Capítulo 3: Interrogatorios
Una mano retuvo la suya en un santiamén. Tan sólo pudo abrir los ojos para ver cómo Naruto la observaba deteniendo aquellos sellos, deteniéndola antes de que pudiera entrar en la mente de aquel individuo.
- No puedo dejarte hacer esto, es peligroso para ti.
- No estaré sola, Ibiki vendrá conmigo. Sólo entraré a sacarle información y volveré.
- Aun así... corres un gran riesgo.
- Ibiki le retendrá allí dentro, es el líder de interrogación y tortura, el mejor de aquí, no dejará que me ocurra nada.
- Pero... Sai es mi compañero, si te pasase algo no sabría qué decirle.
- Es mi esposo, Naruto, entiende que soy una kunoichi y hago esto por mi villa, mi equipo y mis amigos. ¿Quieres saber lo que le está pasando a Sasuke? Entonces déjame entrar para interrogarle o no sabremos qué técnica utilizó en él.
Naruto soltó su agarre con lentitud, dejando finalmente que Ino terminase de hacer los sellos y entrase en su mente. Todos los allí presentes eran conscientes de lo que ocurría, sin embargo, ninguno quería hablar, dejaron que Ibiki e Ino se hicieran cargo de la situación.
Podía ver al fondo una jaula de hierro y al invocador dentro de ella, agarrado con fuerza con esos cables que parecían tensarse a la señal de Ibiki. Ino estaba unos metros más atrás, aguantando la técnica para que Ibiki pudiera hacer su trabajo. Naruto tan sólo quería saber qué le ocurriría a Sasuke, quería saber cómo ayudarle.
¡Una risa! Eso fue lo único que escucharon todos, poniendo la piel de gallina a la misma Ino al oír aquello y enfadando a Naruto que apretó los puños con fuerza. Ese ninja se reía de ellos, se reía de lo que ocurría y pese a que quiso acercarse y romperle la cara a puñetazos, Ibiki le dio el alto con la mano.
- No hace falta que me lo digáis... estáis aquí por Sasuke Uchiha. ¿Qué tal le va? Casi le he hecho un favor... ahora no se acordará de los crímenes que cometió.
- No he venido a hablar de Sasuke, sino de tu técnica.
- Eso es un secreto – sonrió.
- Un secreto al que llegaremos tarde o temprano.
- Podéis intentar investigar por vuestra cuenta, tardaréis mucho tiempo y es posible que lo encontréis, para entonces... Sasuke habrá muerto.
Aquello tensó a Naruto. Sabía de sobra que Sasuke había vuelto a ser un chiquillo de trece años que no recordaba nada de lo que había vivido desde los trece hasta la actualidad, sin embargo... no esperaba que esa técnica fuera a matarle y eso le hizo preocuparse más.
- ¿Es que creíais que se iba a quedar así para siempre? – preguntó el ninja al ver la mirada de enfado y dudas del Hokage – tienes suerte de que él se metiera en medio, realmente iba a por ti. Quitar al Hokage de Konoha habría sido una buena victoria para la guerra, pero bueno... tampoco está mal. Mucha gente quiere verle muerto así que el Hokage estará ocupado protegiendo a ese chiquillo si no quiere que lo maten antes de hora.
Naruto se mordió el labio, dándose cuenta de que era su culpa que Sasuke estuviera en aquella situación, todo porque había bajado la guardia, porque le había nombrado su ANBU, porque él siempre le protegería y sus malditos ojos fueron más rápidos que los suyos para percibir el peligro.
- ¿Cómo narices regreso a Sasuke a la normalidad? – gritó Naruto enfadado pero sólo una risa se volvió a escuchar – QUE ME LO DIGAS – le gritó esta vez aún más enfadado.
- Supongo que puedo decírtelo, ese chiquillo está perdido igualmente.
- ¿Qué quieres decir?
- Para romperla, Sasuke debe obtener lo que más desea.
Naruto se quedó helado un segundo. Sasuke era su mejor amigo y ni siquiera sabía qué era lo que ahora deseaba. Lo había perdido todo, había vuelto a Konoha pero ni siquiera vivía en la villa. Todos sus objetivos los había cumplido y quizá... sólo regenerar su clan era lo único que le quedaba por hacer, eso... o recobrar el orgullo perdido de su clan, el honor que una vez les precedió. No estaba seguro.
- ¿Qué deseo? – preguntó Sakura esta vez – porque es un niño.
El invocador rió una vez más ante la astucia de la joven al verse pillado. Naruto abrió los ojos, era cierto... estaba tratando a Sasuke como el actual, pero ahora tenía trece años. ¿Qué deseaba Sasuke a los trece años? Ésa era fácil. ¡Matar a su hermano! Y ahí estaba el problema, el gran problema por lo que ese hombre les decía e insistía en que Sasuke estaba muerto... ¡Su hermano ya estaba muerto! No podía matar a alguien que ya lo estaba, no podía cumplir su sueño.
- ¡Maldición! – exclamó Naruto frustrado, mordiéndose el labio.
- Te daré una pequeña pista, primero empezarán siendo ligeros dolores de cabeza, luego intensos pitidos que se le clavarán y puede que hasta le impidan concentrarse o escucharte hasta que no se le pasen y, por último... empezarán los desmayos, cada vez más seguidos hasta que al final... de uno de ellos no despertará – comentó el invocador entre risas – y mientras tanto... si sus enemigos se enteran de su debilidad... vendrán a matarle, aunque claro... no saben que ya está muerto igualmente – río todavía con más énfasis.
Naruto iba a lanzarse a golpearle, ya lo tenía retenido por el cuello de la chaqueta y con el puño listo cuando todo se desvaneció. Un sonido seco se escuchó a su espalda, un sonido que le asustó al darse cuenta de lo que podía ser. Al girarse, Ino estaba en el suelo, respirando con cierta dificultad debido al esfuerzo de mantener aquella técnica abierta para ellos.
- Ino – susurró corriendo hacia ella.
- Estoy bien – intentó sonreír todavía recostada en el suelo – sólo... es cansancio. Me pondré bien en un rato.
- Te llevaré al hospital a que te revisen.
- No hace falta, sólo... acompáñame a casa. Prefiero estar con Sai.
- De acuerdo – le añadió Naruto cogiéndola en brazos para llevarla a su casa.
- ¿Naruto? – preguntó Sakura con voz lastimera sabiendo que no se encontraría nada bien con lo que sabía ahora. Su mejor amigo se moría y tenía que encontrar la forma de cumplir su deseo.
- Ahora no, Sakura – le aclaró Naruto algo cabizbajo.
La gente observaba al Hokage caminar por las calles con aquella chica rubia en brazos. Los cuchicheos no se hicieron esperar pero era algo que a Naruto le daba igual, estaba demasiado acostumbrado a ellos. Ni siquiera les prestaba atención, tan sólo tenía en mente llevar a Ino a su casa y volver a la suya para intentar arreglar el problema de Sasuke sin saber aún cómo lo haría.
Ino vivía en el barrio Yamanaka, un barrio precioso, lleno de flores en todas las casas. En el número cinco se detuvo, tocando a la puerta y esperando pacientemente hasta que Sai abrió la puerta con sus zapatillas de andar por casa. Su cara siguió impasible, él nunca fue bueno para mostrar sentimientos, sin embargo, no tenía esa sonrisa falsa, síntoma de que estaba preocupado.
- Yo... - intentó aclarar Naruto.
- No ha sido su culpa, yo le insistí – comentó Ino.
- Espero que valiera la pena – comentó Sai cogiendo a su esposa en brazos para llevarla dentro.
- No estoy seguro – comentó Naruto – cuídala, ¿vale? Vendré mañana a ver cómo sigue.
- Tranquilo, sólo necesita un poco de reposo. He preparado algo de comer, enseguida se pondrá bien.
- Lo siento, Sai.
Volvió a caminar por las calles bajo la atenta mirada de la gente y las sonrisas de los niños, niños que le señalaban con entusiasmo por ser el Hokage, pero él no tenía cabeza para hacer vida social en ese instante, tan sólo quería ver cómo estaba Sasuke. Ni siquiera llamó a la puerta para pedirle permiso a Sasuke o avisarle, simplemente abrió encontrándose con su casa completamente solitaria y oscura.
Era raro que todo estuviera así, él mismo había abierto las persianas para que la luz entrase esa misma mañana y Sasuke era bastante más ordenado y organizado que él. Si las había bajado, debía tener un motivo, alguno lógico.
- ¿Sasuke? – preguntó Naruto algo preocupado, caminando por el salón y subiendo un par de peldaños hacia la parte del pasillo donde estaban las habitaciones. Finalmente lo encontró recostado en uno de los futones – Ey... ¿Estás bien? Voy a abrir las persianas.
- No las abras – le gritó Sasuke – es mejor así.
- ¿Qué te ocurre?
- Me duele la cabeza – dijo – no es nada más que eso, para mañana estaré bien.
- Claro que sí – intentó sonreír Naruto aunque sabía que no iría a mejor, aquella técnica sólo iría a peor a cada día que pasase – quizá tenga algo por ahí para el dolor de cabeza.
- Oye, Naruto... explícame una cosa...
- ¿El qué?
- ¿Por qué si es un Genjutsu de mi hermano, aún no me ha matado?
- Quizá te aprecia más de lo que crees.
- O quizá quiera matarme lentamente o torturarme.
- No te hemos torturado – se quejó Naruto.
- Verte de Hokage ya es suficiente tortura para mí – se quejó una vez más – eres un zopenco, no llegarías a Hokage ni en tus mejores sueños.
- El Sasuke de siempre – sonrió Naruto – no recordaba lo odioso que eras de pequeño.
Naruto pensó un segundo, con trece años... Sasuke ya se había enfrentado a su hermano el día que fueron a buscarle a él, quizá de ahí era de lo que suponía que estaba atrapado en su genjutsu.
- Oye, Sasuke... ¿Qué es lo que más deseas? – preguntó Naruto.
- ¿Ahora mismo? Darme una ducha y que dejase de dolerme la cabeza – contestó.
Sonrió, no iba a ser nada fácil llevar a un chiquillo de trece años que había perdido todo en su vida, a un niño que sólo pensaba en venganza, en matar a su hermano y en hacerse con el máximo poder posible a cualquier precio.
- Te sacaré unas toallas y podrás ducharte – le aclaró Naruto.
Para Sasuke todo era muy extraño, desde ver a ese Naruto adulto siendo Hokage, ¡algo que no le entraba en la cabeza como posible!, a verle con ese ánimo demacrado. Naruto nunca había sido tan obediente y menos con él. ¡Escondía algo! Y era algo grande que no quería contarle por miedo a su carácter o a su respuesta. Prefirió pasar por ahora y simplemente, ducharse.
Se encerró en el baño con las toallas que Naruto le había dado. ¡Ese dolor de cabeza no parecía desaparecer! Estaba molesto y malhumorado, el dolor le ponía de peor humor. Se desnudó completamente y entró en el plato de ducha. El agua estaba un poco caliente para su gusto, pero prefirió no bajar la temperatura por miedo a pasarse de fría, así que simplemente, aguantó. Estar allí abajo, dejando que el agua resbalase por su blanca piel y su cabello oscuro le relajaba, pese a que la cabeza seguía doliendo demasiado.
Naruto decidió esperar en el salón. Tan sólo escuchaba el agua caer y se desesperaba sin saber qué hacer para ayudar a Sasuke. Necesitaba encontrar una solución y la necesitaba rápido antes de que esa habilidad se lo llevase para siempre, pero Sasuke era cabezón, era un crío de trece años que se creía que mataría al genio de su hermano con un chidori recién aprendido, él era... "Sasuke Uchiha", no tenía otra palabra para explicar su ego y su arrogancia. Fue entonces cuando cayó en algo... ¡El sello de Orochimaru! ¿Estaría activo? ¿Le habría puesto ya Kakashi el sello en el cuello para impedir que se activase a la mínima actividad del chico?
Sin dilación alguna, saltó por encima del respaldo del sofá y corrió esos pocos peldaños arriba en busca del baño, abriendo la puerta con sigilo para mirar en el cuello de Sasuke si estaba ese sello. Maldijo en voz baja al ver que el espejo se había empañado completamente, así que no podía verle, tendría que acercarse y era algo que en parte... le hacía sonrojarse, porque no quería molestar a un Sasuke desnudo, sabía de sobra su reacción. ¡Debía tener cuidado, mucho cuidado de no ser descubierto!
Ahí iba... caminando lentamente hacia la cortina del baño donde se podía distinguir la silueta de un Sasuke desnudo.
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