Guerra Interna
Corriste tanto, tanto, tanto, que si no te caías en algún momento al menos por voluntad propia, lo harías por el cansancio. Desde que dejaste solos a Slender y a su proxy, no paraste de correr con todas tus fuerzas. Tenías muchas dudas y quedarte sentada no solucionaría nada. Además, estabas bastante molesta. Llegaste a las afueras de un pueblo que quedaba como a 50 kilómetros de tu casa, donde también había un bosque, no tan grande como el que está cerca de Forks, pero ya te servía para descansar. Estabas ya exhausta, sentías que tu cuerpo se iba a derrumbar en cualquier momento. Te adentraste en el bosque todo lo que pudiste, a lo lejos divisaste una gran colina. Subiste por ella, cada vez más cansada, y al llegar a lo más alto, caíste sin fuerzas al piso. Desde ese lugar, sintiéndote desfallecer, al menos podías admirar la hermosa vista que te ofrecía el amanecer.
Te encantaban los atardeceres, pero el amanecer a tu parecer es mucho más hermoso. El Sol levantándose lentamente entre las montañas lejanas, disipando a su paso todo rastro de oscuridad, alumbrando con sus potentes rayos toda la naturaleza. Sin duda, los amaneceres son preciosos. No recuerdas el momento preciso en el que te quedaste dormida, pero cuando volviste a abrir los ojos, te encandiló la fuerte luz del sol en tu rostro. Te levantaste, aún muy cansada, pero un poco más recuperada. Tenías mucho calor, porque al parecer estuviste unas cuantas horas bajo el ardiente sol del lugar. Al mirar al cielo, el sol estaba exactamente encima de ti, calculando un poco, debía ser mediodía ya. Comenzaste a recorrer el lugar buscando agua, hasta dar con un pequeño arroyo. Te tiraste allí con todo y ropa, así te mantendrías fresca por un buen rato, porque por allí hace calor. Es curioso que a esa distancia ya sea diferente el clima.
Te quitaste el abrigo que tenías, los zapatos y el pantalón, quedándote solamente con una camisilla color salmón ajustada al cuerpo, y el short corto que siempre llevabas debajo de todas tus ropas. Volviste a meterte al agua, y te quedaste allí por un rato. Sentir el agua fría, fresca y cristalina, siempre te ayudaba a tranquilizarte al menos un poco más. Al salir, le quitaste la agujeta a uno de tus zapatos para usarlo como goma. Ataste tu cabello en una cola, lo más alto que su largor te permitía. Volviste a adentrarte al bosque y te recostaste por un árbol bastante frondoso. De nuevo, sin darte cuenta, te quedaste dormida.
Cuando abriste los ojos, el sol ya se estaba metiendo. Deberían ser como las seis de la tarde. Suspiraste profundamente y levantaste la vista a las hojas del árbol. Cerraste los ojos, y en ese momento tu cerebro hizo clic. ¿No que todos los vampiros ya se habían extinguido cuando aparecieron los licántropos? En ese momento te levantaste de golpe de tu sitio y comenzaste a analizar detenidamente cada parte de tu sueño.
¿Armas de fuego? ¿Hace cientos de siglos? Por favor, si los primeros indicios de ellas de dieron recién en el año 1326. Entonces, ¿cómo demonios pudieron haber matado a los vampiros con armas de fuego? Definitivamente eso no concuerda para nada. Y luego, cuando ya todos los malditos vampiros sobre la faz de la tierra desaparecieron, quedando sólo Ayesha, ¿cómo diablos es posible que hubiese habido otros híbridos? Al menos que Ayesha le haya sido infiel al hombre que amaba, embarazándose al dos por tres... ¿Qué carajos...? No, nada de eso tiene ningún puto sentido. ¿Qué mierda entonces fue todo eso? Lo único de ese estúpido sueño que parece tener lógica es la parte en que asesinaban a los licántropos. Pero, también recuerdas que según las informaciones que leíste, los licántropos estaban divididos en clanes. La mayoría tenía como regla no lastimar humanos, debido a que su especie corría peligro si lo hacían. Otros en cambio, se dedicaban a comer cuanta persona pudieran, arriesgándose en el acto. Poco a poco, el número de licántropos que se alimentaba de humanos creció bastante, y fueron muy pocos los que seguían manteniendo la regla de no lastimar personas. Fue por eso que también comenzó la cacería de licántropos. Aunque cueste admitirlo, se lo buscaron.
Todo estaba encajando ahora. Frunciste el ceño apretando los dientes. Alguien te debía una buena explicación.
—Dime en este mismo instante... qué DEMONIOS significa todo esto... —gritaste al viento.
—Aw, no creí que fueras tan inteligente como para darte cuenta —respondió esa voz que comenzabas a odiar.
—Así que fuiste tú... —gruñiste.
—Admito la culpa, ¡Jajajaja! Como te habrás dado cuenta, no todo fue falso tampoco, sólo quise darle un toque más trágico al asunto, y creo que lo logré, al menos por un buen rato...
—Eres... una... ¡MALDITA HIJA DE PUTA! A PESAR DE TODO LO QUE HAGO PARA SATISFACER TU MALDITO INSTINTO DE MIERDA... A PESAR DE TODO LO QUE YA PASÉ POR INTENTAR LLEVAR CONTIGO LA FIESTA EN PAZ... ¡TÚ TIENES QUE ESTAR JODIÉNDOME LA VIDA SIEMPRE! ¡¿VERDAD?! QUÉ RAYOS TE IMPORTA SI NO QUIERO MATAR A LOS HUMANOS ¡¿EH?! ¡YA CUMPLO MI PARTE DE ALIMENTARME! ¡MALDITA ESCORIA! —estabas tan furiosa, que eras capaz de sacarte esa parte tuya de tu interior y mandarla volar bien lejos.
—Hmph, ¿te enojaste? ¿y qué vas a hacer al respecto?
—¡NO ME JODAS! ¡NO BROMEES CONMIGO MALDITA BASURA! ¿CREES QUE DE ESA MANERA ME VAS A CONTROLAR? ¡PUES ESTÁS MUY EQUIVOCADA! NO TE VAS A SALIR CON LA TUYA... primero muerta ¿entendiste? —tu tono de voz ya sonaba bastante amenazante.
—Eso quiero verlo...
—No me pruebes... que lo vas a lamentar... y MUCHO
Comenzó a reírse como maniática. Su risa ya estaba martillando tu cabeza y estabas por perder la cordura. Suficiente. Ha sido más que suficiente. Realmente, te esforzaste mucho para convivir con el monstruo que vivía dentro de ti. Hiciste cosas que nunca en tu vida y en tu sano juicio pensaste hacer, por el hecho de no causar más problemas ¿Y ahora te va mandar cómo sentir o qué pensar? Si eso es lo que quiere, se puede ir al mismísimo infierno y quedarse allí para siempre. Ah, ¿tú eres parte de ella? Pues ahora verá, que contigo no se juega. Como si te importara demasiado apreciar tu vida, como si lo que eres vale algo para ti.
—¡CIERRA LA MALDITA BOCA! ¡CÁLLATE DE UNA PUTA VEZ! ¡ME TIENES HARTA! —le gritaste para que deje de reírse. Aunque su voz se parecía mucho a la tuya, la de esa cosa tenía siempre un toque sombrío.
No te estaba haciendo mucho caso, al contrario, eso hizo que su risa aumentara más. Bien, si no se detendrá por las buenas, lo hará por las malas.
—¡QUE TE CALLES! —golpeaste el suelo con todas tus fuerzas, provocando un pequeño temblor a tu alrededor.
Con eso por lo menos dejó de reírse.
—Sabes que no soy invencible, qué crees que pase si me acerco a algún objeto de plata ¿eh?
—N-no te atreverías...
—¿Eso crees? —tu sonrisa creció, tornándose un poco psicópata.
Comenzaste a golpear todos los árboles que encontrabas a tu paso, destrozándolo todo. ¿Por qué? Pues cuanta más energía gastes, más débil estarás, más vulnerable serás. Con el paso de los minutos, los cortes que te hacías tardaban cada vez más en regenerarse, hasta el punto en que ya no se curaban. En esa condición, cualquier filo era dañino, no sólo los de plata. Te sacaste la ropa que tenías y te convertiste en un perro, para entrar al pueblo. Comenzaste a correr hacia él como si tu vida dependiera de ello.
—No harás lo que creo que harás ¿verdad? —por primera vez, desde que la escuchaste, sonaba un poco preocupada.
—Sólo mírame. Puede que de noche tengas mucha ventaja sobre mí, pero mientras la luna no salga, yo tengo el control y te aseguro que hoy tomaré medidas extremas si es necesario para que no me manejes. Así sabrás que no debes meterte conmigo... —le respondiste en tu mente.
Tus patas delanteras en ese momento, estaban bastante malheridas, por lo que realmente costaba mucho avanzar. Rengueabas, te caías, pero volvías a levantarte sin que nada te impida alcanzar tu objetivo.
—M-mira... no es necesario todo esto...
—Sí que lo es.
No te detuviste a pesar del dolor hasta llegar al pueblo. Miraste al cielo, el sol ya estaba desapareciendo de tu vista. No, al menos hoy, no te va a controlar. Ese será su castigo por jugar con tu mente. Las personas te miraban con pena, sin hacerles caso seguiste persiguiendo tu objetivo. Llegaste a una carnicería, que estaba a punto de cerrar, en un descuido del carnicero, entraste y tomaste en tu hocico el mango del cuchillo, y volviste a salir corriendo.
Para cuando llegaste al bosque, ya había salido la luna. Volviste a tu forma normal, y tomaste el cuchillo con una mano. Estabas realmente cansada, nunca creíste que un ser como tú podía llegar a estar tan frágil.
Gracias a tu enojo, al menos la cuarta parte del bosque estaba destrozado. Ahora más que nunca iba a intentar controlarte, debido a que debes reestablecer tus energías, pero sobre tu propio cadáver se lo ibas a dejar.
—Hehe... creo que se te acabó el juego...
—Ni lo creas...
En el momento en que sentiste esa necesidad inmensa de beber sangre, no dudaste en enterrar el cuchillo en tu vientre. El dolor era casi igual a la vez que Slender te atravesó con su tentáculo. Caíste al piso, comenzando a toser sangre. Todavía estabas consciente de lo que pasaba, aunque en algún momento te desmayarías. Volviste a sacar el cuchillo de tus entrañas, decidida a volver a clavártelo si era necesario.
—¡¿Qué haces?! ¡E-estás loca! —se escuchaba desesperada.
Tal vez no quería morir realmente, pero si en verdad es así, debe adecuarse a tus reglas, y hoy ya lo tenía más que claro.
—Te dije... que... ngh... nunca más... ibas a controlarme... si realmente... quieres vivir... desde este momento... estarás... completamente... bajo MI control —no podías ni respirar fuerte por el dolor.
Lo máximo me sucedió fue que la herida dejó de sangrar, debido a lo débil que estabas, tu cuerpo no podía hacer más.
—No voy a aceptar eso... es decir, ¡no quiero aceptar eso!
—Tú decides si vivimos o morimos...
La sed de sangre se volvía más intensa, no estaba dispuesta a ceder. Entonces hiciste algo que ojalá se te hubiera ocurrido antes.
—¿Quieres sangre? ¿Eso es lo que quieres verdad? ¡Pues entonces bébela! —cortase un poco tu brazo y comenzaste a tomar tu propia sangre.
Aprendiste una cosa más. Tu propia sangre sabe horrible, es como beber veneno. A pesar el mal sabor, de las ganas de vomitar y de los mareos que te producía, no te detuviste hasta sorber al menos tres tragos de esa asquerosidad.
—Argh... nos estás matando... detente por favor... no continúes... te lo suplico... escucha, haré lo que quieras, desde ahora tú estás al mando todo el día, yo simplemente te ayudaré en caso necesario y nunca más intentaré controlarte, pero por favor... detente... —su voz suplicante parecía que iba a quebrarse en llanto en cualquier momento.
Dejaste de beber tu sangre, y dejaste el cuchillo. Seguiste tosiendo debido al malestar que te provocó, tu propia sangre. Ya no podías siquiera hablar, ibas a quedarte inconsciente en cualquier momento. Ella, al menos dejó de intentar controlarte, y el deseo de sangre se detuvo.
—Recuerda que es un trato, un paso en falso y ya sabes lo que haré... —la amenazaste en tu mente.
—Lo juro, cumpliré con el trato... —después de eso, pareció calmarse.
Llegó el momento en que todo se volvió negro. Cuando abriste los ojos, te costó ver claramente lo que había a tu alrededor, por un buen rato todo se veía borroso. Cuando te recuperaste un poco, al mirar e cielo, estaba atardeciendo. ¿Te quedaste inconsciente casi un día entero? Eso es mucho, pero debido a tu estado, era comprensible. Cuando intentaste levantarte, el dolor volvió a echarte. Hiciste el esfuerzo de mirar la herida, se veía bastante mal, estaba infectada debido al cuchillo y al tiempo que estuvo expuesta sin tratamiento alguno. Con mucha dificultad, te levantaste apenas para al menos recostarte por un árbol.
Esperaste hasta la noche, y volviste a transformarte, esta vez un lobo, para alcanzar el pueblo, ya que ellos tienen más resistencia. Necesitabas alimentarte, y de inmediato. En ningún momento sentiste que estabas por perder el control o una sed insaciable como todas las otras noches. Realmente estaba cumpliendo su parte del trato.
Aunque el pueblo no estaba muy lejos, tardaste mucho en llegar por tu condición. Una vez en él, comenzaste a buscar a tus víctimas del día. Normalmente, atacar a 6 personas sería suficiente, pero esta vez mordiste a casi 25 personas para reestablecerte por completo. Mañana el hospital estará lleno, eso es seguro. A medida que avanzabas por las casas, tus heridas iban sanando por completo y sentías que tu fuerza y vitalidad volvían a ser las de siempre.
Al terminar la cacería del día, lo mejor era descansar, debido a que también ya estaba por amanecer. Regresaste al bosque, volviste a tu forma normal y te pusiste de nuevo la camisilla y el short. Buscaste un lugar con mucha sombra para que el sol no te moleste cuando salga. Te acomodaste en una parte donde había muchas piedras que tapaban la salida del sol, usaste tus otras ropas como almohada y te quedaste dormida.
Cuando despertaste, la posición del sol te decía que ya había pasado un poco el mediodía. Volviste al arroyo a darte un baño, y te pusiste tu ropa. Hacía ya tres días que no volvías a tu casa. Y realmente, estar lejos de absolutamente todo, sin nadie, nadie por quien preocuparse, era bastante bueno. En el fondo, no querías regresar, preferías quedarte a vivir en el bosque y no volver a intentar tener una vida normal nunca más.
Nadie por quien preocuparse... recordaste a tu familia y a Slender, que a pesar de ser lo que es, te ayudó bastante, incluso... bueno, ya sabes lo que pasó. Tu mamá seguro debe estar muriéndose de la angustia, debido a que no cumpliste con la promesa que le hiciste. Y Slender, tal vez también esté preocupado. Sacudiste tu cabeza disipando dudas inservibles y comenzaste a caminar. Si te dirigías a tu pueblo como una persona normal, tal vez llegues en una semana o más.
Suspiraste volviendo a mirar el cielo. En realidad que no quieres volver. Puedes convivir con el hecho de que tuviste sexo con Slender, pero aún te cuesta mucho aceptar el incidente que sucedió en el bosque cuando estabas discutiendo con Matt. No será fácil volverlo a ver, ni siquiera acercártele será fácil. Volviste a suspirar. Si tardabas más en regresar, tal vez tu familia ya esté muerta de preocupación. Por ellos, y sólo por ellos, lo mejor es volver lo antes posible.
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