Cosas que no quieres ver.

Apartarse del camino de alguien, es diferente a ser apartado del camino de alguien. Es de esas lecciones que desde niño tuve que aprender.

Entre múltiples cosas como: aprender a no decepcionar a mis abuelos, a no ser como mi madre. Pero finalmente al igual que los animales a sus instintos; a veces no hago más que caso al espíritu que habita dentro de mí.

Es difícil que la gente logre entender eso..., amenos de que se trate de Siiri.

—¡El cambio de look me ha quedado increíble! —mencionaba Ruth al teléfono emocionada— Parezco otra persona.

—Me imagino; en realidad siempre has sido linda, sólo que seguramente ahora luces distinta.

—Pero en el fondo sigo siendo yo, por ahora...

—¿Por ahora?

—Si. Es que después también debo cubrir con la imagen de la empresa ante los medios y apegarme a la historia que ellos me creen. Esto de trabajar para la fama, no es más que eso; una pantalla.

—No es necesario que lo digas, lo sé. Si logro hacerme famoso posiblemente deba cumplir con esos parámetros también...

—Pero —corto— yo quiero que siempre seamos los mismos; no quiero que el Lauri que he conocido deje de existir.

—No, claro que no. Yo tampoco quiero eso... Aunque a veces, Siiri me ha logrado hacer dudar entre quien soy y quién pretendo ser.

—Tal vez no he pasado tanto tiempo contigo como para decir que te conozco mejor que Siiri; pero si sé que eres una buena persona. Nos vemos por la tarde en mi casa; he invitado a Risto y a Siiri a venir. Ambos traerán algo, no lo sé, podría ser la última vez que nos reunamos.

—¿De qué hablas?

—Prefiero hablarlo con todos si no les molesta...

Permanecí en silencio hasta lograr tartamudear un "si"; obteniendo a cambio un simple cortón por parte de Ruth, quien parecía tener urgencia por colgar. Me arreglé elegantemente esperando estar acorde con la ocasión; esperando estar más allá de la altura de las prendas de ropa que seguramente llevaría Risto a la reunión; o para no recibir burlas de Siiri.

Una vez que la hora de la reunión se acercaba, alrededor de las 3 de la tarde; salí tomando mis llaves; me despedí de los abuelos y me dirigí al centro de mi pequeña ciudad. La nieve estaba desapareciendo casi en su totalidad, el aire frío persistía; ese extraño sentimiento de nostalgia invadía mi pecho como cada temporada de primavera. Es extraño, jamás he entendido por qué ese sentimiento me invade, tampoco he comprendido lo que significa. Es como si tuviera un olor propio y es como si me abrigara. Sólo que, en vez de hacerme sentir tranquilo; ese abrigo me daba un poco de ansiedad y tristeza.

Llegando a la panadería tomé el pastel favorito de Ruth, aquel pastel de chocolate en modelo pequeño; pues finalmente seriamos pocos en la reunión. Mientras pagaba el pastel, escuchamos un extraño ruido; como si un carro derrapara tras el grito estruendoso de una mujer, y muchas pisadas rápidas moviéndose de un lado al otro. Rovaniemi, siendo una ciudad tan pequeña (y puede ser que incluso Finlandia en general) no sufre de estos problemas viales; pero dicen por ahí (o tal vez sólo Siiri me lo ha dicho) que siempre hay una primera vez y que las cosas pasan cuando deben pasar y que deben ser como deben ser; son de esas cosas que no tienen una respuesta a ciencia cierta.

Extrañamente, dejé mi cambio, tomé el pastel y salí rápidamente dirigiéndome al montón de gente. No suelo ser de la gente que está ahí de mirona; no suelo ser tan curioso tampoco; pero creo que todos estábamos ahí porque nadie podía creer lo que estaba pasando. No lograba ver nada, y de pronto el sonido de una ambulancia se acercaba a nosotros rápidamente. La gente comenzó a hacerse a un lado y en la escena estaba una mujer ensangrentada en el piso, y un carro elegante totalmente destrozado. También estaba el cuerpo de un hombre cubierto en sangre adentro del mismo carro, inconsciente; sobre la almohada que suele salir de adentro de los coches.

Me quedé pensativo, la persona del carro y el carro mismo me parecían conocidos. Y cuando por fin reconocí todo, me quedé petrificado. El carro del padre de Risto y su padre, habían sido los que estaban ahí. Apreté mis puños arrepintiéndome de haberme acercado. La gente se murmuraba los unos a los otros; no sabíamos si alguno de los inmiscuidos estaba vivo. Por un momento, quería hacerme como el que no vio nada; pero algo dentro de mí, me decía que debería decirle yo a la familia Valo lo que había pasado. Mi parte más egoísta, me decía que el pastel que había comprado se quedaría y que al final Ruth no tendría fiesta. Odio ser tan egoísta y pensar sólo en eso, pero combato esa parte de mi haciendo lo que es correcto; aunque no siempre esté de acuerdo conmigo mismo de hacerlo.

Caminé rápidamente hacia la casa de Risto, dejando el pastel sobre la mesa que siempre yace en el patio; elegante, acomodada limpia y ordenadamente; al igual que todo lo que coloca su madre en la casa. Toqué el timbre un tanto desesperado y también asustado; no sabía cómo decir la noticia. Una vez frente a la puerta, me percaté que mi tarea posiblemente no sería fácil y que posiblemente si la familia Valo me odiaba; ahora me odiaría aún más.

Tras mis toquidos desesperados de timbre, me abrió su madre la puerta tras el mosquitero; me volteó a ver asustada. De nuevo me quedé helado, aunque la familia Valo tampoco era de mi agrado; jamás deseé tener que dar una noticia tan mala como la de ese día. Su madre volteó la cabeza y movió la puerta para cerrarla.

—¡Espere! —finalmente exclamé.

—Siiri está meditando, le diré que viniste...

—No he venido por ella. Su esposo... sufrió un accidente en el centro.

—¿Qué? —y una expresión extraña se asomaba en su rostro —Eso es imposible, él nunca conduce rápidamente... Él es muy prudente...

—Es verdad señora. Sé que piensa que soy una mala persona, pero no tengo por qué mentirle. Iba en camino a comprar este pastel cuando eso pasó.

La madre de Risto se puso su abrigo rápidamente y sin avisar a nadie salió de su casa; pidiéndome ayuda para encontrar a su esposo. Ruth salió de su casa, estaba completamente cambiada. Su color de cabello de repente se tornó azul; su ropa exageradamente escotada; su cara sin lentes y con maquillaje... o tal vez muy ruborizada...

—¿Lauri? ¿Qué pasa? —me gritó.

—¡Luego te explico! — grité avanzando, no era momento de halagos.

Habría deseado darle el pastel y decirle que se veía extraña y muy hermosa.

No sé si a todas las personas les pase; pero a veces cuando las cosas se ponen muy mal; piensas qué tal vez lo que imaginabas que podía ser lo peor..., no era tan malo. Habría preferido pasar una tarde al lado de Ruth, soportando a Siiri y a Risto..., que tener que llevar a la madre de Risto a ver tal escena.

En el lugar, los paramédicos subían al padre de Risto a la ambulancia. Su madre en pánico, se abalanzo sobre él; gritando histéricamente..., y yo sólo observaba. Yo pensaba "Si no le han cubierto la cabeza, tal vez no sea tan malo". Lo sé, es increíble que pueda haber tanta frialdad y tanta calidez dentro de mi cuerpo o tal vez por eso soy suficientemente alto; para que quepan perfectamente bien ambas personalidades.

A lo lejos venían Risto y Ruth corriendo. Risto inmediatamente reconoció el carro y escuchó los gritos de su madre. Sus ojos se abrieron y se cristalizaron. La gente seguía platicando mientras ponían miradas tristes y lamentables a su al rededor. Risto corrió a abrazar a su padre también. Los doctores, sólo repetían una y otra vez "Por favor, aléjese del paciente". Finalmente, la madre de Risto se trasladó junto con su esposo al hospital y Risto lloraba sobre el carro de su papá, golpeándolo, y enrojeciéndose.

Jamás había visto a Risto sufrir tanto, y posiblemente; ni en mis sueños más locos imaginé que pudiera pasarle algo así. Mientras yo observaba todo pasar, sin saber qué hacer, Ruth se acercó a abrazar a Risto; que se aferró a ella con todas sus fuerzas como si fuera un niño.

La verdad es, que al principio me dolió, pero después de mucho tiempo y después de la explicación de Siiri; supongo qué hay lazos que simplemente no se pueden cortar y que permanecerán ahí por siempre. Ni 6 ni 12 meses al lado de Ruth, podrían compararse con una amistad de casi toda la vida que ha tenido con Risto; y en este momento, creo que él la necesita más que yo.

Lo que no comprendía y la pregunta que quedaba en el aire era, ¿Dónde estaba Siiri?

Caminé de nuevo a la casa de los Valo. Cuando llegué, entré deliberadamente a su casa, cual ladrón. Saludé a las cámaras de seguridad y escribí en un papel la aclaración "Estoy buscando a Siiri". Lo coloqué cerca de una cámara donde fuera visible, y avancé recámara por recámara. Cuando logré encontrar la que posiblemente fuese de ella; la encontré vacía, con una carta sobre su cama totalmente sellada. "¡Vaya suerte que tengo!", pensé lleno de sarcasmo.

Dejé la carta como la encontré y me retiré, nuevamente deseando no haber visto nada.

Cuando volví al lugar del accidente, ya no estaban Risto ni Ruth, y como si fuera poco recordé que había abandonado aquel pastel que había llevado para la reunión. Siiri solía decir me en esos casos "Lauri, hay cosas que simplemente no pueden ser..."; supongo que Siiri es más sabia de lo que pienso. Hoy en día, estoy más consciente que nunca que, si alguna vez tuve una maestra de vida, esa ha sido Siiri. Supongo que por eso sus palabras dan vueltas a mi cabeza, una y otra vez.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top