Capítulo VII

*Narrador Omnisciente*

Los días habían pasado, en casa de Emily los sucesos habían cesado, al igual que las pesadillas. Se estaba acostumbrando a encontrarse con Martín cada que salía de su habitación, el sujeto no le agradaba y por más que hablara con su madre respecto a dejar de llevarlo a casa, ella hacía caso omiso.

Camila iba y venía del trabajo, entraba a la casa sólo a cambiar de ropa, para luego emprender camino hacia otro lado. Pocas veces se mantenía allí y cuando lo hacía, estaba acompañada de Martín. A diferencia de Carlos, este hombre poseía un nivel más que estable, en sentido económico, pero en aspecto físico Carlos se lleva el primer puesto.

Carlos por su parte, había estado pensando en lo que su hija le había contado el día que pasaron juntos. Atesoraba esos momentos, ya que Camila no le había permitido estar con su hija luego de la separación, indicando que era un riesgo para Emily estar con su padre, quien vivía de fiesta en fiesta. Pero él había cambiado, quería recuperar un poco de lo que perdió cuando Charlie murió, a pesar de saber que su ex esposa no prestaba ni el mínimo interes o atención hacia su hija, él era incapaz de pedirle a Emily que dejara a su madre por irse a vivir a su casa, aún sabiendo que ella anhelaba eso y él también.

Los acontecimientos que le había contado su hija lo dejaron inquieto, sabía que no se trataba de locuras o hechos imaginarios, él más que nadie podía asegurar que había algo ahí, pero no podría encontrar una explicación del porqué estaban ocurriendo, sabía muy bien que ese era un conocimiento del que no podía disponer.

Emily no había hablado con nadie de lo ocurrido la noche que regresó de estar con su papá, no hablaba para nada con su madre, más que para lo necesario. Con su papá contaba, pero no quería ser una carga con cosas que tal vez sólo estaban siendo producto de su imaginación, aunque él le había dado la razón y no la juzgó, ni llamó loca; pero estaba segura que no podía estar molestándolo con esas cosas. Aunque podía afirmar, que lo ocurrido en el pasillo, no había sido un hecho imaginario.

Faltaban dos días para que iniciarán las clases. Rocío, su amiga de infancia y la única que no se alejó cuando su mundo se vino encima, había pedido a sus papás que la trasladarán al nuevo colegio al que Emily entraría. Siendo su último año, no quería incomodar a nadie con traslados y todo ese papeleo, pero Rocío insistió tanto que no quedó otra opción.

Antes del inicio de clases habían acordado realizar una pijamada, la que sería en casa de Emily. Por lo que Rocío llegaría a la mañana siguiente con todo lo necesario para esa noche de amigas y el primer día de clases.

◇ ◇ ◇

Durante la mañana Emily preparó su habitación para la llegada de su amiga, luego del almuerzo se dejó caer sobre la cama. Diferentes pensamientos recorrían su mente, en aquellas ocasiones donde se sentía más sola de lo normal, deseaba poder ir al cuarto de su hermano, recostarse en la cama de él y observar todo lo que algún día formó parte de su entorno, pero era imposible.

Su mamá había decidido que al mudarse, las cosas de Charlie quedaran empacadas, mientras que los muebles fueron guardados en la habitación que servía como bodega, por lo que nada tendría sentido. Sin embargo, en ocasiones se infiltraba en busca de alguna prenda u objeto que le recordara a Charlie, en determinado momento llegó a creer que sonámbula había ido por la cadena del sueño, pero no podía ser así, su hermano nunca había tenido aquel objeto y de ser así, ella no lo había visto en ninguna ocasión.

Así que por ahora, no tenía más que observar aquel brazalete y cadena, de las que pendía un dije de lobo. Recordaba las palabras de su sueño, su hermano había estado ahí, había sido más fuerte a pesar de lo enfermo que estaba, o eso fue lo que dijo esa cosa que no pudo ver, sólo escuchar. Tenía curiosidad sobre qué era aquello y a quiénes pertenecían aquellos ojos de llamas.

Se puso de pie, fue por su portátil y comenzó a navegar en la red, se estaba aburriendo, no salían más que cosas ilógicas, incluso algunos números para visitar psicólogos. Ella no estaba loca, sus sueños sí estaban tratándose de algo raro o... ¿estaría volviéndose loca? «Deja de pensar estupideces, Emily». Se dijo a sí misma, de pronto, en la parte baja de la casa se escuchaba el ruido de alguien moviendo muebles, era realmente molesto.

Bajó las escaleras dispuesta a pedirle a su mamá y su asqueroso novio que dejaran de tener sexo violento en cualquier parte de la casa, estaba preparada para lo que creía que estaba ocurriendo, sin embargo, la imagen de la que presenció le heló la piel.

-¿Mamá? ¿dónde estás? Esta no es un buena broma -dijo cansada.

El silencio seguía reinando la casa, hasta que se vio interrumpido por el mismo ruido de hace unos minutos. Ahora ella se encontraba en el sitio del que provenía, pero no había nadie y tampoco se movía ningún objeto, con cierto temor fue por el teléfono de la casa, marcando al número de su madre, recorriendo con sumo cuidado cada habitación de la parte baja, asegurándose de que nadie estuviera con ella.

-Idiota, sal de ahí, te patearé las bolas cuando te encuentre -amenazó al novio de su mamá.

La línea seguía sin ser atendida, el sonido estaba presente aún, su piel estaba erizada, sin darse cuenta sus dientes estaban castañeando y sin razón alguna, la casa dejó de tener aquel toque cálido que a duras penas habían conseguido, todo estaba frío. Fue hacia donde estaba la calefacción, pero su sorpresa fue ver que estaba activa, no había motivos para que todo estuviera helado en el lugar.

-¿Sí? ¿Qué quieres Emily? Te dije que estaría ocupada. Eres una imprudente, yo no te molestaré cuando Rocío esté en casa, deja de -la interrumpió.

-Mamá, hay algo que está ocurriendo en la casa.

-¿Qué cosa? ¿Se incendia? Por eso no debo dejarte cocinar, nunca puedes hacer nada -nuevamente la interrumpió.

-¡Escúchame, mujer! -le gritó- ¿el idiota de tu parásito está contigo? -interrogó refiriéndose a Martín.

-En primer lugar, no quiero que le faltes el respeto a mi bebé.

-¿Tú bebé? Mamá -dijo quejándose- ¿en serio? ¡eso sí que es asqueroso!

-¿Qué tiene? tu padre está haciendo su vida, yo también tengo derecho.

-Hasta donde yo sé, papá no tiene a otra mujer y tampoco la llamaría "bebé".

-¿Me dejarás seguir? -preguntó Camila-, Martín está conmigo, estamos en su casa.

-¿Estás segura? -dijo dudosa.

-Cariño -se escuchó al otro lado de la línea-, ¿puedes decirle algo a Emily? no cree que esté contigo -la cara de repulsión de Emily hubiese causado desespero a su madre si la tuviera frente a ella-, ¿ahora crees que sí? -dijo su madre luego de que el sujeto hablara.

-Mamá, algo pasa entonces.

-¿A qué te refieres? Emily -hizo una pausa-, me estás quitando el tiempo.

-Se escuchan sonidos en la casa, como si movieran algunos muebles, ¡pero no hay nadie! -dijo exaltada.

-Seguro son tus paranoias, al igual que las que tu padre, tenía. Eso ha de ser hereditario -esto último lo dijo en un susurro-, deja de ver cosas raras en tu computadora, seguramente dejarás de escuchar o ver cosas.

-Mamá esto no es broma -insistió.

-Ni lo que yo digo, pero si vas a estar más tranquila, mañana cuando salgas de clases te llevaré a la psiquiatra para que te dé medicamentos -dijo despreocupada.

-¡Eres detestable! -gritó Emily al otro lado- ¡ojalá hubieras sido tú y no Charlie! -terminó la llamada.

Los sonidos en la casa seguían con mayor frecuencia, pero la ira recorría las venas de Emily, de manera que no le estaba prestando mucha atención. Su relación con su madre había sido buena, hasta cierto punto, pero todo se quebró cuando murió Charlie, bueno desde antes. Ella había tenido mejor relación con su papá, ellos habían sido inseparables por todo el tiempo que se mantenían en casa, Charlie era distante, pero llevaba mejor las cosas con él.

Camila había sido una mujer distante en todos los sentidos, dejaba de lado las relaciones y atenciones a su familia, por anteponer el trabajo, eso mismo había generado las dudas en Carlos padre e hijo, pero nunca mostraron aquellas dudas, principalmente porque su comportamiento comenzó a ser así cuando Charlie enfermó de gravedad o poco antes.

La pequeña de la familia, ya no era una niñita que no se daba cuenta de las cosas, sin embargo, prefería callar ante todo, las indiferencias de su madre hacia su papá, el descuido hacia su hermano y la falta de atención hacia ella. El sentimiento de amor y admiración que tenía para su madre, se fue quebrando y disminuyendo en picada, con todos aquellos actos, mientras que por su padre aumentaban en escalas inmensurables, ella lo veía a él como su superhéroe o más allá de eso.

De manera que aquellas actitudes del pasado, sólo eran la base que sostenía el resentimiento y rencor que había empezado a guardar por su madre. Siempre supo que la consideraba una loca al igual que su papá, principalmente porque lo decía cuando se ponía celosa porque prefería estar con él, antes que ella, pero ¿qué culpa tenía Emily? Su madre la había descuidado, mientras Carlos la cuidaba, consentía dentro de lo posible y le demostraba cariño siempre que estaba cerca de ella y Charlie.

Los sonidos cesaron, se relajó dirigiéndose hacia la cocina, cuando una risa ensordecedora se apoderó del silencio, una risa tenebrosa, sentía que su oídos reventarían ante aquel sonido, corrió hacia la puerta que dirigía hacia el patio trasero, al abrirla su mundo se detuvo, a pesar de ser de mañana, aquel patio estaba en completa oscuridad, con una profunda neblina.

Se giró sobre sus talones para regresar al interior de la casa, pero la puerta no cedía, la neblina se volvía cada vez más pesada y oscura, no podía ver nada, unas manos se posaron sobre sus tobillos, halándola hacia el suelo, soltó un grito y todo se volvía negro, pero esta vez porque sus ojos se cerraron ante el golpe.

Al primer intento de despertar, sus ojos café chocaron con una mirada roja, parecían fuego y lo confirmó cuando vio el fue rodear los ojos, nuevamente ante el susto y el dolor que le provocaron unas garras incrustándose en sus piernas, perdió el conocimiento.

Despertó cuando un chorro de agua chocó contra su cara, empapada, con miedo y dolor se trató de levantar, pero cayó de nuevo, una mano le ofreció ayuda, la tomó dudando si se trataba de un sueño y sólo la llevaría a su muerte aquel ente, pero todo rastro de duda desapareció cuando vio un rostro amigable y conocido, era Fernando, un antiguo amigo de Charlie. En su mente se formuló la pregunta "¿Fernando? ¿qué hace él aquí?"

-Hola Emily, ¿está todo bien? Perdón por empaparte, vi que no reaccionabas y ahí estaba la manguera dijo señalando un lado del patio.

-¿Qué haces aquí? ¿cómo entraste?

-Oye, tranquila, de nada -dijo risueño-. Recuerdas que los patios traseros tienen esas puertas, ¿no? -señaló hacia el otro costado-. Iba pasando con unos amigos y escuché un gritó, vinimos a ver y te encontramos tirada en el suelo con esas heridas en tus piernas, así que ellos fueron por un botiquín. Ya no tardan, ven -dijo ayudándola a caminar hacia una de las sillas de jardín que allí habían.

-Perdón, gracias -agradeció con pena.

-No hay de qué, ¿qué te ocurrió?

-¡Hemos vuelto! -gritaron en coro tres chicos entrando por la puerta trasera.

-Cállate -dijo otro-, ¿no ves que ya despertó? -el resto rieron y se acercaron a los que se encontraban en las sillas.

-¿No crees que debas cortarle las garras a tu gato? -dijo uno.

-¿Gato? -preguntó Emily- Yo no tengo gatos.

-¿No? Yo vi algo peludo huir hacia allí -dijo señalando los arbustos y árboles que daban para otro patio luego de la cerca.

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¿De qué se trataba aquello que habían visto los jóvenes? ¿Cómo es que Fernando terminó justo cerca de la casa de Emily? ¿Qué habrá pasado con la oscuridad que la atrapó? Buenoo, sabremos estas respuestas, tal vez en el siguiente capítulo o en los próximos, si tienen dudas los invito a estar al tanto de las actualizaciones :3
Abrazos <3

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