva tarea.
Mateo cierra los puños con tanta fuerza, que por un momento siento que va a golpear a Trébol. En verdad lo esperaba, pero no se atreve. Solo me lanza una última mirada antes de salir enfadado y golpear la puerta antes de desaparecer. Ahora que estoy en medio de desconocidos que me miran con atención, me siento indefensa. Ahogo el efímero anhelo de que Mateo vuelva y mejor me hundo en mi ira.
Un hombre de lentes y que porta bata se acerca al monitor que hay junto a mi cama. No hay que ser un genio para darse cuenta que es el doctor. Se posiciona tan cerca que si me muevo rápido, podría morderlo.
—Estuvo una semana sedada con benzodiacepinas, respondió bien al flumazenil —¿una semana? No me jodan, ahora sí empiezo a preocuparme por mi padre—. Tiene buen sistema inmunológico y aunque perdió sangre, la hemoglobina está normal. El electrocardiograma está normal, los estudios de laboratorio no reportan anomalías y el antibiótico ha evitado infecciones. El encefalograma lo haremos hoy.
Este pendejo, ¿qué se cree? A mí nadie me va a andar haciendo algo, tengo derechos y según entiendo, para cualquier procedimiento médico necesitan mi consentimiento.
—No he dado mi permiso.
Todo dejan de mirar al doctor y centran su atención en mí. Sí, hola de nuevo imbéciles. Gracias por no dejarme morir (aunque ya me había hecho a la idea), pero no crean que seré la abnegada y sumisa chica que cooperará.
—En cuánto su análisis de ADN arrojó coincidencia con el del criminal más buscado por nosotros, perdió sus derechos —habla Trébol que a pesar de tener sonrisa bonita, parece peligroso—. Nosotros no nos regimos por reglas políticas. La organización no existe a los ojos públicos y nuestros amigos de la policía no dirán nada —señala al detective—. Ahora trabajamos juntos y estamos dispuestos a todo con tal de acabar con el imperio criminal.
Ajá. Ya veo. Este cabrón acaba de decirme que no tengo opción, porque si no coopero, me sacarán información (que no tengo) a la mala. Y no podré hacer nada porque la misma policía está metida en esto. O sea estoy jodida.
—¿Cómo es posible que tengan el ADN del mafioso, pero no tengan la identidad? —yo no confiaría en algo así—. ¿Acaso llegó alguien y les dijo: "Hey, tomen, de regalo les traje el ADN del mafioso"?
Todos me miran casi como si se estuvieran burlando. Malditos hombres, miren que están buenísimos (menos el doctor), pero después de saber que son capaces de torturar con tal de cumplir su objetivo, prefiero matarlos antes que acostarme con ellos.
—Una agente de confianza consiguió la muestra —Trébol vuelve a sonreírme, algún día voy a borrar esa sonrisa de su cara—. No voy a discutir contigo mis métodos, pero tú sí que vas a responder preguntas.
El detective avanza un par de pasos, toma la silla que usó Mateo, la acomoda y toma asiento. Ahora que está más cerca de mí, el vello de mis brazos se eriza. No tengo miedo como tal, pero no puedo decir que estoy súper cómoda y que me estoy divirtiendo a lo grande. Por dios, este hombre parece que fue creado para matar y ni su vestimenta antigua graciosa evita que un hormigueo nervioso me recorra de la cabeza a los pies.
—¿Su padre es Roberto Macías Salas?
Asiento con la cabeza. Por supuesto que lo saben, yo bien idiota le di mi nombre al detective cuando lo enfrenté en la escuela, de nada servirá negarlo.
—¿El señor Roberto Macías Salas y la señora Valentina Tovar Flores estaban comprometidos?
Asiento de nuevo, ¿a qué va todo esto?
—¿Sabía usted que Valentina planeaba matar a su padre el día de la boda?
Olovorgo, ¿qué? O sea sospechaba de Valentina, pero después llegué a creerle todo lo que dijo, y una cosa es que creyera que la perra era de la mafia, pero otra cosa es que supiera que quería matar a mi padre, ¿fue ella quien apuñaló a papá?
—¿Ella apuñaló a mi papá? —ambos hombres asienten—. Cuando llegué con mi papá, fue usted quien le apuntaba con el arma —le digo al detective—. Valentina no estaba a la vista.
—La señora Valentina fue asesinada por un enviado del criminal principal quien creemos, usted sabe la identidad —están idiotas, tienen a la persona equivocada—. Le pegaron un tiro en la cabeza en el momento justo que ella apuñaló al señor Rodolfo, a su vez, uno de los colegas de la organización disparó al tipo y finalmente otro enviado criminal disparó al colega. Valentina Tovar actuó por cuenta propia; no era de ningún bando en específico, regreso a mi pregunta, ¿usted lo sabía?
Trago saliva y niego con la cabeza. ¿Valentina actuando sola? O tenía algo contra mi papá o simplemente era psicópata. Tal vez ambas. Si ella no era la mafiosa, ¿entonces quién? No pienso creer el cuento de que se trata de mi papá o algún familiar de él.
—¿Qué sabe de Aiden Laredo y Elisa García y su nexo con los criminales?
—Nada —respondo inmediatamente, es la verdad—. Aiden fue mi amigo hace más de siete años, pero nos peleamos. Elisa tampoco es mi amiga.
Trato de sonar lo más convincente posible, por un momento medité la idea de confesarles que Aiden fue quien mató a mi mamá, pero no confío en estos tipos. No confío en nadie.
—¿Qué tipo de relación llevaba con el agente Germán Bustamante?
En cuánto escucho su nombre, una punzada atraviesa mi pecho. La imagen de su rostro vuela a mi mente y tengo que concentrarme en no dejarme caer hacia un mar de ira, odio y rencor. Aún tengo la sensación de su sangre en mis manos, aún conservo el recuerdo de su mirada vacía viendo un cielo oscuro. Mientras mi padre moría a unos cuantos metros, el hombre que seguramente terminaría amando murió antes de que llegara a él. Y yo misma morí ahí con él y con mi padre.
—¿Mi padre está vivo?
—Responda la pregunta.
—¡¿Que si mi padre está vivo?!
Los hombres se miran entre ellos y vuelven su atención a mí. Sus expresiones son frías, calculadoras, observadoras. A mí no me engañan, quieren hacerse los buenos, pero bajo el deseo de acabar con el crimen, ellos mismos cometen crímenes.
—Responda la pregunta.
Me siento tan impotente, tan inútil. No estoy amarrada, ni esposada, pero es casi lo mismo, pues no puedo ni moverme. Quiero gritar, golpear, lastimar, pero en su lugar, lágrimas inundan mis ojos. No dejo caer una sola, no frente a estos hombres.
—No éramos ni novios —y esa es una desgarradora verdad—. Lo conocí camino a El Arco a inicios de Agosto.
—¿No lo conoció de antes?
—No, la primera vez que lo vi fue camino a El Arco.
—No sé qué tanto creerle, señorita Macías. Pues el agente Germán siempre fue un buen estudiante y excepcional policía, sin embargo, su único objetivo era acercarse a Gustavo, recabar información sobre gente cercana a él e informar cualquier movimiento extraño en la Universidad privada. Pero fue por usted que él se desvió de su misión y cuando se le ordenó asesinarla como parte de una estrategia, él se negó. Ningún policía del calibre del agente Germán haría algo así, no a menos que tuvieran una relación sólida, estable y que durara años. Usted y él se conocieron antes.
No. Estoy segura de que no. O sea soy pésima recordando rostros, nombres no tanto, pero igual tengo mala memoria. Pero no tan mala como para no recordar a alguien que conociera de antes. Y por más que lo intento, no hallo en mis recuerdos algún episodio en el que él y yo hubiésemos coincidido. Lo más borroso que tengo es el verano en el que me fui a Estrada de vacaciones, poco recuerdo y más que escenas, tengo recuerdos de que pasó algo. Como si mi mente me dijera: Pasó esto y esto, pero no tienes muy buenas imágenes. Pero estoy segura de que no lo conocí.
—¿Está segura de que no hay algún recuerdo?
No. No existen recuerdos de él porque no hay. No lo conocí antes, estoy segura. Y vale, me escondió que era policía, pero ¿que lo mandaron a matarme? En este momento, le agradezco que no lo haya hecho, pero tal vez pudo haber mencionado algo en lugar de esconder todo tipo de información. Ahora sé que trabajaba para el detective Serrano y siento que debo odiarlo, pero después de todo lo que hizo por mí...Tienen razón, hizo demasiado por una persona que recién conoció. Pero él era una buena persona, tenía buen corazón, era perfecto. ¿Por qué no pueden simplemente aceptar que alguien es bueno?
—Creo que nos ha ayudado un poco, entiendo que aún está despistada, tal vez cuando se mejore, podrá ayudarnos un poco más —Trébol se acerca a la puerta, el detective se levanta y me mira una vez más antes de largarse—. Tiene prohibido hablar con el agente Mateo, que pase buena tarde.
Una vez que ellos salen, entran las enfermeras quienes sin decir palabra y sin sentir una pizca de culpa, me amarran tanto de manos como de pies. Apenas puedo resistirme, pues lo hacen tan rápido que ni siquiera reacciono. Les grito que no, que me suelten, pero nadie hace caso, una vez se cercioran que no puedo moverme, se van.
Me quedo gritando durante tal vez una hora, me remuevo en un vano intento de escapar, pero estoy atrapada. Soy prisionera de la organización para la que alguna vez pensé en trabajar y ahora la policía está metida. Me quedo con un revoltijo de pensamientos en mi mente y solo puedo pensar que debí morir el día de la boda.
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Aiden
Ir por mi padre no fue la parte difícil, lo complicado fue convencerlo de que las personas con las que iba eran de confianza y que no nos harían daño. Lo peor fue cuando tuve que explicarle con detalles gore todo lo que había hecho desde que cometí el error de apostar en una carrera que no podía ganar. Dicen que un padre siempre te apoya, que jamás verá realmente al monstruo que tiene por hijo y aun viéndolo, quedará la esperanza de que no es ese su hijo. Después de todo, a los hijos hay que amarlos siempre, dicen.
Mi padre no, mi padre me vio como si tuviera frente a él a un desconocido. Su rostro reflejó sorpresa, incredulidad, asco y dolor. "¿Yo crié a este hijo?" debió pensar. Y pues la respuesta es no, él fue un padre decente, corrió a mi madre por ser una adicta al crack durante mi primer año de vida, pero al final todo lo hizo por mi bien. Y no voy a mentir, no extraño nada a mi madre y no tengo ganas de conocerla.
Creí que me odiaría, que dejaría de hablarme, que rechazaría el refugio que nos proporcionó Sandro y que se iría directo a la policía a confesar todo lo que le conté. Aunque jamás habría llegado, pues esta gente lo habría matado y como no lo iba a permitir, ellos me habrían matado a mí. Por suerte y eso es algo que agradezco de todo corazón y con lo poco de alma que me queda, tardó unos minutos en procesar todo y en perdonarme. Pero lo hizo.
"Hijo, todos cometemos errores, pero eres lo que más quiero en este mundo y estaré para ti hasta el día que me muera."
Dirán que soy un chilletas y lo que sea, pero lloré cuando me dijo eso y agradecí a quien fuera nuestro creador por darme un padre tan bueno.
Así que terminamos metidos en este lugar subterráneo que jamás se me habría ocurrido que existiera. Se ha llevado bien con los padres de Elisa, tampoco puedo creer que estos aceptaran lo que Elisa fue capaz de hacer. Siento que todos guardamos rencor a esta gente, pero estamos conscientes de que no hay muchas opciones. Si salimos, la policía nos agarra y eso si nos va bien, porque si el otro bando da con nosotros primero, moriremos. Aquí es dónde me pregunto, ¿qué habrían hecho ustedes?
Me urge una caguama bien muerta.
Lo que más me gustaría es ser solo una persona que está aquí de paso, pero no, soy un jodido protagonista porque se me ocurrió salvar el pellejo del señor Macías y porque siempre fui un títere del tío de Dinaí. Por el momento está bien, digo, tanto Sandro, Alenna, Rosanna y yo coincidimos en que la prioridad es salvar a Dinaí. Porque si la tiene la policía o la organización, está frita.
Y justo por eso estoy por llegar a la habitación en la que el señor Macías está recuperándose. Después de una semana, ya está un poco mejor. Habla y respira por su cuenta, la herida ya no sangra y sus estudios salieron mejor que antes. Mentiría si dijera que soy el único que piensa que en un mes ya estará como si nada.
—¡Tuve que hacerlo, Rodolfo! —wow, creo que no es buen momento para entrar—. Si no lo hacíamos nosotros, alguien más tomaría el mando y hay gente muy enferma que resuelve todo con violencia. Mejor un imperio lo más pacifico posible y no uno de terror.
—¡Experimentan con personas! —para haber sido apuñalado, el señor Macías grita con potencia—. Eso no está bien, tampoco está bien que repartan droga; la gente muere por eso, mandan su vida a la mierda. Y no hablemos de la prostitución, simplemente es un asco.
—Ya te expliqué que todo es con consentimiento, tanto los experimentos como la prostitución. Las drogas igual, si no lo hacemos, alguien lo hará, al menos nosotros tenemos política de usar la menor agresividad posible. Los crímenes, secuestros, asesinatos y demás decrecieron mucho estos últimos años, ¿por qué? Porque los idiotas de la organización iban tirando criminales y nosotros nos hacíamos más fuertes.
—No me vas a convencer —esta vez tengo que hacer un esfuerzo por escuchar—. No te reconozco y aunque sabes todo de mi esposa, para mí la Rosanna de la que me enamoré está muerta.
Escucho un golpe, luego un sollozo y al final la puerta se abre de un tirón. Me quedo como imbécil en la puerta, genial, ahora sabrán que escuché parte de la plática. La mamá de Di me mira y después se aleja pisando con fuerza, está enojada y parece querer desquitarse con alguien, por suerte no soy yo.
Entro sin pedir permiso y veo que el tío está sentado en un sofá mientras mira alrededor como si admirara una obra de arte. Para ese imbécil todo parece ser una broma. Viste elegantemente, eso nadie se lo va a negar, si lo ves en la calle, ni se te pasa por la cabeza que es el líder de un imperio mafioso poderoso.
—La familia es familia —dice Sandro quien se acerca a la cama del señor Macías—. Todos cometemos errores, Rodolfo. Ella ha sufrido mucho, nunca quiso separarse de ustedes. Creo que merece el perdón.
—Tú no eres mi familia, cretino mafioso —uf, eso es tener huevos, ya vi de dónde los sacó Di—. Me lamenté por ti cuando te vi en aquel psiquiátrico. Incluso mandé dinero para ayudar con los gastos. Y ahora resulta que todo fue un montaje. A ti apenas te conozco, yo pensaba que eras el amante; porque en mi boda no tenías tatuajes ni cabello blanco. En cuanto a la mujer que dice ser Rosanna...apenas la reconozco. Solo quiero que me devuelvan a mi hija.
Todos queremos eso, al menos coincidimos en algo. Sandro tiene a varias personas investigando y buscando, pero al igual que nosotros, ellos se esconden bastante bien. Prefiero que esté con la organización, al menos así se que el tal Mateo cuidará lo más posible a Di, pero la policía es un caso distinto.
Viendo todo desde acá, casi resulta gracioso lo disfuncional de esta familia, es como una comedia de humor negro que uno no puede ver como real. Pero lo es y eso es una mierda, por culpa de uno, todos salieron afectados. Miren que nosotros solo somos papá y yo, pero estamos un poco mejor que ellos.
—Estamos trabajando en eso —empieza Sandro—. Tú no te...
Un campeón llega corriendo mientras jadea en un intento por recuperar el aire. Pobre chico, parece que corrió un maratón. Espero que traiga una buena noticia.
—La policía...y la organización...trabajan juntos —aspira una bocanada de aire—. El sujeto 33X4...eh, que diga, Valentina Tovar murió. Su cuerpo lo tienen ellos.
Prefiero fingir que no escuché nada de eso porque la palabra "el sujeto" solo me hace pensar en un montón de agujas, monitores, líquido de colores y batas de paciente. Como si se tratara de experimentos en una película de ciencia ficción. En este lugar los rumores corren y después de ver el cambio en Rosanna, no dudo que las afirmaciones hechas en susurros sobre experimentos con personas sea verdad. Aún recuerdo la vez que me enviaron a olfatear a unas chicas envueltas con una manta de la cabeza a los pies, el olor a loción y jengibre, la mirada perdida...la chica tenía ojos verdes, pero se veían tan carentes de vida que yo juraba ni siquiera estaba viva.
Sí, si me dijeran que es verdad lo del los experimentos, les creería. Pero no soy quien para preguntar. Aún no desarrollo confianza con estas personas.
—¡Lo ves! Están igual de enfermos —el señor Macías casi ruge—. Por su culpa mi segunda esposa me mintió e ideó un plan para matar a mi hija y a mí. La quería, Sandro, me enamoré de ella. Y al final, como todo, fue un montaje y siempre va de regreso a ustedes.
¿Qué acabo de escuchar? La puta mierda. Así que Valentina fue un experimento suyo. Con razón casi mató al papá de Di. Por eso Rosanna acudió a la boda, de alguna forma se enteró de los planes de Valentina y fue a frustrarlos, claro, ¿qué madre no lo haría? Quiero reír, pero sé que será de pésimo gusto, así que solo muerdo mi lengua mientras pienso en canciones de elefantes que se columpiaban.
—Lo siento, pero así fueron las cosas —Sandro se da media vuelta y avanza hacia la puerta—. Esto cambia las cosas, debemos movernos rápido. Tú descansa, Rodolfo, te traeré a tu hija de vuelta.
Sandro sale por la puerta y me hace una seña para que lo siga. Perfecto, ahora sí comienzan los preparativos para rescatar a Di.
Porque la quiero, siempre lo he hecho, y si participar activamente me hace ganarme a su familia y por lo consiguiente a ella, haré lo que sea. Ya todo quedó atrás, ahora solo quiero su perdón.
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