Capítulo 4: Los desmayos.
Paso a paso, un pie tras otro y con sigilo, así iba ganando terreno Naruto en ese baño. Podía ver la silueta de ese chico al otro lado de la cortina. Pensó que podría estar enjabonándose, pero al verle tan quieto, se dio cuenta que quizá sólo estaba bajo el agua, intentando calmarse o pensar en todo lo que estaba pasando.
La toalla estaba encima de la tapa del retrete, esperando allí perfectamente plegada a que Sasuke saliera. Él siempre había sido muy ordenado y perfeccionista, todo tenía que estar en su sitio y eso le hizo sonreír. Ellos eran muy diferentes y aún así, habían congeniado como grandes amigos pese a haber iniciado como rivales. No se llevaban bien, pero aprendieron el uno del otro y aunque les costase a veces aceptarlo, sabían que el otro era su mejor amigo.
El brazo de Sasuke se movió y Naruto observó con cierto temor cómo cogía algo de la repisa de dentro. Parecía una pastilla de jabón, pero no fue eso lo que le asustó, sino cómo resbaló en sus manos y calló por un rincón saliendo precisamente fuera de la ducha.
Al ver la pastilla de jabón frente a él en el suelo y la cortina empezando a moverse, un sudor frío recorrió el cuerpo de Naruto, consiguiendo que se lanzase como alma que lleva el diablo al suelo y tratase de refugiarse entre el suelo y los azulejos sin que Sasuke le viera. Sólo el brazo de Sasuke apareció, buscando por el suelo la pastilla de jabón a ciegas.
Si seguía así, era cuestión de tiempo que consiguiera tocar algo de Naruto, quizá su mano, o su cabello, o su nariz... tenía que hacer algo. Con mucho cuidado de esquivar la mano de Sasuke, Naruto rozó con la yema de sus dedos la pastilla de jabón y la empujó hacia la mano de Sasuke. Por suerte, todo salió a pedir de boca y Sasuke cogió la pastilla volviendo a su labor de ducharse, dejando a Naruto resoplando en el suelo.
¡Ahora que lo pensaba! Nunca había convivido realmente con Sasuke pese a todas las misiones juntos que habían hecho. Sí era cierto que una vez sus manos quedaron atrapadas y tuvieron que ir al baño juntos, hasta le pidió a Sasuke que le acompañase a hacer mayores pese a la cara de horror del moreno, sin embargo, convivir... jamás lo habían hecho. Sasuke siempre había sido muy reservado. Desde que volvió a Konoha, tampoco había visitado su casa aunque estuviera fuera de la Villa, era demasiado reservado en cuanto a su vida privada. Sabía que no le sentaría nada bien si se enteraba de que estaba en ese baño a su lado.
Por un segundo, su mente le transportó a aquellos años de juventud. Realmente Sasuke parecía odiarle y él había vuelto a esos días. ¿Cómo iba a ser capaz de conectar de nuevo con él? ¿Se lo llevaba a la sauna? ¿A las termas? ¿Mejor a una misión? Con Sasuke sólo había una cosa que funcionase, o al menos con el Sasuke de trece años ¡Entrenar! Pero eso era un gran problema, puesto que siempre había pensado que era más fuerte, así que no aceptaría ir a entrenar con un debilucho y no quería enseñarle de lo que era capaz ¿O podía hacerlo? Quizá hasta se sintiese peor si le mostraba cuánto había mejorado al ser mayor.
- No puedo hacer eso – susurró Naruto al recordar la última de sus batallas.
Sasuke con el chidori, él con el Rasengan y una azotea del hospital. Aquella última discusión impulsó a Sasuke a los brazos de Orochimaru, sentirse débil hizo que buscase poder con mayor desesperación y aún se sentía un poco responsable de aquello. Quizá debió ocultar su rasengan en aquel instante, quizá debió dejarle ganar para que no se marchase, pero sólo eran adolescentes, dos rivales discutiendo. Ninguno podía imaginar las consecuencias de aquella última discusión.
Al girarse una vez más, observó con temor cómo en su precipitada escondida, había movido sin querer la perfecta colocación de la toalla de Sasuke, tirándola al suelo. Aquello no estaba en sus planes y desde luego ese moreno sabría que alguien habría estado allí y sólo estaba él en la casa, por lo que no debería deducir mucho.
- ¡Mierda! – exclamó en susurros, gateando hacia donde estaba la toalla e intentando volver a plegarla de la misma manera en la que ese moreno la tenía - ¿Cómo narices la habías plegado? Hasta para plegar las cosas eres raro – se quejaba Naruto intentando encontrar la forma de plegar de Sasuke.
Vueltas y vueltas, eso era lo único que Naruto podía hacer con esa toalla. La plegaba de una forma para darse cuenta que no era la manera correcta, así que lo intentaba una vez más, y otra... hasta que escuchó la profunda voz de Sasuke a su espalda.
- Voy a matarte idiota. Suelta mi toalla ahora mismo, pervertido – se quejó Sasuke tapándose con la cortina de la ducha.
- No es lo que crees – le comentó Naruto sonrojado por aquello.
- ¿Has entrado a robarme la toalla? Creía que habías madurado pero ya veo que no.
- No he entrado a robarte nada.
- ¿Y entonces a qué narices entras cuando estoy duchándome? – se quejó nuevamente – sal ahora mismo.
Al ver cómo Sasuke activaba el sharingan enfadado, Naruto salió corriendo lanzándole directamente la toalla a él. Puede que fuera un niño de trece años y que no tuviera oportunidad ahora mismo contra él, pero ese Uchiha y su temperamento seguía asustándole ya fuera con trece años o con treinta.
Tras cerrar la puerta, apoyó la espalda sobre ella y sonrió. Sasuke seguía siendo el mismo chico de siempre, ese chico orgulloso pero con un trágico pasado a su espalda que le había convertido en un chico frío y casi insensible. ¡Casi! Esa era la palabra, porque Naruto sabía que todo era una fachada, que realmente se preocupaba por sus amigos, hasta anteponía su propia vida a la de sus compañeros, así era Sasuke. Podían considerarle muchas cosas, pero era la mejor persona que conocía, el mejor Ninja y era su ANBU, su mejor amigo y quizá... algo más. Le admiraba, siempre lo había hecho.
Un ruido se escuchó al otro lado de la puerta, un ruido que sacó a Naruto de sus pensamientos de niñez para volver a la realidad, a esa realidad donde debía encontrar una cura para Sasuke a como diera lugar, que tenía que averiguar qué era lo que Sasuke más deseaba a los trece años.
- ¿Sasuke? – preguntó Naruto esperando escuchar un insulto por su parte, pero tan sólo hubo silencio - ¿Sasuke estás bien? – preguntó Naruto de nuevo sin obtener respuesta – me estás preocupando, voy a entrar ¿Vale?.
Sin respuesta, no había respuesta alguna. Preocupado como estaba, no se lo pensó dos veces y volvió a abrir la puerta, entrando como alma que lleva el diablo en busca de Sasuke.
Nada más abrir la puerta, la imagen que observó le asustó. Sasuke estaba en el suelo, con la toalla a medio poner y parecía cómo si se hubiera intentado agarrar a la cortina al ver que se caía puesto que ésta se había caído encima de él.
- Sasuke – gritó Naruto asustado al verle desmayado en el suelo.
Supo al instante, que todo lo que aquella persona le dijo era cierto. Sus dolores de cabeza y los desmayos que se irían haciendo más frecuentes a cuanto menos tiempo le quedase, todo sucedía pero no podía hacer nada. Incluso si le hubiera llevado al médico, ellos no habrían podido hacer nada por él, así que simplemente, lo cogió en brazos, lo llevó a su habitación y trató de vestirle con algo de su antigua ropa antes de meterle en el futón para que descansase.
Allí se mantuvo durante largos minutos, observándole con cuidado y aliviándose a cada respiración que escuchaba de Sasuke. Al menos seguía vivo pero era algo que no le sorprendía en gran medida, no sería el primer desmayo que vería, pero a partir de ahí... sí podría ser el último. El tiempo empezaba a contar y necesitaba encontrar una solución a ese problema.
- ¿Por qué te metiste en medio idiota? – le preguntó Naruto en susurros – conmigo habría sido más fácil saber lo que quería, sólo... una batalla contra ti donde acabásemos con un tazón de ramen del Ichiraku habría sido suficiente – sonrió Naruto – Tú eras el más complicado de entender, siempre fuiste demasiado introvertido. ¿Qué deseabas a esa edad Sasuke? – se preguntaba casi para sí mismo.
Tal y como estaba en aquella posición, Naruto movió ligeramente la cabeza de Sasuke para comprobar lo que había tratado de comprobar momentos antes en el baño, su cuello y ese sello que Orochimaru le había puesto a esa edad, ese sello que se descontrolaba cada vez que él utilizaba su chakra, sin embargo, el sello de Kakashi parecía estar firme y aguantando.
- Menos mal – sonrió ligeramente Naruto – al menos el sello no te molestará en un tiempo.
- ¿Fuimos amigos? – escuchó la voz de Sasuke en un susurro a medida que éste empezaba a abrir los ojos.
Naruto se quedó en shock unos instantes sin saber muy bien qué decirle o cómo debería reaccionar ante su pregunta, pero Sasuke seguía allí tumbado, mirándole fijamente.
- No es como tú piensas Sasuke, si te contase la verdad... quizá no me creerías.
- Inténtalo.
- No es tu hermano el responsable de esto – le aclaró – tú... tú eras mi ANBU, eres mi ANBU y como tal, te metiste en medio para protegerme. Ese ataque iba para mí y no lo vi, así que lo siento, lo siento mucho Sasuke.
- ¿Por qué te disculpas? Si era mi misión protegerte es lo que hice, no tienes que disculparte por eso pero... aún me cuesta trabajo pensar en ti como Hokage – sonrió Sasuke – eres un idiota sin ninguna habilidad.
- Mejoré – sonrió Naruto – tú me hiciste mejorar. Así que podríamos decir que sí Sasuke, siempre fuimos rivales y amigos. Confiaba en ti para que arreglases cualquier problema y tú confiabas en mí.
- Quiero ver cómo has mejorado. Quiero vengarme.
- Lo hiciste Sasuke – confesó Naruto – conseguiste todo lo que quisiste y aún así... nunca te vi feliz.
- Quizá... no conseguí todo lo que quería – comentó Sasuke intentando incorporarse.
- ¿A qué te refieres Sasuke? ¿Qué querías? O más bien... ¿Qué deseas?
- La venganza – comentó Sasuke – quiero ser el más fuerte, más que mi hermano, quiero aprender nuevas técnicas, cada vez más poderosas. Regenerar el honor de mi clan, vencerte – se sonrojó al decir aquello – pero si has mejorado como dices, ahora será complicado.
- Tú y yo luchamos Sasuke y quedamos empate, eras fuerte, el Ninja más fuerte al que jamás me he enfrentado. Te admiro por eso y agradezco cada día el que seas mi amigo y mi ANBU, el poder contar contigo. Voy a sacarte de esta Sasuke, te lo prometo.
- ¿Qué va a pasar si no lo consigues? ¿Voy a quedarme como un niño para toda la vida?
- Descansa ¿Vale? – sonrió Naruto – yo prepararé algo para que comas.
- Ramen instantáneo no por favor – sonrió Sasuke.
- De acuerdo.
Naruto desapareció por la puerta, cerrando tras él y dando un puñetazo a la pared de madera mientras se maldecía. No podía creerse que Sasuke estuviera en esa situación, que pudiera perderle en cualquier momento. Tenía que pensar algo.
Por otro lado, Sasuke se incorporó con lentitud en el futón. Todo olía a Naruto, hasta la ropa que le había puesto tenía su aroma pese al tiempo que debía haber transcurrido. Conocía esa camiseta negra con el emblema del clan de Naruto, algunas veces era la que Naruto se colocaba bajo ese mono naranja tan llamativo.
Pensó y pensó, podría ser una técnica de su hermano o puede que Naruto dijera la verdad, en cualquier caso, cuando se miraba sólo veía a un chiquillo de trece años que no sabía cómo salir de esa situación, sólo sentía odio por su hermano y desesperación, sentía soledad, porque así había estado desde que su clan fue aniquilado, había estado completamente solo.
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