Prólogo
Cuenta la historia a través de los tiempos, que antes habitaba en la tierra Ayesha, la diosa de los vampiros. Era realmente temida por los humanos y respetada como nadie por los demás vampiros. Su belleza era incomparable con cualquier otra criatura sobre la faz de la tierra; y todo aquel que la veía quedaba completamente hipnotizado, cayendo en las redes de la mujer, convirtiéndose inconscientemente en su víctima mortal.
Pero con el paso del tiempo, los humanos aprendieron las debilidades de los vampiros, y cómo eliminarlos, comenzando una furtiva caza con el objetivo de exterminar a todo chupasangre que existiese sobre la faz de la tierra.
Muchos recurrían desesperados a la Diosa de los vampiros, que bien era inmortal, no encontraba la forma de detener aquel exterminio. Intentó buscar una solución al problema, pero no había opción para el clan actual. La única salvación sería si ella tuviese una hija; quien poseería los genes más fuertes que se hayan visto, luego de los de la diosa; y quien con su nueva sangre; podría ayudar a su raza a volverse más fuerte.
Sin embargo, aquella niña nunca llegó a pesar de los intentos de la mujer. Ningún gen era lo suficientemente fuerte como el de ella para soportar mantenerse dentro de sus entrañas. La única salvación que poseía su raza estaba prácticamente descartada. Viendo con el paso de los años, cómo su raza iba desapareciendo, no podía hacer nada más que resignarse a quedarse completamente sola; única en su especie.
Al pasar los siglos, siendo la única sobreviviente, vio surgir una nueva raza extraña entre las tinieblas. Llegó a sus oídos los rumores de la existencia de algo conocido como "hombres lobo". Aquello llamó su atención bastante, no todos los días se descubre algo como eso en esta tierra. Al investigar un poco más sobre ellos, descubrió que de día eran humanos normales, y por las noches, mutaban en una mezcla de humano y lobo, parecido a nada antes visto por sus ojos.
Sin tener nada mejor que hacer, intentó mezclarse con esa raza, intentando conocerlos más a fondo. Así, su soledad no sería tanta, ella no sería la única con habilidades sobrenaturales. ¿Cómo comenzaron? Nadie lo sabe exactamente. Según cuentan, un humano con ADN especial, fue mordido por un lobo, logrando así esa extraña combinación.
En su búsqueda por saciar su curiosidad y soledad, conoció a un joven bastante atractivo para ella. Eso la confundía un poco, pues, con los miles de años que vivía en la tierra, vio demasiadas bellezas masculinas como para que pueda ser posible que alguien llamase su atención. Pero, este hombre, no era normal. Era un hombre lobo, y lo que ella descubrió más tarde; fue que la sangre de estas criaturas tenía un aroma bastante tentador. Muchas veces su instinto de morderlos fue muy fuerte, pero por honor a su estirpe, siempre se controló.
¿Qué clase de abominación podía surgir si un vampiro mordía a un hombre lobo? No quería averiguarlo. Si su raza estaba extinta, no iba ser ella quien la degrade a algo como eso. Con el tiempo fue conociendo mejor a aquel hombre, y a medida que los días pasaban, ella se sentía cada vez más a gusto con aquel muchacho. Tal vez tantos siglos de soledad, lograron ablandar su corazón ante la cercanía de una persona, o como sea que se pueda llamar a eso.
No pasó mucho tiempo para que lo predecible sucediera. Ellos, un día, tuvieron relaciones, y desde aquel día, esos encuentros continuaron constantemente. Para ellos, al principio no era más que un acto de placer para satisfacer sus deseos carnales. Con el tiempo, ese simple acto fue conectando a ambos cada vez más, convirtiéndose más adelante no más en un acto sexual, si no en una demostración de amor. Pero, sucedió algo totalmente inesperado para ambos, algo que ni siquiera se les hubiera cruzado por la mente, ni en sus más descabellados sueños.
Ayesha estaba embarazada. Estaba embarazada de un hombre lobo. ¿Cómo demonios era eso posible? ¿Qué rayos iba a salir de una mezcla de especies tan distintas? Al principio ambos quedaron horrorizados ante la idea de qué era lo que estaba por nacer. Pero era el fruto del amor de ambos... ¿Cómo no amarlo de todas formas?
Si alguien se enterase de aquello, de seguro iba a querer matar a esa criatura. A pesar de ser ella la única sobreviviente de su raza, estaba segura que si alguien del clan de su amado se enteraba de ello no descansarían hasta exterminar a "la abominación". Por ello decidieron mantenerlo en el mayor de los secretos, y esperar a que la criatura nazca.
La criatura se desarrolló de manera anormal en su vientre. Tres meses después, Ayesha ya estaba pariendo en su palacio, completamente sola. Lo que sus ojos vieron no la asustaron para nada, al contrario, la dejó bastante consternada. Era una niña, una niña hermosa, que había sacado los rasgos de su padre y de su madre. Era una mezcla de ambos, era una niña bellísima.
No se veía absolutamente nada anormal en ella, lo que alivió bastante a su madre. Al darle la noticia a su amado, en secreto se encontraron para que el hombre pudiera contemplar la hermosa criatura que era su hija. Debido a que no se veía nada extraño en ella, no hubo problemas, por el momento.
La niña crecía cada día, a una velocidad increíble, que a los seis meses de su nacimiento, ya tenía el cuerpo de una niña de 5 años. Eso no era algo normal ni en los vampiros ni en los hombres lobo, pero no le dieron importancia al asunto.
Los años pasaron y la niña se convirtió en una hermosa mujer, que cautivaba a cualquier hombre con su belleza; cualidad heredada de su madre. No fue hasta la noche de aquel día, pocos días después de cumplir 22 años, que se dieron cuenta que aquella muchacha no era nada normal.
Esa noche de luna llena, los genes de ambos padres despertaron en ella, convirtiéndola en una criatura nunca antes vista por nadie. Su cuerpo se transformó en algo parecido a los hombres lobo, pero mucho más ancho y alto, se veía mucho más fuerte que cualquier hombre lobo de raza pura. Los colmillos que sobresalían de su hocico no eran normales; eran enormes y más afilados que los colmillos normales; iguales a los de un vampiro. El color de sus ojos pasó a ser del azul a unos plateados intensos; cuya mirada parecía penetrar el alma de cualquier ser que la observase.
Esto sucedió en la propia habitación de la muchacha. Sus padres, al escuchar los aullidos y gruñidos provenientes del lugar, rápidamente fueron a ver qué estaba sucediendo. Lo que vieron ante sus ojos los dejó aterrorizados.
La mente de la muchacha tenía millones de dudas en ese momento. No podía comprender porqué al sólo ver la luz de la luna llena al despejarse el cielo nublado, su cuerpo comenzó a dolerle tremendamente debido a la involuntaria transformación que estaba sufriendo. Aunque su cuerpo era completamente distinto; su conciencia, aún era SU conciencia. Estaba más asustada que sus propios padres al verla en aquella forma, sólo que su rostro de algo parecido a un lobo, no podía expresar aquella sensación.
Aquel miedo que sentía en ese momento produjo algo mucho más inesperado que la escena que ya estaban presenciando. Ese temor hizo que esa horrible criatura, la cual era "su verdadera forma" por así decirlo; se convirtiera en un pequeño, adorable y peludo gato negro, cuyos ojos eran del mismo color que el de la bestia.
Sus padres se quedaron más confundidos que antes, sin entender absolutamente nada de lo que estaba pasando. En ese momento, la conciencia de la muchacha, fue consumida por completo por su instinto, por su tremenda sed de sangre. En unos segundos. Los ojos de sus padres vieron cómo aquel felino saltó por la ventana, perdiéndose entre los árboles.
La chica ahora solamente estaba siguiendo sus instintos. Su consciencia no existía en esos momentos, no conocía a nadie, a pesar de que realmente era muy conocida en el pueblo.
Su madre quiso salir corriendo tras ella, pero el hombre la atajó, diciéndole que esto, tarde o temprano iba a suceder, y que lo más probable era que fue a alimentarse. Y que, si salía tras ella, se comenzaría a sospechar algo, lo que podría provocar la muerte de la amada hija. Sólo rogaban que no provocara tanto desastre, por el hecho de ser novata, pero con el camuflaje que llevaba, era difícil, mejor dicho imposible; que descubrieran que ese gatito era una mezcla mutante de hombre lobo y vampiro.
Al adentrarse al pueblo como un simple gato callejero, su instinto se encargó de lo demás. Su olfato la llevaba a querer tomar la sangre de las personas cercanas a la muerte. Ese aroma era el que la guiaba. Antes de llegar a la ciudad, pasó por una granja donde percibió ese dulce aroma. Sigilosamente entró a la casa, siguiendo su olfato llegó a una habitación donde una mujer estaba agonizando. Para el felino, su sangre era bastante apetitosa. Se las arregló para entrar, y sus ojos vieron a una pareja durmiendo en la cama, más su sed frente a su deliciosa comida hizo que una vez más, su forma cambiara.
El ruido de la transformación despertó a las dos personas, que al ver semejante monstruosidad, ni siquiera una letra podía salirles de la garganta. La criatura se abalanzó sobre la mujer, hundiendo sus colmillos en su cuello, succionando toda la sangre que pudiese. El hombre, viendo cómo esa cosa se tragaba toda la sangre de su esposa, no supo qué hacer, y en un intento de salvar a su mujer, intentó empujar a la criatura, la cual antes de que el hombre pudiera tocarla, con una de sus garras lo estampó contra la pared; dejándolo moribundo.
Al terminar de alimentarse de la mujer, seguía con mucha hambre, y al percibir el delicioso aroma de la muerte a su lado derecho, se dirigió al hombre que se hallaba sentado contra la pared, observando horrorizado cómo aquella cosa acercaba su hocico para hundirlo en su cuello.
Así, la que de día era una hermosa muchacha con aire inocente y lleno de ternura, fue adentrándose en el pueblo, causando estragos en todas las casas donde entraba. Su hambre parecía interminable, ya estaba visitando la décima casa, y aún tenía mucha sed.
Lo bueno de esto, por decirlo de alguna manera, era que sus víctimas no tenían tiempo ni de gritar para pedir auxilio, por lo que recién a la mañana todos quedarían estupefactos ante semejante ola de asesinatos.
Su instinto le alertó que el sol estaba por salir, y que debía refugiarse lo antes posible, salir del pueblo cuanto antes. Por ello, al beber toda la sangre de su última víctima, en vez de transformarse en un gato como lo hizo antes, se transformó en un perro negro; y corrió lo más rápido que pudo hacia las afueras del pueblo, hacia el bosque, donde estaba su casa.
Al haberse perdido ya entre los árboles, el sol se asomaba por el horizonte, provocando que su corrida se viera bruscamente interrumpida por su repentina transformación en humana otra vez. Cayó desvanecida sobre la hierba, completamente desnuda y totalmente inconsciente de lo que había pasado. Nada de lo que sucedió la noche anterior estaba grabado en su memoria.
Se quedó dormida por unos minutos antes de que los intensos rayos del sol la despertasen. Para ella parecieron horas, pero no fue así. El verse completamente desnuda al levantarse, y percatarse de que no estaba en su casa, la dejaron completamente confundida. Miró a su alrededor y supo que a unos metros más adelante estaba su casa. ¿Pero por qué no tenía ropa? ¿Y por qué amaneció en el bosque? Su cabeza era un mar de confusiones, pues no recordaba absolutamente nada, más que se había acostado a dormir. Si en esa situación estaba un poco asustada, lo que estaba a punto de hacer la dejaría peor. Sentía su boca húmeda, no entendía qué podía ser; y al limpiarse aquel líquido extraño de su barbilla, quedó completamente horrorizada al mirar su mano. Era un líquido rojo; definitivamente era sangre, al olerla pudo comprobar eso.
¿Pero qué...? ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué tenía sangre alrededor de su boca? No, no sólo cerca de su boca. Al ir bajando su mano totalmente asustada, pudo comprobar que su cuello también estaba completamente empapado de sangre. Sea lo que sea que le haya pasado, tenía sangre que provenía de su boca y había chorreado hasta cerca de sus pechos.
Luego de varios minutos de intentar asimilar la situación. Una duda en su cabeza la dejó más que petrificada ¿Era siquiera la sangre suya? ¿Si era de alguien más? No, no... eso no podía ser posible. Miró todo su cuerpo y no tenía ninguna herida. No, no ¡NO! Esto no podía estar pasándole, ¿de quién podía ser tanta sangre? No quería siquiera imaginarlo.
Se levantó rápidamente y corrió lo más rápido que pudo a su casa. Entró en ella casi atropellando el lugar. Sus padres la estaban esperando preocupados en la entrada. Ella, con lágrimas en los ojos, sólo corrió a abrazarlos esperando que eso sólo fuera una mala pesadilla.
Luego de bañarse y ponerse ropa. Sus padres vieron que era el momento de decirle la verdad sobre la procedencia de ambos. La chica, al saberlo, de alguna manera, no supo qué decir ni cómo reaccionar, más bien en su interior se sentía tranquila. Ya que, si era hija de un hombre lobo y una vampira, era normal que bebiese sangre... un momento.... ¿Qué clase de monstruo engendraron?
Durante esa larga conversación, la muchacha se enteró de que los ataques que se le atribuían supuestamente al chupacabras, eran nada más y nada menos que el clan de su padre. En cuanto a los casos de desaparición de personas que solía haber de tanto en tanto, se le atribuían a su madre.
Ahora todo tenía sentido, ella era mitad vampiro, mitad hombre lobo. Una criatura completamente híbrida. ¿Podría acaso ella reproducirse? ¿Con quién? ¿Qué saldría de eso? ¿Algo peor que ella? ¿O algo mejor?
Su conversación se vio interrumpida cuando alguien tocó la puerta. Al abrirla, estaba frente a su padre un hombre mayor. Su madre le susurró al oído que ese era el jefe del clan de su padre.
El hombre entró mirando con desconfianza a las dos mujeres de la casa. Y sin rodeos, comentó lo que la noche anterior había ocurrido. Casi todo el pueblo fue masacrado. Debido a la cantidad de personas ancianas que había en el pueblo, y agregándole a eso la peste que postró en cama a muchos; eran contados con los dedos los que habían sobrevivido a aquel brutal ataque. Esa familia quedó atónita ante la noticia, y sabían perfectamente quién había sido la culpable de aquello.
El clan de hombres lobo tenía su sospecha de que aquella muchacha no era adopción del matrimonio debido a la infertilidad de su esposa "humana". Cabe decir que a pesar de ser la diosa de los vampiros, lo disimulaba bastante bien. A eso se debía la visita del jefe, para comprobar que aquella familia no tuviera anda que ver con aquel desastre.
Se las arreglaron como pudieron para convencer al hombre de que ni siquiera estaban enterados del asunto, y por el momento los dejó en paz, no sin mandar a escondidas que los vigilasen por las noches, por si volvía a pasar algo como eso. Es que los hombres lobos se habían adaptado a comer animales para no ser descubiertos y exterminados por los humanos. Y los vampiros ya ni existían y para que ni hablar de ellos. Debido a eso, ese suceso no cabía dentro de lo normal, había algo raro, y alguien era el responsable de aquello.
Desesperados, los padres de la muchacha no sabían qué hacer. Si la chica salía una sola vez más, sería perseguida hasta ser exterminada. Entonces, tomaron la única solución que tenían en sus manos: recurrir a la magia.
Apenas se retiró el jefe de la casa. La familia entera emprendió el viaje al pueblo vecino, disimulando con la mayor naturalidad posible de que iban a comprar víveres. Después de dos horas de viaje en caballo, llegaron al dichoso pueblo donde habían escuchado que habitaba una bruja, muy famosa por la efectividad de su magia.
Fueron junto a la mujer buscando una solución al problema. Ésta de inmediato supo quiénes eran los padres con apenas verlos, pero no podía descifrar qué era la muchacha; de que no era humana estaba más que segura. Los hizo pasar a un sótano bastante alejado de la superficie para poder conversar mejor sobre el asunto que los angustiaba.
La bruja no tenía palabras para describir la sorpresa que se llevó al saber que esa muchacha tan hermosa era la mezcla de dos de las especies más temidas por los humanos. Dentro de todo su conocimiento, buscando entre libros y pócimas, encontró en su estante un libro bastante viejo, dedicado exclusivamente a hombres lobos y vampiros. En él leyó la receta de una pócima para inhibir las habilidades sobrenaturales del hombre lobo, y otra para inhibir el de los vampiros.
Con su vasta experiencia, pudo lograr una poción que según ella, debería inhibir ambos tipos de habilidades. Un poco temerosa, la muchacha dudó unos segundos en tomarse el brebaje, pero lo hizo; cayendo después al piso como si estuviera convulsionando. Prácticamente lo que hizo aquella bebida fue volver a dormir los genes heredados de sus padres.
Esa noche decidieron pasarla en el pueblo vecino, por temor a ser descubiertos si aquello no funcionaba. Esa noche, comprobarían si en realidad sus habilidades se fueron a dormir. La bruja les advirtió una cosa: ella podía vivir como una humana normal, común y corriente; y vivir como tal, y eso, le permitía tener hijos. Sólo que su descendencia estaría maldita. Ya que la sangre de todos sus descendientes llevaría sus genes cada vez más evolucionados; convirtiéndolos en sólo Dios sabe qué clase de criaturas.
—Pero no se preocupen —los tranquilizó la mujer— este brebaje tiene un efecto de 500 años, por lo que será hasta entonces en que los genes volverán a despertar.
Aquellas palabras los aliviaron, aunque en realidad no creían mucho en que eso fuese posible. Si sus genes se mezclaban cada vez más con el de los humanos, ¿Acaso no debería ir debilitándose a medida que pasaba el tiempo, en vez de evolucionar? Eso era lo lógico, por lo que los padres pensaron que eran puras habladurías de la mujer, que por su pinta no parecía estar bien de sus facultades mentales. A ellos les bastaba con que solucionaran el problema de su hija.
Así pasaron las horas, y ya estaban hospedados en algún rancho de ese pueblo. Llegó la noche y la luna llena hizo su aparición; pero a su hija no le ocurrió nada. Seguía teniendo su forma humana, no tenía indicios de querer beber sangre, no había nada anormal en ella. Al ver que aquel brebaje funcionó, se pusieron tan contentos. La vida de su hija ya no corría peligro.
No hicieron caso a la advertencia de la bruja, y la muchacha fue dejando su descendencia a través de los siglos...
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