10. Nuestra relación

Cuando llega Taís y me encuentra allí sus ojos se agrandan en sorpresa. Mira a Rafa que sigue durmiendo y vuelve a mirarme a mí. Luego de unos segundos deja su bolsa en uno de los estantes de la pared y vuelve a observarme esta vez de forma inquisitiva. No sé si hablarle, no sé qué decirle.

—Él me pidió que entrase... —murmuro para no despertarlo.

—Ya veo —responde ella sin mucho entusiasmo. Se acerca y lo mira, lo ve con mucho cariño, sus ojos se suavizan cuando lo observa. Toma su mano izquierda en la suya, esa es la mano que tiene dificultades para manejar.

—Taís... —saluda él abriendo los ojos y viéndola.

—Papo, ¿estás bien? ¿Cómo te has sentido hoy?

—Bien, cariño —sonríe—. Ya te dije que estoy bien, ¿has ido a tu fisioterapia? —pregunta y ella niega con la cabeza—. Taís, te dije que debías ir, si no vas no recuperarás ese pie y quiero volver a verte bailar.

—Es que si voy se me hace tarde para venir y yo quiero verte —añade y me enternezco ante la bella relación que tienen, puedo entender por qué Taís no quiere verme. Sin embargo Rafael se voltea con cuidado a mirar hacia mi sitio.

—Caro, ¿puedes hacer que esta niña vaya a sus fisioterapias? —pregunta y Taís enarca las cejas confundida, pronto su reacción se vuelve de enfado y antes de que yo pueda contestar reacciona.

—¡No necesito niñera! ¡Y menos ella! ¿No confías en mí? —exclama y Rafa la observa, su reacción no es de enfado, ni de sorpresa... solo la observa y luego mueve dificultosamente su pulgar sobre su mano. Ella se suaviza ante ese gesto que sabe le cuesta bastante.

—Confío en ti, pero llevas tres días diciéndome que no vas porque quieres venir más temprano. Debes ir, Taís. Y se lo pido a ella porque es la mujer que te ha ayudado todo este tiempo, es en quien has confiado, es la misma que te ha aconsejado y que te ha regalado un salón de bailes para que puedas seguir con tus sueños... —dice y yo siento de nuevo que las lágrimas pican en mis ojos, sigue siendo el mismo Rafa, el del corazón enorme del cual me enamoré perdidamente.

—También es la mujer que te rompió el corazón —zanja Taís de forma seca y sin expresiones. Rafa suspira.

—¿Recuerdas el cuento que te contaba de pequeña? ¿El de la Oruga Uga? —Taís asiente y Rafa continúa—. Recuerdas entonces que la hormiga Iga, le había avisado a su mejor amiga Uga que se convertiría en una bonita mariposa si tejía para sí misma una bolsita y se metía en ella —sonríe echando su cabeza en la almohada. Taís se sienta a su lado y continúa.

—Y Uga no quería porque decía que si se convertía en mariposa iba a volar y ya no serían amigas, pues una estaría por los aires y otra en la tierra... ¿Pero eso qué tiene que ver? —pregunta Taís.

—Y entonces, Iga le insistió tanto que terminó ayudándole a Uga a construir la bolsita con materiales que ella misma fue recolectando. ¿Lo recuerdas? ¿Qué pasó después? —pregunta con su sonrisa torcida y Taís bufa inquieta.

—No soy una niña, ¿lo recuerdas? —replica.

—¿Qué pasó después? —La ignora Rafa. Taís responde hastiada.

—A Uga le costó mucho despedirse de Iga, y cuando finalmente se metió en la bolsita no quiso salir más, pues no quería romperla, ya que las partes hechas con los materiales que le trajo Iga, le recordaban a su amiga con quien ya no podría hablar una vez que fuera mariposa. Entonces un día Iga se preocupó porque ella nunca salía de la bolsita y fue a preguntarle por qué no salía, Iga estaba ansiosa por ver a Uga convertida en mariposa —completó Taís con velocidad.

—Y entonces, ante la mirada atónita de Iga, que convenció de nuevo a su amiga para que saliera, Uga rompió la bolsita y se convirtió en la más bonita mariposa.

—Sí, y después Iga subió sobre Uga y juntas volaron por todo el prado. Recuerdo que la moraleja era sobre no tener miedo a los cambios y sobre que los amigos de verdad estarán ahí pase lo que pase. Así que aún no sé qué tiene que ver —replicó aún más hastiada Taís.

—Que a veces, es necesario romper algunas cosas para poder conseguir otras mejores. Uga rompió la bolsita que la protegía para convertirse en mariposa... —A estas alturas ya estaba llorando, Rafael me miró entonces... Su corazón era la bolsita que me protegía, siempre fue así.

—¿Me estás queriendo decir que tu corazón era esa bolsita? —Taís verbalizó mis pensamientos.

—Si tenía que romperse para que ella se convirtiera en la mujer que es hoy, creo que ha valido la pena, Taís. Dijiste que ella brillaba, que iluminaba cualquier sitio donde estaba... dijiste que te hubiera gustado tener una madre como ella. —Entonces lloro aún más al conocer los pensamientos de Taís y sentirme tan mal por tenerla ahora tan lejos. Me duele la bondad de Rafa, esperaba que me odiara, que me gritara... ¿Cómo alguien podía ser así? Taís no responde y yo ya no puedo contener el sollozo. Entonces ella se acerca a mí y me da un abrazo. Lloramos juntas ante los ojos de Rafa que está notoriamente emocionado.

Me quedo un rato más con ellos y luego vuelvo a casa. Antes de salir, Rafa me dice que me espera al día siguiente y yo simplemente sonrío. Taís me pide que la acompañe a la fisioterapia al día siguiente y yo asiento sintiéndome tan feliz como hacía mucho tiempo no me sentía.

Esa noche luego de cenar y tomar un baño relajante, me acuesto para continuar con mi lectura. Una idea se está forjando en mi interior pero antes de llevarla a cabo debo terminar de releer el libro para corregir o cambiar cualquier cosa que no me gustara.

Nuestra amistad fue creciendo de forma natural. Me daba miedo dejarlo entrar tanto en mi mundo, y por eso tomaba distancias por momentos; pero tampoco quería alejarlo... Rafael luchaba por ganarse un espacio en mi vida y yo quería dárselo, necesitaba hacerlo... Necesitaba creer que alguien podía verme con ojos distintos a los que me veían todos.

Rafael creyó en mí desde el principio, y eso marcó la diferencia, eso hizo que yo también creyera en él. Le mentí, lo hice... mucho y lo acepto, pero no fue por falta de confianza, yo confiaba en él ciegamente... pero en mi vida había cosas que yo creía que nadie entendería, que nadie aceptaría pues hasta a mí me costaba hacerlo y yo no quería perderlo. Decirle ciertas verdades podían alejarlo para siempre. Y además, cuando vives en la mentira ya no sabes cómo salir de ella.

En una fiesta lo vi coqueteando con Laura, de hecho se estaban besando. Yo ya estaba un poco mareada por el alcohol y la droga que Gael y sus amigos me habían facilitado, así que fui a molestarlo un poco. El caso es que no sé cómo terminó esa noche, solo sé que amanecí en su cama.

Cuando desperté y me encontré allí me sentí una completa basura. Había arruinado todo con el chico que realmente me importaba. Siempre que nos drogábamos amanecía en cama de alguien, eso no era nuevo... pero... Rafael me gustaba de verdad. Él me dijo que nada sucedió, parecía molesto porque yo me había drogado y yo no lo entendía, ¿qué había de malo en eso? Era solo diversión, pasar el rato con los amigos.

Las drogas me ayudaban a no pensar en mis problemas, me ayudaban a disfrutar todo al máximo. No lo hacía a menudo solo en algunas fiestas, pero no le veía nada malo. Gael y sus amigos siempre lo habían hecho.

Rafael quiso echarme sermones como si fuera mi padre, y no lo dejé hablar demasiado... Sin embargo me llenó de cuidados, me preparó comida y me prestó ropa femenina, que no supe por qué tenía en la casa. Salimos a caminar para que me distrajera un poco mientras hacía tiempo para encontrarme con mis primos... y no me sentía demasiado bien, lo de siempre luego de una noche agitada. Aun así él logró que se me pasara el malestar con solo su presencia... Una vez más él hacía algo por mí que nunca nadie había hecho, cuidarme de esa forma... con cariño y preocupación.

Con mis primos nos cuidábamos entre sí, pero no de esta manera... nos cuidábamos las espaldas más bien, para que nuestros padres no descubrieran nuestras mentiras. Pero eso de traerme de la fiesta porque me vio mal, darme su cama para que durmiera cómoda, preocuparse por mi ropa y mi comida... eso era nuevo para mí.

Pensaba que todo iba de maravillas y que podíamos tener una buena amistad, pero entonces Gael lo vio cuando me dejó junto a ellos. Y me dijo que no me convenía estar demasiado cerca de Rafael. No me dijo por qué pero me dijo que él solo se preocupaba por mí y que mejor me alejara. Yo le conté como me cuidó y él solo dijo que si abría la boca y decía algo de la droga, estaríamos muertos.

Me volví a desaparecer por unos días, Rafael inundaba mis pensamientos pero Gael se encargaba de decirme cosas que me hacían pensar que en realidad él no se podría nunca enamorar de mí. Gael me conocía, sabía muy bien quién era... si él lo decía, era probable que tuviera razón, después de todo él era el único que se preocupaba por mí.

Cuando volví a la Universidad lo noté distante, y tampoco me acerqué. Quizás él había decidido apartarse después de lo sucedido... pero entonces, esas chicas me escucharon vomitando en el baño. No pude detener el impulso porque había comido demasiado en la merienda, si no lo hacía no podría ingresar a la siguiente clase, porque mi cabeza no se callaba y no dejaba de decirme lo gorda y asquerosa que estaba.

Entonces apareció en el baño cuando ya me estaba cepillando los dientes —cosa que cuando estaba en la escuela debía hacer para que nadie sospechara—, y me preguntó si había terminado de vomitar, si había terminad de «expulsar» todo.

Lo dijo con tono seco, lucía decepcionado y abatido... y yo, no pude con eso. Ni siquiera éramos verdaderos amigos aun y ya lo había desilusionado. Salí de allí avergonzada y dolida... sintiéndome la peor basura de este mundo. Y él me siguió, y me abrazó... y me consoló... y me dijo que me quería.

¿Me quería? ¿Cómo podía quererme luego de enterarse algo así? ¿Cómo podía seguir preocupándose por mí? Me dijo que no estaría sola nunca más... y por primera vez en mi vida visualicé una luz en la oscuridad... una salida a mi pesadilla de todos los días. Entonces me sacó de allí, fuimos al cine y sin decir nada más compró palomitas y refrescos. Me vio como una chica normal, incluso me abrazó cruzando su brazo por mi espalda... no le importó enterarse de mi asqueroso secreto, él seguía allí... y yo aún no lo podía creer. Yo no lo merecía.

Mi relación con Rafael fue complicada desde el inicio, me costaba ser estable porque yo en realidad no lo era. Un día estaba allí, enamorada y queriendo confiar; al otro día estaba confundida, asustada y necesitaba huir. Uno no puede dar lo que no tiene y yo no tenía estabilidad alguna. Pero aun así no quería perderlo. Él hizo cosas increíbles por mí, hasta se puso a trabajar para pagarme un tratamiento. Yo no quería volver a ir a terapia pero se lo debía... y aunque no se la puse fácil en realidad quise hacerlo, por él... por el sacrificio que él estaba haciendo por mí.

Pero cuando una está enferma, cuando una tiene un trastorno como el que yo tenía, no es fácil salir, y definitivamente no puedes hacerlo por nadie, porque no es real... Uno debe hacerlo por sí mismo, porque se ha dado cuenta de lo que está haciendo mal y realmente desea salir adelante. En ese entonces yo no era capaz de ver aquello, y mi única motivación para intentar salir de las garras de la diosa Mía, era Rafael... y no era suficiente. Caía una y otra vez, aunque no se lo decía.

Y no se lo decía porque en realidad lo intentaba, y a veces lo lograba. Pasaba días enteros sin purgarme solo pensando en él... pero había muchos otros días que no lo lograba. Entonces me mentía a mí misma y trataba de olvidar esas debilidades... pensando que no eran en realidad importantes. Los engañé a todos, incluida a mí misma.

Cada vez me sentía más cómoda a su lado, y quería que avancemos. Y entonces así fue, lo incentivé a besarme y funcionó... y pronto nos hicimos novios.

Era la primera vez que estaba de novia en una relación estable y normal. Y me sentía enamorada. Nuestro amor crecía día tras día y yo pensaba que todo iba a mejorar. Y aunque seguía con los vómitos ocasionales, habían menguado... Ya no me drogaba, pues la hermana de Rafa era drogadicta y ella traía incontables problemas a su familia, Rafa lo sufría mucho y yo no quería que él tuviera que sufrir eso también conmigo. Además ya no había oportunidad de hacerlo pues ya no asistía a fiestas, salvo que fuéramos juntos; nos pasábamos el día en el departamento que tenía Gael desalquilado jugando a ser grandes. Y eso era fantástico.

El problema era que Gael no lo toleraba, y cada vez que estábamos juntos me daba miles de razones para desconfiar de Rafa o hacer que me diera cuenta que no me convenía. Pero yo no lo escuchaba, pensaba que le tenía envidia por ser más grande y fuerte... Pero la espina que Gael sembraba en mí siempre era la misma y se repetía una y otra vez en mi cabeza: Rafael no se enamoraría de una chica como yo.

Es irónico que después de tantos años, se me cruzara la tonta idea de preguntarme si acaso él... si acaso él sentiría aun algo por mí. ¡Qué tonta! ¿Cómo podría luego del daño que le causé?

Aun así pensarlo cerca revive en mí todo lo que sentía años atrás, como si el tiempo no se hubiera atravesado en nuestros caminos. Como si ayer hubiera sido el sábado que pasamos en el prado y hoy fuera el domingo antes de que mi padre apareciera.

Debo controlar esto, debo controlar lo quesiento y lo que me pasa... ya no somos los mismos chicos adolescentes impulsivosenamorados, somos dos adultos que han vivido vidas distintas... que no se conocende nada. Solo conocemos lo que fuimos, no lo que somos... Hemos vivido una vidaseparados... Hemos vivido lejos trece veces más de lo que vivimos juntos.    

¡Sorpresa! 

Les traigo otro cap para festejar los 5k de lecturas y como regalo de cumpleaños para lessmolinahur espero lo hayas pasado genial. Y este cap trae el cuentito que te había dicho, luego lo hacemos en dibujos ;)

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