La Batalla Final Parte 3


Gracias por la espera y la paciencia. Aquí esta el siguiente capitulo. Espero les agrade. Ya quiero acabar esto, ya merece el final pero no se deja. Saludos.

El caos lo era todo. Al final, después del segundo disparo las gemas de cristal se habían separado en busca de la última esperanza.

Steven, Peridot y Connie corrían en medio de la misma selva en la que meses atrás, Amatista había recibido un corte casi mortal por la gema carnívora de las cuchillas.

Un sabor ácido embargaba sus bocas mientras la vegetación aplastaba el oxígeno con su humedad. En lo alto, el sol imponente se dejaba brillar entre las altas ramas de los frondosos árboles.

Los chicos llevaban ya varios minutos corriendo en aquella selva exuberante; nadie había dicho una sola palabra desde que se despidieron de las otras gemas en el templo.

"El tiempo está en nuestra contra, son nuestra última esperanza" habían sido las palabras que habían escuchado, palabras amargas antes de teletransportarse. Palabras de Garnet.

Los sonidos bulliciosos de la selva se dejaban oír por todas partes mientras bajo sus pies, el ruido de las hojas secas reverberaba en sus conciencias diciéndoles que esta vez, venían solos. Sin embargo y en contra de lo que esperaban, a parte de un par de lianas, nadie había salido para tratar de cortarles el paso.

Entonces Steven rompió el silencio.

-Estás segura que sabes a dónde vas Peri? – pregunto el chico jadeando un poco.

-¡por supuesto que no!- replicó la verde sin voltearle a ver- solo sigo lo que vi cuando ese monstruo entró en mi mente. ¡No tengo idea si está bien o mal!-

Steven no protestó ante la contestación de la verde. Sabía que todos estaban en su punto más tenso, las oportunidades de obtener la victoria se veían bastante nulas; las Gemas y su padre luchaban contra un sinfín de carnívoras que atacaban el templo, y ellos...ellos se dirigían a ninguna parte en busca de quien sabe qué.

Necesitaban más que un golpe de suerte. Mucho más.

Peridot se detuvo de pronto, miro ambos lado y gritó -¡por aquí!- mientras señalaba un sendero al que se encamino velozmente con Steven y Connie detrás sin perderle el paso.

No avanzaron demasiado cuando divisaron a lo lejos una de las naves abandonadas de la primera gran guerra; semi enterrada, algo devorada por la selva.

-No es la misma que vimos la última vez- dijo Connie recordando la batalla en la que se fusionaron con un beso.

-no, no lo es- dijo el joven mientras los tres avanzaban con cierta precaución, atentos ante cualquier peligro que pudiera surgir. Se detuvieron frente a la puerta de aquella vieja nave.

Connie se volteó de pronto y los tomó a ambos del hombro, suspiró y luego les dijo- no sabemos que es lo que nos vamos a encontrar aquí –fijó su vista en la verde- Peridot, eres nuestra guía, nosotros somos tu escudo y tu espada, trata de no involucrarte en una pelea por que si te perdemos, esto se acaba-

-Gracias Connie, pero no creas que estoy indefensa, tengo mis potenciadores – agregó mientras alzaba sus robóticas manos- de cualquier manera entiendo tu plan y me mantendré al margen-

Connie, en un acto nacido del miedo y la incertidumbre, los abrazo a ambos por el cuello cerrando los ojos, Steven y Peridot se sorprendieron de pronto y compartieron también el abrazo. Sintieron el calor entre ellos creciendo en su contacto, eran seres que habían vivido tantas cosas juntos en los últimos meses que, en ese abrazo, entregaban su confianza y amor. Se soltaron lentamente. Era un momento antes de adentrarse a lo desconocido y de buscar una esperanza para el mundo.

Cuando la puerta se abrió se quedaron expectantes ante cualquier cosa que pudiera atacarles, pero al parecer nada que estuviese vivo parecía encontrarse en aquella enorme sala donde dos inmensos monitores se dejaban ver en el fondo, bajo de ellos y nacientes desde el suelo, se encontraban cuatro consolas de control en bastante mal estado.

Los tres chicos caminaron despacio; Steven al centro, Connie a la izquierda, Peridot a la derecha. Todos muy juntos.

-Peridot, ¿sabes a dónde ir?- menciono Steven casi susurrando. Peridot cerró los ojos y frunció el ceño.

Luego dijo.

-Si, es por allá- dijo señalando detrás de las consolas de mando. Donde lograron distinguir, una puerta.

El ambiente dentro de aquella nave era del todo lúgubre y pesado, olía a humedad y encierro y se dejaba sentir en el aire, algo no natural. Era como ser observados en todo momento por una entidad perversa. Los tres chicos lo sentían. Caminaron un poco más y entonces Peridot se adelantó brevemente.

-Es esta puerta- dijo tocando el interruptor.

-¡Espera!- gritó Connie haciendo que la verde, que estaba a unos metros de ellos volteara.

¡GROOOOOOOAAAAAAAAAGGRRRH! Dejó salir una enorme bestia que se encontraba justo detrás.

¡Peridot! – gritaron Steven y Connie y la gema verde sintió una frialdad súbita en su mente al recordar los ataques a los que había sido sometida tiempo atrás, volteó hacía la puerta y las pupilas se le contrajeron.

La gema carnívora era como de dos metros, traslucida como todas, no tenía una cabeza como tal si no solo una protuberancia de la que salían dos bocas de cada lado. En medio de esas bocas se encontraba su gema. Alzo sus potentes brazos e hizo a golpear a Peridot.

Steven llego hasta la verde y la cubrió con su escudo antes de que la bestia la tocara. El choque entre los poderosos puños y el imbatible escudo fue brutal haciendo retumbar toda la habitación y colocando al chico con una rodilla en el suelo para sostenerse. Peridot fue jalada hacia atrás por Connie que brinco detrás de Steven y dio un firme espadazo justo entre las dos bocas. Sin embargo no fue suficiente para destruirla.

La bestia lanzó un manotazo mortal a Connie y Steven género el escudo esfera para protegerlos ambos, el golpe los lanzo hacia el lado derecho estrellándose con la pared.

Peridot se encontraba un tanto alejada de la situación pero ya tenía su cañón cargado. La bestia gruño nuevamente y se lanzó hacia Steven.

-No lo harás- pensó Peridot y sin dar más tiempo apunto su rayo y disparó.

El impacto pegó en el pecho de la carnívora tirandola y deteniendo su embate, Connie y Steven aprovecharon el momento; el chico generó un escudo para impulsar a la morena con él, está giró varias veces en el aire e impacto violentamente la gema entre las dos bocas en un corte único que agrieto al monstruo. Steven, quien estaba detrás de Connie, tomó velocidad preparando un duro golpe con su escudo, brinco e impacto el borde en medio de ambas bocas. El golpe fue devastador y la gema salió disparada hacía atrás, parpadeo mientras gruñía y chillaba horriblemente, luego explotó.

Connie, Peridot y Steven respiraban agitadamente mientras veían a la gema desaparecer. Se miraron entre sí en medio de aquel silencio que había quedado después de que el monstruo desapareciera. Steven las volteó a ver con rostro serio y asintió, las dos chicas respondieron de igual manera dejando ver que todo estaba bien y que debían seguir.

Peridot cruzó la puerta y avanzó rápidamente, detrás de ella le siguieron el híbrido y la humana.

El pasillo era amplio y bastante oscuro, los ecos de sus pasos resonaban con ecos tan profundos que dolían, rememoraban a aquellos que solo surgen de los lugares más olvidados y tristes. Como los de una terrible guerra.

Peridot se detuvo de pronto.

-no es de frente- dijo mientras miraba de un lado a otro.

Al final del pasillo al que habían entrado había otra puerta, la gema verde entendía que esa puerta debía dar a una sala de comando. Había llegado a esa conclusión analizando la estructura de la nave. Allí no habría más que salidas a salas amplias de concentración para la tripulación.

-no hay más donde ir Peridot- comento Steven con algo de preocupación.

-lo sé, pero, siento mi mente extraviada, ya no veo claramente el camino – respondió la verde tallándose el puente de la nariz con sus dedos cilíndricos.

-Quizá debamos seguir y ver si algo del otro lado te ayuda a recordar- mencionó Connie sin dejar su posición de guardia.

La verde la miró y asintió agregando –no queda más, si después de esto no recuerdo el camino deberemos regresar con las otras; no hay más puertas en la sala anterior y- se silenció, tocó su frente y continuó un tanto molesta- es raro, yo había visto un lugar oscuro donde sonaba la voz pero, no es parecido a lo que he visto hasta ahora –

-Debemos ver un poco más –intervino Steven- quizá te ayude- y todos estuvieron de acuerdo.

Retomaron nuevamente el andar; Peri en medio poniendo sus robóticos dedos en el hombro de Steven que iba a su derecha ligeramente adelante y del lado izquierdo inmediatamente atrás de la verde Connie caminaba en posición de alerta. Curiosamente caminaban más lento que cuando habían entrado al pasillo, como asustados del aire.

El ambiente se tornó aún más pesado, comenzó a hacer un calor sofocante y la sensación de fatalidad se acrecentó en los corazones de los chicos mientras se acercaban más y más a la metálica puerta.

Todo se volvió irrespirable cuando se estuvieron en frente de ella.

Steven volteó a ver a Connie y a Peridot buscando seguridad en sus miradas, Connie asintió y el chico extendió la mano para tocar el interruptor...

-Espera creo que...-

Fue lo que escucharon los jóvenes decir a la rubia justo cuando se activó la puerta y esta se levantó de golpe dejando ver su interior.

Nadie respiró. Ninguno se atrevía a siquiera a parpadear; mucho menos acometer el pecado de moverse. Los tres tenían la boca abierta y los ojos tan abiertos que dolían.

La sala era tan amplia que la gran pantalla que ya hacía al fondo llena de musgo y quebrada en la parte media se veía pequeña e insignificante. En la gran sala, había algo que parecían puertas tanto del lado derecho como del izquierdo, diametralmente opuestas, pero no se alcanzaba a ver con claridad.

En realidad, no se veía nada más que eso en el lugar.

Y es que toda la sala estaba llena de un incontable número de gemas corruptas. Quizá 20, quizá 30 de todos los tamaños. Algunas llegaban a tocar el alto techo de la nave luciendo su inmensidad.

-Ah...aah-eran las expresiones únicas que salían de las bocas de los tres. Una muy asustada Guardian, un ingeniero espacial que temblaba, y un híbrido amante de la esperanza sufriendo su más grande desamor.

¡TKAAAANGGG! – se escuchó el sonido de un golpe sobre metal que hizo voltear a los chicos hacia la puerta por la que habían accesado al pasillo. Desgraciadamente, también hizo que todas las gemas de la sala de comando voltearan hacia ellos.

Cuando se dieron cuenta del valioso segundo que habían perdido distraídos, era demasiado tarde.

-¡Posición de defensa!- gritó Steven al darse cuenta del ataque masivo, pensaba en crear la burbuja y proteger a las chicas, pero antes de que pudiera reaccionar, una gran mano lo tomó de la cintura y lo jaló hacía la sala gruñendo ferozmente.

-¡STEVEN!- gritaron al unísono Peridot y Connie pero una vez que el cuerpo de Steven cruzó la puerta, está se cerró violentamente.

-¡REGRESALO!- gritó la verde mientras tocaba repetidamente el interruptor. La puerta no se abrió.

-¡no, no, no, NOOOO!- exclamó Connie mientras enardecida, daba de espadazos a la puerta con fiereza una y otra vez. El filo de la espada brillaba como la plata en el aire mientras gritaba con lágrimas en los ojos.

-¡DEVUELVELO! ¡DEVUELVELO MALDITA COSA!-

-¡HASTE A UN LADO! –Gritó Peridot igual terriblemente afectada, había retrocedido 3 pasos mientras preparaba el cañón.

-Derribaré esa maldita puerta, si he de morir, ¡moriré peleando a su lado!- gritó.

Pero el cañón fue muy lento, Peridot maldijo el momento en que había intercambiado tiempo de carga por poder destructivo. Una enorme mano traslúcida la tomó de la cintura. Una gema con un enorme brazo y largos colmillos había entrado al pasillo por la parte de atrás y la había capturado jalándola hacia la otra sala. Todo se ralentizó.

Peridot al verse atrapada gritó el nombre de la morena con toda la fuerza que su gema le daba. Su grito se escuchó entre gruñidos espantosos que sonaban en su oído mientras veía lentamente como la iban alejando de Connie y de la puerta en la que había desaparecido el amor de su vida. Vio a Connie gritar mientras corría para tratar de tomar su mano y evitar el rapto. Pero estaba tan lejos. Vio a la morena desesperada llorar para tratar de alcanzarla. Casi sintió que la tocaba. Luego, la puerta por la que habían entrado bajó de su escondite y selló el pasillo; separando a los tres amigos, a los tres enamorados, a las dos rivales, a destinos inciertos.

Y vino la oscuridad.

STEVEN

En las tinieblas y el frío del colapso, una voz cavernosa y seca como el hueso, se deslizaba cual gusano que roe la fruta y la echa a perder.

Como la campana que retumba para avisar las desgracias; el eco le acompaña.

- Un error no puede evitar seguir siendo un error– se escuchó de todas partes-

-Su simple existencia oxida y retuerce las paredes de la realidad. Un error se sabe una abominación y debe entender, u obligársele a entender, que para lograr su redención, debe corregirse y desaparecer.-

-Eso eres tú – continuó - un engendro nacido de la muerte, un producto surgido de la tierra cuya esencia de vida son los gritos de miles y miles.

- ¡Miles y miles de vidas! – gritó la voz y en la oscuridad, la reberverancia invitaba a la locura, como si esas miles de vidas estuvieran allí para reprocharle el simple acto de existir. Y continuó.

-¡Herencia de dolor!, existencia infecciosa incapaz de negar su pasado-

-¡Eso eres! ¡Niégalo criminal! –Y el eco lo fue todo.

Luego, desde las entrañas de cualquier lugar en aquella inmensa oscuridad, se oyó un lamento, luego un llanto, luego un grito desgarrador de un joven desesperado.

-¡NOOOOOOOOO! –

-¡¿LO NIEGAS?!- dijo inquisitivamente la voz

-¡NO SOY LO QUE DICES!-

-¿Niegas que tu sangre es producto de miles de muertes?

-Yo...no he matado a... nadie...- dijo el niño, esta vez susurrante y entre sorbos de llanto.

-Pero tu madre si, ¡¿No eres acaso el hijo de Rose Cuarzo?!-

-¡Si lo soy!- contesto Steven, quien estaba de rodillas con las manos en su cabeza, los ojos fuertemente cerrados y una cantidad considerable de lágrimas escurrían en sus mejillas. Su mente era un dolor y nada más.

-¡Entonces eres un asesino!-

-NO LO SOY-

Díselo a ellos.

Steven abrió los ojos.

El lugar se iluminó de pronto dejando ver una enorme e infinita caverna, el chico en medio de ella. En las paredes había imágenes donde Steven reconoció a muchas gemas corruptas que habían combatido con anterioridad.

-Ellos están muertos en vida. Una raza ¡tu raza! Condenada a el peor de los castigos ¡por tu arrogancia!-

Hubo una risa carente de alegría que luego comentó escupiendo veneno -y a esos que amas, a esos humanos, les irá peor- las imágenes cambiaron, Steven las vio; imágenes de gente desmembrada y muerta en todo Beach City. El Señor Sonrisas, los Frye, Sadie y Lars.

-¡NOOOO!- grito Steven generando un escudo burbuja enorme que deshizo la caverna e iluminó la sala de comando. Cuando abrió los ojos, se dio cuenta sorprendido que no había ninguna gema corrupta en el lugar. El chico respiraba con dificultad.

- ¿Steven? –se escuchó una voz detrás de unos monitores. Pero ya no era la voz terrible y maligna, sino un tono conocido y que le llenaba de calor el pecho.

Steven deshizo la burbuja. Abrió la boca para decir algo pero solo balbuceaba, sus lágrimas empezaron a correr sin control.

-¿Ma...mamá?- y lentamente se comenzó a acercar a ella.

CONNIE

La pequeña morena golpeaba la puerta donde hacía unos segundos Peridot había desaparecido pero parecía simplemente no dañarla, volvió a la puerta donde las gemas se habían llevado a Steven pero tampoco parecía hacerle nada.

Comenzó a respirar agitadamente y el pánico le quitó la fuerza de las piernas, cayó de rodillas y comenzó a sollozar abrazándose a sí misma.

-Humanos – dijo una voz femenina que Connie no reconoció. Volteó a ver a todos lados sin encontrar su procedencia. Solo las frías paredes de la nave.

-son tan frágiles- continuó -¿Qué haces tú aquí?, me das casi pena –

-¡¿Quién eres?!...¡Déjanos ir!¡Que te hemos hecho!- exclamó Connie soltando el llanto.

-Pequeña niña, tú eres la víctima real aquí, pero también la única culpable de tu destino- luego continuó

-O acaso no fuiste tu la que dijo-

De pronto, se materializo una imagen, en ella Connie se vio a si misma frente a las Cristal Gems diciendo firmemente:

-¡no soy un guardian de juguete!- Y una risa burlona se escuchó.

-eso...eso...-balbuceo la morena.

-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA- Se escuchó una escabrosa risa por todo el pasillo –por eso mi pequeña, no se le da armas a los niños. ¿Creías que el guardián iba a regresar con su amado para que la llenaran de flores por sus logros? ¿le hicieran canciones? ¿Acaso crees que esas novelas que lees... son reales?

-JAJAJA Eres de risa humana, los guardianes, la mayoría de la veces...

¡TERMINAN ASÍ!-

Y todas las paredes del pasillo se llenaron de imágenes de caballeros y guerreros siendo quemados en hogueras, siendo partidos a la mitad por hachas, decapitados en guillotinas, mutilados, desmembrados.

Connie creyó que iba a vomitar.

-Dime,mi guardián de juguete. Que final de estos quieres para ti.-

Connie en su terror, ya no contestó. Temblaba.

-¿Ya no hablas? ¿Me dejas sin diversión? Entonces, que te parece si te guardo como mi mascota, y cuando este planeta sea mio, ¡te hago ver como le arranco las entrañas a tu madre y te hago ver como tu padre SE LAS COME!

Connie gritó. Gritó tan fuerte que se lastimó la garganta. Se agarró la cabeza y pego su frente en el suelo. Era demasiado para su cordura.

PERIDOT

-Peridot...peridot- se oyó a lejos.

La gema verde poco a poco abrió los ojos y se dio cuenta que se encontraba en la sala de la casa en el templo. Se paró de súbito mirando para todos lados, se notaba un día soleado afuera. Inmediatamente exclamó agarrando a Garnet, quien era quien la estaba despertando por el cuello.

-¿Qué pasó? ¿Porque estoy aquí? ¿DONDE ESTA STEVEN Y CONNIE?-

Vio a Garnet poner un semblante serio sin tratar de quitársela de encima.

-¿No recuerdas nada verdad?-

Peridot se espantó y preguntó ansiosamente -¿De qué?

Por la puerta de la casa entró Amatista, mientras por el portal Perla llegaba, ambas se acercaron hasta el sofá donde se encontraba la verde.

-¿Ya despertó?-pregunto la morada melancólicamente.

Garnet se quito las gafas y miró a la verde con temor.

-Gracias a ustedes -dijo- derrotamos a estos monstruos, pero...desgraciadamente...-

Garnet comenzó a llorar, perla y amatista voltearon la mirada.

-¿Donde...donde están Steven y Connie?- pregunto muy asustada Peridot.

Garnet desvió la mirada -Ellos...ellos no sobrevivieron- finalizó la roja con la mano en la boca soltando lágrimas. Perla continuó con dificultad.

-Cuando llegamos a la nave, solo te encontramos a ti...la gema de Steven...estaba rota -Perla sollozó- Y Connie había sido...bueno, la ...la mataron- finalizó la blanca.

-No es cierto, NO ES CIERTO...YO ESTABA CON ELLOS-

-Y ahora, gracias a ustedes estamos en paz -Garnet la tomó de los hombros- El planeta se salvó. Son...son nuestros héroes-

La verde se llevó una mano al pecho y comenzó a respirar rápido. Se paró de súbito ante la vista de las demás y corrió a la cama de Steven, la vio vacía, se llevó una mano a la boca y lentamente se dirigió a la ventana y vio hacia el mar. Las olas iban y venían tranquilamente.

-murieron- pensó - ¡murieron!- y comenzó a llorar cerrando los ojos fuertemente, el corazón se le caía a pedazos.

Abrió los ojos nuevamente y observó la arena, limpia, y lisa.

Endureció las facciones y se volvió hacia las cristal gems.

-¿Hace cuánto me encontraron?- preguntó.

-Apenas ayer Peridot- dijo Perla visiblemente afectada- estuviste dormida un día-

Ella se les quedo mirando de forma inquisitiva. Miró la arena por la ventana, volvió a verlas y luego miro a los alrededores de la casa. Recobró algo de aplomo.

-¡NO TE CREO!- dijo firmemente- la arena en el mar está intacta y la casa no tiene las remiendos que les acabamos de hacer.

-Entiendo que sea duro de creer- dijo Amatista llena de lágrimas- nosotras tampoco lo creemos-

-No- dijo casi para sí la verde- No tiene sentido...¡NO LO TIENE!

Las cristal gems se pusieron serias.

Peridot se agarro la cabeza y gritó como un alarido -¡SAL DE MI MENTE! –la verde cerró lo ojos y fue como si cayera en un torbellino que la arrastraba hacia su fondo.

Abrió los ojos y se encontró sola de nuevo en la nave, se levantó y miro a todos lados.

-Estas jugando conmigo, ¡DEJA DE HACERLO!- Gritó Peridot.

La voz que bien conocía, le habló casi como al oído.

-JEJEJE así que no quieres el universo que te brindo-

-¡No me arrastraras nuevamente a la locura!- exclamó a la nada.

-Entonces te daré la verdad gema necia- y se volvió a reir entre ecos, pero esta vez alejándose.

Entonces Peridot vio en el fondo algo que la heló, en el fondo de la nave, estaba una irreconocible Connie, espada en mano, llena de furia salvaje, mientras un Steven en el suelo con la mirada perdida miraba a la nada. La morena estaba a punto de atravesar al chico con su espada a la altura del vientre.

La verde abrió los ojos dolorosamente ante la imagen y gritó –¡CONNIE DETENTE!-

La morena la volteó a ver con los ojos sin brillo y le contesto con una calma que calaba los huesos.

-debe morir Peridot, el debe morir-

Buenas noches a todos los lectores, y este final se me fue a 4 capítulos. A ver que pasa, ni yo lo se bien, aunque el final final ya lo tengo definido.

Gracias por la espera y pronto viene el próximo. Saludos a todos.

Su servidor.

Gendou Uribe

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