30.- El incendio
....Perdon xd
Nota: Al inicio hago referencia al final de la temporada 1 (La intercontinental, donde el J&R ganó con vuelo) y al final de la temporada 2 (La Rodafest)
Es probable que sientan un cambio en la narración de este capitulo, ya que lo escribi en lapsos de tiempos muy...alejados entre sí. Una vez más, lamento la tardanza </3
"Puse toda mi confianza a los pies de esta colina, y ahora estoy seguro de que mi corazón nunca podrá estar tranquilo
Sé valiente y toma tu caballo, ruega porque nunca sientas el mismo tipo de remordimiento."
El Jam & Roller era interesante.
Era un equipo que desde el inicio tuvo un color propio.
Tenían un aura que los distinguía de los demás, para bien y para mal.
Eran interesantes, pero no lo suficiente para ser sobresalientes.
Lo único extraordinario que tenía el Jam&Roller era Tamara, quien se las había arreglado, con grades esfuerzos, para ponerlos en un lugar en el mapa.
Aun así, el Jam&Roller era un equipo que seguía muy apegado a un patético amor hacia el patinaje; conformándose con medallas de bronce y plata en los campeonatos; siempre pasando sin pena ni gloria en las competencias.
El Jam&Roller era mediocre, en el más puro sentido de la palabra.
Eso es lo que pensaba Emma cada vez que se enteraba de sus derrotas. Cada vez que ella editaba sus videos, cuando estaba en medio de una entrevista, cuando estaba en medio de un reportaje...cada vez que la noticia llegaba a sus oídos.
Su abuela era la que se encargaba de mantenerla al tanto, pues era ella, y no su nieta, la que estaba verdaderamente interesada en el mediocre equipo. El Jam&Roller estaba lejos de ser interesante para Emma, pero ni por un segundo se atrevería a echarle abajo la diversión a su abuela.
Sin embargo, esa diversión pronto pasaría a ser suya también, pues cuando Emma menos se lo esperaba, Tamara la sorprendió gratamente al presentar a un nuevo equipo lleno de novatos que, por el contrario, no parecían tan novatos.
Este nuevo equipo no comenzó con grandes presentaciones ni con elaboradas coreografías y de alguna forma, por este motivo, Emma estaba agradecida. Era como si Tamara se estuviera tomando su tiempo cuidando y nutriendo a su nuevo equipo, como una madre preparando a sus polluelos para su primer vuelo.
Y al llegar el momento de su primer vuelo, Emma, quien para ese entonces ya estaba muy involucrada en el mundo del deporte, pudo entender porque la comunidad estaba tan encantada con aquellas jóvenes promesas.
Fue en ese momento en el que Emma pudo observar el verdadero potencial del Jam&Roller, ese momento en el que se dio cuenta del porque tantos equipos sentían tanta hostilidad hacia aquellos novatos que habían salido de la nada.
Porque no parecían novatos en lo absoluto.
(Especialmente uno de ellos, quien llamo la atención de Emma desde el inicio.)
Oh, la rubia simplemente estaba fascinada mientras observaba la victoria del Jam&Roller en la competencia intercontinental.
¡Cuánta diferencia entre el anterior equipo del roller!
Emma casi quería aplaudir de la emoción, pues era así como debía hacerse.
Con entrega y sin ataduras.
El Jam&Roller era eso. Por eso el Jam&Roller era interesante.
Lamentablemente la racha ganadora del equipo no podía seguir de forma imparable.
Fue una tragedia que nadie se esperaba y que azotó con fuerza al J&R. Por su parte, fue su abuela quien más sufrió de las dos, pues era ella quien más cariño le tenía al equipo y a Tamara, quien era una querida amiga suya.
El incendio pausó la historia del Jam&Roller. Se suspendieron todas sus actividades, todos sus open Music, sus competencias...de repente todo se había detenido.
"Lo que rápido se obtiene, rápido se pierde." Fue la afligida metáfora que Emma había escuchado de alguno de sus compañeros con respecto a la situación del roller.
Emma no estaba de acuerdo con la frase. Poco le importaba que el roller hubiera alcanzado el éxito de la noche a la mañana. Ella solo se lamentaba, pues el potencial del roller seguía ahí, latente dentro del equipo....y...había algo más de lo que Emma se lamentaba.
Tal vez se debía a su profesión como periodista o a un deseo personal, ¿quién sabe? Pero Emma encontraba el asunto del incendio del roller....interesante.
En realidad, sí se trataba de un interés egoísta. Uno que no podía admitir en voz alta.
Era en esas ocasiones en las que su buen juicio se veía parcialmente nublado por su curiosidad. Por su deseo ególatra de simplemente conocer más.
Pero no era ella la única que estaba ansiosa por conocer hasta el más mínimo detalle de las circunstancias en las que se había desarrollado el trágico suceso. ¿Cómo podría ser solo ella? Si el J&R ya se había hecho de una creciente fama...
Tan grande que era inútil evadir el tema.
Probablemente esa era la razón de porque Vidia decidió cortar de raíz todas las investigaciones que habían estado llevando a cabo, porque, seguramente, la verdad que descubrieron era una que no era beneficiosa para nadie.
Emma lo entendía, ella sabía cómo funcionaban las cosas, ahora bien...después de tantas investigaciones por su parte, ¿por qué sentía como si se estuvieran burlando en su cara?
El Jam&Roller había sido objeto de su interés, pero ella misma sabía que ese interés se estaba esfumando.
Tantas dudas y tanta desconfianza...tantas cosas que no le involucraban hicieron que Emma decidiera olvidarse del tema. Al fin y al cabo, a ella no le gustaban los callejones sin salida.
Aun así...
—Y....¿Qué paso con tu asuntito del roller?—
Aquella estocada a su orgullo se hacía presente cada vez que alguien mencionaba al Jam&Roller.
—¿Disculpa?—Devolvió Emma la pregunta que había hecho Eugene, su novio, mientras ella estaba editando una de sus entrevistas.
—Sí, el roller...no recuerdo que ocurrió con lo del incendio.—Emma dejo lo que estaba haciendo y se volteo a verlo. El chico estaba acostado en la cama, viendo con detenimiento un video en su celular.—¿Alguna vez encontraron al culpable?—
La joven suspiro antes de regresar a lo suyo.—No, ya sabes, lo de siempre...un misterio sin resolver.—
—¿En serio? te quedaste tan tranquila que pensé que todo había salido a la luz.—
La chica negó con la cabeza.—Nop, pareciera que deseaban enterrar la información a toda costa, pero eso ocurrió hace meses...¿por qué el repentino interés?—Le dijo con cierta suspicacia.
—Es solo que al parecer participaron en una competencia importante hace unos días.—
—Oh, sí...la rodafest, ¿qué tal les fue?—
—¿De verdad quieres saber?—Pregunto el joven mientras se estiraba como gato en la cama.
—...sí, ¿por qué no?—Emma guardo los avances en su proyecto y se fue a sentar al lado del chico.—¿Ganaron?—
—Es mejor que lo veas por ti misma...Solo trata de no emocionarte demasiado.—Le sonrió, divertido, antes de mostrarle el video que estaba viendo con anterioridad.
Eugene la conocía como la palma de su mano, así que en retrospectiva, Emma debió tomar sus palabras como advertencia.
El equipo, lejos de haber fracasado como ella se temía, lo había hecho...fenomenal. Ante sus ojos, el resurgimiento del Jam&Roller era inevitable. Su atención se desvió hacia un integrante en específico...cuyo paso final la hizo merecedora de uno de los reconocimientos más grandes en el patinaje.
Emma pensó que ese reconocimiento había sido muy bien merecido, después de todo, aquella chica bien pudo haberse roto algunos huesos y poner en peligro toda su carrera artística. Tener la valentía y confianza de tomar esa clase de riesgos decía mucho de aquella jovencita. Era algo que, al menos para Emma, merecía respeto.
Pero la existencia del Jam&Roller paso a un segundo plano en su mente cuando sus ojos se enfocaron en...algo más.
Sí.
El Jam&Roller era interesante, pero de repente...algo hacía que Emma no los mirará con demasiado detenimiento.
Ese algo eran los Sliders: el principal equipo rival del Roller.
Cada paso...Cada pequeño detalle había sido pulido a la perfección. No había rastro del más mínimo inconveniente...era como si aquella presentación hubiera sido tallada con el más minucioso cuidado, como si se tratara de una obra de arte trabajada con la más celosa dedicación.
Pero había otro detalle, el más importante de todos.
Tal y como había ocurrido al inicio con el roller, los sliders tenían esa entrega...esa falta de ataduras que a Emma tanto le fascinaba.
La actitud de sus integrantes era la actitud de quienes no tienen nada que perder y todo por ganar; Ferozmente decididos a tomar la corona sin importar las consecuencias.
Sin notar cuando, Emma se vio cautivada por los Sliders.
¿Cómo es que fueron capaces de lograr algo que parecía imposible? ¿Cómo fue que lograron ganar la Rodafest siendo un equipo con apenas una semana de formación? ¿Qué hicieron para que todo funcionara tan bien? Todas sus interrogantes fueron contestadas semanas después, cuando vio a dos integrantes de los sliders patinar para el nuevo equipo que acompañaría al roller, los Redsharks.
¿Podrían ser ellas la razón?
De alguna forma, Emma supo cuál era la respuesta a la fascinación que sintió por los sliders. Sus habilidades, sus motivaciones, su relación, sus sentimientos...cualquiera que fuera la respuesta, Emma sentía deseos de conocerla. Ahora más que nunca.
El Jam&Roller, hasta ahora, era interesante.
Y aun así, la pequeña chispa que encendió el J&R no se comparaba con los fuegos artificiales que sintió Emma al ver patinar a los Redsharks y a los sliders.
O, mejor dicho, al verlas patinar a ellas.
Así que, cuando se le presento la oportunidad de trabajar para Vidia...de acercarse a aquellas personas que habían avivado su curiosidad, Emma no pudo resistirse.
¿Era tan crédula como para decir que todo se trataba de simples coincidencias?
Era como si todo hubiera sido planeado especialmente para que ella aprovechara la oportunidad que le presentaban. Como si todo fuera una señal divina para que ella, precisamente ella, revelara los secretos que tan celosamente habían sido guardados.
No. Nada de esto era una simple coincidencia y Emma lo entendía bien. Ella no era quien para resistirse a su destino...
Era una oportunidad que simplemente no podía dejar pasar...no obstante, al fijarse detenidamente en los asustados ojos de Simón frente a ella, se dio cuenta de que, probablemente...Su deseo por encontrar la verdad era un deseo que no muchas personas compartían.
[...]
Simón sintió un desagradable escalofrió y un temblor en sus manos. ¿Era solo su imaginación o la voz de Emma era lo único que se podía escuchar en la cafetería?
No....era ridículo, seguramente estaba alucinando, pero, no era eso lo que más le molestaba.
¿cómo fue que tomaron un camino tan diferente? ¿Cómo fue que no notó el cambio en la entonación de Emma? ¿O el cambio en sus palabras?
Era como si su mente se negara a reconocer aquella oración, de alguna forma necesitaba escuchar nuevamente a Emma para asegurarse de que nada de lo que estaba ocurriendo era una mala broma de su ansiosa mente.
No hubo necesidad de que Simón pronunciara palabra alguna, pues la misma Emma se encargó de disipar toda duda que pudiera permanecer en él.
—Fue un accidente extraño, y en mi mente aún sigo asombrada por la forma en la que el Jam&Roller sobrellevo las adversidades.
Simón la miro con ojos entrecerrados, repitiendo una, dos...y luego tres veces más la palabra que más había resonado en su mente.
—¿"Accidente"?—Repitió casi con confusión. La expresión de Emma, aunque sutil, pareció resplandecer por un segundo.
—El reporte oficial dice que se trató de un simple "accidente"...considerando las circunstancias en las que se desarrolló el suceso...parece poco creíble....—Murmuró lo último, casi como si lo susurrara exclusivamente para él.
El chico cerro los ojos con pesadez por un segundo. Los murmullos de su improvisado público, aunque apagados, eran lo suficientemente audibles como para molestarlo.
No se podía concentrar...La situación en la que Emma lo había puesto era una situación que él no esperaba para nada. Era como si de repente lo hubieran bañado con agua helada.
Ella solo estaba haciendo su trabajo, ¿cómo podría saber que el tema del incendio lo ponía tan mal como a su querida Luna? Emma no lo sabía y él se sentía como un tonto por no habérselo dicho con antelación.
Tal vez si hubieran discutido los temas que debían hablar, los temas con los que él se sentía cómodo y con los que no se sentía cómodo, tal vez si hubiera establecido limites...pero él no podía predecir el futuro, ¿cómo iba a imaginar él que esto ocurriría?
El estresado joven apretó el puente de su nariz con su dedo índice y pulgar. Poco le importaba si daba la impresión equivocada
—Cuando ocurrió el incendio nosotros no nos dimos por vencidos...no íbamos a renunciar tan fácilmente a lo que habíamos construido juntos. Fue gracias a que-...a que nos mantuvimos juntos que logramos...salir a delante.—Respondió con la mandíbula tensa ante los recuerdo que trajeron sus palabras.
Qué ironía.
Fue precisamente porque los chicos decidieron permanecer juntos que ahora el Roller caía a pedazos.
Casi parecía que el Jam&Roller estaba condenado al fracaso desde ese momento, desde que decidieron darle la espalda a Ámbar. Tal vez si hubieran decidido estar juntos, verdaderamente juntos...si él le hubiera dado al menos un minuto para explicarse...si la hubiera escuchado...tal vez la habría perdonado...tal vez...
No.
Simón no se sentía orgulloso de sus acciones antes y después de la RodaFest. Él sabía que debió haber manejado la situación de otra forma, pero también sabía que no había otro desenlace.
Después de lo ocurrido, Juliana jamás habría permitido a Ámbar participar en la RodaFest, y no había ninguna duda de que Ámbar no se tomaría bien aquella decisión.
Era como un efecto dominó que no podía ser parado. Como si al final todo estuviera destinado a simplemente ocurrir.
—¿Todo bien?—Matteo le preguntó, sacándolo de sus pensamientos.
La entrevista había terminado hace pocos momentos, cuando Emma se había dado cuenta que el chico ya no estaba en condiciones para seguir.
Simón lo miro por un segundo, pero no respondió.
El italiano lo miro con comprensión. Gracias a que él había formado parte de la audiencia, se dio cuenta al instante de lo mal que se habían puesto las cosas. De lo rápido que el color abandonaba la cara de Simón, y de lo nervioso que se había puesto.
Por un momento, Matteo sintió la necesidad de ir y sacarlo de esa situación.
—Me...siento enfermo, Matteo.—Respondió el mexicano mientras comenzaba a dirigirse hacia los lockers.—Creí que ya habíamos dado por finalizado el tema del incendio...no creí que alguien lo traería de vuelta, y tampoco creí que me iba a afectar tanto.—
Matteo lo siguió de cerca, siempre atento a cada paso que daba.
A lo lejos alcanzó a ver un asiento que, en medio de toda la multitud, destacaba por estar vacío.
El chico suspiró profundamente, sin saber exactamente que sentir al ver el licuado a medio beber que había dejado Ámbar al irse del roller. Tal vez era mejor que ella no estuviera presente por el momento.
[...]
"Sella mi corazón y frena mi orgullo, ahora estoy aquí de pie y no tengo donde esconderme"
[...]
¿Cuáles eran las probabilidades de que la situación fuera producto de su imaginación?
Simón.
El dulce y amable Simón.
Solo una vez lo había visto al borde de las lágrimas. Solo una vez lo había visto tan enojado y frustrado como en esos momentos. Solo esa vez cuando le rompió el corazón.
Emma, en un parpadeo, se las había encargado de abrir y hacer sangrar sus viejas heridas. Aquellas heridas que seguían sin sanar, en él...en ella.
Al mirar a Nico, Pedro y Matteo, se dio cuenta de que ellos dos no eran los únicos que se sentían así.
Aun cuando nadie estaba mirando en su dirección Ámbar decidió salir de la cafetería, fingiendo calma y tranquilidad.
[...]
—En fin, creo que tenemos todo el necesario para sacar una nota aceptable.—
—¿Por qué tanta negatividad, Yam? ¡Creo que lo hicimos perfecto! A nuestros profesores les encantara nuestra nueva versión de la Bella durmiente, tú solo espera.—Decía Luna muy alegre mientras recogía el material que habían utilizado esa tarde.
—No puedo creer que Matteo y Simón nos cancelaran a último minuto. Si nos hubieran dicho desde el principio que no iban a llegar podríamos haber hecho una mejor planeación.—Refunfuño la rubia.
—No te enojes tanto con ellos.—Le pidió Jim.—Matteo me dijo que algo importante había surgido y que no podían abandonar el roller.—
—Más les vale que haya sido importante. Fue arriesgado desechar a los dos príncipes como lo hicimos.—
Luna simplemente se rio en voz baja. Nina, quien le estaba ayudando a guardar la cámara que Juliana les había prestado para grabar la obra, solo la miro con diversión.
—¿No estás un poco muy feliz hoy? No sabía que te gustaba tanto la actuación.—
—Es que...creo que quedo bien...tu guion quedo perfectamente con la temática que el colegio pide...—
—Claro, la historia es buena...Pero la verdadera estrella eres tú, Luna. Te veías tan genuina...como una verdadera enamorada.—Luna se rio de forma nerviosa y le dio la espalda.—Cuando las personas están enamoradas...—Comenzó Nina, manteniendo su distancia y fingiendo desinterés.—...suelen brillar. No literalmente, por supuesto, más bien de una forma... emocional. Porque su felicidad es tan abrumadora que es casi visible para los demás.—
Luna ya no le dijo nada; Se dedicó exclusivamente a su labor de guardar todo lo que habían utilizado para la grabación, aunque sus movimientos eran nerviosos y apresurados. Nina observaba como las manos de la menor seguían moviéndose, buscando cualquier cosa para disimular su inquietud.
Nina se rio. La conocía tan bien.
—Nada es más honesto que el amor, Luna.—
Esta vez Luna sí que se atrevió a mirarla.
—Nina.—Le dijo en voz baja y terriblemente avergonzada.—si tienes que decirme algo...solo dímelo...deja de decir cosas tan cursis...—
Su mejor amiga sonrió amplia y alegremente, Luna rápidamente se arrepintió de su petición.
—¿Es Ámbar una buena maestra?—
—¿De qué hablas, Nina?—Les interrumpió Ramiro.
—Oh, por dios.—Medio grito Gastón.—¿Ámbar te está asesorando? ¿No es eso como trampa?—
—Pero Ámbar no da asesorías, lo sé.—Comento Ramiro con una mueca de fastidio.—Se lo pedí una vez, ella solo sonrió y se fue.—
—Bueno...—Pronuncio Nina viendo como los otros dos seguían en su mundo.—...tal vez Luna sea diferente para ella.—
Sintiendo como el calor cubría su rostro, Luna apenas se las arreglo para responderle.—...No digas cosas así, Nina...—
—Oh, Luna, como si no fueras especial para ella...—Se rio.—No todos lo dicen, pero estoy muy segura de que todos se han dado cuenta de lo diferente que se comporta contigo...eres tú la no puede darse cuenta.—
—Nosédequéhablas,mevoyconloschicosasíque...¡Adiós!—
Nina rio suavemente cuando Luna se fue corriendo tras Ramiro y Gastón. La joven se dio media vuelta para recoger su bolso y entonces su corazón dio un vuelco cuando vio a Jim y Yam a un par de metros, observando con asombro a Luna.
—¡Lo sabía!—Murmuró Jim enérgicamente.—Te dije que no eran imaginaciones mías.—Se dirigió a Yam quien no podía salir de su asombro.
—Oh. Por. Dios...—
Las dos jóvenes se miraron entre sí con complicidad.
—¿Por eso actuaba tan extraño?—
La pelirroja sonrió con picardía.—Ya decía yo que se había vuelto más...distraída.—Se rieron de forma infantil.
Nina, quién al fin se recompuso de la sorpresa, suspiró con resignación.—Luna va a asesinarme...—
[...]
Luna, al entrar por el portón de la mansión, corrió sin detenerse hasta la entrada principal, como si estuviera tratando de huir de sus problemas.
Era infantil e inmaduro, pero Luna no deseaba otra cosa más que encerrarse en su habitación durante los próximos días.
Para ser sincera ya se imaginaba que Nina no se iba a quedar callada. Después de su comportamiento el día anterior, era sorprendente que su mejor amiga no le hubiera llenado la cabeza de preguntas acerca de sus sentimientos.
Aun así, no quería verla a la cara.
Era como si su secreto hubiera sido revelado y-...
Okay, okay, Sí. Fue ella misma quien estuvo jugando con fuego al ser tan obvia en frente de sus amigos. Debió haber sido un poco más sutil y silenciosa, ¿pero cuando fueron sus sentimientos silenciosos?
De alguna forma, aun cuando se moría de vergüenza, Luna se sintió aliviada cuando Nina se rio de forma tan genuina.
No se estaba burlando cruelmente de ella y tampoco la estaba juzgando. Luna nunca detectó ni una pizca de malicia en sus comentarios
Era vergonzoso, pero también se sentía liberador.
Con una actitud risueña, Luna entró hasta la cocina donde encontró a su madre y a su padre preparando la cena. Su abuelo estaba sentado en la mesa, leyendo el libro de francés que Ámbar siempre traía a mano.
Alfredo sonrió con ternura al ver a su querida nieta tan entusiasmada.—Te ves muy contenta, mi niña, ¿ocurrió algo bueno en el roller?—
—¡Sí! Mis amigos y yo ya terminamos de grabar nuestro proyecto para el Blake, así que ya puedo concentrarme en otras tareas....— Tal vez era demasiado ilusa y optimista, pero Luna recorrió la cocina con la mirada, buscando a alguien en especifico..—...y...hablando de tarea...¿Ámbar ya está aquí, en la mansión?—
No era extraño que la estuviera buscando, ¿cierto? Al fin y al cabo, la rubia había estado de acuerdo en ayudarla con sus clases. Luna no podía simplemente rechazar su amabilidad y tampoco estaba en contra de la idea de aprender cualquier cosa que Ámbar estuviera dispuesta a enseñarle......en serio, ¿cómo podría rechazarla?
Sin embargo, a la sola mención de su querida rubia, Alfredo cambio aquella jovial expresión de alegría a una completamente opuesta. Luna debió haberse dado cuenta que aquello no significaba nada bueno.
Su abuelo siempre trataba de no preocuparla. El hombre era particularmente bueno para enmascarar su angustia y preocupación cuando Luna estaba presente, sin embargo, por un segundo sus verdaderos sentimientos salieron a relucir.
Alfredo se recuperó rápidamente y la miro con un ligero pesar.
—Sí, Ámbar llego hace un rato, pero dijo que estaba totalmente agotada por los entrenamientos con los Redsharks. Ahora mismo debe estar descansando en su habitación.—
—Oh...—Su decepción era palpable.
Sabía que la rubia también tenía responsabilidades y que su atención no podía ser completamente para ella, pero, juzgando por la reciente reacción de Alfredo, Luna tenía el ligero presentimiento de que lo dicho por Ámbar era...alguna clase de excusa.
—Pero no te preocupes demasiado, Luna.—Mónica se volteo.—Ámbar ya ha merendado y estoy segura de que solo necesita una buena noche de descanso para recargar sus baterías.—
Luna, no muy convencida, tomó asiento al lado de su abuelo.
—No te preocupes, Luna.—Le dijo su madre mientras se sentaba frente a ella. Tal vez había sentido la intranquilidad de su hija.—Sabes que Ámbar es...un poco difícil de tratar, pero no tengo ninguna duda en que sabrá qué hacer si las cosas se ponen difíciles.—
Tenía sentido. Lo que su madre decía tenía sentido. Ámbar no era tonta y tampoco necesitaba una guía para no perderse, sin duda sabría qué hacer en una situación desfavorable.
Aun así, Luna sabía que solo se necesitaban las palabras correctas para que el auto-control de la rubia tambaleara entre sus manos. Nada bueno podía salir si el peor de los escenarios llegaba a ocurrir.
Sin embargo, esperar a que ocurriera el peor escenario posible tampoco era bueno para su salud. Seguramente por eso su madre y su abuelo trataban de tranquilizarla.
No podía exigirle explicaciones a Ámbar si ésta no estaba dispuesta a dárselas, así que por el momento su única opción era darle su espacio...por ahora, no podía hacer nada más.
Si había algo en lo que podía ayudarla, era en no ser una completa carga cuando retomaran sus asesorías. Por eso Luna decidió pasar lo que restaba del día encerrada en su habitación, esforzándose en entender las lecciones de la semana siguiente.
Con el objetivo de no distraerse, la joven Valente dejo su teléfono en la cama. Lo suficientemente lejos de ella para no caer en la tentación de revisar sus redes sociales, pero también lo suficientemente cerca para responder una llamada urgente.
Luna se la paso estudiando hasta que sintió sus parpados pesados y su mente nublada por el sueño. Con cierta desorientación, se convenció a sí misma que solo descansaría por un rato antes de continuar con sus lecciones.
Con esa mentira, se quedó dormida en su escritorio.
No fue hasta que escucho un ruido particularmente agudo que se despertó de un salto en su silla. Tallándose los ojos, Luna volteo medio cuerpo y observó la hora en los dos relojes que tenía sobre su mesita de noche. Al parecer se había quedado dormida una hora encima de sus libretas. Ya eran las tres de la mañana, por lo que la joven decidió irse a dormir en su cama.
Haciendo un esfuerzo para no tropezarse, Luna cerró sus libretas y preparó rápidamente su mochila para la clase del día siguiente...o bueno, la clase que comenzaba en unas horas.
Luna se metió en su cama con teléfono en mano, pero se sorprendió cuando éste no encendía. Tras un somnoliento razonamiento, se dio cuenta de lo que había ocurrido con el aparato: Seguramente se había quedado sin batería y el sonido agudo que escucho antes probablemente había sido la última notificación antes de apagarse.
La adormilada joven no se molestó en encenderlo mientras lo conectaba para cargar la batería, de todas formas, los relojes que tenía en su mesita se encargaban de despertarla cada mañana.
[...]
Luna se despertó con un muy buen humor.
La mansión estaba llena de un exquisito y hogareño olor que la hacían recordar a su querido Cancún.
La joven se estiró entre sus sabanas y decidió levantarse. Al observar su reloj se dio cuenta de que tenía bastante tiempo para arreglarse y llegar a tiempo al colegio, así que se vistió sin prisas.
Cuando bajó, sus padres estaban en el comedor junto a su abuelo, disfrutando del exquisito pan que su madre había horneado esa mañana.
—La casa siempre huele muy bien cuando haces pan, mamá.—La halagó.
—Veo que ya estas arreglada, Luna. ¿A qué se debe esta ocasión especial?—Bromeo su padre antes de beber de su café matutino.
Luna sonrió antes de sentarse con ellos.—Nada fuera de lo común, papá. Se supone que hoy tenemos que entregar una parte de nuestro video para que evalúen nuestro progreso, pero Jim y Yam aseguraron que tendrían la obra completa y lista para entregarla hoy. Creo que es suficiente motivo para estar emocionada.—
—Es suficiente motivo para celebrar, Lunita.—
Luna sintió su corazón detenerse cuando vio a Ámbar salir de la cocina y caminar hasta la mesa, guardando lo que parecía ser un pequeño libro en su maletín.
Alfredo se rio ligeramente.—Es la primera vez que las veo a las dos juntas en la mañana.—
—Tal vez eso sea mi culpa....—Murmuro Luna de forma avergonzada mientras miraba tímidamente a la rubia.
—Es la primera vez que me topo con Luna en la mañana...y ya tiene puesto su uniforme también.—Menciono Ámbar nuevamente sin mirarla. Luna se sentía más despierta que nunca y no podía dejar de mirar la cara de la rubia. Tal vez...si se apresuraba en desayunar, tal vez podría acompañarla al roller...tal vez.
Sus fantasías fueron cortadas cuando escuchó la voz de su madre.
—Espero que nos des una copia de la obra, Luna. Estabas tan emocionada por la historia que ni siquiera podías dormir bien.—
—Sí, ¿de qué se trató al final, Luna? Ayer dijiste que tuvieron que cambiar la historia.—
Luna le dio una rápida mirada a Ámbar. La joven agradecía la ironía de la situación, ¿por qué justamente ahora?
—Oh...b-bueno...es...—Y por primera vez en la mañana, Ámbar le dirigió la mirada, lo cual no ayudo en nada a su nerviosismo.— ...es...em...un secreto...Sí...¡Es una sorpresa así que no puedo decirles nada!—Respondió, sintiendo la cara roja y con falta de compostura. Sus padres y su abuelo la miraron sin comprender su extraña actitud, Ámbar simplemente la miraba con divertido entretenimiento.
¿Se divertía al ver a Luna tan nerviosa? Si ese era el caso, entonces iba a divertirse mucho en los próximos días.
Luna trató de ignorar la vergüenza y continuó con su desayuno como si nada hubiera ocurrido. Y funcionó pues sus padres iniciaron otra platica que rápidamente se enfocó en otros temas.
—Te vas muy temprano Ámbar...—Observo su madre después de un rato.
Ámbar respondió vagamente, como si su mente estuviera completamente ocupada en otro lugar.—Sí...hoy no me quedare mucho tiempo en el roller, todos tienen compromisos, pero aun así Juliana quiere vernos temprano.—
—¿Volverás pronto?—Pregunto Luna sin poder evitarlo y con la boca llena de comida. Mónica la reprendió y ella enrojeció de vergüenza, ¿por qué siempre le ocurrían esas cosas frente a la rubia?
Para su gran fortuna, Ámbar no la miro con asco ni mucho menos. Solo negó con la cabeza mientras sonreía levemente.
—No lo creo, solo no me quedare en el roller. No encuentro ningún motivo para quedarme si no es para entrenar.—Dijo antes de despedirse de la familia y salir de la casa con rapidez. Luna ni siquiera tuvo la oportunidad de decirle nada cuando la rubia ya había desaparecido de su vista.
Con un resoplido volvió a concentrarse en su desayuno.
—Ya perdí la cuenta de las veces que se me escapa.—Murmuró.
—Es una chica ocupada, Luna. Tiene muchos planes y mucho en que pensar, me sorprende que haya accedido de buena gana para ser tu tutora.—Le explico su madre de una forma que le hacía pensar que conocía a Ámbar más de lo que dejaba saber.
Si fuera así, tendría sentido. Su madre se las había arreglado para convencer a Ámbar de pasar más tiempo en la cocina ayudándola. Luna siempre lo encontró extraño, pero ahora caía en cuenta que Ámbar tal vez le había dicho algo, tal vez le había confesado uno de sus planes a futuro. Y su madre la había apoyado completamente en su deseo.
No le extrañaría que su madre y Ámbar hayan utilizado esos momentos, entre sus entrenamientos de los RedSharks y los cursos que estaba tomando, para contarle cosas que no podía contarle a nadie más.
Luna sintió una sensación de calidez ante la idea. Un sentimiento de satisfacción y orgullo hacia su madre por lograr aquella cercanía con una persona tan cerrada como lo era Ámbar.
Honestamente, no había nadie mejor que su madre para hacerle entender a Ámbar lo bien recibida que era en la familia.
Luna ya estaba preparándose para salir y observo rápidamente la hora en su celular, el cual apenas había encendido después de cargarlo durante toda la noche.
La joven de repente observó sus mensajes con extrañeza, pues había una notificación en particular que había hecho que su respiración se acelerara por un segundo.
¿Ámbar le habían mandado un mensaje? ¿Desde cuándo Ámbar le mandaba mensajes?
En un arrebato de emoción, Luna guardó su celular en su bolsillo con más fuerza de la necesaria y se apresuró a subir al auto para llegar al colegio. Mientras Tino iniciaba el recorrido hacia el Blake, Luna se decidía a leer el mensaje de Ámbar con el corazón desembocado.
Ella era ilusamente romántica, así que se esperaba lo mejor cuando pulsó en la notificación.
Y...bueno, el contenido que la recibió fue...definitivamente algo que no se esperaba:
"La noche anterior no pude enseñarte nada, así que decidí enviarte dos ejercicios para mantener tu mente fresca. Son un poco diferentes a lo que te enseñe, pero trata de resolverlos......"
Luna sonrió. Al final sí había sido una buena idea haber estudiado por su cuenta, pues ahora incluso se sentía emocionada por ver el tipo de reto que Ámbar le estaba enviando. También, se sentía bien saber que la rubia no se olvidó por completo de ella la noche anterior.
Honestamente, el mensaje le parecía adorable...o eso pensó antes de notar la hora en la que el mensaje había sido enviado.
Las dudas invadían su mente, ¿por qué Ámbar estaba despierta a las tres y cuarto de la madrugada?
Luna tenía un mal presentimiento.
A Ella nunca le gusto ese mal hábito que la rubia tenia. No podía entender qué clase de sueños-...
De repente lo recordó.
Ámbar jamás le había dicho porque de un tiempo para acá había adoptado aquel extraño habito, pero sí le había dicho en que momentos ocurría; ¿Podría ser...que Ámbar estaba despierta a esas horas debido a las pesadillas de las que antes le había hablado?
Mientras salía del auto y buscaba a sus amigos, se preguntó una y otra vez...¿qué era aquello que afectaba tanto la paz mental de Ámbar? ¿Qué la mantenía despierta en la infinita oscuridad?
Luna decidió que aquello no podía seguir así...incluso si era avergonzó...tenía que hablar con Ámbar después de sus clases. Por ahora, debía concentrarse en entregar la obra que tantas vergüenzas le había dado en los últimos días.
Nina y Michel la recibieron con normalidad. Jim y Yam, por el contrario, se dirigían hacia ella con una actitud completamente distinta.
—Buenos días, Luna.—La saludo Yam con una gran sonrisa. Jim reprocho a su amia y le dio un ligero golpe en su brazo, entonces las dos chicas compartieron una mirada llena de complicidad.
—Uh...¿qué está ocurriendo aquí?—Les pregunto la menor del grupo sin entender absolutamente nada.
Las dos chicas voltearon rápidamente hacía ella.
Jim tomo la palabra. —Estábamos esperándote, Luna. Queríamos entregar nuestro proyecto, pero decidimos que sería mucho mejor si lo entregábamos todos juntos.—
—Esperen, ¿no vamos a revisar como quedo la grabación?—Las palabras no habían sido completamente dichas cuando los cuatro chicos la miraron con confusión.—¿Qué?—
Nina la miro con reproche, Michel se rio.—Luna, Jim y Yam nos enviaron el video ayer por la noche. Intentamos marcarte pero no entraba la llamada. Creímos que lo habías visto en la mañana.—
Luna palideció.—Se le acabo la batería a mi celular en la noche..._
Extrañamente no se ganó la desaprobación de Yam. La chica se veía tan comprensiva en aquellos momentos. Como si entendiera perfectamente las razones por las cuales Luna se comportaba más torpe de lo usual.
—Está bien, Luna. Te aseguro de que todo quedó perfectamente bien, Nina y Michel estuvieron encantados con la edición final y te aseguro que a ti también te encantará.—Le dijo mientras comenzaban a caminar hacía su aula.—Puedes ver el video una vez terminemos las clases.—
—Siempre y cuando no haga el ridículo, todo estará bien para mi.—Se rio.
—Quedo bien, Luna. Tu papel de bella durmiente te quedo como anillo al dedo.—Trato de tranquilizarla Michel.
—Sí, Luna. No te preocupes, actuaste como una verdadera enamorada debería actuar.—Dijo Yam con humor. Nina y Luna giraron el rostro para verla al tiempo que Yam se ganaba otro golpecito de Jim.
Las dos chicas sonreían de una forma misteriosa y Luna se sentía excluida. Era como si tuvieran una pequeña broma que solo las dos entendían. Luna volteo hacia su mejor amiga, tratando de comprobar si acaso era la única que se sentía así.
Nina veía a Jim y Yam con ojos sorprendidos. Entonces hubo un momento en que las dos chicas miraron a Nina y....Luna supo que era la única que se estaba quedando atrás. Por suerte Michel parecía tan confundido como ella.
El chico se encogió de hombros y toco a la puerta del salón.
Ella y Michel fueron los encargados de entregar el video y el guion que habían utilizado. Tanto Nina, como Yam y Jim se quedaron atrás, hablando entre susurros apresurados, tratando por todos los medios de no ser escuchadas por Luna o Michel.
Las clases durante el resto del día le fueron más placenteras de lo que había experimentado. No era que las sobrellevara con extrema alegría, pero era, de alguna forma, más fácil.
Se sentía como pocas veces lo había hecho, era cansado pero satisfactorio. Luna atribuía toda esa lucidez mental al hecho de que estaba tomando sus clases de forma más seria.
Mientras esperaba a sus amigas en una de las bancas de la cafetería, adelantaba los deberes de la clase que, hasta hace una semana, más dolores de cabeza le provocaba.
¿Así era como se sentía Nina? ¿Por eso le insistía tanto en aquellas sesiones de estudio en su casa, aquellas que Luna siempre terminaba rechazando?
Era tan satisfactorio ver como poco a poco, operación tras operación, los números y letras cobraban sentido. Era exactamente como cuando ella y Simón lograron encontrar las tonalidades perfectas para la canción en la que estaban trabajando. Cada número y cada símbolo tenían sentido, así como cada palabra y cada estrofa que escribían.
Luna sonrió, en su pecho naciendo un sentimiento que la joven jamás creyó que existiría en ella. Algo así como un amor floreciente que Luna jamás creyó posible.
Era una de las pocas veces en las que ni siquiera los murmullos, las voces de sus compañeros compartiendo el rumor de la semana podían distraerla. Ella estaba muy metida en su mundo y así se sentía completamente plena.
Ajena al desastre que silenciosamente se formaba incluso en su propio colegio.
Nina apenas regresaba con su almuerzo cuando la vio tan concentrada en la mesa. La vio a la distancia, tan tranquila y ajena al mundo alrededor. Nina suspiró con preocupación.
Uno de los pocos días en los que Luna se veía tan comprometida en sus estudios, tan feliz por sus recientes -descubiertos- sentimientos, y tenían que sacar a relucir el tema del incendio.
Jim y Yam llegaron a ella pocos segundos después. Las expresiones alegres, cómplices y sinvergüenzas que habían adornado su presencia en la mañana ahora solo eran una vaga sombra para recordar. Las chicas se veían hartas, hartas de las miradas que les lanzaban, hartas de escuchar el mismo nombre del establecimiento que con tanta adoración ayudaron a reconstruir.
A todos les había afectado la situación y que ésta se les fuera recordada de esa forma tan violenta y sin aviso era...malo.
Las tres, casi por instinto, se detuvieron a varios metros antes de llegar con Luna. Como en un silencioso acuerdo de no interrumpir a Luna con las malas noticias.
—¿Qué demonios? —Maldijo Jim. —¿No habíamos quedado que no hablaríamos del pasado? ¿Qué no todo ya estaba resuelto? —
—Al parecer a la gente le encanta rememorar tiempos difíciles. Te lo digo, Jim, la gente es masoquista.—
—Son solo entrometidos, Yam.—Dijo Nina con la misma negatividad que había usado la rubia.
—PEro, Nina...¿Qué está pasando? ¿Qué ocurrió para que todos estén hablando nuevamente del roller? Incluso pensé que otro accidente había ocurrido...—
Nina recordó vagamente una situación con Jazmín y Emma. Ella no podía sacar conclusiones apresuradas, pero tampoco era una coincidencia lo que estaba ocurriendo considerando aquella conversación. De alguna forma u otra estaban ligadas.
—Es un poco difícil de explicar Yam, y son solo especulaciones mías, pero prefiero esperar al termino de clases para hablar libremente de ello porque...créeme, todo va a estar mucho más tranquilo si Luna sigue ignorando todo lo que ocurre alrededor por el momento.—
—¿Eso es lo que está haciendo, Luna? Creí que ya lo había escuchado.—Jim dirigió su mirada a la pequeña frente a ellas, quien parecía escribir como si su vida dependiera de ello.—Es la primera vez que la veo tan concentrada...¿Así está ignorando lo que dicen del roller?—
—Ni siquiera creo que este escuchando lo que está pasando. Mejor así. Tengan por seguro que Luna tendrá la peor reacción de todos nosotros cuando se enteré.—
—¿Cuándo se lo decimos?—Pregunto Yam con un tono de voz diferente.
Nina entendió aquel cambio de voz y miro a Luna fijamente. ¿Cómo anticipar su reacción? ¿Cómo debería manejar aquella información? Informarle lo que ocurría a su mejor amiga, quien recientemente se había hecho tan cercana a la persona de quien circulaban las noticias.
Jamás había escuchado el nombre de Ámbar ser pronunciado mientras se hablaba del roller, pero siempre se hablaba de alguien, aquel quien había provocado el incendio. Incluso si nadie sabía exactamente quien estaba involucrado, ella y los chicos de roller sabían muy bien lo que había ocurrido.
Solo por eso estaba agradecida, y solo por eso sabía que Luna no estaba enterada de nada, pues Luna siempre parecía reaccionar a la más mínima mención de su nombre.
—Supongo que es mejor dejar que las cosas fluyan por si solas.—
Luna estaba observando su trabajo ensimismada y con mucho orgullo, estaba a punto de terminar por lo que no podía perder la concentración en esos momentos. Pasaron varios segundos hasta que se diera cuenta de la presencia del chico venezolano que la miraba con una mueca divertida.
—¡Luna!—El joven la asusto y ésta salto en su lugar. Después lo volteo a mirar con asombro.
—¡Michel! Me asustaste...¿A qué hora llegaste que no me di cuenta?
Michel se burló nuevamente ante la distracción de la joven.—Apenas llegue, Luna, pero ¿qué tanto haces que consume todos tus pensamientos?—
Luna, sin muchas intenciones de perder tiempo, regreso a su actividad.—Estoy estudiando. Nina me presto su libro de cálculo y estoy adelantando la tarea de hoy, además de algunos temas futuros.—
—¿Y por qué tanta prisa?—Se rio.—No tenemos ningún otro examen dentro de unas semanas.—
—Es que me acabo de dar cuenta, Michel, que siempre existe la posibilidad de que el Jam&Roller tenga que viajar para una competencia, y tengo que estar preparada para no perder clases.—Explico sin detenerse a ver la mirada sorprendida de Michel.
—Woah...me haces sentir como un verdadero tonto a tu lado.—Le dijo, pero Luna seguía tan concentrada en sus números. Michel sonrió con ternura.—De verdad te esfuerzas mucho para seguir patinando, ¿verdad?—
Esta vez Luna sí que volteo a verlo, pero solo por un par de segundos antes de retomar sus operaciones.—Amo patinar, Michel.—Confirmo Luna.—Y el Jam&Roller es una parte muy importante en mi vida.—
—Sé lo importante que es el roller para ti, Luna. Por eso vine a verte.—Le dijo con extremo cuidado, porque, tal y como se lo había dicho, él entendía perfectamente lo mucho que significaba el roller para ella.—Quería saber cómo estas.—
—Mmmh...¿Yo? Bastante bien, Michel. Gracias por preguntar.—
Michel se sintió confundido ante su reacción. Volteo a ambos lados, escuchando perfectamente lo que la gente hablaba. ¿Acaso Luna no se había enterado?
Pronto se preguntó a si mismo si hablar con Luna en esos momentos era una buena decisión.
Con cierta preocupación y más cauteloso que nunca, se atrevió a preguntarle—Luna, ¿sabes algo del roller?—Solo esperaba no ser demasiado directo.
Error. Luna pareció salir de su trance.
La chica se detuvo en seco con lo que estaba haciendo y Michel maldijo por lo bajo. Luna levanto el rostro para verlo con los ojos muy abiertos.
—¿Qué pasa con el roller?—Le pregunto con una voz lenta, sin muchos ánimos pero obvio interés. Michel se preguntó si sería capaz de mentirle a estas alturas.
Por suerte, no tuvo que decir ninguna mentira. Las tres mejores amigas llegaron corriendo, listas para robársela de su lado y, sin saberlo, salvarlo a él.
—¡Luna, es hora de nuestro taller!—Le recordó Nina con exaltación. Como si el destino estuviera a favor de los chicos, el timbre sonó, acallando todas las voces y apresurando a todos para dirigirse a sus aulas.
Luna, nuevamente, pareció olvidar lo que Michel le había dicho.
—Oh, no...—.Fue lo único que susurro antes de levantarse bruscamente y comenzar a recoger sus útiles con rapidez.—Oh, no...si llego tarde otra vez me van a castigar...no puedo ser castigada de nuevo.—Decía con preocupación. Ahí estaba la Luna que Michel conocía. Ésta volteo a mirarlo con pena.—Michel, luego hablamos, ¿sí?—Se despidió mientras comenzaba a correr junto a las chicas. Las tres se despidieron rápidamente de él antes de correr hacia el salón.
Michel suspiró, agradecido por la pronta intervención de las chicas. Cuando el venezolano había mencionado el nombre del roller, Luna lo había mirado de una forma tan...diferente.
Por un momento no pudo evitar sentir verdaderos escalofríos ante esos ojos.
[...]
Simón, más o menos, agradecía la mañana que estaban teniendo, a pesar de ser viernes, el día más agotador que tenían...
Casi a diario, a eso de las diez de la mañana, la cafetería se encontraba bastante tranquila. Había suficientes clientes como para mantenerlo ocupado, pero no los suficientes para requerir de un poco de ayuda extra. Él no sabía si eran los ánimos matutinos o porque realmente no había nada interesante ocurriendo alrededor.
De todas formas, Simón se encontraba de lo más calmado que podía estar en esos momentos. No había necesidad de que el joven estuviera alerta, ni un murmullo o susurros. Sin embargo, el mexicano sabía bien que, como todos los días, al llegar la tarde se crearía un alboroto similar a como si la caja de pandora se hubiera abierto de par en par.
Siempre era así, y gracias a eventos recientes, Simón ya comenzaba a prepararse mentalmente para lo que venía.
Él dejo escapar un profundo y cansado suspiro mientras terminaba de limpiar la mesita que recientemente habían utilizado un cliente. Al terminar esa pequeña labor sus servicios no serían requeridos hasta dentro de un buen rato, y Simón estaba planeando en usar esos preciosos minutos de tiempo libre en hacer algo productivo.
Así que inmediatamente cuando termino se fue por su guitarra y se sentó en una orilla del piso del escenario, siempre con la idea de no fastidiar a los clientes con las pequeñas estrofas que tocaba en su guitarra.
Ahí, con su laptop y una pequeña libreta lista para escribir -por si la inspiración llegaba a él sin aviso.-, se puso a terminar la canción en la que Luna y él tanto habían trabajado los últimos días. Faltaba ese pequeño toque final, o como Luna le decia, el ingrediente secreto para estar verdaderamente finalizada. Luna decía que aquella pieza musical sería finalizada una vez fuera mostrada a sus compañeros, pues ella estaba cien por ciento convencida de que la pieza faltante la tendrían sus compañeros de equipo, y Simón decidió confiar en su mejor amiga.
Por el momento, él se encargaría de terminar la melodía. Ya después, junto a su equipo, se encargaría de pulir y añadir cuantos pequeños detalles su corazón deseara.
Así que, con aquel sentimiento de tranquilidad y al saberse respaldado de esa forma, no se inquietó demasiado cuando Matteo Balsano se paró frente a él y lo miró con una mueca que denotaba preocupación.
Era la primera vez en esa semana que Matteo se acercaba a él, la primera vez que estaban juntos por iniciativa del italiano, así que lógicamente Simón lo miro extrañado.
Matteo pareció avergonzarse, muy a su manera, y miro a cualquier cosa que no fuera Simón.
—¿Todo bien?—Le preguntó el italiano. Simón solo entrecerró los ojos, de forma inquisitiva.—Pregunto, porque he notado como no te comportas de la misma manera, y algunos clientes han comenzado a sentirse incomodos cerca de ti.—
—Oh.—Simón volteo a ver a los pocos clientes que tenían. Dos parejas en opuestas direcciones de la cafetería, un grupo de estudiantes universitarios estudiando y bebiendo de vez en cuando de sus licuados, y tres personas que habían ido a la cafetería sin acompañantes. Ninguno de ellos parecía prestarles atención, muy metidos en sus propios asuntos.—¿Ah, sí? ¿Te lo dijeron ellos?—
Dándose cuenta de su metida de pata, Matteo rápidamente cubrió su mentira como pudo.—No, pero es bastante obvio con solo echarles una mirada.
Simón solo se rio sin gracia y volvió a sus asuntos. Matteo se removió algo incómodo.
Cuando sus clases finalizaron, su primera acción, casi de forma automática, fue correr directo al roller, sin hacer ninguna parada de improvisto ni detenerse en su casa para guardar sus libretas como a menudo lo hacía.
Y si bien no esperaba encontrar a Simón con el mejor de los ánimos, tampoco se imaginó que el chico se comportaría de esa forma cortante con él.
Si las suposiciones de Matteo estaban en lo correcto, entonces sí que se merecía aquel trato frio por parte del pelinegro.
Matteo no...había sido el mejor amigo ni el mejor compañero para Simón en la última semana. Desde que se enteró de los sentimientos poco amistosos que albergaba hacía su compañero y amigo, entró en pánico. Al principio se lo había tomado con madurez, como lo haría un verdadero hombre, se dijo en su momento con algo de humor. Pero no paso ni un día cuando Matteo se dio cuenta de lo complicada que se había vuelto su vida. Él no pensaba ocultar sus sentimientos, no porque se hubiera decidido en perseguir los afectos de Simón, sino porque no consideró que aquello fuera serio. Al fin y al cabo, solo era un pequeño enamoramiento, un pequeño capricho que con el tiempo podría confesar a Simón sin el miedo a que Simón lo viera raro.
Solo era una pequeña obsesión que no significaba nada, ¿verdad?
Error.
Pero su peor error no fue aquella prepotente idea ante sus sentimientos por Simón, sino sus acciones hurañas y llenas de desdén con las que trataba a Simón. Él mismo, sin ser completamente consciente, estaba dándole motivos a Simón para alejarse completamente de él, cuando al principio fue él quien dio la luz verde al pelinegro para romper todas las barreras que existían entre ellos.
Matteo, al notar que Simón estaba tan metido en sus asuntos, decidió que había sido un completo tonto. Decidió que, al final, sí le gustaba todo lo que Simón hacía. Todo lo que hacía para jugar con él, para simplemente molestarlo, o para pasar el rato con él.
Así que, tragándose aquel orgullo que no sabía que aún tenía, le hizo una pregunta que él mismo había estado guardándose desde hace tiempo. Simón fue tomado por sorpresa y lo miro con ojos confundidos.
—¿Me estas invitando a una cita?—Le preguntó con un tono de voz incrédulo y divertido al mismo tiempo.
Matteo se mordió el interior de su mejilla. Por supuesto que Simón hallaría la forma exacta de molestarlo.
—No es una cita.—Le dijo con la mejor cara de Poquer que tenía. Aunque técnicamente Simón había acertado de una forma maravillosa, Matteo no le iba a decir eso.
—Claro que lo es, ¿o no somos amigos?—Le dijo con una sonrisa.—Pero bueno, ¿por qué? Creí que estabas enojado conmigo, ¿acaso no es una cena de reconciliación?—
Si alguna vez Matteo pensó que Simón era un tonto sin remedio, ahora se veía completamente equivocado. Él había sido el tonto todo este tiempo, pensando que Simón no se daba cuenta de las cosas. Simón se enteraba de lo que ocurría, pero parecía que siempre se hacía de la vista gorda.
—No estoy enojado, Simón, y tampoco lo estaba.—Cierto, fue amable que Simón no lo llamara cobarde, pero Matteo sospechaba que Simón no sería capaz de llamarlo así.—Solo pensé que sería una buena idea despejar un poco la mente, en un lugar menos caótico.—
Con eso, Simón suavizo su mirada considerablemente. Era una de esas miradas tan llenas de afecto que volvían débil al italiano.
—Vale, ¿cuáles son sus planes, señor Balsano? ¿A dónde planea llevarme?—Pregunto con un tono tan suave y galante que hacía pensar a Matteo que...de alguna forma, Simón no era inconsciente a los sentimientos del italiano.
La idea lo aterraba y lo hacía perder su buen juicio al mismo tiempo.
Tratando de no delatarse mucho, respondió.—Es un nuevo restaurante, lo han abierto hace un par de semanas. Gastón y yo hemos ido un par de veces y puedo asegurarte que la comida es deliciosa.
Simón sonrió mientras bajaba la mirada a su regazo. Matteo nunca sabía lo que pasaba por la cabeza del chico, podía ser tan imprevisible como Luna y él había aprendido a respetar aquella faceta de Simón. Solo esperaba que la respuesta del mexicano fuera positiva.
—Bien, me has convencido.—Le respondió tras unos minutos contemplando su respuesta.
—Entonces, ¿vamos?—
Simón se sorprendió nuevamente.—¿"Vamos"?...¿Te refieres a ahora?
—Sí, ¿por qué no? Veo que no estás muy ocupado y dudo que hayas almorzado. Además, yo me vine tan rápido que no pude comer nada.—
Simón nuevamente se le quedo viendo fijamente, con una sonrisa estoica y ojos bien abiertos. ¿Lo estaba analizando?
—Ok, ok, vamos.—Accedió.—Pero tengo que guardar primero mi laptop y mi guitarra.—Dijo mientras se levantaba y comenzaba a caminar hacia los lockers.
—¿Qué tal vas con la canción?—Le pregunto Matteo en cuanto llegaron y él se recargo en la mesa de los lockers, observando cada acción que realizaba.—¿Estas bien por tu cuenta o necesitas ayuda?—
—Voy muy bien.—Le respondió sin voltear a verlo, muy ocupado ordenando sus pertenencias en el locker para que todo estuviera perfecto. La guitarra tendría que dejarla con Pedro y Nico.—Pero creo que me vendría bien la ayuda de Matteo Balsano; me entere que ganaste un concurso para grabar tu propio disco, pero que gracias una mala administración eso ya no pudo ser.—
—Sí, una horrible administración, pero no te decepciones: mi disco solo se retrasó un poco. Aunque estoy alegre de no haber grabado en ese momento...por cierto, ¿te presente a mi compañero en ese entonces?—Simón volteo a verlo con ojos entrecerrados.—Iba a grabar mi disco junto a un chico que tocaba la guitarra, muy talentoso pero me sacaba de quicio, era muy molesto.—
—¿Oh? ¿Qué tan molesto era?—Le pregunto mirándolo a los ojos, como si estuviera retándolo con la mirada. Matteo le respondió con una media sonrisa y una ceja arqueada.
—Demasiado para mi gusto. Era extremadamente sentimental y fastidioso. Rechazo la oportunidad de grabar el disco, ¿puedes imaginar lo tonto que era?—
—...Wow.—Simón cerro su locker casi de forma brusca. Se colgó la guitarra en su espalda casi a regañadientes. Matteo podía ver sus mejillas rojas por el enojo.—No puedo imaginar lo terrible que fue para ti.—
—Él era un chico terrible, sí, pero creo que también tenía algo digno de admirar en él.—
Simón se quedó callado, con las cejas arqueadas.
—oh...¿qué?—
—Sí...—Matteo se recargo ligeramente en la mesa. Mirando directamente a Simón.—Era molesto porque era demasiado sincero y fiel a sí mismo. No es sencillo hacer eso, créeme, lo he intentado, así que de alguna forma también es inspirador, ¿sabes?—Finalizo sin dejar de sonreír ladinamente y sin perderse ni un segundo de la reacción del mexicano.
Simón se llevó una mano a la nuca mientras seguía mirando al suelo en completa, genuina sorpresa y vergüenza.
—Suena como un buen tipo.—Fueron las únicas palabras que atino a decir.
—Uno bastante especial, sí.—Respondió Matteo aguantándose la risa.—Bueno...¿ya has terminado con eso?—Le señalo su locker.
—¡Oh! oh sí...Solo tengo que dejar mi guitarra con Pedro y Nico.—No queriendo demorarse más de lo debido, Simón se acomodó su guitarra en la espalda y ambos chicos caminaron nuevamente hacia la cafetería.
Matteo entró primero y se adelantó a la salida mientras Simón dejaba la guitarra detrás del mostrador y buscaba a alguno de sus compañeros para avisar que saldría por unos minutos.
Matteo estaba a punto de salir cuando de pronto vio a una cara que se le hacía familiar.
—¡Emma!—Saludo el italiano con amabilidad. La chica levanto la mirada de su laptop y lo saludó con una sonrisa. Estaba sentada frente al escenario, bebiendo un licuado de fresa.—
—Matteo...¿qué tal? ¿Vas muy ocupado?—
—De hecho sí, voy de salida a almorzar...oye, quería hablarte sobre el mensaje que me enviaste anoche.—Le dijo mientras comenzaba a acercarse hasta su mesa. Emma también decidió enfocar toda su atención en el italiano.—¿Cuándo quieres que iniciemos esa lección para principiantes? Este fin de semana tengo algo de tiempo libre en las tardes, pero después voy a estar totalmente concentrado en el entrenamiento.—Le explicó.
—Gracias por hacer esto, Matteo, en serio. Hay tantos buenos patinadores en el Jam&Roller, pero muy pocos que tengan tiempo libre.—
Las primeras opciones -y primeras intenciones- de Emma habían sido hablar con Ámbar y hacer la segunda parte de su pequeño documental con la rubia. Pero por azares del destino aquello ya no pudo ser. Su segunda opción fue Luna, pero la chiquilla la rechazo cuando recordó que estaba en épocas de exámenes. Y si Emma no hubiera sido tan precipitada con su entrevista con Simón, el chico habría sido el perfecto candidato. Pero ahora se sentía mejor al tener a Matteo como pareja. El chico era respetuoso, amable y se concentraba lo suficiente como para hacer las cosas funcionar.
Con Ámbar, Emma suponía, las cosas serían un poco...estrictas; Con Luna, bueno, Emma no dudaba de sus habilidades como patinadora, pero no estaba muy segura de sus habilidades como maestra.
—¿Te parece bien que empecemos mañana? Hoy estoy con la agenda completamente llena.—Le pidió Emma.
Matteo no tenía ningún problema y su sonrisa pareció ensancharse aún más cuando su acompañante llego junto a él. Simón saludo rápidamente a Emma y se quedó callado, esperando a Matteo.
—Me parece perfecto, yo también estoy un poco ocupado hoy.—Le dijo, señalando con la mirada a Simón.
Emma abrió un poco más los ojos.—¿Están saliendo? ¡Felicidades, chicos!—
Matteo se rio, aparentando tranquilidad. Simón no reacciono en lo absoluto.
—No, para nada. Es solo una salida de amigos para despejar la mente.—Respondió Matteo con un poco más de nerviosismo del que deseaba aparentar. Emma arqueo una ceja en su dirección y el italiano noto una media sonrisa en la joven.
—Vale, pues...Que coincidencia, de igual forma yo estoy súper ocupada con Simón.—Les dijo con humor mientras les enseñaba lo que había estado haciendo en su laptop. Simón sintió como la temperatura de su cuerpo disminuía poco a poco. Matteo, ajeno a la reacción de su compañero, siguió observando la pantalla.—Es la entrevista de ayer, solo estoy editando un par de detalles y estará lista para mañana.—
—Huh, fabuloso.—Respondió Matteo, un poco confundido por lo que estaba viendo en la pantalla.
Pero lo que el joven sí comprendió en solo un par de segundos fue...una sensación extraña. Sin saber muy bien que buscar, Matteo giro levemente el rostro hacía Simón y entonces encontró la fuente de aquella extraña sensación.
La expresión de Simón se había...enfriado: Ceño fruncido, ojos que carecían de su habitual brillo, y labios tan apretados entre sí que solo se notaba una línea. Eso era malo.
—Bueno. Te llamaré más tarde para la cita de mañana.—Le dijo esperando no verse muy grosero ni muy apresurado por salir de ahí.
A Emma no le importo, simplemente se despidió con un leve movimiento de su mano y con una sonrisa casi neutral.
Matteo, sin esperar más tiempo, agarro a Simón del antebrazo y comenzó a caminar hasta que ambos estuvieron fuera del J&R.
—Te va a encantar el lugar, Simón.—Platicaba Matteo mientras dejaba de jalarlo.—Tiene una temática cyberpunk y el ambiente es fantástico.—Y mientras Matteo hablaba del lugar, en un intento por distraer a Simón, éste permanecía inmerso en sus pensamientos.
Matteo ya se había metido de lleno en su plática cuando de pronto se vio completamente solo en medio del parque. Confundido buscó a Simón a su lado y cuando no lo encontró, se dio media vuelta.
El mexicano, su amable Simón, caminaba a paso firme de regreso hacía el roller.
Matteo frunció el ceño porque no necesitaba ser un genio para saber la razón de porque Simón regresaba al roller.
Aunque Matteo esperaba estar equivocado.
—¿Simón?—Alzo la voz un poco para que el chico lo escuchara. Simón apenas escucho su nombre cuando se detuvo en seco.
Matteo corrió a su lado, aprovechando que Simón no se movía, y busco inmediatamente su rostro; mordía insistentemente sus labios y tenía una expresión sombría, triste, más bien. Después de un par de segundos Simón cerró los ojos y negó con la cabeza.
Fue ahí cuando Matteo se dio cuenta de que las cosas eran más complicadas de lo que él imagino.
—Simón...¿qué ocurre?—Preguntó con la preocupación evidente en su voz.
—No es correcto, Matteo...no es correcto lo que Emma está haciendo.—Suspiró con una sonrisa apagada y amargada, intentando reírse por la ironía.—...no me importa si es su trabajo o su hobbie, Matteo...tampoco entiendo porque esta tan obsesionada con el incendio...no entiendo porque lo hace...llega y...¿y qué gana con preguntarnos sobre lo ocurrido?
—Es solo curiosidad, Simón, ¿ok? Es solo su trabajo... La noticia fue tan grande y todos se enteraron, no podemos culparla por sentir curiosidad. Tienes que admitir que todo se solucionó de una forma...bastante mágica para ser creíble. Demasiado bueno para ser cierto.—
—¿Entonces por qué no ir con Juliana o Gary? Si tú tanto quisieras hacer una investigación, ¿no serían ellos las primeras personas a las que acudirías? ¿Por qué armar tanto drama innecesario?—
—Supongo que ya lo ha hecho, y supongo que busca respuestas en nosotros por ser los más afectados, ¿podría ser? Además, el caso, al menos para el público termino siendo tan misterioso que levanta dudas.—
—¿Entonces por qué perseguirlo? Si nadie, además de nosotros, sabe nada más de lo que hizo Ámbar, ¿por qué aferrarse?—Fueron las últimas palabras de Simón cuando emprendió su regreso al J&R.
Matteo gruño. Tal parecía que en lugar de disuadirlo le había dado incluso más razones para ir y...¿qué?
Él intuía lo que Simón quería hacer, así que rápidamente logro alcanzarlo de nuevo y poner una mano en su hombro para detenerlo. O al menos intentarlo, puesto que Simón solo se sacudió su mano y siguió su camino.
Bien, ahí iba su almuerzo. Vaya primera cita estaban teniendo.
Matteo corrió y logro ponerse en frente suyo antes de que Simón entrara en el establecimiento. Como pudo lo alejo de la entrada, pues no tenía deseos de llamar la atención más de lo necesario. Por su propio bien y por el de Simón: Juliana no estaría contenta si se entera que Simón armo todo un escándalo en la cafetería.
—Mira, vamos a calmarnos, ¿sí?—Le dijo mirándolo fijamente. Simón se negaba a encontrar su mirada.—Joder, no te estas comportando como tú, tienes que mantener la cabeza fría, amigo.—
Simón detuvo su forcejeo por un momento, y por un segundo Matteo pensó que había logrado convencerlo de no hacer una tontería, pero vio como esa idea se destrozaba al ver al chico negar nuevamente con la cabeza.
—No...no, Matteo, no. Tengo que hablar con ella, Matteo. Tengo que hacerlo.—Y dijo antes de librarse completamente del agarre del italiano para, finalmente, meterse en el lugar.
Matteo se llevó las manos a sus perfectos cabellos, conteniendo las ganas de arrancárselos.
En el interior del lugar, Emma levantó la mirada de la pantalla de su laptop al ver al joven Simón frente a ella. El chico tenía el ceño fruncido y parecía que no soportaba mirar a Emma a los ojos.
—¿Simón?—Dijo con duda.—¿Te encuentras bien?—Pregunto al momento que cerraba su laptop lentamente, casi esperando a que el chico se dignara a mirarla a los ojos.
Y cuando el chico por fin pudo mirarla a los ojos, Emma casi pudo entender perfectamente por qué él no tenía el valor de hacerlo. Simón parecía que estaba a segundos de romper en llanto y aunque no parecía que lloraría como si se tratase de una fuente, Emma ya podía darle los suficientes méritos. No era fácil ir, pararse y enfrentar a una persona cuando se estaba al borde de las lágrimas. Por esa razón Emma permaneció en silencio hasta que él estuviera lo suficientemente cómodo como para hablar.
—Emma...—Dijo con voz temblorosa, pero decidida.—Necesito hablar contigo sobre algo serio, y agradecería muchísimo si puedes escucharme de principio a fin sin interrumpirme.—
Emma guardo silencio un segundo, sopesando sus palabras.—Esta bien, Simón, ¿de qué se trata?—Pregunto cuidadosamente, siempre atenta a cualquier cambio en su expresión.
Simón inhalo y exhalo rápida y cortamente, llenándose de valor.
—Es sobre el incendio, Emma. Acerca de lo que ocurrió hace un año.—Y la chica, fiel a su palabra, permaneció con una expresión neutral. Lejos de tranquilizarlo o relajarlo, aquella reacción -o falta de ella- no hizo más que alarmarlo.—...creo...que hablo por todos en el roller cuando digo que este, a la fecha, sigue siendo un tema bastante delicado el cual preferimos dejar en el pasado. Emma, te lo estoy pidiendo como un favor, no persigas más el tema. No solo a mí, sino a los chicos nos afecta bastante. Por favor, Emma, te lo pido como un amigo.—Termino.
En todo momento Emma lo había estado observando con atención, hasta que en dado momento la chica había bajado la mirada hacia la mesa. Tal vez esperando a que Simón continuara con sus palabras, Emma espero.
Ambos se sumergieron en un pesado silencio.
Emma, por su parte, ya imaginaba que las cosas no podían salir tan bien como lo había pensado al principio. Ella, por experiencias personales pasadas, sabía perfectamente que tan complicadas podrían tornarse las cosas si tan solo una persona no estaba de acuerdo con ella. Sería inocentemente estúpido pensar que nadie se opondría o que nadie le diría algo acerca de todos los recuerdos que estaba desempolvando.
Y ella estaba lista para seguir su plan, tan cruel y desalmado que fuera, estaba lista. Solo que, contra todo pronóstico, no esperaba que fuera alguien como Simón a quien tendría que ganarse como enemigo.
Emma suspiro pesadamente.
—No puedo hacerlo, Simón.—Fueron las únicas palabras que Emma pronuncio. Y eran más que suficientes. La expresión de Simón le partió el corazón.
Aquella negativa no sorprendía al chico. De alguna forma ya se lo esperaba así que el golpe no fue tan doloroso, pero aun así le ardía y lo decepcionaba bastante.
Comprendió, en ese momento, que incluso si Emma sabía que estaba causando algún daño, no se detendría. Entonces en ese momento comenzó a dudar de sus verdaderas intenciones desde la primera vez que se toparon. Si pensaba de esa forma, esperándose lo peor de Emma, entonces muchas preguntas, muchas acciones y, en especial, la entrevista del día anterior y su terrible desenlace, cobraran muchísimo sentido.
Eran como las extrañas piezas de un puzzle. Por fin acomodándose.
Dándose cuenta de todas las cosas raras que Emma había estado haciendo sin que él se diera cuenta, solo atinó a preguntar:
—¿Por qué?—Tal vez utilizó un tono más brusco y un tono de voz más elevado del que deseaba utilizar.
Pero la rubia ni pestañeo.
Emma le regalo una pequeña sonrisa. No se veía feliz, ni tampoco se veía llena de malicia, algo que de por si le extraño muchísimo a Simón. Le sonreía, más bien, de una forma condescendiente, casi apenada por los problemas que estaba causando y Simón sospechaba, los problemas que causaría en un futuro.
Pero aun así, Simón no pudo evitar sentir un increíble rechazo hacía Emma. Sin importar qué, se veía calmada, como si el hecho de que una persona parada frente a ella, al borde de las lágrimas, no le afectara en lo absoluto.
Simón no sabía que estaba esperando cuando Emma separó sus labios, pero sin duda alguna lo que escucho fue peor de lo que podría haber imaginado.
—He estado muy interesada en el accidente del roller desde que descubrí las extrañas circunstancias en las que se desarrollo.—
Los hombros de Simón cayeron. Había pasado tanto tiempo desde que Simón se había sentido tan decepcionado. La respuesta de la joven británica había sido exactamente como un golpe a su pecho...certero, cruel, y sin duda alguna, sin una pizca de compasión.
Habría sido mejor que Emma le diera alguna excusa mal hecha. Que le hubiera dicho que aquella investigación venia de un deseo de mostrar la verdad a su audiencia, de molestar a los chicos, sin embargo, Emma lo hacía solo por una razón.
—¿Por diversión?—Le pregunto casi ofendido, con reproche.
—Podrías decirlo así, sí.—Dijo sin tomarle mucha importancia.
¿Y cómo podría darle importancia? No era ella quien cargaba con la culpa, con la decepción y el enojo. Simón estaba perdiendo el control, él sabía cuánto habían sufrido todos por aquel maldito incidente. Sabía lo preocupados que estaban Pedro y Nico. Sabía cuan estresada había estado Juliana cuando se enteró de toda la verdad. Sabía todo lo que provoco, como una maldita partida de dómino, él podía ver como todas las piezas caían una a una gracias a ese incidente. Y, más importante, había sido él quien había limpiado las lágrimas de Luna. Él había escuchado su voz romperse ante las noticias. Él la había sostenido y, de alguna forma, logro mantenerla en pie. Logro mantener a los dos en pie. A Luna y a el mismo.
¿Cómo podría entender Emma algo así? Por supuesto que Emma, quien no atravesó por nada de lo que él había atravesado, encontraría un retorcido placer en abrir heridas que aún no terminaban por sanar.
Sin notar el torbellino de emociones que era Simón, o, ¿quién sabe? Tal vez lo sabía y decidía ignorarlo, Emma continúo hablando.
—¿Sabías que el Jam&Roller está envuelto de secretos? Y lo que más curiosidad me da es que todos ustedes parecen determinados en que los secretos sigan siendo eso: secretos. ¿Por qué, Simón?—Le preguntó, no buscando una respuesta explicita, Simón entendió cuando Emma volvió a su laptop. Como si nada hubiera pasado.
No había caso. La parte más razonable de Simón, en aquellos momentos, le confirmaba que no solo había sido una mala idea ir y tratar de negociar con Emma, sino que había sido una muy mala idea traerla al roller, relacionarla con el roller, en primer lugar.
[...]
Eso había estado muy cerca.
Había sido estresante, pero no podía culpar al buen Michel por su casi metida de pata. Al momento en el que Nina había notado el cambio en la expresión de Luna, se dio cuenta de todas las posibilidades que se habían desenvuelto para que todo saliera mal.
Su comentario de dejar que las cosas fluyeran había sido contraproducente. Pero de nuevo, ¿quién imaginaria que sería Michel quien sacaría a su querida amiga de su casi completa concentración?
Solo bastaron unas pocas palabras acertadas, muy bien formuladas incluso si era de forma inconsciente, para provocar una fuerte reacción en Luna.
¿Estaba enojada? ¿Podría enojarse? Decepción, tristeza, frustración...¿qué era lo que sentiría Luna?
Al menos pudo estar tranquila y relajarse en las ultimas clases. Sus profesores los mantenían tan ocupados que no tenían tiempo para hablar de trivialidades. Y cuando sonó la campana que indicaba el término del día, Jim y Yam prácticamente las arrastraron hacia la salida.
Nina tenía un extraño presentimiento. No necesariamente uno malo, pero sentía que se aproximaba algo diferente.
Ella podía asegurar que Jim y Yam también tenían ese presentimiento, por algo las chicas estaban insistiendo tanto en pasar a comer helados y a disfrutar un poco de la tarde antes de que Juliana los pusiera a practicar como locos.
Nina no sabía si Luna también sentía aquel extraño presentimiento, pero la menor no dijo nada y estuvo de acuerdo con las chicas en pasar un buen rato.
O, como todas lo sabían, pero no se atrevían a decirlo, en posponer lo más posible su ida al Jam&Roller.
Naturalmente aquel momento había llegado, en el que estaban frente a la entrada del roller.
Las chicas entendieron que Luna no era tan distraída ni tan tonta como lo habían pensado al principio. Ella fue la primera en dar un paso dentro del roller, Luna parecía estar anticipando cualquier cosa.
Pero solo se encontraron con el ambiente habitual del lugar. Tanto Luna como ellas se sorprendieron.
Fueron recibidos por Simón quien al verlas sonrió de inmediato.
—¡Chicas, al fin llegaron!—Les dijo. Luna saltó hacia su mejor amigo y lo abrazó con fuerza. Simón le devolvió el abrazo y Nina no pudo evitar notar como el chico parecía verse relajado, aliviado, por tener a Luna entre sus brazos.
Simón cerró sus ojos y se recargó casi completamente en el cuerpo de su mejor amiga. Se veía tan aliviado, como si Luna fuera su salvavidas del cual se aferraba con su vida.
—¿Por qué tardaron tanto?—Pregunto Simón separándose de Luna y observándola con cariño.
—Perdóname, Simón, pasamos por unos helados y perdimos la noción del tiempo.—Se disculpó Luna con sinceridad.
Ambos estaban comunicándose tantas cosas sin decir una sola palabra. Simón parecía estar agotado, completamente cansado como nunca. Y Luna parecía entender eso, no había necesidad de que Simón le comunicara sus problemas, él no necesitaba decirle lo mal que se sentía, ella parecía saberlo con una sola mirada.
—¿Es hora de entrenar?—Le pregunto Luna. Simón asintió con una sonrisa amable, pero no feliz.
Las chicas, guiadas por Simón, se dirigieron a la pista y descubrieron que solo faltaban ellas para iniciar el entrenamiento.
Juliana sonrió de forma irónica.
—Ahora que todos estamos aquí, podemos empezar con los ensayos. Los Redsharks no pierden nada de tiempo y no podemos permitirnos perder ni un segundo más.—Luna notó lo estresada que se veía su entrenadora, así que tampoco trató de bromear con ella.—No hace falta recordarles que, mientras estén en la pista, no quiero nada de problemas personales, ¿cierto?—
Los chicos no hicieron ningún intento para llevarle la contra. Mientras los chicos comenzaban con diez minutos de calentamiento, Juliana salía y entraba de la pista. Luna estaba segura de que, si Juliana pudiera, los dejaría entrenando solos y por su cuenta. Pero apenas estaban retomando sus entrenamientos, y necesitaban prepararse para la segunda competencia. Necesitaban a su entrenadora.
Aquel era un entrenamiento importante por lo que los chicos debían estar frescos y concentrados. Todos se movían y trataban de seguir el ritmo de la melodía en la que Simón y Luna habían trabajado. Como siempre ocurría en esas ocasiones, Jim y Ramiro comenzaban a bailar, inspirados ante el ritmo.
Juliana sonreía al ver a los chicos contribuir en la elaboración de la coreografía. Esa era una de las diferencias claves entre los RedSharks y el Jam&Roller.
Los RedSharks parecían ser siempre liderados por Ámbar y Emilia, quienes parecían saber exactamente que movimientos usar en cada momento. El Jam&Roller, en cambio, decidían todo sobre la marcha.
Increíblemente era algo que funcionaba de maravilla para los dos equipos.
Aunque Juliana no estaba en contra de su método de ensayo, la ex patinadora prefería el método de los chicos. De esa forma no solo se aseguraba de hacer fluir las cosas de una forma casi mágica, sino que se aseguraban a ser fieles consigo mismos, a seguir el ritmo que les dictaba el corazón.
Ella sabía que la asistencia a aquel primer entrenamiento no era...de tan demasiada importancia como todos pensaban. Al menos, no en el sentido de que, si alguien llegaba a faltar, se perderían de un nuevo paso increíble y extremadamente difícil de dominar.
En realidad, aquel entrenamiento era para tener, junto a los chicos, una lluvia de ideas. Era importante, porque parecía fortalecer el vínculo entre los chicos.
Aunque había personas, como Nina y Jazmín, quienes realmente no participaban en la coreografía junto a los demás, también formaban parte importante del entrenamiento.
Ramiro improvisaba algunos pasos al ritmo de la música, presumiendo sin ninguna vergüenza sus habilidades como patinador profesional.
Jim se unió a él, pero ella seguía su propio ritmo. Ella era el tipo de patinadora que sentía verdaderamente la música como ninguna otra.
Aquellos dos eran grandes motivadores para el resto del equipo, y mientras Juliana los observaba, no había duda alguna de que habían nacido para esto.
Después de tres largas horas, el equipo se tomaba un ligero descanso.
Ramiro se dejó caer al lado de un completamente exhausto Simón.
—La canción me encanta, Simón, pero...¿no tiene letra?—
—De eso queríamos hablarles chicos.—Explico Simón llamando la atención de sus compañeros.—La letra no está terminada porque queríamos su ayuda.—
—Sip, pensamos que sería mejor, algo diferente, involucrar a tantas personas como nos sea posible en la siguiente competencia.—Acompaño Luna.
—Luna, las reglas...—Intentó decir Juliana con una expresión decaída.
—Lo sé, Juliana, hemos leído el reglamento más de diez veces en busca de algún detalle que nos impida realizar nuestros planes, y podemos asegurarte que todo lo que tenemos en mente es completamente valido.—Explicó Luna con una gran sonrisa de victoria. Como si hubiera hallado algún hueco, un hoyo en aquellas tontas reglas de Gary.
Sin perder tiempo Simón se encargó de explicar los detalles a sus compañeros, y aunque estos se mostraron completamente de acuerdo con él, Juliana aun seguía sin ser convencida.
—La finalidad es escribir una letra que nos represente absolutamente, nuestros deseos y pensamientos.—Finalizó su pequeña explicación.—Sé que es algo complicado, pero les aseguro que, de funcionar, puede ser algo completamente increíble.—
—No tienes que dar más explicaciones, Simón.—Dijo Matteo, frente a él.
—Sip...tengo un buen presentimiento acerca de esto.—Dijo Jazmín desde las gradas.
Simón y Luna se sonrieron entre ellos. Sí, si aquella alocada idea llegaba a funcionar, quien sabe, tal vez incluso podrían tener una ventaja sobre los RedSharks. La ventaja que necesitaban para no perder las esperanzas.
Necesitaban aquella actitud positiva, ella y su equipo lo habían hablado antes.
—Lo más importante, chicos, es creer bien fuerte en nosotros mismos. En nosotros y en el equipo.—Les había dicho Luna en alguna ocasión, en esa tarde, cuando el cansancio parecía ser demasiado y sus ánimos se veían más bajos que nunca.
Luna no quería ser una pesimista. Era cierto que las cosas no habían sido favorables para los chicos, y era cierto que, con cada victoria de los RedSharks, por más pequeña que fuera, los ánimos del J&R disminuían más y más. Aquella sensación de fracaso era algo que solo podría entender una persona paso por la misma situación. Por eso no se sentía completamente satisfecha cuando sus padres juraban entenderla, por eso se sentía plena estando con el Jam&Roller, porque tenían eso en común, porque se sentían de la misma forma. Y porque compartían aquel sentimiento, aquel precioso sentimiento, Luna simplemente no podía permitir que el Jam&Roller muriera de esa forma. No cuando estaba en sus manos evitarlo.
El entrenamiento llego a su fin cuando Gary entró a la pista y, apresurado, llamó a Juliana para una junta "de entrenadores" que no podía esperar.
—Bueno, esto nos da la excusa perfecta para ir, recargar energías y de paso hablar sobre la letra de la canción.—Dijo Ramiro, secándose el sudor de su frente con su toalla.—Se me vinieron a la mente unas ideas fantásticas.—Decía al tiempo que recargaba su pecho en la espalda de Jim, pese a las protestas de la chica.
—¡Ramiro, quítate! ¡Estas todo empapado!—Grito mientras se iba corriendo de la pista. El chileno se rio mientras iba tras ella.
—¿Tienes algo que hacer, Luna?—Le pregunto Simón mientras ambos se quitaban los patines en las bancas.—Ramiro tiene razón, ahora que estamos todos juntos sería una buena idea comenzar con la letra.—
—Esta bien, Simón, no tengo ningún inconveniente. Podemos ir a la cafetería y decidirnos mientras nos tomamos un licuado.—
[...]
El ambiente era...extraño.
Sus amigos estaban hablando casi a gritos, no porque esa fuera su decisión, sino porque el ruido en la cafetería no les dejaba otra opción, en estas fechas, la gente parecía estar más estresada.
Estaban compartiendo ideas, dando a conocer algunas de las mejores y más profundas letras que habían guardado hasta ese entonces. Estaban tratando de escribir la letra, como Simón había pedido antes, todos juntos y a un mismo ritmo.
Pero de alguna forma los buenos ánimos se habían perdido entre ese pequeño viaje entre la pista hasta la mesa en la que se encontraban sentados.
Luna pensaba que era una verdadera pena, porque estaba segura de que, de no tener aquel claro bloqueo mental, los chicos y ella podrían estar creando algo tan bueno que sería capaz de darles la ventaja que tanto necesitaban sobre los RedSharks.
La melodía, tan dulce, esperanzadora y fresca había preparado el terreno y, en teoría, las cosas no deberían ser tan difíciles. Crear e improvisar una coreografía no les había sido difícil.
La clave había sido respirar, relajarse y sentir la música.
Por eso Luna no podía culpar a sus compañeros de perder la concentración. ¿Cómo podrían respirar tranquilos? En el ambiente en el que se encontraban, silenciosamente caótico, era difícil mantener la calma.
Luna sabía que, en parte, ella era culpable por aquel ambiente tan tenso, como si solo una palabra correcta dicha en el momento correcto -¿o incorrecto?- hubiera sido suficiente para calentar las cosas.
Primero comenzó con Pedro y Nico: Ambos chicos se veían mortalmente estresados cuando el equipo decidió ocupar algunas mesas vacías al fondo de la cafetería. ¿La razón? Desconocida por el momento. Los chicos hicieron su mejor esfuerzo para mantener una actitud positiva, pese a la negatividad que se sentía. Después ocurrió que sus compañeros, poco a poco, comenzaron a verse más ansiosos con cada segundo que transcurría. Entonces, por último, la rápida pero para nada discreta mirada que Nina le había lanzado.
"El incendio."
Solo fueron dos palabras entre la multitud, ¿quién las había dicho? Luna no lo sabía, pero solo habían sido dos palabras, dos palabras que la hicieron sentir...extraña.
Luna arqueo ambas cejas cuando se dio cuenta de que ella era el blanco de todas las miradas de sus amigos.
Entonces le ocurrió algo igual de extraño. Como si estuviera en las ultimas de su paciencia, y al mismo tiempo, como si estuviera preguntando por el menú del día, Luna preguntó en voz alta:
—¿Por qué todos están hablando del incendio?—
Su querida amiga, Nina, perdió el color momentáneamente. De reojo vio como Pedro y Nico miraban a sus clientes con ojos resentidos.
—No lo sé, dime tú.—Le dijo Jazmín quien al parecer era la única capaz de formular palabras.—Creí, que en esta clase de situaciones, serias tú la primera en enterarse de lo que ocurre.—
Luna se encogió de hombros.—No tengo idea de lo que estás hablando, Jazmín.—Respondió con certeza y rapidez, no queriendo usar ni una palabra más o una palabra menos.
—Sí, Jaz, ni siquiera nosotros sabemos que está pasando, ¡Estas personas no dejan de hablar de estúpidos rumores!—Exclamo Delfina mientras miraba de reojo a un grupo de personas que estaban sentados en la mesa siguiente.
—Pienso que Gary y Juliana también están preocupados por esto.—Murmuro Ramiro, para que solo sus amigos escucharan sus palabras.
Jim asintió ante las palabras del chileno.—¡Es justamente lo que pienso! ¿No vieron como Gary entraba y salía de la pista? Algo debió haber ocurrido y pienso que esa es la razón de porque Juliana tuvo que cancelar nuestro entrenamiento.—
—Pero aun así...—Dijo Ramiro, con su barbilla en la palma de su mano y observando la cafetería con ojos desinteresados.—...no es como si hubiéramos hecho mucho. Tenemos la melodía, pero hasta ahí. Ni siquiera tenemos la letra para hacer una coreografía correcta.—
—No puedes ser tan tonto, tonto.—Lo regaño Yam.—¿No escuchaste lo que Simón y Luna dijeron antes?-...—
"—¡Fue un incendio! ¡Un incendio! ¿Cómo puedes tomar a la ligera un asunto como este?—"
—...-¡Todos vamos a contribuir con la letra!—
—¿Y cómo puedes decir que no hicimos mucho, Ramiro?—Dijo Delfina.—¿Hablas en serio? Lo que los chicos nos dieron fue más que suficiente para crear una muy buena coreografía.—
—¿Coreografía?—Pregunto Ramiro con algo de burla en su voz.—Lo que hicimos fue freestyle, fue desastroso y desordenado.
—Amigo, no seas así, ¡El freestyle que hicimos estuvo bien!—Le dijo Gastón.
"—Pero, ¿acaso no hubo un culpable?—
—Sí...pero algo se siente fuera de lugar...¿se hicieron un montón de investigaciones para que a último minuto simplemente se dejaran de lado?— "
—No estarás esperando que la coreografía este completamente lista en una hora, ¿verdad, Ramiro?—Pregunto Jim con ironía.—¡Por supuesto que la coreografía va a ser desastrosa! Es como el primer borrador de cualquier gran autor.—
—Vale, vale, creo que ahora sí necesitamos calmarnos.—Dijo Gastón.—Creo que la negatividad de la cafetería está empezando a afectarnos.—
"—Te lo dije antes, ¿no? Seguramente la persona que provoco el incendio es una persona que forma parte del staff del roller. Alguien importante...es la única explicación.—
—¿De verdad fue provocado? Creí que había sido solo un accidente. ¿Entonces por qué proteger a un psicópata así?—"
—¡Dios!—Exclamo Delfina con disgusto.—¡¿Acaso no tienen algo más interesante de que hablar?!—Les grito a los tres grupos de personas a sus alrededores, quienes inmediatamente dejaron su tema de conversación, avergonzados.
La mesa se quedó en relativo silencio, hasta que Jazmín se levantó de su asiento, sorprendiéndolos a todos.
—Tengo algo que confesar, chicos.—Dijo de forma abrupta y mirando a sus amigos con una gran pena.—Creo que es mi culpa que todo el mundo este hablando de este horrible...terrible, imperdonable suceso.—
—¿Qué estás diciendo, Jaz?—Pregunto Simón frunciendo el ceño.
—...Casi le conté la verdad a Emma.—Dijo, observando a Delfina con ojos preocupados.—Le conté que los RedSharks estaban mintiendo acerca del incendio. Lo siento, chicos, cometí un gran, gran error.—
—Está bien, Jazmín. Emma, de todas formas, se habría enterado tarde o temprano.—Delfina trató de tranquilizarla.
—¡Pero no le dije nada! Nina estaba ahí y ella puede ser mi testigo.
—De todas formas, Jazmín, te has disculpado sinceramente y todos sabemos que no fue tu intención traer tantos problemas.—Le dijo Matteo de una forma reconfortante, después, su cara hizo una mueca de fastidio.—Sí, al menos tú te disculpaste por lo que hiciste.—
Y tan rápido como Matteo volvió a abrir su boca, un pesado silencio cayó sobre los presentes. Uno a uno se miraron entre ellos, ignorando deliberadamente los ojos de la única persona que no había participado en su pequeña discusión.
—Bueno, chicos, ¿les importa si me adelanto?—La voz de Luna logro sobresaltarlos.
—Luna.—Dijo Gastón, al otro lado de la mesa.—No te dejes molestar por Matteo, ya sabes lo horrible que puede ser este chico a veces.—
—Sí, Luna...¿Qué tal si nos vamos por un helado y te acompaño a tu casa?—Ofreció Simón.
Luna simplemente negó con la cabeza mientras comenzaba a levantarse de su lugar.
—Perdón, esta vez sí que no puedo ir.
—¿De verdad?—
Luna nuevamente se encogió de hombros y desvió la mirada hacia el costado. Luna estaba mordiendo su labio de forma tan insistente que juraban que esa pequeña mancha roja no era tanto por su labial.
—Sí...recordé que tengo algo muy importante que hacer en la mansión.— La joven entonces les regaló una sonrisa poco característica de ella....aquella expresión les recordaba a alguien más, pero no podían recordar a quien.—¿Les parece si mañana nos reunimos temprano para hablar sobre la letra?
Los chicos no tuvieron objeción alguna, y Luna no espero una confirmación unánime cuando ya estaba con un pie fuera del establecimiento.
Tal vez era mejor que Luna no estuviera en el Jam&Roller en esos momentos, pero ¿qué tan buena idea era que fuera directamente con Ámbar a la mansión?
"Alinea mi corazón, mi cuerpo y mi alma
Para enfrentar lo que he hecho y completar mi condena
Pues sí, señor, sí señor, ese fui yo
Sé lo que he hecho, porque sé lo que he visto"
Este es, oficialmente, el capítulo más largo que he escrito...tanto que deberían ser dos capítulos xd pero no quería dividirlo para nada.
En fin, no tengo palabras para expresar lo avergonzada que estoy por haberme tardado tanto en actualizar esta historia, estoy segura de que en este capítulo va a haber errores, pero la verdad quería publicarlo YA, porque si no jamás lo iba a publicar.
Solo puedo decir, gracias a quienes aún estén siguiendo la historia <3 haré mi mejor esfuerzo para traerles el siguiente capítulo lo más pronto posible.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top