Capítulo 4: Frío
- Tío Mori, está nevando - decía Chuuya emocionado mientras removía al pelinegro
Mori se tapó la cara con la almohada. ¿Porque no podía dormir al menos unas horas seguidas?
- ¡Quiero salir a jugar! - comento Chuuya intentando que este se levantara
- Chuuya-kun, es muy temprano - murmuro entre adormilado
- ¡Pero si no vamos ahora, la nieve se ira! ¡No podemos dejar que se vaya! - Anuncio este sin quitarse de encima el tono de emoción.
Mori abrió un ojo, enfocándose primero en su sobrino y luego en su reloj despertador. 6 Am. Un día domingo. Su único día libre. Quería morir.
- Chuuya-kun ¿Y si más rato te llevo al parque para que juegues con más niños? ¿No sería eso genial? Pero a esta hora ningún niño esta despierto, tienes que esperar a que sean las 9 - le comento con la esperanza de convencerlo para que el pudiera seguir durmiendo
Las orejas de Chuuya cayeron de golpe. Sus ojos extrañamente tristes.
- Los otros niños no juegan conmigo- explico esto moviendo las manos incómodo.
Mori de inmediato despertó ante ese comentario. Había metido la pata. ¿No pudo mencionar otra cosa? Ahora Chuuya estaba triste. Su cola se había dejado caer como demostración. Era cierto, parecía ser que desde la última pelea ningún niño se acercaba a su sobrino. Malditos mocosos. Chuuya era un Nakahara, no tenían ningún derecho a insultarlo. Estiro la mano y revolvió el cabello de pequeño
- Vamos a jugar, Chuuya-kun - le dijo finalmente. El pelirrojo de inmediato se animó - Anda a vestirte adecuadamente. Te espero en 10 minutos en el primer piso. Si no llegas no te acompañare
El cachorro de inmediato salió corriendo a su habitación. Mori se estiro con pereza. 5 meses había estado al cuidado de su sobrino. Y este no estaba muerto. Su hermana tenía que estar orgullosa de él.
Abrió las cortinas de la ventana de su habitación. Estaba amaneciendo. Y los primeros rayos del sol provocaban que la nieve brillara como si fueran diamantes.
Se vistió con su abrigo negro y bajo las escaleras. Encontrándose a su sobrino colocándose unas botas cafés. Evaluó por unos segundos que estuviera lo suficientemente abrigado. Tenía una chaqueta azul. Guantes. Una bufanda. Gorro. ¿Estaba todo adecuado? ¿Qué le había dicho su hermana sobre la vestimenta de Chuuya? Bueno era un cambiante, no se iba enfermar por el frío.
- ¿Por qué no te quitas el gorro? Parece incómodo para tus orejas
- Debo usar gorro en mis orejas- explico este
- Estarás bien, Chuuya-kun, hazle caso a tu tío
El cachorro asintió y se quitó el gorro de lana. Dejando en libertad sus orejas.
- Estoy listo - comento Chuuya
- Vamos al patio entonces - El cachorro asintió, pero se detuvo en último momento.
- Espera un poco - Chuuya subió corriendo las escaleras
- !No corras!
- No pasa nada - grito este mientras seguía corriendo. A los pocos minutos regreso con el conejo suicida.
Hizo una mueca al ver que su sobrino lo atraía arrastrando con la soga para colgarse.
- Chuuya-kun, ¿No quieres quitarle eso al conejo? - le pregunto mirándolo con una sonrisa. El niño negó con la cabeza
- Se ve bien así - respondió convencido
- ¿No crees que el conejo morirá si tiene esa cuerda robándole el oxígeno? - argumento el pelinegro. El cachorro se lo pensó, pero negó con la cabeza
- ¡Es un vampiro! No moriría por eso - explicó este con una sonrisa inocente.
Mori se tensó ante ese comentario. Poniéndose completamente serio. Chuuya lo ignoro y se apresuró a salir por la puerta trasera al patio. Dejando al pelinegro pensando. Luego de unos minutos siguió al niño.
Este ya estaba jugando en la nieve divertido. Moro sacudió la cabeza, quizás solo había sido el comentario de un niño sin malicia.
- ¿Tío? - pregunto confuso el cachorro al ver el rostro de Mori. Este le sonrió de inmediato
- ¿No tienes frio? - dijo en cambio. Chuuya negó con la cabeza y siguió jugando.
Mori bostezo y se sentó en el porche mirando jugar a Chuuya. Odiaba el frio y todo lo relacionado con esto. Una clara referencia a los vampiros.
Habían pasado cerca de una hora desde que habían salido a jugar en la nieve. De la nada una taza de café se puso en su campo de visión. La acepto con una sonrisa mientras intentaba abrigarse
- Fukuzawa-dono - comento a la persona que se había sentado a su lado en silencio
- No sueles estar despierto a esta hora
- ¡Chuuya-kun es un típico cachorro con energía! Es imposible dormir - gruño este en respuesta, pero con cariño en su voz. El peli plata enfoco su vista en el niño que parecía estar explicándole a su conejo como hacer un muñeco de nieve.
- ¿Algo que decir? - pregunto finalmente a Mori. Este le sonrió apoyándose en el hombro de su compañero.
- Chuuya-kun no tiene amigos con los que jugar - le comento con seriedad - nadie parece querer estar con él ¿Se sentirá solo?
- Solo tienes que mirarlo para responder eso
Efectivamente el cachorro tenía una sonrisa en su rostro mientras jugaba. Mori sonrió ante eso
- He hecho un excelente trabajo - comento en cambio.
- No es por insultarte compañero, pero si no fuera por mí, Chuuya ya habría aparecido en una zanja - gruño Fukuzawa.
Mori se rio ante eso. Quizás era su culpa un número de los problemas que pasaban con Chuuya. Como cuando se cayó por las escaleras, cuando casi se electrocuta con la televisión o el hecho de que dijera más groserías que las que decía cuando llegó
- No admitiré nada - comento en cambio - Las heridas que Chuuya-kun se hace siempre aparecen curadas ¿Crees que sea señal de que su lobo está despertando?
Fukuzawa noto que Mori estaba tenso. Hace algún tiempo ambos sospechaban que había algo extraño en el modo en que Chuuya se iba a dormir con heridas y despertaba sin ellas. Lo asociaron a la curación de su lobo. Porque la segunda opción era demasiado descabellada como para tomarla en cuenta.
- Esperemos que sea eso - comento el peliplata con un suspiro.
Ambos se miraron con atención. Mori le sonrió y lo atrajo para un pequeño beso
- Buenos días, amargado- espeto Mori cuando se separó de este
- Buenos días - le dijo este con una sonrisa imperceptible
Cuando intentaron volverse a besar notaron una mirada penetrante de cierto cachorro. Fukuzawa de inmediato se separó de Mori. Chuuya los miraba curioso
- ¿Se estaban besando? ¿Por qué? - les señalo abrazando a su peluche.
- Un saludo, Chuuya-kun - explico Mori nada avergonzado, todo lo contrario al peliplateado
- ¿Debo saludar así también? - pregunto con el ceño fruncido.
- ¡No! - dijeron ambos de inmediato. Chuuya parecía aún más confundido
- Chuuya-kun, ¡esto es solo un saludo para alguien a quien quieras mucho! - intento explicar de inmediato Mori
- ¿Mis amigos?
- ¡No! - dijeron ambos otra vez. Se miraron entre ellos
- Cachorro, lo que Mori intenta decirte es que un beso como el que viste solo se hace entre compañeros - dijo por fin Fukuzawa
- ¿Que es un compañero?
- Es la persona que complementa tu alma - explico el peliplateado con una sonrisa - No puedo decirte mucho porque aún eres muy pequeño, pero cuando seas mayor podrás reconocerlo - El pelirrojo le sonrió emocionado
- ¿Yo también tengo un compañero?
- Todos tienen uno, Chuuya-kun - señalo Mori con una sonrisa - Algún día encontraras al tuyo
Eso le hacía ilusión al niño. Alguien que complementa tu alma. Eso para el cachorro sonaba bonito.
- ¿Los vampiros tienen un compañero también?
Ambos cambiantes miraron fijamente a Chuuya. Mori chasqueo la lengua molesto. Su sobrino lo miro sorprendido, hace tiempo que no veía tan enojado a su tío
- Los vampiros no tienen alma – Explico Fukuzawa, colocando imperceptiblemente su mano en la espalda de su compañero en un intento de calmarlo – Son demonios, por eso no están bendecidos con un compañero
- No deberías tener interés en esos chupa sangre – gruño Mori con el ceño fruncido – no vuelvas a preguntar por ellos a menos que sea con intención de odiarlos
- ¿Realmente son tan malos? – pregunto Chuuya sin dejase intimidar por su tío
- Te usaran, te mataran, te torturaran, te harán desear no haber nacido – gruño Mori con tono de alfa. En sus ojos se dejó ver al lobo, uno enfadado.
Chuuya se estremeció, pero no bajo la mirada. Acto que fue tomado como el lobo como insubordinación. Antes de que pasara lo impensable. Fukuzawa agarro al cachorro, manteniéndolo lejos.
- Cálmate Mori – su voz estaba calmada como era característico de él, pero claramente tenía toda la intención de proteger al niño. Mori parpadeo sorprendido por lo que había estado a punto de hacer.
- Creo que me altere un poco – suspiro intentado volver en sí.
Mori era despiadado, hubo un tiempo que llego ser temido incluso por su gente, era un rumor con fundamentos, si él lo decidía, no quedarían personas con vida. Lo bueno es que logro recuperar parte de su cordura cuando conoció a su compañero. Aunque seguía odiando a los vampiros.
- Lo siento, Chuuya – dijo revolviéndole el cabello a su sobrino, Fukuzawa bajo al niño, el cual no parecía estar asustado, solo confundido
- ¿Estas enojado conmigo, tío Mori?
- No, solo tocaste un tema que me desagrada – explico mirando hacia el bosque, luego regreso su mirada al niño – No sientas piedad por los vampiros, en la primera oportunidad te traicionaran - Chuuya asintió, sin entender del todo, pero comprendiendo que no era un tema agradable para su Tío - Entonces, Chuuya-kun ¿No seguirás jugando? - el pelirrojo negó con la cabeza y mostro la palma de su mano con una mueca avergonzada
- Me corte con una rama - explico avergonzado. Ambos adultos miraron en shock como la sangre corría por la pequeña mano, en todo este rato no lo habían notado.
- ¿Un excelente trabajo? - comento Fukuzawa finalmente. Mori lo miro enfadado y sin más cargo a su sobrino dentro de la casa para curar la herida.
Luego de que habían tratado la mano del niño como debían. Se acomodaron a desayunar. Solo como disculpa le sirvieron a Chuuya una enorme taza de chocolate caliente. Este no se quejó en ningún momento por la herida.
Las orejas del niño de la nada se pusieron alertas. Dejo su taza sobre la mesa y salió corriendo del comedor
- ¡Mamá está llamando! - grito corriendo al teléfono principal de la casa. Siempre lo llamaba a esta hora. Se apresuro a contestar
-Mamá, buenos días - dijo el cachorro a penas contesto.
- Buenos días, cariño ¿Como dormiste? - le pregunto esta con voz suave
- ¡Bien! ¡Mamá hay mucha nieve afuera! Tío Mori me acompaño a jugar - narro el niño emocionado
- ¿Saliste abrigado?
- Si, aunque no use mi gorro ¡Pero tío Mori dijo que estaba bien no usarlo! Y mamá me dijo que debía obedecer a mis adultos
- A penas terminemos de hablar pásame a Mori- dijo en cambio la mujer - ¿Como estas pequeño?
- Estoy bien - explico el niño feliz, le gustaba estar acá. Tenía un amigo por fin, aunque no podía contarle a su madre sobre Dazai. Podría meterlo en problemas. Pero se lo quería presentar- ¿Cuándo vienes mamá?
- Falta poco - le respondió esta con voz calmada. Chuuya movió su cola emocionado
- Te extraño, te veré pronto Cariño
Ambos hablaron un rato más, hasta que Kouyou le pidió que le pasara a Mori para conversar.
- !Tío Mori! !Mamá quiere hablar con usted!
El peli negro llego con una mueca. Miro el teléfono con terror. Suspiro cansado mientras contestaba.
- Mi bella Kouyou ¿Como estas? - le dijo con voz tranquila
- Mori ¿Qué fue lo que le hiciste a Chuuya? - dijo sin más la mujer, con la misma voz tranquila
- Yo no hice nada, él estaba jugando y se cortó la mano solito
- !¿Se cortó la mano!? - espeto enfadada. Mori hizo una mueca. Así que no era eso
- Eso es tema a parte ¿Que se supone que fue lo que hice? - espeto rápidamente para que su hermana no lo matara por teléfono
- !Sus orejas tienen que estar cubiertas cuando juega en la nieve! ¡Es un cachorro, aun no puede regular bien la temperatura de su cuerpo! !Te lo dije antes de irme! !Si se enferma me la pagarás cuanto te vea! - dijo enfadada la mujer. Mori giro los ojos
- Chuuya-kun está bien - respondió mirando al cachorro en cuestión. El cual le sonreía esperando que le devolviera el teléfono
¿Era su idea o tenía el rostro más rojo? Le toco la frente preocupado. Fiebre. Chuuya tenía fiebre. Abrió los ojos sorprendido.
- ¿Mori? ¿Sigues ahí?
- ehh, si... como decía Chuuya-kun está bien, no tienes que preocuparte
Observo como Fukuzawa llamaba a Chuuya para darle se peluche. Este se acercó a él corriendo, pero de la nada tropezó. Fukuzawa alcanzo a recogerlo a tiempo. El peliplateado parecía preocupada mientras subía al cachorro en brazos. Chuuya no despertaba.
- ¿Mori? ¿Que fue ese ruido? - dijo preocupada su hermana
- oh...no es nada, tengo que cortar, adiós
- Pásame a Chuuya para despedirme - dijo con ternura.
- Esta desmayado - respondió sin querer, mordiéndose la lengua en último momento
- ¿Que?
- Bromeaba, adiós
Sin más corto el teléfono y corrió a ver al niño. Parecía estar respirando con dificultad. La fiebre había avanzado con rapidez. Ambos adultos se miraron
- ¿Qué hacemos?
El castaño entro por la ventana como lo hacía cada semana. Chuuya no corrió a saludarlo como solía hacerlo. Frunció el ceño ante eso. Lo busco con la mirada, encontrando al cachorro recostado en la cama.
El castaño se acercó donde el niño, sentándose en el costado de la cama. Tocando con suavidad su frente, hizo una mueca al notar que tenía fiebre. El cachorro suspiro por la sensación de la frialdad.
Abrió sus ojos azules opacados por su elevada temperatura que no parecía bajar por mucho que el médico lo tratara.
Les habían indicado que lo dejaran descansar por la noche, que mañana despertaría mejor. Mori del cansancio se había ido a dormir, indicándole al cachorro que si necesitaba algo le gritara con fuerza.
- Dazai- le susurro con voz pesada de tanto toser
- Veo que te resfriaste - le dijo respondiendo con una sonrisa al cachorro. Aunque estaba preocupado por el niño
- No cubrí mis orejas al salir a la nieve - explico con una sonrisa. Luego tosió con fuerza. Dazai lo incorporo para que no se ahogara - Agua
El cachorro le señalo una jarra y un vaso que habían dejado en la cómoda del niño. Le entrego el vaso, ayudándolo a que lo bebiera.
El niño se quejó por el dolor de su garganta al sentir el agua fría pasar
- Duele - le dijo con voz triste y sus ojos a punto de llorar
- ¿Donde? - el castaño lo dijo con suavidad, revisando al niño
- Aquí y aquí- indicó su cabeza y garganta.
La fiebre estaba provocando el dolor de cabeza. Y la toz el dolor en su garganta. Era tan pequeño y aun así se había enfermado.
- Ven aquí, Chuuya - Dazai lo atrajo a sus brazos. El pelirrojo suspiro con comodidad ante el frío de la piel del castaño - ¿Mejor?
Este asintió contra su cuello, sin querer moverse. Dazai al notar esto se apoyó en la cabecera permitiendo que el niño se aferrara a él. Su cola se movía con lentitud de un lado a otro.
Sostuvo a Chuuya preocupado, una cosa era curar heridas y otra muy distintas curar enfermedades. Se supone que los cambiantes no se enferman.
- ¿Te enfermas muy seguido? - pregunto directamente al pelirrojo
- No lo sé - respondió este en un murmullo. Parecía cansado - pero creo que más que los demás
Tenía las defensas bajas...algo poco común en un cambiante. Se supone que el lobo de Chuuya debería mantenerlo sano, infería que había dos factores detrás de esto. Primero, que era un cachorro y segundo...que estaba atrapado en esa media forma.
Lo sostuvo con fuerza ante eso. Acariciando con suavidad sus cabellos rojizos. Intentando que se durmiera. No iba a molestarlo cuando se encontraba así de enfermo
- Tranquilo, se te pasara pronto – le susurro calmándolo
- Estoy roto – le comento este con suavidad. Dazai se congelo, mirándolo fijamente – Se que no debería enfermarme ¿Crees que es porque mi lobo no me quiere? – el cachorro parecía estar hablando para sí mismo, le dio una sonrisa a Dazai – en algún momento me va a aceptar
Dazai le regreso la sonrisa. Chuuya tenía una fortaleza no propia de un niño pequeño, pero que lo hacía brillar de una manera hermosa. El cachorro comenzó a toser con fuerza, quejándose en voz alta por la incomodidad
- Quiero comer helado – murmuro con los ojos cerrados, parecía querer volver a dormir
- Cuando te recuperes, enano
- Pero yo quiero helado ahora – se aferró fuerte al castaño. Colocando sus brazos alrededor de este. Dazai arrugo la nariz ante el agradable olor que desprendía Chuuya. Sintió sed. Busco la causa de esto, haciendo una mueca al notar la mano vendada del niño
- Cachorro ¿Porque estas herido de nuevo? - gruño Dazai tomando entre sus manos la pequeña muñeca del niño. Este bostezo y dirigió su mirada a su mano, intentando recordar.
- Me corte con una rama mientras jugaba en la nieve, pero no duele - dijo este mirándose la mano vendada
El castaño lo miro malhumorado. Últimamente encontraba cada vez más herida en Chuuya. Había investigado y parecía que era bastante normal que los cachorros se lastimaran. Era pequeños muy energéticos. Bueno, como cualquier niño.
Dazai tomo su mano quito la venda de que cubría la herida. Observo que la herida era bastante profunda, como si un cuchillo hubiera atravesado la piel y no una simple rama. No lo suficientemente profunda para necesitar puntos. Pero lo suficiente como para seguir sangrando.
No pudo evitar inhalar ante eso. Delicioso. Un olor delicioso. Sintió que sus colmillos crecían. Pero de inmediato se contuvo y curo la herida del cachorro. Dejando su mano en perfecto estado. Eso estuvo cerca. El cachorro lo miraba curioso
- Tienes los ojos rojos – comento fascinado, ya lo había visto antes, pero no tan cerca. Acerco su mano a los ojos de Dazai, pero este fingió que lo iba a morder ganándose una risita del niño
- ¿Qué hiciste hoy Chuuya?
- Jugué en la nieve y conversé con mamá – le dijo con voz adormilada, apoyándose nuevamente en el cuello de Dazai - ¿Y tú?
Torture a unos traidores. Bebí más sangre de la que debería por la sed insaciable que he tenido desde que te conocí. Recibí un sermón de Ango sobre las razones por las que debo dejarte ir. No lo haré, Chuuya. No puedo dejarte ahora que te conocí. Eres mío.
- Nada en especial, mis días son aburridos - dijo en cambio con una sonrisa. Acariciando con suavidad el cabello del niño, que poco a poco se iba quedando dormido.
- ¿Sabes? Me enteré de que tengo un compañero en algún lado…algún día lo conoceré– murmuro el cachorro mientras se quedaba dormido.
El castaño sintió como la respiración del niño se normalizaba. Lo mantuvo cerca algunos minutos, luego lo volvió a recostar en la cama para que descansara
- Ya me conoces, Chuuya
Se quedo vigilando su sueño, hasta que el amanecer no le dejo más opciones que despedirse.
Gracias por leer ❤❤❤❤
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