Capítulo 29
Cerca de las seis de la tarde llegaron a Felicidad. Bastian hizo lo mismo que las veces anteriores, abrió la puerta y le pasó la mano, luego puso el brazo para que ella se lo tomara y caminaron así por el jardín hasta llegar a la glorieta.
—La primera vez que te traje aquí esto estaba abandonado... estaba muerto... —susurró—, en aquel entonces ni se me había ocurrido comprarlo, pero la herencia de mi madre más la venta de la casa me permitió hacerlo. Para mí significa mucho, en el inicio éramos solo Juan y yo, él por el amor que le tenía a este sitio en el que había vivido toda su vida siendo hijo del antiguo cuidador, y yo porque necesitaba probarme algo... aunque en ese momento no sabía aún qué era.
Angie lo escuchó al tiempo que tomaba asiento en uno de los bancos que allí estaba y perdía la vista en las flores que caían de la parte superior.
—Lo levantamos él y yo, cortamos cada hierba crecida, limpiamos el terreno, y luego, plantamos una a una estas flores. Y yo lo vi crecer, día tras día lo vi florecer, llenarse de vida, cobrar de nuevo fuerzas... El abandono no pudo con este parque...
—Ni contigo... —murmuró ella.
—Ni conmigo... —asintió él con orgullo—. Me distraje aquí, deseé hacerlo el mejor sitio del mundo para mí, un sitio donde me sintiera a gusto...
—Y lo lograste... —susurró ella.
—Sí... lo logré... Yo salvé a este sitio de la ruina y este sitio me salvó a mí —confirmó.
—Te dio esperanzas...
Él asintió.
—Estabas en todas mis decisiones, ¿será que a Angie le gustarán más las rosas o los claveles? —susurró señalando el sitio donde crecían las primeras—, y lo sé, suena a algo un poco tóxico, pero te juro que ese no es el sentido que le di.
—Lo sé...
—No es que no haya podido olvidarte, Angie —dijo él entonces volteándose a mirarla y acercándose a ella con ternura—, es que no he querido hacerlo... —admitió.
Ella sonrió.
—¿Por qué? ¿No hubiese sido más sencillo?
—¿Y perderme la hermosa sensación de estar enamorado de ti? —inquirió—. Eso es lo que me mantiene vivo, lo que me hace feliz.
—Pero ¿qué clase de amor es un amor que no es retribuido? —quiso saber ella.
Bastian suspiró, miró alrededor y sonrió.
—Un amor libre... un amor que acepta, suelta, libera y perdona...
—¿Y eso te hace feliz? ¿Cómo?
Bastian se sentó a su lado y le tomó de la mano con dulzura, dibujó figuras sobre su piel.
—El simple hecho de saber que estás viviendo en el mismo mundo que yo a mí me hace feliz...
Ella recostó su cabeza sobre su hombro.
—No es suficiente para mí, quiero más... —susurró—, quiero lo que tienen Maxi y Dulce... quiero un amor en el cual dormir y amanecer...
—Pensé que ya no querías eso —musitó él besándola en la frente.
—Yo también lo pensé...
Él sonrió, se levantó, caminó hasta un costado en donde Angie no había visto reposaba una cajita, sacó un pastelito, encendió la vela, y arrodillado ante ella, se lo puso en frente:
—Antes de soplar esta vela, pide ese deseo... —susurró y cantó:
Terevy'aiteke
Terevy'aiteke
Ko nde ara mbotyre
Terevy'aiteke
Angie deseó el amor que alguna vez soñó y luego sopló la vela.
Se quedaron un rato en silencio y ella preguntó.
—¿Qué idioma era ese?
—Guaraní... me lo enseñó uno de los peones de la granja —comentó—, se habla en Paraguay.
—Suena bonito y dulce... —Él asintió.
—Todavía nos queda un poco más, vamos —susurró pasándole la mano.
El atardecer los encontró en el mirador, sentados sobre la misma manta de colores como hacía muchos años atrás.
Al llegar, Bastian le cantó cumpleaños en Alemán y repitió el ritual del pastelito, la vela y el deseo. Angie deseó abrazarlo.
—Es hora de que comencemos a cerrar el día —dijo de pronto y ella sintió que el corazón se le detenía—. Ha sido hermoso vivir estos días llenos de recuerdos y emociones que pensé ya nunca experimentaría, Angie... y quiero darte gracias por eso...
—Ya me lo dijiste el otro día, me diste las gracias y no comprendí... pero ahora sí entiendo, eso de robarle al tiempo un instante.
Él sonrió.
—Gracias por estos días, gracias por toda la vida...
—Parece que te despides de mí como si no me fueras a ver nunca más... y es ahora cuando yo he decidido que quiero volver a unirme a ustedes. Lo he hablado con Maxi y Dulce, ellos me quieren en sus vidas y yo quiero ser parte...
—Lo eres...
—Sí, pero quiero estar aquí en los cumpleaños de Samuel, en las fiestas de Navidad, en tu cumpleaños... —susurró.
—Y estarás las veces que quieras y nos veremos las que desees...
—¿Entonces? ¿Por qué siento que te estás despidiendo? —inquirió.
—Porque lo estoy haciendo... me estoy despidiendo de ti como la mujer que amo y siempre amaré. Quiero que recuerdes este día, es el último de Angie y Bastian —susurró y sintió que el nudo en la garganta comenzaba a agrandarse con voracidad—, es el último de nosotros como la pareja que alguna vez fuimos.
—¿Por qué? —inquirió ella.
—Porque eso es lo mejor para los dos, tenemos que avanzar, Angie... no podemos quedarnos detenidos en un pasado que no fue.
—Pero dijiste que tu no querías a nadie más que a mí o que no ibas a tener con nadie más lo que tuviste conmigo —se quejó como niña pequeña.
—Y lo sigo manteniendo, pero eso no quiere decir que no necesite un cierre...
—No te comprendo... —bufó Angie.
Bastian suspiró. Tomó su celular y buscó una música de su lista.
Nuestro amor era igual
Que una tarde de AbrilQue también es fugazComo ser feliz
Pudo ser y no fue
Por ser la vida como esNos dio la vuelta del revés Lo ves, lo ves
Nuestro amor era igual
Que una mañana sin finImposible tambiénComo no morir Dejó de ser o será?
Porque el diablo es como es
Juega contigo al esconder
Lo ves, lo ves
Y ahora somos como dos extraños que se van sin más, como
Dos extraños más que van quedándose detrásYo sigo estando enamoradoY tu sigues sin saber si lo has estado Y si te quise alguna vez
Lo ves, lo ves
—Durante mucho tiempo me sentí triste por la manera en que acabó lo nuestro, porque me parecía que nuestra historia había sido demasiado bella como para que tu último recuerdo de mi fuera yo tirado en el piso de un aeropuerto, destruido, acabado... Quería regalarnos un mejor final, quería volver a vivir para poder darnos al menos un buen cierre, ¿sabes? Como una bonita película con un mejor final.
—¿Y te parece que despedirnos es el mejor final? —inquirió.
—No es el mejor, pero es lo que debe ser... Yo no me voy a ir de tu vida, compréndelo... Nos seguiremos viendo, interactuando, pero ya no va a ser como ahora, ya no vamos a decirnos cosas ni a mirarnos, no vamos a bailar juntos ni a pasar desnudos una tarde, ya no voy a decirte que te amo por más que lo veas al mirarme...
—¿Por qué?
—Porque es lo que necesitamos para seguir, estamos atados a esto... Necesito liberarte, Angie, y necesito que me liberes...
—P-pero...
—Con saber que eres feliz a mí me bastará... ¿Me lo prometes? ¿Serás feliz?
—Ni siquiera sé lo que eso significa —respondió ella atribulada.
—Pues averígualo entonces —susurró él—, y cuando lo hagas... sé feliz...
—Entonces es esto... vas a acabar con todo...
—Ya todo se ha acabado hace tiempo, yo solo quiero cerrar bien nuestra historia... nos lo merecemos...
—El último día... —musitó.
—Sí, hoy es nuestro último día como la pareja que alguna vez fuimos... desde mañana, seremos dos amigos de toda la vida...
—Qué fácil decirlo. No tiene sentido...
—Serás la última para mí —respondió—, fuiste la primera... y serás la última...
—¿Se supone que tengo que creer que no te enredarás con mujeres desde ahora hasta que te mueras? ¿Acaso piensas morir mañana? —zanjó enfadada.
—Puedes estar segura de que no voy a involucrarme emocionalmente con nadie.
—No te creo —respondió ella.
—Eres libre de no creer —añadió él.
Angie sintió que el corazón se le partía en pedazos, no quería, no quería cerrar nada, pero ¿qué tenía para ofrecer? Ya no eran niños que soñaban con un futuro incierto, ya no se creían dueños del mundo. Habían caminado, habían caído, habían sufrido, y sabían que la vida tenía sus complicaciones y que muchas veces los sueños se quedaban solo en eso, en sueños.
Las lágrimas cayeron de sus ojos, ella tenía su vida lejos de él y él tenía la suya allí.
—Aquí fue nuestra primera vez y hoy nos despedimos en el mismo sitio... la última vez —dijo Bastian y también comenzó a llorar.
—¿Por qué duele? —inquirió Angie.
—El duelo siempre es doloroso —replicó él y la abrazó con cariño.
La noche cayó sobre ellos y cuando las lágrimas se agotaron y el alma quedó en reposo, Bastian la invitó a regresar.
Angie lo acompañó, salió de Felicidad con la sensación de que todo había acabado, y ni siquiera sabía si eso tenía sentido. ¿Qué había acabado si al final nada había sucedido?
Se dejó caer en el asiento y se enroscó en sí misma, apretó sus rodillas contra su pecho y se sintió triste.
Y en ese momento Angie supo que no quería que nada se cerrara, pero no sabía qué hacer al respecto.
A pedido de ustedes y por el Black Friday les doy un cap extra. Ahora nos quedan solo 7 capítulos y el epílogo... Estamos en la recta final de mis queridos Angie y Bastian.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top