Capítulo 8
Esa noche Angie no pudo dormir, los recuerdos de el año en el que Bastian fue su único aliado y su paño de lágrimas le llenaron los pensamientos. Una punzada de temor la invadió, era como si hubiese abierto la caja de pandora y todo aquello que con tanto cuidado había guardado en el fondo de su corazón, pujara por salir.
Le había costado mucho comprender el porqué Bastian no le había dicho nada nunca de aquel beso que compartieron, le costó mucho aceptar que él volvía a ser el mismo tras aquel momento que para ella había sido uno de los más bellos de su corta historia, pero tuvo que dejarlo allí, tuvo que guardarlo todo y volver, como él había dicho, a la zona donde se sentían cómodos y seguros.
Con el tiempo lo comprendió, ellos no podían jugar a ser novios, las cosas podrían salir muy mal y estaban mejor como estaban, con Maxi y Bastian como mejores amigos, con ella como aliada de Maxi y en medio siempre de ambos.
Como si los dos fueran conscientes de que esa noche fue peligrosa, al día siguiente se mostraron como si nada. Angie le recordó que pronto tendrían prueba de matemática y que ella estaba dos puntos por encima de él en esa asignatura. Él le dijo que no se preocupara, que ya pronto se encargaría de superarla y que se fuera preparando para ser la segunda ese año, pues él no pensaba cederle su lugar.
Esa pequeña discusión fue en el desayuno, Maxi y sus padres, acostumbrados a sus riñas, no le dieron importancia, pero ambos, se regalaron una sonrisa al acabar la conversación. Y no era una sonrisa irónica ni competitiva, no era una sonrisa de superioridad ni una de burla, era una sonrisa en la que ambos se decían de manera tácita que así estaban mejor.
Maxi, por su parte, les comunicó que Olivia al fin había aceptado ser su novia, por lo que se ganó una ola de aplausos y vítores. Angie pensaba que Olivia era una buena chica para su hermano, era agradable, estudiosa y no era una de esas chicas que se pasaban de fiesta en fiesta y de chico en chico.
Esa misma mañana, Angie pensó que era momento de planificar su función de cupido, tenía que lograr que Dulce y Bastian salieran, quizá podría organizar una cita doble con Olivia y Maxi. Esa parecía ser una buena idea.
Pero la organización de aquella cita duró casi un mes, Dulce no parecía interesada en salir con Bastian incluso aunque Angie le había hablado muy bien de él. Ella le decía que le parecía guapo, pero que no creía que hubiera química, y Dulce creía que eso era primordial para iniciar algo con alguien. Angie insistía en que era cuestión de salir y conocerlo un poco más, y Bastian, se había concentrado más en su entrenamiento para los partidos de la temporada que en chicas en aquella etapa.
Maxi no tenía problema de ayudar a su hermana y a su amigo con la cita doble, pero si Dulce no ponía de su parte no había nada que Angie pudiera hacer.
A no ser, claro, que aceptara salir con Lucas, un chico que llevaba mucho tiempo invitándola a salir.
Uno de esos días, lo hizo de nuevo. Apareció al final de una de las clases y se acercó a Angie con su sonrisa sesgada. Angie creía que Lucas era atractivo, no era el más guapo, estaba lejos de tener el estado físico de su hermano o de Bastian que eran deportistas, pero no se veía nada mal. Era un chico normal cuyos ojos grises y mirada gatuna lo hacían ver bastante interesante y no era para nada desagradable. Hacía tiempo había mostrado su interés por Angie, se le acercaba siempre e intentaba darle conversación, pero ella nunca le había tomado demasiado en serio. Quizá porque no le gustaba lo suficiente o a lo mejor porque no tenía ganas de enredarse en ninguna clase de relación.
Angie no comprendía por qué los jóvenes de su edad cambiaban de pareja casi como de ropa interior, un día estaban con uno y al otro con otro. Ella creía que era mucho mejor esperar a conocer al indicado que meterse con cualquiera solo por el hecho de tener novio. Era cierto que ya tenía diecisiete y su experiencia se reducía a su primer beso y a una corta relación de dos meses con un chico llamado Pablo que había conocido el verano anterior y que le había gustado muchísimo, sin embargo, no era como otras chicas que se desesperaban por eso y aceptaban cualquier cita con tal de ampliar su repertorio de chicos, para ella era mucho mejor enfocarse en otras cosas y esperar que el amor le sorprendiera un día, cuando al fin conociera a alguien que la hiciera soñar, que con solo rozarle la piel la hiciera sentir viva, en cuyos ojos podría perderse hasta leer su alma y dejar que él leyera la suya.
Sí, debía admitirlo, Angie era una romántica empedernida, amaba leer novelas rosadas en las cuales las chicas se enamoraban de chicos perfectos que solo lograban subir su estándar y le hacía más difícil conocer al indicado.
Y Lucas no era el indicado, no tenía nada de malo en realidad, era un buen alumno, se veía respetuoso, no parecía ser uno de esos terribles mujeriegos que solo usaban a las chicas y las intercambiaban como figuritas coleccionables, es más, era parte del club de ajedrez de la escuela, por lo que hasta tenía un cierto aire intelectual que le hacía más atractivo. Pero no le despertaba nada, no le hacía sentir mariposas en el estómago ni la piel se le erizaba si por casualidad su mano le tocaba el brazo cuando estaba sentado a su lado en una de las clases.
Pero ese día, Lucas le invitó al cine. Le dijo que ella podía elegir la película, pero que por favor ya no le dijera que no. Y Angie tuvo una gran idea.
—¿Me vas a hacer el favor? —le preguntó a Dulce.
—¿Te gusta Lucas? —inquirió la muchacha.
—Bueno, sí, un poco, quizás —respondió haciendo un gran esfuerzo de parecer creíble—. Pero no quiero ir sola con él porque no estoy segura de que me guste del todo. Me sentiría más cómoda si fueras conmigo...
—¿Por qué no se lo pides a Maxi y Olivia? —inquirió la muchacha.
—Maxi y yo no tenemos secretos, pero me parece incómodo y me da vergüenza salir con un chico y que él esté ahí. ¿No lo crees?
Dulce se encogió de hombros.
—¿Imaginas que quiera besarme? No me gustaría que Maxi me viera así... al menos no al principio... Por favor, Dulce... —insistió.
—¿No será una estrategia para hacerme salir con Bastian? —inquirió.
—No, Bastian me debe un favor y le pediré que nos acompañe para que estemos entre cuatro. Lucas está de acuerdo y me dijo que él compraría las entradas. ¿Por favor? —insistió.
—Hmmm —Dulce suspiró—. Está bien, Angie, lo haré por ti...
—Gracias —respondió la muchacha y luego exclamó con más emoción—. ¡Gracias!
Esa misma tarde, caminó hasta la casa de Bastian y golpeó. Su padre le abrió y le dijo que pasara, que él estaba en su cuarto pues acababa de llegar de su entrenamiento.
Angie pasó, la mayoría de las veces se veían en su casa porque por algún motivo Bastian así lo decidía. Él y su padre no tenían muy buena relación y él decía que estaba más tranquilo en la casa número cinco que en la número ocho, donde vivía.
—¿Bastian? —golpeó—. Te tengo buenas noticias.
—Pasa...
Bastian la vio entrar y le regaló una sonrisa. Estaba recostado en su cama escuchando músicas y descansando un poco, aún traía el pelo mojado y el torso desnudo, luego de haberse duchado al llegar del entrenamiento.
No era la primera vez que Angie lo veía así, pero sin comprender bien por qué, su corazón comenzó a acelerársele en el pecho.
—Escucha —dijo ignorando esa extraña señal—, conseguí la cita doble, solo que no será con Maxi.
—¿No?
—No, será conmigo...
—¿Cómo? —inquirió Bastian sacándose los auriculares.
Sabía que Angie estaba tratando de concertarle una cita doble con Dulce, Maxi y Olivia, pero nunca resultaba pues supuestamente Dulce estaba muy ocupada.
—Bueno, Lucas... ya sabes, insiste e insiste... Y se me ocurrió pedirle a Dulce que me acompañara en una salida doble para no tener que ir sola con él... Ya sabes, le dije que no sabía si me gustaba o no y que preferiría no estar sola —añadió con diversión.
—Pero ¿te gusta Lucas? —inquirió él sin pensarlo.
Angie frunció el ceño como si no comprendiera qué tenía que ver esa pregunta.
—No... o sí, bueno... no lo sé... pero la idea de aceptar su invitación fue para conseguirte la cita con Dulce —añadió.
—Ya... —respondió él y luego se recostó por la cabecera de su cama llevando ambas manos atrás de su cabeza.
Sus músculos se tensaron y Angie necesitó tragar saliva.
—Es el viernes... a las siete, en el cine del centro comercial —explicó—, él comprará las entradas y nos encontraremos todos allí...
—Bien...
—Ha sido difícil conseguir esta cita, haz lo mejor que puedas para conquistar a Dulce, para mantenerla interesada, ¿okey? —preguntó—. No estoy segura de poder conseguirte otra... Dulce es... especial —añadió y puso los ojos en blanco.
—No le gusto a Dulce —repuso él.
—¿Por qué lo dices?
—Desde que iniciamos las clases ha salido ya como con cinco —comentó—, pero a mí me evita a toda costa... —dijo y se encogió de hombros—. Estoy seguro de que esto lo aceptó por ti.
—Puede ser, pero cuando te conozca cambiará de opinión —añadió Angie y se encogió de hombros.
—¿Lo crees? —preguntó él con diversión.
—Pon de tu parte —respondió ella—. Muestra tu mejor versión, si es que tienes una —dijo y él se rio.
—¿Tú crees que tengo una? —preguntó.
—Pues... supongo que en el fondo debe estar... muy en el fondo, claro... pero...
—¿Por qué me ayudas? —quiso saber.
—¿Acaso no me lo pediste?
—¿Acaso alguna vez has hecho algo de lo que yo te he pedido? —inquirió con diversión.
—Si quieres cancelo la cita —dijo ella nerviosa.
—No, solo quiero saber por qué me ayudas...
—Porque creo que Dulce y tú tienen mucho en común. No sé, ambos se han criado con sus padres y no tienen buena relación con él, creo que podrían entenderse y sinceramente pienso que a ella le haría bien enamorarse de alguien —suspiró—, no me gusta mucho cómo maneja su vida.
—¿No te gusta que salga con tantos chicos? —preguntó.
Angie se sentó en la cama y suspiró.
—No —admitió—, no creo que sea bueno y creo que lo hace porque siente que no merece nada bueno...
—Los chicos dicen muchas cosas...
—¿Cosas como qué?
—Como que Dulce es muy fácil —admitió—. Hablan de que llevarla a la cama es... sencillo...
Angie volvió a suspirar.
—¿Es cierto? —quiso saber él.
—¿Cambiaría lo que sientes por ella? —preguntó.
—No siento nada por ella, Angie, solo me gusta...
—Pero dijiste que te gustaba mucho —respondió ella.
—Sí, claro... me atrae mucho y me gustaría conocerla más...
Ambos quedaron en silencio.
—Sí, creo que ella ve el sexo solo como diversión —admitió Angie—, pero también pienso que está muy confundida y se siente muy sola. No lo sé, solo... ¿Acaso no la tomarías en serio por ser así?
—No, yo no he dicho eso —respondió él—. No soy esa clase de persona... solo quería saber si era cierto...
—En cierta forma sí, pero quizá si conociera a alguien que la viera más allá de eso...
—¿Y cómo sabes que yo soy ese alguien? —preguntó él.
Ambos hicieron silencio hasta que él completó la frase.
—Solo quieres que las personas que son importantes para ti sean felices...
Angie sonrió.
—Puede ser —admitió.
—¿Sabes qué me gusta de ti? —inquirió él y ella sintió que las mariposas comenzaban a aletear en su interior.
—¿Qué? —preguntó.
—Que nunca juzgas a nadie y das todo por aquellas personas que quieres... Hoy en día, en un mundo en el que todos critican a todos y la gente es cada vez más egoísta y solo se preocupan por sí mismos, eso es una cualidad casi en extinción.
Angie rio nerviosa.
—Bueno, gracias, es bueno saber que hay algo de mí que te gusta...
Él no contestó, pero pensó que había muchas cosas más que le gustaban, por ejemplo, la manera en que se mordía el labio inferior cuando estaba nerviosa, como en ese momento.
El silencio acaparó la habitación hasta que Angie sintió la urgencia de llenarlo.
—¿Qué se hizo de tu atrapasueños? —inquirió y señaló el clavo vacío sobre la cama. Allí, Angie recordaba que había un bello atrapasueños que él le había contado que le había regalado su madre antes de morir.
—Estaba muy viejo —respondió.
—Pero te gustaba mucho... Dijiste que atrapaba tus pesadillas...
—Ya no las tengo —afirmó y se encogió de hombros.
Angie recordó las noches de insomnio y pesadillas que solían aquejarlo de niño. Una vez le había pasado cuando se quedó a dormir en su casa, tenían como doce años y Angie lo pilló llorando asustado en una esquina de la habitación.
Él le había contado que había soñado que estaba en un bosque con su madre y que ella se perdía y él se quedaba solo. También le contó que como solía tener esas pesadillas, su madre le había tejido un atrapasueños cuando era pequeño y lo había colgado sobre su cama. Ese era un bonito recuerdo de ella, su más preciado tesoro.
—Bueno, eso es bueno... —dijo Angie encogiéndose de hombros.
—El viernes... saldremos el viernes —dijo como si quisiera zanjar la conversación.
—El viernes... —respondió ella—. No arruines tu oportunidad.
—Intentaré no hacerlo —admitió con diversión.
Angie se despidió sacudiendo una mano y salió de la habitación. Sentía que el corazón le latía con más fuerza que cuando ingresó recién.
Bastian la vio marcharse y se cubrió la cabeza con una almohada. Esa salida iba a ser difícil, intentar conquistar a Dulce que parecía no tener ninguna pizca de interés en él no iba a ser sencillo, pero ver a Angie con Lucas, tampoco iba a serlo.
Angie salió al patio común del condominio y caminó hasta su casa, la brisa la envolvió y necesitó respirar hondo para recuperar la calma. ¿Qué demonios le estaba sucediendo?
Angie creyó que estaba enloqueciendo.
Este corresponde al de ayer, es que era feriado aquí y me puse a dormir jaja
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