20.-Casa de Cartas.

Resumen: ...welp...that escalated quickly. Sin querer me salió un todos contra todos, de verdad todo se desmoronó, whoops.

No me molesto en darle nombre –ni descripciones- a los integrantes restantes de los RedSharks porque no son importantes, solo importan tres

En otras noticias...¿Qué estoy haciendo con mi vida? Escribiendo a detalle como personajes discuten por algo "trivial", ah...

Puse una tontería, sin sentido, en cierta parte del capítulo, me di cuenta muy tarde y ya no quise cambiarla. Cuando identifiquen esa parte pongan un hermoso pacman galan (',:v) lol.

No sé si el Jam&Roller tiene una sala de grabación, yo pienso que si porque, si no como graban sus canciones xd, igual, aun si no hay dicha sala, en mi fic sí existe y yo hago lo que quiera con mi fic así que lol imagínense una sala bonita xd





















"Vuelve a ser peligroso...

...Está colapsando de nuevo

Una casa hecha de cartas,

Y dentro de ella, nosotros"





















—¿Acaso no puedes dar ni un maldito cumplido sin burlarte de los demás?—Preguntó Luna con veneno en su voz.

Sus compañeros abrieron los ojos de inmediato.

Ámbar también la observaba con ojos abiertos. Emilia tenía la misma expresión, se mordía el labio, imaginando que tanto podría torcerse la situación que tenía ante sus ojos.

Sin duda iba a ser divertido ver como todo se caía a pedazos.

—¿Por qué tienes que actuar tan grosera con absolutamente todos a tu alrededor?—Le pregunto de nuevo acercándose a ella.

Ámbar levanto las manos, como si tratará de detenerla, y desvió el rostro.

—Yo no...no quise...Solo vine a felicitarte, ¿bien? No quise iniciar ningún pleito.—

Bien. La culpa, esta vez, había sido de Ámbar. Ella lo admitía –Aunque no en voz alta.–

Por eso se le veía nerviosa, no había sido su intención burlarse del equipo contrario. Ella no quería burlarse de Luna. Se había equivocado al escoger sus palabras, como siempre le pasaba. Era como una maldición. Como el Rey Midas, pero al revés.

—¿Cómo puedes decir que no quieres iniciar un pleito, si te desvías de tu camino para venir a burlarte de nosotros por haber perdido?—

—Luna, no, detente.—Simón fue rápidamente a su lado, tratando de detener la furia de su mejor amiga.— Entiendo que estés enojada pero esta no es la forma de- —

—No fue mi intención burlarme, ya te lo dije.—Lo interrumpió Ámbar como si el chico no hubiera intervenido.—Solo estaba siendo sincera con lo que dije, si tú no puedes aceptar una crítica como esa, entonces ese ya es tu problema, no mío.—

—¿Critica? ¿De verdad crees que eso fue una crítica? Ni siquiera tú te lo crees.—

Antes de que Ámbar volviera a replicar, Emilia intervino, jalándola del brazo y alejándola un poco de la castaña.

—Ámbar, Ámbar, no hay necesidad de pelear.—Decía su amiga mientras Ámbar seguía con sus ojos fijos en Luna.—Solo vámonos, ¿sí? Ganamos la competencia, no tenemos por qué quedarnos más aquí.—

Eso pareció tranquilizarla. Ámbar se detuvo y volteo a ver a Emilia.

—¿Sabes qué? Tienes mucha razón, amiga.—Dijo, con una tranquilidad espeluznante. De nuevo miro a Luna, directamente a los ojos.—Estar aquí NO VALE LA PENA.—Ámbar casi le grito en la cara.—Solo estoy desperdiciando mi valioso tiempo.—Anuncio la rubia antes de retomar su camino hasta casi salir de la pista. Emilia, que había sido dejada atrás, se golpeó en la frente con la palma de su mano.

Lo que Ámbar había dicho era lo equivalente a echarle limón a una herida.

—¡Ámbar!—Y Luna cayó redondita en aquella provocación.—¿Por qué siempre tienes que actuar así? ¿Sabes cuánto me molesta que me dejes hablando sola como una idiota?—Le reprochaba, siguiéndola.

Ámbar, por supuesto, se detuvo y la encaro.

—Exacto, por eso mismo lo hago.—

—hey, hey, chicas. No peleen, estamos manchando el buen nombre del lugar, vamos a tranquilizarnos un poco, ¿sí?—Pedro intentó calmar todo. Tal vez si las hacia conscientes de que esa discusión podía afectarlos a todos, pararían. Pero ocurrió justo lo contrario.

—Pues parece que a Ámbar no le importa manchar el nombre del lugar.—Luna fingió murmurar, era obvio que deseaba que los demás la escucharan.—Poco le faltó para pisotear la bandera del Jam&Roller y usar una de los RedSharks como capa.—

—Bueno...tal vez...pero igual no deberíamos pelear, vamos, ¿no somos compañeros unidos por el amor que sentimos por este bello deporte?—Fue el turno de Yam para tratar de apaciguarlas. Pero le había dado la oportunidad perfecta a Ámbar para reprochar a Luna.

—¡Cierto, cierto! Amamos patinar, ¿verdad, Luna? por eso siempre aprovechamos cada oportunidad para hacer lo que amamos, ¿verdad, Lunita?—Le pregunto con una sonrisa irónica.

—A ver, ya basta. Esto debe detenerse. Estamos armando una escenita y todos nos están viendo.—Regaño Pedro, ya harto con la situación.

Todo era un desastre. Aun así, Matteo podía ver el "lado bueno". Al menos ni Juliana ni Gary estaban aquí. Qué bueno que ambos estuvieran despidiéndose de los representantes de Vidia en la cafetería. Todo hubiera sido un verdadero desastre si los dos adultos a cargo presenciaban el desastroso final de ambos equipos.

—¡¿Pero qué está pasando aquí?!—Gritó Juliana entrando rápidamente a la pista al escuchar el alboroto que las dos chicas estaban causando. Detrás de ella caminaba Gary con el ceño fruncido.— ¡Sepárense de inmediato ustedes dos!—

Matteo hizo una mueca de fastidio. Que buen sentido del humor tenía el destino.

—¿Qué tienen en la cabeza? ¡Peleándose en medio de la pista después de una competencia! ¡¿Dónde quedó el espíritu deportivo?!—Exclamo Gary decepcionado del comportamiento de ambas chicas.

—...bueno...técnicamente no estaban peleando.—Respondió Nina sin poder contenerse y riendo nerviosamente.—...estaban discutiendo, que es diferente.—

—Nina, cariño, no ahora.—Juliana le sonrió dulcemente. Su expresión cambio radicalmente a una de completo enojo cuando volteo a ver a los patinadores de ambos equipos.—¡Y ustedes!—Los señalo.—¡No hicieron nada por evitar que sus compañeras comenzaran a discutir como dos niñas pequeñas! ¡No crean que están libres de culpa!

—¡Sí intentamos detenerlas!—Se defendió Simón.

—¡Pero ellas parecían tener un contra-argumento para cada argumento que decíamos!—Decia Yam.

—Y solo las dejaron continuar, supongo—Dijo con indignación Juliana.

—Prueba hablar con ellas, vas a ver que tienen una respuesta para todo.—Se rio Matteo.

—Sí, Juliana, inténtalo, te vas a llevar una buena respuesta.—Escupió Ámbar mientras se preparaba para irse.

—Ámbar, no quiero oír nada más de ti. Por favor, retírate de la pista antes de que todo se descontrole más.—La corrió la entrenadora.

Ámbar la miro con desdén y se detuvo en su andar.

—¿Acaso estás ciega? Me estoy yendo, ¡¿no lo ves?!—Contraataco la rubia groseramente, retomando su camino de forma lenta hacia la salida. Juliana estuvo a punto de dirigir toda su frustración contra la chica, pero afortunadamente Gary estaba ahí para intervenir.

—Ámbar, contrólate.—La regaño Gary, como un padre que desaprueba la actitud rebelde de un hijo.

—Ese es el problema con Ámbar, nunca puede controlarse ¿o me equivoco?—Arremetió Luna.

—Luna, no empieces, por favor.—Le advirtió Juliana.

—No, Juliana, déjala que siga hablando.— Ámbar se dio la vuelta y miro a la chiquilla que había contribuido al desastre.— Tal vez por una vez en su vida diga algo que valga la pena escuchar.—Se acercó a ella, pero Luna no retrocedió.

—¡Ya! Ámbar, Luna, cálmense, solo van a terminar por darle una mala imagen a ambos equipos, ¡Y esto va para todos!—Juliana se dirigió al Jam&Roller y a los RedSharks.—¿Qué pasaría si alguien de Vidia llega y ve todo este desastre? Absolutamente todos estaríamos en problemas y no habría mucho que hacer para salvarnos. Así que, para la próxima o intervienen cuando uno de sus integrantes comience una pelea, o la culpa caerá sobre todos.—

—Exacto.—Hablo el integrante más alto de los RedSharks.—Tal vez no estaríamos siendo regañados todos si el Jam&Roller no se limitara a observar como su supuesta amiga busca problemas con nuestra Ámbar.—

—¿"Supuesta amiga"? ¿"Nuestra Ámbar"?—Matteo lo miro con asco.—¿Qué estupideces estás diciendo ahora?—

Nico se acercó también, apoyando al italiano.

—Mira, tú ni te metas porque lo único que sabes hacer es empeorar las cosas. ¿Lo entendiste, niño bonito?—

—Si no fuera porque Emilia intervino...—Otro RedShark se acercó junto a su compañero.—...tu amiguita no estaría tan bien como ahora. Tal vez deberías dar las gracias.—Soltó con altanería.

Matteo se acercó de forma intimidante al chico. Gastón se interpuso rápidamente en frente de su amigo. Simón lo tomo del brazo y lo miro.

—Ya, Matteo, no desgastes tus puños en él. Tenemos cosas más importantes con las que lidiar.—Le decía jalando de él. Lo último que quería era otra pelea. Ya suficiente tenían con la rubia y con la castaña.

Y ahora que su atención volvía a las dos chicas...en aquella situación, era extraño que se hubieran dignado a callarse por al menos un segundo.

...

Como si hubieran recordado algo de vital importancia, los chicos voltearon rápidamente en dirección de las dos jóvenes y se toparon con la sorpresa.

Las dos problemáticas habían desaparecido por completo. No había rastro ni de Luna ni de Ámbar en la pista.

El pánico se extendió.

—¡¿A dónde se fueron?!—Preguntó Simón preocupadísimo.

—¡¿Cuándo se fueron y por qué no nos dimos cuenta?!—Le siguió Matteo volteando a todas partes.

—Se fueron cuando Juliana comenzó a regañarlos a todos de nuevo.—Todos voltearon a ver a Ramiro, recargado en el barandal y cruzado de brazos. Jazmín estaba junto a él y los dos observaban algo en la Tablet de la chica, ajenos a todo el alboroto de hace segundos.

—¿Qué? ¿A dónde se fueron?—Preguntó Delfina acercándose. Solo en ese momento los dos jóvenes levantaron las miradas del aparato.

—No lo sabemos.—Jazmín contesto restándole importancia.—Ámbar salió como alma que lleva el diablo y Luna se fue siguiéndola.—

—No puedo creerlo...—Negó Gastón con la cabeza.

—¡Chicos!—Los regaño Jim yendo hacia ellos.—¡¿Si las vieron, por qué no las detuvieron?!—

—No, gracias, aprecio mi vida.—Jazmín sintió escalofríos antes de seguir con su explicación.—Intentamos acercarnos pero solo dimos un paso y Luna nos miró como si quisiera matarnos.—

—¡No lo puedo creer!—Reprocho Yam. ¡Luna los había derrotado, los había intimidado! ¡De todas las personas, había sido Luna! Todos los chicos corrieron en busca de las dos jóvenes.

—Pensaran que somos cobardes... ¡Pero es que ustedes no la vieron! ¡Hasta daba miedo!— Ramiro los seguía intentando justificarse.

Buscaron a las chicas con la mirada, pero no había ni rastro de ellas, hasta que de pronto escucharon un leve, casi lejano murmullo provenir de la sala de grabación.

Gastón intento abrir la puerta, temiendo que aquella discusión terminara en un asesinato. Pero la puerta tenía puesto el seguro.

Le habían puesto el seguro desde adentro, bueno, al menos habían escuchado a Juliana y ahora nadie podía notar ni escuchar su discusión, pero aún no podían creerlo. ¿De verdad se habían encerrado solo para seguir con su discusión?

Lo que no sabían, era que en realidad había sido Luna quien las encerró a ambas.

Dentro del lugar, Luna estaba en frente de la puerta, cerrándole el paso a Ámbar.

—¿Por qué eres tan grosera? Creí que eso ya había quedado atrás.—

—¡Lo estoy intentando! Admito que me sobrepase, pero estoy intentando cambiar ese habito ¿bien?, sigo trabajando en ello. Te lo dije hace cinco minutos.—Ámbar se cruzó de brazos y le dio la espalda.

—No, no te atrevas a ignorarme como siempre lo haces, ¡vamos a hablar esto como adultos!—Luna la rodea para hablar cara a cara con la joven.

—¿Adultos? Acabas de encerrarnos y te metiste la llave en tu blusa.—Luna se encogió de hombros.

—Era la única forma de hacerte quedar. Pero aun no me has respondido, ¿Por qué sigues siendo tan grosera conmigo? ¿Qué te hice, siquiera, para que me odiaras tanto?—

—No. Te. Odio. Métetelo en la cabeza de una vez.

—¿Entonces porque sigues actuando como si lo hicieras? Si de verdad no me odiaras, entonces no estarías actuando como el villano principal en mi vida y en la del Jam&Roller.

Ámbar la miro como si no entendiera, después soltó una corta carcajada.

—¿"Villano principal"? Luna, has estado viendo muchas películas, ¿no?

—Si no es así, ¿Entonces que es lo que eres? Estás en el equipo rival, estás del lado de los que quieren acabar con el Jam&Roller, te burlas cada vez que puedes de nosotros y no dudas en hacernos sentir como basura. En hacerme sentir como una basura.

Ámbar se rio.

—Cuando lo pones así suena muy dramático y soñador—Se burlo.—¿Te crees que esto es una novela en donde las fuerzas del bien y el mal chocan unas con otras? Esta es la vida real, vas a ganar o vas a perder, no hay más. Y en todo caso, si esta fuera una novela, yo sería una antagonista, no una villana.—Ámbar disfrutaba corregirla, en realidad, disfrutaba hacerla enojar. Era liberador el no fingir más ni ser una doble cara.—Pero, claro, mi error, olvídalo. Por supuesto que una chiquita como tú no podría entender eso.—

Luna pareció enfurecer ante la palabra que Ámbar había utilizado con ella.

—¿Lo ves? ¿Por qué siempre parece que quieres derribarme? ¿Por qué parece que quieres humillarme? Estoy dando mejor esfuerzo en lo que amo, ¿puedes entender eso?

—Lo hago, pero te estás olvidando de que- —

—¿"Que"? ¿Ahora que tienes que decir?—Luna la interrumpio. Tal vez Ámbar había exagerado de verdad con sus juegos.—He trabajo muy duro para llegar tan lejos como lo he hecho?...¿Por qué...? ¿Quién...quien te crees que eres para quitarme todo por lo que he luchado? ¿Quién eres para quitarnos todo lo que amamos?

—...¿Qué?...yo no estoy tratando de quitarles- —

—¿Ah, no? Entonces porque te uniste a los sliders? ¿Por qué te uniste a los RedSharks? ¿Por qué te uniste al enemigo?—

—Unirme a los RedSharks era una grandiosa oportunidad. Yo no me uni al enemigo, Lunita.—

—¡Lo hiciste! ¡Realmente lo hiciste! ¡Te uniste al enemigo y realmente fuiste con todo contra tus propios compañeros! ¡No tuviste ni una pizca de compasión por nosotros! No pensaste ni un minuto en nosotros.—

Ámbar la observo fijamente, con una expresión totalmente desconcertada. Entonces se dio cuenta de lo que Luna trataba de decir en realidad.

—Oh, no...—La rubia miro con ambas cejas arqueadas.—¿Creías que iba a ser suave con ustedes?—Dijo con una mezcla de asombro y burla.

Luna se quedó callada ante aquella acertada conclusión.

—¿Qué? ¿También querías que me disculpara por haber ganado en una competencia? ¿Quieres que me disculpe por no haberlos bañado en abrazos hipócritas diciendo cuanto lamento haberles hecho besar el piso?—

—¿Ves? Es esa actitud el verdadero problema...

Oh, Lunita.—"Sollozó" Ámbar posando sus manos en sus hombros.— lamento mucho haber sido mejor que ustedes, lamento que ustedes no hayan sido tan buenos como nosotros, lamento muuucho que mi equipo haya ganado.—Decía Ámbar con fingida pena. Después apretó sus hombros y se acercó un poco a ella.—¡No! ¡No lo lamento! ¿Por qué debería?—La soltó y se alejó.

—...Porque creí, erróneamente, que ya no serias la villana...creí que...tal vez, estarías con nosotros, creí que estarías conmigo, no contra mí, como siempre había sido, pero parece que no. Parece que nada ha cambiado.—

Un pesado silencio inundó la habitación.

Ámbar la miraba...herida. La miraba sin creer que hubiera dicho esas palabras.

—...Me decepciona un poco saber que pienses que nada ha cambiado. Creí que tú, de todas las personas, eras la que más lo notaba.—Ámbar suspiró.—Claramente, la que se equivoco, fui yo.—Dijo mientras poco a poco comenzaba a enojarse.

Luna se movió, incomoda, tal vez había dicho algo que no quería decir realmente.

—Soy la mala, vale, está bien. Ya no importa ahora, ya no me importa más, así que...escucha bien lo que te voy a decir. No quiero ningún malentendido, así que déjame ser directa y clara contigo.—

Otra vez, estaba ocurriendo lo mismo que ocurrió antes de que Ámbar decidiera irse a la mansión de Cancún. Luna no se iba a dejar intimidar, pero aun así sentía una terrible expectación por lo que Ámbar iba a decir. La última vez no había terminado bien, ¿Cómo iba a terminar esta vez?

—No tengo ninguna intención de arruinarte ni quiero hacerlo. Ni a ti o a tu brillante equipo Y...¿Ser la villana principal en tu vida?—Ámbar sonrió para sí misma mientras comenzaba a caminar, dando vueltas alrededor de Luna.

—¿Te parece tan gracioso?—

Ámbar se detuvo y le sonrió una vez más.

—¿Piensas que eres tan especial que alguien se erigiría frente a ti como tu gran y eterna enemiga? ¿Piensas que yo soy esa persona?—Se burló.

Ámbar estaba mintiendo en esa parte de nuevo, sí. La rubia se la había pasado mucho tiempo haciéndole la vida imposible para que ahora viniera y le dijera esa sarta de mentiras. Pero aun así Luna no dijo nada.

—Y...por cierto, en vista de que tienes tantas ganas de hablar del pasado, entonces vamos a hablar del pasado.—Decía con cierta diversión en su voz. Aun detrás de ella, Ámbar se acercó, sujetándola fuertemente de los hombros.—...¿Te dolieron las caídas?—

Luna sintió que su corazón caía hasta sus pies ante aquel recordatorio. Se escapó de las manos de la rubia y volteo a mirarla, preguntándose cuál era la finalidad de traer ese tema ahora.

—Dime, Lunita, ¿Te esforzaste tanto que dolía? ¿Diste lo mejor de ti para llegar tan lejos?—Ámbar no dejo que Luna se fuera lejos de ella. Se acercó, invadiendo su espacio personal y haciendo que Luna se sintiera nerviosa por la reciente cercanía.—¿Sí? Bueno, déjame contarte un interesante secretito...—La rubia sujeto su barbilla firmemente y acerco su rostro hasta que sus labios estaban a milímetros de su oreja. Entonces susurró lentamente, haciendo énfasis en cada palabra.—...No eres la única.—

Luna se separó para mirar a Ámbar como si ésta hubiera dicho la tontería más grande.

—¿Qué gran sorpresa, no es así?—Decía la rubia con ironía.

Ella se alejó y le dio la espalda por unos segundos, suspiró profundamente como si tratara de controlarse para después voltear a verla nuevamente. Y cuando la miro de nuevo...Luna se sintió completamente intimidada bajo aquellos fríos ojos.

—¿De verdad crees que eres la única que se ha esforzado? ¿Crees que eres la única que ha sufrido para llegar tan lejos?—Luna se sentía acechada, sentía que Ámbar estaba atenta a cada mínimo movimiento que hacía. Esta vez, de verdad, se sentía ella como la presa y la rubia su depredador.—¡Yo también he trabajado duro para llegar aquí! ¡Yo también me he esforzado mucho para ganar! ¿O crees que nací sabiendo como montarme en unos patines?—Dijo con dulce sarcasmo.

Honestamente, Luna no sabía que decir. Ámbar estaba realmente molesta y la castaña comenzó a sentir, muy dentro de ella, que sus razones eran completamente validas. Sabía dentro de ella que Ámbar tenía razón y que Luna estaba siendo demasiado injusta con ella.

—¿Por qué tendría que sentirme mal por haber ganado? ¿Esperabas que me quedara callada y de brazos cruzados viendo cómo mejoras?— Ámbar pauso su reprimenda un momento, entonces suavizó un poco su mirada.—No, Luna, no me quedare sin hacer nada viendo como avanzas. Yo también quiero ser la mejor, yo también amo patinar. No voy a ser considerada contigo ni seré menos dura contigo solo porque eres amable y bonita...—

La rubia recogió del piso los patines que se había quitado al entrar en esa habitación. Después miro a Luna sin ninguna expresión en la cara.

—Por eso no quiero que te hagas una idea equivocada, así que entiéndelo, desde este momento iré contra ti con lo mejor que tengo, de esa forma sabrás que tan mala soy.—Ámbar se rio sin ganas.

—No quise decirlo, es solo que- —

—Pero aun así lo dijiste. No importa, ahora solo dame la llave. Llevamos mucho tiempo aquí.—Le decía Ámbar extendiendo su mano.

A Luna ya no le quedo de otra que llevar a cabo su petición. Se desabrocho los tres primeros botones de su camisa para sacar la llave.

¿Meterse la llave en su blusa? En serio, ¿qué estaba pensando?

Al menos Ámbar tenía la decencia de no mirarla cuando Luna metió su mano y saco la llave. Así era menos vergonzoso.

—Gracias.—Dijo Ámbar estoicamente, aun sin mirarla. Luna se quedó en su lugar, abrochándose nuevamente su camisa mientras la rubia le quitaba el seguro a la puerta.

¿Qué clase de puerta era esa? Jamás había visto una así.

Cuando abrió la puerta, lo primero que vio fue a los chicos. Ellos se quedaron callados, solo observando. Ámbar los pasó de largo.

Matteo se asomo a la sala con curiosidad, él esperaba ver un desastre, pero todo estaba en orden.

—¿Luna? ¿Qué paso? ¿Estás bien?—Le preguntó Nina poniendo una mano en sus hombros.

La nombrada sonreía despectivamente para sí misma.

—Ocurrió de nuevo, Nina. Creo que siempre termino arruinando las cosas con ella...—

—¿No estaban arruinadas desde el principio?—Pregunto casualmente Matteo viendo sus uñas.

[...]

Sí, aquella había sido una discusión que había comenzado por algo bastante estúpido, pero por primera vez, Luna estaba "satisfecha" con el resultado.

Ámbar no le hablaba ni se dignaba a mirarla. Eso claro que a Luna no le gustaba, pero había otras cosas positivas en las que enfocarse: Al menos había conocido mejor a la rubia.

Sabía que pronto estaría bien con Ámbar, sabía que pronto podría volver a hablarle como siempre, pero no se sentía bien. Luna se había portado mal, quería disculparse con Ámbar, pero no tenía idea como.

No quería pelear de nuevo, tampoco quería solamente pedir perdón, quería decirle también que la entendía. Que por fin la entendía.

¿Cómo decirle tanto en tan poco?

La respuesta parecía obvia. Con el Open Music a la vuelta de la esquina, Luna tenía una oportunidad de oro.

Ahora el problema era aprovechar esa oportunidad sabiamente.

Durante el sábado y el domingo, cuando no estaba estudiando, se la pasaba pensando y pensando en que hacer. Cargaba consigo una pequeña libreta por si le llegaba la inspiración para la canción que quería cantar.

Ese día, domingo, estaba paseando por el jardín. Estaba lloviendo, pero eso no detuvo a Luna para salir y pasear un rato. Tenía puestas unas botas negras de lluvia y un impermeable azul. Tenía puesta su capucha en la cabeza y de alguna forma se le venía a la mente la escena de una película de terror de la cual no recordaba el nombre en ese momento.

En fin. Luna estaba ahí para buscar inspiración. En su habitación no le llegaba ninguna idea y prefería estar en el jardín.

Ahora, ¿Qué podría cantarle a la rubia?

Al principio pensó en cantar una canción que hablará sobre la familia, pero descarto la idea de inmediato. Desde un tiempo para acá la palabra "prima" para referirse a Ámbar le sonaba...muy, muy mal.

¿Amistad? A Luna le encantaría, pero a Ámbar le gustaba recalcar, en cada oportunidad que se le presentaba, que ellas estaban lejos de ser amigas.

Así que estaba ahí, sin ninguna idea para comenzar.

¿Qué podría cantar de Ámbar?

Uy, había muchas cosas que podría cantar de ella.

La característica más obvia de Ámbar, y la que llamaba la atención de todos, era sobre apariencia.

Luna siempre había considerado atractiva a Ámbar. Mortalmente atractiva.

Si era completamente honesta, ella siempre había mirado a Ámbar con fascinación. No se avergonzaba de ello, no le daba pena admitirlo. No tenía nada de malo, Ámbar era la chica más atractiva que había conocido. Tal vez la más atractiva del roller y eso podía notarlo hasta un ciego.

Bueno, tal vez exageró en eso último.

Aquellos pensamientos los había ignorado desde que la pista se había quemado. Pensamientos que volvieron a su mente cuando Ámbar se unió a los sliders y se dio cuenta de lo mucho que le favorecía el negro y lo bien que se veía en ropas negras. Pensamientos que se habían hecho aún más frecuentes después de lo que ocurrió en la primera competencia de los RedSharks.

Pero no podía simplemente cantar de la gran belleza de Ámbar Smith. Eso sería...inusual.

Así que, volvía al principio. Seguía sin tener ninguna idea para su canción.








[...]








Las clases de ese día ya habían terminado, pero Luna se encontraba en la biblioteca del Blake South College. A su lado izquierdo estaba un libro abierto y un cuaderno con unos ejercicios a medio resolver. A su lado derecho tenía un pequeño cuaderno con algunas ideas anotadas.

Luna, en ese mismo instante, miraba hacia el vacío con una expresión concentrada, mordiendo el extremo de su lapicero.

—Hey, Luna.—La llamo su buen amigo Michel. Un chico venezolano que había sido transferido al Blake la semana pasada.

La chica volteo a verlo, Nina venia tras de él.

—Hemos vuelto. Logramos meter un poco de comida porque parece que nos quedaremos aquí por un buen rato más, ¿o no, Luna?—Bromeo el joven sentándose frente a ella. Michel le pasó un sándwich sin que nadie los viera.

—No. Ya casi termino los ejercicios...es por eso que me estoy dedicando a pensar en que haré para el Open Music...—

—¿No lo sabes aun? ¡Luna, el open este viernes!—Susurró su mejor amiga sentándose a su lado.

—Ya lo sé, Nina, por eso me dedique a hacer toda mi tarea el fin de semana para tener libre estos cuatro días y así concentrarme en el Open.—

—Ehhh, tenemos que resolver un examen sorpresa el jueves.—Mencionó Michel, no quería arruinar el buen humor de la chica castaña, pero tuvo que decirlo.

—¿Qué? ¿Qué examen sorpresa? ¿Si es examen sorpresa, no debería ser sorpresa?...¿Y ahora que lo pienso, tú como sabes que tendremos un examen sorpresa, si es sorpresa?—Cuestiono Luna.

El venezolano se rio.

—Oh, estaba hablando hoy con la profesora y logre sacarle cierta información que nos vendría bien.—El chico puso sus codos en la mesa y descanso su barbilla en ambas. Les sonrió a las chicas.—De nada.—

—¡Oh, Michel, eres un verdadero ángel!.—Halago Nina, levantándose y corriendo para buscar algunos libros. Tenía que estar preparada.

El joven se quedó sentado, observando a Luna. No llevaba mucho que la conocía, de hecho, se habían hecho amigos la primera semana de clases, o sea, la anterior semana, pero él creía que Luna iba a enloquecer cuando se enterará que pronto habría un examen.

Al parecer la chica no mentía cuando decía que quería concentrarse completamente en el open Music.

Nina llego al poco rato con cinco libros en manos. Comenzó a buscar información rápidamente en cuanto volvió a sentarse.

—¿Y tú, Luna? ¿No vas a estudiar?—Preguntó Michel tomando el libro que Nina le ofrecía.

—Ella estudia la noche antes a un examen. —La chica de anteojos volteo a ver a Luna con reproche.

—¡Es que así tengo la información fresca!—Se defendió. Aquella estrategia nunca le había funcionado como ella lo deseaba, pero aun así seguía utilizándola.—Y...bueno, primero tengo que terminar esto.—

—¿Es muy importante el open para ti?—Michel no quitaba sus ojos de la castaña.

Luna sonrió apenada.

—Sí...es muy especial para mí.—

—...¿Acaso es para alguien especial?—Preguntó de nuevo el joven de forma juguetona. Ella asintió torpemente.—Mmmh, y ¿Qué tal vas?—

La chiquilla suspiró pesadamente.—No tengo nada. No me llega ninguna idea a la cabeza.—

—Deja que el amor hable por ti, Luna. Deja que tu corazón escriba.—Dijo Nina con voz soñadora mientras abrazaba un libro.—Él tendrá las palabras adecuadas para transmitir el mensaje que quieres dar a oír.—

Luna sonreía de forma extraña, se sentía tensa y sentía su rostro arder.

—...n-no...no es eso...lo estás malentendiendo...—Decía con dificultad, se sentía extraña y sus mejillas no dejaban de arder.—No...no es una confesión de amor o una canción romántica...—Se rio apenada.

Nina dejo de abrazar su libro y la miró confundida.

—Yo nunca mencione que fuera una confesión de amor o una canción de naturalidad romántica.—Le aclaró.

Luna abrió los ojos mientras se olvidaba de como respirar.

Oh, no.

—Yo me refería cualquier tipo de amor, pero tú pensaste en el amor romántico...—¿Coincidencia?—Y ahora que lo mencionaste tú, sobre tu canción...¿Qué tan especial es esa persona para ti?—Preguntó suavemente con una sonrisa.

Oh, no.

Oh, no.

Conocía ese tono, conocía esa sonrisa picarona. Nina estaba pensando en cosas que no eran, Nina lo había entendido mal. Aunque tal vez fue error de Luna por haber dado a entender que quería dedicar una canción romántica.

—Yo-...no...no...—Luna sentía su garganta seca. Se sentía frustrada, porque mientras más dudara, mientras más titubeara en dar una respuesta concreta, más información le daba a su mejor amiga quien parecía analizarla cuidadosamente.—...s-solo ¡Solo quiero que me ayuden con el open! ¿Sí? Por favor...—Dijo mortificada.

—...Bueno...—Michel jugueteo con sus dedos.—¿por qué no cantas sobre lo que te agrada de ese alguien especial? Digo, podrías decir que sus ojos son los más hermosos que jamás viste, que agradeces al destino por haber venido a Argentina y así conocerle, que su brillante y soleada forma de ser ilumina tus días grises.—Decía Michel mirando insistentemente a la joven frente a ella.

Nina lo miro raro mientras que Luna se rio un poco de lo último que había dicho.

—¿"Brillante y soleada forma de ser"? no, no, nada de eso o se va a enojar.—

—¿Quién se va a enojar?—Pregunto Nina con diversión.

—Nadie, ¿por qué? Es un secreto.—Respondió Luna torpemente.

Su mejor amiga decidió darle un descanso, y parecía que Michel también. Los tres se quedaron en silencio durante un rato. No volvieron a tocar el tema del Open Music, hasta que Luna terminó sus ejercicios y volvió a sumergirse en un estado de concentración. Después de un rato suspiró frustrada.

—Chicos, no puedo, no tengo inspiración, no me llega ninguna idea. No sé por dónde comenzar...y...y...ya me acabé mi sándwich y tengo más hambre. Esto no puede ser peor...—Se lamentó cubriéndose los ojos con sus manos.

—¿Quieres que te vaya a buscar algo más para comer?—Se ofreció Michel.

—Gracias, que lindo pero...no...no, tranquilo llegaré al roller y le pediré algo a Simón.—

—Bueno, Luna, no te aflijas tanto, el punto de los open music es pasarla bien, no tienes que estresarte tanto por escribir una canción, siempre hay más open music.—La consoló Nina.

Luna la miró con desconsuelo.—Yo quería hacerlo en esta ocasión, Nina, siento que si espero más todo se va a acabar.—

—Vamos, Luna, anímate.—Nina la abrazó.—La inspiración te llegará cuando menos lo esperes y todo saldrá bien, ya lo verás.—

—Es que...aunque digas eso no puedo animarme...es muy difícil—Se desplomo en la superficie de madera y cubrió su cabeza con sus manos.

—No digas eso, vamos, ¿qué haces normalmente cuando te sientes triste?—Preguntó Michel acariciando su cabeza.

—Yo leo o escribo cuando me siento triste.—Opino Nina, dándole opciones a su amiga.

—No tengo ni ganas de leer ni de escribir, amiga.—

—A mí me gusta cantar y bailar.—Dijo Michel ocultándose bajo la mesa para darle un mordisco a su sándwich.

—No, Michel. No tengo fuerzas ni para cantar o para bailar.

—A ver...algo que no requiera esfuerzo físico...—Se preguntaba Nina.—...¿Qué tal si escuchamos música?—

Los dos jóvenes se quedaron atentos a la respuesta de Luna. Ésta se quedó callada, no encontraba nada que refutar ante aquella propuesta.

—Vale.—Accedió.

—Bien, usemos tu celular, Luna, así nos aseguraremos de que la música que ponemos es música de tu agrado.—Nina agarró el celular de Luna que estaba sobre la mesa e introdujo la contraseña para desbloquearlo.

Luna seguía tirada, mientras Nina buscaba entre el repertorio de canciones de su amiga.

—wow, Luna, tienes un montón de listas de reproducción.—Decía Nina bajando, observando que Luna tenía una lista de reproducción para cada ocasión, hubo una que llamo su atención por los colores verde, blanco y rojo.—..."México".—Leyó el título de la lista.

Luna levanto la cara de inmediato.

—Esa la tengo cuando me siento triste y extraño mi país, me trae muy buenos recuerdos.—Sonrió sin poder evitarlo.

—Entonces no se diga más, vamos a buscar una canción interesante...—

Michel se levantó de su asiento y se sentó al lado de Nina para observar también el aparato.

—Mmmh, te gusta mucho Luis Miguel, ¿eh? A mí también me gusta, especialmente "Fría como el viento"—Decía el joven observando la pantalla.

—Oh, he escuchado tanto esa canción que termino por hartarme. Ahora mismo me gusta más-...—Luna se detuvo a media oración.

De pronto sintió como su corazón se detenía de inmediato ante la idea que le acababa de cruzar por la mente. Se quedó estática, con los ojos bien abiertos y sintiendo la emoción acumularse en su cuerpo.

Los dos chicos se le quedaron viendo extrañados mientras la joven tomaba su celular de vuelta y marcaba un numero con desesperación.

—¡Simón!...—Susurró Luna para no ser descubierta.—¡No, no estoy en clase! ¡No! no ha pasado nada, tranquilo... por favor, por favor tienes que venir al Blake rapidísimo......¡Sí, ya tengo la canción que voy a cantar pero necesito tu ayuda!...Oh ¿Matteo está contigo?...Sí, que también venga, él también será de ayuda, Gracias, amigo, gracias, te quiero muchísimo. Te veo ahí.—

—¿Luna, ¿qué pasó? ¿Ya decidiste que harás?—Preguntó Michel.

—¡Sí, y será grandioso! Lo siento, Michel, tengo que irme...Nina, ¿vienes?—

Su mejor amiga asintió mientras se apresuraba a guardar sus cosas. Tomo todos los libros que había sacado y las dos se despidieron del joven.

En la salida del blake, Luna caminaba apresurada y Nina trataba de seguirle el ritmo.

Se iba a ver con Simón en el parque, él estaba ahí con Matteo practicando y de ahí irían al roller todos juntos. Al llegar, vio a los dos chicos sentados. Se saludaron y Simón inmediatamente adopto una expresión seria.

—Bien, Luna, ¿qué tienes planeado?—Dijo su mejor amigo tronándose los dedos, listo para trabajar.

—Aquí no, amigo, tenemos que llegar al roller y ahí te lo contaré todo.—








[...]








Simón y Matteo se miraron entre ellos. Después regresaron su mirada a la joven que sonreía emocionada, expectante ante la respuesta de sus dos amigos.

—Te ayudaremos, Luna...pero, ¿por qué esta canción? Sé muy bien que te gusta Luis Miguel, pero...¿por qué justamente esta?—Le preguntó Simón.

Cuando Luna les mostro la canción que quería presentar, los chicos no pudieron evitar pensar en lo mismo, en realidad, los chicos no pudieron evitar pensar en la misma persona.

Matteo caminó por la sala de grabación. Él ya sabía, desde hace semanas, que Luna estaba empeñada en acercarse a Ámbar pero esto era...

—Esto es muy, muy específico, Luna.—Le decía Simón.—¿No crees que se va a enojar? Digo...la letra le va muy bien, demasiado, diría yo, pero, ¿no crees que se va a enojar por lo que dice?—

Luna suspiró.

—Sí, creo que se va a enojar, pero tengo que intentarlo, Simón. Tengo que hacerlo.—

Matteo se detuvo a su lado.

—Te vamos a ayudar, pero debes estar preparada para su reacción. Todos sabemos cómo es, no hay nada asegurado con ella.—Le dijo antes de salir en busca de su computadora.

Los dos amigos se quedaron a solas. Una teniendo dificultades para controlar su emoción y el otro observándola sin comprender.

Simón se sentó en un banquillo sin dejar de mirar a su amiga. Sin poder contenerse más, le habló:

—Luna...sé que tu rara vez guardas rencores...pero aun así, ¿por qué estás tan empeñada en hacerte amiga de Ámbar?—Dijo Simón, nombrando directamente a la rubia.—¿Por qué sigues intentado tanto?—

Luna no se demoró mucho en responder.—...Simón...tú y yo sabemos que Ámbar no es la mala persona que todos creen que es.—

—Lo sé muy bien, mi querida amiga, pero...no lo entiendo...de todas las personas, eres tú quien ha recibido lo peor de ella. Aunque ya no es así, honestamente no te culparía por odiarla, pero en lugar de eso...en lugar de eso sigues tratando de ganarte su amistad, eso es lo que no entiendo.—

—Tal vez solo sea terquedad, Simón.—Se rio Luna sentándose en otro banquillo junto a él.

—...He visto las interacciones entre las dos y...de alguna forma siempre terminan mal, siempre termina mal ella y siempre terminas mal tú...Luna, respóndeme por favor, ¿Por qué sigues aferrada a ella si se hacen tanto daño? ¿Si te hace tanto daño?

Luna se lo había preguntado a sí misma también, en más de una ocasión. Su respuesta era que, simplemente, ella deseaba llevarse bien con todos los que la rodeaban, no quería tener rencores con nadie. Pero esa respuesta se sentía vacía.

—No lo sé, Simón. Supongo que me pasa lo mismo a mí con Ámbar, que a ti con Matteo.—

El chico abrio sus ojos sorprendido.

—¿Qué? ¿Qué me pasa con Matteo?—Pregunto él verdaderamente sorprendido.

—Simón, me parece super cool que tú y Matteo se estén llevando bien. Es lo que siempre quise...es solo qué yo también me pregunto lo mismo que tú...¿Desde cuándo son amigos? ¿Cuándo ocurrió eso?—Le preguntó Luna.

—Pfff, ocurrió después de tu ruptura con él.—Simón se rio ligeramente.—Nos volvimos cercanos cuando los dos entramos al club de "friendzoneados por Luna Valente".—Bromeo. Después se señaló a sí mismo con su pulgar.—Yo soy el presidente y miembro fundador.—Dijo con orgullo.

—Ya, Simón. No digas eso...—Luna se rio avergonzada antes los chistes del pelinegro.

—Vale, fue solo una broma, pero es cierto. Matteo ha estado frecuentando la casa de la roller band. Va muy temprano, nosotros ni nos hemos levantado cuando él ya está tocando la puerta...Le dimos una llave para que entre y salga cuando quiera. Y se va muy tarde, en ocasiones nos quedamos dormidos y él sigue ahí... Hasta parece que también es integrante de la banda.—El joven sonrió de forma nostálgica. Como si aquel pensamiento le trajera muy buenos recuerdos.

Luna sonreía al ver a su amigo tan feliz. Era obvio que el chico estaba muy contento por su reciente amistad con el italiano.

De pronto Luna le dio un suave golpe en el hombro.

—¡Auch! ¿Por qué fue eso?—Le preguntó Simón sobándose el lugar, como si de verdad le hubiera dolido.

—¿Ves? Tramposo. Lo tuyo con Matteo es lo mismo que lo mío con Ámbar.—

—¿Qué? Luna, de verdad no entiendo como lo encuentras similar.

—....Es que...Matteo tampoco se portó bien contigo...—Decía Luna entristecida ante los recuerdos de sus dos amigos peleando por cualquier cosa.—Ustedes no podían estar en la misma habitación sin discutir y ahora son muy buenos amigos.—

—...Bueno, sí, tienes razón en esa parte.—

—Yo sé que Ámbar fue cruel, sé que debería odiarla, pero no puedo. De verdad no puedo....Solo me basta un buen recuerdo de ella para no odiarla. Estoy segura de que a ti te pasa lo mismo con Matteo.—

Simón se quedó callado. Luna tenía razón, tanto él como Luna tenían motivos de sobra para odiar a Matteo y Ámbar, tenían razones para alejarse de ellos, pero los dos mexicanos estaban haciendo exactamente lo contrario.

—Por cierto, ¿Dónde está Matteo? Ya se tardo...—Dijo Luna.

El italiano, que había estado todo el rato parado justo en la entrada escuchando, donde no podían verlo, regreso un par de pasos y después volvió con ellos, muy tranquilo.

—Ya volví, chicos.—Dijo él como si nada.—lamento la tardanza pero había olvidado la contraseña de mi locker y tuve que buscar a Gastón para que me la recordara.—

Simón se rio.

—¿Por qué Gastón tiene tu contraseña?—

Matteo se le quedo observando. No podía evitar pensar en la plática que habían tenido los dos amigos y que él no debía haber escuchado. Matteo estaba pensando en lo que había dicho Luna de él siendo un completo idiota con Simón.

Tal vez eso era cosa pasada, pero aun así se sentía mal.

—Por si yo la olvidaba. Vamos a trabajar, no hay tiempo que perder.—Se limitó a decir sin responderle al pelinegro.

—Oh...está bien.—Simón fue a sentarse con Matteo para ayudarlo con la melodía, ignorando la reciente culpabilidad del italiano.

Después de unas horas, Luna estaba emocionada. La melodía comenzaba a sonar increíble, aún faltaban muchos detalles por hacer, pero aun así Luna estaba muy feliz.

Estaba segura de que todo iba a salir muy bien.








[...]








Las manos de Luna no dejaban de temblar de la anticipación.

Estaba en el camerino, arreglando su maquillaje.

Bueno, en realidad era Ámbar quien arreglaba su maquillaje. La rubia había entrado, buscando un pequeño labial que le pertenecía, y se había topado con una pálida, petrificada y temblorosa Luna sentada frente al espejo y observando su reflejo con una expresión de preocupación.

—Te ves peor que una persona muerta, ¿no tienes que pasar a cantar en unos diez minutos?—Le preguntó sentándose al borde de la mesa.

—Estoy bastante segura de que al final de la noche voy a morir.—Luna levanto el rostro para mirarla.—

—Bueno, no sé si de verdad vayas a morir, pero si sales a cantar con esa expresión en tu cara seguro matas a todos de un susto.—Sin esperar ninguna respuesta, Ámbar le quito los cosméticos que Luna tenía en sus manos y ella misma comenzó a aplicarle un ligero maquillaje, al menos para ponerla más presentable ante el público.

Luna ahora estaba aún más nerviosa. El tono con el que Ámbar se había dirigido a ella era todo menos amigable, era obvio que la rubia seguía enojada con ella, pero aun así seguía ahí, con Luna.

Eso la hacía sentir optimista, pero como bien habían dicho Matteo y Simón: con Ámbar no había nada seguro.

Luna trato de tranquilizarse, si se ponía más nerviosa comenzaría a sudar, y si no se controlaba comenzaría a llorar, arruinando el empeño que Ámbar estaba poniendo al maquillarla.

¿Cuál era el peor escenario? Si Ámbar ya estaba enojada entonces realmente no tenía mucho que perder.

Ahora no tenía sentido preocuparse por algo que todavía no ocurría. Ahora necesitaba calmar sus nervios, concentrarse en la suave mano de Ámbar que sostenía su mentón. En sus delicados dedos que sujetaban su barbilla de forma tan cuidadosa. En lo bonita que se veía con aquella expresión parsimoniosa que lograba calmar sus nervios.

Bien.

Se sentía extraño tener ese tipo de pensamientos, considerando que en pocos minutos cantaría una melodía alabando, entre otras cosas, la belleza de la chica frente a ella.

Pero pensar en Ámbar la distraía y calmaba su inquietud, así que daba igual.

—Ya está.—Dijo la rubia alejando sus manos y observándola por unos segundos. Después, sin decir nada más, regreso por donde había venido.

Sí, muy típico de Ámbar dejarla ahí sin más.

Pero no podía quejarse, había hecho un magnífico trabajo con ella y lo mejor de todo es que ahora las manos de Luna habían dejado de temblar.

El tiempo restante a su canción se dedicó a cantar algunas partes de la letra, se daba ánimos frente al espejo y se aseguraba, a sí misma, que nada iba a arruinar aquel momento.

Simón entro rápidamente y le aviso. Era su turno.

Luna inhalo y exhalo mientras cerraba los ojos, mientras tanto Simón había corrido a su lado para apoyarla.

—Vamos, campeona, te has estado preparando mucho para este momento.—El chico comenzó a masajear los hombros de Luna, como si fuera un entrenador masajeando los hombros de su boxeador.—Llego la hora, Valente. VE, PELEA, ¡GANA!—Le decía Simón ardiendo de emoción.

Luna se levantó de la silla con emoción, contagiada del entusiasmo de su amigo. Ambos jóvenes caminaron con serios y con decisión hacia el escenario.

Pedro anunció su nombre en cuanto la vio y los presentes aplaudieron. Ambos amigos se separaron, Simón se fue detrás de la barra, con Nico quien supervisaba todo.

Luna caminó y se subió directamente al escenario con mucha determinación.

Fue ahí cuando su expresión se derrumbó. La joven sonrió y con su mano saludo tímidamente al público.

—Hola.—Agarro el micrófono con dos manos y pego el aparato a sus labios, como si así tratará de ocultarse de esos ojos que la veían fijamente.—Esta canción es una canción muy popular en mi país natal...una canción muy especial. Es una dedicatoria y en verdad, de corazón, espero que sea de tu agrado.—Dijo con voz tímida.

Luna cerró los ojos y suspiró, dándose valor una última vez.

Estaba segura de que esa noche realmente iba a morir.

Ámbar la miraba con obvio -fingido- desinterés. No le podría importar menos aquella presentación.

Pero la chiquilla se las arregló para que, de nuevo, la atención de Ámbar se enfocara solo en ella. La música, la melodía, también llamó poderosamente su atención. Era un ritmo alegre, un ritmo que iba muy bien con Luna. Y cuando Luna comenzó a cantar, bastaron solo las primeras cuatro palabras de la canción para que Ámbar tuviera un casi incontrolable deseo de levantarse, ir y cerrarle la boca a Luna.

Intentando controlar aquella intensa emoción, la rubia se cruzó de brazos, bajo la mirada y sonrió de medio lado mientras apretaba fuertemente sus manos.

Definitivamente iba a matar a Luna esa noche.


















Perdón por los errores xd

Mi pequeño corazón bisexual-poliamoroso está muy contento con el capítulo de sl de hoy <3

Esta fue la última discusión de Ámbar y Luna. O bueno, la que finaliza su...¿enemistad? Yep, porque su rivalidad es una dinámica muy interesante.

(La canción de la multimedia habla sobre la relación toxica de dos individuos en donde terminan dañandose mutuamente, perfecta para este capitulo en donde Luna y Simón hablan sobre su relación con Ámbar y Matteo. Obvio que yo voy a tomar otro rumbo y esas relaciones dejaran de ser dañinas para ambas partes.)

Siento que no soy buena con los songfics, y ya sé que hice uno antes, pero aun así, tengo que decir esto.

(Y esto lo voy a poner al inicio del proximo capitulo, pero empezare aquí)

Advertencia para el siguiente capitulo:

Escribí un montón entre cada línea de la canción que canta Luna, o sea, que la canción (que pondré en multimedia) va a terminar antes de que ustedes terminen de leer lo que ocurre en la presentación. Ya sea que lean primero el capítulo, sin la canción y vuelvan a leerlo después, ya con lo que ocurre en mente.

O leanlo y escuchen al mismo tiempo jaja. Hagan lo que quieran ♥

(¿Alguien puede adivinar qué canción es la que canta Luna?)

Les mando muchos besos y muchos abrazos <3 Muchas gracias por leer mis divagaciones <3 ♥ <3  ♥ <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top