Un par de segundos.
En aquella ciudad nevada, la gente tenía la necesidad de sentir un poco de calor. Sin embargo, el frío parecía invadir no sólo su cuerpo, sino su alma. La gente que vivía ahí, era tan fría como un témpano de hielo, y en sus ojos poco a poco; se marcaba su frialdad. No obstante, siempre había gente que era aún más fría que otra...
Era justo el día de Año Nuevo cuando Ruth despertó con una extraña idea. Ella había llegado ya hace varios meses, había hecho amigos, su perra había crecido y la madre de Lauri seguía sin regresar. Ella se preguntaba cómo se sentiría al respecto; Lauri no sólo la había esperado un par de días, sino años... "¿Será que su madre no volverá...?", pensó.
A su madre le habían dado el día en el trabajo, estaba preparando un pastel para pasar la noche en casa de sus padres y no llegar con las manos vacías. Justo al terminar de meterlo al horno, Ruth se acercó a ella con esa alocada idea con la que despertó.
—Mamá ¿Conociste a la mamá de Lauri?
Su madre abrió sus ojos sorprendida, después los empezó a mover como buscando un escape; tenía una posición en la cocina como si fuera acorralada. Ruth también empezó a tener una expresión en la cara incómoda; pero realmente no quería quedarse con la curiosidad...
—Es que —insistía Ruth— el abuelo de Lauri, y mi abuelito eran amigos de niños. Y entonces... tú debes ser de la edad de la mamá de Lauri ¿No? ¿Fueron amigas?
—Mira, si conocí a su madre;: pero nunca fuimos amigas... Ella tiene la edad de tu tía Monika.
—¿Entonces ella es más joven que tú?
—Si..., pero no fue amiga de tu tía tampoco.
—¿Por qué?
—Porque, la mamá de Lauri... era diferente a nosotras.
—¿Por qué? —insistía confundida.
—Porque ella... era distinta; tenía otra forma de ser..., otros gustos. Entonces éramos vecinas y nos veíamos, pero no jugábamos juntas, como tú y Lauri.
Ruth se sintió muy intrigada, pero decidió salir al jardín y dejar a su mamá hacer el pastel en paz. Después de todo, en ella notaba cierto estrés al hablar. Comenzó a hacer un muñeco de nieve junto con su perrita Guinness, quien le arrimaba ramas para hacerle sus brazos. Mientras comenzaba a hacerlo, observó que en la casa de Risto ya estaba el carro de su padre, quien seguramente había vuelto para pasar Año Nuevo junto con su familia. Para Finlandia, Año Nuevo es más importante que navidad, y posiblemente sea la celebración más importante para ellos en todo el año.
Risto salió caminando tranquilamente a visitar a Ruth, quien sólo seguía armando su muñeco.
—Papá volvió para navidad —le comentó a Ruth con una sonrisa en el rostro.
—Oye, Risto ¿Crees que la madre de Lauri vuelva? —preguntó haciéndolo un poco de lado.
—¿Por qué te preocupa?
"Es verdad, Ruth se ve preocupada, y si esto le preocupa entonces yo me tengo que ocupar de esto", pensé.
—Pues, porque Lauri debe sentirse mal sin su mamá ¿No crees? Yo me siento mal sin mi papá y mis hermanos..., pero yo a veces les hablo por teléfono.
—Eso sí —dijo empezándole a ayudar con su muñeco de nieve—, debe ser difícil para él no saber dónde está su mamá. Una vez me dijo que tampoco conoció a su padre...
—Pues, estaba pensando... —decía mientras finalmente ponía una zanahoria como nariz a su muñeco— podríamos intentar encontrarla...
Y entonces... el Universo de Risto y yo, comenzamos a sentir un verdadero sentimiento de preocupación. Si Ruth y Risto se enfocaban mucho en encontrar a la madre de Lauri, e incluso con pensarla demasiado; tendríamos que encontrarla nosotros a como diera lugar. Eso no era sólo porque nosotros quisiéramos; sino porque es nuestro deber complacerlos por encima de que nosotros estemos de acuerdo o no. Y de repente ambos desaparecimos de esa realidad, entrando a otra dimensión.
Sonará extraño, pero nosotros dos, el Universo de Risto y yo, nos encontramos en el Universo mayor, donde podíamos mover los hilos del destino; y tuvimos que empezar a trabajar al respecto. Encontrar a la madre de Lauri y mover sus sentimientos para que buscará a su hijo. En ese lugar espacial, no sólo estábamos nosotros dos, sino también el Universo de Lauri. Al parecer algo extraño estaba pasando en esos niños, todos estaban pensando en la madre de Lauri. Y de repente... un Universo nuevo apareció ante nosotros; se trataba del Universo de la madre de Lauri.
Era un Universo delgado, con un cigarrillo en la boca y un aspecto andrajoso.
—Sería una buena idea —dijo Risto, quitándose una bufanda amarilla que llevaba puesta, para ponérsela al muñeco.
—¿Hoy no traes la roja?
—La roja me la regalo mi madre y esta es un regalo que mi padre me trajo de Nokia. Si dejara la roja, mi madre me mata.
—¿Qué harás hoy? Nosotras llevaremos un pastel a la casa de mi abuelita y creo que llevaremos un pedazo a la casa de Lauri. Mi mamá dice que ellos no tienen cena de navidad ni de Año Nuevo...
—¿En verdad? —preguntó Risto con cara preocupada— Entonces tal vez yo también lleve algo... Realmente, desde aquel día que pasé la tarde en su casa me quede pensando en muchas cosas. Es más ¡Tengo una idea! —dijo abriendo los ojos— Los veo a ambos a las 5 en casa de Lauri, tengo una sorpresa que seguro le alegrará el día —concluyó y posteriormente corrió a su casa.
Mientras los niños estaban intentando mejorar las cosas, ellos no eran conscientes de la tormenta que estaban provocando en otro plano dimensional. Era tanta su impresión y preocupación por Lauri, que terminaron invocando al Universo de su madre, y nos orillaron a hacer algo que, si bien nosotros no estábamos convencidos de hacer, nuestro trabajo nos obligaba...
—Necesitamos que la madre de Lauri vuelva —dijo el Universo de Risto.
El Universo de Risto era tan consentidor de este, como lo eran sus padres. Siempre lo procuraba y lo consentía como ningún otro Universo a su humano. Él no soportaba ver a Risto ni triste ni preocupado porque inmediatamente se ponía manos a la obra. Yo quería mucho a Ruth, pero el Universo de Risto; sentía un amor aún más inmenso que el de cualquier otro Universo por su humano...
—No tenemos necesidad de volver por él... Siendo honesto, nosotros estamos mejor sin él y él sin nosotros ¿O me equivoco? —dijo retador al Universo de Lauri.
—Pero Lauri está triste. Además —intentaba el Universo de Lauri persuadir—, su madre jamás será completamente feliz sin él a su lado.
—Escuche, señor Universo —me dirigí yo—, somos 3 deseos contra 1. Según la regla universal número 5 —comenté poniéndome unas gafas intelectuales— "Las acciones de los deseos giran en torno a la democracia universal" —comenté citando nuestras reglas—. Así que nosotros somos más, eres tú el que debes de ceder... Así que ve por su madre y hazle recordar a Lauri hasta que no pueda ni dormir —comenté molesto.
La verdad es que el Universo de su madre no se veía muy convencido, eran apenas las 10 de la mañana y ya tenía bastante trabajo por hacer. Nosotros, por nuestro lado, también regresamos a nuestra dimensión y volvimos a casa con nuestros niños.
No lo dijo, pero yo lo vi; el Universo de Lauri estaba preocupado y triste. Se veía que él había actuado en contra de su voluntad obedeciendo el deseo de Lauri por encontrar a su madre. Fue entonces cuando recordé las palabras de la madre de Ruth y me pregunté "¿Realmente la madre de Lauri será tan mala?".
Los niños siguieron en sus casas preparando un festín. Ruth y yo ayudábamos a su madre a preparar el pastel. Hicimos un betún color azul turquesa, el cual untamos en la parte de arriba. Era un pastel muy sencillo de vainilla que su madre había hecho con mucho esfuerzo; y para Ruth era el mejor pastel del mundo entero. Ruth recibió la llamada de su padre desde Inglaterra, quien, junto con sus hermanos, le desearon un feliz año; estaba muy emocionada.
Al llegar las 4:30 tomaron sus cosas y salieron de casa, caminando tranquilamente junto con Guinness quien portaba un vestido confeccionado por Ruth. Un modelo muy navideño que parecía ser un traje de Santa Clause azul. La niebla estaba invadiendo la ciudad junto con la oscuridad aquella tarde.
Al llegar a la casa de sus abuelos, todos la recibieron con una enorme sonrisa. La casa estaba con un ambiente cálido, había varios platillos sobre la mesa, desde entradas hasta postres; entre ellos el pastel azul que Ruth y su madre habían preparado. Ese día por fin, Ruth dejó de sentirse sola, ese día al ver a sus abuelos, su tía y a su madre, riendo y conviviendo; olvidó su soledad.
Se sentía agradecida de estar ahí, y pensándolo bien, de no ser porque se mudaron a Finlandia; Ruth no habría conocido ni a Lauri ni a Risto. Y viendo bien a sus amigos, eran personas muy importantes y especiales para ella. Principalmente Lauri, porque de entre los tres, él era el más vulnerable. Y entonces recordó que se vería con Risto justo a esa hora; salió apresurada de la casa olvidando todo. En la casa de Lauri ya estaba el carro del padre de Risto, y justo a un lado, Risto y Lauri.
—Son fuegos artificiales, mi padre los trajo de Nokia —decía Risto un poco presumido.
—Jamás he encendido alguno —decía viendo un par de bengalas.
—Esos son los más sencillos, son como pequeñas varas mágicas. Te enseño —decía usando un encendedor.
—Debes tener cuidado —interrumpió Ruth—. Mi madre dice que el fuego es peligroso.
—Lo sé, por eso no me dejan usar cerillos. Para los fuegos artificiales convencí a papá de hacerlo él. Lo bueno en este lugar es que a estas horas ya está oscuro... Podremos apreciar bien cada uno de ellos ¿Le trajiste el pastel?
—¡Lo olvide! —contestó llevándose las manos a la cara.
—Bueno, igual nosotros les trajimos medio pavo; con eso seguro quedarán satisfechos...
—¿Qué se siente...? —interrumpió Lauri con cara de incrédulo.
—¿Qué cosa? —le respondió Risto confundido mientras encendía una bengala— Toma, Ruth —dijo al verla encendida—; esta primera es para ti. Las niñas siempre son primero.
—¿Qué se siente tener la vida perfecta? —insistió Lauri.
—Pues, mi mamá dice que nada es perfecto, sólo Dios... —le respondió aún confundido— Toma, esta es tuya —le dijo encendiendo la segunda bengala.
Lauri observaba las bengalas como si fuera algo totalmente nuevo, como si hubiera sido el invento del año, como si Risto hubiera hecho el descubrimiento del siglo al encenderla. Risto finalmente encendió la suya y comenzaron a jugar con ellas, corrían sobre la inmensa nieve con ellas encendidas y las levantaban hacia el cielo dando círculos. Sus padres estaban adentro platicando con los abuelos de Lauri, pero al ver a los chicos comenzando a jugar con la pirotecnia salieron a unírseles.
—¿Quieres que empecemos a sacar los fuegos artificiales? —preguntó el padre de Risto acercándose a la caja más enorme.
—¿Sabes Ruth? Aquí sólo se permite dos veces al año lanzar pirotecnia y una de esas ocasiones es en Año Nuevo —le dijo Lauri.
—Con razón en navidad no hubo nada de eso.
—Te explico porque soy tu maestro de finlandés; y tus clases incluyen cultura general finlandesa.
Ruth lo volteó a ver sorprendida, como si Lauri fuera el mejor maestro de finlandés de toda Finlandia. El padre de Risto comenzó a lanzar algunos fuegos artificiales que al explotar lanzaban destellos que cambiaban de color conforme desaparecían. Los niños se encontraban realmente emocionados al verlos; se escuchaban explosiones tras explosiones. Los abuelos de Lauri también estaban ahí, no podían recordar la última vez que lanzaron fuegos artificiales.
Entonces el Universo de Lauri volteó a verme totalmente entristecido. Su tristeza era tan grande que parecía como si fuera morir; pero minutos después comprendí porque tenía tanta tristeza. En una enorme explosión, tras la neblina que estaba rodeando la ciudad, se acercaba la silueta de una mujer delgada de cabello castaño claro y corto. Estaba desarreglada, pero muy bien abrigada; caminaba con los brazos cruzados. Los niños la vieron y sin saber por qué, en ellos despertó el miedo; a lo que se acercaron a la familia de Risto para sentirse protegidos.
La madre de Ruth quien la observaba a lo lejos divertirse, también caminó hacia allá, con su cara llena de asombro y un paso apresurado. Los abuelos de Lauri corrieron a tomarlo de la mano. Los padres de Risto no sabían exactamente qué pasaba, así que también tomaron a Risto, ya que lo cuidaban con su vida entera, y lo subieron dentro de su carro encerrándolo ahí con llave.
—Vengo por Lauri —expresó la mujer.
—No te lo vas a llevar, decidiste renunciar a él hace 5 años —respondió su abuela llena de colera.
Lauri al escuchar eso se escapó de las manos de su abuelo, y volteó a ver a la mujer con cara de espanto. Sus pupilas se hicieron pequeñas y la veía con completo desagrado.
—¿Quién es la mujer? —preguntó con miedo.
—Soy tu madre —le respondió a secas.
—No, tú no eres mi mamá. Mi mamá es bonita, tiene el pelo largo, es joven... y es muy guapa... —comentó confundido.
—Lauri, yo soy tu mamá... —insistió molesta.
Lauri no podía creer lo que pasaba ante sus ojos. Realmente el recuerdo de su madre no tenía nada que ver con lo que veía ante él. No sabía entonces si el recuerdo era verdad o era una fantasía de la ilusión de una mujer que jamás existió.
—¡Vámonos! —dijo la madre de Ruth tomándola del brazo.
—No, mamá; no podemos irnos. Esa señora es la madre de Lauri... —insistió asustada.
Ni Ruth, ni Risto, entendían si lo que estaba pasando era bueno o malo. Tampoco, por supuesto, entendían que esto era resultado de sus propios pensamientos y deseos. Esta realidad que estaba pasando en verdad... no era más que su responsabilidad.
—¡Dame a mi hijo! —dijo aventando a su abuela y arrebatándolo de los brazos de su abuelo— He venido por él.
—No, mamá. Espera, no le hagas daño —decía Lauri aterrado.
—No puedes llevártelo, ni siquiera lo conoces... —decía su abuelo entristecido.
—Soy su madre. Lo conozco y lo conoceré siempre mejor que nadie. Vámonos Lauri, diles adiós —decía jalándolo— nunca más los vas a volver a ver. Nos vamos a donde yo vivo.
—No, yo no quiero ir contigo... —decía Lauri aterrado jalándose de su mano.
—Demasiado tarde —dijo su Universo siguiéndolos.
Ruth entonces, al ver que se querían llevar a Lauri hizo una bola de nieve rápidamente que intentó lanzarle fallidamente; al intentar ser detenida por su madre. Risto también intentaba salirse del carro sin poder hacerlo, se sentía por primera vez impotente; se azotaba contra las ventanas del mismo, intentando convencer a sus padres. Los niños parecen ser los únicos capaces de defender lo que creen correcto ¿En qué momento los humanos adultos aprenden a dejar de hacerlo?
—Dile a tu hija que no sabe con quién se mete —le dijo cara cara a la madre de Ruth, tomando a Lauri subió a un taxi y se fue.
Ruth, por supuesto, intentó ir tras de ellos; pero no pudo, era detenida por su madre y por su tía quien había salido al ver a la persona que había llegado. Ruth observaba el taxi alejarse de ahí con lágrimas en los ojos y su corazón roto.
Mientras todo esto pasaba, yo sólo pensaba en lo complejo que puede ser la vida de los humanos; puede cambiar en un sólo segundo. Y en lo difícil que es ser un Universo, a veces tenemos que hacer cosas que sabemos que no le harán ningún bien a nadie, sólo por complacer a nuestros malcriados hijos humanos.
Todo el ambiente... estaba lleno de tristeza.
—No lo vamos a volver a ver... —decía su abuelo llorando— ni siquiera sabemos dónde vive.
—Tranquilo amor, seguramente nos devolverá a Lauri en cuanto se vuelva a cansar de él —le respondió su esposa con tranquilidad.
Aquella noche cálida de repente volvió a ser fría; tan fría que la ropa abrigadora no parecía ser suficiente. En la ciudad de Rovaniemi, se necesitaban más abrazos que leños en una chimenea.
—Nos vamos a Tornio —dijo finalmente la madre de Lauri mientras el taxi avanzaba —, allá nos espera tu padrastro y tu hermanastra.
"Yo sólo quería tener una vida bonita, como la de Risto", pensó y su Universo lo veía lleno de tristeza.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top