Capítulo 5
Los días posteriores fueron un poco distintos a los que todos esperaban en un inicio. Angie afianzaba su amistad con Dulce, lo que le dejaba muy poco tiempo para compartir con los chicos, y a pesar de que eso era lo que había hecho siempre, se sentía bien hacer algo distinto.
—¿Qué hay de nuevo en tu vida? —inquirió Dulce en aquel receso en el cual ambas se tumbaron sobre la hierba mientras se sentían acariciadas por la suavidad de la brisa matutina—. Tenemos mucho tiempo sin hablar...
—Nada, por inverosímil que parecía en aquella época que nos conocimos, mis padres se volvieron a juntar un año y medio después... y la cosa volvió a ser como siempre...
—Eso me alegra —dijo Dulce con sinceridad—, no habrías podido vivir mucho tiempo separada de tu hermano, ¿no? Esa era tu preocupación en aquella época...
—Sí... parece tonto mirando desde este punto —añadió ella—, y no sé si es cuestión de hermanos mellizos, pero para mí él es parte de mí y yo de él...
—Me gustaría sentirme así, ¿sabes? Como si fuera tan importante para alguien, como si fuera parte de alguien...
Angie no respondió.
—Yo, sin embargo, nunca me he sentido parte de nada ni de nadie —continuó Dulce con melancolía—. Ya sabes, para mi padre no existe otra cosa que su trabajo y mi madre solo tiene amor para su nueva familia...
—Ahora estás aquí, nos tienes a nosotros... —añadió.
—¿A ustedes? Apenas e intercambiado un par de palabras con Bastian y con Maxi nada más que un saludo —rio Dulce con diversión—, pero me agrada saber que tú estás aquí, verte el primer día fue un alivio.
—Bueno, nosotros somos un trío de alguna manera indestructible, si me tienes a mí, los tienes a ellos —dijo Angie con una sonrisa—, y quizá puedas venir a casa esta noche, solemos pasar el viernes por la noche en una velada familiar, mis padres nos acompañan un rato en la cena y luego siempre hallamos algo que hacer.
—No quiero molestar...
—No lo harás, me sentiré mucho mejor con alguien de mi lado, siempre es complicado estar entre Bastian y Maxi —añadió.
—¿Él y tú? Bastian... digo...
—No pasa nada con él, básicamente es mi némesis, nos pasamos incordiándonos todo el día, mi familia está acostumbrada a eso —añadió con diversión—, es una buena persona después de todo.
Dulce sonrió.
—Y guapo...
—Y guapo... —añadió Angie admitiendo aquello por primera vez en voz alta, aunque claro, lo hacía solo porque quería ayudarlo—. ¿Qué pasó del novio que tenías cuando lo conociste en Punta del Este?
—Nada, novio es una forma de decir, yo no... no quiero estar con nadie...
—¿A qué te refieres? —inquirió Angie confundida.
—Me gusta salir con chicos, conocerlos, divertirnos, pero no quiero nada serio, no me gusta formalizar...
—¿Y eso?
—Cuando metes los sentimientos en medio todo se complica —afirmó—. No creo en el amor...
—¿No crees en el amor? —inquirió con los ojos abiertos y cargados de sorpresa, Dulce negó—. Vaya... nunca me puse a pensar que uno pueda o no creer en el amor, para mí el amor es una fuerza que simplemente está... puede alcanzarte o no, pero siempre está...
—No dudo que a otros les funcione —comentó Dulce en medio de un suspiro—, pero a mí no... nunca me ha funcionado. Amar a alguien para mí significa ceder mucho poder, ceder ese poder me ha causado daños enormes en el pasado, por lo que prefiero no amar, no confiar... así mantengo el poder sobre mí.
Angie lo pensó por un rato y luego concluyó.
—Tiene sentido lo que dices hasta cierto punto y lo comprendo, pero no puedes cerrarle las puertas al amor... puede llegar alguien que te quiera de verdad y te lo demuestre, ¿o no?
—Sí, pero cuando lo veo llegar me voy corriendo —añadió con diversión.
Angie no se rio de la broma, solo asintió y pensó que aquello ponía una traba a su misión de celestina.
***
Esa misma noche, Dulce llegó a la casa para compartir uno de esos momentos que su reciente reencontrada amiga le había comentado. Iba más por curiosidad que por otra cosa, le costaba creer todo eso sobre la familia unida que Angie parecía tener y quería ver cómo era en realidad la dinámica entre ellos.
Al llegar, la madre de Angie, una mujer llamada Dina, la recibió y la abrazó como si fuera una persona que conocía desde hacía años, pronto llegó Angie y le invitó a acompañarla a su habitación mientras su padre, que estaba preparando pizzas, terminaba de cocinar. Los chicos estaban en la habitación de Maxi, pero se encontrarían todos abajo en un rato más.
El padre de Angie las llamó para la cena, y así como su amiga le había mencionado, se sentaron y comenzaron a compartir. Hablaban de cualquier cosa, de todo y de nada, se reían y se divertían tanto, que la muchacha se sintió a gusto.
—Dulce, nos dijo Bastian que ya se conocían. Él es como un hijo para nosotros —añadió Dina y miró al chico—. ¿También conocías a Angie?
—Sí, bueno... nos conocimos en el campamento de niñas, con Angie —explicó ella—, y a Bastian me lo crucé en Punta del Este, en las vacaciones —comentó.
—Sí, al parecer quedó flechado —dijo Dina con diversión y a modo de broma, pues esa era la manera en que ellos solían tratarse, además, notaba a Bastian demasiado callado esa noche—. ¿No es así, Bastian?
—Yo... ehm... bueno...
—Ya saben, a Bestian le cuesta un poco hacer varias cosas al mismo tiempo, no fuercen sus neuronas —bromeó Angie para salvarlo de aquella incomodidad—, está comiendo, no le pidan que haga otra cosa...
Maxi se echó a reír.
—¡Ya extrañaba esto! —exclamó—. Últimamente me sentía muy extraño con estos dos cuchicheando todo el rato sin echarse flores a cada segundo.
—Bueno... es que a veces tengo cosas más importantes que molestar a Angie —añadió Bastian que intentaba por todos los medios sonar natural.
Por suerte para él, el tema de cómo se conoció con Dulce pasó a segundo plano, todos en esa familia sabían que había vuelto enamorado de una misteriosa y hermosa muchacha, y aunque solo Angie y Maxi sabían los supuestos detalles de aquel pasional encuentro, Bastian les había dicho a todos que había salido con ella y no había pensado hasta ese momento, que uno de ellos podría hacerlo quedar en vergüenza.
—¿Y tú? ¿A qué se dedican tus padres? —quiso saber Mateo.
—Bueno, mi padre es empresario, tiene una cadena de hoteles y restaurantes —explicó—, por eso siempre andamos viajando... —añadió con un dejo de tristeza en la voz que a nadie le pasó desapercibido—. Mi madre... ella se volvió a casar y vive lejos...
—¿No tienes hermanos? —inquirió Maxi.
—No... soy hija única.
—Eso ha de ser genial, ¿eh? —bromeó.
Angie le arrojó un pedazo de pan que le fue directo a la frente.
—¡Ouch!
—No es tan divertido ser hijo único —dijo de pronto Bastian—, es un mundo muy solitario... —añadió.
—Sí... —respondió Dulce—, yo pienso que tener un hermano ha de ser genial, el mundo ha de sentirse menos solo...
Un silencio incómodo acaparó un rato el ambiente, pero entonces Dina dijo que era un buen momento para el postre y trajo potes de helado para servir.
Al acabar la cena, los chicos salieron al jardín. Angie llevó una manta grande y la colocó en el suelo, donde ella y Dulce se sentaron, mientras Maxi y Bastian se acostaron y colocaron sus brazos bajo sus cabezas.
—La noche está hermosa —murmuró Angie—. ¿Se enteraron de que hay fiesta en casa de Marcos?
—Sí, la bienvenida del año —comentó Bastian.
—Es raro que no hayas ido —dijo Maxi mirando a su amigo.
—Bueno, preferí comer las pizzas de tu papá —explicó el muchacho.
—¿No quieren ir ahora? —preguntó Dulce.
—¿A fiestas? ¿Angie? —inquirió Bastian divertido—. La última fiesta a la que fue debe haber sido el cumpleaños número ocho de alguna compañera, en aquella época en la que aún la invitaban a las fiestas —explicó.
—¿Crees que no me invitan? —respondió la muchacha ante la mirada divertida de Dulce y acostumbrada de Maxi—. No voy porque no quiero. ¿Qué es lo que hacen allí? ¿Tomar hasta perder la consciencia y besarse entre todos?
—Perdona, olvidé que los dioses superiores no bajan a participar de los rituales paganos de los impuros —añadió Bastian con diversión.
—Ir a fiestas es divertido —dijo Dulce—, conoces gente, bailas, compartes con amigos y... claro, conoces chicos guapos —explicó.
—Eso es cierto —añadió Maxi—, pero también es cierto que mi hermana no las disfruta.
—El problema con Angie es que analiza demasiado la vida —explicó Bastian—, y la vida hay que vivirla más y analizarla menos...
—Sí, claro... —respondió Angie que puso los ojos en blanco—. Esa manera cortoplacista de vivir será tu destrucción, Bestian. Pero claro, analizar es una actividad que requiere neuronas que funcionen.
—La verdad es que solo tienes miedo, Mínima —zanjó el muchacho que se incorporó para mirarla—. Las fiestas te dan miedo, interactuar te da miedo, la posibilidad de que un chico te lleve atrás de un árbol e intente besarte te aterra porque temes que te guste y pierdas tu autocontrol...
Todos quedaron viéndolo.
—¿Qué? ¿Ven? También puedo analizar cosas...
—¡Yo no tengo miedo! —zanjó Angie entre enfadada y ofendida.
—¿Por qué te daría miedo que un chico te bese, Angie? —preguntó Dulce confundida.
—¡No tengo miedo de que nadie me bese! ¡He besado a muchos ya! —exclamó.
—¿Ah sí? ¿A cuántos? —quiso saber Maxi entre curioso y celoso.
—¡Eso no es de tu incumbencia! —añadió molesta.
—¿No que no teníamos secretos? —preguntó el chico.
—¡Basta! ¿Qué les pasa a todos hoy? Yo no tengo ningún problema de ir a fiestas, si no me voy es porque no me gustan. Me aburren, no entiendo qué tan masoquista puede ser una persona para emborracharse a sabiendas que luego le dolerá la cabeza o se sentirá mal, tampoco veo la necesidad de andar intercambiando saliva con el primero que lo proponga... no espero que vean el mundo como yo lo hago, pero al menos respeten. Y para que vean que no tengo miedo, ¿por qué no vamos a la fiesta?
—¡Vamos! —exclamó Dulce con entusiasmo.
—¡Vamos! —añadió Bastian con la idea de que esa era una buena oportunidad para intentar un movimiento con ella.
—Y qué más puedo añadir... ¿vamos? —dijo Maxi poco convencido.
—Bien, vamos —añadió Angie ahora con menos efervescencia.
Luego de aquello, las chicas fueron a retocarse por pedido de Dulce, y mientras esta se pintaba los labios, Angie escribió en su cuaderno de creencias.
2. Creo que Bastian es un idiota y que disfruta provocándome.
Aquí vamos
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