PRÓLOGO


ATENCIÓN: Esta es la segunda parte del libro "Lo que me queda de ti". Si no leíste ese libro, mejor date vuelta, anda a buscarlo, léelo y luego vuelve... no puedes leerlo en desorden.

Si ya lo leíste... pues quédate, vota y comenta ;)


Año 1994

Lunes 26 de diciembre

09:00AM

Me levanto temprano hoy, suelo dormir hasta las once de la mañana pero un ruido externo altera mi sueño. Me quedo en la cama y observo a mi alrededor. Tengo la habitación de una princesa, todo es blanco y rosado. A la derecha está mi vestidor con los vestidos más hermosos y de las marcas más reconocidas que una niña puede aspirar... o la madre de una niña. A la izquierda está el estante donde tengo mis juguetes, peluches, muñecas y juegos de mesa. Es alto, va desde el suelo hasta el techo. Frente a mi cama está la casa de mis Barbies, tengo un montón de ellas, las más antiguas y las más nuevas, la sirena, la bailarina, la doctora. La casa es inmensa y tiene todos los mueblecitos, la piscina y el auto. No hay nada que no tenga. Al lado de la casa un librero, donde guardo mis tesoros, mis libros favoritos... esos que me permiten vivir una vida diferente a la mía cada día.

En un sillón que se encuentra en una esquina frente a mi tocador hay un montón de regalos, todos los que recibí ayer, en Navidad. Salgo de la cama y busco una de las cajas, la abro. Son mis bombones favoritos, los hace mi abuela para mí y como regalo me preparó una caja con muchos de ellos.

Voy de nuevo a mi cama y la abro. Hizo bombones de distintas formas, estrellas, corazones, hojas, tréboles. Sonrío y me como uno, y luego otro... y otro más. La puerta se abre de golpe... es mamá. Escondo los bombones bajo las sábanas.

—¿Qué estás comiendo, Carolina? —pregunta frunciendo las cejas y ladeando la cabeza.

—Nada... —digo tragando el último bocado y ella se acerca. Me mira a los ojos y puede ver la mentira en ellos, o quizás ve rastros de chocolate en las comisuras de mis labios. Me limpio rápidamente y levanta la sábana.

—¿Otra vez comiendo? ¿Otra vez mintiendo? ¡¿Cuantas veces te dije que debes dejar de comer porquerías?! Tienes diez años y ya pronto serás una mujercita, te llenarás de grasa y celulitis y ningún chico te querrá. Entiéndelo, este mundo no es de la gente obesa. —Mi madre toma mi caja y la lleva hacia el baño.

—¡No la botes, me los hizo la abuela! —grito y se lo ruego.

—¡Es que ella siempre ha sido gorda y quiere que tú seas igual! —exclama y entonces abre la puerta del baño, derrama todos los chocolates en el inodoro y tira de la cadena—. Vístete y baja a desayunar sano. —Me ordena y sale de mi habitación.

Me pongo a llorar, esos chocolates me los había hecho mi abuela... ella era la única que me trataba con cariño.

Trato de calmarme y bajo a tomar mi leche de almendras con cereales y frutas. Cuando termino me dispongo a ir a casa de Alelí, no quiero estar más aquí. Voy por mi peluche favorito para llevármelo conmigo, es un osito con alas de ángel que si le aprietas un botón reza la oración del Ángel de la Guarda.

Cuando paso por la habitación de mis padres los escucho discutir.

—¡Ya te dije que no quiero que vuelvas al modelaje! ¿Cuándo lo terminarás de entender? —grita mi papá—. Además estas fea y gorda, llena de arrugas y canas, ¡ya nadie te contratará!

—¡No es cierto, me ha llamado Piero y quiere que vuelva!

—Estás embarazada Fiorella, te pondrás más gorda y más flácida en poco tiempo.

—No quiero tener otro hijo. ¡Nunca quise uno! ¡Tú me obligaste! Yo no sirvo para esto de ser madre. ¡Estoy harta de todos, de ti y de esa niña malcriada! —grita mi madre y entonces escucho el sonido de la palma de mi padre por el rostro de mi madre. Es normal, siempre la golpea y luego ella se cubre de maquillaje. Mi padre le grita y le dice que es una zorra. Yo me escondo bajo la cama para no oír.

Salgo corriendo y llorando de mi casa y llego a lo de Alelí, mi tía asustada me abraza. Ellas saben lo que pasa en mi casa, pero no hacen nada... nadie puede hacer nada.

14:00 PM

Almuerzo aquí porque no quiero volver, pero estoy preocupada. Me preocupa mamá y que papá no le haya hecho nada muy feo. Quiero ir a ver si está bien, así que me despido de mi tía y de mis primos y voy a casa, queda solo en la esquina. Entro, hay silencio... mi papá no está, no está su auto.

Encuentro a mamá sentada en el jardín. Está mirando el cielo y pensando. Me acerco a ella y puedo ver el moretón en su mejilla derecha.

—¿Estás bien? —pregunto y ella con sus ojos verdes vidriosos por las lágrimas me dice que me siente a su lado.

—Sí... ¿y tú? —pregunta y asiento.

—¿Vas a volver a trabajar? —cuestiono y ella niega con la cabeza—. Lo siento...

Quedamos un rato en silencio y ella me toma de la mano.

—¿No me quieres? ¿No querías tener hijos, mamá? —pregunté y las lágrimas se atoraron en mi garganta.

—No es eso, sí te quiero... pero esta no es la vida que yo quería cuando era joven.

—Lo siento... —digo suspirando.

—No es tu culpa... Perdóname por no ser una mejor madre para ti.

—Yo te quiero —digo y ella me abraza, me besa en la frente.

—También yo.

—¿Te vas a ir? —pregunto y ella no responde.

—No... —dice después.

Entonces me dice que vaya a tomar un baño y a arreglar mis juguetes. No sé qué es lo que debo arreglar pues todo está en orden pero para no discutir hago lo que me dice. Me voy a mi habitación y me baño, me visto y luego... leo un libro.

18:00 PM

Una idea me cruza por la cabeza, quiero decirle a mamá que vayamos juntas a otro país donde ella pueda trabajar de lo que le gusta. Yo prometeré portarme bien y hacer lo que me dice. Ya no quiero que mi papá la maltrate.

Hay un silencio enorme, mi casa es así, fría, aburrida y silenciosa. Pero el silencio que siento ahora es mayor, es tan intenso que duele. Siento un escalofrío.

Dejo el libro y salgo de mi habitación. No hay nadie cerca, busco a mi madre para contarle mi idea. Miro en su habitación pero no está. La busco en la biblioteca, en la sala y en el comedor. Le pregunto a la cocinera pero nadie la vio. Supongo que sigue en el patio así que voy a buscarla, pero no está.

La puerta del depósito que está al lado del garaje está abierta, la luz está encendida así que asumo que está allí. ¿Pero qué hace ahí? En ese sitio solo hay herramientas y cosas que usan los mecánicos y jardineros de la casa. Camino despacio, tengo miedo que no sea ella quien está allí. Quiero decirle que la quiero, que por favor no se vaya, que la necesito y que me portaré bien. Quiero decirle que ya no volveré a comer si eso le hace feliz y contarle mi idea de irnos juntas.

—¿Mami? ¿Estás ahí?

La puerta se mueve con el viento haciendo un sonido algo tenebroso. Entonces me acerco a la puerta y la veo. Me quedo helada, tiesa, en shock.

El cuerpo de mi madre cuelga de una de las vigas del techo. Una cuerda gruesa y mugrienta está enroscada a su cuello y sus manos están aferradas a ella como si intentara quitársela. La silla en la que se paró para colgarse está caída y sus hermosos ojos verdes están abiertos, enormes y tiesos. Su piel ya no es blanca y perfecta, es azulada y sus labios están morados, su boca está abierta y su cabeza ladeada. Se mueve ligeramente de un lado a otro como un péndulo triste.

—¡Mami! ¡Ahhhhh! —grito y me acerco corriendo. Alcanzo sus pies y su vestido blanco de algodón y lo estiro—. ¡Baja de allí! ¡Mamá por favor baja!

Me dejo caer en el suelo y lloro, ella ya no está, se ha ido para siempre.

—Yo te quiero... yo te quiero mucho... Podíamos irnos juntas y dejar a papá... Podías volver a trabajar y yo no te daría más problemas. Dejaría de comer para que ya no me retes... Y te has ido... me has dejado... Mami, ¿por qué? ¡Mami, vuelve!

¡Hola por aquí! 

Ahora nos toca conocer qué es y qué fue de la vida de Carolina. Espero lo disfruten y espero que todo lo que está en mi cabeza quede plasmado de la mejor manera en las letras, para así lograr que sea de su agrado.

Gracias por la portada de esta y toda la serie a mi Carolina favorita en el mundo y amiga del alma: CMStrongville 

Gracias a todos los que están aquí dispuestos a recorrer este viaje conmigo.

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