19.-Pecado Capital


Resumen: Como se nota que no sé nada de competencias ni de reglas ¯\—()—/¯ ustedes síganme la corriente ()

Resumen alternativo: Para los que querían lumbar vs ambilia (y también para los que querían lumilia) (inserte gif de rihanna guiñando)

Hoy (o ayer?) tuve pesadillas y se me ocurrió algo, sorry si desencaja o algo así.  


Espero que se confundan con el sueño que va aparecer aquí. No sé cómo es la cocina de la mansión, no recuerdo y no quiero averiguarlo, digamos que tiene puertas como en aquellos bares del viejo oeste xd (Las que solo se empujan para entrar).

Jamás pensé que escribiría un capítulo más largo que el 17...este es Largo y aburrido, léanlo por partes xd

En serio, este capítulo es un desastre, pero espero que les guste.

(Son las dos de la mañana y no sé que hago con mi vida, revisé miles de veces este capítulo, pero si notan algún error, el que sea, por favor avísenme.)



















"Jugando juegos desde el inicio.

Hundiendo tus uñas en mi corazón...

...Sacas lo peor de mí.

Tú sacas lo peor de mí."


















Después de que Emilia la pusiera en semejante situación, Ámbar la había perseguido para buscar respuestas.

Solo tenía una cuestión en la cabeza mientras la perseguía por la pista: ¿Por qué demonios la había besado? Y no, no le importaba que solo hubieran sido tres segundos, la había besado y frente a todo el mundo.

Obviamente Ámbar no la iba a dejar ir así como así.

Las dos caminaron entre algunas personas que las reconocían y las miraban con sorpresa, cuando la alcanzó en los vestidores, Ámbar creyó que Emilia estaría nerviosa por enfrentarla, Ámbar pensó que el arrepentimiento y la vergüenza se le notarían en la cara, pero no fue así.

Emilia en ningún momento dejo de sonreír maliciosamente.

Ámbar no lo comprendía.

¿Por qué no estaba alterada?

Recordó cuando Matteo había besado a Luna en la competencia internacional. Incluso él había estado muy nervioso. Pero claro, aquello era porque el chico estaba nervioso por la reacción de Luna, puesto que él sentía cosas por ella.

Emilia, en cambio, se veía tranquila. Al contrario que Matteo, a ella parecía no importarle que Ámbar estuviera enojada por el beso.

Cuando Ámbar comenzó a reclamarle, Emilia simplemente respondía a la ligera, sin tomarse con seriedad el asunto.

—Bueno, sí, me disculpo por haber dejado que la emoción me ganará. Fue un impulso que no pude controlar. Perdón.—

A Ámbar no le gusto su disculpa. Y aunque Emilia se disculpó y se disculpó, no parecía lamentarlo para nada. Su sonrisa lo indicaba.

La joven estaba acostumbrada a que las personas a su alrededor se desviaran del tema principal al ser cuestionados. La gente hacia es cuando se sentían incomodos, fuera de su zona de confort. Y Ámbar jamás se molestó en hacerlos hablar de más, pero esta vez era diferente.

Esta vez era diferente porque le importaba.

—¿Sientes algo por mí?—Preguntó Ámbar directamente recordando los problemas que ocasionó Matteo por haber sido un cobarde y por no hablar claramente con Luna.

—¡Por supuesto que sí! No estaría aquí contigo si no fuera así, ¿verdad?—Ahí estaba Emilia de nuevo, respondiendo con aquella obvia ambigüedad que tanto hacia molestar a Ámbar.

—Emilia, es en serio. En mi vida he tenido muchos malentendidos porque, en todas las ocasiones, los involucrados jamás supieron comunicarse...no quiero que este sea uno de esos caso así que dime la verdad, ¿sientes algo por mí?—

La mexicana se quedó callada un momento, y solo en ese momento su sonrisa presuntuosa desapareció.

—Lo decía en serio. Sí, sí siento algo por ti, pero no de forma romántica. El beso fue solo un estúpido impulso que no pude controlar.

—Ah...¿no me digas?

—¡Es que estaba emocionada! ¿Cómo puedes culparme? Estabas actuando tan diferente, tan amable, tan linda y yo no pude- —

—Emilia.—Ámbar la detuvo apenada.—Ya cállate.—

La otra chica se le quedo viendo como nunca antes lo había hecho. Como si de verdad la entendiera, como si de verdad entendiera sus preocupaciones.

No parecía haber rastro de ese lado burlón y sardónico que caracterizaba a Emilia. Era raro ver esa nueva faceta en la joven.

—Yo tampoco quiero que hayan confusiones entre las dos. —Le confeso a Ámbar.

Una pequeña confesión que parecía una estupidez y un sinsentido después de lo que había hecho, sin embargo, Ámbar le creía.

Eso era suficiente.

—Bien, eso es un alivio.—Suspiro la menor, con la mente un poco más tranquila.

—Oye, que grosera.—

—Pero necesito saber otra cosa...—Decía cruzándose de brazos.—¿Desde cuándo vas por ahí besando a chicas? ¿Y porque no me había enterado? ¿Y por qué nunca me dijiste que te gustaban las chicas?

—OH, eso...bueno, tú nunca preguntaste.—

—Entonces SÍ te gustan las chicas.—

—En realidad no tengo preferencia en especial.—Emilia entonces levantó su brazo y puso su mano en el hombro de Ámbar. Después se le quedo viendo fijamente.

—...¿Qué haces?...—

—Solo...quería saber si ibas a huir de mi como si tuviera una enfermedad...—Decía al momento que alejaba su mano de la menor.

—¿Eso...te ha ocurrido?—

—Sí, en más ocasiones de las que te imaginas.—Emilia se rio restándole importancia.

Ámbar frunció el ceño.

En ese momento, Ámbar molestó no con Emilia, sino por Emilia.

Con aquel pequeño acto de poner su mano en su hombro seguido de aquel inocente comentario, a Ámbar no se le hizo difícil llegar a la conclusión de que, en el pasado, Emilia no había sido tratada con demasiada amabilidad. Porque en el pasado alguien había tratado a su amiga como si tuviera un horrible defecto, una enfermedad.

Tal vez era porque compartía una relación especial con Emilia y se preocupaba por ella, pero por primera vez se puso en los zapatos de alguien más. Por un momento recordó cuando todos se burlaron de ella por el meme que le había hecho Jazmín.

Ámbar era fuerte y aquello no le afecto más allá de un simple coraje. ¿Podía decir lo mismo de Emilia si se burlaban de ella?

Y de pronto, una "pequeña" reflexión llego a su mente.

El elefante en la habitación.

¿De qué se indignaba Ámbar, si ella también era una asquerosa persona que no desaprovechaba la oportunidad para mofarse de alguien más?

Lo había hecho con Luna –Particularmente con Luna–, con Matteo, Jazmín, Delfina, Simón...y la lista seguía y seguía...

Ella misma no había sido una buena persona, ella misma había hecho menos a las personas en varias ocasiones, en especial a aquellos que trabajaban bajo las ordenes de su madrina.

Inmediatamente pensó en los Valente y sintió un asco profundo hacia sus acciones.

Ella, de igual forma, había tratado de forma horrible a los trabajadores de la mansión en el pasado.

No era lo mismo, pero se trataba de humillación por igual.

Ella no era diferente a esas personas que lastimaron a Emilia: la única persona que la había aceptado con todo y su oscuro pasado.

Ámbar había sido una desgraciada con todos en la mansión. Había dedicado un especial empeño en molestar a los Valente quienes, ahora se daba cuenta, eran incluso hasta más inocentes que su mejor amiga.

Ahora, ¿qué podía hacer ante esa nueva revelación?












[...]












La vida no era justa.

Sus padres siempre se lo habían repetido desde que era pequeña y Luna lo sabía cómo un mantra.

Pero aquella frase jamás había cobrado sentido antes como lo hizo cuando puso un pie en el Blake South College. Cuando se atrevió a meterse con Ámbar Smith, cuando se convirtió en el objetivo –presa- de la joven.

Pero Luna había soportado todas esas injusticias con la cabeza en alto. Las había soportado y las había superado. Algunas cosas aun las estaba digiriendo, pero lo estaba soportando, al fin y al cabo.

Honestamente, Luna estaba orgullosa de su gran paciencia. La chica había tolerado muchísimas cosas y lo había demostrado con Ámbar en más de una ocasión.

Pero una cosa era Ámbar y otra, muy diferente, era Emilia.

La vida no era justa.

Desde el primer momento en el que posó sus ojos en Emilia, supo que la chica le iba a causar más de un problema.

La llegada de la chica significó un gran cambio para todos. El cambio más grande, de hecho.

A Emilia podía agradecerle que Ámbar se hubiera ido con los Sliders. A Emilia le atribuía la traición de la ex-integrante del roller.

A ojos de Luna, era Emilia la culpable de que Ámbar hubiera cambiado tanto.

O bueno, principalmente en apariencia.

Para Luna, Emilia era esa amiga...esa mala influencia de la cual todos los padres advertían a sus hijos.

Tal vez Luna solo quería tratar de alejar a esa mala influencia de Ámbar, su "prima" no necesitaba más problemas de los que ya tenía.

O tal vez era que simple y llanamente a Luna Valente no le gustaba Emilia y eso no era ningún secreto.

La vida no era justa.

Se repetía recordando a Emilia y Ámbar.

De nuevo, aquella frase jamás había cobrado tanto sentido como ahora.

—¿De que querías hablar, Lunita?—Interrumpio Emilia sus pensamientos con una de sus sonrisas coquetas.

Sí, coquetas.

Luna, antes del beso, pensaba que aquella actitud de Emilia era normal, que así era su personalidad, pero ahora no podía dejar de notar que tal vez Emilia nunca había sido muy discreta con sus preferencias.

Ahora que lo recordaba, su comportamiento tenía sentido si se veían con otros ojos. Ahora podía notar algunas cositas obvias que habían pasado desapercibidas ante todos.

A Emilia realmente le gustaban las chicas.

Ella literalmente había estado flirteando con todas las chicas del roller, sin excepción. Luna recordó vagamente a su mejor amiga Nina, quien parecía ser la victima preferida de los coqueteos ahora-no-tan-discretos de Emilia.

Y sin querer volvía a recordar a Ámbar.

La razón por la que había venido a hablar con Emilia en primer lugar.

—Quería hablarte de...de...—Bien, muy bien, Luna. Estando frente a ella perdía toda su valentía.

—¿De?—La presiono Emilia.

—De lo que ocurrió en la competencia.—

—Se más específica, chiquita. He tenido miles de competencias.—Luna la miro enojada.—¡Ah, ya sé! ¿La competencia de la Rodafest? ¿Qué pasa con ella? ¿Quieres que te enseñe algún movimiento?—Se le acerco –Muy cerca.– y le agarro un mechón de cabello.

Luna le aparto la mano de un manotazo.

—Estoy hablando de cuando besaste a Ámbar.—Casi le gruño.

Emilia sonrió sin ocultar su diversión.

—Mmmmh, parece que no solo a ella le desperté la curiosidad, ¿eh?—Dijo con obvias segundas intenciones.

Luna sonrió forzadamente, no queriendo dejarse intimidar.

—Curiosidad, nada. Tengo todo bastante claro.—

—Mmh, eso mismo dijo Ámbar.—

Luna cerro los ojos, pensando en cada decisión que había tomado en su vida y tratando de recordar cuando fue que le pareció buena idea confrontar a Emilia sobre un tema del cual ella tampoco tenía ganas de hablar.

—Ya basta, Emilia, por favor.—Dijo Luna harta con lo que decía Emilia. Parecía que mencionaba apropósito a su "prima" para ponerla nerviosa.

—¿"Ya" qué, Luna? No soy yo la que vino y se queda callada...¿Qué podría estarte molestando tanto como para venir a hablar directamente conmigo?—Preguntaba Emilia muy acertadamente.

¿Qué "porque" le molestaba tanto? ¿No era obvio? A Ámbar no le gustaba aquel juego al que la sometía Emilia. La rubia lo había dicho: No le gustaba ser un show público.

—¿En serio no tienes curiosidad?—Insistió Emilia.—Si de curiosidad se trata, yo puedo ayudarte bastante.—

Sí, fue una muy mala idea ir con Emilia. La tenía inmersa en su juego y casi la estaba acorralando.

—Solo...por favor, deja de molestar a Ámbar ¿Sí? No te pido nada más. Ni que te alejes ni nada.—

—...Aunque me pidieras que me alejara de ella, no lo haría ¿por qué habría de hacerte caso en primer lugar? Y ¿Molestarla? A mi me parece que le ocurre lo contrario.—

Luna cerro los ojos de nuevo y froto sus sienes. Emilia de verdad acaba rápidamente con su paciencia.

—¿Cómo que "por qué"? ¿Acaso no has visto lo incomoda que se pone cuando haces tus jueguitos?—

—¿Quién dijo que estoy jugando con ella?—Contesto Emilia lamiéndose los labios.

Emilia solo se estaba burlando y Luna no lo iba a permitir. Que los dioses y Ámbar la perdonaran, pero iba a matar a esa chica.

Antes de que Luna le pusiera una mano encima, Emilia levantó las suyas en señal de paz. Se comenzó a reír por la actitud brusca de la chiquilla.

—Estoy bromeando, ¿acaso no sabes lo que es eso?—Decía riéndose y retrocediendo.

—Y yo no estoy bromeando, lo digo en serio. Conozco a Ámbar y estoy segura de no está bien con lo que haces.

—¿Adivina quién la conoce mejor que tú entonces? Ella no está molesta ni esta incomoda conmigo, ¿Si ella no está molesta, por qué tú sí?

Luna parecía fuera de combate, pero Emilia aún no tenía suficiente. Ambas escucharon pasos, casi reconocieron a quien pertenecían.

Emilia vio una oportunidad de oro.

—¿No me crees? Bien, escóndete ahí, te demostrare que tan incómoda y que tan molesta esta Ámbar cuando está conmigo.—Emilia le señalo un perchero con un montón de vestuario. Luna la miro como si estuviera loca.

Al escuchar los pasos más cerca, Emilia personalmente comenzó a empujarla para que se metiera rápidamente. Cuando Luna estuvo fuera de vista, Emilia se fue a sentarse como si nada.

Luna se sentía incomoda entre tanta ropa. Pero cuando escucho la voz de Ámbar se quedó en completo silencio. Se movió sigilosamente y encontró un lugar por donde podía ver sin ser descubierta.

—Emilia, Gary esta como un desesperado. Nos quiere en la cafeteria YA, ¿Qué tanto estás haciendo?—

—Ámbar.—La mayor susurró su nombre. Agarró su mano y poco a poco se acercaba a ella.—Hay algo que pase por alto y que no había podido preguntarte. Siempre nos interrumpían y nunca encontraba el momento adecuado para preguntarte.—

—...bueno, te escuchare de regreso. Gary quiere que- —

—No...tiene que ser ahora. La verdad es que me ha estado preocupando mucho y no puedo seguir con esta incertidumbre.—Dijo suspirando y moviéndose hábilmente alrededor de la menor.

Ámbar se quedó quieta escuchando la afligida voz de su mejor amiga.

—¿En serio no puede esperar?—Preguntó sintiendo como Emilia la abrazaba por detrás. Las manos de la mexicana rodearon su cintura y coloco su barbilla en su hombro.

—No puede esperar, necesito saberlo.—Ámbar no lo vio, pero Emilia sonreía maliciosamente y miraba fijamente un punto en el perchero frente a ellas.

—Bueno, más te vale decírmelo rápido antes de que cambie de opinión.—Decía la otra joven, sujetando inconscientemente los brazos de Emilia.

La chica detrás de ella suspiró, como si se estuviera dando valor.

—Gracias, lo diré rápido...¿Tú no...estas molesta por el beso, verdad?—Fingió nerviosismo.

Ámbar sonrió.

—Emilia, sé más específica; Tú me besas todo el tiempo.—

Un pequeño pero audible ruido llamó la atención de las dos jóvenes. Ambas se quedaron observando el perchero con los vestidos.

—¿Qué fue-?—

—No.—La interrumpió la mayor, intentando salvar a Luna de ser descubierta.—No me refiero a los besos en la mejilla.—Dijo lo suficientemente alto para que alguien escuchara perfectamente.—Me refiero al beso.—

—......Oh...—

—Sí...—

Tras eso, un silencio envolvió la habitación. Emilia se quedó esperando una respuesta que no llegaba. Volteo levemente la cara hacía su amiga.

—¿Vas a decir algo?—Le preguntó con una sonrisa.

—¿Qué debería decirte que no te haya dicho ya?—Ámbar hasta parecía avergonzada por el recuerdo.—Me tomaste completamente por sorpresa. Nunca imagine que me besaras. Ni en mis más locos sueños lo pensé.—

—Eso me eleva mi orgullo ¿sabías? ¿Estás diciendo que te deje sin palabras, a ti, la gran Ámbar Smith?—

—...Ajá...deja de sonreír tan presuntuosamente o ya verás...—Le advirtió la menor quitándose de encima las manos de Emilia.

La chica sonreía extrañamente.

—Ok, para resumir, ¿no estás para nada molesta?—

Ámbar ladeo la cabeza.—Lo estaba al inicio...al menos pudiste avisarme, pero no, no estoy molesta.—

—Y...tú y yo estamos bien, ¿cierto?—Esa actitud comenzaba a confundirla a ella también. ¿Qué buscaba lograr Emilia con esa platica?

—Hemos estado bien hasta ahora, ¿no había quedado claro?—Preguntó observándola y tratando de ver más allá de ella.

—Entonces todo está bien.—Finalizo Emilia cruzándose de brazos, como quien gana un argumento.

—Sí, todo está bien.—Ámbar entornó los ojos.—...Si eso era todo, Gary nos está esperando, más vale que te apures antes de que se ponga como loco.—Dijo al momento que se dirigía a la cafetería.

La rubia restante espero ahí unos cuantos segundos hasta que Ámbar se había ido por completo. Entonces se escuchó el sonido de varias telas moverse.

—¡¿Qué demonios fue eso?!—Preguntó Luna saliendo de su escondite.

—Eso, mi querida Luna, era la respuesta que viniste a buscar. ¿Contenta ya? Ámbar está muy feliz conmigo.—Bromeo la rubia con un gesto de coquetería.

Luna se cruzó de brazos sin cambiar su expresión de molestia.

—¿En serio? ¿Era necesario hacer eso?—Preguntó indignada.

Emilia la miro sin entender.

—¿Qué? ¿Ahora que hice?—

—¿En serio era necesario que la manosearas completita para demostrarme tu punto?—Le recrimino Luna como si fuera obvio.

—Oh, ya cállate, nada te parece. Ella estaba completamente bien y lo sabes. Me voy. Si quieres, quédate aquí ahogándote en tus celos.—Le dijo Emilia antes de abandonarla por completo.

¿Celos?

Luna sonrió de forma cansada para sí misma.

Celos, dice...—Se burló de forma amargada al salir de los camerinos.

En la cafetería, Gary tenía a todos reunidos. Luna fue la última en llegar, dos minutos –casi exactos.– después que Emilia.

Sin tiempo que perder, el hombre comenzó con las noticias. Tenía información importante acerca del Open Music y de la competencia que se llevaría a cabo en dos semanas.

Lo primero era sobre el Open: El primer Open Music se realizaría una semana después de la competencia entre los dos equipos. No había ninguna regla, todos podían participar y podían hacerlo como quisieran, solistas, dúo, grupo, etc.

Después Gary se metió de lleno en explicar las reglas que Vidia había dictado para la competencia. En realidad, no eran muy diferentes a lo que ya se había hecho.

Los equipos podían participar con cuantos integrantes desearan. Habría dos "fases", la primera: la presentación grupal. La segunda: Presentación individual.

Otra cosa que Gary destaco y algo que a Juliana le parecía mal, era que todos los pasos estaban permitidos, peligrosos o no, ilegales o no. Todo estaba permitido por Vidia.

Ámbar no pudo evitar sonreír ante aquella propuesta.

Las competencias contarían con jueces profesionales y experimentados, y sobretodo, imparciales.

La competencia seria en dos semanas, pero la competencia entre el Jam&Roller y los RedSharks ya había comenzado.










[...]










Luna tuvo la idea de hacer una fiesta del té y sus amigas no se negaron en complacer el pequeño capricho de la heredera.

Así que ahora estaba con Nina, Jim y Yam en el jardín. Matteo se les había colado en su pequeña fiesta del té, pese a que le dijeron que era una "fiesta" solo de chicas.

El joven se indignó, se sintió excluido y pues esta era su forma de rebelión: Presentarse de todas formas, aunque no hubiera sido invitado.

Como castigo le habían pintado las uñas de un azul celeste precioso. El italiano, en vez de molestarse, comenzó a alardear sobre como sus uñas se veían más bonitas que las de las chicas.

Los cinco jóvenes estaban comiendo frutas, papas fritas y algunos chocolates. Luna había insistido en que hubiera diversidad para sus invitados, mucha diversidad para elegir.

Aunque la idea de una fiesta del té había sido de Luna, Nina era la única que bebía el té que había preparado Mónica.

Las chicas –Y el chico- se divertían haciendo sus típicas bromas. Entonces sus risas fueron interrumpidas cuando dos rubias cruzaron el jardín hasta llegar a la salida de la mansión. Los chicos las siguieron con la mirada.

—Míralas...se ven tan inocentes, ¿Quién diría que dos niñas así causarían tantos problemas?—Chismoseo el italiano observándolas irse.

Emilia volteo a verlos, probablemente sintiendo sus miradas. Les sonrió y se despidió agitando su mano. Luna gruño molesta y aquella acción no pasó desapercibida antes los atentos ojos de Matteo.

—¿Por qué gruñes?—Le preguntó, no intentando ser grosero pero fracasando en ello.

—¿Segura que no quieres un poco de té, Luna? Te ves un poco tensa.—Dijo Nina, ofreciéndole una taza con té, bromeando con el tema con el que habían estado molestando a Luna en los últimos días.

Luna fingió una sonrisa mientras le arrebataba el recipiente a su amiga.

—¿Qué te pasa, Luna? Desde hace una semana parece que tienes rabia.—Matteo se unió a las bromas. Él y Yam chocaron sus palmas por debajo de la mesa ante el "chiste".

—Eres un grosero, Matteo, por eso deje de invitarte a comer con nosotras. Eres más víbora que nadie.—

—Perdón, perdón, pero es cierto. Desde hace días estás rara, ¿qué te está molestando, Luna? ¿Es Emilia de nuevo o...?—Le preguntó Matteo de forma más decente en esta ocasión.

—No. Es que...no es nada, chicos, en serio. Solo estoy estresada por la competencia, se me va a pasar pronto.—Luna se bebió el líquido de su taza lentamente, esperando que sus amigos no tocaran más el tema.

Jim agarro un chocolate que estaba frente a Luna, le quito la envoltura y se metió el dulce en la boca.

—Mmm~ ¿Sabes a que me sabe esto? ¡Me sabe a mentira!—Le dijo Jim aventándole la basura en la frente.

—¡No tires basura!—Luna casi se cae de la silla al tratar de alcanzar el envoltorio. Los demás se rieron de la exageración de la heredera.—¡¿Por qué se ríen?!—

—Luna, tus cachetes se enrojecen cuando mientes, ¿lo sabias?—Le dijo Yam pellizcándole su mejilla.

—Ah...¿ah, sí?—Entonces ya entendía porque Ámbar siempre sabía cuándo Luna mentía. Todo tenía sentido ahora.

—Pero en serio, Luna, puedes decírnoslo, ¿Por qué estás enojada?—Preguntó Nina.

Luna lo pensó unos segundos.

—...¿Me prometen que no se van a reír de mi ni me van a decir egoísta?—Preguntó mirándolos fijamente.—¿Me lo prometen?—Los demás se miraron entre sí y después asintieron.

Luna suspiró profundamente.

—...Es que...es que...¡NO ES JUSTO!—Explotó y golpeo la mesa con ambas manos. Los chicos retrocedieron con sus sillas por su reacción tan agresiva y sorpresiva.—Ya sé, ya sé, "la vida no es justa" ...pero no, no y no. ¡Simplemente no es justo!

—¿De qué estás hablando?—Pregunto Yam alzando las manos, como si intentara domar a una bestia.

—¡Hablo de Ámbar y Emilia!—

—¿Qué tienen? ¿Qué pasa con ellas?—Matteo era el único que parecía disfrutar el espectáculo.

—Es que yo...yo...¡Agh! ¿Por qué Ámbar tiene que tratarla como si la conociera desde siempre? ¿Por qué Ámbar la trata así? ¿Por qué?—Les preguntó como si ellos tuvieran las respuestas.

—Luna, emm, ¿quieres explicarte más?—

La castaña suspiro.

—Desde la primera vez que competimos contra los Sliders, pareciera que esas dos tienen un chicle que las mantiene unidas. ¡Siempre están juntas! ¡Siempre! Y honestamente...agh, me molesta.—

—¿Estás...celosa?—Yam se aguantó las ganas de sonreír.

—¿Qué? ¿Celos? No, por supuesto que no.—Dijo Luna casi gritando.

Nina no se aguantó las ganas de sonreír.

—Te molesta que estén juntas, te molesta como trata Ámbar a Emilia. Esos son celos.—

—No, Nina. Ahhh, no lo dije bien...no me molesta que estén juntas, me gusta que Ámbar tenga una amiga aunque esa amiga sea Emilia. Me gusta que no este "sola".

—A ver, no te estoy entendiendo, ¿Qué te molesta, entonces?—Le pregunto Matteo. Esa platica comenzaba a ponerse seria...sobre todo interesante. Ese tema coincidía con algo que Simón le había mencionado días atrás.

Luna bajo la mirada.

—No es justo...Y desde que llego Emilia no deja de dolerme, no dejo de sentirme...amargada por ella. Es decir...le di tantas cosas a Ámbar, mi confianza, mi cariño. Le di todo lo mejor y...—

Luna se quedó sin palabras durante unos segundos. Los chicos entendían por dónde iba su confesión, pero eso no quitaba que se sorprendieran ante el peso que llevaban esas palabras.

—...es solo que duele darle lo mejor de ti a una persona y que esa persona al final escoja a alguien más...—

—Pero...Luna, uno no puede dar lo mejor de sí mismo y esperar que otras personas hagan lo mismo. Nadie nos dará un reconocimiento por ser buenas personas, porque se supone que eso es lo que debemos ser. De otra forma solo seriamos "interesados"—Explico Nina.

—Lo sé, lo sé, lo entiendo y eso es lo peor. No debería importarme, no debería dolerme, pero lo hace: Me duele y me importa. He tratado, durante dos años, de ganarme su amistad, nunca me rendí con ella, siempre estuve para Ámbar. Aun así, no le sigo agradando...y...un día, de repente llega Emilia y ¡Bum! ¡Mejores amigas por siempre!—

Sus amigos estaban callados procesando toda la información.

Ella estaba frustrada, estaba indignada. Cuando lo ponía todo así, tenía razones para estar molesta. Pero ¿por qué justo ahora? ¿Por qué ahora le molestaba si siempre había sido así?

Ante las miradas de las chicas –y el chico–, Luna siguió hablando.

—A lo que me refiero: ¿Qué hizo Emilia que no hubiera hecho yo?—Les preguntó de nuevo.—¿por qué puse mi corazón en agradarle y aun así no llegamos a nada? Perdón, Nina, pero realmente, ¿Por qué demonios sigue sin tolerarme siquiera? No le pido que me trate como una amiga, no le pido que hagamos pijamadas, no le pido que acampemos en el jardín ni que hagamos una fortaleza de almohadas...solo quería que me tolerara...No le estoy pidiendo mucho...—

Bien, Luna lo admitia: Había descubierto nuevos sentimientos desde la competencia a la que asisitieron los RedSharks. O tal vez eran emociones que había estado ocultando, que no sabía que tenía y que solo hasta ese momento habian salido a flote.

Y...sobre el beso que tanto alboroto había causado...

El beso no era el maldito problema en sí. Ese beso le hizo darse cuenta de cuan cercanas eran esas dos. Se dio cuenta de cuan diferente era ella a Emilia. Se dio cuenta cuanto prefería Ámbar a Emilia sobre ella.

Y se la paso intentando averiguar que hizo Emilia para ganarse ese lugar.

El beso no era el problema, era la cercanía que demostraban tener. Esa cercanía que Luna había estado buscando desde el primer momento que conoció a Ámbar.

Ese era su problema, Luna sentía envidia por la cercanía que Ámbar y Emilia tenían. Y parecía que no podía hacer nada al respecto.

—¿Por qué estás tan empeñada en acercarte a ella?—La pregunta de Matteo la tomó por sorpresa.

¿Por qué?

Tampoco lo sabía.

A Luna le parecía normal querer ser amiga de Ámbar. Siempre le había parecido así. Pero después de todo lo que había dicho, parecía que esa respuesta no era la correcta.

Ámbar era una desgraciada.

¿Por qué quería estar con ella?

De alguna forma u otra, lo quisiera o no, Luna siempre se veía atraída por la rubia. Siempre terminaba junto a ella. Luna no era tan supersticiosa como Simón y dudaba que fuera el destino quien las quería juntas.

Destino o no, por más ilógico e incomprensible que fuera, Luna quería estar con Ámbar.

Al final, Luna se había encariñado con Ámbar. Se había acostumbrado a tenerla cerca. Se había encariñado con ella, de una forma extraña e inexplicable.

—No es tan mala como aparenta...—Dijo con sencillez, recordando aquellos momentos en los que Ámbar había demostrado ser un bello ser humano.

—...Bueno, realmente no me importa que quieras estar con ella...pero, no quiero que te lastime, Luna.—Dijo Nina.

Luna se rio.

—Ya me lastimó muchas veces en el pasado, creo que ya estoy curada de espanto.—

¡Y era cierto! De alguna forma ya había tocado fondo con Ámbar. Ya había conocido todo lo malo, ya conocía lo peor de la chica ...¿Qué era lo único que le faltaba por conocer?.....

Sus amigas se preocuparon un poco.

Ámbar no era exactamente la persona con la que querrían tratar, pero confiaban plenamente en que Luna sabría alejarse de la rubia si ésta le hacía daño. O al menos confiaban que así fuera, ya que por lo que dijo Luna, ésta parecía tener tendencias masoquistas.










[...]










Ámbar, sentada en las escaleras de la entrada principal, observaba indiferente a los dos chicos que practicaban frente a ella.

Simón, sonriente, cargaba a Luna y ésta reía hermosamente. Al principio habían estado haciendo unos pasos interesantes, por eso Ámbar se había quedado a verlos, pero después habían comenzado a jugar, a hacer el tonto como solían hacerlo.

A Ámbar de vez en cuando se le escapaban algunas pequeñas sonrisas ante la bonita imagen que daban los mejores amigos, pero inmediatamente borraba esa expresión antes de que alguien la notara.

Jugaban y después se ponían serios, y después volvían a jugar. Así habían estado desde que Simón había llegado con Luna a la mansión.

Ahora estaban practicando un paso. Un paso que no le salía a Luna.

Ámbar dudaba que aquel movimiento fuera parte de la coreografía que utilizarían en la competencia, porque de ser así entonces ya debería salirles perfecto, después de todo, la competencia era al día siguiente.

—Deberías practicar un poco más, ese paso no te va a salir si no te esfuerzas.—Le dijo Ámbar indiferente.

Luna la volteo a ver enojada.

—¡Me estoy esforzando! Estoy dando lo mejor...—

Ámbar le dio una sonrisita.

—Entonces tu mejor esfuerzo no es suficiente.—

La castaña reprimió las ganas de contestarle. No valía la pena otra pelea con ella. No lo valía.

Simón solo miro a Ámbar por un corto momento antes de volver su atención a la castaña. No le dijo nada, como siempre.

A estas alturas Simón ya no la evitaba ni la ignoraba, pero tampoco hacía esfuerzos por acercarse a ella. El chico solo la saludaba por cortesía y desde lejos, con un ademan de mano. Le sonreía al saludarla, pero Ámbar sospechaba que solo era por la naturaleza amable del mexicano.

Los dos, Luna y Simón, eran rayos de Sol.

Aun recordaba, con enojo, la forma tan estúpida con la que perdió la confianza del chico. Aunque, bueno, ella había intentado arreglar las cosas y él no la había escuchado.

Ámbar suspiro ante ese recuerdo, en realidad, ante los recuerdos de todo lo que ocurrió cuando la verdad salió a la luz.

No paso mucho tiempo para que el chico tuviera que irse, así que se despidió rápidamente.

—Nos vemos mañana, Luna, por favor descansa mucho y no se te vaya a olvidar nuestra competencia, por favor.—Le rogo Simón.

—No te preocupes, amigo. Si se me olvida, tengo a mis padres y a Ámbar para que me lo recuerden.—Bromeo.

El joven le sonrió con cariño antes de retirarse.

Luna volteo, esperando encontrarse con Ámbar, pero la chica ya se le había adelantado. Luna corrió tras ella.

—Ufff, bien, es hora de tomar un baño, de relajar los músculos y de dormir porque mañana va a ser un gran día.—Dijo para sí misma alcanzando a la rubia.

—Ajá...No te relajes tanto, tal vez te quedes completamente dormida y despiertas hasta el final de la competencia.—

—Tú me despertarías, ¿no?

—Obvio, no.—Respondió Ámbar estoicamente.—¿Quién te crees que soy? ¿Un príncipe para despertarte?—

—¿O tal vez seas Maléfica?—Se rio Luna ante la referencia.—Pero me temo que yo no despertaría ni con un beso de amor verdadero.—Confesó, avergonzada de sus malos hábitos de sueños.

—Mmh, lástima, fue bueno conocerte.

Luna se detuvo abruptamente, Ámbar apresuró el paso. Como queriendo escapar de lo que dijo.

Fue un accidente, lo había dicho por accidente. Pero no podía decírselo a Luna porque ya la había dejado atrás.

Luna suspiró contenta, eran ese tipo de pequeños comentarios involuntarios que le agradaban de Ámbar










[...]










El sentimiento de desesperación llenaba su pecho. No podía moverse, no podía avanzar ni retroceder, solo podía observar como todos los muebles de la sala eran tragados por gigantescas llamaradas.

El calor era insoportable, le pegaba de lleno en la cara y no podía mover sus brazos para protegerse.

Lo peor, de lejos, era aquel humo blanco, aterradoramente grisáceo que se expandía por el lugar, engullendo y desapareciendo todo a su paso.

La humareda llego a ella y se enredó en sus pies, poco a poco trepaba por sus piernas como si de las garras de un monstruo se tratara.

Se estaba ahogando. El pesado, toxico y venenoso humo se filtraba por sus fosas nasales. Su cabeza se sentía ligera y Luna sentía sus mejillas húmedas, pero no eran sus lágrimas. Eran gruesas y heladas gotas de agua que caían del cielo.

Estaba perdida en el lugar en donde había crecido, el lugar que más amaba.

Contrario a sus recuerdos, el lugar ahora estaba muerto.

No había nada, las playas estaban vacías. El cielo estaba nublado, oscuro. A lo lejos solo se escuchaba el rugido del viento estrellándose contra las palmeras.

Encontrando fuerza en sus piernas, caminó y caminó por la acera, en busca de algún ser que pudiera acompañarla.

Pero era una búsqueda en vano. No había nadie ahí y nadie llegaría a ella para cobijarla del frio.

Estaba sola en aquel mundo.

Luna se sobresaltó en su cama al despertar. Se quitó bruscamente de la cara la cobija que la había estado ahogando. Jadeaba desesperada y temblorosa.

Solo un sueño, solo había sido un sueño.

La castaña sintió su cuerpo débil y frágil, se sentía fría. El calor en su habitación la agobiaba, así que se decidió en bajar a la cocina por un vaso de agua.

Luna giró el picaporte de su habitación con cuidado, temiendo de hacer cualquier ruido, aunque sabía que nadie se despertaría por aquel mínimo sonido.

Ella normalmente no caminaría por los pasillos completamente oscuros, su imaginación siempre sacaba lo peor de ella, pero podía hacerlo ahora con la ayuda de la linterna de su celular. Vaciló por un momento al pasar por la habitación de Ámbar, pero rápidamente siguió su camino.

Si Luna no fuera tan asustadiza, tal vez podría llegar apreciar los sonidos y la tranquilidad que la noche le ofrecía.

El sonido de un soplido suave se colaba por las ventanas, pero Luna no prestaba atención a nada más que eso, solo quería llegar a la cocina y volver lo más rápido posible a su habitación.

Pero se detuvo a escasos metros de su objetivo. Las puertas de la cocina estaban completamente abiertas y una asquerosa, tenue luz amarillenta se esparcía por el suelo en medio de toda esa oscuridad.

Con el corazón en la garganta, Luna cubrió rápidamente la linterna de su celular con la mano. Se detuvo sin saber qué hacer.

Aquello era muy singular para que se tratara de la realidad, pero también, sus emociones se sentían muy auténticas para que fuera un sueño.

La luz amarilla se esfumo siendo reemplazada por una gran luz blanca que momentáneamente la dejo ciega. Entonces sintió un cuerpo frente a ella. Un cuerpo que estaba escasos centímetros de ella. Luna instintivamente estiro sus manos y empujo lo que fuera que estaba frente a ella.

Escuchó un pequeño chillido y Luna dio varios pasos hacia atrás para observar al "atacante".

—¡Oh, Dios, relájate! ¡casi me haces derramar mi chocolate caliente!—Se quejó Ámbar alejando su taza de la torpe chiquilla.

—¡¿Ámbar?! ¿Qué haces aquí a estas horas?—Le preguntó mirando hacia todas partes con nerviosismo.

—¿No lo ves? Haciéndome un chocolate caliente, el mismo que casi me haces tirar por venir tan desenfrenada, ¿qué te pasa? ¿Qué haces tú a estas horas aquí? Ya se cerró la cocina.—

—...solo vine por un vaso con agua.—

—Mmm-mm.—Asintió Ámbar sin creerle, pero tampoco se iba a quedar a averiguar la verdad. La rubia paso de largo las escaleras y se dirigió a la sala.

Luna entro rápidamente a la cocina y se recargo en la mesa, respirando profundamente y tratando de tranquilizarse.

Por un momento había creído que había alguien desconocido en la casa, por un momento sintió que su vida acabaría en ese mismo instante.

Nada podría comparase con el alivio que sintió al escuchar la voz de Ámbar.

Ya más tranquila, sabiendo que no estaba completamente sola, Luna fue por su vaso. Antes de apagar la luz de la cocina e irse por completo, a lo lejos vio una pequeña luz que provenía de la sala. Donde probablemente se encontraba la otra chica.

Luna apago la luz de la cocina y camino apresurada hasta la única fuente de iluminación.

Ámbar estaba sentada en el sillón de una forma que le recordaba a la posición de loto. Aunque también se parecía a un niño sentado, viendo atentamente su programa favorito.

La rubia no volteo ni un poco para mirar a quien se acercaba a ella, obviamente sabía quién era.

Luna miro la hora en su celular y eran...las dos de la madrugada. ¿Qué hacían las dos despiertas a esa hora cuando tenían una importante competencia al día siguiente?

Se acercó a la rubia y se sentó a su lado. La ventana estaba abierta de par en par, se podía ver perfectamente el jardín y la brillante Luna desde ese punto. Entraba una agradable y fresca brisa.

Luna le echo un vistazo a la ropa que traía Ámbar y...de nuevo se preguntó cómo es que la joven no sentía frio con tan poca ropa.

—¿Qué haces aquí, Luna?—Le preguntó Ámbar.—Deberías estar durmiendo.—

—Lo mismo podría preguntarte a ti.—

Ambas se quedaron calladas hasta que Ámbar quiso lo contrario.

—¿Tuviste pesadillas?—

Luna sintió como su corazón se detenía. La volteo a ver con la sorpresa plasmada en su cara.

—¿Cómo...cómo sabes eso?—Preguntó. Ámbar la volteo a mirar, en ese momento Luna noto sus ojos cansados, como los de una persona que había terminado de llorar hace poco.

—No lo sabía.—Confesó la rubia.—Siempre bajo a la sala cuando tengo pesadillas y no puedo dormir, así que pensé que a ti también te pasaba lo mismo.—

—Oh...¿Quieres hablar de ello?—

Ámbar negó con la cabeza.

—¿Tú quieres hablar de ello?—

—...Solo...solo soñé cuando me perdí en Cancún...pero esta vez nadie venia por mi y me quedaba completamente sola.—

—Mmmh, afortunadamente solo fue un sueño.—

—Sí.—Asintió Luna.—De nuevo...gracias por volver esa vez...por...no dejarme sola.—

—No me agradezcas, de hecho, ni deberías, es algo normal ¿cierto? Ayudar a alguien cuando está perdido...—

—Y también...gracias por, bueno, por defenderme de tu equipo.—Luna se rio risueña por el recuerdo.—

—...Era lo correcto, ¿no?—Repitió sintiendo un extraño y perceptible calor en la cara.—...además, tú sola ya eres lo suficientemente patética, no querrás que alguien más te pisotee, ¿verdad?—

—Contigo me basta, gracias.—Luna cerro los ojos y se acomodó al lado de Ámbar. La había insultado una vez más, aun así, una pequeña sonrisa se asomaba por los labios de Luna.

Se quedaron hundidas en un silencio que por primera vez era completamente bienvenido.

A Ámbar no le molesto, y aprovechó ese momento para darle unas miraditas a su acompañante nocturna.

Al ver que Luna cerraba los ojos se dedicó a observarla sin vergüenza alguna.

La miraba como si la menor fuera algún animal en el zoológico.

Luna no llevaba el maquillaje que últimamente usaba, así que Ámbar podía apreciar cada una de sus facciones.

Veía sus delicadas características, observaba su pequeña nariz que por el momento –y por el frio, tal vez.– se veía levemente roja. Veía sus mejillas que parecían aún más pálidas que de costumbre. Sus ojos observaron a detalle la forma de su rostro.

Después prestó especial atención a sus labios. Finos y delgados, rosados y con pequeños restos de lo que debía ser labial.

Tal vez Emilia tenía razón en que Luna había cambiado mucho.

Pese a todo, aquel aire infantil que la caracterizaba seguía presente

Y...Ámbar pensaba que Luna no era tan atractiva como otras personas, pero era de buen ver, debía admitir.

Realmente, Luna no tenía ninguna característica sobresaliente. Al menos ninguna que estuviera a la vista.

Entonces Ámbar se dio cuenta de algo y la curiosidad la golpeo de repente.

Cuando Luna no veía, Ámbar tenía la oportunidad de observar sus atributos físicos, pero era justamente cuando Luna no veía que Ámbar se perdía del atributo que más destacaba de la pequeña. Tal vez aquel que hizo que Emilia, Simón y Matteo se fijaran en ella.

—Por cierto.—Dijo Luna abriendo los ojos y topándose con los ojos azules de Ámbar que la observaban fijamente.—C-cuando estábamos en la mansión...en Cancún...dijiste que estabas aliviada de haberme encontrado...¿por qué?—

Ámbar no respondió al instante. Solo se quedó viéndola a los ojos por un largo tiempo.

—En realidad, no sabía lo que decía del todo.—Ámbar se encogió de hombros.—fue algo que simplemente se me escapo, pero en ese momento no te veías como tú...no te veías como siempre: brillante y como si nada pudiera detenerte....te veías sola y estresada. En el fondo sabía cómo te sentías siendo la heredera legitima, porque yo había estado en tu lugar antes...pero no estaba segura de sí te dolía tanto como a mí me dolía.—

—...Estar en esta constante presión...¿te sentías así todo este-?—

—Sí, todo el tiempo. Era horrible...no le desearía eso ni a mi peor enemigo, ni siquiera a ti.—

...

—...¿Soy tu peor enemigo?—Luna bajo la cabeza y preguntó con una sonrisa herida.

Ámbar suspiró como si se deshiciera de una gran carga y se cruzó de brazos.

—Supongo que ya no.—

La cara de Luna se ilumino al instante.

Ámbar blanqueo los ojos ante aquella radiante expresión. Por eso no había querido decir eso antes, porque sabía que Luna era como un cachorrito que se emocionaba fácilmente y que con la más mínima muestra de afecto se aferraría a ella con garras y dientes.

Incluso si era algo tan simple como decirle que ya no la odiaba más.

Pero la reacción de Luna, o bueno, su no-reacción llamó su atención. Luna se removio en su lugar, aun con esa soñadora sonrisa.

—¿En serio no quieres hablar de tu sueño? Soy muy buena escuchando.—

—No.—Ámbar sonrió.—No es una pesadilla que no me sea familiar. Ya estoy acostumbrada.—

—¿Entonces por qué bajaste aquí?—

—...Bueno, desde mi habitación sentí una bonita brisa y quise venir aquí...—Respondió con un poco de pena.—No es...por ser romántica o cursi ni nada parecido...pero realmente me gusta sentir el suave viento en una tranquila noche de verano. Me gusta escuchar como todo está en silencio y como el único sonido que se escucha son las hojas de los arboles moviéndose.

—¿Acaso estabas en el club de poesía o literatura?—Le preguntó Luna sonriendo como idiota.—...dices cosas muy bonitas.—

Ámbar sonrió halagada.

—...gracias.—Murmuro.—...es tardísimo, será mejor ir a dormir.—Dijo Ámbar levantándose del sillón, como si apenas se diera cuenta de la hora. Luna imitó su acción y las dos se dirigieron a sus respectivas habitaciones.

Ámbar se detuvo cuando llego a su puerta junto a Luna.

—Bien, buena suerte mañana. Vamos a ver cuánto has mejorado.—Se despidió la rubia.

—Sí...buena suerte tú también.—Luna le sonrió ampliamente antes de irse caminando apresurada a su habitación.

Ámbar todavía se quedó en el pasillo, viendo el lugar por donde Luna había desaparecido.

La rubia entro a su habitación y cerró la puerta. Pego su frente en la madera y cerró fuertemente los ojos, preguntándose si vería aquella reluciente sonrisa al terminar la competencia o si, por el contrario, vería nuevamente la decepción en la carita de Luna.










[...]










El gran momento había llegado.

La gran competencia entre el -monstruosamente- talentoso equipo novato, los RedSharks, contra los experimentados seniors, el Jam&Roller.

El lugar estaba abarrotado.

Por un lado, había banderas de tonalidades rojo, blanco y negro, colores representativos de los RedSharks, por otro lado, el rosado y el azul representando al Jam&Roller.

¿Cómo fue que el roller consiguió permiso para poner sus banderas en el lugar? Fue idea de Vidia para hacer más promoción del evento, y Gary no se opuso a la idea. El principal motivo de hacer ese evento era atraer gente, por supuesto que el gerente del antiguo roller prefería a los RedSharks, pero no le importaba usar la imagen del J&R para lograr su objetivo.

Mientras más gente estuviera en el lugar, por el motivo que fuera, más gente se enteraría de los RedSharks y mientras más gente se enterara de los Redsharks, mejor para él.

Con la pequeña primera competencia de hace unas semanas, el equipo rojo ya se había ganado un buen puñado de seguidores, por lo que no era extraño ver gente portando camisetas, pulseras y banderitas con el logotipo de los Redsharks.

El J&R también tenía a sus fieles seguidores, éstos se distinguían por las banderitas y pancartas con el logotipo del equipo.

Gary estaba muy satisfecho, el lugar estaba abarrotado, Pedro y Nico no se daban abasto en la cafetería. Honestamente al hombre no le importaba que poco más de la mitad de los presentes apoyara al J&R, las cosas estaban saliendo muy bien y él sabía que, después de la competencia, su equipo estrella ganaría más y más seguidores. Solo era cuestión de tiempo.

Luna permanecía sentada en la barra bebiéndose nerviosamente una malteada de vainilla. El lugar estaba lleno de risas, lleno de personas. Luna solo había visto el lugar tan lleno cuando el J&R fue el lugar donde se realizó la competencia intercontinental.

Faltaba una hora para el evento principal y el lugar ya estaba a reventar.

A la castaña la estaban traicionando los nervios. Sus manos no dejaban de temblar y su corazón latía fuertemente en su pecho.

Obviamente no era la primera vez que participaba en una competencia importante, pero era la primera vez que significaba tanto.

Estaba luchando por su hogar. Estaba luchando por el Jam&Roller. Todos se habían estado preparando hasta el cansancio por esta competencia que apenas si era la primera de muchas.

Pasaron 30 minutos y entonces Jim y Delfina estaban a ambos costados de ella acompañándola en su nerviosismo. Después se les unió Ramiro, luego Matteo, Gastón y por último Simón. Al final llegaron Nina, Jazmín y Yam. Pedro y Nico también estaban ahí, del otro lado de la barra.

Faltaban diez minutos para la presentación, los RedSharks los esperaban en la pista. El público ya estaba en las gradas y al fin había poca gente en la cafetería.

Los chicos seguían en la cafetería, compartiendo silenciosamente el mismo sentimiento.

Luna creyó que estando con sus compañeros sus nervios menguarían, pero los chicos se veían tan o más ansiosos que ella.

—¿Les vamos a ganar?—Preguntó Jazmín comiéndose un pedazo de pastel por los nervios.

—¡Claro que sí!—Afirmó Simón con una sonrisa desencajada. El mexicano no podía ocultar su pesar y en lugar de dar ánimos daba miedo.—¡Somos un equipo increíble y lo haremos muy bien!

—¿Qué no los viste en la competencia? ¡Son unas bestias!—Dijo Ramiro con su pesimismo. Jim dejo caer su cabeza en la barra ante la cruel sinceridad de su mejor amigo.

—¡Los milagros ocurren, Ramiro! ¡Yo soy fiel creyente!—Le contesto Simón a punto de llorar.

—¡Un milagro no nos va a salvar! ¡Los RedSharks tienen a Ámbar!—Contesto Delfina casi jalándose los cabellos.

—¡Pero nosotros tenemos a Ramiro!—Exclamó Luna uniéndose al pánico colectivo.

—¡Tienen a Emilia!—Replico Jim.

—¡Y nosotros a Gastoncito!—Lloriqueo Simón abrazando al chico buscando consuelo.

—¡Ya basta! ¡Están asustando a Nina!—Los regaño Matteo señalando a la chica que se mordía las uñas observándolos.—Ateos o creyentes, ¡Lo vamos a hacer increíble! Recuerden chicos, lo importante aquí no es ganar, tenemos que impresionar a todos, tenemos que demostrarle a Vidia que el Jam&Roller vale la pena.—

—Matteo tiene razón, no es momento de echarnos para atrás, tenemos que ir a la pista y demostrar que el Jam&Roller está más fuerte que nunca.—Dijo Gastón, el único que parecía tener los pies en la tierra.—¡Vamos, chicos! ¡Nos esperan!—Les dijo guiándolos. El equipo completo lo siguió.

Luna agradeció a todos los dioses por haber puesto a Gastón en la alborotada vida de los chicos.

Él era diferente a todos. Siempre se veía tranquilo y sereno, no parecía dejarse llevar por los nervios y lo más importante: lograba transmitir esa calma que tanto necesitaban en momentos como ese.

El público los envolvió en aplausos ni bien entraron. Naturalmente, los chicos sonrieron y saludaron a los presentes hasta que llegaron al inicio de la pista. Ahí los patinadores y no-patinadores se separaron. Los primeros abrazando a los segundos y deseándoles la mejor de las suertes.

El equipo del Jam&Roller, conformado por Delfina, Gastón, Yam, Luna, Matteo, Ramiro y Simón, se formaron en una línea, enfrentándose cara a cara con los cinco integrantes de los RedSharks.

Luna tenía malos recuerdos. Tres integrantes de los Redsharks pertenecían anteriormente a los Sliders, eso era muy malo considerando que justamente los sliders habían sido un equipo invencible.

Ella esperaba que la misma historia no se repitiera otra vez. Ella confiaba en su equipo y confiaba en que ganarían, pero aun así no podía ser tan ilusa como la última vez.

Iban a empezar con la presentación grupal. El Jam&Roller iba primero y los RedSharks después.

Ambos equipos se separaron. Luna vio como el equipo rival abandonaba la pista, mientras tanto Ámbar miro a su ex-equipo de reojo.

El Jam&Roller se puso en posición.

La canción que los acompañaba comenzó a sonar, con ello la coreografía daba inicio.

Nadie podía negar que las presentaciones del Jam&Roller eran llamativas. Siempre usaban una increíble y muy bien elaborada escenografía, esta vez no era la excepción.

Al parecer, su concepto era uno futurista.

Ámbar, con su característico orgullo, no los estaba mirando para nada al inicio. Era aburrido, pero su atención fue robada cuando escucho una extraordinaria voz. Ella no fue la única que quedo completamente asombrada ante la magnífica voz de Yam. Todos los presentes tenían los ojos puestos en la chica.

Para ser sincera, la rubia pensó que, como siempre, el arma secreta del Jam&Roller sería Lunita, pero había resultado que su verdadero as, su carta escondida era Yam y su voz.

Ámbar sonrió. Había sido una gran estrategia usar a Yam para capturar la atención de los presentes.

No había nadie que no estuviera mirando al equipo.

Teniéndolo todo planeado y sabiendo que ahora tenían la integra atención del público, el Jam&Roller comenzó a lucirse de verdad.

Sus pasos no eran la gran cosa, eran bastante sencillos, pero de alguna forma eran los chicos quienes hacían que aquellos pasos básicos se vieran bien. Bastante bien, a decir verdad.

Como siempre, el punto débil del Jam&Roller era la particularidad de sus integrantes. Individualmente no eran ningún peligro ni nada sorprendentes.

Pero como equipo eran una completa amenaza. Sus coreografías cobraban sentido y fuerza cuando estaban todos juntos.

La coreografía parecía llegar a su fin. La presentación estaba en su punto máximo.

El clímax eran Matteo y Luna mientras que los chicos restantes los rodeaban mientras seguían patinando, continuando con una coreografía "diferente" a la de la pareja central.

La atención del público estaba mayormente dirigida a ambos jóvenes, a sus movimientos sincronizados y a la gran conexión que demostraban tener.

Todos los chicos del Jam&Roller al fin respiraron tranquilos cuando la música acabó y cuando el público aplaudió ante su desempeño en la pista.

Luna sonrió feliz, buscando entre el público a sus amigos, a Juliana y, bueno, tal vez también a Ámbar.

El equipo se retiró rápidamente de la pista, puesto que los RedSharks se presentarían en nada.

Ya en las gradas, todos se quitaron sus patines, a excepción de Luna.

Nina, Jim y Jazmín se encargaban de decirle a los chicos cuan grandiosos y cuan sorprendentes se veían en la pista. Jazmín no dejaba de alabar los vestuarios que había diseñado Yam, mientras que Jim abrazaba fuertemente a su mejor amiga.

—¡Debiste haberte visto! ¡Todos se quedaron con la boca abierta cuando cantaste!—La halagaba Jim mientras llenaba su cara de pequeños besos. Yam solo sonreía dejándose querer.

—Lo hicieron muy bien, mis chicos.—Llegó Juliana y reunió para dar un abrazo grupal.—Fue una de sus mejores presentaciones, de verdad.—

—¿Estás bien, Luna?—Le pregunto Simón a su amiga una vez se separaron.

—Sí...wow, de verdad nos salió muy bien. Estaba muy nerviosa...—Decía casi sin aliento.

—Tranquila, Luna.—El chico acaricio su mano, después comenzó a darle un pequeño masaje en los hombros.—Esto todavía no acaba.—

Ambos amigos observaron hacia la pista. Donde los RedSharks se mantenían a la espera...

—Ya van a comenzar...—Avisó Ramiro como si fuera el final de sus días.

Luna fijó su atención en ellos. Los observaba con una sonrisa, las luces de la pista estaban apagadas, se veían luces parpadeantes de neón que chocaban con los cuerpos de los integrantes de los redsharks.

Todo el establecimiento se llenó de un silencio tenso.

Los chicos del roller veían al equipo rival, esperando su primer movimiento.

Simón los veía mientras apretaba ambas manos. Estaba sentado e inclinaba su cuerpo hacia la pista, demasiado interesado en el otro equipo. Matteo estaba imitándolo, pero el italiano no se mostraba tan nervioso como el mexicano.

Luna observaba al equipo con brazos cruzados y con una leve sonrisa. Estaba emocionada por ver lo que tenían preparado.

El sonido de una trompeta llenó el lugar. El audio estaba lo suficientemente fuerte para hacer estremecer a todos los presentes sin molestar sus tímpanos.

Era una melodía agresiva, intimidante, y sobre todo...atrapante.

A Luna se le borro la sonrisa al momento en el que pronunciaron sus primeras líneas.

Su coreografía comenzó con fuerza. Encajaba perfectamente con la fuerte energía de la melodía. Comenzaron a dar vueltas alrededor de la pista como verdaderos depredadores.

¿Era parte de la coreografía pasar en frente de ellos, como en una pasarela? Los cinco tiburones patinaron justo en frente de las gradas, uno a uno exhibían rápidamente sus pasos y junto a ellos sus encantos. Se dirigían al público, pero los chicos del roller sospechaban que los redsharks habían hecho ese paso para intimidarlos a ellos: al Jam & Roller.

Luna veía a los chicos moverse como nunca antes. De hecho, nunca antes los había visto. No se había molestado en buscar la presentación de su competencia pasada...había olvidado hacerlo.

Ahora los tenía aquí, y comenzaba a entender porque sus amigos, quienes habían visto la competencia pasada, sentían tantos nervios ante el equipo rival.

Ella no podía describir detalladamente los pasos que hacía el equipo, pero pudo reconocerlos cada uno. Luna simplemente estaba ahí, con ojos abiertos observando cada truco.

Formaba parte de los espectadores a quienes les habían robado la respiración.

Los RedSharks se veían tan competitivos, tan feroces.

Solo en aquel momento Luna y los chicos del roller veían detenidamente a los que serían sus rivales por todo un año.

Solo en ese momento les daban todo el crédito que se merecían.

Luna miro al lado suyo, Simón le devolvió la mirada. Ambos compartían la misma expresión preocupada.

El Jam & Roller estaba completamente acabado si no se esforzaban al máximo.

Los RedSharks terminaron esa presentación de forma poderosa, tal y como habían comenzado. Y aquel verso final era cantado y representado tanto en baile y patinaje como una silenciosa amenaza dirigida a todos aquellos que se atrevieran a desafiarlos.

La presentación termino. Los redsharks no perdían su intimidante aura ni sus expresiones cargadas de seguridad.

El público tardo un segundo en reaccionar a la presentación y entonces el equipo fue inundado en aplausos y cumplidos.

El Jam&Roller se quedó en silencio.

Había sido una gran presentación y sería difícil superarla.

Sin embargo, aún era pronto para que los chicos tiraran la toalla. Aún quedaba una fase de la competencia.

Faltaba la fase final de la competencia y todos se sentían ansiosos.

Ya se habían realizado las demostraciones grupales. Ahora solo faltaban las individuales.

El momento había llegado. La presentadora pidió a los dos entrenadores que llamaran a los integrantes que realizarían su presentación individual y que representarían a sus equipos.

Juliana y la entrenadora de los RedSharks los llamaron: A los mejores de cada equipo, o al menos, a los mejores para realizar aquella tarea.

No podía ser de otra forma y todos lo sabían, así que nadie se sorprendió realmente cuando Ámbar y Luna pasaron al frente junto con las entrenadoras.

...Era raro estar cara a cara de esa forma.

La ardiente y chocante rivalidad que siempre las había rodeado parecía haberse esfumado en ese momento. De alguna forma Luna, frente a ella, no vio a una rival o un enemigo.

Ámbar se veía tan tranquila, tan cómoda. La miraba sin ninguna clase de maldad, sin ninguna intención oculta.

Sus pensamientos se interrumpieron cuando la llamaron para que exhibiera su coreografía. Al parecer nuevamente iba el J&R primero.

Juliana le deseo suerte y se retiró confiando en que Luna daría lo mejor. Ámbar le dio una última mirada y se dio la vuelta junto a su entrenadora.

Simón se tronaba los dedos nerviosamente.

Sinceramente el chico tenía miedo.

Él y Juliana habían apoyado a la menor con su coreografía, el pelinegro sabía que era increíble...pero la actitud de Ámbar...le daba miedo. Aquel momento era como estar en el ojo del huracán. Tan tranquilo y tan pacífico, solo era cuestión de tiempo para volver a entrar de lleno al huracán.

La batalla comenzó.

La dulce melodía que Luna y él habían creado comenzó a reemplazar el silencio.

En pocos segundos Luna ya estaba girando y saltando por la pista libremente. Cantaba, patinaba con el corazón y era perceptible para todos los espectadores.

Su bella sonrisa acompañaba cada paso que realizaba. Era Luna con su resplandor que mejoraba cada aspecto de la coreografía.

"Ahora sale el sol para mí y todo tiene sentido"

Ámbar, cruzada de brazos, la observaba sin perderse ni un movimiento mientras evitaba a toda costa que una media sonrisa naciera en sus labios.

Luna lo estaba haciendo excepcionalmente bien. Era notable lo que había mejorado. Había aprendido mucho y no tenía miedo de demostrarlo. No se contuvo de mostrarle a todos su pasión al patinar.

"Ahora sale el Sol...soy, soy, soy...soy yo"

Luna termino su presentación con una gran sonrisa y los aplausos no se hicieron esperar.

Los chicos del roller aplaudían como locos, chiflaban y vitoreaban a su amiga dándole todo el apoyo.

Luna salió de la pista riendo y fue hacía ellos. Ahí la envolvieron de abrazos y felicitaciones.

Pasaron unos minutos en los cuales Luna pudo acomodarse para lo que venía a continuación.

Era el turno de Ámbar, y fue ahí mismo cuando todo se salió de control.

Una base de rock lleno el lugar llamando la atención de todos. Nadie permaneció impasible ante aquel fuerte comienzo. Absolutamente todas las miradas estaban sobre la patinadora estrella de los RedSharks.

Todos los miedos de Simón se cumplieron.

Luna solo se quedó mirando con ojos bien abiertos la presentación de Ámbar.

Fue en ese mismo instante cuando todo se volvió un verdadero desastre.

No porque Ámbar hubiera cometido un error, sino porque lo estaba haciendo increíble.

"Nunca dejé de dar todo mi veneno, y yo no tengo limites, solo el cielo"

Algunas partes de su melodía eran como un perfecto contraste a las letras de Luna. Como una perfecta burla. Irónico que ambas hayan usado el "Sol" para describirse hasta cierto punto.

Ambas demostraciones, la de Luna y Ámbar, se contrastaban como el día y la noche. ¿A esto se refería la rubia cuando dijo que eran completamente diferentes?

Ambas presentaciones también eran distintas, no solo en la temática, sino también en cuestión de habilidad en el patín.

Porque era como si, de alguna forma, hubieran regresado a aquel tiempo cuando se conocieron. Cuando el estilo de Ámbar era violento, feroz, pero más importante, perfecto y prolijo.

Era bastante obvio que Luna la vencía en cuanto a pasión se refería, pero una competencia no siempre se ganaba solo con pasión y esfuerzo.

"...Soy sobrenatural, terrenal, pero igual reiré al final"

Su técnica, sus definidos y exactos movimientos hicieron que Ámbar ganara en esta ocasión.

La gente aplaudió eufórica al terminar la melodía. Ámbar hizo una reverencia, sabiendo que había patinado de forma magnifica.

El resultado de aquella competencia comenzaba a ser más claro y previsible. Los chicos ni siquiera se desanimaron cuando los jueces anunciaron al ganador: Los RedSharks.

Gary sonrió orgulloso. Nada ni nadie podría quitarle la sonrisa.

Luna, de nuevo, claramente había subestimado a sus contrincantes.

Pronto, la gente y los jueces felicitaban a ambos equipos que se encontraban en medio de la pista. Los espectadores comenzaban a retirarse y Luna seguía parada junto a su equipo sin saber que sentir.

Había pasado mucho tiempo desde que Luna había pasado por algo similar.

Había pasado muchísimo tiempo desde que Luna había perdido contra Ámbar de esa forma.

Había pasado mucho tiempo desde que la última vez que Ámbar le había hecho sentir que la rubia era algo inalcanzable, algo que Luna jamás podría llegar a ser ni aspirar.

De algún modo, la castaña se sintió herida. Ella consideraba Ámbar como una amiga. Luna se sentía traicionada.

Traicionada, porque Ámbar fue contra ella con una extraordinaria fuerza. Y lo que la hacía enojar aún más era que ella sabía que Ámbar no había ido contra ella con toda su fuerza. Y aun así no había tenido ninguna clase de consideración por ella. Aunque Ámbar no había dado todo de sí, tampoco había tenido piedad.

¿Por qué pensó que Ámbar la trataría de forma distinta? Luna pensó estúpidamente que, ya que su relación había mejorado un poco, Ámbar no sería tan cruel con ella.

Que ilusa.

Luna felicito a los RedSharks, luchando por sonreír de forma natural. No les tenía rencor, pero obviamente no estaba feliz por la derrota.

Aunque intentaba mantenerse lo más positiva que podía, sus sentimientos se la ponían difícil, así que intentó mantenerse lo más cerca posible de sus compañeros...lo más alejada posible de los ganadores.

Fue cuando Ámbar se acercó a ella que todo volvió a hacerse un caso. Luna se alejó, no quería pelear, no quería pelear con la rubia. Temía explotar y decir cosas de las que se arrepentiría si estaba cerca de ella.

La chica Smith se acercó al Jam&Roller, exactamente igual como cuando los Silders ganaron la Rodafest.

—Lo hicieron bien. Fue aceptable.—Los halagó muy a su estilo.

Luna vio como Matteo le sonreía a la rubia de una forma tan forzada que dolía. El joven intento acercarse a ella, tal vez para desquitar con palabras su frustración, pero Gastón lo detuvo antes de que hiciera alguna tontería.

Ámbar se alejó un poco, sabiendo que había metido la pata. Ella no tenía la intención de burlarse, era natural para ella decir tales frases, era como si no pudiera dar un cumplido sin poner un 'pero'. Era algo que necesitaba controlar, porque solo le traía problemas...justo como en ese momento.

Lo peor de todo es que pocas veces sabía cuándo callarse.

—Aunque aún tienes un gran camino por delante, lo hiciste muy bien, Lunita.—

La castaña apretó sus puños.

Ese estúpido cumplido e insulto al mismo tiempo...¿Por qué no podía quedarse callada? ¿Por qué siempre tenía esa maldita costumbre de hacerla sentir menos con una doble frase? Se sentía exactamente como hace dos años, cuando Ámbar se burlaba de ella por su falta de habilidad. Y ya no podía soportarlo.

Esa pequeña frase dio paso a todo su enojo y frustraciones.

Todo estaba a punto de derrumbarse.




















Confesión: Escribí la parte de los RedSharks con la melodía de "Ways To Be Wicked" en mente. Porque me quede pensando "Claro, el roller tiene muchas buenas canciones y los RedSharks solo tienen I've Got a Feeling, ¿qué canción podría ser buena para unos "villanos"?" Y bueno...esa canción llego a mi mente. Descendientes tiene buenas canciones, al fin y al cabo.

PD: Uma (China Anne) y Harry (Thomas Doherty) pueden tenerme amordaza y arrojarme a los tiburones cuando quieran 7u7

PD2: ¡Denle una canción solista a Chiara, cobardes! Literalmente, solo por ella me gusta "despierta mi mundo". Ella es lo mejor de esa canción y todos lo saben.

PD3: Odie narrar la competencia. Espero no volver a hacerlo.

Creo que lo que hice que Luna sintiera es algo con lo que todos podemos sentirnos identificados.

(Me pregunto si se nota cuando me da flojera narrar más y simplemente termino de lleno alguna situación). Sentí que esta vez utilice mucho los corchetes y los puntos suspensivos D: no acostumbro hacer eso y se siente raro D:

Cuando escribía lo que dijo Luna de "poner su corazón" estaba escuchando Pity Party y me acorde de mi fiesta 🙃 lol también escuche la de Marinero (♫Mientras me dabas tu corazón, yo era un marinero buscando amor♪) y jajaj, que cosas me imagine xd

(Tengo la muy mala costumbre de leer comentarios y alegrarme y sentirme triste al mismo tiempo, o sea, me siento feliz y lloró de tristeza al mismo tiempo. Es un infierno).

Matenme, piedad.

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