26. Temor
Taís me invita a salir y yo me siento confundida y ansiosa, no es que no lo hayamos hecho antes, es solo que tengo miedo de que sea por lo sucedido entre Rafa y yo el fin de semana. Me miro al espejo y sacudo la cabeza en negativa riéndome de mí misma, ¿cómo es posible que tema a la reacción o el enfado de una jovencita?
Es martes y ayer ha sido un día tranquilo, no he hablado con Rafa porque no sé cómo actuar con él cerca. Esta tarde le toca su rehabilitación y debo llevarle justo después de almorzar con Taís. Me preparo y voy a buscarla.
Nos saludamos normalmente y luego decidimos a qué sitio ir a comer. Una vez allí tomamos asiento y hacemos nuestros pedidos. La miro entonces para que inicie la conversación y ella sin mucha pausa me cuenta sobre Rodrigo llegando a su casa el domingo con flores y chocolates, sonrío al ver el brillo de sus ojos, sé que Taís está enamorada de ese chico pero también se siente desilusionada.
—¿Entonces? —pregunto y ella se encoge de hombros.
—No lo sé... tengo miedo de que si volvemos ya las cosas no sean como antes —suspira y yo asiento.
—Pueden ser mejor que antes, Taís. Si lo amas, ¿por qué no te juegas?
—¿Y si no funciona? —cuestiona temerosa.
—Al menos lo habrás intentado y no te quedarás con el «cómo hubiera sido si». Además a ti también te tocará equivocarte alguna vez y esperarás que quien amas te perdone...
—Eso es cierto... solo... no quiero sufrir —suspira y se echa para atrás en el asiento, yo sonrío al verla tan contrariada.
—Una persona muy importante en mi vida me dijo una vez que intentar amar sin sufrir era como tratar de nadar sin mojarse la ropa. Es imposible, Taís... pero puedo decirte que vale la pena si encuentras a la persona indicada.
—¿Y cómo sé si es el indicado? —cuestiona frunciendo las cejas pensativa.
—¿Y cómo sabes que no lo es? A veces hay que tomar riesgos, sino no avanzamos.
—Entonces me dices que vuelva con él —añade mirándome a los ojos, yo sonrío.
—Te digo que elijas lo que crees correcto, no puedo decidir por ti. Si sientes en tu corazón que esa es una buena opción, si tienes ganas de estar con él, si crees que lo amas... pues esa es la respuesta.
—El famoso: sigue a tu corazón —bromea y yo río.
—Por algo es famoso —digo encogiéndome de hombros.
Empezamos a comer tranquilas mientras hablamos del color de sus uñas y de una ropa que quiere que la acompañe a comprar. Me siento bien a su lado y la extrañaré muchísimo cuando deba volver a Alemania, creo que tengo que decirles a ella y a Rafa sobre ese viaje... la boda y todo aquello...
—Entonces, ¿qué es lo que pasó con papo este fin de semana? —Larga de repente, saltando de un tema al otro como si lo hubiera estado esperando hace rato. La miro confundida y ella se echa a reír. Supongo que mi reacción fue justo lo que estaba esperando.
—Hemos hablado de todo —respondo sonriendo ante su expresión divertida.
—Me dijo que han dejado atrás el pasado —sonríe y yo asiento, me gustaría saber qué más le dijo—. ¿Entonces? —pregunta y puedo notar su expresión de ansiedad.
—No lo sé... no sé qué viene ahora —respondo negando contrariada, la verdad me gustaría tener esa respuesta.
—Ay, Caro... no sé si deba decirte esto, ni siquiera sé si lo sabes o no... pero... —Hace silencio juega nerviosa con el tenedor en su plato—. Tú sabes... Lina y él se han hecho muy amigos en todo este tiempo... además, ya venían hablando bastante antes de conocerse en persona y se ha creado algo...
—¿Algo? —Mi corazón empieza a latir con fuerza y siento que las palmas de las manos me están comenzando a sudar, menos mal que estoy sentada porque si no las piernas me fallarían estoy segura. Lina no me ha hablado de que tuviera «algo» con Rafael en ningún momento y yo no lo he notado tampoco...
—No, no es que tengan algo... espera —interrumpe Taís probablemente al notar mi reacción—. Lo que digo es que tienen una amistad algo especial y yo pienso que Lina está entusiasmada... siento que a ella le gusta mi tío —dice achinando los ojos como si eso le diera alguna clase de pena.
—¿Ella te ha dicho algo? —pregunto y ella niega.
—No directamente, pero... se nota... ¿No te ha dicho nada? —cuestiona y yo niego.
—Supongo que no le será fácil decírmelo a mí —suspiro.
—Supongo... —asiente Taís y se encoge de hombros. Luego de aquello cambiamos de tema de nuevo pero me cuesta concentrarme.
La llevo a donde debía ir y voy por Rafa para llevarlo a su rehabilitación. Lo llamo cuando estoy por llegar y él me espera afuera. Se ve guapo con su jean azul, esa camisa bordó y su cabello alborotado. Se sube al auto sonriendo y se acerca para darme un beso en la mejilla. Yo giro a verlo entonces el beso cae en mis labios, me sonrojo. Quiero volver a besarlo y enredar mis dedos en su cabello pero trato de detenerme. Es difícil de explicar cómo me siento, sé que el tiempo ha pasado, que somos distintos, que no tenemos nada... pero sin embargo cuando estoy a su lado es como si simplemente fuéramos los mismos de antes, los de siempre... como si el tiempo no hubiera transcurrido.
Hablamos de nuestro día, del clima y de cualquier cosa que vemos de camino a la clínica. Tengo unas enormes ganas de preguntarle sobre Lina y saber qué sucede en realidad entre ellos, o al menos qué siente él respecto a ella... pero me callo y espero.
Salimos de la clínica y me invita a tomar un café. Elegimos el sitio y nos buscamos un lugar tranquilo, hacemos nuestros pedidos y sonreímos como dos tontos adolescentes y enamorados. De hecho hay una parejita igual justo a unas mesas de nosotros, solo que tienen diez años menos.
—Nuestra primera cita fue en un sitio así, ¿lo recuerdas? —pregunta mientras parece leer mi mente.
—Lo recuerdo, luego de la biblioteca —sonrío, aquello quedaba ahora tan lejano que parecía haber quedado en otra vida.
—Finalmente no has escrito el libro que soñabas —murmura mientras toma mi mano en la suya, yo sonrío.
—No he escrito el libro que soñaba, pero he escrito el que necesitaba —sonrío.
—¿En serio? ¿Has escrito un libro? —pregunta y yo asiento.
—Aún no está publicado, lo estoy revisando, he agregado algunas cosas y quizás en unos meses lo tenga ya listo. Pensaba hacer el lanzamiento aquí, a pesar de que estoy trabajando con una editorial extranjera.
—¡Eso es genial! —exclama muy contento—. ¿Y de qué trata?
—De mí —respondo encogiéndome de hombros—. Pensé que mi vida podría servir de ayuda a chicas que estuvieran tan perdidas como lo estuve yo... en realidad no sé si interese o no, yo simplemente necesitaba escribir todo aquello.
—Me alegro entonces que lo estés consiguiendo. ¡Quiero una copia y lo quiero autografiado! —exclama entusiasmado.
—Creo que tendrás más que eso —replico y frunce el ceño confundido—. Recuerdo un chico que quería que le dedicara mi primer libro —agrego y enarca las cejas ahora sorprendido.
—¡No! —exclama con sorpresa.
—Sí —respondo divertida.
—¡Eso es genial! Me siento importante —sonríe.
—¡Eres importante! —agrego y nos quedamos en silencio.
—Entonces, ¿qué pasó con la idea original? —pregunta sonriendo mientras su dedo pulgar traza círculos suaves en mi mano—. ¿La de la chica enamorándose de su ángel de la guarda? —Me siento halagada porque recuerda aquello, sonrío.
—Se la vendí a dos escritoras locas con ganas de escribir una historia juntas —respondo y él ladea la cabeza mirándome con confusión.
—¿En serio?
—No —sonrío divertida—. Quien sabe, quizás un día la escriba... o quizás no... no lo sé —respondo y volvemos al silencio.
El mozo trae nuestras órdenes y cuando se retira tomo coraje para hacerle la pregunta que tengo atragantada.
—¿Qué sucede con Lina, Rafael? —Él levanta la vista de su café al cual estaba echándole azúcar y me mira a los ojos, puedo ver que no esperaba esa pregunta. Por un segundo me siento mal por habérsela hecho, después de todo no tengo derechos—. Perdóname... no qui...
—No me pidas más perdón —sonríe y relaja sus facciones—. Mira... no voy a mentirte, Carolina. Ella me agrada y estábamos en una especie de «algo» mucho antes de que yo supiera que tú eras tú.
—¿Qué clase de «algo»? —pregunto contrariada. Se supone que ella y yo somos amigas y nunca me dijo nada, además fue ella quien me instó a hablar con él cuando lo del accidente.
—No es un «algo» tangible... lo que quiero decir es que no sucede nada físico... Habíamos hablado mucho por mensajes y no podíamos vernos nunca. Finalmente habíamos decidido encontrarnos luego del cumpleaños de Taís, pero entonces sucedió todo y decidimos tomar distancia... porque estabas tú... y nuestro pasado.
—Ajá —digo esperando que continúe.
—No sucede nada, solo somos amigos... pero estar con ella me resulta cómodo y... seguro... —Siento el dolor clavando mi pecho con esa palabra: «seguro».
—Lo entiendo... —murmuro pero entonces él me interrumpe.
—No, no lo entiendes... No estoy jugando contigo, Carolina... No esperaba que sucediera nada entre nosotros, al menos no de la forma en que sucedió el fin de semana. Todo simplemente se dio y cuando estamos juntos pierdo la noción del tiempo, me veo a mi mismo como aquel chico enamorado, olvido todo y solo quiero más... quiero más de ti, de nosotros...
—¿Entonces? —pregunto atemorizada.
—Entonces no sé si eso sea lo correcto. No quiero hacerte daño, no quiero que nos hagamos más daño; pero tengo miedo... uno no simplemente aparece después de tantos años y retoma la relación allí donde la dejó... yo no soy el chico divertido, inmaduro y enamorado de diecinueve años del cual tú te enamoraste, tú no eres esa chica a la que yo amé... y aunque aún seamos los mismos en esencia, aunque nuestras pieles reaccionen igual, aunque no pueda mantener mis manos alejadas de ti... no sé si vaya a funcionar, en unas semanas o en unos meses cuando vayamos descubriendo quienes somos hoy... ¿Y si no funciona? Terminaremos por hacernos más daño, alejarnos de nuevo, pasar por todo eso otra vez... y... y, Carolina... no sé si quiero pasar de nuevo por todo eso...
—Lo entiendo, sin embargo Lina es alguien nuevo, una nueva experiencia sin las mochilas pesadas del pasado —replico un poco dolida. Sé que tiene razón pero me cuesta demasiado aceptarlo.
—Antes de encontrarnos decidí cerrar mi historia contigo —continúa ignorando mi comentario—. Decidí soltarte, soltar mi recuerdo, soltar el dolor... quizá por eso se me hizo más fácil perdonarte, porque ya había hecho ese proceso durante todo ese periodo. Escribía los capítulos y se los iba leyendo a Taís, era mi forma de sacarlo fuera, de liberarme del dolor. Entonces el día que escribí el último capítulo, recibí un mensaje de Lina diciéndome para encontrarnos, invitándome a salir. Le dije que esa semana estaba ocupado pero que lo haríamos luego del cumpleaños de Taís, cuando eso quedaba solo unos días para ello y yo pensaba leerle a Taís el final de mi historia en su cumpleaños y regalarle a mi sobrina ese gesto, pues ella me había pedido que luego de que termináramos con eso, le prometiera que volvería a intentar ser feliz.
»Tenía esa ilusión, podía ser Lina o cualquiera... yo simplemente quería estar con alguien sin recordarte, sin compararla contigo. Estuve con mujeres mientras estuvimos separados, pero no dejé que funcionara pues yo mismo saboteaba mis relaciones con tu recuerdo, comparándolas contigo... Y me prometí a mí mismo que no volvería a suceder aquello, que le daría a la otra persona la posibilidad de simplemente ser... y ver a donde eso nos llevaba.
—Okey —asiento incómoda. No sé a dónde vamos a llegar con esta conversación—. Lo que quieres decirme es que quieres intentarlo con ella porque intentarlo conmigo te da miedo, temes que pueda volver a dañarte como lo hice una vez... —Él niega sonriendo.
—Lo que quiero decirte es que estoy confundido, no porque esté Lina de por medio, sino porque no sé qué es lo que debo hacer ahora. No puedo mantenerme alejado de ti pero aún no me siento listo para pedirte que seamos algo serio, no sé si eso vaya a funcionar y me da mucho miedo... No es que pienso que tú puedas dañarme de nuevo, solo no quiero que nos hagamos daño, ni yo a ti ni tu a mí... no ahora que nos encontramos de nuevo. Quiero hacer las cosas bien, Caro... No es lo mismo arrancar con alguien desde cero que retomar algo tan grande como lo que tuvimos, no quiero equivocarme... —suspira.
—Entiendo... Yo... no sé qué decir... No soy quién para venir a decirte lo que debes o no debes hacer... también estoy confundida. Yo... tenía una vida en Alemania, una que pensaba retomar cuando arreglara mis cosas contigo... solo que tampoco esperaba que sucediera lo que sucedió el fin de semana, pensé que sería conseguir tu perdón y regresar...
—¿Y el negocio? —pregunta contrariado—. Pensé que te habías mudado a vivir acá.
—Cuando decidí volver tenía muy en claro que era temporal, tomar el valor para buscarte y decirte lo que sentía. El negocio se queda aquí, y tanto Erika como yo estaríamos yendo y viniendo, tenemos una persona de confianza encargándose... gracias a la cual puedo tomarme estas libertades de salir a cualquier hora —digo y él asiente.
—Entonces, ¿piensas regresar a Alemania? —Puedo notar tristeza en su mirada.
—Debo volver en unas semanas... pensaba ir a solucionar unos temas por allá... y regresar... —Lo miro para darle a entender el verdadero significado de esa última frase... iba a regresar solo por él.
—Creo que ambos tenemos decisiones que tomar, ¿no es así? —cuestiona contrariado—. No quiero ser el que te ate a un sitio donde no quieres estar... no quiero que regreses por mí y luego no funcione... —susurra y entiendo que no puede darme la seguridad que yo anhelo... Esperaba quizás encontrar al chico arriesgado que me diría que me quedara a su lado y que todo saldría bien, pero noto que no queda mucho de ese Rafael en el cuerpo del actual, uno mucho más comedido y menos arriesgado... Supongo que los años nos convierten en eso a todos, en seres miedosos ante los riesgos y los cambios.
La conversación queda inconclusa y un silencio pesado se apodera de ambos. Rafael paga la cuenta y lo llevo a casa. Nos despedimos con un frío e impersonal: «hasta mañana». Toda la realidad simplemente está cayendo sobre nosotros, el tiempo, el abandono, los errores están cobrándose factura.
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