B. F. 4 - Tres Centímetros de Olvido.


Y bien señoras y señores, este es el final. Luego vendrá el epílogo y mi trabajo aquí se habrá terminado.

Así como este, también le daré final a Un Mundo de Diferencia. Que si no han leído, les pido den una oportunidad.

Steven Universe, no me pertenece.

La Batalla Final Parte 4.

3 CENTÍMETROS DE OLVIDO

La batalla en la costa de Beach City comenzaba a tornarse desesperada. Desde la parte superior del templo, en la colina, dos individuos pecho tierra disparaban a discreción sin detenerse más que a recargar sus armas y así, continuar rápidamente con su labor.

-Creo que está demás decirte que a este ritmo, quizá nos quede de 20 a 30 minutos más de municiones Universe, después seremos carne de cañón- comentó una mujer de cabello color crema mientras pasaba un cigarro de un extremo de su boca a el otro.

-Lo sé Vidalia- dijo amargamente Greg sin dejar de apuntar hacia la playa con su arma – demos todo lo que tenemos y cuando no haya más, por favor aléjate lo más que puedas, regresa con tu familia y busquen refugio-

-Eso tenía en mente- dijo la mujer, para luego de recargar su arma y continuar disparando hacia la costa.

-¿Tú que harás?- preguntó Vidalia con sincera preocupación.

-Me quedaré hasta el final con ellas. Después de Steven, son la única familia que tengo.-

Vidalia sonrió.

Había pasado poco más de media hora de que Steven, Connie y Peridot habían salido a buscar una salvación para todos; mientras tanto, los que habían quedado se juraron pelear hasta su último aliento.

En el frente de batalla, en medio de la playa, se encontraban las tres gemas de cristal originales. Ya no se hablaban, cada quien sabía lo que tenía que hacer.

Amatista giraba en círculos en el suelo y luego saltaba girando sobre si misma dando latigazos en forma de remolino mientras se elevaba, al caer volvía a girar repitiendo la acción y al tocar suelo escapaba para evitar que la tocaran, hasta que podía repetir la acción antes descrita.

Perla recurría casi a la misma técnica, con una lanza en cada mano giraba sobre su eje como si fuera una bailarina de ballet, cuando se veía superada daba un gran salto con varias vueltas de campana y al caer volvía a girar, luego, cuando lo veía necesario, daba una mortal estocada o lanzaba una de sus lanzas a alguna gema que estuviera a punto de tocarla generando otra lanza casi de inmediato para repetir la acción.

Garnet no era tan elegante. Ella luchaba como una peleadora callejera usando sus grandes puños para golpear a todo lo que se le acercara y cuando se veía rodeada, aumentaba de tamaño el puño derecho y daba un golpe de 360° para luego brincar, y conectar un poderoso ataque con los dos puños sobre todo lo que pudiera golpear al tocar arena.

Estas acciones las repetían una, y otra, y otra vez y aunque las mantenían a raya, el número de los enemigos era apabullante por lo que la pelea podría durar horas, y eso era lo preocupante pues existía otro factor; si los ataques de las gemas eran eficientes contra las carnívoras se debía en gran parte a los disparos de Greg y Vidalia quienes las herían. Una vez que no hubiera disparos. El juego acababa.

-¡Gemas! ¡Hasta el final!- gritó Garnet

-¡Hasta el final!- respondieron Perla y Amatista sin detener sus ataques. Mientras, desde la colina, los disparos seguirían por algunos minutos más.

AMAZONAS

STEVEN

El joven cuarzo no podía creer lo que veía. Frente a él se encontraba una de las dos personas que él más amaba pero de la única de la cual, no conocía casi nada. Un misterio vaporoso, un sentimiento sellado en plomo, una lluvia de desengaños, decepciones y añoranzas.

Allí estaba ella, su madre y él no podía moverse.

Rose Cuarzo le miraba con ternura, se agachó y con voz dulce le dijo–ven mi niño, mi Steven- y le extendió los brazos.

Steven dudó un par de segundos, pero vio sus ojos, su cabello y un calor que había estado guardado toda su vida se desbordó, dio dos lentos pasos y la abrazo. Sintió los cálidos brazos estrecharlo y murmurarle – todo estará bien-

Él joven comenzó a llorar fuertemente en su regazo.

-Te extraño mucho- dijo entre sollozos –me haces mucha falta-

-Lo sé cariño- respondió Rose- Lo sé- y lo acunó en su regazo.

-Descansa- le dijo al niño en sus brazos - yo te sacaré de aquí-

Y Steven se durmió.

CONNIE

Las risas en aquel pasillo eran como fantasmas que iban y venían a lo largo de este. Connie seguía de rodillas con la cabeza metida entre las piernas agarrando su cabeza. Sin embargo, tenía los ojos abiertos del shock causado por las visiones mostradas. Su pupila temblaba.

La espada a su lado ya no tenía importancia. Solo el miedo, el horror. Ella no debía estar allí, era solo una adolescente.

-Parece que te das cuenta de que fue una verdadera estupidez que te creyeras el cuento de la guardiana- dijo la voz femenina.

Connie tembló.

-Sin embargo, me caes bien niñita –

Connie sintió que una mano se posaba en su espalda. Ella gimió asustada y comenzó a respirar dificultosamente por la boca. Todo su cuerpo temblaba.

Las risas iban y venían, seguían girando sin cesar por el pasillo.

-Mi morena- continuó el espectro- me caes bien, así que voy a hacer algo que generalmente no hago; te voy a dar una oportunidad para que te salves-

Una risa en las paredes se volvió carcajada de pronto.

El pasillo se iluminó y se convirtió en la sala principal, por la cual habían entrado a la nave. Connie volteó a ver temerosa a un lado y al otro lentamente.

Se puso de pie, vio a su lado la espada, y con mano temblorosa, la tomó.

-Bien mi guerrera- dijo la voz

Connie se puso en guardia torpemente moviendo la espada de un lado a otro.

-¿Quieres tu libertad?, Entonces demuéstrame que de verdad eres digna de ser un guardián.-

De pronto una parte de la sala se iluminó y una gema carnívora de aproximadamente un metro y medio se dejó ver. De forma humanoide y ningún miembro de más, se paraba impávida como esperando. Solo esperando.

-¡Derrota a mi gema, guardián! ¡Derrótala y serás libre!- y como si fuera una señal, la gema carnívora chillo espantosamente y se lanzó con furia hacia Connie.

La chica se espantó de pronto, pero haciendo acopio de valor, recordó las enseñanzas de su mentora, sus palabras y consejos, y se puso en verdadera guardia.

La gema carnívora llego como un toro embistiéndola, pero ella se lanzó hacia un lado para lanzarle un espadazo en un costado que fue poco efectivo. La gema carnívora lanzó un golpe hacia su derecha con fuerza tratando de alcanzarla pero Connie había retrocedido ya varios metros. La joven volvió a su postura de guerra y espero el siguiente embate.

La gema traslucida volvió a chillar y corrió hacia la morena nuevamente pero esta vez, antes de llegar a la niña, dio un salto que sorprendió a Connie quien intentó esquivar sin éxito, en pleno salto el monstruo la tomó del tobillo y la lanzó con fuerza a una de las paredes.

El golpe fue tan fuerte que la joven solo vio destellos de luz al caer. Su cabeza presentó una herida y comenzó a sangrar por la parte de la nuca. Sintió sus hombros y espalda arder sin saber si se había quebrado algo.

Luego se dio cuenta que la gema se dirigía hacia ella.

Con más espíritu que fuerza, apoyándose en la espada se puso de pie. Pero sabía que ya todo estaba perdido.

Entonces una voz le habló al oído.

-¿Sabes? Cuando destace a tus padres, les diré que la inútil de su hija los pudo salvar aquí-

La Morena abrió los ojos de golpe y su pupila se expandió. Tomó la espada, de un brinco se apoyó en la pared en la que se había estrellado y esquivó a la gema pasándole por encima, conectándole un poderoso y largo espadazo en la cabeza dejando pasar todo el filo hasta hacerle una gran abertura. La gema chilló agarrándose la herida, Connie no se detuvo y con una furia salvaje tomó velocidad y poniendo en un giro todo su peso, cortó uno de los brazos de la gema limpiamente. El monstruo intentó agarrarla con el brazo que le quedaba pero la joven Guardián de Steven se veía poseída por una fuerza nacida de la adrenalina y la rabia. Sus ojos estaban desorbitados y solo tenía en mente la palabra "matar".

Esquivó el golpe y quedando espalda con espalda de su enemigo, giró su espada dejando la punta hacia la bestia, y dio un salto hacia atrás dando un corte en el brazo que quedaba partiéndolo sin cortarlo totalmente, soltó la espada un instante, de un giro se acomodó para volverla a tomar esta vez con la punta hacia el frente y dio un segundo golpe, dejando a la bestia esta vez sin brazos.

Al ver su victoria, Connie pegó un grito que libero toda la energía oscura que había acumulado en el ataque mental.

Cuando el grito cesó, y bajó la cabeza, sus ojos carecían de brillo totalmente.

-Bien mi guardián- se oyó la voz que no había dicho nada en toda la batalla –ahora, acaba con tu oponente y libera a tu familia de su horrendo destino-

Connie se incorporó y comenzó a buscar a la gema corrupta pero, para su extrañeza, se encontraba en el otro extremo de la sala, acostada en el suelo, apoyada en unos tubos que estaban sobresalientes. Daba la impresión de que estuviera siendo acunada.

-Acabaré con esa gema y ¡me liberaras!- exclamó Connie mientras se dirigía rápidamente hacia su enemigo.

Una vez que estuvo enfrente, examinó la traslucida piel del monstruo y para su sorpresa, la gema que antes estaba en la garganta, ahora estaba a la altura de su vientre.

-No me interesa donde escondas tu gema monstruo – dijo lúgubremente la morena.

-Te destruiré de todas formas –

Y Connie, apunto la espada, al vientre de su enemigo.

STEVEN

Steven abrió los ojos y volvió a ver el dulce rostro de su madre. Sin embargo, sentía una angustia y desesperación que no le eran normales.

-¿Pasa algo mi pequeño?- preguntó dulcemente Rose Cuarzo.

-Siento, que algo no está bien. Algo...algo se me olvida- dijo el chico sin moverse de los brazos de su madre.

-Debe ser tu imaginación pequeño- dijo Rose- pronto saldremos de aquí, vendrán por nosotros, las chicas han derrotado a los monstruos-

-¿De verdad?- Sonrió el pequeño –que felicid...¡Ay! Me duele... mi estómago...

El chico se llevó la mano al vientre y encontró manchas. Manchas de sangre.

-¡CONNIE DETENTE! – se dejó oír de pronto como un eco rebotando en las paredes.

Steven sintió como si lo despertaran.

-¿Peridot?...¿Connie?-

Volteó a ver dónde estaba su madre y solo habían unos tubos metálicos viejos y oxidados.

Cuando regresó la vista al frente, sintió un dolor punzante en su vientre. Se encontró con una Connie que apuntaba la espada de Rose hacia él, la había hundido ya un par de centímetros.

CONNIE

-Debe morir Peridot, él debe morir- dijo la morena con una calma que helaba los huesos.

Luego hundió un poco más la espada.

-¡NOO! ¡Matarás a Steven!- gritó la verde corriendo hacía Connie.

-¿Steven?- dijo la morena –él no está aquí. ¡Nadie estuvo aquí para ayudarme!-

Y preparó el golpe para la estocada.

-¡BASTAAA!- Grito Steven Universe generando un escudo burbuja que empujó violentamente a Connie hacía atrás haciendo que soltara la espada y cayera pesadamente.

La sala se iluminó.

Peridot se acercó a Steven, lo tomó levantándole el torso. Él sangraba un poco del vientre, pero ella notó que lloraba con un dolor que no venía de la herida.

-¿Qué te pasa? ¿Estás tan mal?-preguntó la verde.

-El monstruo...el monstruo de burló de mi madre...se burló de mi...¡JUGÓ CON SU MEMORIA!-

Peridot lo pegó a su pecho –Lo sé, ha estado en mi mente ya varias veces y se exactamente lo que se siente, por eso mismo te digo que ignores ese dolor o te enloquecerá. Lo mismo le ha hecho a Connie-

-Connie- dijo el chico abriendo bien los ojos – Peridot, ve a ver a Connie por favor, debe estar muy mal-

Peridot asintió, volvió a colocar a Steven suavemente en el suelo y lentamente se dirigió hacia Connie.

La niña estaba en posición fetal temblando. Peridot sabía que lo que le habían hecho a Connie había sido muy grave, su psique estaba seriamente dañada que si no rota.

La gema verde, contra toda razón, dejó caer sus potenciadores de los brazos, y con un silbido, se soltaron los potenciadores de los pies. Se bajó de ellos y su menuda figura se acercó a la niña, se sentó a su lado y la llevo a su pecho.

Connie temblaba y lloraba con sus ojos apretados. Peridot cerró el abrazo y le dijo – Nada de lo que viste es real. A ese monstruo le gusta jugar con nuestras emociones-

-Va...va a matar a mi familia...les va a hacer...-sollozo la morena- cosas horrorosas, espantosas -dijo esto último con miedo y apretándose a la verde.

Peridot suspiro y dijo – Cuando yo estuve como tú, tú me dijiste que no era mi culpa, que confiara en Steven y confiara en ti. Ahora te digo lo mismo. Confía en él Connie, confía en mi – y pegó su cabeza a la de ella –porque si no la detenemos, nos matara a todos-

Steven, quien ya se había puesto de pie, caminó hacía ellas, les sonrió, se sentó y las abrazó.

-No sé qué te haya mostrado este demonio Connie –dijo Steven- pero si dejamos que nos separé, estaremos perdidos. Todavía en Beach City las chicas están están peleando contra cientos de gemas mientras estamos aquí – Él las abrazó más fuerte, las frentes de los tres se tocaron- No dejemos que este monstruo nos destruya- dijo el chico sin soltarlas.

El dolor, la angustia y la incertidumbre eran sensaciones comunes en el trío en ese momento, pero también lo eran la confianza de uno al otro, el cariño, y el amor.

De un sentimiento nacido en lo más profundo de su pecho, repentinamente, Connie besó suavemente en los labios a Steven, este abrió los ojos sorprendido.

Peridot no dijo nada.

Luego, Connie volteó a ver a Peridot, con perlitas de agua en los ojos le dio una sonrisa, le tomó de su verde mejilla y también la beso en los labios. La verde se ruborizo intensamente. Al separarse, Connie miró a Steven y luego a Peridot. Ambos entendieron y se acercaron para darse un beso igualmente en los labios, en donde ambos cerraron los ojos y degustaron de sí mismos.

Connie soltó una risita y comentó -Una vez leí un ritual indio en donde, si la entrega total de la confianza entre los individuos de un mismo clan era total, no había poder maligno que pudiera derrotarlos- la morena tomo aire confiada y dijo -Ese monstruo, no nos derrotará-

Steven sonrió –No lo hará-

-¡Claro que no lo hará!- finalizó Peridot alzando un puño.

Los tres se pusieron de pie. Y se prepararon para el combate final.

BEACH CITY

-¡Greg! ¡Se acaban las municiones!- gritó Vidalia sin dejar de disparar- pronto tendremos que abandonar-

-Lo sé, ya sabes que hacer a penas se terminen- contestó el hombre.

Desde la mira de Greg, la concentración vacilaba. Una gema a punto de alcanzar a Amatista, un disparo, una al lado de Garnet, otro disparo, dos gemas apunto de morder a la gema blanca más hermosa que había conocido, y la ráfaga iba hasta de 4 disparos. Se odiaba por no ser equitativo pero no podía dejar que a ella, le pasara nada.

En el frente de batalla, Garnet ya había sido mordida en el tobillo por una gema de tamaño pequeño que le sorprendió. No había dicho nada para no alarmar a las otras y aunque sabía que la infección no era inmediata a menos que fuera agredida más veces, se encontraba bastante preocupada.

-¿Quieres un descanso Perla- grito de pronto Amatista sacudiéndose enemigos con su látigo.

-¿Por qué? ¿Ya te cansaste? – dijo una bastante agitada Perla que no se iba a permitir dejarse burlar.

-Jajaja ¡presumida! Te quieres lucir frente a tu novio – y Amatista rió mientras daba un latigazo en la cara a una gema haciéndola explotar.

Perla, mientras giraba con sus lanzas para alejar más gemas traslucidas de su alrededor, notó que las palabras de Amatista no llevaban veneno, solo estaba jugando, y le sonrió.

Y es que en medio de la mayor adversidad, cuando la muerte está a la vuelta de la esquina, a veces, las personas solemos reírnos para no llorar.

-La verdad si Amatista. ¿Celosa?- le dijo lanzando una estocada a una gema que estaba frente de ella.

-Un poco- contestó la morada lanzando un círculo de rayos en forma de tornado de sus látigos –pero me siento muy feliz por ti, de corazón gran P-

-¿No quieren café y galletas?- dijo de pronto Garnet girando con sus puños abiertos lanzando rayos, tras este movimiento las tres quedaron espalda a espalda.

-A mí no me gustan- dijo Perla.

-Yo si por favor- contestó la morada.

Luego, las tres estallaron en carcajadas.

A su alrededor, las gemas traslucidas se acercaban cada vez más acercándolas a la casa.

AMAZONAS

Sorprendidos se vieron los chicos al darse cuenta que no estaban dentro de la sala principal de la nave, si no en un lugar parecido a un laboratorio con grandes tubos de cristal rotos y materiales diversos parecidos a la medicina humana, pero no iguales. Algunos aparatos parecían grandes jeringas metálicas, mientras otros parecían fórceps enormes, taladros, centrífugas, etc.

Tubos de ensayo y cristalería de más, tirados por todos lados.

Un olor a podredumbre insoportable subía en el ambiente. Algo que anteriormente no habían notado.

Al final del pasillo detras de varios tubos gigantes de cristal, a lo lejos, se dejaba ver un extraño resplandor azul-blanco metálico. Los chicos se vieron entre si y decidieron caminar hacia allí.

-¿Siempre estuvimos aquí?- pregunto Connie.

-No lo sé- respondió Peridot.

-No creo que la nave haya sido una ilusión, pero dentro de ella quizá todo fue falso- comentó Steven esquivando unos cristales rotos en el suelo.

Pasaron unos tubos de cristal entre las penumbras, luego esquivaron unas consolas de control y mesas llenas de manchas azules y rojas. Luego más, adelante había otras mesas con manchas amarillas y moradas.

-Se hicieron experimentos aquí-dijo Peridot, para luego agregar- pero no reconozco de que tipo, esto no es algo...común-

Cruzando una última mesa con manchas azul-violeta, encontraron una extraña línea de color amarillo en el suelo. Una evidente marca de advertencia. Detrás de la línea había una puerta destruida como si de adentro hubiera habido una enorme explosión. De allí provenía la extraña luz.

-Bueno- dijo Steven –aquí estamos-

Connie asintió, Peridot igual y los tres avanzaron.

El cruzar la línea no provocó en ellos nada en especial como inconscientemente esperaban, de manera que siguieron sigilosamente hasta que pasaron la puerta destruida.

-Allí está- dijo Peridot viendo hacia el fondo de aquella sala -¡Esa es la gema que ha provocado todo este infierno! ¡Steven, Connie destrúyanla!-

Pero nadie respondió. La verde los volteó a ver y ambos estaban impactados viendo hacia el fondo de la sala.

-Oh no...-pensó.

Steven veía nuevamente a su madre. Tan vívido, tan real que podía sentir su aroma. No podía moverse.

Connie veía a una gema carnívora que sostenía a su madre del cuello. Amenazando con degollarla al cerrar su puño.

Ambos estaban aterrados, sabían que era falso pero a la vez tan real que era imposible ignorarlo. Estuvieron a punto de dejarse caer cuando ambos sintieron que alguien les tomaba suavemente de las manos.

-¡Salgan de allí!- se escuchó y Steven y Connie recuperaron la conciencia. Vieron a Peridot en medio de ellos tomando a ambos de las manos.

-¡No se distraigan tontos! ¡Están cayendo en su trampa!- señaló al final de la sala- ¡Miren lo que realmente es!-

Al fondo de aquella gran sala que parecía más una celda, se encontraba, al final de tres amplios peldaños, un gran cilindro de cristal lleno de algo líquido que resplandecía. Flotando en el centro se encontraba una enorme gema amorfa de color azul oscuro y tonalidades violetas a blanco.

-Es una gema enorme- dijo Connie

-No, son dos gemas fusionadas-dijo Peridot- pero hay algo raro. No parecen una fusión normal-

-Bien, debemos hacer que detenga todo esto- Apresuró Steven

-Este es el plan -dijo Peridot susurrando- nos acercaremos lo más que podamos. Al parecer después de ser poseída varias veces por ese demonio, su nivel de control sobre mí no es tan fuerte y justo ahora parece totalmente nulo. No les soltaré las manos. Una vez estemos en zona de ataque, la destruyen.

- ¿les parece?-

Ambos chicos asintieron, y comenzaron a caminar firmemente.

La distancia quizá seria 10 metros. Poco a poco se iban a cercando. A cada paso, Steven y Connie sentían como un zumbido en los oídos, como si alguien quisiera entrar en su cabeza pero no pudiera. Cada que esto pasaba, los chicos se tensaban un poco y Peridot lo sentía. Entonces apretaba un poco sus manos y los sonidos y zumbidos se alejaban.

Cuando quedaron menos de 5 metros todos, incluyendo Peridot sintieron como si el aire se volviera denso y les costara avanzar. Como un fuerte viento de huracán les golpeara de frente. Los siguientes pasos fueron un suplicio.

Cuando quedaron 3 metros para llegar a los peldaños, de pronto y de la nada volvió la voz a oído de todos.

Esta vez era más tranquila, sin la reverberancia que les había tocado en las pesadillas.

-¿Qué magia...o tecnología llevan consigo que bloquea mis...habilidades?-

-¡No respondan! ¡Sigamos adelante!- gritó Steven que avanzaba con dificultad. Habían llegado al inicio de los tres peldaños. Los tres chicos, tomados de las manos, subieron el primero.

Una risa que de tan franca fue siniestra sonó en todo el lugar. Era la risa de quien sabe el final de un libro y ve a otros emocionados.

-Entiendo que...su estrategia les de confianza y valor-

Volvió a reírse, esta vez como un niño que pasa a un adulto, luego fue una risa terriblemente aguda hasta desaparecer en ecos perdidos en las paredes.

La gema verde, la dama morena y el chico cuarzo subieron el tercer escalón; el enorme tubo estaba a menos de dos metros de ellos. Podían ver claramente la gran gema dentro subiendo y bajando lentamente. Era del tamaño de un melón. Un enorme y deforme melón color azul oscuro, violeta y plata.

-Solo una advertencia a le doy a la gema molesta, al remedo de guardián y al niño de rose- comentó la voz tan firmemente que los chicos se detuvieron un momento. Estaban a un paso de poder acabar con todo el infierno desatado hacía ya tanto.

-No lo negaré –siguió pero esta vez con furia- tienen la victoria al alcance de la mano pero, si dan un paso más, estarán dentro de mi rango. Y entonces podrán destruirme, pero en el proceso yo tendré el poder,

de destruir la mente y el alma de uno de ustedes para siempre-

-¿Quién de ustedes, infantes, va a morir aquí hoy?-

Y el eco se intensificó.

Las manos de todos se apretaron, el miedo comenzó a subir con una sensación ácida que salía del vientre y terminaba en sus gargantas. Esa sensación no les dejó dar un paso más-.

Se miraron entre sí sin decir nada. ¡Había que hacer algo! Las cristal gems morían en la batalla en la playa. Aquí podían acabar con todo. Pero... ¿Era cierto lo que el demonio decía?

¿Quién iba a morir?

Steven sintió la angustia en el aire e inmediatamente sugirió viendo a las chicas -Crearé un escudo burbuja, la empujamos hacia la gema y cuando estemos al alcance, darás una estocada Connie –

-Me parece bien- dijo firmemente la joven.

-Steven...-menciono con algo de dolor la gema verde –tu escudo burbuja no servirá-

-Por qué lo dices Peridot, mi escudo es resistente- respondió el chico.

-lo sé, pero para ataques físicos, no mentales, en dado caso, tendrías que usar tu escudo más poderoso- respondió Peridot.

- El escudo de mi madre protegió a las gemas del ataque de las diamante, debería funcionar esta vez de igual forma- dijo Steven con esperanza.

Aún hay un problema- respondió rápidamente la verde – Es un ataque síquico, no necesita ser frontal, una vez dentro de su rango puede atacar desde cualquier lado y cambiarlo al punto que desee.

Pertidot no había acabado de decir esas palabras cuando escucharon un fuerte estruendo proveniente de la entrada del laboratorio.

-¿Qué fue eso?- exclamó Peridot.

-Son Gemas, de las malas- sentencio lentamente Connie –están tratando de entrar, en nuestra indecisión este monstruo debió estarles llamando para venir en su auxilio, no tenemos tiempo ya de nada- comenzó a respirar agitada.

Y por primera vez consideraron la muerte de uno de ellos. El temor y unas inmensas ganas de llorar por perder a cualquiera se apoderó de ellos.

En el fondo de llaboratorio, los golpes metálicos eran cada vez más fuertes y sonaban a sentencia, a fracaso, a muerte. La puerta se escuchó crujir, poco a poco iba cediendo a los terribles embates.

-¡Yo voy a ir! – dijo Steven.

-¡No! ¡Entrando te matará!- respondió Connie.

-El monstruo – interrumpió Peridot – va a ir... por quien tenga la espada, va a tratar de protegerse-

Steven y Connie sostuvieron la respiración.

-Entonces está decidido- dijo la morena.

-Yo soy el guardián y el espadachín aquí. Iré yo.-

-¡NO ES TÁN FÁCIL- Gritó Peridot perdiendo la paciencia. Steven y Connie le quedaron viendo. Cabe mencionar, que ambos aún le tomaban las manos a la verde. –Si entras sola te matará, tenemos que entrar los tres y la cosa esa matará al que intente dañarle, luego alguien más deberá tomar la espada y terminar el trabajo-

Los golpes en la puerta del laboratorio se intensificaron hasta que se oye que algo se rompió violentamente.

-¡Connie, dame la espada!- gritó Steven con semblante serio.

-¡Claro que no, yo soy tu guardián!-

-¡Que me las des!-

Entonces el chico, en su deseo de tomar la espada se acercó violentamente hacia Connie y, sin percatarse, soltó la mano de Peridot.

-¡No Steven!- Gritó Peridot.

Afuera las gemas traslucidas rompían la puerta de entrada al laboratorio, y se dejaron venir en horda destruyendo todo a su paso. Sonaban por todo el lugar el ruido de la destrucción.

Para Steven todo se volvió negro de pronto y vio a su alrededor a tres figuras en forma de rose cuarzo pero traslucidas y con gemas en la garganta, le decían que se acercara a ellos.

Steven iba a gritar de terror pero alguien le tomo de la mano y fue como si alguien prendiera de pronto la luz y los sonidos. Los terribles sonidos de las gemas que se acercaban.

-¡No me sueltes la mano tonto!-

Entonces, la voz que antes parecía haber estado dormida despertó de pronto llena de furia.

-Así...que..eras.. ¡TUUU! ¡Gema necia! ¡Te me tenías bloqueado!-

Y en el frente de donde flotaba la gema psíquica comenzó a formarse una línea de luz como de 3 centímetros, que apuntaba a Peridot.

Y todo se decantó.

Mientras el grupo de gemas estaban por llegar al recinto, Connie soltó la mano de Peridot y se lanzó en estocada hacia el monstruo síquico. En su mente Connie sabía, que el monstruo al verse en peligro de muerte, no mataría a Peridot, si no a ella y se quedaría a merced de Steven para acabar con esto.

Pero no llegó a darse. Steven la tomó de la mano y detuvo su embate evitando que llegara hasta el tubo, tomó el mango de la espada y genero un escudo burbuja que lanzo a Connie fuera de la plataforma, cayendo pesadamente, dejándole a él la espada.

-Lo siento Connie- dijo casi para sí. Entonces el muchacho brincó y preparó un golpe mortal pero en ese momento todo se volvió negro y de nuevo vio a los monstruos que figuraban ser su madre pidiéndole que se acercara. Pero casi de inmediato regreso la luz cuando unos cálidos y suaves dedos le tocaron el hombro.

-Mientras yo te toque, no podrá hacerte daño mi amor- le dijo la verde sonriendo. Para Steven, fue la sonrisa más hermosa del mundo.

El chico la observó por una milésima de segundo, de inmediato la puso detrás de él, generó su escudo, los cubrió a ambos y preparó la estocada con toda la fuerza que un cuarzo puede dar.

Las gemas carnívoras, en un grupo de 6, llegaron a la puerta del recinto tratando de alcanzar a la pareja en el pedestal donde estaba el cilindro de cristal.

Steven en el aire movió un poco su escudo pero sin dejar de cubrirlos para dar paso al golpe.

Las gemas traslucidas llegaron hasta los escalones estirando sus manos.

Una línea de luz se generó como a un metro de la nuca de Steven. Una línea de 3 centímetros.

El joven cuarzo lanzó el golpe dando un potente grito que llevaba el dolor y las frustraciones vividas en todo ese tiempo. Una luz blanca comenzó a emanar de la gema síquica de pronto. La espada penetró en esa luz y sintió claramente que había tocado algo.

En el mismo instante, también sintió un duro golpe en la nuca y todo se hizo luz blanca.

-.-.-.-.-.-.

Hace muchos milenios, cuando la humanidad aún estaba en pañales y no soñaba con viajar a otros planetas. Existió una raza que, buscando su propio bienestar, trató de tomar el planeta tierra para sus propios planes.

A esa raza, a las llamadas Gemas. Pertenecimos nosotras.

Todo iba a la perfección. Las gemas nuevas que brotaron de estas fértiles tierras eran fuertes y grandes. Un orgullo. Y por un tiempo, fue bueno.

Luego, cayeron días oscuros. Algo inconcebible, una rebelión de gemas que se negaban a seguir las ordenes de nuestros líderes y que, en una muestra de soberbia, pedían la liberación del planeta tierra.

La guerra duro muchos años, nuestro trabajo consistía en predecir y guiar psíquicamente las batallas. Habíamos obtenido buenos resultados en varias ocasiones hasta que, en un ataque en el que no acertamos y en el que hubo muchas bajas de parte de Homeworld, nos acusaron de rebeldes y nos hicieron prisioneras.

Estuvimos en un laboratorio durante muchos años más. Vimos como destruían a las gemas para unir forzadamente fracciones entre sí.

Deseaban tener monstruos feroces y antinaturales para librar sus batallas con los desechos de las vencidas. Pero solo obtenían fracasos.

En los últimos años. Su desesperación fue tal, que hicieron un gran experimento con todo la información que ya habían recabado.

Y trataron de fusionarnos forzadamente.

Una Aragonita y una Sodalita. Ambas gemas poderosas gemas Síquicas.

Añadieron partes minúsculas de otras gemas poderosas y trataron por meses y meses a través de fórceps energéticos de lograr lo que deseaban.

Y por un momento lo lograron.

Cuando se dieron cuenta de nuestro poder, nos temieron y desconectaron.

Luego la guerra terminó y nos olvidaron en este sucio laboratorio por miles de años.

Todo fue oscuridad hasta que alguien, ingenuamente, activo los laboratorios desde el Kindergarden alfa.

Cuando me desperté y recordé el monstruo en que me habían convertido. Decidí acabar con todo. Fue aquí donde encontré a la primera gema corrupta y fue con quien desquité mi furia. Tenia demasiado poder síquico acumulado a lo largo de milenios que, al final, la transformé en un ser traslucido, más fuerte y dócil para mí.

Al final, no tuve éxito. Un niño nos destruye. No pude hacer de mi existencia nada y me convertí exactamente en lo que deseaban mis captores.

Y quizá por eso, te agradezco...te agradezco la liberación.

Gracias.

-.-.-.-.-.-.

BEACH CITY

La batalla se ya se llevaba a cabo dentro de la casa, las disparos se habían detenido hacia un rato. Las chicas estaban totalmente rodeadas. Ya había sido totalmente destruida las paredes y el techo por donde se dejaban caer más y más monstruos. Las gemas luchaban por no dejar entrar a ninguna al templo, pero era una tarea ya imposible.

Perla, Amatista y Garnet tenían ya bastantes mordidas en su cuerpo. Garnet, de hecho, ya se estaba poniendo traslucida pero seguía luchando, lo haría hasta el final.

Fue entonces cuando una gema monstruo se fugó detrás de una Perla que ya no podía más de tan rodeada que estaba y entró al templo.

Como guiada por instinto, olfateó el aire y buscó la sala donde se encontraban las burbujas. Rápidamente la encontró. Entonces, como apunto de recibir la manzana de adán, estiro su mano para tomar una.

-Creo que esto fue todo- dijo Amatista soltando latigazos ya endebles.

-Les amo chicas-dijo Perla con dificultad.

Entonces se escuchó una detonación en la entrada de la casa que limpió de gemas por un instante el lugar.

Garnet se asomó aprovechando el espacio y esbozó una triste sonrisa.

Había sido Greg quien, ya cerca de la casa y sin ningún temor, había guardado una última granada de mano. Por si llegaba el momento del final.

-¡Dile a Perla que la amo!- gritó el hombre de cabello largo.

-¡ya te escuché!- gritó Perla quien volteó a ver a Garnet.

-Ve con él – le dijo –esto ya se acabó-

Perla se limpió una lágrima y saltó por la ventana, corrió hacia Greg y se le lanzo al cuello.

-¡Te amo!- gritó la blanca con lágrimas en los ojos pegando su frente a la de él.

-Y yo a ti mi dama blanca-

Luego y casi de inmediato, todo el lugar se llenó de gemas traslúcidas. Corrieron con sus bocas abiertas hacia Garnet y Amatista quienes bajaron los brazos, ya en resignación.

Un grupo enorme se desvió hacia Greg y Perla quienes les miraron y sin soltar su abrazo, solo cerraron los ojos.

Todo había terminado.

De pronto, hubo un silencio total.

Lo curioso es que no era un silencio de muerte. Se escucharon las olas tranquilas y las aves en el cielo.

Perla y Greg abrieron los ojos y todas las gemas a su alrededor se habían quedado inmóviles.

Dentro de la casa, Garnet y Amatista estaban igualmente sorprendidas.

La playa parecía un gran museo de estatuas traslucidas simulando a los guerreros de Terracota.

De pronto y de la nada, comenzaron a pulverizarse y el viento se comenzó a llevar sus cuerpos elevándolos al cielo como un gran arcoíris de brillantes.

-oh por mis estrellas- Garnet se miró la mano y noto que comenzaba a recobrar su color poco a poco.

-La detuvieron- dijo Garnet

-La detuvieron- dijo Perla.

-¡LA DETUVIERON!- gritaron todos en un jubilo que nacía del pecho como una flor.

AMAZONAS

Connie se agarró la cabeza, el empujón que le había propinado Steven le había reabierto la herida que tenía cerca de la nuca y sangraba su camiseta por la parte de atrás. Se tocó y vio su mano con sangre.

-Diablos- exclamó.

Luego notó algo que la dejó helada; cerca de las peldaños se encontraban 6 gemas congeladas que se estaban deshaciendo poco a poco.

Un frio que le calo los huesos le llegó de pronto.

-¡Steven!- gritó la chica y se paró con dificultad acercándose a donde estaba el gran cilindro de cristal, ahora roto y vacío.

Allí estaba el chico, tirado boca arriba con la espada a un lado.

-¡Oh por dios Steven!- corrió hacia él y lo levantó –no- dijo sollozando - noo- y dejó caer lágrimas de inmensa amargura. Estás cayeron sobre el rostro del chico.

La cabeza del joven se movió un poco a la derecha cuando Connie lo acercó a su pecho. Para acunarlo.

Entonces lo escuchó.

-Aay, me duele mucho...la cabeza-

-¿Steven?, ¡STEVEN! ¡ESTAS BIEN!- pero la alegría de la morena se esfumó como el viento cuando busco a ambos lados y al encontrar lo que buscaba, sintió un traicionero nudo en la garganta.

-¿Dónde está Peridot?- le preguntó Steven a Connie.

-¿DONDE ESTA?

Al no recibir respuesta se incorporó y siguió la mirada de la niña volteando a un lado del gran cilindro roto.

Cuando la vio, se llevó una mano a la boca y su cara se descompuso. Grandes lágrimas se dejaron caer y sintió que en verdad se moría.

Allí estaba la pequeña verde. Sentada sobre sus talones, con los brazos caídos hacia los lados mirando hacia arriba, con los ojos muy abiertos. Pero sin ninguna pupila en ellos.

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A todos los que han seguido esta historia, mis sinceros agradecimientos. Para la madrugada del lunes debo estar lanzando el epílogo y gud bay.

Espero verles en nuevos proyectos. Se les quiere.

Su servidor.

Gendou Uribe.

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