6. Sentimientos Encontrados

                  

TAÍS

Creo que en cualquier momento voy a explotar, la intensidad de las emociones y sentimientos que tengo fluyendo en mi interior, me resulta por momentos insoportable. Todo ha sucedido demasiado rápido. En un instante me enteraba de la verdad de Nika, y al segundo estaba sosteniendo a mi papo mientras perdía la consciencia.

Paty, Lina y también Nika... o Carolina... no se han movido de mi lado, esta última solo me mira de lejos pues le he dejado muy en claro que no quiero que se me acerque. Me duele, me duele mucho saber que una persona a quien quiero tanto, es la que ha roto en miles de pedazos el corazón de mi tío. Cuando no me mira, la observo. Es hermosa, sus ojos naturales son de ese verde esmeralda que papo solía describir, me pregunto por qué los esconde tras esos lentes horribles. Su pelo es platinado ahora, pero me la imagino como me la pintó papo en mi imaginación, con sus cabellos dorados brillando al sol.

La sonrisa de Nika es perfecta, ella solía trasmitirme tanta luz, tanta paz... que no concibo aun la idea de que ella sea en realidad Carolina Altamirano. Es como si tuviera en mi mano derecha a una persona y en la izquierda a otra tan distinta, y tuviera que unirlas a ambas, convertirlas en una sola. Es imposible... no lo consigo. La imagen de la egoísta jovencita que acabó con mi tío sin importarle sus lágrimas ni su dolor, sin recordar lo que fueron, lo que vivieron, lo que él hizo por ella... no concuerda con la imagen de la mujer que me ha escuchado, que me ha apoyado... que me ha preparado un salón de bailes para que yo no desistiera de mis sueños.

El día del accidente, apenas me calmé un poco llamé a Rodrigo, él vino enseguida  y ha estado conmigo al igual que Paty. Ahora se turnan para cuidarme. Mi papo tuvo un accidente cerebro vascular, el doctor me dijo que no se sabe el motivo pero que deberá cuidarse mucho y necesitará tener una recuperación muy lenta. Me asusta la idea de hacerlo yo sola, aunque Lina me asegura que ellas están conmigo.

Lina ha tomado el mando de persona adulta, por así decirlo. Quizás en otras circunstancias, hubiera sido Nika la que tomara ese sitio, pero yo no la dejo avanzar y ella parece retraerse, así que a Lina le ha tocado en cierta forma, madurar.

Cuando entro a ver a papo, me alegro al verlo despierto. Había despertado hacía un par de horas y lo estaban monitorizando. Antes de entrar el doctor me informó que no tenía problemas con el habla pero que le costaba un poco mover sus extremidades del lado izquierdo. Dijo que aparentemente eso es todo lo que tiene, y que con rehabilitación y tratamiento podrá recuperar incluso por completo su movilidad. Añadió que eso era gracias a que lo trajimos a tiempo.

También me explicó que se quedaría varios días internado, un par de días más en terapia intensiva y si todo iba bien lo pasarían a la sala normal. Allí seguirían haciéndole estudios y empezaría su rehabilitación. Me preguntaron por algún adulto responsable y por la persona que se haría cargo de los costos médicos. Yo llamé a Lina para pedirle que firmara los documentos pero finalmente fue Nika quien lo hizo, además es ella la única capaz de afrontar esos costos.

Me siento culpable por no hablarle sabiendo que lo está haciendo, pero al final termino pensando que es lo mínimo que puede hacer por él. Lina dice que me estoy pasando, pero no puedo evitarlo... no quiero fingir algo que no me sale.

Paty también me dice que estoy siendo muy dura con Nika, ella me pide que recuerde cuanto me ha ayudado y cuanto cariño me ha demostrado incluso sin saber quién era. Pero finalmente nadie entiende como me siento yo, así que ya no les discuto.

Cuando entro, Papo me mira y sonríe. Su sonrisa se ve extraña ya que su rostro también muestra una pequeña parálisis del lado izquierdo.

—¿Estas bien? —pregunto sentándome a su lado y le tomo de la mano.

—Estoy vivo —sonríe—. El doctor dice que tuve suerte.

—Me asustaste mucho —agrego y una lágrima se escapa rebelde. No quería llorar frente a él pero no logro contenerme.

—Lo siento, pequeña. —Se disculpa intentando alcanzar mi rostro con su brazo derecho. El izquierdo yace quieto sobre una almohada a su costado.

—No fue tu culpa... —añado—. Te vas a quedar unos cuantos días por aquí.

—¿Avisaste a Ximena? ¿Y a mamá? ¿Quién se está quedando con ella? —pregunta él siempre pensando en los demás.

—Tía Xime está con ella, no le quiso decir nada para no alterarla. Le dijo que tuviste que viajar por negocios. Dice que no te preocupes y que apenas la abuela se ponga bien, ella vendrá a verte.

—¿Lo estás manejando todo sola? Tengo dinero en la cuenta, esto saldrá costoso...

—No te preocupes... lo está pagando... Nika —interrumpo sin querer decirle nada más.

—Nika... —repite—. Una de tus amigas... —Cierra los ojos y frunce el ceño como haciendo fuerza para pensar, me pregunto si acaso él la reconoció pero me doy cuenta que sí por su silencio y su expresión.

—Es Nika... —respondo entendiendo sus gestos.

—No lo puedo creer —dice susurrando y suspirando, aun no abre los ojos—. Todo este tiempo...

—Lo sé —interrumpo—. Me enteré segundos antes de bajar, no quería que la vieras... por eso corrí a buscarte para impedir que llegaras.

—Y gracias a eso me encontraste a tiempo y pudieron llamar a la ambulancia, sino quizás no estaría aquí ahora —agrega.

—Tienes una hermosa forma de encontrarle el lado positivo a las cosas, papo —comento—. No lo había visto de esa forma.

—Entonces... ella es una estilista reconocida que estudió en Europa... es una mujer brillante, luminosa... que te ha ayudado y se ha preocupado muchísimo por ti —dice papo con su sonrisa de lado y por fin mirándome.

—Pero... ella es... —niego con la cabeza, él parece haber olvidado todo el dolor que le ha causado—. Prácticamente no le hablo desde ese momento —admito.

—Taís... —dice como si quisiera añadir algo pero finalmente no lo hace.

—No puedo, aun no puedo entenderlo... me cuesta aceptar que ella es la chica de la historia que me leías cada día. Tú... ¿quieres verla? ¿Quieres que pase mañana ella?

—No lo sé, peque... no lo sé.

—Permiso... ya es la hora —dice una enfermera que se cuela en la habitación rompiendo aquella paz que al fin estaba sintiendo al poder al menos conversar con él—. El señor debe descansar —agrega.

—Te veo mañana en el horario de visitas, cuídate —se despide animándome a salir, quiere que sepa que está bien.

—Papo, te quiero... no me dejes —digo abrazándolo como puedo, él mueve su brazo derecho y lo lleva a mi espalda.

—Ya, chiquita... estoy bien... no te voy a dejar —agrega.

Me dirijo a la puerta como para irme pero entonces me vuelvo a mirarlo.

—Dile que... no te deje sola —agrega y yo niego en mi interior... no voy a decírselo, pero asiento.

Salgo de allí y Lina me envuelve en un abrazo. Nika no está por ningún lado, creo que ha ido a su casa a descansar y cambiarse.

—¿Cómo está? —pregunta.

—Bien, pudimos hablar... está lúcido. Recuerda todo... —agrego.

—¿También a Nika? —pregunta mirándome expectante.

—Sí... la recuerda. La vio antes de desvanecerse y la reconoció.

—Ohh... ¿y cómo reaccionó? —Quiere saber mi maestra.

—Bien... creo que mejor de lo que esperaba. Me dijo que le dijera que me cuidara... pero yo no necesito que ella me cuide.

—Taís, no seas así de dura con ella. Está sufriendo mucho y es una persona que ya ha sufrido demasiado a lo largo de toda su vida.

—¿Y? Para que sepas, no es la única que ha sufrido. Mi tío ha sufrido por su causa, ha hipotecado su vida, su juventud, sus sueños, solo porque nunca pudo superar el daño que ella le causó. —Me defendí y defendí a papo. Lina negó con la cabeza y me habló con tranquilidad.

—Mira, todos en esta vida cometemos errores. Ellos cometieron los suyos y tú no eres nadie para juzgar a nadie. Ella ha pasado por cosas que no tienes ni idea. Sí, se equivocó, pero te aseguro que ha pagado cada error cometido. Además no puedes culpar a nadie por las decisiones de tu tío. Finalmente fue él quien decidió como dices tú «hipotecar su vida y su juventud».

—Tú no lo entiendes —Me quejo enfadada, odio que no me entiendan.

—Lo que entiendo es que estás actuando de forma impulsiva e inmadura. Dale su espacio a Nika, déjale que te cuente su vida, que te explique sus motivos... entonces podrás ver la historia desde ambos puntos de vista.

—¿Estás diciendo que ella tiene razón o justificación y que mi tío no? —pregunto alterada, si Lina se pone de su lado, automáticamente sale del mío—. ¿Te estás poniendo de su lado?

—Cálmate, Taís —habla con severidad ahora—. No estoy del lado de nadie, la quiero y te quiero. No digo que tu tío no tenga razón o justificación, solo te digo que ambas vivencias son válidas; la realidad de tu tío, pero también la de Nika—. Dicho eso se levanta y se va dejándome sola con mis pensamientos.

Esa misma noche, un poco después Nika vuelve y va con Lina a cenar al restaurante de la esquina mientras Rodrigo y yo nos quedamos en la sala de espera. Él me trae algo para comer que me envió su madre, así que buscamos un sitio para que pueda comer tranquila.

Rodri solo me escucha, le cuento lo de papo y la conversación con Lina. Él no dice nada hasta que le pregunto y entonces para mi sorpresa, me dice que cree que Lina tiene razón, que yo debería escuchar a Nika y ver qué es lo que tiene para decir. Quiero gritarle por no entenderme, por no estar de mi lado pero termino por pedirle que lo dejemos allí, que mejor no continuemos hablando de eso porque no tengo ganas de discutir también con él.

En la madrugada de esa noche, como todas las demás, nos quedamos dormidas como podemos en esas sillas incómodas de la sala de espera. La noche está fría y siento los pies congelados. Yo tengo los ojos cerrados pero no duermo. Entonces la siento acercarse, ella me cubre con una manta que aparentemente trajo de su casa más temprano. Piensa que duermo y al sentirla arroparme tengo ganas de abrazarla. Me odio a mí misma por eso, pero Nika siempre me hizo sentir de una forma distinta.

Con Lina siempre tengo una amistad más de iguales... con Nika... es algo más maternal, la veía como a la madre que nunca tuve y ahora estaba extrañando eso.

—Me pidió que te dijera que me cuidaras —digo antes de pensarlo. Ella se sobresalta al oírme y yo abro los ojos. Está mirándome fijo, analizando lo que le acabo de decir.

—¿Él?... ¿Me...

—Sí, te reconoció... aunque no sabía quién eras... le dije que eras Nika. —Ella suspira, sus ojos se vuelven agua y se sienta a mi lado.

—Taís... yo... solo quiero que sepas que te quiero como a nadie en mi vida, que eres muy especial... Siento haberte fallado también a ti. —Su voz se rompe al final de la frase y yo en ese momento solo veo a la Nika que yo conozco, olvidando a la odiosa Carolina. La tomo de la mano.

—Yo también te quiero... solo que...

—Lo sé... —interrumpe.

—No, no lo sabes... Él escribió un libro, un libro para olvidarte, para soltar tu recuerdo y el dolor que le causaste. Una especie de terapia... me leía un capítulo cada día... —suspiro recordando esos momentos—. Yo odiaba a la chica que lo dañó tanto... quise buscarla para decirle todo a la cara... Y el día de mi cumpleaños me leyó el último capítulo. Él quería superarte... me dio ese libro que te regaló en el aniversario como señal de que dejaba ir lo último que le quedaba de ti... Y entonces apareces de nuevo... —suspiro cansinamente.

—¿Quieres que me vaya, Taís? ¿Crees que estarán mejor sin mí? Si es así dime... lo haré, me iré y te dejaré tranquila, a ti y a él. Yo no quiero dañarlo más, no quiero dañarte a ti. Yo solo quiero que seas feliz... que él sea feliz. Solo dímelo y me iré —dice con la voz rota, nunca la había escuchado hablar con tanto dolor. Aun así no respondo.

Ella ante mi silencio se levanta y camina hasta el asiento donde hace un segundo estaba descansando. Toma su cartera y sus cosas dispuesta a salir de allí y se encamina cabizbaja hacia la salida.

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