Capítulo 15: Sueño con una madre

*Créditos de la imagen: @ ssmirast en Twitter*

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Al día siguiente, en una parte muy céntrica de Musutafu, se encontraba patrullando la señorita Lady Nagant. Ella, la mayor parte del tiempo, suele hacer sus rondas de manera individual. Son contadas las ocasiones en donde estaba acompañada, y casi siempre era con la heroína número 5: Mirko.

En esta ocasión, el día parecía ser bastante tranquilo, relativamente nublado pero todo parecía indicar que el día transcurriría con normalidad. Así que decidió ir a comprar una croqueta con Leno. Sin embargo, se encontraría con un joven que parecía estudiante aspirante a héroe.

— Perdone la molestia, ¿usted es Lady Nagant, verdad? -preguntó un joven pecoso con pelo verde que estaba notablemente nervioso-.

— Hai... ¿puedo ayudarte en algo? -preguntó ella algo confundida-.

— Gomen, pero quería pedirle su autógrafo y si podía platicarme sobre su don... si no es molestia. Ore wa Deku desu. Mi nombre de héroe. -decía el chico que sonreía algo nervioso-.

— ¿Estás estudiando para ser un héroe? Sugoi. -ella se acercó al aparador del puesto de carne-. Leno-san, dame otra croqueta, por favor.

Luego de invitarle al pecoso a ese bocadillo, se pusieron a platicar. Él anotaba lo que ella le decía, pero luego llegaría un joven rubio con traje que tiene el número un millón en el pecho, capa y un casco bastante peculiar.

— Midoriya-kun, ¿ya estás haciendo contactos, verdad? -preguntó el otro héroe, aparentemente mayor, y con un parecido más que razonable a Tin Tin-.

— Gomen, Togata-senpai. -se disculpó apenado el peliverde mientras volteaba a ver a la bicolor-. Fue agradable saber de usted, Lady Nagant. Arigato gosaimashita.

(Cr: @ 17no_control)

— Descuida, shonen. Es agradable saber que te emociona mucho ser un héroe. Solo escucha a tu senpai y esfuérzate mucho en tus pasantías. -ella se despedía con la mano mientras terminaba de comer su fritura para luego volver a su ronda de patrullaje-.

Mientras tanto, en la residencia fachada de Chisaki

El doctor Kurono, Mimic y el resto estaban con el jefe Overhaul dándole la bienvenida a los nuevos miembros: Himiko Toga y Twice. Ambos habían pasado por el polígrafo tras el don de Shin Nemoto: confesión.

Ellos solamente harían tareas de distribución de trigger, así como asistencia terciaria en los experimentos. Así que el trabajo iba viento en popa.

— Overhaul-sama, ya casi no tenemos reservas de materia prima. Es necesario hacer una extracción. -decía Kurono mientras veía que la proyección de sangre pura de Eri era mínima-.

— ¿Estás seguro de eso? -Chisaki no quería tener que recurrir a esos métodos cuando Kaina llevaba algunos días sin llegar-. Carajo, tendremos que recurrir al anestésico. Ven Mimic, vas a tener que vigilar que ella esté tranquila.

— Hai. Cuente conmigo. -el enano fue con su jefe y el doctor-.

Lo primero que hizo Mimic fue meterse dentro de la pared con su don, no habían cámaras dentro del cuarto de Eri porque ella necesitaba que el estado de su sangre se mantuviera estable. Y tener cámaras era un factor que impedía un estado de tranquilidad donde su sangre fuera pura.

Lo que Eri no sabía era que en el cielo falso de su habitación había ventilas muy pequeñas que podían filtrar el aire o cualquier sustancia en estado gaseoso. Así que, para este caso, fue necesario usar el Entonox, un somnífero hospitalario que funciona a los pocos minutos.

Overhaul-sama, proceda. La niña está distraída jugando con sus peluches. -indicó Mimic susurrando con un radio-.

Hai. -contestó Chisaki para luego darle el visto bueno a Kurono-.

Este activaría un mecanismo desde su teléfono, donde comenzaría a liberarse el gas de forma bastante discreta. El humo era casi imperceptible y el olor no se sentía, pero sí llegó a olerlo Eri mientras concentraba su mente en pensar que ella era la osita Korilakkuma, y Kaina era Rilakkuma.

Kaina oka-san... Daisuki... -fueron las últimas palabras de Eri mientras ella caía en los brazos de Morfeo-.

El estado de inconsciencia de Eri fue tal, que los efectos del anestésico le hicieron soñar. Era una especie de sueño en donde estaba en un pequeño jardín de girasoles. Ella veía que era un lugar vasto y lleno de un amarillo tan vivo como ninguno. La pequeña veía que solo había pequeños senderos entre todos los girasoles.

Eri, mientras se cuestionaba todo lo que encontraba, comenzó a caminar y notaba que había pequeños círculos sin nada de plantas. Parecían como parte de un laberinto, pero no había límites entre el camino. En los lugares donde había un espacio amplio, notó que había dibujos que a la peliblanca se le hacían familiares.

— Oka-san... -fue lo que Eri alcanzó a decir mientras admiraba un dibujo en la tierra, era su progenitora Chiyo-.

Las lágrimas de Eri comenzaban a aparecer. Ella se acercó para admirar un poco el dibujo y era su madre dándole de comer cuando era más bebé. Aunque la pequeña no recordara ese momento, su corazón estaba dolido por las palabras de Chisaki durante los años.

Eri, cuando naciste acabaste con tus padres. Tú los mataste porque estás maldita.

Eres un monstruo que debe dar su sangre por el bien de la historia humana.

Sin tu don serías una inútil, pero con tu don eres una amenaza. Naciste con una maldición que yo usaré para limpiar este mundo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó un movimiento extraño entre los girasoles. Eri se distrajo de sus sentimientos negativos y comenzó a seguir aquello que se movía entre la vegetación.

Ella era rápida para detectar el sonido, la niña comenzaba a sentirse nerviosa porque no tenía respuestas sobre qué era eso que estaba cerca de ella. Así que cada que se asomaba a un círculo dentro del jardín, solo encontraba una flecha.

Eri, sin cuestionárselo, decidió caminar según la dirección que le indicaba lo que estaba dibujado en la tierra. Así estaría durante un buen rato cuando finalmente llegaría a un círculo donde vería una especie de ser con una capucha negra que estaba de espaldas y acurrucado.

— Sumimasen, ¿quién es usted? -preguntó la niña algo tímida-.

— Solo soy un producto de tu sueño, Eri-chan. -decía una voz femenina que dibujaba algo en la tierra-.

— ¿Dónde estoy? -preguntó algo temerosa la niña-.

— Estás en un espacio que creó tu mente para encontrar algo importante. -se explicaba la mujer que se había puesto de pie-.

— ¿Qué es lo que tengo que encontrar? -Eri cada vez estaba más dubitativa y nerviosa-.

— Kocchi kocchi... -le indicó la señorita que se mantenía con la cabeza y cuerpo oculto en su capucha-.

La niña se acercó tímidamente, primero a paso lento pero a medida se asomaba, notó que había un par de figuras reconocibles para ella. Dos caras redondas con orejitas más redondas y rostro de osos.

— Rilakkuma... Korilakkuma... -Eri abrió los ojos al ver los rostros de los ositos con los que ella juega para luego ella alzar la mirada-.

— Ohayo, Eri-chan. -la mujer se quitó la capucha para descubrir su rostro-.

Esos ojos color morado, su cabello entre morado y rosa, su prominente altura y su inconfundible sonrisa eran un regalo al alma de la pequeña Eri.

(Cr: @ white_peach100 en Twitter)

— Kaina oka-san... -la niña comenzaba a lagrimear-.

— Eri-chan... -Tsutsumi se agachó para estar a la altura de la pequeña-. Me encantaría poder verte feliz algún día.

— Yo quiero que me enseñes a ser feliz, contigo aprendí que puedo serlo. -la niña se tomaba sus cachetes pero no podía gesticular la expresión que buscaba-.

— Un paso a la vez, Eri-chan. Estoy tan feliz de haberte conocido, Daisuki... -Kaina acarició su cabello para darle un abrazo-.

Sin embargo, eso solo sería el final de su ilusión porque Eri despertaría y notaría que estaba en una silla médica. Cuando trató de levantarse, notó que estaba con el movimiento algo limitado, ya que al mover sus brazos sintió algunas molestias. De igual manera le pasaba con las piernas.

Debo ver a Kaina oka-san... -pensaba Eri mientras trataba de caminar, aún con los dolores que sentía-.

La pequeña abrió la puerta como pudo, ya que era algo pesada para ella. Trató de no hacer ruido porque sabía que estaba expuesta. En fin, así fue abriéndose paso, como podía, hacia una posible salida. Tras un pequeño recorrido por algunos pasillos, encontró una puerta de emergencia.

La niña, a prueba y error, fue buscando cómo abrirla ya que no era de empujar solamente. Tras poder bajar una palanca algo alta para ella, logró salir y todo lo que encontró era un callejón oscuro y algo mal oliente.

Al taparse la nariz, pudo concentrarse en su entorno. Pero, cuando escuchó pasos y una voz siniestra para ella. La niña, suprimiendo mentalmente el dolor físico, comenzaría a correr. El callejón era bastante largo, pero se notaba que estaba transitado.

Eri corrió más cuando escuchó que los pasos de alguien comenzaban a ser más audibles. Para ella, sus pasos eran los más rápidos del mundo, pero para su perseguidor parecía como perseguir una tortuga. Por eso Eri no se dio cuenta que chocaría con alguien.

— Gomen-ne, daijobou? -un joven con un traje verde oscuro, guantes blancos que se extienden hasta los codos, rodilleras de hierro, zapatos rojos reforzados, pelo verde, pecas y ojos verdes se acercó a la niña-.

La niña al ver cómo se le acercaba esa mano, ella suspiró con miedo. La ansiedad del momento le hizo temblar. El joven que la encontró, al ver a la pequeña, pensó que podía cargarla. Pero, al posar sus manos en los costados de la niña, notó algo sospechoso.

¿Está temblando? -pensó el joven pecoso-.

— No hagas eso de nuevo, Eri. -una voz masculina se acercó hasta hacerse presente ante el joven y su compañero rubio-. No le des problemas a los héroes. Disculpen porque mi hija los está molestando. Ella es bastante hiperactiva y se lastima jugando porque no se fija en lo que hace.

El chico de pelo verde veía algo asustado al hombre castaño con un pico de tucán ornamentado al estilo yakuza. El compañero rubio, al notar que la mirada entre ambos se prolongaba, decidió intervenir de forma elegante.

— Se te olvidó ponerte la capucha, deberías pedir que te tallen eso. Lamentamos tropezarnos con su hija, señor. Su máscara es preciosa, ¿usted es de la familia de los Haissaikai, verdad? Son famosos por estos rumbos. -decía el rubio para calmar la tensión-.

— Hai, la máscara es decorativa pero me protege del polvo por mis problemas de salud. -decía Chisaki de lo más jovial posible-. Es primera vez que los veo por acá.

— Ah sí, es que somos nuevos y estamos en nuestras prácticas de la academia. Vamos compañero. -decía el rubio que estaba con la guardia alta-.

— Hai... -decía el pecoso, pero no podía levantarse porque la niña lo tomaba del traje y temblaba mientras le abrazaba-.

No te vayas... necesito a mi oka-san... -decía la peliblanca con lágrimas en los ojos pero ocultándose en el hombro del peliverde-.

— Sumimasen, pero la niña parece estar asustada. -decía el joven aprendiz de héroe algo nervioso-.

(Cr: encontrado en el perfil de @ TotoDeath en Pinterest)

— Es que acabo de regañarla. -se limitó a decir el yakuza-.

— Y sus vendajes no parecen ser por jugar tanto, además es extraño que una niña tiemble de esa forma. -el pecoso estaba siendo muy directo-.

La tensión era muy fuerte, la niña se aferraba al estudiante, su compañero más veterano estaba expectante.

— Te pido por favor que no impongas tus ideas en otras familias. -Chisaki empezaba a impacientarse-.

— ¿Qué hacía con ella? -el peliverde se puso de pie para cargar a Eri-.

— Los héroes son muy sensibles con la gente. -respondió algo cansado-. Les explicaré si me acompañan, aquí hay gente pasando.

Overhaul les indicó que lo siguieran por el callejón, los dos jóvenes intercambiaron miradas para proceder a seguir los pasos del adulto.

— Últimamente he tenido problemas con Eri. Los niños a veces son difíciles de entender. Sienten que tan pronto pueden caminar sobre sus dos pies, pueden ser alguien por sí mismo y no... -mientras Chisaki explicaba, hizo la señal donde parecía quitarse su guante-.

Esto alertó lo suficiente a la niña para poner los pies en el suelo y salir corriendo con Chisaki sin dar explicaciones. Ella se acercó corriendo hacia él.

— Así que ya se te pasó el berrinche. -preguntó sin esperar respuesta de ella-. Bien, vámonos. Lamento que escucharan mis problemas, disculpen los inconvenientes. Y buena suerte en su trabajo, héroes.

Así fue como se alejarían ambos de los jóvenes. El pecoso estaba con una sensación de molestia, miedo e impotencia. Su senpai le decía con la mirada que no interviniera más.

— Deku, tenemos que alertarle a Sir ahora. Ven. -le decía el senpai-.

— Hai, Lemillion. -el pecoso comenzaría a correr pero de reojo veía a la niña alejarse-. Eri-chan...

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