Capítulo 15


El jueves temprano, Angie sintió algo húmedo en el pie, abrió los ojos para ver a Bastian de espalda observando el paisaje a través de los vidrios de la habitación y a Lucila lamiéndole la planta del pie.

—Luci, déjala dormir —susurró Bastian.

Angie hizo un gesto para que el perro subiera y este dio un brinco sobre la cama para comenzar a lamerle las mejillas, el cuello y lo que pudiera. Angie se cubrió.

—Hola... —saludó Bastian al verla.

—Buenos días... Es intensa —dijo mientras se limpiaba las babas de la perra.

—Ya te quiere, eso es bueno —respondió él y se acercó—. ¿Quieres desayunar? Temprano me trajeron leche fresca, huevos y algunas cosas más.

—Sí... huele bien —dijo cuando se percató de que el café humeante ya los esperaba en la mesa.

Angie se levantó sin preocuparse por cubrirse, caminó así hasta la mesa y se sentó.

—Deberías ponerte esa bata —susurró Bastian—, mi autocontrol no es tan, taaaaannn confiable después de todo.

Angie sonrió.

—Me siento bien esta mañana, libre... Dijiste que esta cabaña se llamaba esperanza, me gusta... así me siento —afirmó.

—¿Tu tobillo? ¿Cómo está? —preguntó.

—Bien, no duele...

—¿Nada duele? —preguntó él.

—Nada de nada —respondió ella y le guiñó un ojo. Angie comprendió que él se refería a algo más.

—¿Qué tienes ganas de hacer hoy?

—Quedarme aquí —dijo ella—, hacía mucho que no dormía así, que no descansaba en realidad... Tu masaje, la cama... tus brazos —admitió lo último con un hilo de voz—. Un día más...

—Un día más está bien —sonrió él—, mañana tenemos la despedida de solteros.

—¿Cuál es el plan? —quiso saber Angie.

—Dulce amenazó con no casarse si poníamos strippers —dijo encogiéndose de hombros—, dice que o ambas despedidas son similares o no se hace ninguna.

—Me parece lo justo —asintió Angie con diversión—. Nosotras iremos al Spa del Estrella, pasaremos una bonita tarde y luego cenaremos en la habitación. Dejé a Annette encargada de la decoración de la cena.

—Te aseguro que habrá penes voladores... no conoces a Annette —susurró Bastian.

—Dijo que haría colgantes y vinchas con penes de todos los tamaños y formas —rio Angie—, y a mí me pareció genial —afirmó—. Incluso ofreció traer un montón de vibradores, pero eso ya fue demasiado —añadió.

Bastian se echó a reír.

—Nosotros iremos a un bar... es todo lo que Dulce nos dio permiso de hacer... vamos a llevar a Maxi a desestresarse un poco con unas copas... lo necesita.

—Bien, nada de strippers entonces —dijo Angie señalándolo.

—¿Me lo dices a mí? —inquirió él con diversión. Ella asintió—. Y yo que pensaba invitar a Andrea.

Angie puso los ojos en blanco.

—Háblame de las mujeres con las que has estado —quiso saber.

—No me alcanzaría el día —bromeó él, pero Angie lo supo de inmediato.

—No seas tonto, cuéntame... ¿Alguna novia en serio?

—Una... Francesca —musitó—, por así decirlo... el resto solo fue diversión.

—¿Te enamoraste? —inquirió Angie.

—Una sola vez en mi vida, y no de ella —respondió él con seguridad—, pero la quise, me sentía bien a su lado. No terminamos en buenos términos, por mi culpa, como siempre —se encogió de hombros—, ella quería más de lo que yo podía darle... Y luego, pues un par de chicas por aquí y por allá... para pasar el rato...

Angie asintió.

—¿Tú?

—Ya lo sabes... Sebastián fue alguien más o menos importante, pero no funcionó, lo encontré acostado con una de las mucamas del hotel...

—Auch...

—No dolió —se encogió de hombros—. En aquella época nada dolía más que...

No dijo más.

—¿Y luego? —preguntó él.

—Un par de chicos por aquí y por allá...

—Sexo puro y duro —musitó él con diversión—. Quién lo diría, Ángeles Moyano... —E hizo un gesto como si aquello fuera increíble.

—Tuve un buen maestro... —dijo ella guiñándole un ojo—, uno que me inició en las artes del sexo...

—Y todo lo cuadrada y controladora que eres en la vida lo contrapones con la libertad en la cama... es bueno, hay que buscar el equilibrio —añadió él siempre siguiendo el tono bromista.

—¿Te acuerdas de que prometimos ser los primeros, los únicos y los últimos? —rio ella—. ¿Qué habríamos estado pensando?

Bastian se encogió de hombros.

—Supongo que pensamos que lo lograríamos... después de todo Maxi y Dulce llevan acostándose hace más de diez años y son exclusivos... de que se puede se puede...

—Claro que se puede, eso no lo dudo —respondió ella—. Aunque el sexo ya no tiene el mismo significado para mí hoy...

—¿A qué te refieres? —quiso saber él.

—No lo sé, es... más de lo mismo...

—Oh... eso es un poco triste... pero, aunque no lo creas, lo comprendo —acotó.

Quedaron en silencio por un buen rato sin saber qué decir, pero sintiendo ambos el deseo inflamando sus entrañas. Y es que eso había sido así siempre.

—¿Recuerdas que decías que lo importante no era el primero sino el último? Antes no lo comprendía, ahora toma más sentido —dijo Bastian pensativo—, al final es el último el que se queda allí... los demás se convierten en pasado, en aventuras... en recuerdos...

—Sí... pero el primero es importante también... al menos lo es para mí, es un bonito recuerdo...

—¿Incluso cuando el chico no aguantó a esperarte? —dijo él con una sonrisa.

Angie negó.

—Lo compensó con la boca y con las miles de veces que lo volvimos a hacer...

—Ese chico habrá sido todo un dios en la cama —dijo él con diversión.

—Oh, sí, ya lo creo...

—Sí sabes que si seguimos jugando con fuego nos vamos a quemar, ¿no, Angie?

—Y si eso pasa, que empiece el incendio —exclamó ella con diversión.

—Angie... —la miró él extrañado.

—Bastian... —respondió la muchacha con voz inocente.

—Podríamos empeorarlo todo...

—Sí, es probable... pero —negó con la cabeza.

—¿Pero?

—No sé... no me hagas caso... —musitó avergonzada.

—Dímelo...

—No...

—Por favor...

—No...

—Te lo suplico...

—No...

—Te lo imploro...

—Sabes que nuestras pieles van más rápido siempre... es solo eso, la química es innegable... siempre ha sido así...

—Lo sé... —dijo él con una sonrisa pícara.

—¿Por qué te has dejado la barba? —preguntó ella.

—¿No te gusta? —quiso saber él.

—No lo sé, por momentos sí...

—Es sexy... —acotó él y luego hizo un gesto como si le tirara un beso.

—Eso dijo Dulce —respondió Angie.

—Oh, es bueno saberlo —añadió él con diversión.

—Nunca besé a alguien con barba... —dijo Angie pensativa.

—¿Y quieres saber qué se siente? —preguntó él.

Angie se encogió de hombros.

—Puede ser que en algún momento sienta esa curiosidad...

—Definitivamente si seguimos así no vamos a llegar vírgenes hasta que te regreses —bromeó él.

—No somos nada vírgenes tú y yo —dijo ella guiñándole un ojo.

—No escuches estas conversaciones, Lucila —dijo Bastian acariciando a la perra que acababa de colocar su cabeza sobre sus piernas para que la acariciara—, no sea que luego salgas por ahí a buscar perros. Soy muy joven para ser abuelo.

Angie se echó a reír.

—Mamá dijo que la viste y te enamoraste de ella, yo pensé que era una mujer —se quejó.

—¿Y eso te alteró?

—Sabes que sí —respondió ella con sinceridad.

—La encontré en una caja cerca del aeropuerto cuando esperaba el bus para regresar a casa al volver de ir a buscarte... Era pequeñita y estaba enferma, casi se muere... un veterinario me la curó y lo hizo todo gratis...

—¿Y así nació tu amor por dicha profesión?

—Sí... así mismo... Y Lucila fue mi compañera desde ese día, mi familia...

—Se convirtió en parte del equipo —comentó Angie y él asintió.

—Me salvó...

—Entonces, gracias, Luci... —dijo ella y miró al perro que le movió la cola y se acercó a buscar un poco de cariño.

La perra puso sus patas delanteras sobre las piernas de Angie y coloco su cabeza entre sus pechos, ella la acarició.

—Quién fuera Lucila en estos momentos —dijo Bastian con diversión.

—Puedes venir y hacerlo cuando tengas ganas —respondió ella guiñándole un ojo.

—Siempre te ha agradado tentarme... —musitó él como si estuviera ofendido.

Angie se movió un poco para que Lucila se sentara a su lado y entonces Bastian lo vio.

—¿Qué tienes allí? —quiso saber y señaló la parte izquierda de su ingle donde sus bragas cubrían un dibujo.

—Un tatuaje —respondió ella.

—¿Me lo muestras? —preguntó él.

—No...

—Por favor —pidió.

—No, otro día, si te lo ganas —musitó y se encargó de cubrir bien la zona.

—Oh... es sexy...

—Como tu barba —dijo Angie con diversión.

—Nunca estuve con una chica con tatuaje —dijo pensativo.

—¿Es en serio? —preguntó Angie.

—Sí... —asintió él.

—Me encantará ser la primera una vez más —respondió con picardía.

—¿Asumes que tendremos sexo antes de que te vayas? —preguntó él con un movimiento de cejas muy sugerente.

—Si seguimos así, es poco probable que no lo hagamos, hay que ser realistas...

—¿Y si apostamos?

—¿Qué cosa? —preguntó ella.

—Yo apuesto a que no lo hacemos y tú a que sí.

—Te encantará perder —añadió Angie divertida.

—Siempre y cuando ganes tú... todo por darte ese placer, sé cuánto te gusta ganar—afirmó él y le guiñó un ojo. Ella se echó a reír.

—Tonto, seductor.

—Te gusta, admítelo —susurró—, puedo prenderte con una mirada.

—Y yo hago así —dijo chasqueó los dedos—, y piolín reacciona como si yo fuera el flautista de Hamelin.

—Es tuyo, te obedece —dijo él y ella sonrió.

Hicieron silencio un buen rato, mientras los dos se enfriaban un poco. Angie caminó hasta la hamaca y se recostó allí. Él se dirigió hasta ella y la meció con suavidad.

—Esta cabaña es perfecta, podría vivir aquí por siempre... —musitó.

—Cuando quieras serás bienvenida —dijo Bastian con ternura.

—Háblame de las demás, de las que aún no construiste.

Y entonces a él se le iluminaron los ojos, buscó su celular y le mostró el plano de sus tierras y dónde colocaría cada cabaña, una entre los árboles, otra cerca de un lago, otra en las alturas, y así... cada una tenía una característica que la hacía única. Todas eran lujosas y exclusivas, aisladas del resto para la privacidad de los huéspedes.

—Me encanta —murmuró ella mientras ampliaba los planos de cada una de ellas.

Pronto se vio dándole ideas y él las apuntó una a una y así pasaron el día completo, desnudos y recostados sobre la mesa de la cocina, dibujando ideas sobre servilletas y papel higiénico sobre posibles mejoras a los planos de las ocho cabañas que aún no habían sido construidas.

Y Angie se sintió plena, tanto que pensó que nunca se había sentido tan feliz en mucho tiempo.

Espero que hayan disfrutado de este capítulo.

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