Capítulo 16

El viernes cerca del mediodía Angie regresó al hotel, se recostó en su cama y sintió frío. Perdió la vista en el ventanal y por primera vez en muchísimo tiempo sintió que el hotel no era su casa.

«No, no vayas por ahí, no llevas ni una semana aquí y siete años fuera». Se dijo a sí misma.

Puso a cargar su celular, el que se había quedado sin batería desde la noche del miércoles y comenzaron a llegar los mensajes.

«¿Ángeles? ¿Dónde estás? Te he llamado como veinte veces... ¿Estás bien? Me estoy asustando...». Decía Silvia.

«Ya Annette nos informó que estás con Bastian y que nadie sabe de ustedes desde el miércoles a la noche, también nos contó del papelón JAJAJAJAJAJAJA ¿Cómo cuernos creíste que Annette era la mujer de Bastian? ¿Por qué no preguntaste?». Ese mensaje era de Dulce.

«Angie siendo Angie JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. Me hiciste el año». Y ese era de Maxi.

«Ángeles, te extraño, ¿dónde estás, bebé?». Ese era de Arturo.

«Angie, ¿estás con Bastian? Eso me dijo Annette... Ay, hija, cuidado con el fuego no vaya a ser que te quemes y termines peor... No tengo nada en contra de que disfruten el reencuentro, solo piénsalo primero... aunque puede ser que cuando leas esto ya sea tarde. Te quiero, mamá». Y ese era de Dina que siempre firmaba los mensajes como si mandara una carta.

Angie rio. No le dieron ganas de escribir, así que mandó audio a cada uno.

—Ay, Silvia... lo hablamos, lo hablamos todo... todo, todo... más que todo... no aguanto más, en cualquier momento le salto al cuello. Me estoy controlando porque no es cualquier chico guapo que me excita, es Bastian... y no puedo equivocarme con él. Dime qué demonios hago...

—Hola, Dulce, ¿por qué Annette es tan chismosa?

—Me alegro haberte dado un motivo para divertirte, a mí mucha risa no me causó, pero no me quejo de los resultados... Te agradecería que le pongas un cinturón de castidad a tu organizadora de bodas, gracias...

—Hola, má... no pasó nada, no te preocupes... al menos no directamente... hablamos y nos dijimos cosas... lo arreglamos, ya no duele... eso me hace bien, me siento libre... siento que puedo volar, má... ¿Por qué me siento así? Lo extrañaba mucho, ¿sabes? He pasado unos días perfectos... y no seas mal pensada... aunque un poco sí, puedes serlo...

Angie ignoró a Arturo y se quedó tumbada en la cama con una sonrisa en los labios cuando el teléfono vibró, eran las respuestas que comenzaban a llegar.

—Cómetelo como más te guste, amiga, pero solo si no va a doler después... si no, tocará aguantarse el hambre y vivir de los recuerdos... ya sabes...

—Annette no es chismosa, somos un equipo, todos siempre sabemos todo de todos... —respondió Dulce—, pero cada vez que lo pienso me da risa... Nos reímos de lo lindo. Nos vemos esta noche en el hotel, estaré allí para las siete.

—¿Por qué te importa a ti con quién se acuesta Bastian? Esa es la pregunta, Angie de mi corazón —ese mensaje era de Maxi.

—No soy mal pensada, todo lo contrario, mis pensamientos van en la dirección correcta... Me alegra que te sientas feliz y que ya no duela... era hora de comenzar a sanar... Te amo, nos vemos hoy en el hotel para la despedida de soltera. Dulce dijo que no puede haber stripper, mataron mi ilusión, jajaja, cariños. Mamá.

Angie se echó a reír, amaba a su madre y en ese momento no podía sentirse más feliz rodeada de todos sus seres queridos.

Se dio una ducha y se acostó a dormir, no había descansado mucho la noche anterior mientras miraba a Bastian dormir en bóxer a su lado y pasaba su mano por encima de su cuerpo sin llegar a tocarlo. Sentía que eran como dos imanes, cuya fuerza tiraba a uno hacia el otro.

Eran cerca de las siete de la tarde cuando ella se encontró con Annette, Dulce, Dina y una amiga de Dulce para ingresar al SPA del hotel, allí estuvieron como dos horas entre masaje y masaje, entre tratamientos faciales, manicuras y pedicuras.

—Cuéntamelo, ¿qué pasó? —dijo Dulce cuando estuvo a solas con Angie mientras les hacían masajes en los pies.

—Luego del papelón que prefiero no contarte me quebré feo, me caí en el barro lloré como boba... Él me alzó y me llevó a una de las cabañas que está preparando, me bañó, me lavó la cabeza y me hizo masajes...

Dulce levantó las cejas con diversión.

—Cuando dices que te bañó, ¿a qué exactamente te estás refiriendo? —preguntó.

—Bueno, me desvistió y me metió al jacuzzi... no me tocó...

—¿Toda desnuda? —preguntó con curiosidad.

—Me dejó las bragas...

—Vaya... —dijo Dulce sacudiendo la cabeza como si aquello no lo pudiera creer—. ¿Y qué más?

—Yo estaba muy zombi en ese momento, me dejé mimar... él no hizo nada, nada más de lo que te dije... Luego me curó el tobillo y me ayudó a recostarme en la cama... para eso tenía puesta una bata —explicó—. Me trajo algo de comer y empezamos a hablar...

—Oh... es lo más tierno del mundo...

—Sí... hablamos por horas... nos dijimos todo lo que había que decirse. Me siento bien, ¿sabes? Tantos años guardándome las ganas de sacar todo eso fuera —suspiró—. Era de madrugada cuando acabamos, yo tenía sueño, me dormí en sus brazos. Él quería dormir en el sofá, pero no se lo permití...

—Oh...

—Necesitaba estar en sus brazos, Dul...

—Lo sé... —respondió su amiga.

—El jueves quise quedarme allí, había tanta paz... Comenzamos con una conversación rarísima y encendida... un ir y venir de cosas calientes... ya sabes cómo somos, como siempre fuimos —añadió ella sin necesidad de ahondar más, su amiga los conocía. Dulce asintió—. Bueno... pero no hicimos nada, somos conscientes de que es solo un juego de palabras... luego él me habló de sus proyectos y el resto de la tarde fue tirar ideas y armar bosquejos para sus cabañas y sus tierras... me sentí tan bien, a él parecía agradarle todo lo que yo proponía... parecíamos un equipo, uno bueno... uno de éxito.

Dulce sonrió.

—Me alegra escucharte hablar así, te siento feliz...

—Lo estoy —respondió—. Lo estoy.

Cuando las horas del SPA acabaron, volvieron a la habitación de Angie donde Annette, que había salido un poco antes, les esperaba con varios globos metálicos en forma de pene, condones inflados, afiches con chicos medio desnudos y collares de flores. A cada una le entregó una vincha que tenía un escrito. El de Dulce decía LA NOVIA; el de Angie decía LA AMIGA SOLTERA DE LA NOVIA; el de su otra amiga decía LA AMIGA CASADA DE LA NOVIA; el de ella decía LA AMIGA JOVEN Y COOL y el de Dina decía LA MEJOR SUEGRA.

Estuvieron allí escuchando música a todo volumen, bailaron e hicieron concurso de perreo, la ganadora se llevaba un pene de peluche y por votación unánime Angie se ganó el premio. También jugaron a ponerle el pene a la imagen, era un juego similar al de ponerle la cola al burro, pero había que pegar un pene en el cuerpo de un chico, lo hacían con los ojos vendados y siguiendo las instrucciones de las demás. Allí la ganadora fue Dina y se llevó un colgante en forma de pene.

Tomaron cocteles de fruta sin alcohol, para acompañar a Dulce que no debía beber, y también comieron muchas pizzas.

Lo cierto era que lo pasaron genial, y cerca de la media noche, se encontraban todas tiradas en la enorme cama jugando a un juego de preguntas en las que cada una sacaba una tarjeta y las demás debían responder.

—Posición favorita —dijo Dina mirando su tarjetita.

—Ahora mismo la única que me queda cómoda es de cuatro —dijo Dulce—, pero me encanta... —todas se echaron a reír.

—A mí me gusta estar encima —comentó Annette—, me siento dominante.

—Uuuu —alentaron las demás.

—Yo soy más tradicional, voy por el misionero —mencionó la amiga de Dulce que había sido invitada.

—Yo... hmmm... creo que apoyo a Annette —dijo Dina y Angie y Dulce comenzaron a aplaudir.

—¿Y Angie? —preguntó Annette.

—Ahhh... no lo sé... todas tienen lo suyo.

—Cualquiera mientras sea con Bastian —zanjó Dulce y ella sonrió.

—Uuuuuu —gritaron todas.

Así siguieron respondiendo preguntas y fingiendo que estaban borrachas, aunque bien sabían que ninguna había tomado, pero aquello le sacaba un poco la presión de desinhibirse con esa clase de charlas cuando el pequeño grupo estaba formado por familiares.

Mientras tanto, los chicos no hacían más que tomar. En ese grupo estaban Maxi, Bastian, Juan, Mateo y Luis, el antiguo amigo del colegio con quien Maxi se había reencontrado en la universidad de nuevo. Bastian solo tomaba agua mientras controlaba que los demás no se pasaran de copas, él era el encargado de manejar además no tomaba hacía mucho, el alcohol había sido su ruina.

Reía de las ocurrencias de sus amigos mientras jugaban al villar o se ponían a cantar como locos cuando sonaba una canción. Incluso Mateo estaba animado, y eso que él era bastante serio.

Cerca de las dos de la mañana, recibió un mensaje de Angie.

«Ya nos aburrimos y soy la encargada de preguntarte si podemos ir junto a ustedes».

«De poder pueden, pero acá encontrarán chicos borrachos... uno peor que el otro».

«Dicen las chicas que ya lo saben, pero que igual quieren ir». Dijo luego de consensuarlo con las demás.

«Vengan, les esperamos entonces...».

«Dulce quiere saber qué grado de borrachera tiene Maxi del 1 al 10, el 10 es el peor dice».

«Maxi sabe tomar, ella lo sabe, dile que deje de ser tan tóxica». Bromeó.

Maxi jugaba al billar con Bastian en una mesa mientras Luis apenas se mantenía en pie al costado de la misma. Mateo ya casi dormía y se quejaba por haber perdido su juventud y Juan ya se había despedido con la excusa de que los granjeros no saben dormir tan tarde.

—Vaya despedida de soltero —se quejó Maxi—, ni un poco de acción antes de colgarme el collar al cuello.

—Te lo colgaste hace años —dijo Bastian con diversión—, Dulce solo te lo aflojó un poquito hoy —añadió.

—Ya quisieras tú que Angie te colgara un collar al cuello —añadió.

—No lo niego —respondió él con diversión.

—¿Máximo Moyano?

Una muchacha se acercó a ellos.

—Hey. ¿Quién eres? —preguntó él.

—¡Y Bastian Gallardo! —exclamó—. Qué bueno verlos, chicos, dijo y los abrazó.

—¿Hola? —saludó Bastian acercándose.

—¿No me reconocen? —preguntó la muchacha y Maxi abrió bien los ojos tratando de enfocar.

—¿Olivia? —preguntó.

—La misma, ¡tantos años! —exclamó—. ¿Qué hacen aquí?

—Es su despedida de soltero, se casa con Dulce —explicó Bastian a la exnovia de su amigo.

—¿Dulce? ¿En serio? ¿Siguen desde el colegio?

Maxi asintió.

—Vaya, y pensar que en algún momento pensé que te recuperaría —zanjó.

—Dulce es mi dueña —respondió Maxi sujetándose por la mesa.

—¿Ah sí? ¿Y me dejarías darte un beso de despedida entonces? Como en los viejos tiempos —pidió la muchacha.

Bastian notó que ella también estaba pasada de copas por la manera en que reía y lo desinhibida que estaba.

—¿Qué dices, Bastian? —preguntó Maxi con diversión—. ¿Te acuerdas lo que me hizo sufrir esta? —añadió.

—De esta nada... —se quejó Olivia—, eras un buen chico, demasiado bueno para mí, te salvé —se rio—, pero caíste en las manos de una peor.

—No hables así de Dulce —dijo Maxi señalándola con un dedo.

Olivia tomó el dedo en su mano y lo estiró hacia sí, se colgó por su cuello y le prendió un beso.

Y en ese momento, Dulce ingresó al sitio y vio una escena que jamás esperó encontrar.

Bastian estiró a Maxi del brazo separándola de la chica y le pidió cortésmente que los dejara solos. Mateo se puso a aplaudir y Luis a gritar IUUUU, Angie llegó justo cuando eso estaba sucediendo, primero miró a Bastian y luego a Dulce, que se llevaba la mano a la panza y salía de allí lo más rápido que podía.

Dina se acercó a su hijo y le prendió una cachetada, Annette se quedó perpleja junto a la otra amiga de Dulce.

Bastian fue el primero en reaccionar, estiró a Maxi que todavía no terminaba de comprender lo que sucedió y buscó a Angie.

—Vamos —le dijo—. Hay que buscar a Dulce.

Angie sacudió la cabeza y lo siguió.

—¿Qué sucedió? ¿Quién era? —preguntó.

—Olivia, y no fue nada, la tipa vino y se le colgó al cuello. Los dos están borrachos...

—¿Olivia la ex de Maxi? ¿Su primera novia del cole?

—La misma, y Dulce lo sabe... —dijo Bastian.

—¿Por qué dices? Yo no la reconocí.

—Es Dulce, ella lo sabe... —afirmó.

—¿Qué haremos?

—Primero despertar a este —dijo mientras lo tiraba en el asiento trasero—, vamos a llevarlo a tu habitación y lo vamos a bañar.

—No cuentes conmigo para eso.

—No seas ridícula, es tu hermano —zanjó Bastian con decisión.

—De todas formas, no lo haré —añadió.

—Bien, lo haré yo y tu le conseguirás un café bien cargado. Le explicaremos lo que pasó e iremos por Dulce.

—¿Dónde la encontraremos?

—Yo sé —replicó él—, pero dejémosla sola un rato... lo necesita.

Bastian cerró la puerta y se subió al asiento del acompañante, Angie ya estaba en el de conductor.

—¿Siempre sabes todo? —preguntó ella.

—Siempre, que no te quepa duda —respondió y le guiñó un ojo.

—¿Tomaste algo?

—Yo no tomo —respondió él—. ¿Tú?

—No, nosotras hicimos causa común y nadie tomó nada.

—Bien... acelera —pidió él y Angie obedeció.

Hola. ¡Angie y Bastian quieren celebrar con ustedes que quedamos finalistas en los wattys con su versión juvenil Lo que Angie creía que sabía! Así que por eso les traigo este capítulo de festeho. 

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