24.-Tan nosotros

Resumen: #NoHomo lol

Ya sé que la "mini saga" tan nosotros le pertenece a sitteo, pero me dije, ¿por qué no incluir ya lo que tengo planeado para las dos parejas? y pues, quería poner el hermoso vídeo de la multimedia desde que lo encontré.

Vean el video de la multimedia, ESTA HERMOSO <3 <3 <3 <3 (Tengo un montón de vídeos así guardados de Soy Luna, a ver si alcanzo a ponerlos todos <3) (Ah, veanlo en HD, se ve mejor xd)

Realmente no sé si soy buena escribiendo escenas azucaradas o del tipo slice-of-life, pero meh, ¿Les gusta el fluff? Porque los siguientes capítulos van a estar llenos de lindos momentos, ¡Así es! ¡Justo como debe de ser! (?) <3 <3 <3 ¡Nada de drama, ni traiciones! ¡Puras cosas bellas y hermosas! <3 <3 <3 <3





















"Somos muy difíciles de controlar,

juntos podríamos conquistar el mundo entero,

así somos nosotros.

Tan tú, tan yo, tan nosotros."
























No podía conciliar el sueño.

Eran las 3:00 de la mañana, se había despertado hace una hora más o menos y desde entonces se le hizo imposible volver a dormir.

Se la pasaba moviéndose entre las improvisadas sabanas molestando ligeramente, entre sueños, a Gastón, con quien compartía cama.

El joven había dejado de moverse hace unos minutos y se había quedado viendo a la cama de al lado, donde cierto mexicano dormía plácidamente como si no hubiera nadie más en la cama. Extrañamente, Ramiro dormía muy tranquilo a su lado, no importándole que Simón tuviera una pierna en su estómago y una mano encima de su pecho. El chileno, aun dormido, levantó su mano y la estampo con fuerza en la cara de Simón.

Matteo solo imaginaba lo cercanos que eran ambos chicos como para que ese tipo de interacción no les molestara en lo absoluto.

Sus ojos estaban fijos en el -extrañamente- tranquilo, relajado rostro de Simón.

No podía evitar pensar en él.

Desde hace semanas sentía un malestar dentro de él. Aquel malestar tenía todo que ver con el joven que seguía profundamente dormido pese a haber sido golpeado de forma impresionante por su compañero segundos antes.

Culpa.

Se sentía culpable. Sentía culpa y, tal vez, algo más.

No podía soportarlo. Incluso si ahora eran amigos, incluso si Simón nunca se mostró rencoroso por el terrible pasado que ambos compartían.

Matteo, en parte, deseaba que Simón estuviera enojado con él. Deseaba que Simón no lo hubiera perdonado tan fácilmente. De esa forma Matteo tendría una excusa para compensarlo por lo que le hizo -Porque compensarlo ahora sería muy raro incluso para Simón.-.

Pero tal parecía que las cosas no iban a ser tan fáciles. Ya había dado el primer paso al tragarse su orgullo y entrar a la vida del mexicano, así que, en teoría, las cosas no deberían dificultársele tanto.

Pero ahí estaba, deseando nada más que enmendar sus errores.

¿Por qué hacerlo? ¿Era porque sentía lastima por Simón? ¿O porque solo deseaba hacer las paces por su propio egoísmo? ¿Para sentirse bien consigo mismo? ¿O quería arreglar su relación porque debía hacerlo?

No.

Matteo quería hacerlo. Matteo quería ser amigo de Simón sin ningún tipo de inseguridad. Sin ninguna cadena que los atara a su pasado.

Y aunque Simón siempre se la pasaba diciéndole lo mucho que había cambiado, aun así, Matteo quería demostrárselo.

Se lo debía. Simón se lo merecía.

Él era amable. Con un corazón tan compasivo.

Simón fue el primero que se acercó a Matteo cuando Luna termino con éste. A pesar de todos los pleitos que tuvieron, a pesar de su rivalidad por el afecto de Luna, Simón estuvo ahí para él.

Recordando un poco el pasado, Matteo nunca vio odio en los ojos de Simón, ni una sola vez. Simón nunca lo miro con odio.

No cuando Matteo lo trato tan mal cuando ambos estaban trabajando juntos por su disco. No cuando Matteo era novio de Luna. No cuando Matteo se rio en su cara en el momento en que Luna termino su corto noviazgo. Simón nunca lo miro con odio, ni siquiera cuando Matteo le enseño la coreografía de prófugos a todos los chicos a excepción de él, solo para hacerlo quedar en ridículo frente a todo el público.

Con un poco de esfuerzo, Matteo se incorporó un poco de la cama y estiro su brazo hacia el guitarrista. De forma suave quito la mano de Ramiro que reposaba sobre la cara de Simón. El pelinegro frunció un poco el ceño entre sueños, después se volteo hacia Ramiro, dándole la espalda al italiano.

Matteo observo su nuca unos segundos más antes de cerrar los ojos para tratar de dormirse.

Había sido un completo desgraciado con el chico, probablemente nada de lo que hiciera podría enmendar el daño que le causo a Simón, pero estaba determinado a intentarlo.

Mientras tanto, en la mansión, Luna no sabía porque, pero sentía un torbellino de emociones. Su corazón latía fuertemente en su pecho mientras caminaba de puntitas hacia la cocina.

Sentía nervios, sentía intranquilidad, y sentía confusión, pues ella juraba que eso ya había pasado antes.

Sin hacer un solo ruido se asomó por la puerta de la cocina. Una tenue luz amarilla, proveniente de encima de la alacena, apenas sí iluminaba la estancia. Una luz amarilla que parecía brillar de forma débil adrede, como si la persona en la habitación estuviera más preocupada por no ser vista que por el ruido que provocaba con los utensilios de cocina –Los mismos ruidos que habían despertado a Luna, en primer lugar–. Luna no se sorprendió mucho cuando sus ojos reconocieron la cabellera rubia de Ámbar, quien estaba de espaldas a ella haciendo quien sabe qué.

La chiquilla sonrió sin darse cuenta y se acercó a la mayor para darle una pequeña sorpresa.

Una vez más, parecía que el destino le jugaba en contra ya que, justo cuando se disponía a saltarle encima y abrazarla por detrás, la señorita Smith se dio la vuelta topándose frente a frente con Luna y dándose el peor susto de su vida y, de paso, regalándole a Luna la peor patada en la espinilla que la menor jamás había recibido.

A Luna no le faltaron ganas para reírse del grito que había pegado Ámbar, pero al final no pudo hacerlo, pues estaba muy ocupada lloriqueando por el punzante dolor en su pierna.

Las dos chicas trataban de recuperarse en silencio. Y sí, el grito de la rubia habría sido suficiente para despertar a todas sus compañeras en la sala, pero afortunadamente todas estaban demasiado cansadas como para escuchar el lamentable grito de Ámbar.

Al menos su dignidad seguía intacta.

—Luna...—Dijo la mayor sin aliento.—...por el amor de dios, dime ¿por qué demonios estás despierta a estas horas? ¿Y por qué no dijiste nada? casi me provocas un infarto, tú...pequeña-...—Ámbar suspiro y se controló antes de terminar su insulto.

—Escuche ruidos en la cocina y vine a ver qué ocurría.—Dijo con simpleza mientras seguía sobándose la zona donde la rubia la había pateado.—¿Qué haces despierta a estas horas? Son...—Luna miro la hora en su celular.—¡Las tres de la mañana! ¡¿Qué haces despierta, en la cocina, a las tres de la mañana?!—

—B-Bueno...—La rubia se rasco la mejilla con nerviosismo.—...¿Has escuchado alguna vez de los aperitivos matutinos?—

—Ámbar, son las tres de la madrugada.—Repitió con incredulidad.

—Ahhh, ya lo sé, Luna, me fijé en la hora cuando salí de mi cama.—

—¿Acaso tienes algún mal hábito? ¿O es alguna clase de tradición para ti el levantarte a las tres de la mañana a prepararte un bocadillo nocturno?

La rubia frunció el ceño y la miro con lo que parecía ser decepción.

—Te lo dije antes, ¿no? Que siempre bajo cuando tengo pesadillas y no puedo dormir. Creí que me estabas escuchando esa vez.—Le reclamo.

—Te escuché, sí, pero no creí que esta fuera una de esas ocasiones.—Confesó Luna con un poco de vergüenza.—¿Quieres hablar de lo que soñaste?—

Ámbar dudo por un momento, se quedó callada y se puso a observar fijamente un lugar de la cocina. De nuevo, parecía estar considerando sus opciones dentro de su cabeza.

—No, no es necesario hablar de ello. No es que sea la gran cosa...—

—Desde la última vez te vienes negando.—Luna la medio regaño.—Sea lo que sea con lo que estés soñando, es lo suficientemente serio como para hacerte despertar y no dejarte dormir...¿de verdad crees que no es necesario hablar de ello?—

La rubia la miro con fastidio. Luna conocía esa mirada y sintió satisfacción. Era uno de esos momentos en los que la menor tenía toda la razón y Ámbar no podía hacer mucho para llevarle la contraria.

—Si no quieres contarme los detalles, ¿Podrías decirme al menos con que sueñas?—Le pregunto cómo último recurso tras unos momentos en silencio.

Ámbar inclino medio cuerpo hacia adelante y se recargo en el mostrador. Se veía cansada, derrotada, incluso.

—A veces, mis pesadillas consisten en...bueno, en Sharon...y otras veces, mayormente en...—Ámbar se detuvo y la miro por unos segundos, después quito la mirada de inmediato.—¿Sabes? De verdad no vale la pena contarte esto. No vale la pena recordarlo.—La rubia parecía decirlo más para ella, como si de alguna forma tratara de convencerse.

—¿Por qué no vale la pena?—Inquirió Luna. ¿Ella tenía algo que ver?

—Simplemente no vale la pena.—Finalizó Ámbar y Luna no quiso indagar más en el tema porque parecía desgastar emocionalmente a la mayor. En esos pocos minutos, Luna nunca había visto a Ámbar tan cansada.

Tal vez se veía cansada por el hecho de que estaba despierta a las tres de la mañana.

Con curiosidad, Luna se acercó a la otra joven.

—¿Qué estás haciendo?—Le pregunto con curiosidad cuando Ámbar se volteo y le dio la espalda.

—Estoy poniéndole chantilly a unos...emm...pastelitos que Mónica y yo hicimos en la tarde...—Por su tono de voz, parecía que Ámbar estaba muy avergonzada y trataba de ocultarlo actuando como una chica cool y desinteresada. Sin embargo, a estas alturas, Luna ya podía ver a través de ella -más o menos bien.- y saber cómo se sentía en realidad.

Le sonrió suavemente. Le enternecía la imagen de su mamá, tan paciente y con toda la amabilidad del mundo, guiándola y enseñándole a -una obediente- Ámbar como hacer los pastelitos.

—...Estás aquí, ¡¿poniéndole chantilly a unos pastelitos a las tres de la mañana?!...¿Cuándo los hicieron que no me di cuenta?...¿Y por qué no me dieron?—¿Acaso se perdió de tan dulce interacción entre su mamá y Ámbar? Inaceptable. Con la nueva información que la rubia le había proporcionado, Luna decidió que, incluso si tenía que mover cielo y tierra, ella estaría presente en la próxima ocasión en la que Ámbar hiciera uso de la cocina.

—Los hicimos antes de que comenzaras tu pijamada...—Contestó, usando un tono de desdén en la última palabra.—Por cierto, Mónica te ofreció, pero estabas tan metida en tu mundo, murmurando cosas sin sentido, que no te diste cuenta...—Ámbar se dio la vuelta y la miro, tenía en su mano derecha un pequeño plato en donde cabía perfectamente un cup cake, en la otra mano tenía un bote de chantilly en spray.—¿Y qué tiene de malo que sea a las tres de la mañana? Exageras mucho, Luna.—

Ámbar le extendió el pequeño plato y después se dio la vuelta para agarrar un envase hermético en donde habían guardados más pastelillos, probablemente aquellos que la rubia hizo junto a la mamá de Luna.

La castaña sonreía encantada con la actitud de la mayor.

—...¿Te das cuenta? Te gusta mirar hacia el jardín a las dos de la madrugada en medio de la oscuridad, y te gusta comer postres a las tres de la mañana...—Decía al tiempo que alcanzaba el pastelillo que Ámbar le dio.—De verdad tienes hobbies muy interesantes, ¿Hay algo más que no sepa acerca de ti?—

—Oh, pequeña, hay tantas cosas que no sabes de mi.—Dijo en un suspiro. Luna ya estaba acostumbrándose a esos lindos sobrenombres con los que la rubia se refería a ella sin darse cuenta.—Y tal vez sea mejor así, dicen que la ignorancia es felicidad...Tal vez sea mejor así, las últimas personas que llegaron a conocerme "bien", ahora están tan asustadas y decepcionadas de mí que ya ni siquiera me dirigen la palabra.—Dijo con claro resentimiento.

—¿Hablas de Delfina y Jazmín?—Inquirió la menor antes de darle un mordisco al cupcake. Normalmente se lo pensaría dos veces en hacer ese tipo de preguntas directas, más aún si se trataba de Ámbar, pero, ya que fue la rubia quien inicio esa conversación, Luna suponía que a Ámbar no le incomodaba hablar del tema.

—Sí...y si lo pensamos un poco mejor, no solo son ellas.—La rubia entonces sonrió con sorna, de forma burlona y despectiva.—Todavía recuerdo los rostros horrorizados e impactados de todos cuando por fin se enteraron de lo que había hecho...de lo que yo era capaz de hacer.—Y la volteo a ver, como si la reprochara con la mirada, pero sin perder esa chispa de arrogancia.—Incluso tú, pequeño rayo de sol...debiste haber visto tu cara cuando te enteraste.—

Luna no dijo nada, aun no sabía del todo como sentirse respecto a esa situación. Era un tema que había evitado con esmero por temor a que, de alguna u otra forma, afectara su relación -o lo que intentaba tener.- con Ámbar.

—Ya sabes...sé que parece todo lo contrario pero...ellos de verdad te extrañan.—

Ámbar la miro con confusión.—¿"Extra-"...qué?

Extrañan.—Repitió Luna.—Ellos te extrañan.—

—Mmph, bueno, yo a ellos no.—

—¡Oh, vamos! No puedes mentirme, Ámbar. He observado como los miras, he visto como tratas, especialmente, a Jazmín. Sé que ella es una de tus debilidades.—

—¿Jazmín?—La rubia se rio entre dientes.—Jazmín me da lástima, nada más, es por esa razón que soy un poco más compasiva con ella que con los demás.—

—Ajá...¿Y qué me dices de Ramiro? He visto que te habla mucho.—

—Ramiro...mmmh, el chico es lo bastante desvergonzado como para hablarme y dirigirse a mi como si fuera mi amigo.—

—Pero él es tu amigo, todos somos tus amigos.—

—Claro, claro, Luna...por cierto, ya que estamos hablando de nuestros grandes "amigos" del Jam&Roller.—Hizo un énfasis exagerado en la palabra amigos.—...dime, ¿te has enterado, Lunita?—

Luna suspiró cansada, ahí iban de nuevo.

—Dime que no es lo que estoy pensando que es.—

Ámbar sonrió con malicia.

—Los RedSharks pronto tendrán su segunda competencia oficial; Tercera, si cuentas la competencia del roller.—La rubia se acercó un poco a la castaña, ¿para intimidarla? Quien sabe, tal vez para hacer más énfasis en sus palabras.—Se supone que la competencia interna para decidir a los participantes pronto se llevara a cabo y...¿Adivina quiénes fueron los que avisaron con antelación que, bajo ninguna circunstancia, participarían en la competencia junto a los RedSharks?—

Luna se quedó callada, era bastante obvio quienes eran aquellos que se negaban a participar.

—Exacto: El Jam&Roller.—Finalizo con una sonrisa petulante, arrogante.—Me parece muy divertido como tú juras que ellos me extrañan y, sin embargo, no quieren tener ningún tipo de relación conmigo...incluso si solo es de compañerismo.—

—No, te equivocas, ellos no quieren ninguna relación con los RedSharks, lo cual es muy diferente a no querer saber nada de ti.—

—¿Y tú, Luna?—La rubia arqueo sus cejas y, casi de forma imperceptible, inclino su cuerpo un poco más cerca al de Luna.

—Pienso lo mismo que ellos.—Aseguro la menor, y por un momento, sintió como su corazón comenzaba a latir de forma más rápida.—No quiero tener nada que ver con los RedSharks, pero...contigo...contigo es completamente lo opuesto.—

Aunque Ámbar la seguía mirando con indiferencia, Luna podía asegurar que aquella respuesta la había sorprendido en cierta medida.

—Mmmmh, una respuesta bastante interesante, ¿no crees?—La rubia no se detuvo a pensar en lo implícito de aquellas palabras, palabras que hacían que Luna se retorciera de forma tímida y avergonzada en su sitio.—Pero, ya sabes...los RedSharks son mi prioridad, ahora son una parte de mí, como una extensión de mi...¿Segura que no quieres nada con los RedSharks?—

—......no tengo-...no tengo intenciones de...de unirme a los RedSharks...por ahora.—Susurro esto último.

Ámbar chasqueo la lengua.—¿Así que vas a permanecer fiel a ellos?—

—¿Fiel? ¿P-por qué lo dices de esa forma?...me haces sentir como si tuviera que elegir entre ellos o tú...ellos son tus amigos también...—

—"Amigos", cierto. Si fueran mis amigos, entonces no estarían tan molestos conmigo por haber elegido participar con otro equipo...Hey, Luna...—La llamo. La menor la miro, aun con la timidez reflejándosele en la cara.—Tú eres mi amiga, ¿verdad?—

Luna sintió una especie de dèjávu. Se sonrojo ligeramente al recordar la última vez que Ámbar dijo algo similar.

—Eres mi amiga, ¿cierto?—Repitió la rubia.—Cierto. Entonces, ¿qué harías tú por nuestra amistad? ¿Me seguirías? ¿Me apoyarías? ¿Tú me escucharías? ¿Tú te quedarías conmigo?...¿Qué es lo que harías por mí, por tu amiga?—

Luna, curiosamente, le sonrió con diversión.

—Ámbar...creo que todavía estás ebria.—

Y, aún más curioso, Ámbar se avergonzó hasta el punto de que su cara adopto un hermoso tono rojizo. Luna se tomó su tiempo en observarla.

—¡No estaba ebria!—

—Sí, te creo. ¿O tal vez has estado ciega todo este tiempo? Creí que era muy obvio......ahhh, preguntarme algo tan ridículo.—Luna no tenía piedad con ella. Después de todo, era de las pocas veces en las que Luna podía burlarse de Ámbar con libertad.—¿Qué es lo que haría por ti? ¿Qué es lo que no haría por ti? Creí que yo había sido muy clara en estos años......Sí, Ámbar, te seguiría, te apoyaría. te escucharía. Y sí, me quedaré contigo.—

Ámbar guardo silencio mientras la observaba. Un débil rubor seguía adornando sus mejillas y apretaba sus labios ligeramente. Salió de ese pequeño trance unos momentos después, rompiendo el contacto visual que estaba manteniendo con Luna.

—Dices esas cosas de una forma muy bonita, pero, aun así, tú también decidiste no participar con los RedSharks.—

Luna le sonrió.—Por lo menos esta vez no es tan simple. He decidió no participar porque ya he hecho planes con el Jam&Roller...y no les puedo fallar. Ese es el por qué.—Luna estiro su mano y agarro otro cupcake. Esta vez se decidió a ponerle un poco de chantilly.—Es gracioso...hace meses, eras tú quien se oponía a la idea de nosotras dos trabajando mutuamente en un equipo, y ahora pareces totalmente enojada porque he decidido no estar en tu mismo equipo.—

—Heh, supongo que todo puede cambiar.—

Las dos se quedaron calladas. Luna mirando a Ámbar con una sonrisa complacida y Ámbar evitando la mirada de Luna.

—Vamos, Ámbar, se honesta~ —Decía Luna con un tono juguetón.—En realidad te agrado más de lo que demuestras, ¿cierto? No hay nada de qué avergonzarse, ese es el efecto que tengo en las personas, nadie se resiste a Luna Valente.

Y Ámbar, sin quererlo, inmediatamente pensó en Simón, Matteo y Emilia quienes, casualmente, albergaron sentimientos más allá de la amistad por la tierna castaña frente a ella.

—Cierra tu boquita de una vez, Luna. Mira que de verdad eres molesta.—

Ah-ah~, tú siempre andas hablando sobre lo molesta que soy, pero ya me he dado cuenta de lo que ocurre en realidad.—La rubia blanqueo los ojos. Eso era exactamente lo que ocurría si dejaba a Luna hacer lo que quisiera. Lo que ocurría si dejaba que Luna dijera lo que se le viniera en gana.—Ámbar, ¿a ti realmente te gusta pasar tiempo conmigo, no es así?—Dijo de forma risueña.

Una vez más, Luna le había atinado con sus palabras.

La rubia le sonrió de una forma que le hizo sentir escalofríos. Por primera vez desde hace mucho tiempo, no eran de esos escalofríos que la hacían desear huir despavorida, sino que eran escalofríos que -extrañamente.- la hacían sentir satisfecha, casi al punto del placer.

La mayor se recargo en el mostrador, sostuvo su barbilla en la palma de su mano y la miro sin perder la sonrisa.

—De alguna forma tú eres...refrescante.—

—...oh...wow...—Luna tuvo que cubrirse disimuladamente su boca para que Ámbar no notara su sonrisita.—¿"Refrescante"?—

—Sí, como un respiro de aire fresco, sin contaminar. Supongo que tienes razón, sí me gusta pasar tiempo contigo. Al menos a tu lado, nunca voy a dejar de reírme.—

Luna se burló.—Bueno, no sé si eso es un insulto o un halago...Conociéndote, seguramente son los dos.—Ámbar le sonrió de forma dulce.—Así que, gracias, creo.—

Las dos cayeron en un ritmo silencioso en donde Luna saboreaba el chantilly y Ámbar de vez en cuando se le quedaba viendo fijamente.

—¿Me repites por qué estamos haciendo esto a las tres de la mañana?—Pregunto la chiquilla sin quitar la mirada de su cupcake.

—¿Qué? ¿Me estás diciendo que jamás has tenido una merienda nocturna a las tres de la madrugada?—Ámbar le sonrió con una ceja arqueada.—De verdad te falta vivir, pequeñita.—

—Comer pasteles a las tres de la mañana? Claaaro, que tonta, ¿cómo es que me he privado de tal lujo?—

—No te preocupes, si sigues chocándote conmigo conocerás ese y muchos más lujos.—

......Si Luna no la conociera tan bien, juraría que eso sonaba como si Ámbar estuviera-...

No. ¿Acaso eso era...? ¿Acaso Ámbar estaba coqueteando con ella? ¿O simplemente era la naturaleza coqueta de la rubia?

Luna observo confundida a la rubia. ¿Por qué Ámbar haría eso? Cierto, no había ningún motivo para que Ámbar flirteara con ella.

Ámbar, ajena a la pequeña confusión de la castaña, seguía jugando con cualquier pequeña cosa que sus manos alcanzaran mientras esperaba a que Luna terminara su postre nocturno.

—Vamos ya a dormir, ya se nos hizo demasiado tarde.—Dijo Ámbar al ver que Luna no tenía intenciones de seguir devorando los pastelitos.

Ella asintió antes de levantarse del banco en el que había estado sentada.

—Claro, vamos, ¿terminaste tu merienda de las 3:00 de la mañana?—Pregunto Luna, y después, un poco en broma y un poco en serio, agrego:—En serio, ¿quién quiere unos pastelitos a las 3:00 de la mañana?—

Ámbar, como hace mucho tiempo que no lo hacía, rodo los ojos. No le iba a seguir el juego, así que ignoró su pequeña referencia.

—En realidad, terminé poco después de que tú llegaras. Dejarte aquí sola mientras comías sería grosero, así que decidí esperarte.

—Awww, Ámbar~, eres sorpresivamente dulce.—

—¿A qué te refieres con eso? Solo espere a que tú terminaras, solo fue decencia humana básica.—Las dos chicas susurraban entre ellas mientras más se acercaban a la sala.—Ahh, de verdad que eres una chica fácil de complacer.—

—Oye, ya deja de decir eso.—Llegaron hasta la sala y ahí se detuvieron.—Y para qué lo sepas, es porque eres tú, de todas las personas, quien demuestra esa amabilidad. Además...—Luna volteo a ver a sus amigas completamente dormidas, parecía que nada las iba a despertar. Ámbar, por un momento, pudo notar una sonrisita de satisfacción y presunción en la carita de la menor. Luego esa expresión fue reemplazada rápidamente por una sonrisa infantil.—No todas las personas han tenido la oportunidad de ver este lado dulce de ti. ¿Lo ves? Puedes ser muy considerada y dulce cuando te lo propones.—

Ámbar bufó, casi ofendida.—Por supuesto que soy dulce, no has visto nada.—

Luna se quedó callada, escogiendo ignorar aquellas palabras y aquel tono que parecían ser una forma de coqueteo muy sutil. Nuevamente volteo a ver a sus amigas.

—Ámbar...—La llamo susurrando antes de que la rubia decidiera irse.—Lo que dijiste sobre la competencia, es cierto que los chicos no desean participar con los RedSharks, pero, esa no fue la razón principal de porque decidimos no participar en esta ocasión.—

—Luna, ya lo sé, Gary me lo dijo en cuanto ustedes le avisaron que no participarían en la competencia interna.—Se apresuró a decir la rubia.—Sí sé porque no van a participar, lo que dije de hace rato, de la competencia y del Jam&Roller...solo lo dije porque me hiciste enojar y porque quería molestarte un poco.—Decía riendo ligeramente.

Luna, lejos de sentirse molesta, se sintió aliviada.

Se acercó unos pasos más a Ámbar cuando esta puso un pie en la escalera.

—Entonces, ¿de verdad no dijiste en serio lo que dijiste?—Preguntó con ojos brillantes y esperanzados.—¿Mentías cuando dijiste que no los considerabas tus amigos? ¿Solo lo decías para ponerme de nervios?—

Ámbar puso una mano en el hombro de Luna y la alejo un poco de su cara, su espacio personal estaba siendo invadido de manera muy peligrosa.

—Bueno, eso...—Balbuceo un poco.—Eso lo dije en serio, no creo que ellos quieran relacionarse nuevamente conmigo. Y a mí me importa poco o nada lo que ellos quieran de mi.—Eso era una mentira, pero tenía una imagen que mantener.—En fin, vete a dormir, Luna. Ya es muy tarde.—Ámbar intento dar un paso más, pero Luna la detuvo, sosteniendo suavemente el dobladillo de su camisón.

Ámbar volteo medio cuerpo y la miro.

Luna estaba avergonzada, lo podía ver en sus cachetes, pero su expresión parecía sugerir indiferencia.

—¿Y si...y si-...?—Sus ojos no podían conectarse con los de la rubia. Ámbar la encaró por completo.—...¿no quieres quedarte?—Luna al fin levanto la mirada y la miro. ¡Se estaba muriendo de la vergüenza! Era tan notable incluso si podia sostenerle la mirada.—Aun...aun tengo espacio en mi colchón...o si quieres...podriamos buscarte uno para ti solita...—

La sonrisa de Ámbar no tenía precio. No era una sonrisa feliz, nerviosa o burlona. Era como si, de un momento a otro, hubiera perdido la habilidad para reaccionar apropiadamente y esa sonrisa era el resultado de la primera cosa que se le vino a la mente.

—¿A qué viene esa propuesta tan repentina?—Le pregunto lo segundo que se le vino a la mente.

—Bueno...¿por qué no?...No creo que te haga daño pasar tiempo con nosotras...—

La rubia se rio silenciosamente.—Tendré que pasar de tu oferta.—

—...Vale, vale, ya lo capte: no te sientes completamente cómoda aquí.—Ámbar sonrió dándole la razón.—¿Y qué tal si yo duermo contigo en tu habitación?—Ámbar arqueo una ceja mientras su sonrisa pasaba a ser una de incredulidad.—¡No! ¡No quise decir eso-! Es...digo-—

—Vete a dormir ya, Luna, no sabes ni lo que estás diciendo. Además, no creo que sea una buena idea que el anfitrión abandone la fiesta.—

—Pero, ¿porque no quieres quedarte? Por todo lo que has dicho hoy, hasta parece que estás molesta porque no eres parte de la pijamada, ¿no quieres quedarte?—

—En otra ocasión, Lunita.—Nunca. Quiso decir.

Ámbar, sin mirar atrás, comenzó a subir las escaleras. Al pie de éstas y sin moverse ni un centímetro, Luna la miraba con un puchero.

—Tú siempre dices eso, ¡Solo me estás dando el avión!—

—Sí, hasta mañana a ti también, Luna.—Decía Ámbar con su poca consideración. Antes de subir completamente las escaleras, se volteo un poco hacia Luna.—Por cierto, más te vale no dar tanta pena en nuestra próxima competencia. Y...suerte en la presentación especial del roller.—






[...]






Luna se despertó cuando el sol salía y los primeros rayos de luz iluminaban la sala de la habitación. Volteo a su alrededor, observando a sus amigas y dándose cuenta que era la primera en despertar.

Ella no era de esas personas que madrugaban, por supuesto que no. No era fan de abandonar la calidez de los colchones tan pronto como se despertaba. Normalmente, si se despertaba temprano como en aquellas ocasiones y no tenía que ir al colegio, prefería volver a dormir y despertarse tan tarde como le fuera posible, pero en esta ocasión, Luna no sentía ningún deseo de volver a cerrar los ojos.

Tampoco sentía la necesidad de volver a dormir, de volver a descansar plácidamente; su cuerpo se sentía fresco, se sentía completamente descansado. Su mente estaba tranquila, pero al mismo tiempo se sentía ansiosa por levantarse. A Luna le encantaba soñar -Incluso cuando estaba despierta-, le encantaba y adoraba el tiempo en el que estaba perdida en el mundo de los sueños, pero esta vez ella quería estar despierta. Esta vez, como en muy pocas ocasiones lo había hecho, prefería el mundo real a sus sueños.

Así que, con cuidado y sin hacer demasiado ruido para no despertar a las chicas, Luna se levantó y se dirigió a la cocina. Mientras más se acercaba más claramente podía escuchar unas suaves voces conversar con tranquilidad.

Al atravesar la puerta de la cocina y entrar, se dio cuenta de que las voces pertenecían a su mamá y a Simón. Ambos estaban tomando el desayuno tranquilamente mientras intercambiaban algunas palabras.

Luna sonrió ante la familiaridad de la escena.

—Buenos días, hija.—La saludo Mónica.

—Buenos días, señorita Valente, es una sorpresa gratificante que este despierta a esta hora.—La saludo Simón en cuanto la vio.

Luna soltó una risita por la fingida formalidad de su amigo.

—Bueno, alguien tenía que sacrificarse y levantarse para despertar a los demás. No debemos perder nada de tiempo, pronto será nuestra presentación y tenemos que esforzarnos al máximo.—Dijo con un tono divertido y al mismo tiempo reprochando a Simón con la mirada. Éste volteo para otro lado y fingió demencia.—

—¿Tan temprano y ya quieres montarte en unos patines?—Susurro su mamá con diversión. Esta vez fue el turno de Luna para fingir que no la había escucho.

—De todas formas, ¿tú que haces despierto a estas horas?—Le pregunto a Simón.

Él se tomó su tiempo para contestar, primero se metió a la boca el ultimo pedazo del pastel que se había estado devorando y después se bebió lo que quedaba de su vaso de leche.

—Tengo que ir a abrir el roller.—Respondió con sencillez.—Se supone que iríamos Pedro, Nico y yo, pero ellos están completamente noqueados por el sueño, así que pensé en irme sin ellos.—

—¿Quieres que te acompañe?—

—Seria agradable, pero iba de salida cuando Mónica me vio y me obligo a sentarme a desayunar.—

—Bien pudiste entrar y servirte. No sé porque eres tan cohibido, nunca has sido penoso y sabes que siempre eres bienvenido aquí. —Le reprocho Mónica. —Además, ¿qué es eso de irte a trabajar sin siquiera un vaso de leche? —

—Es que quería llegar pronto.—Respondió Simón en voz baja y avergonzado, sintiéndose como un niño regañado por su madre.

—¿Por qué no despertamos a los chicos?—Sugirió Luna.—Así te acompañamos todos y aprovechamos para practicar.—

—Mmm...no es mala idea...¡Bien! ¡Me has convencido!—Dijo con un entusiasmo que muy pocas personas tendrían a las 6:00 de la mañana.—Yo iré a despertar a los chicos y tú despiertas a las chicas.—Dijo con una perceptible malicia y diversión en su voz.

Sin querer desperdiciar más tiempo, el pelinegro se levantó y salió caminando por la puerta que daba al comedor.

Ahí, en medio del comedor, se encontró con Ámbar quien, diferencia de Luna y de él, se veía esplendida. Era obvio que la chica se había levantado mucho más temprano que el par de mexicanos.

—Ah...buenos días.—Simón le ofreció una pequeña sonrisa antes de retomar su camino.

Simón camino cuidadosamente por la sala, y en cuanto alcanzo la puerta principal y cruzo por ella, se echó a correr en dirección al depósito donde dormían los chicos. Le tomo muy poco tiempo llegar a su destino, abrió la puerta sin ningún tipo de cuidado y entro sin importarle si hacía ruido con sus pisadas.

Cuando vio que los chicos seguían dormidos a pesar del escándalo que estaba haciendo, decidió no tener piedad con ellos.

Agarró un par de almohadas que Mónica les había dado la noche anterior y se dispuso a atacar a la primera persona que se cruzara en su campo de visión.

El desafortunado había sido Matteo.

Simón levanto ambas almohadas, una en cada mano, listo para darle el peor despertar al italiano, y entonces se detuvo abruptamente.

Se quedó observándolo fijamente mientras poco a poco bajaba ambos brazos.

Él castaño dormía muy, muy tranquilo, pero al mismo tiempo se veía muy cansado.

Simón ladeo un poco la cabeza a su lado derecho y se rasco la mejilla izquierda mientras hacía una mueca de confusión. De forma improvisada, se volteo rápidamente y miro al chico con el que había compartido la cama. Sin dudarlo ni por un segundo, decidió cambiar de objetivo. Ahora su primer afectado seria Ramiro.

Si lo pensaba bien, esa sería una buena forma para vengarse del golpe que el chileno le encesto la noche anterior mientras Simón aun no podía conciliar el sueño.

Momentáneamente recordó la embarazosa sensación que le provoco el ser observado por tanto tiempo y de forma tan persistente por el italiano. Antes de azotar la almohada de lleno en la cara de Ramiro, Simón se preguntó, ¿Matteo se habría dado cuenta que no estaba realmente dormido? ¿Qué sin saberlo lo había acompañado en aquel momento de insomnio?

No, probablemente no lo sabía. Y por el orgullo del italiano, era mejor que no se enterara.





























Vaya, creí que nunca terminaría este capítulo :'v este ha sido el segundo peor bloqueo mental que he tenido >:''''v pero creo que puedo superarlo, puedo vivir con él >>:''u

A veces me choco de escribir puros diálogos entre ellas :v por eso me gusta sitteo xd 

Perdón que sea tan corto :'v si no estoy mal, el siguiente capitulo es un poco más largo xd

Realmente no sé si soy buena escribiendo cosas dramáticas, cosas que provoquen en el lector un vuelco en el corazón. ¿Les gusta el drama? No sé si soy buena escribiendo angustia, pero...meh, en fin:

¿Cuántos capítulos creen que falten para que todo se vaya al carajo de nuevo?

♪~ ᕕ(ᐛ )ᕗ

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top