Primer beso.
Empezó a sonar una melodía de una canción desconocida para mí y que tocaba la banda que contrataba el Ice Bar los fines de semana. Y entonces se unió su hermosa voz. Ruth salió al escenario rojo vestida de blanco y muy elegante; con la flor que le había puesto en la cabeza. Las luces cambiaron a blancas, y al rededor oscuro.
Su voz era tan fuerte y suave a la vez que causaba un escalofrío incesable en la piel. Las palabras de amor de aquella melodía podían llegar fácilmente a los corazones de cualquier persona. Lauri a un lado del escenario la veía deslumbrado. Lauri parecía ser capaz de apreciar lo que nadie más en todo Rovaniemi había notado; aunque posiblemente en parte, eso fue mi culpa.
Si nuestro grupo "R&R" recibió aplausos y rosas en el escenario siempre fue gracias a la voz de Ruth. Y es que, comparados con su potente voz, ningún instrumento musical era competencia; así fueran tocados por un músico profesional, como su servidor.
Los críticos, managers, jueces o lo que fueran; la veían boquiabiertos. Yo veía que a ellos también se les erizaba la piel, no cabe duda que fuera lo que fuera que su Universo había provocado esa noche en Ruth; lo había hecho bastante bien. Ruth cantó unas 7 canciones y ni nosotros, ni el público común, ni gente importante en el bar; se cansó un sólo instante de oírla cantar.
Cuando su concierto acabó, y tras los múltiples aplausos de la gente alrededor; se fue a sentar a la mesa de la gente importante y extranjera. Por otro lado, Lauri se sentó en la mesa donde estábamos Siiri y yo.
—¿Vas a ir a decir en la clínica que estoy en el bar? —incluí el sarcasmo.
—Risto, sólo lo hice porque quería ayudarte...
—Y hacerme a un lado. La cuestión es que no importa cuánto quieras deshacerte de mí, nunca serás mi competencia; estamos en dos ramas diferentes. Tú eres el amigo que ruega, y yo... soy el amor imposible —dije cínicamente.
—¿Ves por qué me cae tan mal? Y así ha sido toda su vida —dijo Lauri a Siiri.
—Si, así es; pero te acostumbras rápidamente —respondió ella— Además, él ya me cree; él ya vio su Universo. No es una nena asustada como tú.
—¿En serio se atrevió a hacer eso?
—Si, se comunicó y todo; por eso no pudimos venir antes.
—Parece que se están entendiendo bien ¿Eh? —preguntó riendo.
Siiri y yo nos hicimos los sordos y le dimos un sorbo a nuestro vaso de agua.
—Bueno ¿Y qué tal el centro? ¿Los están ayudando?
—Siiri no debería estar ahí —respondí— y a mí en realidad no mucho. Nada que no haya hablado con mis padres antes; pero bueno, mis padres ya están más al pendiente de mí y de lo que hago o no.
—Su madre tocó el violín con él; fue sorprendente —añadió Siiri.
Lauri tomó aire y luego continuó en la plática —Risto siempre ha sido muy querido por sus padres, muchos quisiéramos haber tenido su vida.
—Pero a ti, tus abuelos te quieren Lauri; a su manera... claro está. Aún recuerdo cuando nos pusieron a quitar la nieve de la cochera —dije riendo.
—Mi abuelo aún es muy necio; pero es una buena persona. Y si, prácticamente; aunque me fui soy más hijo de ellos, que de mi madre...
—¿Es curioso no? —interrumpió Siiri— La más jodida de vida soy yo, y soy la menos acomplejada. Ser feliz es decisión propia; no de las circunstancias que te rodean.
Nos calló las bocas con un par de palabras.
Ruth caminó hacia nuestra mesa finalmente con una sonrisa de oreja a oreja; radiante y con su perfecta mirada gris que tanto la caracterizaba. Daba pequeños brincos frente a la mesa, invitándonos a emocionarnos con ella.
—¡¿Cómo te fue?! —preguntó Lauri.
—¡Me dijeron que quieren hacerme una estrella! Pero dicen que para eso debo irme a Inglaterra.
Nos quedamos callados.
—¿Por qué? —finalmente preguntó Siiri un tanto apenada.
—Allá está el manager y dicen que es más fácil que yo sobresalga allá, que aquí. Quieren ponerme a abrir conciertos grandes y dar otros pequeños.
—¿Y qué piensas hacer?
—Hablaré con mi madre; pero creo que es momento de que me vaya. La mayoría de los finlandeses dejan el hogar al terminar la prepa, no debería extrañarle. Sólo me faltaba un año. Podría irme con mi padre y estar con él y mis hermanos mientras esté ahí.
—Buena suerte... —exclamé con una pronunciación vana y una sonrisa en el rostro seguido de un parpadeo.
—Muchas gracias —respondió—, aunque aún no es un hecho y en todo caso, disfrutemos lo que nos queda aquí. Yo me iré, Lauri se irá... disfrutemos del tiempo que nos quede.
—Si, parece que Lauri y tú se volverán estrellas... —comentó Siiri algo pensativa—; pues muchas felicidades... y no desaproveches la oportunidad.
—Muchas gracias —finalizó.
Caminamos los 4 juntos hasta el tren. En el camino iba molestando a Lauri lanzándole bolas de nieve por la espalda, aunque no muy fuerte; después de todo, era lo mínimo que se merecía. A pesar de toda nuestra ropa y abrigos, estábamos helando hasta llegar al tren. Lauri se sentó con Siiri y yo con Ruth, las acurrucamos dándoles un poco de calor; lo poco que podíamos dar ante el tremendo clima que nos asechaba.
Llegando de nuevo a la ciudad, corrimos hacia nuestras casas huyendo del frío; ni siquiera nos preocupábamos por despedirnos del todo. Nuestras pisadas se escuchaban fuertemente sobre la nieve. La luna se ponía sobre nosotros regalándonos un ambiente exageradamente romántico. Si lo pensaba bien, cada que estuve a solas con Ruth desde que era pequeño había sido así. "Estúpido Universo", pensé.
Corrimos a nuestras casas esperando conseguir un poco de calor. Entré lentamente para no hacer ruido; pero cuando me volteé, mi padre ya estaba esperándome junto con mi madre. Ambos cruzados de brazos frente a la chimenea.
—Dijiste que llamarías —dijo mi madre.
—No morí congelado —respondí con burla.
—Risto, tu madre y yo tenemos que decirte algo; queremos mudarnos a Helsinki lo antes posible.
—¿Cómo? —pregunté extrañado.
—Renuncié a mi trabajo en Nokia, he decidido abrir un bar en Helsinki. Allá podrás terminar tus estudios y además me enteré qué hay una orquesta donde podrías ingresar dentro de una escuela ahí mismo. Hacen giras mundiales...
—¿Cuándo nos iríamos? —pregunté recordando las palabras de mi Universo.
—Cuando salgas de la clínica de adicciones...
—Ruth también se va... —comenté sin propósito.
—¿A dónde? —dijo mi madre extrañada.
—Se va a Inglaterra a estudiar. Tal vez este semestre o el siguiente; no lo sé. Así que, la respuesta es "si". Yo también me quiero ir —concluí corriendo a mi cuarto, mis padres me observaron extrañados y satisfechos con la respuesta.
Me arrojé sobre mi cama nuevamente, me puse mis audífonos y extrañamente comencé a derramar un par de lágrimas que sequé rápidamente riéndome de mi mismo; jamás creí que pudiera llegar a ser tan cursi.
Pasaron los días, seguí yendo a la clínica de adictos junto con Siiri; quien tuvo que seguir mi consejo y admitir que sufría de alguna adicción, para después fingir que la ayuda le servía y así poder salir de la clínica. No nos volvimos a comunicar con el Universo; y yo volví a la vieja escuela..., me refiero a tocar música clásica. A veces desde la ventana de la sala volteaba a ver la casa de Ruth; como siempre silenciosa y cubierta de nieve, de donde a veces se veía salir a su adorable perra.
Una mañana al asomarme vi entrar a un hombre mayor a la casa. Era alguien que no era del pueblo o lo habría reconocido inmediatamente. Permaneció horas ahí adentro. Su lujoso y elegante carro negro se había quedado afuera de su casa. Posteriormente salió abrazado de Ruth, quien lo despidió de él con un beso en la mejilla. Y entonces vino a mi como una enorme luz, que posiblemente ese hombre fuese su padre. Posterior a eso, se fue con su madre, dejando a Ruth sola en casa.
En cuanto le vi marcharse, salí de mi casa y me dirigí a la casa de Ruth. Era una tarde de enero; toqué la puerta e inmediatamente salió a recibirme. Tu perra empezó a dar saltos de alegría girando a mi alrededor. Entré inmediato, tenía tanto tiempo sin poner un pie adentro de su casa. Ruth estaba radiante, la acompañé a la cocina pues estaba hirviendo té. Me sirvió un poco y luego se sirvió a ella misma. Me tomaba fuertemente del brazo mientras no paraba de hablar: "Mi papá ha venido a verme", "Me felicitó por el éxito de la audición", "Me iré a Inglaterra el siguiente ciclo escolar".
Eso último, fue lo que me quebró. Inglaterra es una ciudad grande y llena de gente; no es como los pueblos de Finlandia. Tanta gente la conocerá de repente, y Lauri y yo nos volveremos parte su pasado; sólo un momento de su vida que ella de cantante en alguna entrevista mencionaría con nostalgia..., eso sí nos recuerda.
—¿Cuándo te vas? Es muy repentino —musité.
—En julio, en la misma semana que terminen los exámenes...
—Yo también me iré a Helsinki en esa misma fecha —dije nervioso— ¿Qué hay de Lauri?
—¿Qué hay de qué? ¿Te ha dicho algo Siiri?
—¿Sobre qué? ¿Ha pasado algo? —pregunté nervioso.
—Es que, hoy me ha citado en el parque donde nos conocimos y es muy sospechoso —dijo un tanto animada—. Tal vez, me pida que sea su novia.
—¿Novios? ¿Por qué?
—Pues ahora que trabajamos juntos y estudiamos juntos. Nos hemos conocido bastante bien y tal vez sea mejor arriesgarse antes de que me vaya...
La callé con un beso en la boca. Sus frías manos llegaron a sentirse rosar mis mejillas. Entreabrí los ojos y observé que los suyos derramaban algunas pequeñas lágrimas. Me retiré de ella. No dejaba de pensar en lo inmaduro que puedo llegar a ser; es por eso que intento no enamorarme de nadie. Aun que al final, ese beso no se sintió tan mal del todo...
—Si, tal vez mañana será muy tarde —dije tomando mis cosas.
—Espera ¿A dónde vas? —preguntó en shock.
—Voy a dejarte hacer tu vida con alguien que te conviene y te quiere. Yo no te puedo ofrecer eso en esta etapa de mi vida. Aun hay cosas que aún quiero vivir y experimentar; pero quería ser el primero que te diera un beso —sonreí inapropiadamente.
—¡Eres un egoísta! —exclamó molesta.
—Por supuesto que no. Lo que te acabo de dar no se lo había dado a nadie.
—¡¿Cómo carajo no?! —insistió molesta— Si tienes muchas ex novias.
—Si, pero a nadie la había besado porque fuera especial. Así que también cuenta como mi primer beso... —comenté retirándome del lugar y viéndola burlonamente.
Volví a casa a escuchar música caminando a paso veloz. Escuché la canción del Lago de los cisnes, mientras imaginaba la bella cita que tendrían Lauri y Ruth. En el fondo me sentía bien por ambos; ambos estaban solos y eran buenas personas. Yo, por otro lado, apenas comenzaba a despegar mis alas. Y... tenia que aprender a volar primero, antes de siquiera pensar en tener a alguien con quien volar.
Recordé a aquel fantasma morado que decía ser mi Universo y en mi habitación comencé a hablarle.
"Sé que estás ahí, así que escúchame. Quiero que me vuelvas el músico más famoso, por tocar la mejor música de todas. Yo acepto irme a Helsinki. Y hay otra cosa más que quiero, cuando sea más viejo; como de unos 25 años, quiero volverme a encontrar con Ruth, si se puede que seamos solteros aún."
Una extraña voz sonó en mi cabeza murmurando la palabra "Concedido".
Esto de saber que tienes el poder de crear tu realidad, es bastante responsabilidad; pero sin duda alguna a alguien como yo, comenzaba a gustarle.
Extrañamente, al girarme en mi cama encontré una caja de regalo envuelta; era de mi madre. Le retiré la envoltura y adentro encontré un violín rojo con una nota que decía "Es tu premio por tu esfuerzo; el que haces cada día de ser mejor persona". Creo, que si puedo confiar en el Universo después de todo.
Posteriormente, caminé hacia el centro de la ciudad por la tarde. Pasé cerca del parque, observé a Ruth estar parada esperando y de entre las sombras de los árboles; salió Lauri con un enorme ramo de rosas naturales. Vaya que se esforzaba.
Intenté no darle importancia y seguir caminando, sin ningún rumbo fijo, esperando que algo bueno pasara y alejara mi mente de acciones que yo en verdad no quería hacer.
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