𝑨𝒄𝒕𝒐 𝑰𝑰𝑰



Recordó la primera vez que interactuó con Yuuji. El chico estaba sacando cajas de un camión transportador, sostenía tres cajas al mismo tiempo una encima de la otra, las cuales se tambaleaban de un lado a otro hasta que finalmente la torre de cajas se derrumbó. Megumi quien iba pasando por su lado en la acera reacciono rápido atrapando las cajas con sus manos.

Desde ese momento mantuvieron el contacto, iniciando con una pequeña charla sobre las cajas, hasta los días posteriores donde Megumi iba cada lunes a esa florería, comprando pequeños ramos de flores, que luego dejaría depositados en el florero de la recepción principal de la clínica dental donde hacia sus prácticas.

También recordó la primera vez que Yuuji le invito a salir, él siempre era quien tomaba la iniciativa. Yuuji tenía una personalidad bastante extrovertida y animada, opuesto a lo que Megumi era, tal vez por eso terminaron haciéndose novios. Sin embargo, para Megumi era impensable la idea de tener contacto sexual con Yuuji, no le provocaba nada.

De hecho, aún seguía siendo virgen, y hace poco pensaba que así se iba a morir. Nunca sintió deseo por nadie, estaba casi convencido de que era tal vez era asexual o algo así, hasta que bueno, paso más tiempo conviviendo junto a Naoya. Ahora podía conseguir fácilmente una erección con tan solo recordar sus gemidos.

Termino yendo a una tienda de conveniencia, comprando los pastelillos favoritos de Yuuji.


— ¿Y qué tal tu día? — Pregunto Yuuji sentado sobre la alfombra muy cerca de Megumi.

— Agotador... como todos los demás. — Estiro sus brazos hacia atrás de su espalda, recargando sus manos sobre la alfombra, su torso se inclinó hacia el frente. — Pero ya solo me quedan tres años más para concluir mi carrera.

— Has estado muy estresado estos últimos días, ¿quieres que haga algo para hacerte sentir mejor? — Hablo con un poco de doble sentido, sonriéndole con travesura.

— Con la comida es suficiente, me gustó mucho la cena que preparaste para mí. — Evadió la proposición. — ¿Aún no has pensando en volver a la universidad este año? Podría ayudarte... si necesitas dinero.


Un cambio repentino en el rostro de Yuuji fue la respuesta ante aquella pregunta. Días atrás Yuuji le conto por qué había abandonado la universidad dedicándose únicamente a trabajar como empleado a tiempo completo en la florería. Negó con el cabeza un poco confundido por la notoria indiferencia de Megumi a tener un contacto físico más allá de tomarse las manos o abrazarse.

Tenían casi un año saliendo juntos, y no podía seguir ocultando sus deseos, quería intimar con Megumi, pero no quería forzarlo. Pensaba que todo a su tiempo, sin embargo, conocía muy bien a su novio, y dar el primer paso no era lo suyo.


— Si acepto tú dinero... tal vez quieras obtener algo a cambio.


Yuuji volvió a coquetear con él, acortando la distancia de sus rostros, le hablo al oído, luego se dirigió a sus labios para robarle un beso, inclinando más su cuerpo al de él. Megumi correspondió el beso sintiéndose un poco cohibido, no era muy de su gusto el compartir saliva de esa manera.

Pero pensó en Naoya, y el beso se tornó más apasionado.

En cuestión de segundos, Megumi estaba acostado sobre la alfombra, con Yuuji encima suyo con las piernas completamente abiertas sobre sus caderas. Todo indicaba a que pasarían una noche acalorada juntos, o eso parecía hasta que Megumi no pudo pasar de las caricias a quitarse la ropa.


— Yuuji, yo...

— Lo sé, lo sé... — Hablo en voz baja, con ambas manos sosteniendo las mejillas del pelinegro. — No te sientes listo. — Hizo una pequeña mueca, casi como un puchero, era adorable para alguien como él.

— Esto no significa que no te quiera, es solo que...

— Megumi, no necesitas decir nada más... yo lo entiendo. — Le dirigió una cálida sonrisa, luego le deposito un suave beso en los labios. — Vamos a ver esa serie de la que tanto me has estado hablado.



...



Los días que Toji se quedaba en el departamento eran muy bien aprovechados por Naoya, aun cuando no estaban teniendo sexo, solían hacer otras actividades juntos como charlar, cocinar, o ver simplemente una película.


— ¿Te gusta como está quedando? ¿O quieres que mezcle más tinte aclarador?


Pregunto Toji mientras sostenía una botella que parecía shampoo, sus manos estaban cubiertas por guantes negros, no quería mancharse con el tinte. Le estaba dando un retoque al cabello de su primo menor, tenía experiencia en esas cosas, ya que lo había hecho antes con el cabello de su esposa. Naoya estaba sentado en un banquillo de vista frente al espejo del baño.


— Un poco más en las raíces. — Indico mientras agachaba la cabeza, y señalaba con su dedo índice la zona.

— Esta cosa huele realmente fuerte. — Procedió a mezclar el tinte aclarador luego uso una pequeña brocha, pintando el cabello de dicha zona. — Eres un maldito vanidoso. — Comento mostrando una sonrisa burlona.

— Un exitoso profesional como yo debe verse siempre bien. — Replico con una sonrisa arrogante mientras estiraba su cuello fijando su vista en su reflejo.


Toji coloco ambas manos sobre los hombros de Naoya, inclinándose hacia él.


— Luces mejor cuando me corro en tu cara. — Le susurro al oído, sin importarle si ahora su rostro terminaba manchado con tinte rubio.

— ¿Aún tienes ese video, Toji?

— Si, es un lindo recuerdo de nuestros momentos juntos como primos, aunque a veces pienso que sería divertido enviárselo a tu padre, su reacción sería sublime.

— El moriría en ese mismo instante de un infarto. — Soltó una pequeña risa.

— ¿Y no es eso lo que te gustaría? Podrías quedarte con todas sus posesiones.

— Si, pero no quiero que lo último que vea mi padre antes de morir sea -eso-.


Compartieron una mirada cómplice, sin decir más palabras, se conocían bastante bien para entenderse con solo un gesto. Naoya no quería asesinar a su padre, pero si él muriera el día de mañana, no sentiría ni una pizca de tristeza, el viejo valía más para él muerto que vivo.

Y así los siguientes días, Naoya seguía centrado en la visita de Toji.

A pesar de la insistencia de Choso de querer pasar tiempo a solas junto a su -novio-, las excusas siempre estaban presentes, así como las mentiras descaradas. También a eso se le sumaban las visitas incomodas al departamento de Naoya donde parecía más un extraño que el novio del susodicho.

Toji solía aparecer detrás de Naoya, cuando lo miraba sentado comiendo en la cocina, inclinándose hacia su cuello, le susurraba cosas al oído, aun cuando Choso estaba enfrente de ambos primos, observándolo todo. Uno de los tantos comportamientos posesivos de Toji, le gustaba tanto sujetarlo entre sus tonificados brazos, y le gustaba ver como Naoya se justificaba con tan solo decir que así eran sus tratos desde la infancia.


— ¡No podemos seguir así, Naoya! — Choso le recrimino, totalmente harto de toda la situación. — ¡Me estoy volviendo loco con todo esto!

— ¿Podemos hablarlo después? — Trato de mantenerse tranquilo, no le gustaba causar alboroto cuando estaba en su consultorio. — Estoy muy ocupado el día de hoy.


Naoya estaba sentado sobre su escritorio, ordenando unos papeles mientras Choso estaba parado enfrente suyo. La vista del rubio estaba fijada en los archivos, sin prestarle mucha atención a quien le reclamaba, su actitud era un tanto indiferente ante la situación, ya estaba acostumbrado a los descontentos de su pareja.


— Nunca tienes tiempo para mí, desde que -él- llego, si no fuera por el hecho de que -él- es tu primo podría jurar que se han estado acostando.

— ¡Eso es una locura! — Un calor intenso le golpeo, fijo de inmediato su vista en los ojos de Choso. — Nunca pensé que me dirías semejante estupidez, Toji es... solo un familiar.

— No puedo dejar de pensarlo. — Su voz se tornó triste. — Odio sentirme así, odio sentir tantos celos... las cosas entre nosotros ya no son las mismas.

— Choso... deberías dejar de sobre pensarlo tanto, jamás pensaría en serte infiel y menos con mi primo. — Contuvo una risa, haciendo parecer que lo que decía el pelinegro era algo realmente imposible de que sucediera.

— Tienes razón... he estado muy estresado últimamente. — Dio un gran suspiro recargándose en el escritorio, masajeándose luego la frente. — Volveré a salir de la ciudad mañana... ¿quieres que hagamos planes para esta noche?

— No, no puedo... quisiera, pero...

— Entiendo, no hace falta que digas más, Naoya, iré a preparar mis maletas, adiós.

Choso salió por la puerta del consultorio, cerrándola detrás de si, era obvio que su paciencia se estaba agotando, estaba cansado, y se empezaba a cuestionar si valía la pena seguir junto a alguien tan egoísta. Lo quería, recordaba como era la bonita relación de ambos en el pasado, cuando estudiaban juntos en la universidad. Pero ahora no sabía que pensar de él.



...



Era un viernes por la noche, Naoya y Megumi estaban en el amplio sofá de la sala principal viendo una ruidosa película de acción con muchas explosiones. Estaban usando shorts cortos junto a unas holgadas camisas, ya que la calefacción estaba al máximo, era un clima que le gustaba mucho a Naoya, por ende, su departamento siempre era muy cálido.

Todo estaba en completa oscuridad salvo por la intensa luz que emanaba la enorme televisión de 80 pulgadas que tenían enfrente.

Por varios días, Megumi estuvo pensando en la forma correcta para acercarse a su -tío-, y por acercarse a él, se refería a por lo menos entablar una conversación que durara más de 5 minutos. A pesar de que llevaban un par de años conviviendo juntos, su relación era bastante distante, Megumi siempre estaba metido en su propio mundo, y para Naoya la presencia de su sobrino no era significativa para él. Megumi solo era el hijo de su primo mayor, y nada más que eso, no sentía nada por él más que una ligera simpatía.

Ambos estaban separados, cada uno en los extremos del sofá, Megumi se levantó para ir por unas palomitas a la cocina, luego volvió a sentarse en el sofá, pero esta vez más cerca de Naoya. Podría intentarse pegarse más a él, y después con algo de suerte tal vez terminarían acostándose, eso era lo que pensaba, lamentándose al mismo tiempo por carecer de habilidades sociales.


— ¡Ey! ¿qué están haciendo? — Dijo Toji animado, mientras se sentaba en el sofá con toda confianza, quedando en medio de ambos. — Esa película ya la vi hace poco en el cine, es cuando el tipo rudo tiene que rescatar a su hija por...

— Pero no me cuentes la película, Toji, yo no la he visto. — Respondió Naoya dándole un pequeño codazo.

— Estas palomitas son de mis favoritas. — Comento Toji mientras metía la mano en el tazón que Megumi sostenía, llevándose muchas palomitas a la boca. — ¿Tu ya viste esta película, hijo? — Se giro a ver al chico, pocos segundos después una explosión en la película capto de nuevo su atención.

— Maldita sea, eso estuvo brutal, ¿crees que logren rescatarla? — Pregunto el rubio sin quitar la vista de la pantalla, mientras bebía de un vaso con refresco. — ¡No, no! mejor no me lo cuentes.


Megumi se encogió de hombros, quedando relegado a la esquina del sofá. Observando como su padre y Naoya convivían alegremente, ambos primos seguían comentándose partes de la película, ignorando que Megumi estaba hay con ellos. Pero el hecho de que el chico no fuera muy hablador no le ayudaba en nada, por ende, pasaba desapercibido.


A la mañana siguiente, estaban los tres desayunando en la cocina, luciendo los mismos atuendos de la noche anterior, Toji era el único que estaba usando pantalones largos como pijama, los otros dos seguían llevando sus shorts cortos.


— ¿Recuerdas cuando fuimos al parque turístico? Dure riéndome por casi una hora cuando el celular de Maki se cayó al rio y no pudieron recuperarlo. — Comento Naoya con una sonrisa.

— No, yo no fui porque mis padres no tenían dinero para viajar. — Respondió Toji con una misma sonrisa mientras sujetaba por el borde su vaso de vidrio con jugo de naranja.


Conversaban del pasado, de anécdotas familiares, cuando era mucho más jóvenes. Megumi solo se mantenía al margen, deseando tanto tener la confianza de su padre, Toji sabia siempre que decir, haciendo que las charlas con él sean interesantes. Entendía perfectamente porque Naoya no le quitaba la vista de encima. Aunque la mente de Megumi aún no lograba descifrar lo que se escondía detrás de esa fachada -familiar-.

Megumi jamás podría pensar en la idea de que su padre se estuviera acostando con Naoya.


— ¿El parque turístico? Hana me invito a ir junto a sus padres en las próximas vacaciones. — Finalmente hablo Megumi, haciendo que ambos primos le miraran sorprendidos.

— ¿Hana? ¿Es una chica de la universidad? — Cuestiono Toji con una voz traviesa. — ¿Tienes una novia, Megumi?

— Si.. estoy saliendo con ella.

— Vaya, esa chica debe estar muy enamorada de ti que hasta piensa en llevarte de viaje, deberías aprovechar eso, después de todo tienes el atractivo de nuestra familia, disfruta de los privilegios. — Toji finalizo su declaración, mostrándose orgulloso de su hijo.


Y no era nada más que la verdad. Hana era una chica que conoció en el consultorio dental mientras ella tenía una cita para una limpieza, charlaron después del procedimiento, dándose cuenta que ambos estudiaban en la misma universidad. Ambos estaban en la carrera de medicina, pero en especialidades diferentes, y ella era un grado menor.

Hana venia de una familia de alto estatus social, con buena posición económica, sin embargo, se enamoró de Megumi sin importarle que sus padres fueran personas comunes con un apellido ordinario.

Puede ser por esa razón que jamás revelo su relación con Yuuji a su padre. Toji solo veía con buenos ojos las relaciones que se mantenían unidas por un interés, ya sea monetario o de estatus. Su madre también estaría contenta, pero por otra razón, ella siempre ha querido ver a su único hijo casado con una buena mujer.

En ese caso esta vez Megumi tomo la iniciativa, fue él quien la invito salir, y fue él quien estuvo de acuerdo en formalizar la relación. Hana era su novia ante todo su círculo social.


— Ey, ¿de casualidad no estas en la clase del viejo que tartamudea cada vez que habla? — Pregunto Naoya dirigiéndose a Megumi.

— Si, y es tan exasperante oírlo, me causa tanto repelús.

— Es asqueroso. — Naoya le sonrió al saber que ambos compartían una misma opinión. — Pensé que ya se había jubilado, o que había muerto. — Soltó una risa.


Megumi le devolvió la sonrisa, sonrojándose ligeramente. Aun cuando estaba hablando mal de otra persona, esa actitud engreída de Naoya le atraía bastante.

Solo estaba esperando la oportunidad perfecta para que algo sucediera entre los dos y haría que sucediera cuando se sintiera lo suficientemente valiente.

Pero nunca se imaginó que terminaría ocurriendo aquella noche que llego ebrio. Había recibido un mensaje de su padre una hora antes diciendo que estaría fuera de casa, apostando el poco efectivo que tenía en el casino del centro de la ciudad.

No solía ser muy amante de las bebidas alcohólicas, pero unos compañeros de la universidad le invitaron a ir un bar-karaoke bastante popular entre los universitarios. Decidió esa noche divertirse un poco, cosa que rara vez hacía, así que después de todo el alboroto, termino llegando ebrio al departamento.

Nadie lo recibió en la sala principal, pero sabía que su -tío- estaba en casa.

Camino hasta la habitación de Naoya, sin dudarlo ni un segundo sujeto la manija de la puerta, dándole un giro firme, para su suerte, la perilla no estaba asegurada así que la puerta se abrió. Contempló la vista de lo que había en la habitación, un lugar completamente ordenado, solo una cosa no concordaba con ese ambiente, y era la cama, la cual yacía con las sábanas destendidas.

Y por supuesto, observo atentamente a quien estaba recostado sobre ellas.

La luz de la sala principal se colaba dentro la habitación, así que podía observar a Naoya usando únicamente una camiseta blanca de mangas cortas, sin embargo, una de las sábanas cubría la zona de la cadera hasta donde estaban sus rodillas. Aunque solo estaba durmiendo, parecía que se lo hubieran cogido apenas hace unos pocos minutos atrás.

Arrastraba sus pies por la habitación, aproximándose lento, hasta que solo fue cuestión de tiempo para hacer lo que siempre quiso hacer con él. Estaba sobre la cama, o más bien encima de Naoya, quien repentinamente abrió sus ojos al sentir el peso extra sobre el colchón.

Mantuvieron la vista fijada uno en el otro, mientras la habitación permanecía en un penetrante silencio.


— ¿Lo harías conmigo?


Megumi finalmente hablo primero, su voz se escuchaba ronca, un poco más grave de lo normal, y su evidente aliento alcohólico golpeaba directo en el rostro de Naoya.


— ¿Ha-hacer qué...?


Balbuceo un poco, porque fue tomado desprevenido, no se esperaba esa visita por parte de su -sobrino-. Megumi no era de los que invadían el espacio personal de otros, pero en ese momento, parecía que el chico no estaba completamente consiente de sus acciones.


— Se que estas en una relación... pero también sé que te gusta acostarte con otros hombres... — Le susurro al oído. — No voy a aceptar un no como respuesta.


Esa última frase, junto al tono decidido en el que hablo Megumi, fue suficiente para que Naoya pensará en Toji, eso era algo que -él- diría, y por supuesto que también haría. No puedo evitar ruborizarse, era una mezcla de excitación con pena. Le avergonzaba estar en esa situación con alguien mucho menor que el, sin embargo, se trataba del hijo de su primo, la curiosidad por ver que tan parecidos podían ser despertó en él.


— ¿Vas a forzarme? — Le sonrió, pasando su mano por detrás de aquellos cabellos negros. — Me gustaría que lo hicieras, Megumi. ♡ — Le susurro con una voz suave, mientras sus rostros estaban tan cerca, abrió sus labios, pasando su lengua por los labios del chico, luego lo beso, introduciendo completamente su lengua en la boca de él.


Prolongaron el beso hasta que se quedaron sin aliento, Megumi tomo aire, mientras sentía como el corazón casi se le salía del pecho, jamás pensó que pudiera experimentar emociones tan fuertes. Se sentía eufórico, ansioso por sentir más, quería tomar todo lo que Naoya podía ofrecerle.

Sin pensarlo dos veces, Megumi se había deshecho de sus pantalones junto a su ropa interior, solo tenía encima la camiseta blanca manga larga de botones que regularmente usaba para ir a la universidad. Las manos de Naoya se escabulleron por dentro de aquella tela, acariciando la espalda del pelinegro, mientras jadeaba cada vez que este le besaba justo en la zona del cuello.

La dura erección de Megumi entro de una sola estocada en aquella húmeda entrada previamente ultrajada, no se podía ocultar el hecho de que alguien más había estado cogiéndose a Naoya tan solo un par de horas antes. Pero a Megumi no le importaba ni siquiera pensó en porque su falo había entrado tan fácilmente, solo quería embestir a su -tío- una y otra vez, arremeter contra su cuerpo sin piedad, porque en ese momento no se consideraba un tipo amable.

Nunca pensó que así se sentiría perder la virginidad, era glorioso. Disfrutaba tanto el poder enterrar su hombría en lo más profundo de aquellas entrañas que le envolvían con su intenso calor.

Para Naoya era muy excitante estar siendo penetrado por su propio -sobrino-, sentir su miembro viril reventándole por dentro, comprobando a la vez sus suposiciones, no era más grande que el de Toji, pero aun así le llenaba y apaciguaba su hambre.


— ¿No te sientes mal por ese chico? — Pregunto Naoya viéndole a los ojos, mientras formaba una sonrisa cínica, escabullendo una vez más sus dedos entre aquellos sedosos mechones de cabello negro.


No supo que responder en ese instante así que se quedó callado, sin embargo, no tardó mucho en hacer la conexión, Naoya sabia de Yuuji, por el simple hecho de estar saliendo con el hermano de este, en algún momento Choso tuvo que contarle sobre la relación que ambos mantenían.


— No soy el único al que le gusta coger con otros. ♡ — Volvió a hablarle al oído, con esa misma voz dulce, pasando su mano por la mejilla de Megumi en una suave caricia.

— Me gusta más estar dentro de ti que pensar en tan siquiera hacerlo con él, Naoya.


Una respuesta perfecta para el rubio, en consecuencia, sus uñas se clavaban en aquella espalda encorvada, lentamente se deslizaban por la piel, dejando un rastro rojo a su paso. Con cada embestida que Megumi le proporcionaba su cuerpo se estremecía, mientras entonaba con sus húmedos labios sofocados gemidos.

Finalmente, Megumi termino por eyacular en el interior de Naoya, mezclando su propio semen con el de su padre, quien tan solo un par de horas antes se estaba follando a su querido primo menor. Por su parte, Naoya había terminado a mitad del acto, ahora solo le quedaba tratar de regular su agitada respiración una vez que Megumi detuvo la intensidad de sus movimientos, hasta que los dos se quedaron quietos uno encima del otro.


— ¿Esta fue... tu primera vez?

— Si...

— ¿Te digo algo? Yo también tuve mi primera vez con alguien de nuestra familia, Megumi. — Le susurro formando una sonrisa traviesa en su rostro.


El pelinegro estaba tan agotado que no pudo procesar en ese momento las palabras que le eran dirigidas, en pocos segundos, paso a quedarse dormido justo aún lado de su -tío-, aún oliendo a botellas de alcohol barato. Naoya solo lo observo, para después arroparlo completamente con sus sabanas.


— Megumi llego tan ebrio, lo miré tambaleándose en el salón, luego le dije que se fuera a descansar un rato, se confundió y termino por quedarse dormido en mi cama, pero no quise molestarlo así que lo deje estar.


Una verdad a medias que Naoya le conto a Toji, una vez se encontraron hablando sentados en el sofá mientras el televisor estaba encendido. Toji había llegado a eso de la madrugada, y Naoya no tuvo más opción que explicarle la situación de porque Megumi se encontraba durmiendo en su habitación, omitiendo obviamente la parte de la cogida que tuvieron.  

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