17.-Bienvenido, di "¡Hola!"


Resumen: Con ustedes el capítulo más largo de todos y el que todos estaban esperando. (O bueno, el capítulo que da paso a lo que todos estaban esperando)

Sé de antemano que a algunos no les va a gustar mucho este capítulo, y me disculpo por ello, pero oigan, tenía que ocurrir tarde o temprano.

En serio, me puse muy nerviosa por este capítulo, no sé si les va a gustar y estoy cruzando mis dedos para que así sea. Bueno, ya, empecemos:
















"Dime si es que gané,

y si es así

¿Cuál es mi premio?"



















Después de aquel día raro, había llegado un día importante para los redsharks. Había llegado el día de su primera presentación oficial.

Ámbar, pese a que su actitud hacia Luna había cambiado un poco, seguía perteneciendo al equipo rival. A aquel equipo al cual el J&R tenía que derrotar si quería recuperar su casi hogar.

El entrenador –y Gary— ya había realizado la competencia interna en donde, individualmente, debían dar lo mejor. Todos los chicos participaron y el dueño del roller había escogido a los que participarían y, como era de esperarse, la rubia había pasado la competencia con facilidad. Todos los chicos de los redshark pasaron. Y solo una persona del equipo rival lo había hecho: Luna. Y no era porque los demás lo hubieran hecho peor que el equipo de Gary, era simplemente que no lo habían hecho con motivación. Y eso se notó por todos.

La joven Valente –Benson— recordó los ojos azules de su prima cuando el adulto encargado anuncio su nombre. En su mirada había algo que la menor no supo descifrar al momento. No era enojo ni molestia, eso era seguro –ella sabía demostrar muy bien cuando estaba enojada—.

El encargado nuevamente habló, estaba dando los horarios de entrenamiento y otras indicaciones más cuando Luna lo interrumpió. Ella había sido la única, entre sus amigos, que había sido seleccionada. Y eso no le causaba mucha alegría que digamos.

Al final se negó rotundamente a participar, si hubiera accedido seria como si estuviera traicionando al roller. Gary blanqueo los ojos fastidiado, pero no dijo nada más, al fin y al cabo, gracias a Juliana, no los podía obligar a participar.

Por otro lado, aquella mirada de ¿orgullo? que Ámbar antes le había dedicado, ahora había sido reemplazada con algo más. De nuevo, La rubia sabía demostrar muy bien cuando estaba enojada. Luna lo sabía. Y esta vez todo en ella le confirmaba su mal humor: La postura de su cuerpo, la forma en la que cruzaba sus brazos, su mandíbula tensa, pero sobre todo sus ojos.

Era tan curioso y, a su parecer, tan maravilloso que sus ojos fueran tan expresivos.

Ámbar ya no le hablo esa tarde. Luna no le encontraba mucho sentido a su comportamiento ¿Por qué se había enojado?

Al día siguiente comenzaron los entrenamientos y así duraron dos semanas. Luna no quería ir a verlos, ella sabía que algún día iba a enfrentarse cara a cara con ellos y lo último que necesitaba era que la acusaran de tratar de robarles un paso o algo parecido.

Cabe mencionar que en aquellas dos semanas Ámbar y Luna no habían hablado mucho.

Cabe mencionar que en aquellas dos semanas Ámbar y Luna, aunque seguían topándose a menudo, no intercambiaban muchas palabras. Las veces en las que compartieron más de un par de oraciones podían ser contadas con los dedos de una mano...y aun así sobrarían dedos.

Una de las mayores interacciones que tuvieron fue cuando, de nuevo, la castaña hizo enojar a la rubia sin darse cuenta:

—Por cierto, pequeña.—Comenzó Ámbar de forma casual un día cuando la familia terminaba de comer. Luna la miro, esperando a que continuara. La rubia tenia el rostro levemente inclinado hacia su comida, entonces, sin mover la cabeza, fijo sus ojos en los de ella.—¿Por qué te negaste a participar en la competencia?—

Luna apretó los labios, ya sabía que tarde o temprano iban a tocar ese tema. Al parecer aquella pregunta había llamado la atención de sus padres y su abuelo.

—No tenía ánimos de participar. Eso es todo.—

La mayor, por unos segundos, guardo silencio. Luna esperaba inútilmente que no siguiera hablando, pero la rubia solo se acomodó para mirarla bien.

—¿"Eso es todo"?—Preguntó y Luna pudo notar la molestia en su voz, leve pero presente. No le había gustado su respuesta.—¿Por qué no tenías ánimos?—Su tono de molestia había sido disfrazado por uno dulce.—Creí que amabas patinar, por lo que pensé que tomarías cualquier oportunidad para hacerlo.—

—Amo patinar, pero no necesariamente tengo que ir a todas las competencias por eso.—Contra—ataco.

—Ah, ¿es la competencia el problema?—Preguntó la otra joven a nadie en específico. Ámbar después levanto la mirada e hizo un gesto como si estuviera pensando.

Luna sabía que eso no era así, que la mayor ya tenía todo claro en su mente. Era solo que le encantaba usar la ironía.

—¿Sera que no tienes tiempo para los ensayos? Tal vez no te gustan los ensayos del todo—Seguía con su actuación.—¿O será que no te agradan los integrantes del equipo?—

—¡No!¡Eso no es—!—

—O...—Entonces dejo su melodrama de lado y la miro directamente a los ojos. Justo como aquel día en donde rechazo participar en la competencia, pudo ver aquel frio enojo.—...no participas porque no estas con tus amiguitos.—

Y esa no era una pregunta, era una total afirmación. ¿Cómo era que Ámbar podía ver a través de ella tan claramente? Bueno, aunque Luna no era difícil de entender.

—Por supuesto, debí haberlo imaginado...—

Luna se quedó callada. Ahora entendía mejor el porqué de su enojo...aun así, no lograba entenderlo del todo.

—Resulta que ese tipo tenía razón, ¿huh? Realmente no eres nada sin tus amigos a tu lado.

Oh.

Así que era eso.

Luna no pudo contestarle más, sin saberlo le había dado la razón a Gary. Y sin saberlo había echado a perder el esfuerzo que Ámbar había puesto en ella al defenderla.

Su abuelo regaño un poco a Ámbar pero ésta, acostumbrada a sus reprimendas, ignoro por completo sus palabras.

Para Ámbar, el que Luna no hubiera participado en la competencia por esa razón, significaba que las acciones de la rubia no habían tenido sentido alguno. Que solo había perdido su tiempo y esfuerzo con ella.

Luna casi sintió remordimiento.

Casi.

Pero no iba a traicionar al roller de esa forma. No señor.

Y así se lo dijo a Ámbar esa misma noche cuando terminaron de cenar. La había interceptado en mitad del pasillo y Luna esperaba otra discusión con la joven, pero en cuanto mencionó la palabra "Traición" Ámbar se rio sin vergüenza alguna en su cara.

—Bien, Lunita. Está bien. No era necesario que vinieras hasta mi para aclararme tus razones.—Decía entre risas.

—...Te burlaste de mi...—Dijo lo obvio, indignada y con mejillas sonrojadas, como si apenas hubiera reaccionado.

Ámbar le sonrió nuevamente, una sonrisa que denotaba burla y diversión.—Me parece interesante que pienses que es una traición participar con otro equipo—

—¡Ja! Me parece interesante que no consideres traición participar con otro equipo......aunque entiendo por qué lo hiciste, nunca había conocido a alguien tan traicionero como tú—Dijo casi escupiendo las palabras.

—¿Te traicione, Luna?—Cuestionó, alzando muy levemente las cejas y mirándola directamente a los ojos.

—......Te lo dije, ¿no? Qué me dolía muchísimo que te fueras con los sliders...—

Una traición nunca viene de un enemigo ¿verdad?—Preguntó. Tras esas palabras, el verdadero significado quedaba flotando en el aire. Luna sabía lo que Ámbar implicaba, no había necesidad de decirlo, pero aun así lo hizo.—¿Me considerabas una amiga?—

—Yo nunca te considere como una enemiga.—Confesó de forma melancólica.

—Yo nunca te considere del todo.—Se rio la mayor.

Luna frunció el ceño.—Bueno, eso es meramente grosero.—

Aunque lo que dijo Ámbar había sido una vil mentira, se decidió a no discutir. En cuanto estuvo a punto de cambiar de tema, Ámbar la interrumpió.

—Buenas noches.—Le dijo antes de dejarla completamente sola.

La nombrada se quedó a mitad del pasillo, de nuevo se le había escapado.

Al día siguiente Luna se levantó temprano, su castigo ya había terminado pero la costumbre de levantarse a las 7:30 de la mañana se le había quedado. Se quedo un rato en la comodidad de su cama, y se salió cuando vio que eran las 8:09 de la mañana.

Aun en pijamas, bajó a tomar su desayuno. Se topó con su abuelo en la sala leyendo un libro. Alfredo la saludó en cuanto la vio.

—Buenos días, mi queridísima Luna, ¿Quieres que te prepare algo para desayunar? No soy el mejor cocinero, ni lo hago tan bien como Mónica, pero eh, se defenderme muy bien.—

Luna se rio ante la buena actitud de Alfredo.

—Gracias, abuelito, pero iré yo a prepararme algo, no te preocupes.—

—Bueno, si necesita algo no dudes en avisarme....ah, ya van dos que me rechazan el desayuno.—Se lamentó aunque Luna ya no pudo escucharlo.

Luna entro a la cocina y paso directamente hacia el refrigerador, se agacho y comenzó a buscar leche para servirse cereal. Saco la botella de leche y se dio media vuelta mientras le quitaba la tapa, dispuesta a buscar un tazón para servirse. Entonces se topó con la imagen de Ámbar cortando algunas frutas y poniéndolas en un cuenco.

—Buenos días, pequeña.—Saludó Ámbar sin mirarla.

—¡Ahhh!—Grito Luna apretando la botella, salpicando el piso y de paso su camisa.—¡¿Ámbar, que haces aquí?!—Preguntó, como si no le importara estar mojada.

La rubia suspiró pesadamente antes de mirarla con asco por el desastre provocado.

—Vivo aquí, ¿recuerda, señorita?—Le aventó un trapo que tenía cerca directamente a la cara.

Alfredo entro con rapidez a la cocina.

—¡¿Qué está pasando?! ¡¿Por qué hay gritos tan temprano?!

Las dos chicas se miraron molestas. Luna estaba limpiándose con el trapo mientras su abuelo miraba el piso mojado, preguntándose cómo es que las cosas se habían descontrolado en tan poco tiempo. Esas dos no podían permanecer cinco minutos a solas antes de que algo malo ocurriera.

—No ocurrió nada, es ella la grosera que empezó a gritar en cuanto me vio.—Ámbar la señaló como niña chiquita.

—Luna, nietecita mía, por favor, deja de gritarle a las personas en la cara, esta es la tercera vez que lo haces en lo que va de la semana.—Le pidió Alfredo recordando las veces en las que su nieta le había gritado al personal cada vez que se asustaba.

Luna pareció ignorar a su abuelo, se dirigió directamente con Ámbar quien se metía una fresa a la boca.

—¿Cómo quieres que no te grite, Ámbar? Si estás ahí toda silenciosa como un fantasma y de repente me hablas dándome un buen susto.

—¡Solo te salude!—Exclamó la rubia incrédula.—¿Y qué tiene de malo mi silencio?¿Qué, es mi culpa que seas tan distraída como para no darte cuenta de la presencia de alguien? Además, ¿Qué culpa tengo yo de que hasta tu propia sombra te asuste?—

—No hablemos de eso ¿Qué tal si te dignas al menos de carraspear para que se den cuenta de que estas presente en la habitación?—

—¿Qué tal si mejor te fijas en la habitación para ver si hay alguien y así te evitas la molestia de gritar como si hubieras visto al mismo demonio?—

—Bueno, Ámbar, tú no has sido precisamente un angelito, ¿eh, eh?—

—¿Estas insinuando algo, delivery con ruedas?—

—¿Yooo? Noo, ¿Cómo crees? Solo digo la verdad, ¿o no, súper chulita?—

—Ya te he dicho que no utilices tus palabras raras conmigo.—

—¡Basta las dos!—Las interrumpió Alfredo quien las había estado mirando alternativamente con cada ataque verbal que se lanzaban.—No sé qué les pasa, pero están muy estresadas hoy, más de lo normal. Ámbar, tu viaje es mañana, así que en lugar de gastar tus energías discutiendo, deberías arreglar tu maleta. Luna, por favor, deja de gritarle a las personas y de buscarte problemas.

Ámbar no espero a que Alfredo terminara de regañarlas, agarro su tazón con su ensalada de frutas y salió rápidamente de la cocina. Luna fue siguiéndola, pese a que su abuelo le dijo cinco segundos atrás que dejara de buscar problemas.

La rubia salió al jardín en donde tenía todo preparado para un tranquilo desayuno.

—Déjame en paz, Luna.—Gruño, sabiendo que la chiquilla la seguía.

—Oh, no. No te vas a ir como siempre. No me dejaras con la palabra en la boca como siempre lo haces. Tú y yo no hemos terminado.—

Ámbar dejo el cuenco en la mesita y se dio media vuelta rápidamente. Luna choco su frente con la barbilla de Ámbar.

—¡Auch!—Se quejó Luna retrocediendo y sobándose el lugar donde recibió el golpe.

La rubia se cruzó de brazos, indiferente, mientras se recargaba ligeramente al borde la mesita.

—¿Y ahora quieres estar conmigo? ¿Qué, ni Simón ni Matteo te hacen caso? ¿Acaso tus amiguitos están tan ocupados como para que recurras a mí? Debes estar pero que muy desesperada.—

—¿Y Sigues con eso? Deja de actuar como una niña, por favor.—Luna dio unos dos pasos hacia ella cuando Ámbar se alejó de forma exagerada.

—¡Uy, cuidado! No vengas aquí, mejor ni te acerques, no vayan a salir tus minions a defenderte como lo hicieron ese día.

¿Minions? Alguien estaba viendo muchas películas animadas.

—¿A ti que te importa lo que hagan mis amigos o no? Y por favor no les digas así, ellos solo lo hicieron para ayudarme.—

—Pfff, ajá, "Ayudarte".—La rubia no dijo otra cosa, solo alcanzó su plato con frutas y se comio un pedacito de kiwi. Se quedó observando el suelo. Después de unos segundos levantó la mirada y observo a Luna...como si estuviera genuinamente sorprendida de verla ahí.—¿Por qué todavía estas aquí?

—¿Cómo qué "por qué"? Porque quiero estar aquí.—

Ámbar le sonrió de forma torcida.

—¿Ah, sí? ¿Y no tienes que pedirle permiso a tus compañeritos? ¿Acaso te sueltan tanto la correa? ¿Tienes libertad siquiera?—Claro, Luna debió suponer que aquella "genuina sorpresa" solo era parte de otra de sus actuaciones.

Se le daba bien eso de actuar.

—Ámbar ya, ¿Qué demonios te pasa?—

La nombrada solo se encogió de hombros.

—Solo estoy estableciendo un punto, porque parece que de verdad no puedes hacer nada sin ellos. Esta competencia era una gran oportunidad para ti ¡Para cualquiera! y la rechazaste porque no estaban ellos. Quedaste como una gran idiota y me arrastraste contigo.—Ámbar hizo una pausa y luego la miro con frustración.—Como me arrepiento...como me arrepiento de haberte presentado la oportunidad para que demostraras tu talento ese día.—

—Ámbar no digas eso, de verdad estoy muy agradecida por eso, de corazón te lo digo. Pero sigo sin entender por qué estás tan obsesionada con eso ¿Por qué no puedo escoger a mis amigos antes que el patinaje?—

Porque eso es debilidad.—Respondió Ámbar como si fuera obvio.—Si de verdad amaras patinar, no deberías tener problemas para dejarlos un rato. Además, solo iba a ser una competencia, no es como si te fueras a ir permanentemente...—

—Amo patinar, y amo a mis amigos.—Dijo Luna sin dudar.— Incluso si solo era por un rato, no me sentiría bien dejándolos atrás. Este sueño no es solo mío, es nuestro. Compartir un sueño y realizarlo juntos no es debilidad. ¿Cómo te sentirías realizando tu sueño sin nadie con quien celebrarlo?—

—No sería raro celebrar un triunfo sola, por mi cuenta; siempre, desde que tengo memoria, lo he hecho así. No crecí para ser débil, no para depender de otros, no para detenerme si estaba sola. Fui criada para ser la mejor. Fui criada para ganar— Algo en esas lineas hizo que el corazón de Luna se le estrujara.

La más joven la miro, guardando silencio por un largo tiempo. Ámbar se fue a sentar y encendio la laptop que había dejado con antelación.

—¿Sharon...te inculcó eso?—Luna observó como Ámbar, inconsciente o no, frunció el ceño ante la mención de su madrina.

—Una de las pocas cosas buenas que me dejo...—Se limitó a decir la rubia.

—¿Tú crees?—

—Por supuesto, ¿crees que es sano ir por la vida atada a los demás?—

—¿Tú crees que es sano ir por la vida creyendo que solo existes para ganar? ¿Para ser la mejor?—

Ámbar chasqueo la lengua.—Claramente nos inculcaron valores totalmente distintos. Probablemente sean esos mismos valores los que hacen la diferencia entre los ganadores y los perdedores—

Luna no respondió al claro reto. Solo miro fijamente a Ámbar con expresión de preocupación.

Aquellas palabras que Ámbar había pronunciado casi de forma automática, le indicaban muchas cosas. Era como si estuvieran mandando señales, pero Luna no sabía cómo interpretarlas del todo.

Algo estaba ocurriendo frente a sus ojos. Frente a ella había algo que jamás había notado, algo que era tan obvio que pasaba desapercibido. No podía entenderlo aun. Pero poco a poco parecía que se le caía la venda que tenía en los ojos.

—¿Por qué me miras así?—Preguntó Ámbar frunciendo el ceño, ignorando lo que Luna estaba aprendiendo de ella.

Luna normalmente no se daba el tiempo para entender a la joven, siempre le había parecido complicado, siempre le pareció irracional debido a sus diferencias, pero ahora más que nunca...¿Estaba simpatizando con la chica que en el pasado le había causado tantos problemas?

—No, por nada...—Se dio media vuelta y se fue lo más pronto posible.

Caminó apresurada hasta entrar a la mansión y llegar a la sala. Ahí se detuvo.

¿Que había sido eso? Era como si, de repente, hubiera echado un rápido vistazo a la otra parte de la historia. Una parte oscura que, debía admitir, la había dejado muy intranquila y angustiada.

No. No quería seguir pensando en eso.

Muy dentro de ella no quería entender el comportamiento de Ámbar. No quería justificar todo lo que había hecho la rubia...pero tampoco podía ignorar lo que había visto y lo que había escuchado.

—Luna, hija, ¿que haces ahí parada viendo a la nada?—Le preguntó Mónica que llegaba de hacer las compras. Luna salió de su estupefacción.

—Oh, nada, mamá, ehm, ¿celebramos algo en especial?—Preguntó observando las bolsas que traía en manos. Se acercó para ayudarle a su madre, con las bolsas en manos caminaron hasta la cocina. Su papá caminaba detrás de ellas.

—Bueno, Ámbar se va mañana temprano, así que pensamos en que sería lindo darle una cena de despedida.—Dijo la mujer con dulzura en su voz.—Es una competencia importante para ella, después de todo.—

—Es un lindo detalle......ojala y ella lo aprecie.—Dijo Luna bufando y dejando las bolas en la mesita.

Ya no quedaba rastro del desastre de hace minutos. Alfredo estaba sentado, utilizando su Tablet.

Mónica sonrió. Otra vez, seguramente algo había ocurrido entre las dos jovencitas otra vez.

—...Conociéndola, seguramente se lo tomara a mal y de verdad pensará que la estamos despidiendo para siempre.—Continuo Luna con su mal humor, tan exagerada como siempre.

—Esperemos y no lo malinterprete. —Decía Miguel con diversión.—Lo importante es que sienta que tiene nuestro apoyo.—

—Eso te incluye a ti, Luna. Necesitamos que demuestre tu apoyo.—Le advirtió Mónica, a sabiendas de que estaba tocando un tema "sensible" para su hija. Pero era una buena forma para que Luna se desahogara de lo que la tenía tan frustrada. Lo único que hacía falta es que la castaña mordiera el anzuelo.

—¡Y lo intento! Pero parece que todo lo que hago está mal ante sus ojos. No deja de decirme cobarde por haber rechazado la oferta de Gary.—

—¿Y eso te afecta?—Le preguntó su padre. Los Valente comenzaron a sacar y a acomodar la compra en el refrigerador y en la alacena.

—No, honestamente me ha dicho cosas peores, pero eso junto a su pequeña obsesión por ser siempre la mejor, comienza a hartarme.—

—No me extraña que quiera ser perfecta.—Opinó Alfredo, quien hasta ahora se había mantenido al margen, escuchando lo que tenían que decir de su nieta.— Sharon era exactamente igual que ella, ¿tal vez Ámbar aprendió eso de su madrina?—

Luna se asqueo ante la idea.

—¿Como que "era exactamente igual que ella"? Ámbar no es nada parecida a ella.—

Alfredo sonrió y bajó la mirada, ya no le dijo nada más. Luna volteo a ver a sus padres en busca de una respuesta, pero éstos se dieron la vuelta, evitando su mirada.

Luna resopló molesta. No, Ámbar no se parecía a Sharon. Era cierto que ambas podían llegar a ser mortalmente crueles, pero Luna sabía que Ámbar no era como Sharon.

Al menos para Luna, Sharon era aterradora y si bien en un principio Ámbar también le pareció aterradora, ahora comenzaba a verla de otra forma.






[...]






El momento de la partida había llegado.

Eran las 5:45 de la mañana y la familia viajaba en dos autos con rumbo al roller: en uno estaba Alfredo y su nieta, en el otro estaba la familia Valente y su hija adoptiva.

Esta última pequeña, en esos momentos, odiaba a Gary.

¡¿Qué clase de bestia citaba a sus patinadores tan temprano?! Luna no podía entender las prisas del hombre. Ella se vio obligada a poner 10 alarmas para levantarse temprano y así acompañar a Ámbar, pero se le hacía casi imposible mantener sus ojos abiertos, y era aún más difícil porque los asientos del carro en el que viajaban eran muy suavecitos y cómodos. Perfectos para dormir.

Cuando llegaron al roller se dieron cuenta que solo faltaba Ámbar para que el equipo pudiera irse. Gary rápidamente saludo a la familia y recibió a Ámbar con brazos abiertos. Por su entusiasmo se notaba que no era inusual para él estar despierto a esas horas.

Ámbar apenas había subido sus maletas al autobús cuando Gary ya comenzaba a apresurarlos para que subieran. A Luna se le fue el sueño cuando vio el gran vehículo que transportaría a los redsharks.

¿Todo un autobús solo para diez personas? Luna quiso irse con ellos para saber que se sentía ir en un autobús para ella solita, pero no era el momento.

La hora de las despedidas había llegado y con eso, los abrazos de despedida.

Alfredo fue el primero en correr hacía su nieta. Él la abrazo con todas sus fuerzas, deseándole la mejor de las suertes.

Como ya tantas veces había ocurrido, Ámbar se dejó abrazar, pero no correspondió el gesto.

Después llegó el turno de Mónica y, como Alfredo, la abrazó fuertemente. Ámbar no la abrazo de vuelta, aunque deseaba lo contrario.

Miguel fue el único adulto que notó la incomodidad de la rubia ante esas muestras de afecto, así que solo se limitó a despedirse verbalmente.

Al igual que su padre, Luna tampoco la abrazó. En lugar de eso se despidió con un ademan de mano y unas pequeñas palabras de aliento.

Fue así como los redsharks se fueron a su primera competencia oficial.






[...]






Habían transcurrido tres días desde la partida del equipo estrella.

Tres días en los que el J&R había entrenado duramente en su ausencia.

Hoy era el gran día de los redsharks; ese día era la competencia y todos en el roller estaban a la expectativa.

Apenas era mediodía, pero todos estaban preparándose para el gran momento. Pedro y Nico estaban muy atareados preparando la botana para todos. Simón, Matteo y Jazmín estaban ocupados arreglando el escenario para que todos pudieran ver la competencia de forma perfecta. Los demás prestaban su ayuda cuando era necesario.

Yam se paró al lado de Juliana quien miraba con atención el entusiasmo de los chicos.

—Se te ve feliz.—Notó la joven.

La mujer sonrió.

—Por supuesto que sí, y no solo yo: los chicos están muy emocionados. Es bastante ameno verlos así. Creí que no querrían ver a los redsharks, después de todo son sus rivales.—

—Bueno, ya sabes, debemos conocer a nuestro enemigo......¿Cómo sabes que no los vemos con intenciones de burlarnos de ellos al mínimo error que cometan?—

Juliana se rio ante la ridiculez que había dicho su protegida.

—Yam, por favor, los conozco. Bien podrían odiarlos y burlarse, después de todo, como dijiste, son el rival del roller, pero sé que ustedes no son así. Y no parece que lo hagan para medir a la competencia, a ustedes se les nota verdaderamente interesados.—

Yam sonrió ante la veracidad de sus palabras. Aquella mujer era realmente perceptiva, realmente los conocía muy bien.

—Vale, vale, creo que nos atrapaste. Pero es cierto que los vemos para conocer su nivel, además si los redsharks hacen el ridículo entonces no solo les afecta a ellos, sino a nosotros también. La verdad nos conviene que los redsharks se luzcan.—Razonó la menor.

Se mantuvieron en silencio, observando como Pedro y Jazmín organizaban todo. Entonces, de pronto, Juliana rompió el silencio, sin poder contenerse ante la desgracia de cierta personita.

—Ojala Luna estuviera aquí.—Se rio Juliana con lastima por la pequeña castaña. Yam inmediatamente entendió a qué se refería y solo negó con la cabeza, no había duda de que Luna siempre estaba buscándose sus propios males.

En la mansión Benson, específicamente en el jardín, Luna tropezó accidentalmente con la manguera mientras regaba el césped.

—¡Aaaghh, es la cuarta vez!—Decía mientras escupía las pequeñas plantitas que se habían pegado a su boca al caer. Tan mala era su suerte que, no conforme con caer de bruces al suelo, soltó la manguera y termino mojándose de lleno. Luna gruño con frustración.—¿Por qué esto me pasa a mí?—

Se levantó y se quitó las hojas de su camisa.

—Esto me pasa por distraída.—Se reprochó.

Razón no le faltaba.

Cuando al fin sus padres le levantaron el castigo, Luna se las arregló para de nuevo meterse en problemas:

Todo ocurrió así:

Era el segundo día desde que los redsharks se habían ido. El entrenamiento había terminado y Luna estaba de vuelta en la mansión a las 4 de la tarde, sus padres habían salido así que estaba técnicamente sola. Y eso no le gustó para nada. No le gustaba estar completamente sola porque se sentía mal. Estar sola le traía recuerdos de la vez que se quedó sola con Sharon Benson. Era aterrador y la hacía temblar. Tratando de sentirse a salvo, fue a la habitación de sus padres, pero al poco rato volvía a desesperarse. Fue a su habitación pero ocurrió la misma situación. Era agobiante, y ya con resignación se fue al último cuarto que no había visitado: el cuarto de Ámbar. No supo bien como, pero en algún momento de su estadía le pareció que era una buena idea agarrar las sabanas y almohadas de Ámbar para cubrirse con ellas. Aquella acción irracional la atribuyó al miedo que sentía en el momento.

Al final se quedó completamente dormida bajo un montón de sabanas y almohadas con un familiar olor que la hacían tranquilizarse.

El problema no era que se haya quedado profundamente dormida en el cuarto de Ámbar, el problema era que se quedó profundamente dormida bajo un montón de sabanas y almohadas las cuales la hacían pasar totalmente inadvertida, como si no estuviera en la habitación.

Y estaba tan perdida en el país de los sueños, que no escucho cuando sus padres la llamaron, no una, sino varias veces.

Los adultos la buscaron y la buscaron, cuarto tras cuarto pero no la encontraron. Tras lo ocurrido en Cancún, pensaron lo peor: pensaron que se había escapado de nuevo.

Claro, la jovencita estaba tan oculta bajo tanta sabana que no se dieron cuenta de su existencia.

Luna se despertó entrada la noche y le dieron la regañada del siglo cuando bajo de las escaleras como si nada.

La castigaron nuevamente por no responder las llamadas y por hacerles pasar un mal rato...de nuevo.

La castaña suspiró ante el recuerdo. Había sido una muy mala idea dejarse el móvil apagado.

No podía ir al roller sino había acabado con su castigo, es decir, encargarse del jardín de la mansión.

Ahora mismo estaba regando las plantas y el césped, Luna no podía ver el final de aquella tarea. Ya llevaba tres horas regando y apenas iba con la mitad del jardín.

Luna no quería perderse la competencia, por eso se estaba apurando. Les había dicho a sus amigos que llegaría al roller para ver la competencia junto a ellos.

Lo tenía todo planeado, se había puesto a regar el jardín a las 10 pensando que terminaría rápido y así se iría rápidamente con sus amigos.

Pero, debido a las circunstancias, Luna decidió tener un plan de respaldo: Le había pedido a Simón que le narrara en tiempo real la presentación de los redsharks, por si no llegaba a tiempo.

El joven accedió gustoso alegando que así puliría sus habilidades como narrador.

Tres horas más pasaron y Luna ya había terminado. Apenas si terminó cuando ya estaba corriendo a su habitación. Se dio una ducha rápida –porque estaba cubierta de tierra y pasto-, se vistió en tiempo record y se dispuso a salir, se detuvo en la sala, donde estaban sus padres y su abuelo observando la competencia, que al parecer ya había empezado, desde una laptop.

Luna quiso quedarse con ellos y ver la competencia en su casa, pero les había prometido a los chicos que estaría con ellos.

—¿Mami?—Pregunto con la voz más infantil que podía hacer.

Mónica la volteo a ver con ternura. Miguel y Alfredo también sonrieron dulcemente.

—¿Sí, Luna? ¿Qué ocurre? ¿Por qué te ves tan limpia?—Pregunto burlándose un poquito de su hija. La mujer la había visto hecha un desastre hace unos minutos.

—Me bañe porque al fin he terminado con mi deber.—

—¿Ah, sí? ¿Estás segura? No queremos que un hermoso jardín como el que tenemos se ponga feo ¿verdad? ¿Por qué no vas a revisarlo una segunda vez?—Mónica seguía jugando con su hija. Sabía que Luna tenía que irse, pero ella, como toda buena madre, tenía que molestar de vez en cuando a su amada hija.

—Ya lo hice mamá, me aseguré de que las plantas tuvieran suficiente agua. No veras ni una hoja cayendo de ellas hasta otoño.—

Mónica se rio.

—Muy bien, entonces supongo que ya has terminado por hoy.—

Luna sonrió ampliamente.

—¡Entonces, ya puedo ir al roller con mis amigos!—

Su madre sonrió y asintió.

—Sí, Luna, ya puedes ir al roller.—

Ni bien termino de hablar cuando Luna ya se había ido corriendo.

Se puso apresuradamente sus patines y comenzó a patinar. Un par de calles más y de pronto su celular comenzó a vibrar. Se detuvo y observo la pantalla.

Era Simón.

Luna sintió como su corazón se aceleraba, ella y Simón había estado hablando no hace treinta minutos atrás. Solo había una razón por la cual Simón la llamaría en esos momentos. Luna temía que el chico estuviera preparándose para mostrarle sus dotes como narrador.

Luna contestó sin perder más tiempo.

—Simón, ¿ocurr-?—

Ya empezó, ya empezó, ya empezó!" Gritó el chico emocionadísimo.

Luna se sintió desfallecer.

—¡No!¡Por favor no me digas que ya es el turno de los redsharks!

"¡Son los redsharks!" Escuchó como del otro lado de la línea los demás comenzaban a emocionarse. "¡¿Luna dónde estás?! ¡Los redsharks ya empezaron!"

—¡Estoy en camino Simón!—Exclamó y se puso a patinar con rapidez, si tenía suerte lograría llegar a tiempo para ver aunque sea un cachito de la presentación de los redsharks.

"O...o sea, ¿literal? ¡Luna, por favor ten cuidado! ¡No te vaya a atropellar un carro!"

"¡No te vaya a atropellar un carro!" Repitió Matteo, entre risas, quien parecía haberle arrebatado el celular a Simón.

"¡Corre, Luna, corre!" Fue el turno de Ramiro.

"¡Pero con cuidado!" Escucho también la voz de Jim.

Se estaban burlando de ella los muy desgraciados.

Sin embargo tenían razón.

Debía patinar con rapidez.

A decir verdad, se sentía bien no limitar su velocidad, pero sabía que debía ser cuidadosa, después de todo, no quería ser protagonista de un accidente automovilístico... De nuevo.

Durante el camino Simón seguía narrándole la competencia.

Ella lo escuchaba pero no opinaba, estaba más concentrada en no chocar contra algún objeto...o contra alguien. Entre lo que decía Simón, destacó algunas cosas:

"¡Ámbar acaba de hacer un giro axel!"

"¡Emilia junto a otro tipo hicieron 'El beso'!"

"Oh...¿Qué fue eso? ¿Fue un error--?...o acaso..."

"Oh...¡OH, parece que todo está bien!...¡No fue un error!...aunque..."

Luna no le presto mucha atención, menos ahora que ya estaba en frente del establecimiento. Se quitó los patines como pudo y entró corriendo al lugar. Tropezó con algunas personas pues se estaba poniendo sus tenis mientras avanzaba.

—¡Simón!—Gritó, dando saltitos con un pie mientras se colocaba el calzado restante. Llego a tiempo para ver como los redsharks......se despedían del público tras su presentación...

Luna estuvo a punto de azotar sus patines contra el suelo.

—¡No!—Lloriqueo mientras caía de rodillas al suelo. La gente alrededor se le quedo viendo como si estuviera loca.

Matteo corrió hacia ella con una gran sonrisa en la cara.

—Levántate, chica delivery, no es momento de dar pena.—Decía Matteo, burlándose de la tragedia de Luna. La ayudo a levantarse y ambos fueron a sentarse con los demás.

—Anímate, Luna, todavía quedan dos equipos por presentarse.—Nina trato de consolarla.

Pero Luna seguía con cara de cachorrito triste.

—¿Cómo lo hicieron?—Preguntó a sus amigos mientras un nuevo equipo comenzaba con su coreografía.

—¡Lo hicieron increíble!—Reconoció Ramiro.—En serio, es difícil imaginar a los demás equipos venciéndolos.—

—Oh no, me lo perdí completamente...—Se lamentó nuevamente.

—Ah, tranquila.—Simón, sentado a su lado, la abrazó.—Ya habrá más competencias.—

—Pero yo quería ver esta ¿Nadie lo grabo? Jazmín, ¿lo grabaste? Dime que sí, por favor.—

Jazmín negó.

—No, no lo grabe. Que patético sería grabar una pantalla, ¡Uy no! qué pena me daría ser tan patética, mis seguidores no se merecen eso.—

Luna suspiró con resignación, se sentía mal por no haber llegado a tiempo. Ahora solo le quedaba ver a los demás equipos, aunque tenía el presentimiento de que los redsharks lo habían hecho mil veces mejor.

En fin, después de un rato los dos equipos restantes ya habían terminado, ahora solo faltaba que se anunciara al ganador.

Todos estaban atentos a la pantalla, en donde se veía a los cinco equipos que habían participado.

Se les reconoció a cada uno de ellos, y entonces comenzaron a premiarlos, hasta que solo quedaban dos equipos, entre ellos figuraban los redsharks.

El momento de anunciar al ganador había llegado.






[...]






Los redsharks al fin habían llegado al hotel donde se hospedarían.

Aún era temprano por lo que era razonable que muchos integrantes estuvieran somnolientos. Entre ellos estaba Ámbar quien luchaba por mantenerse despierta.

—Ya casi llegamos a nuestra habitación, aguanta un poco más.—Repetía Emilia mientras hacía de soporte para la menor de las dos.

Ámbar debía admitir que era raro actuar así. Normalmente no era ella la que actuaba de forma infantil, pero con Emilia podía darse ese lujo. Era como que, al ser Emilia la mayor y Ámbar la menor, ésta última podía ser consentida por ser más pequeña.

Y Emilia estaba encantada de tratar así a Ámbar. Se le hacía tierno.

La somnolienta joven se tiró a la cama individual de su habitación compartida cuando llegaron. Emilia quiso acostarse con ella y dormir también, pero sabía que se ganaría una patada por invadir su espacio personal –Como ya había ocurrido antes cuando se acercaba más de lo normal a su amiga.-, así que se decidió a acostarse en su propia cama individual.

Tenían que descansar muy bien. Gary había sido claro: Los entrenamientos se reanudarían a las dos de la tarde y sería un entrenamiento duro, así que debían guardar fuerzas para ese momento.

La rutina de los redsharks, durante su estancia en el lugar, en general fue esa misma: Descansar lo más que pudieran, cuidarse completamente y entrenar como si no hubiera un mañana.

Durante esos días realizaron dos cambios en su presentación. El primero: Habían cambiado el paso principal a uno más llamativo y que encajaba mejor con la canción que querían presentar. Segundo: El equipo había cambiado de protagonista, al final se decidió que fuera Emilia, pues el paso principal que iban a realizar era de ella, ¿y quién mejor para presentar dicho truco que la misma "creadora"?

Así los días se pasaron volando. El día de la competencia había llegado. Era hora de demostrar de lo que eran capaces.

Las chicas se encontraban afinando los últimos detalles de su vestuario. Emilia sostenía la barbilla de Ámbar mientras le aplicaba el labial.

—Listo, estás perfecta.—Le guiño el ojo mientras con un dedo le daba un ligero golpecito en los labios.

—Pff, Obvio, ¿cuándo no?—Respondió Ámbar con altanería. La otra rubia sonrió y se dio la vuelta. Ámbar seguía viéndose al espejo, pero notó como Emilia revisaba una y otra vez sus patines.—Nunca había notado lo nerviosa que te pones antes de salir...—

—¿Nerviosa? ¿Quién está nerviosa? Solo me estoy asegurando de que todo esté perfectamente bien. He visto los videos de Luna besando el suelo de la pista y no quiero seguir su ejemplo.—Respondía Emilia observando detenidamente los cordones de sus patines antes de ponérselos.

—No te pongas nerviosa. Relájate. Sabes que si cometes un error yo estaré ahí para cubrirte y salvarte el pellejo.—Ámbar seguía molestando a su amiga.

—Ja ja ja, muy graciosa, Ámbar, pero tú misma sabes que yo no cometo errores. Nunca lo he hecho y esta vez no será la excepción.—

—Mmh, me lo imaginaba. No esperaba menos de ti, Emilia.—

—...Oh, ¿qué fue eso?...¿Acaso fue un cumplido?—Emilia arqueo las cejas con un poco de burla.

Ámbar se levantó y comenzó a caminar lejos de ella, tenía que ponerse sus patines. Emilia la siguió y sí, también siguió hablando.

—¿Dónde está mi chica mala, hermosa y cruel que prefiere morderse la lengua antes que hacer un halago?

—No fue un halago...fue la verdad.—

—...Bueno...esto es nuevo.—

Ámbar se detuvo cuando sintió las manos de Emilia en su cintura.

La chica argentina no era muy fan de que la tocaran de esa forma tan imprevista, pero siempre hacía una excepción con Emilia porque ésta nunca la tocaba solo porque se le diera la gana; Emilia siempre tenía una razón para su actuar. Por eso últimamente no la cuestionaba o dudaba de sus acciones.

Esta vez no fue diferente. La chica mexicana estaba arreglándole el cinturón que formaba parte del vestuario del equipo.

—Normalmente no necesitas ayuda en tu vestuario: Estas distraída...—Le dijo Emilia cuando había terminado de ayudarla. Ámbar la miro para que continuara.—...y actúas diferente desde Cancún...—

—...Diferente...¿Me explicas eso?

—Eres más...tratable, actúas menos antipática con los demás.

—...Bueno, me di cuenta que tengo cosas más importantes en las cuales gastar mi energía.—

Ámbar quiso darse la vuelta para ir donde el equipo las estaba esperando, pero de pronto Emilia la agarró por las mejillas y la obligo a encararla.

—¡Oh, wow! ¡Mi pequeña está creciendo!—Decía Emilia, acercando ligeramente su rostro al de ella y pellizcándole los cachetes como si su amiga fuera un adorable bebé.

Ámbar le quito las manos de un manotazo.

—Ya, déjame en paz, hoy estas más insoportable que de costumbre.—Soltó con molestia mientras retomaba su camino hacia los demás integrantes de los redsharks. Emilia la siguió de cerca con una sonrisita en la cara.

Ambas chicas se sentaron junto a sus compañeros en donde esperaban su turno para participar, el sorteo ya se había hecho y se presentarían después de los dos primeros equipos.

Ni Ámbar ni Emilia podían decir que estaban nerviosas. Habían participado en muchísimas competencias antes, pero esta vez sentían algo de ansiedad. Era su primera presentación como los redsharks y querían dejar en claro a todos quiénes eran y con quienes se enfrentaban.

Ámbar también sabía que, muy probablemente, los chicos del roller estarían observándolas. Los conocía demasiado como para saber que sus ex-compañeros tendrían curiosidad por los redsharks, así que esta presentación también era una pequeña advertencia para ellos. Para que se hicieran una idea de lo que se les venía encima.

Tal vez de esa forma ella dejaría de jugar a la casita con sus amiguitos o de lo contrario jamás iba a poder recuperar el Jam&Roller.

La rubia sonrió. Tal vez eso de la competencia entre el roller y los redsharks sería divertido.

Todos los integrantes de los redsharks se levantaron de sus asientos cuando el segundo equipo termino, no esperaron a que los llamaran ni esperaron nada para dirigirse hacia la pista.

Los redsharks se colocaron en sus posiciones y esperaron a que todo iniciara. La canción se reprodujo y los redsharks comenzaron con su coreografía.

El equipo comenzó sin ningún problema. De hecho, la presentación de los redsharks se desarrollaba sin ningún tipo de inconveniente. Aquella era su primera presentación como los redsharks, era su carta de presentación, al fin y al cabo. Así que todos los integrantes estaban dando lo mejor de sí mismos. Todos estaban concentrados y con la seguridad de que aquella presentación les saldría perfecta.

Todos excepto uno.

Desde el primer momento que comenzó su presentación, Emilia se dio cuenta de que sus patines estaban defectuosos. Las ruedas simplemente no se sentían bien debajo de sus pies. Era como si en cualquier momento fueran a zafarse de los patines.

Pero extrañamente habían resistido, Emilia no se molestó en pensar como había ocurrido aquel desperfecto, tampoco se molestó en pensar en porque ella no se dio cuenta antes: No era el momento ni el lugar.

Honestamente Emilia se merecía un reconocimiento por realizar la coreografía como si no tuviera ningún problema, como si no estuviera patinando con patines defectuosos. Pero, aunque por ahora había tenido suerte, no podía confiarse en que los patines resistirían, y peor aún, no sabía si los patines resistirían el paso principal de la coreografía.

Esa era su verdadera preocupación.

Y lo peor de todo es que a esas alturas la presentación ya no podía ser detenida, a esas alturas no sabía cómo pedirles ayuda a sus compañeros.

Pero no tuvo que hacerlo. Ámbar se dio cuenta de que algo no iba bien con solo echarle un vistazo rápido a su amiga. La mexicana no había patinado con soltura como siempre lo hacía, parecía contenerse y aquello era muy raro en la rubia.

¿Acaso Emilia estaba nerviosa? ¿No se sentía bien? ¿Cómo podría saber Ámbar qué era lo que andaba mal?

Al momento de realizar "El beso" Emilia tuvo que realizar aquel paso con el mejor de los cuidados. Como si temiera romper algo.

Y solo basto una mirada entre ellas para que Ámbar supiera que Emilia estaba en problemas. En ese pequeño momento cuando sus ojos se conectaron, cuando Ámbar vio la preocupación en los ojos de Emilia, cuando ésta aprovechó un punto ciego para negar con la cabeza, indicando así algo que Ámbar entendió muy bien:

Emilia no iba a poder realizar el paso principal.

Ámbar realmente no pensó en lo siguiente que iba a hacer: simplemente actuó.

Todo ocurrió en un segundo.

Ámbar lo había dejado claro. Y aunque en ese momento lo dijo en broma, ahora estaba dispuesta a cumplirlo. Ella se lo había dicho: Que no la iba a dejar morir ahí.

Así que rápidamente patinó hacía ella con intenciones de tomar su lugar; Fue una suerte que Emilia entendiera lo que Ámbar quería hacer. Ambas cambiaron de posiciones debido al fallo que sufrieron los patines de Emilia.

No podían simplemente detenerse por aquel desperfecto, el equipo lo sabía, tenían que encargarse ellos mismos del problema.

La protagonista había cambiado por tercera vez, ahora era Ámbar y no Emilia quien cargaba con semejante peso.

Para el público en general, la que creían que era el patinador estelar había sido cambiado a último momento, para ellos había sido como un giro argumental en la trama de alguna historia.

El cambio fue recibido con gusto, nadie se esperaba ese cambio, era sorprendente. Lo que no sabían es que aquel cambio no había sido premeditado, lo que ocurrió también había sorprendido a los propios integrantes de los redsharks, pero se esforzaron en que la sorpresa no se notara en la cara.

Ámbar se consideraba una patinadora profesional, y parte de lo que significaba ser una patinadora profesional recaía en su habilidad para solucionar problemas como aquellos. Así que se deshizo de toda duda. No tenía tiempo para dudar.

No tenía que haber ningún inconveniente, ella y Emilia habían practicado mil veces aquel paso, Ámbar lo conocía al derecho y al revés.

Gary estuvo a punto de arrancarse los cabellos cuando vio como Ámbar y Emilia intercambiaban posiciones, eso no era parte de la coreografía. Pero lo entendió todo cuando vio el pequeño trastabilleo de Emilia.

El hombre aguantó la respiración cuando Ámbar realizo el movimiento que originalmente iba a hacer Emilia: El paso principal –y también final.- de la coreografía. Casi se puso a llorar ahí mismo cuando a Ámbar le salió de forma magistral.

Gary se dejó caer en una silla cuando la presentación terminó. Ese huracán de emociones lo dejo exhausto. Y no solo a él. Los redsharks también respiraron aliviados, habían evitado una catástrofe que, de haber ocurrido, muy probablemente mancharía el nombre del equipo.

Después de la presentación, los redsharks, su entrenador y Gary estaban reunidos, platicando por lo acontecido. Ámbar y Emilia estaban un poco separados de ellos.

Emilia estaba abrazando a Ámbar, ocultando el rostro en su hombro, la menor de las dos casi pudo sentir sus nervios. No la culpaba, estuvieron a punto de ser los peores de la competencia y todo por un fallo en los patines.

Mientras la seguía abrazando en un intento por reconfortarla, no pudo evitar pensar que aquello era el karma por haber arruinado los patines de Luna. Nadie se había enterado de lo que hizo, así que pensó que fue el destino quien la castigó —aunque fue Emilia la afectada principal—. Desechó la idea de inmediato. Era ridículo. Aunque es cierto que esa fue una de las pocas maldades en donde no la descubrieron. Era extraño.

Normalmente la verdad siempre salía a la luz.

Los dos equipos restantes ya se habían presentado, las dos chicas los habían visto, Ámbar con una expresión seria juzgando cada movimiento y Emilia recargada en su hombro sin prestar mucha atención.

Entonces llego el momento que todos estaban esperando: La entrega de premios.

Todos los cinco equipos estaban reunidos en la pista, con las grandes ilusiones de ser ellos el equipo vencedor.

Aquella competencia no era muy importante, no era una clasificatoria. Pero muchos equipos utilizaban esas competencias solo para acaparar la atención del público, para encontrar patrocinadores o para simplemente demostrar cuanto habían mejorado desde la temporada pasada.

En pocas palabras, era la oportunidad perfecta para lucirse.

Los jueces comenzaron con los puntajes más bajos hasta que llegaron al correspondiente tercer lugar. La medalla de plata le correspondió al equipo "Jump & Fast". El equipo, aunque decepcionado, celebro la medalla de bronce.

Ahora solo quedaban dos equipos. Ámbar permanecía con una expresión apática, ¿cómo no? sus compañeros sostenían sus manos fuertemente a la espera del resultado.

La pantalla mostraba el logotipo de los equipos, entonces, después de un dramático momento, se quedó mostrando únicamente el logo de los Redsharks.

Claro, tenía que ser.

El equipo celebró de inmediato. Los presentadores les pidieron que pasaran al pódium para que les entregaran sus medallas. Ámbar, aunque ya suponía el resultado, celebró con sus demás compañeros.

La entrega de las medallas fue de lo más aburrida, aunque técnicamente duró muy poco. Entonces llego el momento de entregar el premio al mejor patinador de la competencia.

Eso sí era interesante.

Ámbar se sentía confiada en que lo ganaría ella, pero aun así mostraría sorpresa cuando le entregaran el trofeo.

Dicho y hecho. La presentadora anuncio al patinador que se había destacado por sobre los demás, y esa persona fue Ámbar.

En el Jam&Roller/Redsharks, todos se sintieron satisfechos con el resultado, pero solo Ramiro y Luna saltaron de su asiento emocionados por la victoria de la chica. Los demás parecían dudosos o poco dispuestos a expresar su apoyo por la joven.

Los chicos observaban fijamente la pantalla al momento que Ámbar recibía abrazos de parte de sus compañeros y Gary.

Realmente nadie podía dudar del reconocimiento que se le hizo a la rubia, ella se había destacado y todos lo sabían.

Los chicos se decidieron volver cada uno a sus cosas, la competencia había terminado. No tenían por qué ver como premiaban a alguien como su ex-compañera. En parte, no querían ver la presuntuosa sonrisa que portaba Ámbar mientras el juez se acercaba para entregar el trofeo. La verdad es que era muy difícil simpatizar con una persona tan arrogante, orgullosa y soberbia como lo era Ámbar.

Pero entonces algo extraño en la pantalla los detuvo, un detalle que no pasaron por alto. Los chicos al final se quedaron observando en sus asientos.

De vuelta en la competencia, Ámbar permanecía sonriente mientras esperaba que le entregaran el trofeo. Un juez se paró frente a ella mientras las cámaras la enfocaban a ella. Entonces el juez le regalo unas pequeñas palabras que hicieron que cambiara de expresión:

—Sonríe, este trofeo te lo has ganado tú con tus habilidades y excepcionales pasos.—La felicitó.

Pero Ámbar en ese momento no lo sintió así. La chica volteo a ver a su lado, donde Emilia sonreía feliz por el triunfo.

Ahí se dio cuenta de porque no se sentía bien recibir el trofeo.

Era su mejor amiga quien merecía aquel premio, no ella.

Cuando no dudo en la pista, lo hacía ahora. Realmente estaba dudando en si aceptar el premio o no.

Habían transcurrido un par de segundos y ella seguía sin agarrar el premio, vio de reojo como Emilia la miraba con la confusión plasmada en su cara. No solo en ella, el juez también la miraba con curiosidad. ¿Por qué no aceptaba?

Al final sí se decidió en aceptar el premio, aun con la duda en su rostro.

Los presentes aplaudieron su éxito, pero entonces Ámbar volteo hacia Emilia y ocurrió algo que nadie olvidaría nunca. Tanto los chicos del roller como algunas personas en la competencia tuvieron que parpadear varias veces para asegurarse de que lo que estaban viendo era real.

Incluso en la ceremonia se notó la reducción del escándalo causado por la sorpresa.

Ámbar estaba extendiendo el trofeo hacia Emilia.

—¿Qué estás haciendo?—Murmuro Emilia con los ojos bien abiertos y sintiendo su cara toda roja por la súbita atención. No era que le molestara la atención, pero ahora esta era una situación un tanto...comprometedora.

—Para los jueces yo fui la mejor de todos, pero tú y yo...y todos el equipo saben quién se merece este premio.—

En el roller, los chicos estaban muy alborotados. Tras la sorpresa colectiva, ahora los chicos se burlaban de la expresión de Ámbar, quien intentaba dar una imagen de chica cool mientras le entregaba el premio, pero se le notaban perfectamente los nervios por tal acción.

—Si no hubiera sido por esos patines defectuosos, tú tendrías este premio, no yo.—Seguía explicándole Ámbar.

—Pero Ámbar eso fue un accidente, no importa, de verdad—

—Emilia, ese era tu paso, tú eras la estelar, tú me lo enseñaste y si no me lo hubieras enseñado jamás habríamos ganado la competencia. Si recibí este premio fue porque me vi obligada a tomar tu lugar. Vamos, tómalo, no me hagas quedar mal.—Se rio Ámbar.

Emilia, más que nada por presión, sujeto el trofeo mientras sonreía torpemente, conmovida y emocionada. ¿En serio estaba ocurriendo eso? Después poco a poco volvieron los aplausos, Ámbar le aplaudía también, con la misma expresión que tenía Emilia momentos antes.

La mayor de las dos la miro y entonces la hizo sujetar el premio también.

—Entonces fuimos las dos quienes lo ganamos. Tú también solucionaste el problema en menos de un segundo, si no te hubiera visto moverte me hubiera quedado petrificada en mi lugar. Tú también realizaste los pasos de forma impecable, así que tú también ganaste este trofeo.

Ámbar tampoco podía creerlo, le estaba aplicando su misma jugada.

—Vale, supongo que es lo justo.—Decía al tiempo sonreía negando con la cabeza.

Absolutamente nadie podía creer lo que presenciaban sus ojos. Ámbar le había cedido su trofeo a Emilia y ahora las dos lo sostenían, compartiéndolo. ¿Compartiéndolo? ¿Desde cuándo Ámbar compartía?

Entonces, tal cual y como ocurrió al final de la rodafest, todos vieron como las dos rubias levantaban el trofeo con orgullo. En aquel tiempo pensaron que Ámbar levantaba el trofeo con Emilia para burlarse del Jam&Roller, pero ahora era diferente. Lo hacía con una hermosa y sincera sonrisa que solo dos personas le habían visto.

Estas dos personas, ambos mexicanos y ambos mejores amigos, no podían sino notar un gran cambio en su persona.

Todos los presentes en la competencia aplaudían fuertemente ante la demostración de compañerismo de las dos jóvenes. El equipo de los redsharks se llevó todos los aplausos y halagos. Gracias a ese pequeño gesto, ahora no solo se estaba comentando de sus habilidades en los patines, sino de su solidaridad.

El equipo seguía en el podio, celebrando entre ellos. Emilia sonreía orgullosa a la chica a su lado. Ella ya sabía que Ámbar no era la chica mala, la villana que todos decían que era, pero jamás se esperó que su mejor amiga —quien destacaba por su gran orgullo, soberbia y egoísmo— le entregara el trofeo que ganó, diciendo que Emilia lo merecía más.

En medio de la celebración, Emilia no se pudo contener más, tomo a su mejor amiga por la cintura y la acerco hacia ella.

Ámbar se sorprendió ante el efusivo abrazo, pero no hizo nada por alejar a la chica. De hecho, ella correspondió el gesto y la abrazó de forma jovial.

Así permanecieron un rato mientras escuchaban como la gente aplaudía ante la bonita escena.

Cuando al fin se separaron, ambas compartieron las mismas expresiones radiantes.

Ámbar seguía sonriendo mientras veía la desbordante emoción de Emilia, su amiga estaba literalmente presa del entusiasmo. Nunca la había visto de esa forma, y la menor sintió un cálido sentimiento en su pecho al ver a su mejor amiga tan feliz.

La argentina compartía el sentimiento, ¿para qué negarlo a esas alturas? Ella estaba muy feliz.

Muy, muy feliz.

Sonrió de forma genuina al público, divisó a Gary quien aplaudía eufórico por la victoria aplastante de sus chicos.

Ella se rio ante otro corto abrazo que le dio su mejor amiga.

Seguía sonriendo, aun cuando Emilia se inclinó hacia ella. Su expresión no cambio ni un poco aun cuando el lugar entero se llenó de un completo silencio ante la acción de la mayor. Su sonrisa no flaqueo incluso cuando Emilia juntos sus labios con los de ella en un corto y sorpresivo beso que apenas duro unos segundos.

Ámbar seguía sonriendo porque no sabía qué hacer. No supo reaccionar, se quedó totalmente inmóvil durante el beso. La rubia cambio su expresión por una de total asombro cuando Emilia se separó de ella con una gran sonrisa en la cara.

Y aun así Ámbar no salía de su estupefacción.

No. Ámbar estaba completamente bloqueada. Lo único que su cerebro podía registrar, por el momento, era lo más evidente y lo más infructífero para su confusa mente: Emilia la había besado.

Emilia la había besado.

Vaya tardecita.














(¿Lo entendieron? "Bienvenido" porque estamos dándole la bienvenida al tema lgbt ¿Sí? xd algún día dejare de poner títulos pendejos xd) (Si alguien hace el chistesito de hacer lo que dice el titulo -y ponerlo en comentarios- lo bloqueo >:v ya basta de bullying >>:v)

¡Al fin! ¡Al fin llegó el momento que tanto quería escribir! Intente que se notara la diferencia en que como se comporta Ámbar con Emilia y cómo se comporta Ámbar con Luna. De hecho, durante varios capítulos atrás he estado escribiendo a Ámbar como alguien que no da abrazos, pero a Emilia si le correspondió el abrazo. 

Y...perdón por el cliché de que dos personas se entienden mutuamente sin la necesidad de palabras xd perdón también por lo pinche cursi que me salió el capítulo :'u perdón por el beso ambilia a quienes no les guste esta pareja :c y principalmente perdón por haber nacid- ah, no eso no :''v

Ojalá les haya gustado. (Y sí, sí fue a propósito que esto sea un "paralelo" al infame beso de Luna y Matteo en la competencia internacional).

(Pd: Giovanna Reynaud es preciosa <3 me entere que ayer cumplió 21 <3)

PD2: Les dije que Emilia se los iba a garchar a todos y no me hicieron caso >:c por cierto, puse un spoilazo en el capítulo, aunque soy tan idiota que seguro mi narración no lo dio a entender :'''v


Ahora sí, mis pendejadas:

Fue en este mismo momento en el que Ámbar...

...Comenzó a dudar de su sexualidad

(Y no me digan que no xddd)

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