Capítulo 34

Bastian se vestía en su habitación cuando Annette ingresó con Lucila.

—No, esa camisa no —dijo ella—, ponte la negra, te deja más guapo.

—Ahh ¿qué es eso de que me ponga guapo? Dios, Dulce y tú están pesadas...

—Estás de malhumor, ha de ser efecto de que eres más viejo —bromeó—. ¿Te llamó Angie?

—No... supongo que lo olvidó... está bien, su vida ha de ser muy agitada...

—Ahh, qué mal que se olvide... —negó Annette—. Por cierto, venía a avisarte que la cabaña del bosque está listísima. Ha quedado perfecta, hemos puesto las velas aromáticas, las rosas y también me he encargado de que dejen una botella de champaña. Hay comida para preparar y puse frutillas con chocolate —dijo con diversión.

—Te has esmerado, ¿eh? —dijo él.

—Angie dijo que era una pareja importante y que teníamos que consentirlos...

—Bien... ¿Sabes a qué hora llegan? —preguntó él.

—No, al parecer llegaran de madrugada, así que no sé cómo haremos eso.

—Deja el jeep en la entrada y cerciórate que uno de los muchachos esté al pendiente para llevarlos en cuanto lleguen, yo no creo que venga temprano ya que me han adosado a una mujer y según Dulce está necesitada de cariño...

—Ahh y tú te quejas —dijo Annette con diversión.

—Me siento un gigoló, ya se lo dije a Dulce —rio.

Annette se acercó a él y lo abrazó.

—Feliz de compartir un año más de vida contigo —susurró—. Te amo, hermanito.

—Yo a ti —dijo él respondiéndole el abrazo.

Y era verdad, la amaba como si la conociera de toda la vida.

—Voy a terminar de arreglarme, Dulce me dijo que los acompañara al karaoke.

—¿Vienes entonces?

—Por supuesto por nada del mundo me perdería el cumpleaños de mi hermano.

***

Dina esperó a Angie en el aeropuerto y luego fueron a su casa. La mujer le acompañó a subir sus cosas a la habitación.

—¿Qué tal? ¿Nerviosa? —inquirió.

—Sí, bastante...

—¿Qué te pondrás esta noche? —quiso saber su madre.

Angie desempacó y buscó un vestido corto de color violeta y se lo mostró poniéndoselo por sobre el cuerpo.

—¿Te gusta?

—Hermoso —dijo Dina—. Dulce te dejó una vincha con un moño de esos que se ponen en los regalos —rio—, no creo que combine con ese vestido —añadió—, pero ella dice que eres el regalo y que tienes que tener un moño.

Las dos se echaron a reír.

Angie desempacó una bata, lencería de encajes del mismo color de vestido y unos zapatos de taco, lo dejó todo sobre la cama y sonrió.

—Estarás hermosa —dijo su madre.

—Gracias —añadió y se sentó—. ¿Crees que es muy loco lo que voy a hacer? —preguntó.

—No, creo que lo loco es que no lo hubieras hecho aún.

—¿En serio?

—Obvio, Angie, estoy contenta de que al fin hayas sido sincera contigo misma...

—¿No te parece demasiado precipitado que vivamos juntos después de tantos años separados?

Dina se encogió de hombros.

—Intenta, si te sientes bien te quedas, si no, acá tienes tu casa, siempre... Tómalo con calma esta vez, disfruta...

Angie bufó.

—Ni siquiera sé si me va a aceptar —musitó.

Dina negó.

—¿Cómo podrías dudar de algo así?

Angie se encogió de hombros.

***

Eran las nueve cuando Bastian llegó con Annette al karaoke de Lolo, ingresaron buscando la mesa que había reservado Dulce y los vieron enseguida. Estaban casi al lado del pequeño escenario que se disponía para los atrevidos que se animaban a cantar cada noche.

El sitio estaba bastante concurrido y aún era temprano. Bastian estaba nervioso, miraba su celular a cada rato mientras esperaba que la llamada de Angie ingresara, pero no sucedía nada.

—¡Feliz cumpleaños! —gritó Dulce al verlo y tanto ella como Maxi lo abrazaron.

La mesa tenía cinco lugares y uno permanecía aún vacío.

La gente comenzó a cantar y ellos a pedir sus bebidas.

—¿Alguien va a cantar? —quiso saber Dulce.

—Puede ser que yo lo haga más tarde, cuando la cerveza haga efecto —comentó Annette divertida.

Eran cerca de las diez cuando Bastian miró su celular de nuevo.

—¿Qué sucede? ¿Ya te aburres? —inquirió Maxi.

—No... ¿A qué hora viene tu amiga? —preguntó a Dulce—. No me gustan las mujeres impuntuales, creo que comenzamos mal —zanjó.

—Hoy está de un humor horrible —añadió Annette mirando a sus amigos.

—¿Y eso? —inquirió Maxi.

—Angie no llamó —se quejó—. Lo olvidó, supongo... capaz no era tan importante para ella.

—Ahhh, vamos, no te pongas así... —dijo Dulce mirándolo con ternura—, ya llamará... si no mañana la llamas tú y le dices todo lo que se merece.

Bastian la miró confuso.

—¿Qué? —preguntó ella encogiéndose de hombros.

Maxi mientras tanto recibió la señal y se levantó para avisar al encargado del micrófono lo que habían acordado.

—¿Vas a cantar? —preguntó Bastian cuando volvió a la mesa.

—¿Eh? Sí... luego... —respondió.

Casi cinco minutos después, cuando la chica que gritaba una canción cualquiera en el micrófono acabó su lamentable actuación, el encargado tomó el mando.

—Ahora haremos una pequeña pausa —Y se escuchó el abucheo de la gente—. No, no se alteren, es que me acaban de indicar que hoy tenemos a alguien de cumpleaños aquí. ¿Es así? ¿Dónde está Bastian?

Bastian miró a sus amigos con ganas de matarlos y levantó la mano al tiempo que ellos lo señalaban entre gritos.

—¡Bastian! ¿Quieres pasar por aquí un rato? Tenemos un regalo muy especial para ti departe de tus amigos Dulce, Maxi y tu hermana Annette —comentó leyendo un papel.

Bastian miró a sus amigos con confusión y ellos le indicaron que se fuera hasta la pista.

—Llamemos a Bastian —dijo el hombre.

—¡Bastian! ¡Bastian! ¡Bastian! —gritó el público entre palmas y silbidos.

Bastian caminó de mala gana, no le gustaba esas escenas y no sabía qué demonios había pasado por la cabeza de sus amigos.

Dulce se levantó y caminó hasta él.

—Dicen que hoy será un día especial en tu vida —dijo el hombre—, tus amigos quieren hacerte un regalo, pero antes me pidieron que lea esto.

Dulce sacó una pañoleta negra y se puso de pie frente a él.

—Quieren que todo sea una sorpresa —explicó el hombre—, así que dejarás que te cubran los ojos.

—¿Qué? ¡No! —se quejó.

—¡Bastian! ¡Bastian! ¡Bastian! —gritó el público.

Él bufó y dejó que Dulce le pusiera la venda.

—¿Ves algo? —preguntó ella mirando por aquí y por allá a ver si se había quedado algún espacio.

—No... —respondió.

—Bueno, ahora sí —dijo el hombre—. Leeré el escrito de tus amigos, hagan silencio, por favor —pidió.

El público calló.

—Maxi dice que quiere que sepas que para él eres su hermano, que está feliz de tenerte en su vida y que desea que sepas que todo lo que te espera en el futuro te lo mereces con creces.

La gente aplaudió.

—Dulce dice que eres el mejor amigo que la vida le pudo regalar, que para ella también eres su hermano y que desea que todos tus sueños se cumplan hoy y siempre. Dice también que quiere que de una buena vez por todas seas muy feliz.

En ese momento Angie apareció tras el escenario, miró a sus amigos con nervios y ellos asintieron, y comenzó a acercarse lentamente a él.

—Annette dice que te ama, que eres lo mejor que le pasó en su vida y que está feliz de ser tu hermana. Dice que quiere que seas feliz...

Para ese momento Bastian se encontraba emocionado, había dejado de sentirse idiota parado allí en medio de ese sitio y con una venda en los ojos y sintió que sus amigos lo querían de verdad.

Angie caminó un poco más, estaba a casi un metro de distancia, y cuando el hombre comenzó a leer lo siguiente, se acercó lentamente.

—También hay un mensaje de una tal Angie —dijo el hombre—, dice que...

Hizo silencio.

Angie caminó un paso más, ya estaba casi enfrente y Bastian sintió su aroma, sintió su presencia.

—Dice que no se olvidó de tu cumpleaños, que quiere que seas feliz y que, si le permites, ella se encargará de hacerte feliz... muy feliz...

La gente comenzó a vitorear, el público enloqueció por completo.

Pero Bastian se sentía en un sueño, sabía que ella estaba allí, podía sentirla, pero su mente le decía que eso no era posible... había pasado casi dos meses que se había ido. ¿Venía por su cumpleaños?

Y entonces sintió sus labios pegándose a los suyos.

Y Bastian la abrazó y respondió el beso.

Y ella le quito la venda y envolvió sus brazos alrededor de su cuello.

El beso duró unos minutos durante los cuales la gente no paró de gritar, pero Bastian ya no escuchaba nada, y Angie tampoco, el mundo para ellos se había detenido.

Y Angie supo que había llegado a casa después de un largo, largo viaje.

Pueden gritar jajaja

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