Malas compañías
Esa misma noche, Lauri y yo cerramos los ojos sobre las sillas de sol y nos quedamos dormidos un par de horas. Yo desperté por los terribles ruidos que provenían de la casa de Risto. Tanto escándalo, tanta celebración, por alguien que estaba dormido en el patio; pero así es esto de ser adolescente, supongo. La terrible brisa nos ha congelado la cara, dejando restos de hielo por nuestra humedad en ella; y pequeños pedazos de nieve como si fueran copos nos cubrían nuestra ropa. Lauri aún se encontraba dormido, y lo habría dejado ahí dormido de no ser porque pensé que podría morir congelado; casi como Jack en el Titanic. Lo meneaba de un lado al otro fuertemente, hasta que abrió los ojos asustado y después volteó a verme sorprendido.
Entramos adormilados a la casa de Risto. Bastaba con abrir la puerta para que toda la música saliera ruidosamente de adentro. Los Valos siempre se aprovechaban de que los únicos vecinos alrededor éramos mi mamá y yo; y por supuesto nunca nos podríamos quejar de ellos.
En el ambiente sonaba la canción de "Rahan Takii" de Antii Tuiski. Es una canción ruidosa y de moda entre los adolescentes de nuestra edad. Risto en especial podía repetirla una y otra vez sin cansarse. No estoy muy segura por qué le gusta tanto ese cantante, en lo personal, yo prefiero a PMMP.
—Ahora, mi hermana y yo les cantaremos una canción juntos —dijo apenas puse un pie dentro, levantando la copa como si brindará con todos, encima de las escaleras dentro de su casa.
La casa estaba rodeada de luces rojas que había contratado, y adentro apestaba a tabaco y alcohol. La verdad, yo ya quería volver a casa... y estaba segura que también Lauri lo quería, pero ¿Quién puede decirle que no a Risto?
Risto apagó la música con su control remoto. Caminaba algo alcoholizado hacia su piano. Sus manos alargadas lo descubrieron, y el piano, seguía como si nunca hubieran pasado los años sobre él. Risto comenzó a tocar algunas notas afinándolo.
—¿Qué canción quieres? —le preguntó a Lauri— La canción será para ti.
—Qué amables, pero en realidad creo que Ruth está cansada... —dijo viéndome.
—¡Qué va! —expresé estirándome— Escoge una canción, y luego tú nos cantas una...
—Buena idea —respondió Risto—, incluso podemos hacer un concurso.
—No canto bien, pero intentaré cantar algo supongo... ¿Qué les parece si me cantan una canción de PMMP?
—No escuchas ese tipo de música ¿O sí? —volteó Risto a verlo extrañado— Esa música es de niñas.
—Claro, porque seguro no tengo ojos para distinguir que Paula, la cantante, es muy guapa...
Al responderle de esa forma tan sarcástica las personas dentro de la casa comenzaron a reír. Lauri siempre había tenido esa forma de ser, en la que decía lo que pensaba, y para mucha gente la honestidad de Lauri era divertida... Pero, para Risto comenzaba a ser irritante.
Risto azotó las manos sobre el piano al escuchar la risa. Lauri abrió sus ojos sorprendido y luego Risto se volteó. En su cara portaba una sonrisa fingida como la que solía poner su madre, y los ojos de villano que parecía haber heredado de su padre. Después de eso empezó a tocar una melodía en el piano. Era la canción de "Joutsenet" de PMMP, la cual había podido acomodar bastante bien a sus azotes de manos.
Esa canción tenía mucho éxito entre los jóvenes de Rovaniemi, a pesar de lo vieja que era; seguramente por la letra de la canción. Mucha gente se abrazaba al escuchar el coro y comenzaban a cantar juntos. Lauri también me puso su brazo en el hombro, y volteando a verme comenzó a cantar.
"La nieve se está comiendo todo,
La nevada está acabando con esta tierra,
Incluso los cisnes se congelan en el cielo,
Los sueños cambian por otros,
Las memorias se van quedando atrás,
Pero nunca más volverá a ser igual, nunca será igual, nunca jamás volverá a ser igual"
"Siempre fuerte, nunca frágil, no hay suficientes ángeles para todos nosotros"; esa y más frases que salen de aquella exitosa y triste canción, que ha sido el éxito más popular del grupo PMMP. La gente estaba tan tomada que algunos comenzaron a llorar con la canción. Yo también la estaba cantando con tanto sentimiento que en las últimas frases comencé a derramar algunas lágrimas.
Risto, al terminar la melodía, comenzó a aplaudir lentamente invitando a cada persona dentro de su casa aplaudir. Después se giró levantándose del asiento del piano y me vio de esa forma extraña con la que me suele ver cuando camino cerca de él. Él tomó una flor artificial que tenía en un florero, y me la puso detrás de la oreja viéndome tiernamente; acto que completamente me derritió. En el fondo yo siempre he sido consciente que diga lo que diga; yo soy la única princesa en su vida y en su reino.
—¡Sólo Ruth es capaz de cantar así! —decía mientras la gente seguía aplaudiendo ensordecedoramente— Sólo ella logra llenar nuestro corazón con sus sentimientos.
Después de eso Risto se olvidó totalmente de Lauri, y Lauri volvió con Siiri a la parte de atrás. Yo intentaba salirme del ambiente perdido de Risto; de pláticas que no eran interesantes; de gente exageradamente alcoholizada y de la misma música una y otra vez.
Y de repente volvió a aparecer Lauri; me tomó de la mano como cuando éramos niños y me llevo afuera de la casa. El frío me hacía cosquillas en la nariz, parecía que aquella noche era la noche más fría de todos mis años en Finlandia. Lauri me vio con sus ojos azul cielo y me sonrió extrañamente, creo que ambos aun estábamos bajo los efectos del alcohol que habíamos bebido; él en ningún momento soltó mi mano. Dentro de la casa de Risto, se escuchaba aún su terrible música. Volteé a ver a mi casa, mi madre ya había llegado; pero seguramente seguía pensando que estaba adentro de la casa de la familia Valo... "¿A quién le importa? Realmente a nadie", pensé.
Lauri seguía avanzando tomándome de la mano, y mientras lo veía avanzar yo sonreía como una estúpida; como si realmente me sintiera eufórica por dentro; intentando fijar la mirada. Todo a mi alrededor daba vueltas, y de repente deje de sentir la mano.
Lauri me llevó al parque donde nos conocimos y se dejó caer en la nieve; moviéndose comenzó a hacer un ángel y yo me acosté a su lado haciendo lo mismo. Se sentía incómodamente infantil; pero cierto es que son cosas que a uno sólo se le ocurre hacer con Lauri cerca. Risto diría algo como: "Levántate que ya estás grande ¿Qué van a decir en la escuela de ti?"., y bueno..., finalmente, yo le haría caso y caminaríamos a casa; lo seguiría cual mosquito a la luz.
—Alguna vez Santa Clause me dijo —Lauri interrumpió mis pensamientos— "Nunca olvides a tu niño interno"; y entonces aprendí a sacarlo a pasear de vez en cuando.
—¿Sacarlo a pasear? A alguien le hizo daño el mojito ¿Eh?
—Tienes que aprender a identificar dónde está —decía volteando al cielo, viendo la aurora boreal que se reflejaba en sus ojos—; él siempre pide salir y si no aprendes a verlo e identificarlo a tiempo —decía cambiando su mirada de dirección hacia mi muñeca—, podría causarte muchos problemas.
—¿Crees que esto es un mensaje de mi niña interna?
—No sólo lo creo; estoy seguro.
—¿Por qué dices eso?
—Porque dentro de ti, hay una niña berrinchuda que quería atención; y antes de que lo pienses, no digo que hagas eso para llamar la atención. Digo que querías atención y amor de tu madre y hasta ahora no lo has obtenido. Tu niña cree que morir podría ser la salida, pero no lo es... Sólo necesitas explicarle que siempre la han amado y siempre le han puesto atención.
—¿Y tú qué sabes? —contesté molesta— ¿A caso no has visto cómo a mi madre no le importo?
—¿No le importas? ¿Te abandonó con tus abuelos 5 años olvidándose de ti mientras educaba a una niña que no era ni de su sangre?
—Me deja todos los días, sola. La comida en casa siempre está fría, ni siquiera me pregunta cómo me va en mi vida... Sólo intenta compensar su cariño con regalos.
—¿Entonces cuál es la forma correcta de amar?
Lo pensé por unos minutos con la mirada un poco perdida en la aurora boreal sin saber la respuesta correcta, sin tener una forma de huir de ahí, acostada en el hielo y ya entumecida.
—¿Cómo te habría gustado que te amarán? —continuó— Si tú tuvieras una niña qué pasó por la misma situación, y tú tuvieras que trabajar día tras día para mantenerla ¿Qué harías para compensarla?
—No sé —contesté nerviosa y extrañamente sintiéndome infantil—. La verdad es que no se me ocurre algo mejor que lo que hace mi mamá.
Lauri me volteó a ver sonriendo tiernamente como si me creyera una niña pequeña...
—Las personas te darán su amor basados en lo que ellos conocen, en como ellos son capaces de darlo ¿Alguna vez te has preguntado si Siiri y yo, o no vayas tan lejos, si Risto... tiene comida caliente todas las mañanas? Esos pequeños detalles... se llaman amor...
—¿Y por qué no mejor me pregunta cómo estoy? ¿Qué es de mi vida...?
—Cada quien demuestra amor a la medida que puede y como le han enseñado. Siiri por ejemplo, ella manifiesta el amor a través de la comida; no sé cómo le hace para relacionar una cosa con la otra pero es cierto. Cuando ella te vea triste te dará de comer, te comprará un pan, un chocolate... Risto, por otro lado, manifiesta su amor a través de los lujos... tanto así que mira la fiesta que me armó; aunque al final ha sido él quien la disfrutó más. Posiblemente, cuando tú ames a alguien, le demostrarás el amor como tu madre te lo demuestra a ti; o tal vez no, depende de que tan consiente seas. Así que, lo único que te puedo decir es que nunca vas a recibir el amor en la forma que tú esperas recibirlo; ni tampoco en la cantidad que quieres. El único amor que podrás recibir a tu gusto, será el que te des a ti misma.
Mis ojos se iluminaron, por primera vez en mucho tiempo. Se siente cómo si te quebraran un florero en la cabeza; como si hubieras estado dormido mucho tiempo, muchos años y de repente te despertaran. Tal vez sea cierto, no hay una forma correcta o una regla para amar a alguien; tal vez todos amamos como podemos. Así como yo tengo mi propia forma de amar a Guinness; como tengo mi propia forma de amar a mi madre...
—Eres increíble... —musité.
—¿Por qué? —preguntó intentando levantarse de la nieve.
Yo sólo lo observaba intentando levantarse y una vez que estuvo arriba sus ojos hacían juego con la aurora boreal y su sonrisa con las estrellas, y sonreí sin poderme mover. Él extendió su mano ayudándome a subir a su lado, me costó trabajo y lo pude hacer; pude estar a su lado por lo menos físicamente.
—Porque lo eres... —finalmente contesté.
—No, qué va, sólo he tenido más tiempo para pensar las cosas que ustedes. Teniendo una vida como la mía, aprendes a apreciar los pequeños detalles de amor.
Lauri caminó despacio hacia aquel lago congelado del parque, no se alejó mucho; pero intentaba patinar sobre este. Al observarlo ahí, y con el frío ya invadiendo nuestros cuerpos decidí patinar a su lado. Aquella noche parecía que estaba en un agujero negro. Cómo si todo lo demás hubiera desaparecido, o tal vez sólo Lauri y yo...H asta que una voz me hizo volver a la realidad.
—¡¿Qué carajo haces ahí?! —gritó Risto con su grabe voz entrando al parque.
—Tranquilo, no pasa nada —decía Lauri intentando calmarlo, patinando con sus zapatos hacia afuera.
Y entonces escuchamos un crujido dentro del hielo del lago, y después otro, y después varios; uniéndose como si fueran una sinfonía. Y cuando menos me lo esperé, las miradas de Lauri y Risto sobre mí; fueron lo último que vi, después de un tormentoso ruido.
¡Crash!
Me recuerdo dentro del agua helada quemando mi piel, adentro sólo pensaba "¡Qué alguien me traiga una toalla!" mientras escuchaba los gritos desesperados de Risto y Lauri. Y entonces pensé en mi madre, y comencé a nadar desesperadamente. Nunca lo había pensado detenidamente, pero... creo que Guinness y yo somos todo lo que ella tiene y nosotras también a ella. Pero también parte de mí, no tenía miedo. Había una voz que me decía que no moriría ahí; no era de las voces malas, era la voz que me acompañaba desde niña, la que me calmaba.
Risto golpeaba el hielo con sus puños y pies al ver que yo no encontraba la salida. Y de repente vi una mano asomarse por un hoyo, y nadé hacia ella. Al llegar a ella, Lauri me jaló con fuerza mientras escuchábamos más partes del hielo hacer ruido.
—¡Corran! —gritó Risto mientras poco a poco el hielo se comenzaba a quebrar y a hundir.
Lauri y Risto rápidamente comenzaron a quitarse los abrigos y la ropa; parecía una especie de juego en el cual ganaría el que quedará más desnudo y me la iban poniendo encima poco a poco. Mi cara se había congelado, había pedazos de hielo en ella peores que los que hubo cuando dormí en el patio trasero de la casa de Risto, "Esto debe ser lo más finlandés que he hecho en mi vida", pensé.
—¡No me vengas con que no pasa nada! —gritaba Risto iracundo— ¡Pudo haber muerto!
—Fueron tus pensamientos negativos los que provocaron que hielo se abriera —dijo Siiri juzgando a Risto con su mirada.
—Cállate, Siiri —exclamó Lauri—. Nunca pensé que se fuera a quebrar el hielo.
—El problema es que parece que no te pones a pensar en nada. La hiciste tomar; la avientas al hielo...
—No la aventé al hielo —interrumpió intentando morderse la lengua.
Risto me tomó por la espalda dirigiéndome a casa sin dejarme aclarar nada; sólo vi como Lauri se quedaba atrás viéndome confundido y con sorpresa. Yo tampoco me atrevía a decir nada, en realidad no podía hacerlo, sólo escuchaba temblar mis dientes y observaba el humo denso salir de mi boca.
—¡No te vuelvas a acercar a ella! —le gritó con furia y amenazantemente mientras yo intentaba calmarlo con leves movimientos— ¡Tu compañía no le hace ningún bien!
Cuando concluyó sus palabras volteé a ver a Lauri y a Siiri, ellos sólo seguían petrificados; viéndome de la misma manera mientras Risto seguía empujándome para avanzar.
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