Capítulo 24

Al acabar la ceremonia religiosa se realizó la boda civil, una vez terminada y como Andrea había planificado, se sirvió la comida. Todos estaban felices y la alegría se podía sentir en el ambiente. Angie estaba sentada en la misma mesa que sus padres, terminaba de comer, cuando Andrea tomó el micrófono.

—Espero que todos estén disfrutando de la fiesta, de la comida, del amor de los novios —dijo señalándolos—. Al menos por lo que se ve en sus miradas, ellos sí. ¿Verdad? —La gente asintió—. Desde que se me contrató para esta boda me dijeron que ellos querían hacerlo a su manera, no les importaba nada de lo que fueran las tradiciones, ellos solo querían que este día fuera memorable para ellos y que sea como lo soñaron, por eso ahora, mientras se sirve el postre, los novios se dirán algunas palabras, pero ellos decidieron cantarse, así que los escucharemos con atención y entusiasmo.

Todo el mundo aplaudió y ambos se pusieron de pie.

Un joven con una guitarra se puso de pie muy cerca y Maxi comenzó.

—Esta es nuestra canción —mencionó—, una que escuchamos una vez cuando éramos más jóvenes y nos acompañó a lo largo de todo este tiempo. Queremos compartirla con ustedes esta noche, pero, sobre todo, queremos cantárnosla, yo a ella y ella a mí. No somos cantantes así que no esperen que salga afinado, pero espero de todas formas la disfruten...

El público aplaudió.

Las primeras notas sonaron en la guitarra y Maxi comenzó:

Qué intenso es esto del amor
Qué garra tiene el corazón, sí
Jamás pensé que sucediera así

Bendita toda conexión
Entre tu alma y mi voz, sí
Jamás creí que me iba a suceder a mí

Por fin lo puedo sentir
Te conozco y te reconozco que por fin
Sé lo que es vivir
Con un suspiro en el pecho
Con cosquillas por dentro
Y por fin sé por qué estoy así

En ese momento se tomaron de las manos y muy junto uno del otro, cantaron sin dejar de mirarse:

Tú me has hecho mejor, mejor de lo que era
Y entregaría mi voz a cambio de una vida entera

Tú me has hecho entender que aquí nada es eterno
Pero tu piel y mi piel pueden detener el tiempo, oh

Después de aquello, los dos se abrazaron, la guitarra seguía sonando y fue ahora el turno de Dulce:

No he parado de pensar
Hasta dónde soy capaz de llegar
Ya que mi vida está en tus manos y en tu boca

Me he convertido en lo que nunca imaginé
Has dividido en dos mi alma y mi ser
Porque una parte va contigo, aunque a veces no lo sepas ver

Por fin lo puedo sentir
Te conozco y te reconozco que por fin
Sé lo que es vivir
Con un suspiro en el pecho
Y con cosquillas por dentro
Por fin sé por qué estoy así

Volvieron a tomarse de la mano, esta vez mirando a la gente que los acompañaba y cantaron juntos:

Tú me has hecho mejor, mejor de lo que era
Y entregaría mi voz a cambio de una vida entera

Tú me has hecho entender que aquí nada es eterno
Pero tu piel y mi piel pueden detener el tiempo...

Y la emoción de la gente mientras ellos repetían el estribillo y se abrazaban estalló en aplausos y vítores.

Andrea tomó de nuevo el micrófono al tiempo que los novios volvían a su lugar entre besos y palabras susurradas al oído.

—Y como a los novios parece que les encanta el karaoke —bromeó Andrea—, han dejado abierto el micrófono para tres personas más que deseen cantar hoy. Si quieren pueden dedicarles una canción a los novios... ¿Quiénes serán los valientes? Solo tres ya que luego pasaremos al baile.

De inmediato Dina levantó la mano. Ella y Angie tenían los ojos llenos de lágrimas, emocionadas al tope con lo que acababan de vivir.

—¡Allá está la primera valiente! —dijo Andrea pasándole el micrófono.

Mientras Dina cantaba «Gracias a la vida» y miraba con emoción a su hijo y a su nuera, Angie no pudo despegar sus ojos de Bastian. Todo ese tema de las bodas solía dejar a las personas bastante vulnerables, pero en este caso era especial. Lo miraba, él jugaba con su perra, distraído, pero ella sabía bien que estaba emocionado, feliz, por lo que sus mejores amigos habían logrado, y triste, porque él anhelaba aquello con locura.

Angie sintió una punzada en el pecho. Tenía ganas de ir junto a él y abrazarlo, y que el resto del mundo desapareciera y solo fueran ellos dos por un instante.

La gente comenzó a aplaudir y así supo que la canción de su madre había acabado. No le dio mucho tiempo para pensar, pues un grupo de chicos que parecían ser compañeros de trabajo de Maxi tomaron el micrófono y comenzaron a cantar una canción muy movida que ella no conocía.

La gente comenzó a reír y a aplaudir con entusiasmo, incluso Maxi se puso de pie y bailó en su lugar un buen rato. Pero Angie estaba en otro mundo, en una canción...

La había escuchado por primera vez cuando venía de trabajar, era vienes y estaba cansada, había puesto la radio del vehículo para mantenerse despierta. No le interesaba buscar alguna estación que le agradara, nunca escuchaba radio, pero esa vez fue diferente. La letra le llamó la atención de inmediato y la llevó al pasado.

No tardó en conseguirla, agregarla a su lista de reproducción y aprenderse la letra. La hacía sonar cada vez que lo extrañaba.

Y en ese momento lo extrañaba... lo tenía allí, en frente, a no más de diez pasos, pero lo extrañaba. Necesitaba cantarla, necesitaba cantársela.

No lo pensó. Se puso de pie en busca del micrófono, se adelantó por si alguien quería arrebatárselo, después de todo Andrea había dicho tres personas. Esa era su oportunidad. No se movía con la razón, se movía con el corazón. Y hacía mucho que Angie no se movía por este, de hecho, solo lo había hecho una vez durante toda su historia, durante el tiempo en el que estuvo en pareja con Bastian.

Sería por eso por lo que el corazón le latía con tanta fuerza y las manos le comenzaron a sudar. Tenía miedo, vergüenza y a la vez una necesidad enorme de hacer aquello, de tirarse al vacío, de volar.

—Y la última canción nos la cantará la hermana del novio —dijo Andrea pasándole el micrófono.

La gente aplaudió.

Bastian la miraba confundido, su ceño medio fruncido daba pauta de su desconcierto. Esa no era Angie, Angie no hacía esas cosas, ella no era espontánea ni cantaba en público. Bastian pensó que de verdad debería estar emocionada para animarse a eso, así que se puso atento para contemplarla y disfrutar de aquella escena.

Y ella lo miró.

Y su mirada le llegó como si le hubiese chocado un tren, lo dejó golpeado, anonadado, confundido. Podía ver su alma tras sus ojos, podía leer su anhelo. Lo quería a él, quería cantarle a él y él lo sabía.

Los primeros acordes de la canción comenzaron y su voz, trémula, comenzó a sonar.

Recuerdo que contigo fue tan diferente, tan natural
Jugando me decías que leías mi mente, y era verdad

Aún guardo cada carta que me diste
Y aunque hay palabras que nunca dijiste
El tiempo que tuvimos no fue suficiente para olvidar, no
Aunque yo sé que es tarde para recordar...

Y una noche rota
Fue la última vez que te perdí
Una vida loca
Cuando sin querer me despedí

Y hoy que tú ya no estás, tú ya no estás
Tú ya no estás aquí
Se quedó en mi boca
Una historia, una canción y un beso en Madrid.

Angie se había acercado a él, lo miraba, lo hipnotizaba con su canto y lo llamaba. La gente pareció notar la tensión porque un silencio de hierro se levantó en el ambiente.

Y él conocía esa canción, la había escuchado un viernes cuando iba de su casa a la casa de Dina para pasar el fin de semana. Había puesto la radio, cosa que no solía hacer, y la oyó, se le pegó al alma porque la letra lo hizo viajar por el tiempo y lo llevó a ella.

La bajó en su lista de reproducción y la escuchaba a menudo, cada vez que la extrañaba o sentía que la necesitaba. Solía pararse en la terraza, mirar el vacío y cantarla fuerte, cuando estaba solo... por si acaso ella en algún rincón del mundo le escuchara.

Se levantó de prisa, se acercó a ella, le quitó el micrófono y continuó.

Parecen solo días y va casi un año que te lloré
Yo sé que estamos bien, pero a veces te extraño, yo te adoré.

Yo te adoré con locura y aunque el tiempo todo lo cura
Hay amores que se olvidan, hay amores que siempre duran
Esto no fue una aventura
Pero tuvo que terminar

Aunque yo sé que es tarde para recordar

Y una noche rota
Fue la última vez que te perdí
Una vida loca
Cuando sin querer me despedí

Y hoy que tú ya no estás, tú ya no estás
Tú ya no estás aquí
Se quedó en mi boca
Una historia, una canción y un beso en Madrid, no

Los dos se cantaban el estribillo el uno al otro como si en eso se les fuera la vida, Maxi y Dulce no podían con la emoción y se tomaban las manos con fuerza, expectantes a lo que sucedería luego de eso. Dina y Mateo hacían lo mismo mientras Annette daba pequeños brinquitos en su asiento, feliz de presenciar aquello.

La música llegaba a su final y ellos la cantaban con fuerza, con dolor y con amor, con emociones que chocaban en su interior como fuegos artificiales.

Sé que hubo un beso en Madrid
Un beso en Madrid
Una historia, una canción y un beso en Madrid, no

Un beso en Madrid
Hoy quedará en mí
Una historia, una canción y un beso en Madrid

Y terminaron juntos, ella pegada a él, mirándose como si se fueran a fundir en uno solo en ese mismo instante. Sus respiraciones estaban agitadas y sus pechos subían y bajaban. Iban a besarse, lo sabían, todo el mundo lo sabía y lo esperaba como se espera el final de la telenovela más vista de todos los tiempos. No iba ser un beso en Madrid, pero iba a ser en Felicidad e iba a ser intenso.

Angie ya lo podía sentir, anticipaba el sabor de esos labios que había extrañado con locura, Bastian ya podía experimentar su piel explotar cuando sus bocas hicieran contacto. Necesitaba besarla, beberla, tragarla, necesitaba abrazarla y apretarla contra sí, aunque el mundo y la vida se le fuera en ello. Y ella lo deseaba también, se había mordido apenas el labio y se lo había humedecido para recibirlo.

De pronto eran ellos dos a los quince años, cuando en el techo de la casa de Bastian probaron sus labios por primera vez, de pronto eran de nuevo ellos dos, una noche cualquiera en el lago, cuando la pasión los tomó por sorpresa. Y de pronto volvían a ser ellos, besándose una vez más a los diecisiete, reconociéndose en esa boca que habían extrañado por dos años... y de pronto eran ellos en el beso previo a su primera vez, la primera vez de ambos en aquella terraza sobre la cabaña. Y de nuevo eran ellos, en cada beso que se dieron a lo largo de una relación en la que duraron cuatro años juntos y siete separados.

Ella ya sentía la respiración de él y la piel de la espalda se le erizaba, él ya absorbía su aliento para sí, ya la respiraba.

—¡Muy bien! ¡Qué bonito espectáculo! —gritó Andrea sacando a todos del estupor.

Y el momento se fue. Angie dejó caer su frente sobre el pecho de Bastian y a él no le quedó más que abrazarla y sostenerla hasta que regresara, hasta que se compusiera de aquel momento.

Y se le había ido entre los dedos... se le había escapado el beso.

La gente intentó volver en sí tras los aplausos de Andrea, pero no fue sencillo... se miraban unos a otros y murmuraban, no todos sabían lo que ahí pasaba ni lo que había pasado, pero todos fueron conscientes de lo que estaba sucediendo en ese momento, era como si sus cuerpos y sus miradas de por sí fueran subtítulos suficientes.

Angie se alejó de él y volvió a su mesa. Bastian buscó a Lucila y fue a tomar aire, necesitaba pensar, necesitaba reponerse, necesitaba llorar.

Por aquí les traigo de regalo este capítulo. Les cuento que cuando lo escribí, me emocioné muchísimo, era como si todo sucediera en mi cabeza, pude sentir la tensión jajaja. Fue divertido y frustrante... Espero lo disfruten.

Les traeré los otros dos caps de estos 4 que son de la boda mañana y pasado para que no se les haga tan larga la espera :) 

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