Capítulo 21: Un don, ¿una maldición?
*Créditos de la imagen: @ kyochakocchis en Twitter*
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La primera semana había sido difícil, pero pasable para Kaina Tsutsumi. Pudo sobrevivir a base de sacrificar el tiempo de estiramiento y comer en la celda, pero tuvo que discernir sobre algunas cosas.
Tras la charla con Stain, Muscular y Mustard; Kaina tuvo que limpiarse las lágrimas mientras comenzaba a pensar un poco más claramente sobre el lío en el que estaba metida.
— Le fallé a Eri, le fallé a Leno-san, le fallé a mis padres. Tal vez fue egoísta de mi parte tratar de ser feliz. -ella se veía su manos, volvían a estar manchadas de sangre-. ¿Será que tal vez debí morir yo antes que ellos? ¿Tal vez no debí nacer para que ellos tuvieran una vida más duradera? ¿O solo fue el destino que decidió que me pasaría esto? ¿Habría sido diferente si hubiera tenido otro don en lugar de este rifle?
Esta y más preguntas se iba haciendo la bicolor en su mente mientras volvía a lagrimear. Ella sospechaba que sería noticia en su momento por lo que se le acusaba, aun cuando sabía que sus palabras eran verdaderas, si el resto del mundo no creía, todo estaba más que perdido.
Esa primera noche, justo después de comer su paupérrima cena, que constaba de pan seco, onigiris y agua, fue la más larga de su vida. Su tristeza fue lo que la mantenía cuerda, y el miedo que antes tenía de niña por su don reviviría.
/Flashback/
Cuando ella manifestó su quirk, le disparó por accidente a la pared, a pocos centímetros de su padre. Obviamente ella se asustó, lloró y aunque recibió consuelo de sus padres, las noches eran en vela.
— No quiero hacerle daño a nadie, odio mi don.
Kaina, durante gran parte de su infancia y adolescencia, trató de vivir de forma normal. Y el hecho de ser alta y físicamente bien desarrollada, la hacía atractiva y eso le permitió tener amigos. Sin embargo, ella creó una máscara que se caía al llegar la noche, donde maldecía tener un kosei tan peligroso.
Esa frase se la repitió por varios años hasta que lograría entrar a la academia Ketsubutsu. Ella estudiaría ahí durante tres años, la ayuda psicológica recibida le permitió dejar de percibir su don como un tabú y saber usarlo para ser una heroína.
— Oka-san, otou-san, seré la mejor heroína para poder ayudarles a sanar. Daisuki.
La novata Kaina había sido monitoreada por la comisión de héroes desde unos años antes de entrar a la academia. Resulta que, por casualidades del destino o la fortuna, Kaina había sido vista por la presidenta Nori Kaneko, en aquel entonces jefa de la unidad de inteligencia de la Comisión.
Un par de años antes de entrar a la academia, cuando Kaina tenía 12 años, la señora Kaneko venía del banco. Dos villanos que recién habían escapado de prisión se toparían con una de las máximas figuras de la Comisión de Héroes.
— A ver, vieja. Usted saca la plata y nosotros nos vamos cuando la entregue en mis manos. Sencillo, ¿no? -uno de los asaltantes tenía una pistola que sobresalía de su frente, como un tercer ojo-.
— APÚRESE VIEJA DE MIERDA. -el otro era un tipo de pelo negro, un parche en el ojo y con un don de estiramiento de extremidades-.
El segundo hombre comenzaba a registrar a la señora, cuando una voz interrumpiría el momento del atraco.
— Muy bien, tienes 5 segundos para decirle a tu amigo que deje de tocar a mi abuela o me encargaré de sacar la pistola de su cabeza a balazos. ¿Sencillo, no? -Kaina se había puesto detrás del primer asaltante apuntando a la cabeza mientras ella llegaba por la espalda-.
Kaina estaba apuntando a la cabeza de ese sujeto con su don de rifle. La cosa pintaba de miedo para ambos, ya que tras pasar mucho tiempo tras rejas, las cosas serían diferentes a cuando eran libres antes.
— No te atreverías, puta. -desafió el primer asaltante-.
— ¿Ah no? -Kaina estaba lista para demostrar que no mentía-.
(Cr: @ fijazzy en Twitter)
Tras esa respuesta, ella crearía otro rifle de su mano libre y dispararía a quemarropa al pie del tipo que registraba a Kaneko. El grito de dolor fue espantoso, pero lo suficientemente persuasivo para que los dos tipos salieran corriendo. Aunque dejaban un charco de sangre, ella evitó una tragedia. Cuando Kaina revisó cómo estaba la señora, Kaneko decidió hacerle conversación.
— ¿Sí sabes que lo que hiciste es ilegal, verdad? -la señora debía estudiar a Kaina-.
— Hai... es solo que no quería... no quería que pasara algo malo si... si no hacía nada. -Tsutsumi, a esa edad, era nerviosa con la gente mayor-. ¿Iré a la cárcel?
— Porque esto terminó sin tragedias, la policía sería indulgente y solo te multarían. -la anciana veía bien cómo respondía la adolescente en ese entonces-. ¿Has escuchado de la iniciativa Héroes? La Comisión de Seguridad Pública está buscando jóvenes con potenciales talentos para recibir entrenamiento especial, cuyo objetivo se basa mantener la paz y el orden de los villanos de toda especie.
— ¿Quiere que sea yo una heroína? -preguntó Kaina mientras caminaba a su casa-.
(Cr: @ kyochakocchis en Twitter)
— Hai, veo que hay una energía diferente de la mayoría de jóvenes. No pareces ser una señorita que busque fama como para jugarse el pelo por otra persona. Tu mirada dice que buscas cumplir algo, que quieres pelear por algo. -Kaneko sabía leer el ambiente-.
— Apenas me conoce y ya me lee. -Kaina trataba de hacerse la desinteresada, ella pensaba que estas casualidades no son normales-.
— Si quieres que te ayude con lo que necesites para tu futuro, puedes llamarme a este número. -Kaneko le entregó una tarjeta de presentación, cosa que sorprendió a Kaina al ver en dónde trabaja ella-. Si quieres ser una heroína, la comisión y mi persona podemos apoyarte a que lo seas.
La chica lo pensó por unos minutos y sin mediar palabra, estiró la mano. Kaneko lo tomó como una buena señal para formar un vínculo de apoyo. Cuando la chica cumplió 15 años, entró en Ketsubutsu por recomendación, sus profesores notaron que como alumna era una prodigio por sus notas, entrenamiento y conocimientos.
La Comisión la acogería para sus primeras pasantías, las cuales eran remuneradas. El pago era para los tratamientos de quimioterapia de su madre que tenía cáncer de pulmón y también para costear los aparatos de movimiento asistido para su padre que tenía ELA.
Los años pasaron, cuando estaba por iniciar el último año de estudios de heroísmo, Kaina perdería a sus padres con meses de diferencia entre una muerte y otra. Entre esas fechas Kaina había pasado de los 16 a los 17 años de edad.
Al no tener demasiados recursos para subsistir, más allá de la ayuda de la comisión por sus residencias. La recién nombrada presidenta Nori Kaneko apoyó a Kaina. Le dio un apartamento, apoyo económico y empleo sin pedir nada más que cumplir con su trabajo. Aunque eso implicaría sacrificar algún destello de felicidad, hasta que lo conoció a él.
Al conocer a Kai Chisaki, su vida cambió para conocer que podía ser más que una heroína. Al conocer a Eri y darse cuenta que ella era una pequeña que tiene lo que Kaina no, para Sina era una señal de que podía ser feliz de verdad. Al final solo era un eslabón de una cadena de mentiras.
Eri era una víctima y Tsutsumi fue en parte victimaria, o al menos eso era lo que ella pensaba.
/Fin del flashback/
La semana había pasado y Leno le dio una visita a ella. A pesar de ser una presidiaria de Tártaros, tenía derecho a una visita cada tres meses. Así que ella fue llevada esposada de manos hacia la salita de visitas donde estaba el hombre que cuidó de ella cuando comenzó a ser independiente.
— Kaina-chan. -trataba de mantener la mirada en los ojos de ella, evitando mirar a sus cadenas para no sentirse triste por ella-.
— Leno-san, lamento que me vea así. Sumimasen. -ella mantenía la cabeza baja-. Si te lo estás preguntando, es verdad. Lo que hice fue verdad. No tengo nada que esconder, solo estoy avergonzada que hice sufrir a una niña inocente.
Kaina se cubría la cara como podía por las esposas, las lágrimas volvían a caer. Las ojeras eran notables, habían indices de desnutrición y Leno solo podía ver con pesar a su vecina y a su amiga.
— Gomen-ne, Kaina-chan. Quería verte porque, aunque sea verdad, yo siempre vi en ti a una señorita que siempre luchó por lo que era correcto. Si tuviste que recurrir a dar ese paso y arrebatarle la vida a alguien, debiste estar contra las cuerdas. Fue extremo, pero si sabes que fue un error hacerlo, cuando pagues tu deuda con la sociedad, sabrás qué hacer para poder estar en paz con tu corazón. -Leno puso la mano en el vidrio-.
Tsutsumi imitó el gesto y sonreía melancólicamente. Por primera vez desde que ella fue encarcelada, pudo dar una sonrisa.
— Arigato, Leno-san. Arigato gosaimasu. -decía Kaina para que un guardia le avisara que era el final del tiempo-.
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A partir del próximo capítulo se viene el inicio del arco final
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