29.-Rebelde por diversión

No voy a mentir, casi me pongo a llorar cuando comencé a editar :') Tal vez en algún futuro me den ganas de volver a leer este capítulo, pero no por el momento :''3

Fue eterno, pero estos capítulos son de mis favoritos <3

Ustedes saben que yo pongo estas letras como me da la gana y como pienso que encaja en la historia :v y la verdad no pensé en ninguna otra canción que encajara tan bien como esta xd tiene esa energía caótica que quería mostrar en un personaje. Un rebelde porque sí lol

El video no tiene mucho que ver (solo la canción) pero me gustó :3

Nota: Tómense un descanso cada vez que lo necesiten, o cada vez que comiencen a fastidiarse <3 este capítulo es un poquito largo, pero no quise dividirlo porque algo simplemente no encajaría.

En fin, espero que les guste este capítulo :3

Resumen: Luna se delata sí misma y se mete en problemas, Jazmín delata a alguien y se mete en problemas, y Ámbar simplemente quiere vivir en paz

(Ojala no se me haya pasado ningún error </3)




















"No puedo mantener mis manos quietas,

¿Estoy siendo muy imprevisible?

Soy un rebelde solo por diversión"




















Luna entró a la pista tan alegre y sonriente como siempre. Moviéndose y bailando al ritmo de una melodía imaginaria que no abandonaba su cabeza. La joven pasó su mirada hacía todos lados, quizás buscando a alguien o asegurándose de que alguien no estuviera presente.

Luna no estaba ahí para ver a los RedSharks, por supuesto que no, la única razón por la que siempre asistía a sus entrenamientos era para ver a su querida rubia. Todos, incluso sus amigos, sabían eso.

Aunque estaba muy aliviada de no encontrar a Ámbar ahí, también sentía una ligera decepción. Algo muy contradictorio pero que funcionaba para ella.

Estaba a punto de darse la vuelta e irse, realmente no le importaba ser tan obvia con su interés hacía la otra joven. Sí Ámbar no estaba ahí, entonces ella tampoco.

Al momento de darse la vuelta, vio a Juliana sentada en las gradas, mirando con ojos críticos a los RedSharks.

Luna no se sorprendía de verla ahí, ella sabía que Gary de vez en cuando le pedía supervisar a su equipo, normalmente cuando él estaba de viaje o en algunas reuniones.

La menor se acercó a ella, con la misma intensidad y jovialidad con la que había entrado a la pista.

—¿Qué onda, Juliana? ¿Qué haces aquí?—La saludo.

—Hola, Luna. Estoy supervisando el progreso de los RedSharks, Gary me pidió que los cuidara mientras él se ocupaba de ciertos asuntos.—Le respondió sin apartar la mirada del grupo de chicos que apenas estaba comenzando con los calentamientos.

—Mmmh.—Tarareo Luna mientras miraba al equipo y se sentaba, imitando a la mujer a su lado.—¿Y qué tal van? Recuerdo que la última vez estaban ensayando las mismas canciones que ya han presentado.—

Juliana asintió sin prestar mucha atención.—Van a comenzar con una nueva coreografía. Los vi discutiendo sobre nuevos pasos.—

No pierden el tiempo... Apenas llegamos y ya están trabajando de nuevo. Seguramente es para la próxima competencia... Es aterrador como se toman en serio este asunto.—Juliana sonrió levemente antes de hacer algunas anotaciones en la libreta que tenía sobre sus piernas.

Las dos se quedaron inmersas en relativo silencio antes de que Luna volviera a hacerle preguntas a su entrenadora.

—¿Juliana?—La llamó. La mujer simplemente asintió para darle a entender que la estaba escuchando.—...¿Alguna vez...no te has arrepentido de haber echado a Ámbar del equipo?—Luna bajó la mirada en cuanto la pregunta abandonó sus labios. Juliana la había volteado a ver inmediatamente con sorpresa.

—¿Por qué preguntas eso, Luna?—No se escuchaba a la defensiva, más bien parecía genuinamente curiosa por semejante cuestión.

Luna se encogió de hombros.—Bueno...es que, a veces pienso que...si Ámbar no se hubiera ido, todo esto de los RedSharks no estaría ocurriendo. Siento que nos habríamos ahorrado un montón de problemas.—Respondió sin mirarla y jugando nerviosamente con sus manos.

—Sé a lo que te refieres, Luna.—Le aseguró y la hizo sentir lo suficientemente tranquila como para que levantara nuevamente la mirada.——..., lo he pensado varias veces, más de las que me gustaría admitir.—Fue su corta explicación antes de volver a concentrarse en el equipo.

El eco de las ruedas en el piso parecía ser más ruidoso ante el silencio que había caído en ellas. Luna la seguía mirando fijamente a la espera de una respuesta más elaborada.

—¿Me podrías contar, Juliana?—Le preguntó de forma ilusionada. Había deseado hablar de esto desde hace tiempo y ahora que hallaba la oportunidad perfecta no quería desperdiciarla.

La mujer, aun así, no dejó de escribir en la pequeña libreta que había traído. No estaba ignorando a la menor, pero se veía en contra de la idea de seguir aquella conversación.

—Sé lo que piensas...—Le respondió por fin, con su mirada fija en el equipo rival.—Si le hubiera dado a Ámbar otra sanción-...o si el castigo hubiera sido de otro tipo...sé que tú también lo que piensas, Luna.—De pronto frunció el ceño.—"Con Ámbar habríamos ganado la RodaFest".....Sin duda, con Ámbar habríamos ganado la RodaFest, no por el obvio hecho de que es una gran patinadora, sino porque su partida desequilibró profundamente la dinámica del equipo. Tuvimos que adaptarnos cuando la competencia ya estaba sobre nosotros...y un cambio así de grande justo antes de la competencia...—Juliana se rio, como lamentándose de su decisión.—...Sin duda alguna fue algo absurdo. Incluso Gary me lo dijo.—

Luna asintió mientras hacía una mueca.—Sí, lo escuché cuando te lo dijo.—Confesó.

—Eso no me sorprende.—Se rio nuevamente, pero esta vez de forma más genuina. Después volteo a mirarla.—¿Tú que piensas, Luna?—

La expresión de la joven cambió un poco y Juliana supo al instante que estaba conteniendo sus palabras, aunque también era notable que eso no era lo que realmente deseaba hacer.

—No pienso que hayas tomado la decisión incorrecta.—

—Pero tampoco piensas que fue una buena decisión, ¿verdad?—

Ante las palabras de Juliana, Luna abrió grande los ojos, delatándose completamente.

—...O sea...¿qué se supone que tendrías que haber hecho? Entiendo porque lo hiciste...lo que Ámbar hizo estuvo...mal.—

—¿Solo "mal"?—

Luna bufó ruidosamente. Fueran cuales fueran sus verdaderos pensamientos, daba la impresión de que habían estado molestándola desde hace bastante tiempo.

—La verdad es que nunca me ha gustado hablar de esto. Todos sufrimos tanto por lo que pasó...era más fácil fingir que no había ocurrido. Ni siquiera quiero pensar en lo que hizo, porque todavía no sé cómo sentirme con ello...y tampoco le pregunté nada a Ámbar porque no sé cómo resultaría nuestra conversación...—

—......¿Le tienes miedo a Ámbar, Luna?—

La menor volteo a verla con una expresión que la hacía verse terriblemente similar a Ámbar.

—¿¿No??—Respondió tratando de aguantar la risa, como si la pregunta le hubiera parecido tan ridícula que llegaba a ser divertida.

Juliana decidió ignorar aquella extraña pero interesante reacción.—Te preguntaba, porque sé lo intimidante que puede ser Ámbar, tan intimidante como para que otras personas mientan o hagan cosas que no quieren hacer, por ella...—Las dos compartieron una corta mirada de complicidad. Ambas sabían de quienes estaban hablando.—Pero nunca he esperado que tú seas de esa clase de persona que cae ante sus efectos.—

Luna parpadeo un par de veces, como si la hubieran sorprendido con la guardia baja, y entonces se rio cortamente.

Una risita que le decía mucho a Juliana y que, honestamente, no la sorprendía tampoco.

Aunque al principio se sorprendió al ver a las dos chicas hablando con normalidad, poco a poco fue acostumbrándose a la imagen.

En ocasiones le parecía extraño; las había visto pelear tantas veces en el pasado que era un tanto perturbador verlas juntas de esa forma, algo que simplemente no encajaba, pero Juliana jamás dijo nada. Ella no sabía exactamente qué había ocurrido para provocar un cambio tan radical en su dinámica, pero al menos ya no estaban jugando al gato y al ratón, a enemigos mortales que no soportaban estar en la misma habitación. Ella no sabía que tan cercanas eran, o que clase de relación tenían actualmente, es por eso que con el paso de los días Juliana aprendió a no prestarles demasiada atención.

O eso era hasta que Luna comenzó a tener un comportamiento extraño. El mismo comportamiento extraño que mostraba en el momento. Tal vez estaba equivocada, pero Juliana tenía una leve idea de lo que podría estar ocurriendo.

—Luna, no creo que sea una buena idea que sigas guardándote tus pensamientos como lo has estado haciendo.—La joven levanto la mirada hacía Juliana, sorprendida.—Incluso si es Ámbar, deberías decirle lo que piensas—Luna seguía observándola, su cara lentamente comenzaba a tomar más color y Juliana suponía que era simple vergüenza.—Créeme, va a ser más sencillo si eres sincera.—

Presa de la vergüenza, Luna comenzó a reírse nuevamente, aunque no hacía ningún esfuerzo por negar o contradecir lo dicho por Juliana.

—Pensé que Ámbar no te agradaba mucho.—Desvió un poco el tema mientras seguía sonriendo nerviosamente.—Ahora parece que la defiendes......¡Y no digo que eso sea malo!...—

Juliana no pudo estar más de acuerdo.

Era obvio que la rubia no era su persona favorita, pero tampoco sentía alguna clase de rechazo por ella. Ámbar, de alguna forma u otra, estaba bajo su cuidado. Aunque debía admitir que había comenzado a prestarle un poco más de atención desde hace unos días.

—Nunca he sido una persona rencorosa, Luna.—Le dijo de forma breve.— Estaba muy furiosa cuando me entere de lo que hizo Ámbar...pero de alguna forma he llegado a aceptarlo. De todas formas ya ocurrió, no puede ser cambiado......hay algunas cosas que no pueden ser cambiadas y no podrán ser cambiadas...y es algo que debemos aceptar.—

A Luna de repente no le gustaba para nada como sonaba eso.

—...¿Crees en el destino o en esa clase de cosas, Juliana?—Se atrevió a preguntar, olvidándose momentáneamente de su vergüenza.

—No. Pienso que simplemente es el resultado de una cadena de eventos.—Respondió sin inmutarse siquiera.—Si un equipo no entrena lo suficiente o si no existe una buena armonía entre sus integrantes, las posibilidades de un fracaso aumentan considerablemente...—

Luna entristeció de inmediato.—¿Lo dices por la RodaFest?—

Juliana asintió sin dudarlo.—...Pienso en Gary...él sabía que íbamos a perder la competencia...no porque nuestro equipo no tuviera una buena relación entre sí o porque nuestros patinadores no fueran competentes, sino porque él veía las cosas de una forma realista.—

—...¿Los Slider eran mejor que nosotros?—

—¡No!—Juliana negó tan rápido como la pregunta abandono los labios de Luna, después suspiro, porque estaba dando ideas completamente erróneas.—Me refiero a que él sabía perfectamente que un cambio en el equipo a último momento era una pésima idea. Él sabía que sacar a Ámbar del equipo, estando tan cerca de la final, era una absurda idea.—

—Pero eso fue lo correcto, ¿no?—

—Sí, Luna, fue la única opción...pero fue también lo que nos hizo perder. Gary lo dijo, y no lo dijo porque tratara de predecir el futuro, él solo vio la realidad, vio las consecuencias a largo termino.—Dijo con pesadez, como si estuviera admitiendo una derrota. Era difícil ver a Juliana así, porque se escuchaba tan sincera como pocas veces lo hacía.—Él ve el resultado, obvio y claro, cuando otras personas no. Me hace pensar...¿qué pasa si no estoy viendo las cosas como él las ve? Algo que es tan obvio para él, pero no para mí...—Y otro suspiro por parte de Juliana.—Él tiene una gran habilidad cuando se trata de estas cosas, y yo respeto mucho sus ideas, porque Gary, a pesar de que muchos piensan lo contrario, no es solo un buen hablador. Él sabe exactamente lo que dice, como si lo planeara sin esfuerzo, y la mayoría del tiempo sabe exactamente lo que está haciendo...y eso me preocupa un poco...—

—......¿Por qué?—

—.....Tiene tanta confianza en este nuevo proyecto, en los RedSharks.—Dijo confirmando lo que Luna suponía. Era peor cuando Juliana lo decía.—Es como si supiera exactamente los caminos que están tomando, el camino al que están aspirando. Él no arriesgaría tanto por ellos si supiera que al final no van a ganar.

—¿Tú también piensas que ellos van a ganar?—La interrumpió Luna con un tono de exasperación.

—No es lo que estoy diciendo, Luna...no es lo que trato de decir...—Le dijo con algo de vergüenza, como si apenas se diera cuenta de cuanto le estaban afectando sus palabras a la pequeña.—Luna, no lo malentiendas...las cosas no están decididas, ni mucho menos.—

—¿Crees en el destino, Juliana?—Arremetió con la misma pregunta de antes, con un tono herido y enojado, y con un significado que no llegaba a comprender.

Juliana, en esta ocasión, no supo que responder a la pequeña.













[...]













Luna movía insistentemente su pie contra el piso de la cafetería. Estaba impaciente, pero se encontraba lejos de estar aburrida; Nunca había estado más despierta y su atención jamás había estado mejor...pero tal vez, tal vez...estaba enfocando su atención en la dirección incorrecta.

Al menos por el momento.

—Sí, ¿qué decían?—Preguntó a sus amigos quienes la miraban con expresiones de incredulidad y fastidio.

—¡En serio, Luna!—Se lamentó Yam.—Esta obra tiene que ser perfecta, ¡Vale el cincuenta por ciento de la calificación!—

Luna se rio y bajó la mirada, apenada y nerviosa. Una vez más, sin poder evitarlo, miro de forma tímida hacía el escenario en donde los RedSharks seguían respondiendo a las preguntas y comentarios que les hacía Emma.

La entrevista había comenzado hace poco menos de media hora, cuando Nina, Jim, Yam y Michel estaban discutiendo acerca del proyecto que presentarían para su taller del Blake. Luna hacía de mediadora, interviniendo cuando las cosas se ponían muy emocionales. En una de esas, vio a la distancia como Emma se movía de un lado a otro, asegurándose de que todo estuviera en orden. Aunque todo el movimiento la distraía lo suficiente como para seguirla con la mirada, decidió que no era un gran problema.

Pero entonces Ámbar hizo acto de presencia...y a Luna solo le quedo reírse ante su propia mala suerte.

Llegó a la conclusión de que lo mejor sería ignorarlos, por su propio bien y por el de sus amigos. Tuvo éxito al principio, pero entonces sintió curiosidad por lo que estaba ocurriendo con los RedSharks.

No solo era Ámbar, sino también Emilia, quienes se daban el lujo de no responder activamente a lo que Emma decía. Luna rápidamente notó que no se negaban a responder, más bien no hablaban si la pregunta no era dirigida directamente a ellas. Como si estuvieran tratando de mantenerse al margen.

Y Luna no podía evitar mirar en su dirección.

Incluso cuando Luna y sus amigos habían decidió sentarse en las mesas de fondo, podía verlos y escucharlos perfectamente.



—Entonces.—Inició Emma con una de sus preguntas.—Acerca de la letra de su canción: ¿Cómo fue que llegaron a la idea de tan sugestivos temas? ¿Cuál fue su inspiración?—



Luna, inevitablemente, se vio nuevamente atraída hacía ellos. Desde su lugar pudo ver como Emilia giraba levemente el rostro para mirar de forma expectante a Ámbar. Ésta última trató de ocultar una media sonrisa, como si hubiera estado esperando impacientemente a que llegaran a ese tema.

Luna no disimuló su decepción cuando sus amigos demandaron nuevamente su atención.

—¿Qué opinas, Luna? Podríamos interpretar a "la bella y la bestia".—Propuso Michel.—

—Podríamos pedirle a Gastón que interprete a Gastón.—Nina se rio ante su propio chiste.—Sería tan divertido. Además sabe cantar.—

Michel asintió con entusiasmo.—¡Y que la bestia se coma a la bella!—

—O que la bella se coma a la bestia...—Dijo Jim con toda la normalidad del mundo.—Ah, ya verás tú que buenas risas.—

—De verdad necesitas alejarte un poco de Ramiro, Jim. Su humor se te está pegando.—Yam negó con la cabeza, completamente en desacuerdo con la pelirroja. Jim simplemente se encogió de hombros.—No vamos a arruinar la bella y la bestia de esa forma, ¿ok? ¿Alguien tiene más ideas?—



—¡Fue bastante divertido escribir la canción!—Respondió Emilia tomando la palabra. A Luna le parecía increíble como Emilia pudo controlarse tan bien para no responder todas las preguntas ella sola. La rubia no tenía ningún inconveniente para esa clase de eventos, pero pocas veces sabía cuándo detenerse. Y Emma parecía ser el tipo de persona que no la detendría.—Ámbar y yo nos reunimos un día y estuvimos discutiéndolo durante mucho tiempo. Queríamos hacer algo diferente, alejarnos un poco del concepto de "chicos malos" que tienen al mundo a sus pies, pero sin perder ese sentimiento de peligro que tanto nos gusta...—



—¿Qué tal la cenicienta?—Preguntó Nina, obligando a Luna a prestarle atención.—¿No es un bonito cuento?—

—...eh, tal vez si nos vamos con otra clase de adaptación pueda funcionar...—Se rio Yam nerviosamente.

—Matteo tiene la pinta de un príncipe encantador, podríamos pedirle ayuda para el beso de amor verdadero.—Jim codeo a Luna de forma juguetona. Ésta última suspiró de forma melodramática.

—No, chicas, dejen de asustar a Matteo, por favor. Además, no me queda el papel de la Cenicienta.

—Ah, ¿no? Hoy llegaste tarde al Blake porque no encontrabas tu uniforme.—

—...Ok, Nina...estoy de acuerdo con la Cenicienta, siempre y cuando no haya beso.—

—¿Por qué no?—Le preguntó Michel.

—No es lo mío.—Respondió mirando hacia otro lado, repentinamente nerviosa por toda la atención que recibía de sus amigos.

—...¿El romance o el príncipe encantador?—Luna sintió deseos de desaparecer cuando Nina hizo aquella pregunta. Era obvio que su amiga, muy a su manera, estaba alentándola a hablar de un tema que aún la avergonzaba.

Michel miro a las dos amigas.—¿El príncipe encantador no es tu tipo?—La miro, genuinamente sorprendido e interesado.—¿Entonces cuál es tu tipo?—

Luna entrecerró los ojos.—¿Mi tipo?—

Tenía intenciones de decir que no tenía preferencia en especial, jamás se lo había preguntado a sí misma. Y mientras pensaba en su respuesta, sus ojos nuevamente miraron hacía el escenario.



—Así que en teoría...—Intervino Ámbar rápidamente cuando Emilia había terminado de hablar.—...La canción sigue a una persona; alguien quien no es necesariamente un rebelde, pero que tampoco tiene una conducta aprobada por su entorno...un "chico malo" que se ha enamorado. Alguien quien, pese a todos sus intentos, no pudo escapar del amor...—



Luna mordió fuertemente su labio inferior y regresó su mirada a la mesa. Rehusándose a enfrentar la atónita expresión de su mejor amiga.

—No lo sé...—Logró articular, sintiendo como le era difícil hablar calmadamente.—...¿Los chicos malos?—



—Y...verás, es un amor tan fuerte, prohibido, y a la larga, tan peligroso que al final ambas partes van a terminar ardiendo juntos. Algo así como un fuego lento...saben que será difícil y probablemente doloroso, pero no les importa ser quemados.—



—¡Sí! Me van más los malos.—Anuncio nerviosamente y de forma exaltada, mientras se levantaba rápidamente de su lugar.—Pero, bueno...será mejor que comencemos a irnos, pronto tendremos exámenes y necesitamos prepararnos.—

—Pero, Luna...—Yam se levantó junto a ella. Después de Yam, todos comenzaron a recoger sus libretas y carpetas para irse del Jam&Roller.—¡Aun tenemos que decidir lo que vamos a hacer! Mientras más rápido terminemos, mejor.—

—Lo sé, lo sé, por eso vamos a decidirlo mientras estamos afuera.—

Lejos. Muy lejos de aquel lugar que la distraía a cada segundo. Ese no era un buen ambiente para una joven estudiante como ella, un ambiente con tan gran...distracción.

Luna tuvo que tragarse la vergüenza y actuar con naturalidad cuando se dio cuenta de que Nina la observaba. Con curiosidad, sorpresa...tratando de descifrarla. A ella y su actuar.

Michel, quien caminaba a su lado, le sonrió y negó ligeramente con la cabeza.

—No te tomaba de esas personas que prefieren a los villanos...—Los chicos se las arreglaron para salir del roller sin meterse en la toma de Emma.—...nunca vas a dejar de sorprenderme, Luna.—Le decía con un tono de voz divertido...y diferente.

Ella le sonrió sin decir una sola palabra. Al poco rato el grupo de amigos tuvo que separarse. Luna se despidió de Nina, normalmente caminarían juntas hasta la mansión y ahí estudiarían, pero Nina tenía que regresar al roller para hablar con los demás y pedirles su ayuda con la obra.

Luna suspiró cuando su mejor amiga ya se hallaba lo suficientemente lejos.

Había sido descuidada y Nina se había dado cuenta. Luna había estado tan inmersa en los asuntos de los RedSharks que olvido que no estaba sola. Incluso en esos momentos lo único que quería era regresar al roller.

Estaba segura de que la entrevista seguiría por unos minutos más y a ella le habría encantado quedarse a escuchar lo que tenían que decir, pero se tranquilizaba, diciéndose a sí misma que ya habría tiempo para escuchar las palabras del equipo.

Ahora tenía que concentrarse en sus deberes con el Blake.

En el roller, la entrevista siguió en curso. Emma miraba a Ámbar sorprendida. La argentina le había regalado más detalles acerca de la letra de la canción que los RedSharks habían presentado...y era algo que la británica no se esperaba.

—...-Esa es la forma más poética en la que describiría la canción.—Finalizó con satisfacción. Si bien Ámbar ya se esperaba una pregunta como esa, la emoción e ilusión por hablar de aquel tema la sorprendían. Le parecía especial, de una forma extraña y que no entendía del todo.

—Creo que nadie podría haberlo dicho mejor.—Halagó Emma, aun ligeramente asombrada por sus palabras, aunque se recuperó completamente a los pocos segundos.—Sabía de antemano que el equipo era meticuloso y excepcional, pero jamás me imagine cuanto.—Los alabó una vez más.—Es increíble lo mucho que se han preparado para esto.—

Tanta adulación comenzaba a ser sospechosa para Ámbar. Era gracioso, ni siquiera con el Jam&Roller se había mostrado tan entusiasmada como con los RedSharks.

Sin embargo, su parte más arrogante la hacía ignorar aquel comportamiento, después de todo, ¿Quién no se maravillaría con los RedSharks?

—Pero la más grande sorpresa fue ver el escenario adornado con tonalidades oscuras.—Mencionó.—Tengo entendido que la presentación del equipo estaba planeada para ser...un poco diferente a lo que fue, ¿cierto?—Preguntó abiertamente.

Ámbar logró detenerse a sí misma antes de mirar con desconfianza a Emma. Era extraño que la chica tuviera en su poder aquella información, ¿No se suponía que solo Gary, Juliana y el equipo sabían lo que había ocurrido?

Era admirable e inquietante lo mucho que Emma sabía...A decir verdad, ¿qué tanto sabía de ellos?

Pero Emma no estaba equivocada.

. La escenografía de los RedSharks, al principio, estaba planeada para ser un hermoso, imponente y flameante espectáculo, literalmente. La canción, a fin de cuentas, se relacionaba con el fuego; Era casi obvio que seguirían aquel concepto. Pero finalmente, después de un montón de argumentos, Ámbar logró convencer a todos de que seguir aquel plan era una mala idea.

Así que sí, Emma tenía razón, pero ni Ámbar ni Emilia tuvieron la oportunidad de responder, pues de eso se encargaron sus compañeros de equipo. Era agradable dejar la entrevista en manos de alguien más que no fueran ellas dos.

Emma hizo una casi indetectable pausa cuando los chicos finalizaron su explicación.

—Es entendible por qué cambiarían sus planes.—Dijo de forma pensativa y con cierta empatía.—Después del terrible accidente que sufrió el Jam&Roller el año pasado.—

....Oh.

Uh-Oh.

¿Era solo ella o el lugar se sentía más frio de repente? Más frio...y más débil.

De repente una ola de aire frio había bañado su tibia piel. Ámbar podía jurar que sentía la humedad en su rostro, en las palmas de sus manos, en su frente. Era una sensación fría y húmeda que hacía un incómodo contraste con la cálida temperatura de su cuerpo.

De repente y sin explicación recordó a Luna. La dulce Luna, con su amabilidad, calidez, y ternura. De repente se preguntaba...¿Era así como se sentía Luna cuando alguien mencionaba los nombres y apellidos de sus padres biológicos?

Un silencio corto, pero pesado y profundo, envolvió a los presentes.

—Fue una terrible y desafortunada noticia.—Un chico, tal vez, tomó la palabra. ¿Cuál era su nombre de nuevo? Ámbar ni siquiera lo recordaba, pero le agradeció silenciosamente. Estaba agradecida porque, al verlo, sabía que ella no era la única que estaba sintiéndose tan extraña.

—En ese tiempo no formábamos parte del equipo, pero nos enteramos del accidente, fue un momento horrible para todos.—Dijo alguien más.

Ámbar, sin darse cuenta, bajó el mentón y se encogió ligeramente sobre ella misma. De verdad apreciaba que nadie estuviera dirigiéndole alguna pregunta, y apreciaba que sus compañeros estuvieran respondiendo todas esas preguntas. Por el rabillo del ojo notó como Emilia movía sus dedos de forma inquieta, pero sutil.

Cuando al fin Ámbar se decidió en levantar la mirada, y casi como si se sintiera atraída por alguna fuerza extraña, sus ojos fueron directamente a la cara de Emma....quien la miraba fijamente, sin perderse una sola reacción de su parte.

Sus cejas se arquearon en un gesto de sorpresa y curiosidad, ¿cuánto tiempo llevaba así, observándola? La joven británica no despego sus ojos hasta pasados unos segundos y fue ahí cuando dio por finalizada la entrevista.

Ámbar dejo de prestar atención a lo que ocurría, tal vez los demás estaban despidiéndose y hablando, ella realmente no lo sabía. Un momento Emma estaba hablando con el staff, y al otro momento se encontraba frente a ella, sonriéndole de forma tranquilizadora y tratando de llamar su atención.

—¿Disculpa?—Ámbar se dio cuenta de la chica le había hablado. Ella estaba tan inmersa en su mundo que ni siquiera la escucho o la vio venir.

Emma se rio dulcemente antes de repetir su pregunta.—¿Te encuentras bien? Noté que te veías un poco incomoda hace rato y vine a ver como estabas.—

—Oh.—Con eso Ámbar logró volver a sus sentidos.—Oh, sí, solo me distraje un poco, no pasa nada.—Y ahora que notaba sus alrededores, se dio cuenta de que Emilia también se encontraba a su lado, entrelazando su brazo con el de ella. Ámbar tenía la sensación de que Emilia estaba lo más cerca posible de ella para asegurarse de que estaba bien.

No por primera vez, Ámbar se sintió conmovida ante el gesto de su mejor amiga. De verdad estaba agradecida, pero también se sentía un poco molesta consigo misma. No le gustaba para nada sentirse fuera de control, porque cuando eso ocurría, absolutamente todos lo notaban.

—Lo siento, creo que fui un poco insensible.—La voz de Emma la interrumpió.—Los demás chicos me confirmaron que tú eres la única persona del equipo que estuvo presente después del accidente del roller.—La miro con pena. Como si estuviera sintiendo pena por ella.

Algo no encajaba.

Ámbar parpadeo, desconcertada.—¿Accidente?—

—Del roller.—Completo Emma, aun mirándola con compasión.—La verdad es que hay muchísimos rumores acerca de lo que ocurrió, así que pensé que sería buena idea acabar con las mentiras de una vez por todas.—Confesó. Ámbar no la conocía para nada, pero sabía que la joven se estaba mostrando completamente honesta ante ella.—Pero creo que solo logré perturbarte, lo siento.—

Ámbar no sabía cómo tomarse aquella disculpa. Ella sabía que era ridículo. No tenía sentido.

Cuando Emma se fue, Ámbar inmediatamente volteo a ver a Emilia.

—¿"Accidente"?—Le preguntó la mexicana de inmediato, devolviéndole una mirada de confusión. ¿Por qué se veía confundida? ¡Ella sabía lo que había ocurrido! Ámbar se lo había dicho.

—En la entrevista dijeron que fue un accidente...—Dijo de forma pensativa. Era una de las pocas cosas que podía recordar con claridad acerca de los últimos minutos.

—¿Y no lo fue?—Le pregunto Emilia de nuevo, queriendo corroborar lo que Ámbar le había confesado meses atrás. Ésta última volteo a mirarla con el ceño fruncido, molesta por la poca confianza de Emilia.—Lo siento, solo quería comprobar.—

—¿Crees que miento?—

No.—Le aseguró Emilia rápidamente, observándola con una mirada que no le había visto antes.—No sé si te diste cuenta, pero todos estaban diciendo-...más bien, todos estaban asegurando muy confiados que lo que ocurrió se trató de un accidente, así que necesitaba preguntarte...¿No me habías dicho que todos sabían que el incendio había sido provocado?—

—Sí. Así fue.—Gruñó, cruzándose de brazos.—No entiendo porque ahora lo tratan como un accidente.—Escupió las palabras con rencor ante tal ironía.

Bien. Ámbar entendía muy bien porque nadie creyó en ella cuando trató de defenderse. Era muy difícil defender una situación así...pero justamente por eso ahora le parecía tan ridículo que todos creyeran lo que ella había dicho en un principio. Era obvio que nadie hizo caso a sus palabras por ser la mentirosa y manipuladora persona que era...pero no le sorprendería que la gente hiciera caso a las mismas palabras proviniendo de otra persona...quizás, una persona que fuera lo que ella no, una confiable y respetable persona.

Ámbar comenzó a sentirse muy intranquila. ¿Quién, en su sano juicio, se arriesgaría a defenderla y a limpiar su sucio nombre cuando tenía todas las de perder?

Una fuerte conmoción la asaltó mientras, sin querer, se aferraba con fuerza al brazo de Emilia.

...¿Tal vez había sido Juliana? O eso es lo que quería pensar. Estaba muy confundida con todo lo que estaba ocurriendo, nada tenía sentido ya.

Como si la vida quisiera darle alguna señal, a lo lejos vio como Juliana caminaba con rectitud hacía los lockers. Ámbar tenía que aprovechar la oportunidad, después de todo, los lockers era el lugar perfecto para abordar a su entrenadora sobre temas serios, sin duda alguna.

Ámbar exhaló mientras sonreía ligeramente con resignación. Tenía que hacer esto, le pesaba más la desesperación y los deseos de saber la verdad, que la culpa y la vergüenza que sentía por sus actos.

Ya resuelta, volteo a ver a Emilia.

—¿Quieres acompañarme?—Le preguntó y sin darle tiempo a responder, añadió.—Conozco a la persona perfecta que puede resolver nuestras dudas.—

Mientras tanto, Juliana se encontraba inclinada sobre la mesa revisando los papeles que Gary le había dejado. Eran algunos trámites legales -que a Juliana no le sorprendía que estuvieran bajo el poder de Gary- y unas hojas con la escritura a mano de su compañero. Aunque todo era interesante, eran éstas últimas hojas las que más llamaban su atención. También eran las que estaba hojeando desde que Gary salió a su reunión en la mañana.

Ella había insistido en ir con él, pero éste se negó diciendo que su presencia en el roller era más que necesaria.

Tonterías, había pensado ella mientras lo veía partir. Los chicos sabían manejarse perfectamente y no necesitaban de nadie que los cuidase o vigilase...pero entonces recordaba su corta pero significativa conversación con la pequeña Luna y no podía evitar preguntarse si a eso se refería Gary.

Ella no sabría decirlo, el tipo siempre decía cosas raras que no tenían ningún sentido, y cuando Juliana les encontraba alguna clase de sentido, ya era demasiado tarde. Normalmente, por esa razón, Juliana no se esforzaba en intentar descifrar sus intenciones, pero ahora sentía que había algo realmente extraño.

Mientras revisaba aquellos papeles se topó con cierta palabra que la hizo fruncir el ceño y se dio cuenta de que, nuevamente, se estaba quedando atrás. ¿Terminación de contrato? ¿Exactamente a que se refería Gary con eso? Juliana tenía una idea, pero le parecía descabellado...pero era Gary de quien estamos hablando, así que valía la pena considerar aquella idea.

La idea de que Gary López quería deshacerse de su tan querido y adorado equipo de los RedSharks.

Juliana, recordando el mensaje que el hombre le había enviado, se fijó en la hora que marcaba su celular e hizo una nota mental para interrogarlo en cuanto cruzara la puerta del roller dentro de los próximos minutos.

Lamentablemente el pensamiento apenas cruzó su mente cuando notó como Ámbar y Emilia entraban al lugar. Juliana les restó importancia, seguramente se iban a poner los patines o algo. Ámbar no estuvo presente en los entrenamientos así que tal vez Emilia la iba a poner al tanto de lo que habían hecho.

Pero entonces vio como las dos rubias se detenían frente a ella y la miraban fijamente. Juliana se enderezó y trató de ocultar el estrés que, indirectamente, le había provocado Gary.

—Hola, chicas.—Puso su cara más amable, entonces carraspeo un poco porque tampoco quería asustarlas.—¿Qué se les ofrece?—

Ámbar y Emilia la miraban raro, claramente extrañadas por aquella actuación. De pronto Ámbar bajo la mirada por un segundo, dudosa, y volvió a mirarla, con aquella blanca expresión tan enervante para Juliana.

—¿Por qué todos dicen que el incendio del Jam&Roller fue un accidente?—

Ah, debió haber previsto que Ámbar era tan o incluso más impredecible que el propio Gary. Si hubiera tenido eso en cuenta, tal vez ahora mismo no estaría tosiendo incómodamente frente a la chica.

—Disculpa...creo que te escuche mal.—Se rio.

Ámbar no tuvo ningún problema en repetir la pregunta.—¿Por qué todos dicen que el incendio del Jam&Roller fue un accidente?—Esta vez la mujer mayor pudo notar la entonación de la rubia y...se dio cuenta de que no le dirigía aquella pregunta porque sintiera genuina curiosidad. Le hacía esa pregunta porque, de alguna forma, también la estaba reprochando.

Y Juliana sabía por qué. Ella había sido de las primeras en ignorar a la joven, una de tantos en no escucharla, en descartar que el incendio había sido un accidente, como alegaba Ámbar.

Podía entender más o menos la frustración y reproche de la joven, pero sentía curiosidad...

—¿Quién dice eso?—

Ámbar se rio entre dientes.—Si lo pienso bien, todos. ¿Qué está pasando, Juliana? ¿Qué hicieron?—Le preguntó pero no tenía intenciones de dejarla responder.—El día después de que me echaste del equipo todos me miraron diferente...y un día, repentinamente, todos dejaron de hablar tras mis espaldas. Como si nada hubiera pasado, volvieron a tratarme como la reina que siempre habían conocido.—

Arrogante...justo como cuando Juliana la había conocido. Pero era mentira, era una mentira y Juliana jamás lo habría notado de no haberla estado observando de cerca en los últimos días.

Era increíble lo mucho que podías aprender de una persona con tan solo prestarle un poco más de atención.

—Y ahora, mágicamente, ocurre esto...dime, Juliana, ¿qué fue lo que hiciste para que todos piensen que el incendio fue un accidente? ¿Para qué volvieran a adorarme?—Auto desprecio y frustración, Juliana conocía tan bien aquellos sentimientos, porque ella también los había sentido. Pero era algo extraordinario verlos en aquella joven. Se veía al borde del colapso, buscando respuestas que Juliana -y apenas lo notaba- no le estaba dando.

Juliana suspiró profundamente.—No fui yo, eso es lo único que puedo asegurarte. Vidia simplemente lanzó un comunicado al público en donde aclaraba la situación del roller y encasillaba el incendio como un desafortunado accidente provocado por el apagón que ocurrió horas antes.—

Ante su explicación, Ámbar la miro como si estuviera bromeando.

—¿"Accidente"?—Preguntó, sin fuerzas para terminar su oración. No había necesidad de lo que hiciera, Juliana entendió perfectamente a lo que se refería.

"...pero fue mi culpa..."

—Supongo que no querían tomar acciones legales en contra tuya.—Juliana se encogió de hombros.

Aun pasmada, Ámbar logró pronunciar:

—¿Y Gary? ¿Lo sabe?—

—Probablemente. No estoy segura, pero tal vez fue él quien abogó por ti frente a Vidia...digo, desde el primer momento fijo sus ojos en ti para formar parte de su equipo. Tal vez Gary no quería que ningún rumor estuviera circulando alrededor de su patinadora estrella.—

—Escuché mi nombre y no me pude resistir.—Las tres escucharon una voz desde la entrada a la habitación, acto seguido vieron como Gary caminaba hacía ellas con una sonrisa en la cara.—¿Qué ocurre aquí?—Les pregunto parándose la lado de Emilia.

Ámbar lo miro, completamente agotada.—...El incendio...—Dijo casi susurrando.

La expresión alegre de Gary inmediatamente se esfumo. El tema, claramente, no era de su agrado.

—No te preocupes por eso, Ámbar. Fue un accidente y no habrá rumores maliciosos sobre ti.—

—No, no me refiero a eso. Creí...que la versión oficial era que alguien se había metido en la noche para provocar el incendio...y ahora me vengo enterando que cambiaron todo para decir que se trató de un accidente.—

Gary suspiró, extrañamente resignado.—Bueno, no podría explicarte porque ocurrió lo que ocurrió. Fue Vidia quien lo decidió.—

—¿Por qué?—Preguntó Ámbar con la esperanza de que Gary le aclarará todo aquel embrollo.

—No lo sé.—Él se rasco la nuca, incomodo.—Fue una decisión de la que no fui parte.—

—Oh, ja ja, ¿entonces hay cosas que ni siquiera tu puedes decidir?—Se burló Juliana.

—Hay cosas que están más allá de nuestro alcance, Juliana.—Le respondió con fastidio.—De todas formas, no es bueno obsesionarse con estas cosas, Ámbar. Lo mejor es que no pienses tanto en ello.—Dio por finalizada aquella conversación y salió del cuarto. Juliana lo siguió, no dispuesta a dejarlo escapar cuando aún tenían mucho que discutir.

Las dos jóvenes se quedaron pensando en silencio. Emilia veía por Ámbar, quien parecía estar teniendo un muy mal rato.

Algo gracioso estaba ocurriendo. Ámbar sabía que era y, de alguna forma, también sabía lo que sería...De verdad, por su propio bien, deseaba estar equivocada en sus sospechas, tenía la esperanza de no estar en lo correcto.

—¿Estás bien?—Afortunadamente la preocupada voz y la mano de Emilia en su hombro la trajeron de vuelta a la realidad. Ámbar no hizo ningún esfuerzo por retirar la mano de la chica, si era sincera, necesitaba de aquel apoyo para sentirse segura.

—Sí, estoy bien...es solo que es extraño...—

Con total sinceridad, Ámbar jamás se había preguntado cómo fue que los rumores sobre ella siendo una delincuente se detuvieron. Un día todos la miraban con miedo, como si por fin vieran su verdadero rostro, como si se dieran cuenta del verdadero monstruo que era. Nunca se preguntó cómo fue que todos esos rumores se detuvieron, nunca se preguntó cómo fue que todos dejaron de mirarla con reproche y disgusto, y volvieron a tratarla con normalidad.

Emilia la miro de forma comprensiva. Ella sabía todo lo que su querida rubia había hecho, Ámbar se lo había contado todo en la RodaFest después de que Emilia encontrara a la chica en condiciones desfavorables.

Ámbar, aunque nunca lo había dicho, se sentía infinitamente agradecida con la chica. Ella había sido la primera en darle el beneficio de la duda, la primera en no juzgarla hasta escuchar la historia completa...por esa razón es que Ámbar le tenía tanta confianza a Emilia, hasta el punto en donde podían discutir esta clase de temas sin ningún temor.

—Admito que está ocurriendo algo extraño, pero Gary tiene razón. No vale la pena seguir pensando en ello, así que mejor vamos a distraernos un poco, ¿ok?—

Ámbar sonrió levemente ante la sugerencia.

—...Bueno, vamos a hacer eso......¿Tal vez podrías ponerme al corriente de lo que hicieron en los entrenamientos mientras no estuve?

—Mmmh...aunque me temo que no podré quedarme tanto como otros días, pero estoy segura de que tenemos tiempo suficiente.—Dijo Emilia mientras se dirigía a ponerse los patines. Ámbar hizo lo mismo y las dos chicas se sentaron en la banca que estaba en el cuarto.

—Si no te importa responder, ¿qué vas a hacer que pareces tan ocupada?—

Emilia se permitió darse unos segundos para responder.—Voy a revisar y trabajar con aquel demo que me enviaste...quiero terminar nuestra canción lo más rápido posible.—La joven entonces notó el pequeño puchero que Ámbar estaba haciendo.—Pero no te preocupes, sé que puedes encontrar algo más para mantenerte distraída.—

—Eso espero, con todo lo que está ocurriendo no estaría mal un poco de paz.—

—Ya verás cómo encuentras algo relajante, créeme.—

—...¿Y por qué estás tan segura?—Le pregunto Ámbar, desconfiando de pronto de aquella actitud que mostraba su amiga.

Emilia simplemente sonrió de forma misteriosa.

—Escuche que Luna está teniendo problemas con su asignatura de Calculo, y casualmente conozco a la mejor maestra para ella.—

La reacción de Ámbar era algo que no se esperaba. Comenzó a reírse como si hubiera dicho el mejor chiste jamás contado mientras Emilia la miraba con ojos entrecerrados.

—Vamos, ¡No te rías! Es una gran idea y una gran forma para mantener tu mente ocupada.—

—¿Cálculo?—Logró pronunciar Ámbar entre risas.—Es la idea más horrible para relajarse.—

—Ah, no intentes mentirme, sé cuánto te encanta jugar con los números...—La acusó acertadamente mientras las dos chicas se levantan de la banca, listas para ir a la pista de patinaje.—Además...—Murmuró de forma juguetona mientras se adelantaba un poco.—Sé lo mucho que te gusta ayudarla, ¡Es como si no pudieras quitar tus ojos de ella!—Y apresuró el paso, siempre manteniendo una distancia considerable de la otra chica por si ésta decidida tirarla de los patines.

Ámbar nuevamente se rio sin hacerle mucho caso.

Al menos ya no estaba tan estresada como hace minutos.

Las dos amigas pasaron rápidamente por la cafetería, en donde una muy desconcertada Emma trataba sin éxito de responder a todo lo que Jazmín le estaba lanzando.

—De verdad, la entrevista te quedo súper genial, y te lo dice alguien que ha hecho cientos de entrevistas.—La halagaba y se halagaba a sí misma al mismo tiempo.—Me encantó muchísimo como los hiciste entrar en confianza, no sabía que los RedSharks también podían reírse.—

Emma se rio ante las ocurrencias de la chica.

—Gracias, Jazmín, es lindo saber que alguien aquí aprecia el arduo trabajo que realizamos.—Dijo Emma de forma sincera y poniendo una mano en el hombro de Jazmín a modo de gratitud. La pelinaranja le sonrió, conmovida, mientras ponía su mano encima de la de Emma.

—Y que lo digas.—Pero de pronto la expresión de Jazmín cambio a una de desaprobación.—Aunque los RedSharks estuvieron un poco torpes, ¿no crees?—

—Bueno, yo no diría torpes.—

—O sea...—Continuo la chica, vociferando sus pensamientos acerca del equipo que tanto le disgustaba.—Casi no sabían nada de lo que les preguntaste, fueron Emilia y Ámbar quienes tuvieron que responder todo lo importante.—

—...Ok, sí, pero-...—

—¿Y qué se tomaron para decir eso sobre el incendio?—La interrumpió antes de reírse sarcásticamente.—"Accidente", como se nota que ellos no saben nada de nada. Tienen suerte de tener a Emilia y Ámbar.—

—Es que ellos estaban nerviosos, es normal que-......¿Cómo dijiste?—

—Sí. Si no fuera por Ámbar y Emilia ellos no durarían ni dos segundos.—

—No, no, lo del incendio.—Emma se acercó a ella y la sujeto de ambos brazos ya que la otra no dejaba de moverse.

—Oh...oh, sí, que torpes, ¿no? Ni si quiera saben lo que ocurrió y se atreven a hablar sin saber. Me molesta muchísimo que no hablen con la verdad.—

—Sí...a mi también.—Susurró la rubia.—Pero...¿A qué te refieres, Jazmín? ¿Dices que los RedSharks mintieron acerca del incendio?—Le preguntó con sospecha y entrecerrando los ojos.

Jazmín suspiró con fastidio.—Obvio mintieron. O sea...sí, lo entiendo, Ámbar también dijo que fue un accidente, pero creo que todos sabemos muy bien que-...—

—¡Jazmín!—Las dos chicas voltearon al lado para ver a una Nina respirando agitadamente y mirándolas con cara de espanto.—Luna y Delfi nos esperan para grabar la obra de teatro.—

Jazmín la miro sin comprender.

—Pero eso es hasta mañana, ¿o no habíamos quedado de acuerdo en grabar el viernes, después de la práctica del roller?—

Entonces Nina la agarró del brazo, se puso de puntitas y le susurró algo en el oído. Emma no logró escuchar nada, pero Jazmín entonces abrió los ojos como platos y comenzó a ponerse nerviosa.

Aquella reacción, junto al nerviosismo y miedo que mostraba Nina, le decían muchas cosas a la británica.

—Bueno, tenemos que irnos, fue un verdadero gusto hablar contigo.—Decía Jazmín atropelladamente mientras era jalada ligeramente por Nina.

Ambas chicas desaparecieron por la puerta principal de forma apresurada.

Emma, al haber escuchado las palabras de Jazmín y después de haber presenciado el extraño comportamiento en las chicas, sintió un profundo alivio.

Sonrió levemente, felicitándose a sí misma por no haber creído en el cuento ese de que el incendio del Roller había sido provocado por un accidente.













[...]













Luna de verdad estaba completamente decidida en terminar todos sus tareas y proyectos pendientes, y lo hizo muy, muy bien......al principio.

Era trágico, porque durante todos esos días, desde que habían regresado, Luna se sentía mejor que nunca.

El equipo, a su regreso, habían sido recibidos con un montón de trabajo atrasado. Absolutamente todos tenían cosas pendientes, ya fuera del roller, del Blake, o de la universidad, por lo que apenas si tenían tiempo para sí mismos.

Por muy extraño que fuera, Luna no podía decir que eso era del todo malo; Estaba completando sus trabajos y usaba su tiempo restante para trabajar junto a Simón en la siguiente canción para el J&R. Por supuesto que era bueno; Se había esforzado mucho y por fin había encontrado un buen ritmo, así que lo que menos deseaba era una distracción que echara por la basura su esfuerzo.

Y ella sabía a la perfección que distracción sería lo suficientemente fuerte como para hacerla volver al punto de partida, así que estaba contenta de mantener su mente ocupada.

Lamentablemente, su suerte ya se le había acabado.

Luna suspiró profundamente y exhaló mientras cerraba los ojos. Ya ni siquiera se iba a molestar en mirar la hora en su celular, probablemente se pondría a llorar al ver todos los minutos que había desperdiciado en observar su libreta como una idiota, intentando concentrarse sin éxito.

Algo estaba fallando con claridad. Luna obviamente sabía que era, pero le gustaba fingir demencia.

Por esa razón es que Luna se levantó de su silla, convenciéndose a sí misma de que un cambio de ambiente era todo lo que necesitaba para volver a rendir en sus tareas.

Con sus útiles en manos, Luna bajó hasta el comedor de la mansión. Ahí estaba su abuelo, leyendo tranquilamente un libro que tenía el doble de grosor que su libro de cálculo.

Luna se sentó al otro extremo de la mesa. Alfredo desvió su atención de su libro para mirarla, y le sonrió con amabilidad.

—Mi querida nieta.—La saludó Alfredo con ternura.—¿A qué debo tu maravillosa presencia?—

—No podía concentrarme en mi cuarto, entonces pensé que podría concentrarme mejor aquí abajo.—Le respondió con sinceridad.

—Viniste al lugar correcto, mi niña, no encontrarás lugar más tranquilo y armonioso que este, así que siéntete segura de que te concentraras al máximo aquí.—Le explico antes de volver a ensimismarse en su lectura.

Luna decidió no perder más tiempo, no se iba a ir de ese lugar sin haberlo intentado al menos.

Le fue bien, pero entonces, razonablemente, se encontró con un obstáculo en la forma de un tema que ella no dominaba para nada.

Como la terca y persistente muchacha que era, Luna no se rindió y trató de solucionar su problema en vano, hasta el punto en que incluso su abuelo notaba su frustración.

—¿Por qué la cara tan larga, mi querida nieta?—Escucho la voz de su abuelito frente a ella.

Luna frunció el ceño.—Es por un tema...Me estoy poniendo al corriente y estamos viendo un tema complicado en el Blake y se me está dificultando un montón...—

—¿Cuál materia es?—Alfredo inmediatamente se levantó de su asiento y rodeo la mesa para ponerse al lado de Luna y así observar lo que tanta frustración le causaba a la chiquilla.—Tal vez este viejo anciano pueda echarte una mano en tu tarea.—

Luna le señalo los ejercicios.—Es cálculo...cálculo integral.—

Alfredo arrugo la cara con confusión.—No sabía que tomaban esa asignatura...pero supongo que los tiempos cambian y es preferible que los jóvenes estén lo más preparados posible.—El hombre se acercó una silla y se sentó al lado de Luna, ambos observando el libro.—Veamos si aún soy tan habilidoso como en mi juventud.—Dijo con humor antes ponerse a ayudar a su nieta.

Alfredo era un hombre inteligente, no había duda, pero seguía siendo increíble como después de tantos años sus conocimientos seguían tan frescos como el día que los adquirió. Luna estaba sorprendida; Alfredo tenía la paciencia y la habilidad para enseñar de un profesor experimentado, pero tal parecía que había algunas cosas que eran complicadas incluso para él.

De todas formas, lo que su abuelo había hecho por ella durante esa hora era más que suficiente, y más de lo que esperaba.

Ya resolvería algunas dudas con Nina, al día siguiente.

—Perdona que no haya sido de mucha ayuda.—Se disculpaba Alfredo mientras volvía a su lugar al otro lado de la mesa.—Incluso en mis mejores días había algunos temas que no entendía a la perfección.—

—Pero si me ayudaste muchísimo, abuelo; entendí muchas cosas gracias a ti. Ni siquiera mis maestros explican tan bien como tú.—Alfredo se rio ante la sinceridad de su nieta.—De verdad, ¿te molestaría darme algunas lecciones de vez en cuando?

—Mmmmh, no creo que yo sea la mejor persona para enseñarte, muchas cosas han cambiado y me temo que mis conocimientos son un poco obsoletos.—Se negó amablemente.—¿Qué te parece si mejor te busco un tutor? Me aseguraré de encontrar uno que te enseñe mucho mejor de lo que yo lo haría.—

A Luna no le gustaba el rumbo que tomaba la conversación. Ojalá no fuera lo que ella estaba pensando.

—No te preocupes, abuelo, puedo arreglármelas sola, solo tengo que esforzarme un poco más para-...—

—¿Qué tal Ámbar?—Sugirió Alfredo con una sonrisa emocionada.

Luna tuvo que contenerse para no estrellar su cabeza con la superficie de la mesa.

En lugar de eso, se rio nerviosamente.—No...no creo que sea buena idea, abuelo...no quisiera molestar tanto a Ámbar.—Luna solo esperaba que no se notara tanto su rechazo ante la idea.

—Pero no la vas a molestar, lo sé. Sé que no lo parece, pero a Ámbar le gusta mucho enseñar, y se le da muy bien, también.—

—...pero...ella ya está muy ocupada.—Decía una muy mortificada y nerviosa Luna, buscando desesperadamente una razón válida para declinar la propuesta de su abuelo.—...los RedSharks y su estudio la tienen muy ocupada.—

—Sé que Ámbar se toma muy en serio su estudio, pero ya sabes, como dice la canción "Aprende a enseñar, enseñando aprenderás".—Alfredo le sonrió amablemente.

Luna abrió la boca para inventarse una nueva excusa, pero no había caso, dudaba que su abuelo le creyera.

—O...—Comenzó a decir su abuelo, mirándola detenidamente.—...a menos que de verdad no desees que Ámbar te dé tutorías.—

Como Luna ya sabía, Alfredo no era tan distraído como muchos pensaban. Había captado, desde el primer momento, el rechazo inmediato de Luna; cuando antes saltaba de emoción a la primera oportunidad de pasar tiempo con la mayor, ahora parecía todo lo contrario. De alguna forma, con su insistencia, esperaba que Luna compartiera con él sus incertidumbres, pero tampoco quería forzarla a hablar u obligarla a hacer algo que no quería hacer.

—No es eso, abuelo...—Por un momento, Luna sintió deseos de decirle la verdad, ¿pero qué se supone que le iba a decir?—Es solo que no quiero molestarla; no soy la mejor estudiante y temo volverla loca de frustración. Tampoco quiero hacer el ridículo frente a ella.—

Era una verdad a medias, pero parecía suficiente para su abuelo.

—No te preocupes por eso, Luna, estoy seguro de que Ámbar jamás se molestará contigo por algo tan trivial.—

—...tal vez.—

Tal vez Ámbar no se molestaría, pero Luna era una experta en meterse en problemas y en avergonzarse a sí misma, así que quería evitar que aquellas situaciones ocurrieran en primer lugar.

Antes de que Luna pudiera acompañar su respuesta, sus oídos lograron captar un curioso sonido que provenía de la sala.

Luna calló inmediatamente una vez el sonido se hizo más claro y cercano. Devolvió su vista a su cuaderno, deseando enterrarse y desaparecer entre las hojas.

Y, tras unos segundos...

¡Ámbar!—Alfredo, tan alegre, confirmó sus peores posibilidades. Ámbar detuvo su andar y con ello, el sonido insistente de sus pisadas.—Me alegra mucho que hayas llegado a tiempo para comer, Mónica y yo decidimos preparar un platillo que estamos seguros te va a encantar.—

—No tenían que, Abuelo, ¿cómo sabían que iba a llegar temprano?—

—Una corazonada, ¡incluso yo me sorprendo de verte aquí tan temprano!—

—Sí...Emilia tenía que hacer algunos encargos y yo quería regresar rápido a casa.—

—¿Ocurrió algo en el roller?—Escuchó el tono preocupado de Alfredo.

A decir verdad, Luna estaba en una incómoda posición. Seguramente era solo ella quien se sentía de esa forma, tratando de parecer completamente concentrada en la libreta que tenía en frente, sabiendo que estaba tratando demasiado de pasar desapercibida.

Luna no escuchó la respuesta inmediata de Ámbar, y para su desgracia tampoco podía mostrar demasiado interés.

Estaba tratando de no lucir tan interesada, mientras al mismo tiempo trataba de no verse tan forzadamente desinteresada.

Era una situación dolorosa en la que ella misma se había metido. Un problema que ella misma se había creado.

—No, es solo que me sentía cansada.—Entonces, a su respuesta le siguió una pausa silenciosa.

Por unos cortos segundos no hubo ni un sonido en el comedor, pero Luna se sintió como un extraño objeto de observación.

Alfredo rompió el silencio con una exclamación entre sorpresa y alegría.

—Oh, ¿Luna?—La susodicha casi saltó del susto cuando, indirectamente, pasaba a formar parte de la conversación.—Está estudiando para sus exámenes, manteniendo sus calificaciones en el Blake.—

Luna no hizo ningún caso a la broma y siguió con lo suyo. Mientras tanto, Alfredo y Ámbar siguieron con una corta platica, el nombre de Luna salía en la conversación de vez en cuando, pero no lo suficiente para hacerla tener un paro cardiaco.

—Sí, traté de ayudarla un poco, pero este olvidadizo abuelo ha perdido conocimientos con el paso de los años.—Alfredo retomó brevemente la plática anterior tras un minutos. Nuevamente, Luna se sintió objeto de conversación, pero no le dio mucha importancia.

—Que eso no te moleste demasiado, abuelo. Eres mucho más inteligente que la mayoría de los profesores que he conocido.—Le dijo Ámbar. Luna tuvo que apretar sus labios a tan dulce -y brutalmente honesto- comentario.

Solo en ese momento se daba cuenta de lo mucho que disfrutaba ese tipo de comentarios.

—Gracias, Ámbar.—Luna no estaba observando a ninguno de los dos -y no quería hacerlo-, pero pudo escuchar la sinceridad en Alfredo.

Extrañamente, era un buen momento. Luna se esperaba, más o menos, que ocurriera algo verdaderamente embarazoso, pero todo se sentía bien.

Estaba contenta de que Alfredo no estuviera presionándola acerca del pequeño asunto que estaban discutiendo antes de que Ámbar llegara...pero también se sentía algo decepcionada.

Era confuso -como todo en su reciente vida, al parecer-, una pequeña parte de ella deseaba profundamente que su abuelo insistiera con el tema, hasta llegar al punto en el que Luna no podría negarse a recibir tutorías de Ámbar; otra parte de ella, mucho más grande, estaba aliviada, porque al menos así no pasaría más tiempo del necesario con Ámbar.

Un problema menos.

Era mejor de esa forma.

—...Me hace feliz que pienses eso de mí, Ámbar, pero, no creo que pueda ser de mucha ayuda para Luna.—Por primera vez en diez minutos Luna se atrevió a levantar la mirada. Un simple vistazo a su abuelo y Luna supo inmediatamente su plan.

A su lado, Ámbar hizo un pequeño sonido que envió alarmas por todo su cuerpo. Algo así como una pequeña y corta risa contenida.

Luna no era la única que había visto lo que Alfredo trataba de hacer.

—Ámbar, si tú o Luna no tienen ningún inconveniente-...—Y Alfredo volvió a mirar a Luna, casi como si estuviera dándole una última oportunidad para detener toda esa locura.—...sería muy bueno si pudieras darle algunas tutorías de vez en cuando.—

—Vale, lo haré.—Respondió Ámbar sin dudarlo. Luna rápidamente sintió como todo se volvía más cálido de repente. La menor solo miraba a Alfredo como si éste la hubiera condenado a la horca.—Bueno, solo si Luna está de acuerdo.—

Y la decisión dependía de ella.

En serio, qué suerte, ¿De verdad alguien esperaba a que se negara?

—No estoy en contra.—Tampoco estaba completamente de acuerdo, claro.

Alfredo se veía feliz con su respuesta.—¡Muy bien, Luna!—El hombre sonrió a sus dos nietas.

—...Seh...—Escucho murmurar a Ámbar. De pronto, por el rabillo del ojo, vio como Ámbar se sentaba en la silla a su lado derecho.—Entonces, ¿con qué quieres empezar?—Su voz era tan cercana...

Luna comenzó a balbucear.

—uh...¿qué?...uhm, no es necesario que comencemos ahora mismo.—

—¿Por qué no?—Pregunto Alfredo desde el otro lado de la mesa.—Mientras más rápido, mejor.—

La pequeña Luna comenzó a jugar con sus dedos sin darse cuenta.—Es solo que...no creo que sea buena idea...Ámbar debe estar cansada...¿no?—

—Esta es una buena forma para mí de aliviar el estrés, Lunita, además tengo tiempo.—

—Oh......bueno.—Luna sonrió nerviosamente mientras, de forma tímida y aun sin mirarla, mostraba su libreta a Ámbar.

A ésta última solo le bastaron un par de minutos para después comenzar a explicar el tema que estaban viendo en el Blake.

Alfredo se rio, hablando sobre lo maravillosa que era la imagen de Ámbar dando clases a Luna.

La castaña hacía su mejor esfuerzo para expresarse con claridad y comunicar sus dudas. Aunque apenas si podía formar frases coherentes, Ámbar parecía entender lo que trataba de decir.

Luna no despegaba su mirada de su libreta, siguiendo ocasionalmente las manos de Ámbar mientras ésta explicaba y señalaba algunas cosas en su libreta.

Seguía sintiéndose extraña; sentía la mirada de Ámbar en su cara. Aunque debía admitir que al menos algo bueno sacaría de toda aquella situación, porque Ámbar enseñaba de una forma estupenda, haciendo sencillas muchas cosas. ¡Y Luna realmente estaba aprendiendo! Por eso estaba tan emocionada cuando la rubia la dejó resolver un puñado de ejercicios por cuenta propia.

La pequeña clase privada comenzaba a dar sus frutos y Luna sentía más confianza en sus resultados. Ella sabía que no lo iba a hacer de forma perfecta, pero notaba una clara mejoría. Era curioso, como si de pronto pudiera entender un nuevo lenguaje.

Durante unos preciosos minutos había olvidado quien la acompañaba y, sobre todo, estaba emocionada, razón principal por la cual no notó el profundo silencio en el comedor. Cuando Luna se dio cuenta, ya estaba resolviendo el último de sus ejercicios.

Extrañada, levantó la mirada hacía el frente y se topó con la sorpresa de que Alfredo había desaparecido. Solo estaba Ámbar y ella en el comedor.

Los nervios se hicieron presentes.

¿Cuánto tiempo llevaban así? ¿Y cómo fue que Luna no escuchó a Alfredo irse? ¿De verdad había estado tan metida en sus deberes como para ignorar lo que ocurría a su alrededor?

—Se fue hace unos quince minutos.—Luna saltó en su lugar cuando escuchó la voz de Ámbar a su lado.—Con lo concentrada que has estado desde la ultima hora, no me sorprende que no te hayas dado cuenta.—La dulce ironía era clara en su voz.

Bien, el plan de Luna para pasar desapercibida había sido un completo fracaso. Ámbar ya sabía que había estado ignorándola a propósito. Y Luna sospechaba que lo sabía desde el principio.

Por suerte Ámbar ya no dijo nada más, y Luna tampoco. Lo único digno que le quedaba hacer era terminar de resolver aquel problema.

Pero aquello iba a ser algo difícil: Su concentración estaba más que destrozada. El ritmo perfecto que había logrado encontrar era un recuerdo lejano. El silencio que las rodeaba solo era interrumpido por el insistente sonido de la punta de su lápiz en la hoja de papel. Por si fuera poco, estaba extremadamente consciente de que Ámbar la estaba mirando fijamente. En sus manos, sus dedos, su cara. Sentía su mirada en todas partes, esa intensa mirada que utilizaba cuando la miraba a los ojos.

Avergonzada, sintiéndose como si nuevamente se hubiera humillado a sí misma, deslizo su libreta hacía su costado, donde Ámbar esperaba para verificar sus respuestas.

O eso creyó. Pasaron los siguientes momentos en silencio, y las manos de Ámbar nunca se movieron.

La estaba observando, seguía observándola y eso era claro. Luna no quería voltear y comprobarlo. No quería hacerlo, pero lo hizo.

Por pura curiosidad y por primera vez en esos días, se atrevió a mirarla de frente.

Ella se veía indiferente, en calma, tal vez, pero también parecía observarla con toda la atención del mundo. Y al mismo tiempo se veía bastante entretenida.

Fue un error dirigirle la mirada.

Pese a su incomoda sensación de bochorno, Luna logró recobrar su compostura y tras un par de segundos, finalmente habló:

¿Qué?

Las cejas de Ámbar se arquearon y su sonrisa se hizo más visible. Luna entró en pánico.

—¿Por qué me miras así? ¿Qué te da tanta risa?—

—Si supieras lo graciosa que te ves ignorándome, lo entenderías.—Se burló, pero no parecía ser una broma cruel, como acostumbraba a ser.—Si no querías mi ayuda, debiste haberlo dicho desde el principio. ¿O te hice algo para que ni siquiera puedas mirarme a la cara?—

Bueno, todo se había salido de control rápidamente. Ámbar seguía usando un tono de burla, aligerando un poco sus palabras, pero era obvio que las dos chicas se encontraban en una zona de peligro.

Luna suspiró profundamente, para calmarse a sí misma y no empeorar las cosas.

—Sé que he actuado muy raro estos días, pero te aseguro que no tiene nada que ver contigo.—Dijo con confianza, como una total mentirosa.—Es solo que estoy muy ocupada con mis exámenes del Blake...—

No tenía idea si Ámbar estaba creyéndole sus mentiras, pero a Luna le parecía una respuesta lo suficientemente razonable, así que se aferraría a ella.

—...y, por cierto, no me ayuda en nada que no hayas ni mirado mis ejercicios.—

—No era necesario.—Le respondió Ámbar, sin mucha importancia.—...Estuve revisando tus respuestas mientras ibas escribiéndolas...y para aclarar: solo te equivocaste al final. Supongo que te distrajiste o algo.—

Mientras Ámbar continuaba explicándole sus errores con fastidioso –e innecesario– lujo de detalle, Luna se quedaba inmersa en sus pensamientos.

Miraba a la rubia con el ceño fruncido, pero no por los comentarios que le hacía, sino porque se sentía confundida y trataba de comprender lo que le ocurría.

Luna no estaba...actuando raro.

No estaba avergonzándose a sí misma como lo había esperado. El hecho de que pudiera mirar a Ámbar a los ojos por más de 5 segundos se lo confirmaba.

Jamás quiso verse mal en frente de la chica, ¿no era obvio? Nunca quiso dar un mal paso frente a Ámbar, porque sabía –y temía- que ella lo utilizaría en su contra. No quiso actuar de forma extraña en el pasado, y mucho menos quería hacerlo ahora.

Esa era la razón de porque había escogido dedicar todo su tiempo en sus actividades del Blake y del Roller. Por eso se sentía tan conforme con el poco tiempo que tenía para ella, para sus pensamientos y su descarrilada imaginación.

Mientras menos tiempo pasara con Ámbar, menos oportunidades tenía para humillarse a sí misma en su presencia.

Pero nada de eso había ocurrido.

De hecho, pasaba lo contrario; Se humillaba más y se sentía terrible cuando trataba de ignorarla, no cuando pasaba tiempo con ella.

Aun sentía timidez, por supuesto; Era totalmente consciente de sus sentimientos y de sus reacciones, se sentía como si tuviera que cuidar cada paso que daba...No se sentía anormal, o incorrecto.

No se sentía mal.

No se sentía incomoda al lado de Ámbar, no como pensó al principio. La verdad es que se sentía bien.

Todo estaba bien.

—Ummm...¿Ámbar?—La llamó tímidamente, haciendo que la mayor detuviera su parloteo.

Luna sentía que todo estaba bien. Y fue ese sentimiento de seguridad lo que le dio el valor de mirar a Ámbar a los ojos, de mirarla y de no apartar la mirada. Entonces se atrevió a hablarle de algo que ya habían mencionado antes.

Había sido una pequeña conversación que habían tenido previamente, pero que se había quedado metida en la cabeza de Luna.

—Sé que esto te sonará algo...inesperado y repentino, pero...—Luna tuvo que bajar la mirada. Aunque se había animado a enfrentarla, no podía librarse de la vergüenza que le provocaba aquella simple, inocente pregunta.—...¿te acuerdas?...antes habías mencionado...mencionaste algo acerca de-...acerca de un parque de patinaje...—

Cuando Luna recupero sus ánimos y levantó la mirada, se encontró con Ámbar, quien parecía agradablemente sorprendida. La joven medio-inclinó su cuerpo sobre la mesa y apoyó su barbilla en el dorso de su mano.

—Lo recuerdo.—Aseguró Ámbar con una dulce voz y sin dejar de mirarla a los ojos.—Pero, ¿por qué traer ese tema ahora?

Luna se rio nerviosamente.—Solo estaba pensando en tu oferta...y-...pensé en darle una oportunidad.—

Ámbar arqueó una ceja, divertida, aunque trataba de ocultarlo.—¿No me dijiste que estabas muy ocupada con el Blake?

—........¡SÍ!...o sea-...por supuesto que estoy ocupada y obvio que no puedo salir a divertirme en esta semana, pero-...pensé-.....tal vez...¿otro día?—

—¿Otro día?—Repitió Ámbar sonriendo, apenas ocultando sus ganas de reír. La sinvergüenza estaba disfrutando ver a Lunita en apuros.

—A menos que no quieras-...—

—No, no. Tengo el presentimiento de que será divertido.—Si no para las dos, al menos para ella, olvidó decir. Después de un tranquilo momento, la cara de Ámbar se ilumino y volteo a verla.—...hey...tal vez podamos ir cuando termines tus examenes.—

Luna la observo también, por un par de largos segundos antes de desviar nuevamente el rostro.—...sí, eso...suena bastante bien...—

Muy bien, lo había hecho. Había logrado permanecer calmada y hablar con naturalidad. O bueno, casi, ya que en el último segundo Ámbar estuvo a punto de darse cuenta de lo empalagosamente dulce que estaba.

Pero no podia simplemente ignorar aquel cosquilleo. Esos placenteros nervios en su cuerpo, porque esa salida que tenían planeada era básicamente...

—...-Una cita, ¿no?—Murmuró Luna, sintiéndose dulcemente complacida.

—Oh, ¿has dicho algo?—

Luna sonrió para sí misma, ocultándose de los ojos de Ámbar.—No, para nada.—













[...]













Al día siguiente, en la tarde, Simón y Luna se abrazaban fuertemente mientras terminaban de despedirse. Los dos mexicanos tenían aquella extraña costumbre de decirse adiós como si fuera la última vez que se verían.

—Iré con ustedes en cuanto termine de ayudar a Emma, ¿vale?—Le decía Simón sin soltarla.

Luna se separó de su mejor amigo y lo miro de forma picara.—Simón...qué galán. Pareces muy feliz por su cita.—

El chico se rio, nervioso y avergonzado.—No, Luna, ¿cómo crees? Solo le estoy ayudando con una entrevista.—

—Pero te ves muy emocionado, amigo.—

—¡Lo estoy! Emma me contó un poco de lo que quiere hacer y estoy emocionado.—

—¡Hey, Luna!—Los interrumpió Ramiro. Los chicos ya estaban afuera del roller y solo la esperaban a ella.—Tenemos que irnos ya para aprovechar la luz. En un par de horas va a oscurecerse y será imposible grabar tus escenas.—Le advirtió.

Luna le dio un rápido abrazo a Simón.

—No se tarden, Simón.—Le dijo Luna mientras caminaba hacía la salida.—De verdad los necesitamos a Matteo y a ti para nuestra obra, ¡son indispensables!—

El joven se rio.—No te preocupes, Luna, vamos a llegar justo a tiempo.—

Luna le sonrió por última vez, después se dio la vuelta y salió corriendo del roller para alcanzar a sus amigos.

Simón sonrió con cariño mientras la veía irse. Después él mismo dio media vuelta y caminó hasta el escenario, en donde Matteo y Emma preparaban todo para la entrevista. Había un par de personas más, conocidos de Emma, seguramente, quienes se aseguraban de que todo estuviera en orden.

Simón suspiró profundamente.

Él no era de aquellos que sintieran nervios por pararse frente a una cámara, pero esta vez había algo que hacía que sus entrañas se removieran.

Un estúpido sentimiento. Tal vez simplemente estaba emocionado.

Para calmar su malestar, para distraerse, Simón decidió mirar por la cafetería. Había varios clientes, aunque no estaba abarrotado de gente. Pedro y Nico se encargaban del lugar mientras Matteo y Simón estaban ocupados, pero no parecían estar atareados de trabajo. En la barra también podía distinguir a Ámbar, tomándose tranquilamente un licuado mientras leía de un libro que últimamente llevaba a todos lados.

—Eh, Simón.—Escucho la voz de Matteo interrumpiendo sus pensamientos.—...ya es hora de empezar.—Le dijo antes de salir del escenario.

Emma ya estaba sentada, esperandolo. Simón caminó hacia ella y en el camino Matteo paso a su lado, con la vista al frente y sin mirarlo. Simón lo siguió con la mirada por unos momentos, pero después decidió olvidarlo y sentarse junto a Emma.

Ésta le sonrió antes de decirle que iban a esperar unos minutos, mientras sus compañeros hacían unos últimos arreglos.

Simón aprovecho el momento para aclarar un par de dudas que tenía.

—Emma...¿qué es exactamente lo que quieres que haga?—Le preguntó con curiosidad.

—Oh, sí. Lamento haberte llamado tan repentinamente y no haberte dado todos los detalles.—Se disculpó mientras se disponía a ponerlo al tanto de sus planes.

—No te preocupes, vengo preparado...pero quería asegurarme para no decir algo fuera de lugar o algo que te moleste.

—No me molestaré, Simón, sé que lo harás perfecto. Ok, vamos a repasar y de paso te voy a dar unas explicaciones muy rápidas, ¿bien?—Él asintió con la cabeza, mirándola atento.—Esta es la primera parte de la entrevista, en donde tú explicarás algunos pasos básicos, tips y consejos útiles de patinaje. En la segunda parte Matteo se va a encargar de seguir tus consejos. Solo relájate, sé tú mismo y diviértete, Simón, de eso se tratan estas entrevistas.—

—Uh, vale....¿sabes? yo pensaba que solo nos entrevistabas por órdenes de Vidia... no creí que de verdad te gustaría hacerlo.—

—Ese era nuestro..."pacto" al inicio.—Le explicó mientras se levantaba de su asiento y caminaba hacía el equipo que la acompañaba. Emma, tal y como sus compañeros, comenzó a asegurarse de que todo estuviera en orden.—Pero, al igual que Vidia, yo también tenía mis condiciones. Digo, no me iba a quedar atrás, ya que fueron ellos quienes se tomaron la molestia de ir a buscarme hasta mi humilde "rancho" para este trabajo.—

—Mmmh, ¿rancho?—

Los labios de Emma delinearon una gran sonrisa.

—Sí, de mi familia, y también mío. Te mostraré fotos en cuanto terminemos esta sesión, te va a encantar.—Le dijo mientras volvía a su asiento.

—...¿Emma?—La llamó Simón con una sonrisa apenada.—Perdona si me escucho un poco descortés, pero...¿quién eres? ¿Por qué Vidia te buscó?—

Emma le correspondió la sonrisa.—No te preocupes, Simón. Ya sabía yo que aquí, principalmente en Latinoamérica, mi popularidad era casi nula. De donde vengo, sin embargo, me conocen bastante; ¡Tengo un canal de youtube!—Sonrió, como si aquello le causará diversión.—Normalmente me enfoco en el Reino Unido, aunque la verdad me ven personas de todo el mundo.—Terminó su pequeña explicación con una pequeña risa.

—¿Eres británica?—Preguntó Simón con sorpresa.

—Inglesa, sí.—Emma se rio entre dientes al verlo.

Él era genuino con sus reacciones. Muy honesto. Era una de esas personas con las que Emma se sentía completamente a gusto. Sin duda alguna, había escogido a la persona perfecta para ayudarla.

Con una señal de sus dos compañeros Emma volteo a ver al joven a su lado.

—Muy bien, todo está preparado. Simón, ¿estás listo?—Le pregunto Emma sin ocultar su entusiasmo.

Simón dio un profundo respiro antes de relajarse y asentir con la cabeza, dispuesto a hacerle frente a lo que Emma había preparado para él.

Matteo regresaba tranquilamente con una bandeja y cinco licuados de fresa en ella. Después de entregar los dos licuados al equipo, Matteo se sentó frente al escenario, observando en primera fila a los dos chicos.

Con un par de segundos escuchando su plática se dio cuenta de que se había perdido la introducción. Él, como siguiente invitado, debió haber estado presente, pero no era nada que no pudiera manejar. No era como si estuvieran hablando de algo -muy- importante, pero era interesante.

Y mientras más pasaban los minutos, más gente se interesaba por lo que estaba ocurriendo en el escenario.

Matteo ya había visto una escena similar antes; cuando Emma estaba con los RedSharks. Pero esta vez todo se sentía más personal y ameno. Ere este mismo ambiente de familiaridad lo que hacía que los clientes del roller se acercaran a sentarse al lado de Matteo, formando un pequeño publico el cual no pasó desapercibido por Emma.

Con una sonrisa alegre, Emma comenzó a hacer gala de sus habilidades. Fue en ese mismo momento que Matteo entendió porque Vidia la había escogido a ella para promocionar a los dos equipos.

Había algo realmente único en la chica, pero al mismo tiempo familiar. Matteo no podía identificar que era. Tal vez era la facilidad que tenía Emma con sus palabras; tan fluidas y naturales que llegaba a ser intimidante.

Pero el momento estaba lejos de ser desagradable. Matteo no quitaba sus ojos de Simón, quien la estaba pasando de maravilla.

Matteo no podía evitar las sonrisas que de vez en cuando se le escapaban, la risa de Simón era simplemente contagiosa.

Vio como él sonreía ampliamente cuando Emma tomaba sus manos y le agradecía por la entrevista, como si se estuviera despidiendo. Simón, como el encantador chico que era, le devolvió el agradecimiento y sujetó firmemente las manos de Emma.

Entonces...cuando dejaron atrás ese dulce momento y volvieron a la entrevista, algo cambió.

Fue extremadamente sutil. Un cambio casi imperceptible en la dirección a la que ambos jóvenes se dirigían sin saberlo.

Matteo inmediatamente sintió una desagradable intranquilidad. Deseaba que Simón se diera cuenta, y era peor porque Simón no se estaba dando cuenta. Pero otras personas comenzaron a notarlo también. Las palmas de sus manos comenzaron a sudar cuando se dio cuenta de que el bullicio del alegre -e improvisado- publico disminuía con cada palabra que compartían Simón y Emma.

Y, cuando Simón se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, de lo que realmente estaban hablando, ya era tarde. Simón ya había escuchado las palabras de Emma y su corazón latía de forma aterrada en su pecho.

—La noticia del incendio del roller se hizo tan grande que incluso yo me enteré. Incluso personas ajenas al Jam&Roller exigían saber...¿Qué fue lo que ocurrió, Simón? ¿Cómo fue que algo tan grande paso tan desapercibido?—

Emma casi sintió pena por el pobre, asustado chico frente a ella.













Espero que les haya gustado <3

Cuando escribía decidí ocultar el número de palabras, porque no quería obligarme a escribir cierta cantidad o a no escribir cierta cantidad, así que (al momento de publicar) no sé exactamente cuánto escribí. Y es mejor así para mí, ya después voy a asustarme xd

La verdad tuve mucho que editar, más de la mitad de este capítulo lo escribí en la madrugada, y a los días siguientes muchas cosas no tenían sentido o muchas cosas eran...sugestivas lol y todavía no queremos eso xd

Con respecto al capítulo y la historia, no quiero hacer de Emma un villano, pero tengan seguro que este es solo el comienzo de todos los problemas. Solo espero hacerle justicia al personaje que tengo en mente.

Y también espero no tardarme mucho con el siguiente capitulo xd

Muchas gracias por la leída, votos y comentarios <3

Besos <3

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