16.-Días raros

Ya lo dije antes, si hago los capítulos cortos vamos a llegar al capitulo 30 sin que siquiera se tomen de las manos :c así que tengo que hacerlos largos :v

No quiero que se sienta apresurado, pero tampoco quiero alargarlo mucho, a ver si me sale xd

(Les recomiendo que vean el video "Tour por el cuarto de Ámbar" para que no se pierdan.)

Mi narración es una porquería así que para que no se confundan: Este capítulo se sitúa dos días después de que Luna y Ámbar volvieron de Cancún.

Sé que siempre digo que esto es un slow burn, pero creo que en este capítulo yo misma me puse un poco impaciente xd

Resumen: Se desarrolla una ridícula -muy ridícula- situación como si fuera el inicio de una porno bastante cutre xd quedan advertidos. ¡Ah! Y Luna abre la boca de más...de nuevo.

Advertencia: Super largo omg (yo se los adverti antes xd)














"Vivir en estos días raros

Andando entre campos minados

Morir en estos días extraños

No creo en el amor"













Luna había terminado de arreglar la pequeña biblioteca que había en la sala.

Se limpió el sudor de la frente con la manga de la vieja camiseta que estaba usando y contemplo el orden.

—Todo está más que perfecto.—Sonrió para sí misma con orgullo viendo la estancia totalmente organizada.

Se sentó en el sillón más pequeño y alcanzó su tacita de chocolate que su madre le había llevado minutos atrás.

Limpiar la casa no estaba siendo tan laborioso como pensó al principio. Bueno, aunque apenas había transcurrido dos días desde que le asignaron su castigo.

Pero hoy estaba más que emocionada: Sus padres le habían dicho que si se portaba bien le darían permiso para ir al roller. Claro, no se iba a quedar mucho tiempo, pero aun así estaba feliz.

No había podido comunicarse con sus amigos y eso la hacía sentir culpable. ¿Qué tal si ellos también estaban tan preocupados como sus padres?

Luna suspiró, se recargó en el respaldo y dejo caer la cabeza hacia atrás.

Pasaron unos segundos cuando escuchó un ruido en la sala.

Se incorporó asustada...y se asustó aún más cuando vio a Ámbar buscando quien sabe que en el librero.

¿Cuándo había llegado? ¿Por qué no escucho sus pisadas? ¿Qué hacía ahí y tan temprano?

Luna se golpeó mentalmente ante esta última pregunta. ¿Que buscaría Ámbar en un librero? Un libro no, claro. Ah, y no era secreto para nadie que Ámbar siempre se despertaba, por muy tarde, a las 7 de la mañana –Raro era ver a Luna despierta a esas horas.-.

Aun así era raro verla en su camisón para dormir ¿Acaso no sentía el frio con tan poca ropa?

Luna solo se le quedo viendo mientras la rubia le daba la espalda, inmersa en su búsqueda. La heredera achicó los ojos viendo un pequeño moretón en su espalda, aunque rápidamente quitó la vista.

La chiquilla dudó en si prestar su ayuda o no, después de todo, ella había arreglado los libros, ella sabía dónde estaban los libros. Ella podía darle lo que estaba buscando.

—Ámbar—Pronunció Luna con cuidado. Se había acercado a la rubia como quien se acerca a un pequeño animal asustado.—¿Necesitas ayuda?—

Los hombros de la mayor se tensaron inmediatamente. Le dio una mirada de desdén y eso le dolió bastante.

No se habían hablado ni interactuado desde que habían vuelto hace dos días. Claro, ¿por qué pensó que se volverían amigas de la noche a la mañana? Aunque aún tenía esa esperanza.

—No necesito ayuda, y mucho menos la tuya.—El buen humor con el que Ámbar había despertado se echó a perder. No, no necesitaba ayuda de nadie.—Hazme un favor, y déjame en paz, Sol.—

...Luna sintió como su cuerpo se enfriaba completamente.

—¿Sol?—

Ámbar volteo medio rostro.—Sol Benson, ¿no es así?—

Ahí estaba de nuevo. Esa mujer sabía que palabras usar para dejarla con un muy mal sabor de boca. Y justo había utilizado el tema que Luna tanto quería evitar.

—¿Vas a empezar con eso?—Preguntó Luna comenzando a molestarse.

—¿Qué tiene? Ese es tu nombre.—De repente parecía que Ámbar estaba desesperada buscando su libro, como si quisiera escapar lo más pronto de aquella situación. Tal vez se dio cuenta que había metido la pata.

—Claro, un nombre que me sirve de recordatorio para toda la verdad que ocultó Sharon.—

Ámbar tiro unos tres libros por accidente. El sonido del impacto resonó por la sala. La rubia se quedó quieta y rápidamente se agachó para recoger los libros, después volvió a ponerlos en su lugar. Luna la miraba mientras tragaba saliva.

No había sido su intención mencionar a aquella mujer.

—Sí, por supuesto, eso ya lo sé.—Murmuró y por un segundo sus ojos azules observaron los verdes de Luna. Después volvió a su búsqueda.

Luna se sorprendió de nuevo. Había visto tanta tristeza en sus bonitos ojos que de alguna forma le recordó a ella misma.

Tan parecidas. ¿Ámbar también se sentiría tan sola como ella?

Ámbar al fin había encontrado su libro de francés y se dispuso a darse la vuelta para subir a su habitación, pero un agarre en su brazo detuvo su escape.

—Tú y yo somos iguales.—Dijo Luna como si al fin hubiera desenterrado la verdad.—No tenemos por qué estar solas.—Pronunció en un intento desesperado para que Ámbar no huyera de ella.

Tú y yo somos completamente diferentes.—Ámbar alejo su brazo en un movimiento brusco y se alejó a paso firme.



[...]



—¡Voy a matarte si vuelves a hacer eso!—Chillaba Simón mientras le cortaba la respiración con un fuerte abrazo.—¡Y después me mato yo porque no soportaría perderte!—

—Mejor no me mates en primer lugar...—Susurró Luna casi sin aire.

—Mejor no te largues a Cancún sin avisar a nadie en primer lugar.—Le reprochó soltándola.

—¡Que sí avisé!—

—¡Dejar una notita en tu escritorio no cuenta como aviso!—Esta vez fue el turno de Nina para abrazar a su mejor amiga.—¿En que estabas pensando, tonta?—

—Oye...no me digas así.—

—Sí, tonta, al menos pudiste avisarnos, ya sabes, por mensaje ¿sabes lo que es WhatsApp, tonta?—Apareció Matteo envolviendo a las dos chicas con sus brazos.

Los chicos siguieron molestando a Luna un rato más, ella ya les había dicho que se regresaría pronto a la mansión así que debía ser veloz.

El momento de despedida ya se estaba acercando, así que Luna se despidió rápidamente de ellos, les dijo que haría lo posible por ir al entrenamiento de esa tarde, pero no podía asegurar nada.

Entonces vio a cierta rubia, parada de espaldas, despidiéndose de su recién mejor amiga, con intenciones de ir al mismo lugar que Luna.

—¡Espera, Ámbar!—Grito asustando a las personas que la rodeaban. Vio como los hombros de su prima caían, Emilia rio a su lado, como si se burlara de la otra rubia.—¡Vamos juntas!—Dijo tratando de acercarse.

Ámbar la ignoró, comenzó a caminar y salió del J&R. Luna iba tras ella pero un chico la detuvo.

—Déjala, ha estado así toda la mañana.—Decía Ramiro mientras pasaba un brazo por los hombros de Luna y después intentaba abrazarla, pero más que un abrazó parecía que trataba de ahogarla. Al no poder abrazarla apropiadamente simplemente le revolvió sus cabellos exageradamente.

—Bueno, nosotros también la estuvimos molestando mucho.—Dijo Jim jugando con las manos de Yam y mirando a Matteo con reproche. Éste se encogió de hombros.

—¿Qué? Solo le pregunte si sabía algo de Luna.—

—¿Y les dijo algo?—Preguntó Luna. Sería extraño que Ámbar les hablara de Luna, conociéndola...no lo haría.

—Se lo dijo a Jazmín.—Mencionó Delfina mirando su tablet, Jazmín bebía un licuado, observando todo, y levantó la mano ante la mención de su nombre.

—¿Cómo? ¿Y por qué a ella?—Preguntó Luna de nuevo, aún más extrañada. Ella creía que Ámbar ahora odiaba a sus antiguas amigas.

—Tal vez Ámbar aun le tiene cierto aprecio.—Dijo Emilia de repente, caminando cerca de ellos con rumbo hacia los lockers.

Luna se volteo a verla inmeditamente y, como tantas veces lo había hecho antes, la miro con desprecio. ¿Por qué se metía así en conversaciones ajenas? ¿Y por qué hablaba como si conociera perfectamente a Ámbar?

Emilia sonrió de medio lado por la reacción de Luna. Juguetonamente les guiño un ojo y les lanzó un beso en su dirección antes de desaparecer de su vista.

Yam gruño ante la acción.—Ha estado haciendo ese gesto desde que volvio.—

—¿Acaso se fue?—Luna la miro.

—Se enfermó.—Se rio Delfina.—Se ausento casi el mismo tiempo que Ámbar. Fueron los días más pacíficos que tuvimos.—

—...Ya me tengo que ir.—Se despidió Luna por última vez, aun con el ceño fruncido.

—No te olvides del entrenamiento de hoy.—Le recordó Matteo mientras Luna salía del lugar.

—Intentare hablar con mis padres.—Le dijo, aunque no estaba segura de sí la escuchó.

Patinaba hacia la mansión pensando en lo que dijo Emilia.

...Aunque no le gustara, tenía sentido. Jazmín había sido amiga de Ámbar, después de todo. Había sido una de las pocas personas que habían estado con Ámbar y que la habían soportado. No era descabellado lo que dijo Emilia.

Llegó a su "hogar" y lo primero que hizo fue buscar a sus padres. No fue difícil convencerlos de que la dejaran ir al entrenamiento. Después se subió a su habitación y se dispuso a arreglar su habitación: Esa había sido la condición de sus padres. La dejarían ir con los chicos si su habitación se encontraba perfecta.

Luna arreglaba su habitación mientras un montón de pensamientos se acumulaban en su pequeña cabeza.

Ignoró deliberadamente aquellos pensamientos que no le resultaban agradables, y sin querer se encontraba pensando en algo que le venía comiendo la cabeza desde que volvió de su viajecito.

Se encontraba a ella misma enojada con la chica rubia que tenía como "familia".

¿Por qué siempre la rechazaba? Luna nunca le había hecho nada con malas intenciones.

Luna creyó, infantilmente, que después de su viaje a Cancún algo cambiaria entre las dos, pero fue una esperanza en vano.

Esa misma esperanza había sido alimentada aquella tarde y noche cuando Ámbar la encontró vagando en Cancún.

Luna se había conmovido —casi hasta las lágrimas— cuando Ámbar había regresado por ella, en medio de una fuerte lluvia. Se ilusionó con su amistad cuando Ámbar dijo que estaba aliviada de encontrarla. Y se ilusionó también cuando Ámbar durmió en la aterradora habitación de Sharon por ella.

Pero resultaba que su prima solo lo había hecho con un interés aparte. No lo había hecho por ella.

Se sentía como una completa idiota por haberse ilusionado, ¿pero podía ser culpada? Si siempre había buscado una cercanía con Ámbar, cuando creyó obtenerla esa noche, por supuesto que se puso eufórica la mañana siguiente.

Suspiró mientras doblaba la última prenda, un suéter rosa que Luna no sabía que tenía hasta ahora.

La heredera miro con detenimiento la prenda. La desdobló y la observó bien. No recordaba tener un suéter así...rosa con letras en japonés y una palabra en inglés: "I don't care"

Como si, muy en el fondo, reconociera el suéter, lo acerco a su rostro hasta que pudo oler un dulce y frutal aroma.

Se sonrojo, avergonzada. Era tan distraída que había metido el suéter de Ámbar en su maleta al volver de México.

Se quedó completamente quieta, sin saber qué hacer.

El siguiente paso lógico era que tenía que entregar la prenda a su dueño, pero la idea parecía descabellada. Casi peligrosa.

De un momento a otro era ella la no quería ver a la rubia.

Tomó una decisión: Sin darse tiempo para arrepentirse, se puso a caminar hacia la habitación de su prima política antes de que se acobardara.

Tocó la puerta suavemente y esperó, cuando recibió un ligero "Adelante" Luna casi se puso a rezar.

"Que sea lo que Dios quiera" Fue su último pensamiento antes de abrir la puerta y asomar la cabeza tímidamente.

—Ámbar.—La llamó sintiendo un déjavu. Se sintió un poco incomoda, la última vez que estuvo en su habitación las cosas se habían puesto muy feas.

La señorita estaba acostada de lado, dándole la espalda a la puerta, pero había levantado y girado un poco la cabeza para observarla.

—Claro, ¿quién más si no tú?—Preguntó en voz alta con una risita. Parecía un chiste que solo ella entendía.—¿Qué pasa, Luna?—Preguntó mientras volteaba su cuerpo: Ahora cambien estaba acostada de lado, pero encaraba a Luna.

—Ummm...p-por accidente metí tu suéter en mi maleta y vine a devolvértelo.—

—...¿Cómo?—Susurró, más para sí misma que para Luna, otra persona que estaba sorprendida ante la torpeza de la chiquilla.—...déjalo en la silla.—Pero Luna ya se había adelantado y había caminado hasta su ropero, se detuvo en cuanto Ámbar dijo sus últimas palabras.—O bueno, mételo en el closet.—

Luna asintió y dio unos pasos más hasta llegar al ropero y abrirlo. Por un momento pensó que su prima cambiaría de opinión —como siempre lo hace.— y le gritaría por meter las manos donde guardaba su ropa. Pero no, no dijo nada.

Tal vez era estúpido, pero Luna de verdad esperaba que le dijera algo, pues se asomó a verla con expectativa.

Lo único que vio es que estaba cerrando los ojos y que otra vez había cambiado de posición: Como aquella mañana en Cancún, Ámbar estaba acostada boca abajo, utilizando sus antebrazos como almohadas.

Luna no se creyó el cuento de que estaba dormida, pero aun así intentó dirigirse hacia la salida de forma silenciosa.

Énfasis en "intentó", porque lo que en realidad hizo fue dirigirse con cuidado hasta la cama de la rubia. Luna se sentó al borde del colchón, justo al lado de ella y notó un leve movimiento en Ámbar. Recordando ese día en Cancún, dos de sus dedos recorrieron lentamente la espalda de la rubia. Inmediatamente Ámbar volteo a verla.

—¿Qué te pasa, eh?—Le preguntó mientras Luna aparataba las manos, como si nunca hubiera hecho nada malo con ellas.—¿Desde cuándo tienes esa mala costumbre de tocarme mientras duermo?

—No estabas dormida.—Se desvió de la pregunta. Justo en ese momento se dio cuenta del porque Ámbar se había quejado de dolor ese día en Cancún y de porque tenía un moretón esta mañana. Debió haberlo notado antes, tal vez por eso Ámbar evitaba acostarse boca arriba.

—Sabes bien a que me refiero.—

—Perdón.—Le contestó Luna con una sonrisa inocente, como quien no rompe ni un plato.—Pero me acorde que te dolía la espalda, ¿Aún te duele?—

—Fíjate que eso no es de tu incumben- ¡Ah! ¡Ouch! ¡Luna!—

—¿Ves?—Le dio una sonrisita, con sus manos haciendo presión en su espalda.—¡Sí te duele!

—Yo no dije lo contrario, solo dije que no es algo en lo que debas meter tus narices. Ahora aleja tus manos de mi.—

—......pero te duele...déjame ayudarte.—

Otras vez las palabras incorrectas. Ámbar hundió la cabeza en la almohada, harta de la chiquilla.

—Al menos déjame darte un masaje.—

Ámbar volteo el rostro rápidamente.—¿Un qué? No, ni hablar, Si me dieran a escoger entre que me des un masaje y romperme la espalda, elegiría la muerte.—

—¡Eso ni siquiera tiene sentido!—

La rubia nuevamente hundió la cara en el suave cojín.

—Habla por ti; para mí sí tiene sentido.—

—Vamos~—Insistió Luna.—Te juro que no te vas a molestar, doy excelentes masajes, mis manos son mágicas~—De repente sus ojos se toparon con un pequeño frasquito de color muy llamativo que reposaba en el tocador. Sin perder tiempo se levanto y lo tomo en sus manos. Volvio con Ámbar mientras observaba la etiqueta.—Mira, hay una crema para los golpes...Puedo ponertela y así vas a estar mejor en poco tiempo.

—¿Qué parte de "prefiero morir" no entendiste? Mucho menos dejaré que me pongas esa cosa.—

Luna nuevamente puso una mano en la espalda de Ámbar e hizo presión. Era una estrategia muy, muy sucia, pero si ella no lograba convencerla, esperaba que el dolor sí.

La castaña vio como Ámbar se revolvía incomoda, tratando de no quejarse.

—No puedo creer que seas tan orgullosa. ¿Si de verdad prefieres morir entonces no debería darte igual el masaje?—Luna se dedicó a observar el ungüento, sus dedos recorrieron el producto y se dio cuenta de algo. Lo abrió para confirmar algo...—Ya está abierto pero también está casi lleno...¿De casualidad intentaste ponértela tú sola?—Luna no pudo evitar sonreír, la imagen de Ámbar tratando y luchando por ponerse esa crema en la espalda le bastaba para hacerle la tarde.

—No.—Mintió la joven rubia de forma descarada.

—Está bien, está bien, no te pondré la crema, al menos déjame darte el masaje por sobre la ropa ¿por favor?—

—......Haz lo que quieras.—Se rindió la mayor.

"Bingo"

Había logrado hartarla hasta convencerla, esa era una muy buena estrategia para que Ámbar hiciera algo –o en su defecto, que permitiera algo-. Otra forma era rogándole pero Luna no tenía ganas de humillarse ese día.

Puso manos a la obra. Literal.

Luna comenzó a frotar sus dedos en la espalda de Ámbar. Lo hacía suavemente, no queriendo lastimar aún más a la otra chica.

A Luna no le molestaba en absoluto prestarse para hacer masajes. Los hacía con gusto y de alguna forma estaba acostumbrada. Normalmente de esa forma ayudaba a su madre cuando estaba muy estresada. Pero era fácil, su madre obedecía cuando Luna le pedía que descubriera sus hombros, para darle un masaje apropiado. Ámbar jamás la iba a obedecer y a decir verdad, Luna deseaba aplicarle el ungüento, además de que tenía curiosidad por ver el golpe.

La mexicana se quedó admirando el curioso diseño de la prenda.

—¿Cómo abrochas esto?—Preguntó. Aquella era una camisa que parecía dos tallas más grandes a la talla de Ámbar, pero eso no fue lo que llamo su atención. El detalle, que incitaba a Luna a realizar algo peligroso, eran los botones en su parte trasera.

La chiquilla bien podría desabrocharlos, pero era una apuesta muy arriesgada.

—No lo hago.—Respondió Ámbar con una extraña y suave voz ante oídos de Luna.—Es lo suficientemente holgada como para que me la ponga sin la necesidad de abrocharlos.—

—Hmm-mm.—La castaña asintió distraídamente. Sus manos habían comenzado a tomar..."un rumbo diferente".—....Hueles demasiado dulce...como a fresas, ¿cómo es eso posible?—

—Tal vez sea mi shampoo, o mis perfumes, quien sabe.—Respondió de nuevo con esa suave voz, parecía que se estaba quedando dormida.—Me sorprende que apenas te estés dando cuenta.—

Luna no respondió inmediatamente, estaba inmersa en su misión.

—Bueno...no siempre he estado tan cerca de ti como en estos días.—Dijo, tanto metafóricamente como literalmente.

—Eww.—Casi se quedaba dormida. Aunque no estaba contenta, pues había entendido el doble significado de las palabras de Luna.

Medio cerrando los ojos, no podía creer que de verdad estuviera quedándose dormida. Al final iba a resultar que Luna sí tenía manos mágicas.

Mientras tanto, Luna ya había desabrochado unos cuatro botones de la camisa de Ámbar.

Solo le faltaban dos.

...Honestamente se sorprendía por haber llegado tan lejos. Ella se pensaba que con el primer botón Ámbar se daría cuenta y la echaría a patadas de su habitación.

Una taza no era lo que la rubia le iba a estrellar en la cabeza si se daba cuenta de lo que hacía.

Y, ¿para qué mentir? Luna también se sorprendió de sí misma, pues mantenía una expresión bastante tranquila y serena pese a que estaba quitándole la camisa a alguien. Incluso había logrado hacerle un poco de platica mientras desabrochaba su camisa.

Pero bueno, la situación no era de-ese-tipo.

Y ya que se estaba sincerando con ella misma: Luna pensó que la primera persona a la cual ella le quitaría la camisa sería Matteo, pero...tsss las cosas cambiaron para bien.

Luna al fin desabrochó el último botón. Ya que había comenzado de abajo para arriba, ese último botoncito era el que impedía que la camisa se "abriera" a los costados. Ahora ya no era así. La espalda de Ámbar quedo completamente descubierta, bueno, quedaba la parte trasera de su sostén, pero eh, ese era territorio que Luna no iba a pisar.

Ámbar inmediatamente sintió lo que había ocurrido. El sueño se le fue de golpe y decir que se sorprendió fue poco.

Luna se detuvo unos momentos, lista para recibir el regaño de su vida. Estaba viendo la nuca de la otra joven y sintió como su cuerpo se tensó.

—¿Hiciste lo que creo que hiciste?—Preguntó casi como si estuviera conteniendo las ganas de matarla.

—...Bueno, no podía darte un buen masaje con eso estorbando.—Decía mientras se mordisqueaba el labio por los nervios.

Sin querer recorrió la blanca espalda de Ámbar de arriba abajo con sus ojos y...de pronto su mirada se detuvo justo en la zona debajo de sus omoplatos.

—¿Cómo demonios te lastimaste así la espalda?—Preguntó escandalizada mientras rápidamente alcanzaba la crema y comenzaba a aplicarla en los feos moretones que tenía la joven.

Ámbar se quejó.—Adivina, sinvergüenza.—Le reprochó.—Fue en Cancún, cuando te lanzaste hacía mí en plan kamikaze, ¿te crees que no duele caer en el filo de los peldaños de una escalera?—

Luna no le contestó, estaba muy ocupada sintiéndose como la peor basura.

Ya se sentía culpable por haberle destruido el móvil, ahora se sentía peor al ver el daño que le había provocado.

—Perdón...—Susurró sin poder contenerse.

Todo lo que había estado guardándose durante esos días parecía querer explotar ahí mismo. Tal vez necesitaba de una pequeña cosa más para hacerla sacar lo que llevaba dentro. Y ese había sido su punto de quiebre.

—Perdón, lo siento, nunca quise molestarte, nunca fue mi intención hacerte pasar por un mal rato. No quería que salieras lastimada por mi culpa...y ni siquiera dijiste nada, no dijiste que te dolía...oh, dios, lo siento mucho.—Balbuceaba, con su voz temblorosa mientras intentaba aguantar las lágrimas.

Ámbar de nuevo se había sorprendido. No esperaba esa reacción.

—...Estoy bien, Luna.—Ámbar no sabía muy bien que decir o que hacer. La chiquilla parecía fuera de sí. La disculpa de Luna sonaba muy general...no parecía que se estuviera disculpando solo por el golpe.—No te lo eche en cara porque no me dolía...¿No te dije antes que no debías disculparte conmigo?—

Sí, Ámbar nunca había sido buena para consolar a las personas.

—Aunque digas que estas bien...si pudieras verte...si pudieras verte.—Acaricio de nuevo los moretones suavemente.—Y fue mi culpa, de verdad me merecía todo lo que me dijiste ese día...solo soy una carga—

Bueno. Ámbar comenzaba a molestarse.

Si Luna trataba de hacer que sintiera compasión, no lo estaba logrando. Si Sol quería hacerse una mártir, allá ella; Ámbar no la iba a soportar.

Simón y Matteo podían serlo, pero ella no sería el paño de lágrimas de nadie.

Ámbar ya no quería escucharla, no le interesaba, quería correrla de su cuarto, decirle que se fuera a lloriquear a otra parte porque Ámbar no estaba para soportar esos "berrinches".

Pero no podía. Ámbar sabía perfectamente que no se sentiría bien haciendo eso. Pero tampoco sabía cómo consolarla.

Qué problema.

—...¿Por eso te fuiste de la mansión? ¿Por qué te sentías como una "carga"?—Preguntó lo primero que se le vino a la mente.

—¿Qué? No...no. Me fui...porque no quería estar en esta casa.—Confeso Luna en voz baja.—Pero eso no importa ya. He terminado con el masaje así que y-ya puedes ponerte tú- —

—¿En serio? Me mareas con esa cantidad de lamentos y ahora ¿De verdad te quieres ir así?—

—...No...no entiendo...—

—Acepte que me dieras el masaje, lo justo sería que me dijeras la verdad, ¿no?—No se sintió del todo bien usar aquel chantaje emocional, pero Luna al menos ya no estaba lagrimeando, ¿quién sabe? tal vez hasta le estaba haciendo un bien.—Si de verdad te sientes tan culpable por lo que pasó, ¿porque no decírmelo de una vez por todas? pero si no quieres decirme, supongo que no te puedo obligar. Solo no vengas a quejarte conmigo y a huir después de soltarme esas barbaridades.—

Luna se lo pensó por unos momentos. Ahí estaba de nuevo, tratándola de forma amable. O bien, amable a su manera. Ámbar estaba ahí y parecía dispuesta a escucharla. Aquella era una propuesta irresistible.

—No me sentía bien,.......Aunque esta es mi casa, no se siente así. Hasta la fecha no me siento bien aquí...por eso quise ir a Cancún, para alejarme un poco. Eso es todo.—Se arrepintió a último segundo. Al final no podía decirlo.

Ámbar se rio un poco, para sorpresa de Luna.

—Entiendo que Cancún es un hermoso lugar, cualquiera desearía ir ahí más de una ocasión, pero sé que no te fuiste solo por eso.—

—Vaya, ahora todo lo sabes, ¿qué te hace decir eso?—

Por favor, es obvio que esa es una verdad a medias. Vamos, dame un poco más de crédito, Lunita: lo sé porque yo misma soy una mentirosa compulsiva. Reconozco una mentira cuando la escucho.—

Luna se quedó callada, el masaje había quedado en segundo plano y solo mantenía sus manos sobre la espalda de la otra joven. ¿Confesarle a Ámbar lo que la agobiaba?

—¿Me vas a decir la verdad, o solo estoy perdiendo mi tiempo contigo?—Parecía que la rubia comenzaba a impacientarse, por lo que a Luna no le quedo de otra...

Suspirando pesadamente, por fin habló.

—Fue por Sol Benson.—Admitió. Se sentía raro decirlo así, era como si hablará de otra persona.—De repente...sentí el peso que conllevaba tal nombre...es que...¿te imaginas? "La heredera de la familia Benson al fin había aparecido". Sí, claro, la gran Sol Benson.—Se burló.—...De alguna forma sentí que todos estaban esperando grandes cosas de mí. Sentí que debía cumplir con cierto deber, aunque incluso yo no tenía idea que deber era ese......Sentí...que debía cumplir con las expectativas de todos. Por eso hui, porque me hizo sentir- —

—Atrapada.—Completo Ámbar por ella.—Atrapada porque no podías fallar, simplemente no debías fallar. Conozco muy bien ese sentimiento; el sentimiento de ser el modelo perfecto.

Luna la miraba con ojos sorprendidos.

—Sí...exactamente...y...Es solo que...no sé qué hacer—Se rio sin ganas.—...no lo sé y tengo mucho miedo, sé que suena ridículo pero...decepcionarlos...es mi mayor miedo...¿Cómo podría no decepcionarlos? pero ya lo hice...no puedo cumplir con sus expectativas, no puedo complacerlos—

—¿Complacerlos?....mejor no lo hagas.—Le respondió como si fuera obvio.—No pienses en complacerlos, porque nunca vas a lograrlo. Tampoco pienses en alcanzar la perfección, nunca vas a alcanzarla.—

Ámbar realmente no pretendía darle ni un consejo ni regalarle dulces mentiras, tampoco pretendía darle palabras de apoyo. Aquello fue algo que simplemente escapo de sus labios. Era algo que quería sacar desde hace mucho tiempo.

Luna por un breve momento pensó que era una de sus típicas amenazas, pensó que trataba de amedrentarla, pero no era así.

Ámbar Smith, esa misma persona que la había retado y que le había puesto piedras en el camino para que tropezara, ahora le estaba dando consejos aunque ella misma no se diera cuenta.

¿Acaso Ámbar era consciente de lo que estaba diciendo? ¿Acaso sabía lo que implicaba? ¿Acaso imaginaba lo que le provocaban sus palabras?

Probablemente no, de otra forma sabría —o habría previsto— la reacción eufórica de la heredera y, consecuentemente, no habría dicho lo que dijo.

Porque esas palabras, si bien no le aclararon el panorama ni le cambiaron la vida, sí que le hicieron sentir un extraordinario alivio. Como si se hubiera quitado un peso de encima. Era un pequeño avance, pero era justo lo que Luna necesitaba escuchar.

Como siempre le ocurría cuando estaba desbordante de alegría, actuó sin pensar; se echó hacia adelante y abrazó efusivamente a Ámbar por los hombros. Cerró los ojos y casi se acurruco en la otra chica.

—Gracias...—Susurró, derramando alegría, justo al lado de su oreja.

Esa alegría, como siempre le ocurría, le duró poco: Ante su inesperada pero esperada acción, los músculos de Ámbar se tensaron inmediatamente. Su cuerpo entero gritaba la palabra incomodidad.

Luna se alejó de inmediato, pero sus manos seguían en los hombros desnudos de su prima.

"Oh, no"

Sí, oh no, lo había echado a perder de nuevo. Se las había arreglado para echar a perder el bonito momento que estaban compartiendo, y todo porque no supo controlarse.

Ámbar alcanzó a voltear el rostro y la miró. Estaba con ojos bien abiertos, estupefacta, pasmada. Sin pensarlo bien se había girado, -sosteniendo fuertemente su camisa, claro- por lo que ahora podía ver a la chiquilla perfectamente.

Para Luna, eso agravio el problema.

¿Por qué Ámbar no le decía nada? ¿Por qué se quedaba viéndola así, como si Luna hubiera hecho la cosa que ella menos esperaba? Luna tampoco decía nada, nunca había visto a Ámbar con esa expresión, nunca había visto a Ámbar sin saber qué hacer. Y en un terrible momento como ese, aun así se las arregló para admirar esa expresión.

Se veía tan confundida que hasta daba ternura.

—...em, ¿Ámbar? Jaja, lamento mucho haberte incomodado, no era mi-...—Se quedó callada de golpe.

Al ver la perfecta clavícula de Ámbar al descubierto se arrepintió de muchas cosas: Se arrepintió se haberle desabrochado su camisa, se arrepintió de su osadía al ofrecer un masaje, se arrepintió de haberse quedado, se arrepintió de haberla tocado cuando "dormía". Se arrepentía de todo. Había comenzado a desvariar, comenzaba a pensar cosas que no venían al caso y que la hacían confundirse.

Oh...Y-yo...eh...lo siento, no quise- no...no quise...—Trago saliva con dificultad mientras sus ojos recorrían por completo la figura de la joven. Cuando se dio cuenta de lo que hacía, dio un salto fuera de la cama y se paró, casi se estrella con el tocador de Ámbar si no fuera porque primero chocó con la silla.

Ámbar seguía mirándola con la misma expresión. Luna la miro de nuevo, tanto tiempo queriendo cerrarle esa linda boca, y cuando quería que hablara ¡no lo hacía la señorita!

—¡Ya me tengo que ir, tengo entrenamiento con el equipo!—Grito nerviosamente.

No tenía por qué darle explicaciones a Ámbar, pero aun así lo hizo. Se dio media vuelta y camino apresuradamente a la puerta sin mirar atrás.

Salió de la habitación y se echó a correr cuando apenas había dado un paso afuera. Bajo corriendo las escaleras y llegó hasta la sala. Casi se tira en el sillón y ahí se dio el lujo de relajarse, pero su mente divagaba de nuevo. Se sentía abrumada por lo que acababa de ocurrir.

Ahí, en su soledad, se daba cuenta de cuanta cercanía había tenido con la rubia. No físicamente, sino emocional. Era raro, era como un sueño, un sueño hecho realidad, y sí, tan ilógico como uno, tanto que llegaba a ser abrumador.



[...]



Se equivocó un par de ocasiones en la práctica de ese día, pero no fue nada fuera de lo normal.

Simón le había echado miraditas de vez en cuando; Después de la conversación que tuvo con Ámbar, Simón y Matteo habían aparecido de repente en la mansión, y para colmo habían visto su extraño comportamiento. Al final se las arregló para que dejaran de preguntar, y tal parecía que Matteo no seguiría con el tema, pero Simón era otro caso.

Su mejor amigo a veces la miraba como si tratara de analizarla, el chico trataba de disimular y aunque disimular se le daba bien, esta vez era muy obvio.

Luna le restó importancia y lo atribuyo a la preocupación que su amigo siempre sentía por ella. O porque algo le estaba molestando y se estaba poniendo paranoico. Simón era muy bueno para ponerse paranoico -por no decir obsesivo- por cosas insignificantes.

Con Ámbar todo iba de maravilla, nótese el sarcasmo.

Había pasado cuatro días desde su encuentro, y cada una evitaba estar cerca de la otra, pero por, ya sea una mala broma de la vida o una cruel coincidencia, siempre terminaban chocando entre sí mismas. De alguna forma siempre terminaban juntas en los mismos lugares.

Si Luna fuera tan supersticiosa como Simón, pensaría que aquello era cosa del destino, pero la heredera sabía que era lógico que se toparan de cuando en cuando, pues, como una vez le dijo su querido mejor amigo: Las dos vivían en la misma casa y las dos frecuentaban los mismos lugares. Era ilógico pensar que no se toparían frente a frente en más de una ocasión.

Justo como en ese momento.

Gary había accedido a que el J&R usara la pista por una vez, Juliana lo había convencido y ahora todos estaban reunidos en el lugar.

Los redsharks ya habían terminado su entrenamiento y poco a poco se dirigían a las gradas a descansar un poco.

Ámbar se había quedado un ratito más y ahí se habían encontrado, patinando cara a cara. Esta era la primera vez, en esos cuatro días, que ninguna de las dos huía de la otra.

—¡Luna!—Las dos voltearon hacia las gradas. Simón las observaba, con ceño fruncido, como si tratara de encontrar algo.

Luna casi patino hacia él para saludarlo, pero Juliana entro a la pista dando unos aplausos para llamar la atención de su equipo.

—¡Muy bien, chicos! ¡No tenemos mucho tiempo así que debemos comenzar el entrenamiento ahora! ¡Acérquense todos!—

Los chicos obedecieron la orden lo más rápido que pudieron; Ahora todos los redsharks estaban sentados en las tribunas, ya sea platicando entre ellos, o usando sus celulares.

Ya que el equipo solo contaba con una hora para usar la pista, el entrenamiento fue intensivo. Juliana no tuvo ni la más mínima consideración con su equipo.

Ya casi al final de su entrenamiento, Gary entró y se quedó en la entrada, curioso por el equipo rival. Juliana fue a su encuentro en cuanto lo vio.

—¿Qué opinas?—Le preguntó la entrenadora en voz baja, aunque realmente no le importaba mucho su opinión, pues Juliana consideraba esa coreografía como un "producto no terminado", pero era como una costumbre entre los dos pedir la opinión del otro.

—¿No crees que son unos pasos un poco sencillos para que lo usen en una competencia? y peor aún, que los use la protagonista.—Gary le respondió a Juliana con una baja voz, pero los chicos lo escucharon perfectamente.—Son unos pasos muy básicos para la estelar, eso deberías saberlo, ¿no es así entrenadora?—Terminó con algo de burla.

Su pequeño juego de molestar al otro había comenzado, pero antes de que Juliana le respondiera, Luna se le adelanto.

—En primera, estos pasos ni siquiera son los pasos que usaremos en la coreografía, y ¿por qué hablas de "básico" cuando tu protagonista no puede ni dar un giro sin tropezarse?—Inquirió Luna enojada, sus demás compañeros apoyaron su enojo.

—¡Luna!—La regañó su entrenadora poniéndose nerviosa. A diferencia de los redsharks que ya se habían acostumbrado, los del Jam&Roller no tenían idea de que Gary y ella así se trataban a diario, por lo que tenía sentido que encontraran ofensivo el comentario que hizo el hombre.

Efectivamente, los chicos se habían molestado, en especial Luna. ¿Gary que sabía, de todas formas? Y la forma burlona con la que se refirió a Juliana era tan molesta.

—¿Qué te pasa? ¿Tienes algún problema conmigo?—El chico que había sido elegido como protagonista intento levantarse de las gradas para ir a enfrentarse cara a cara con su rival directo, pero Ámbar, sentada a su lado y observando su celular como si no le importara la discusión, le puso una mano en el hombro obligándolo así a quedarse en su lugar, y sin dejar de observar la pantalla de su aparato.

—Solo digo que tus pasos no llegan ni a lo básico.—Dijo la castaña fingiendo inocencia. Sus compañeros, sin poder evitarlo, soltaron una risita. Vio que Ámbar y Emilia también sonrieron pero rápidamente borraron esa expresión.

—Si piensas que esos pasos son básicos, entonces de verdad no viste nada de nuestro entrenamiento, ¿te piensas que estaría en los redsharks de ser tan básico como aseguras?—Se defendió el protagonista de los redsharks.

¿Y por qué era él el protagonista y no Ámbar o Emilia, si ellas eran las mejores del equipo? Simple: El protagonista había sido elegido cuando Ámbar se había ido a Cancún —ella se fue, sabiendo que si se iba lo elegirían a él o a su amiga.— y porque Emilia había enfermado esos días, por lo que también había estado ausente.

—Tal vez al final seas tú quien haga perder a su equipo, ¿Quién sabe? Si te tienen a ti como principal, con ese nivel tan bajo, entonces no va a ser muy difícil que le ganemos a los demás redsharks.—Siguió Luna con sus provocaciones.

A este punto los 3 miembros de los redsharks estaban de pie, listos para ir a la pista y enfrentarse al J&R. Ámbar y Emilia seguían en su mundo. Mientras tanto, Matteo y Simón estaban cada uno al lado de Luna con cara de pocos amigos mirando al equipo rival. Delfina, Jim y Ramiro estaban detrás con las mismas expresiones hostiles.

Gary dio un paso al frente.—¿Ganarle a mis redsharks?—Preguntó él con incredulidad.

—Sí, ganarle a los redsharks.—Simón repitió lo que había dicho su amiga.

—Como otros equipos ya le han ganado a tu pequeño equipo de surf.—Completo Matteo con ironía, con todo el rencor que había estado guardando.

Esta vez las dos rubias sí estaban poniendo atención. Emilia sonreía ampliamente disfrutando de la "carnicería" y Ámbar luchaba por no sonreír como su amiga. ¿Qué estaban haciendo esos tontos?

—¡Matteo, Simón! ¡¿Ustedes también?! ¡Se callan todos de una buena vez!—Los regañó Juliana, pero la reprimenda quedo en segundo plano, nadie le hizo caso.

—Qué bueno que estén tan bien informados.—Gary se rio sin alegría.—No deberían hablar tan confiadamente, chicos. Mis redsharks a lo mejor y les dan una gran sorpresa.—De nuevo intentaba mantener la calma. Claro que estaba molesto, habían insultado al equipo del cual él estaba tan orgulloso.

Luna se rio como con burla.—Incluso Ámbar y Emilia nos darían más pelea, pero realmente sin ellas no son nada, ¿eh?—

Ámbar medio sonrió mientras negaba con la cabeza. Parecía decepcionada por el pobre argumento anterior.

—Luna, guarda silencio ya.—Le pidió Juliana nuevamente.

Gary suspiró y después la miro con esa cara de arrogancia suya. No le gustaba discutir, y mucho menos con niños, pero ella se lo había buscado.

—¿Quieres hablar de eso? Bien, y esto también lo hago para ayudarte, Luna, pero ya que sacaste el tema, ¿tú crees que habrías llegado tan lejos sin que tu equipo te ayudara?—Luna de repente se sintió intimidada, el tono de Gary era cruel, y aunque otras personas habían sido más crueles con ella, no quitaba el hecho de que le dolía.—Usando tu pequeña lógica, no eres nada sin Matteo y Simón a tus espaldas, ¿crees que en la rodafest habrías ganado el patín de cristal sin ellos? ¿Crees que lo habrías ganado con tus propias habilidades? ¿Sin ese pequeño paso final? Ni en sueños lo habrías ganado tu sola, por tu cuenta.—

Después de eso, Gary se dio media vuelta y se fue de la pista echando humos. Juliana suspiró pesadamente, le echó una mirada a Luna para asegurarse que la menor estaba bien y luego se fue tras él.

La entrenadora volvió diez minutos después y se encontró al J&R patinando de forma dispersa en la pista, los redsharks también patinaban pero ellos estaban juntos. Luna estaba alejada de todos haciendo freestyle.

Juliana froto sus sienes. ¿Por qué estaba rodeada de adultos jóvenes que se comportaban como niños? Entendía la reacción de todos, y todo fue causando por un comentario que fue malentendido.

No tenía de que preocuparse por Gary, sabía que su orgullo había sido herido pero él estaría perfectamente bien en unos minutos. Luna, por otra parte, tal vez se había llevado la peor parte. ¿Le habría afectado lo que dijo el dueño de los redsharks? Probablemente sí, probablemente le estaba dando vueltas a sus palabras, pues sus movimientos eran torpes y apenas si lograba salvarse de las caídas. Algunos redsharks de vez en cuando lanzaban comentarios llenos de sarcasmo dirigidos a ella.

Tenía intenciones de hablar con la menor, pero entonces vio como una rubia muy conocida se acercaba a la que fue su rival.

Luna estaba ida. Lo que dijo Gary la dejo pensando, esas palabras hacían eco en su cabeza y no podía concentrarse en la pista, pero se rehusaba a irse, no cuando aquellos odiosos de los redsharks se burlaban de ella por su torpeza. Se sorprendió cuando alguien paso rápidamente frente a ella, creyó que sus amigos le harían caso cuando dijo que quería patinar sola, pero no, no era alguno de sus amigos.

—Ya sabes...él solo estaba molesto porque su equipo de surf, tal y como dijo Matteo, no ganó todos los trofeos.—Patinó Ámbar a su lado.—Realmente lo hiciste explotar, debo reconocértelo: no es algo que ocurra con facilidad.

Luna quiso reírse, pero solo se quedó viendo el suelo, pensativa.

Ámbar se paró justo en frente de ella haciéndola detener, la miraba ladeando la cabeza, "tratando de comprenderla".

—Me pregunto ¿por qué te ves tan devastada? ¿Lo que dijo Gary de verdad te afecto?—Preguntó con una sonrisa y mofándose de la desgracia ajena. Los demás, que habían estado pendientes desde que la rubia se acercó, se pusieron alerta.—Si de verdad te creíste lo que dijo, entonces con mucha razón eres lamentable.—

—Ámbar, vete de aquí, de una vez.—Intervino Juliana desde lejos.

La rubia sonrió maliciosamente.

—No me vengas con eso, Juliana, bien sabes que tú ya no puedes prohibirme estar aquí, ya no más.—Dio un paso más cerca de la castaña quien estaba confundida con el nuevo pleito. Todo se había ido al demonio en un segundo.

—Ámbar, aléjate de Luna, por favor.—Pidió Simón acercándose rápidamente a su amiga.

—Oh, ¿podrá el caballero de brillante armadura salvar a la damisela en peligro?—Ámbar sujeto la mano de Luna y se acercó sin perder la sonrisa. Como si estuviera burlándose de todos los que estaban preocupados por la castaña.

Matteo patinó velozmente del otro extremo de la pista, listo para separar a Ámbar de Luna a como diera lugar. No solo él, Delfina también se acercaba, pero fueron interceptados por Emilia quien sonreía a la par que su amiga.

—Ugh, vaya grupito de montoneros, ¿por qué todos se ponen en contra de una indefensa dama completamente sola?—

—¿Indefensa?—Cuestiono Ramiro con incredulidad.—Ámbar es todo menos indefensa, por eso nos ponemos así.—

—¿Y se hacen llamar hombres?—Criticó uno de los redsharks acercándose también.

—El género no tiene nada que ver aquí. Ellos tan solo están defendiendo a alguien que lo necesita, no es tan difícil de entender.—Decía Nina quien se había levantado de las gradas y ahora estaba pegada a las barras de seguridad.

—Vale, lo entiendo, ahora díselo alguien a quien le importe, bonita.—Replicó Emilia mientras patinaba hasta llegar con Ámbar.—

—Es nuestro deber separarlas antes de que las cosas se pongan feas.—Opino Simón.

—Creo que las dos ya están lo suficientemente grandecitas como para arreglarlo por su cuenta, ¿no lo creen?—Emilia sonrió de lado.—Francamente me da igual, más importante, ¿por qué todos parecen tan dispuestos a atacar en cualquier segundo?—

—¿Qué, acaso no ves que Ámbar claramente intenta provocar a Luna?—Cuestiono Delfina, Jazmín intentaba apoyarla, pero se mantenía oculta detrás de su mejor amiga.

—No, yo estoy viendo algo más interesante...—Emilia arqueo una ceja y le medio sonrió a la pelinegra frente a ella.—...pero, esto es entre Ámbar y Luna, ¿por qué no las dejamos resolverlo solas? Si Ámbar no ha asesinado a Luna en la mansión, cuando están solas, dudo mucho que lo haga ahora en público.—

Los más cercanos a las dos rubias problemáticas se lo pensaron un poco, pero al final accedieron.

—Bien, vamos, vamos.—Decía Emilia mientras pasaba una mano por la cintura de Jazmín....para alejarlos personalmente. La más alta no dijo nada ante la acción pero Delfina sí la jalo de un brazo para separarlas.

Emilia se volteo y le guiño un ojo a Ámbar mientras se alejaba con los demás. Su amiga sonrió levemente antes de regresar su mirada a Luna, quien parecía haber ignorado toda la pequeña discusión para dedicarse observar a Ámbar con el ceño fruncido.

La mayor de las dos comenzó a patinar lentamente, como seguía sosteniendo la mano de Luna, la llevo consigo.

—Eres una llorona, mira lo que provocaste...—Le reprochó ligeramente haciendo referencia al pleito anterior.—Se piensan que eres como frágil hoja que se romperá al contacto, cuando en realidad eres todo lo contrario, ¿no es cierto?—

—¿Te refieres a cuando te tacklee?—Bromeó aunque permanecía seria, no importándole que los demás se enteraran.

Ámbar ignoró las miradas de sorpresa y siguió patinando, dando vueltas por la pista..—Sí, a eso me refería.—

Luna no despegaba la mirada de ella, Ámbar estaba actuando raro y estaba asustándola. ¿Cómo no estar asustada? ¡Le estaba agarrando la mano!

¿Qué había pasado con toda la incomodida que había entre las dos? Ámbar había estado evitándola como la peste y ahora estaba guiándola...¿a que? ¿Qué estaban haciendo? ¿Danzando? ¿Realizando un ritual?

Luna se asustó más y desvió la mirada hacia los amigos que le ponían atención, o sea: Simón, Delfina y Jazmín. Los tres parecían tan confundidos como ella. ¿Qué había ocurrido con la Ámbar que todos conocían? Luna devolvió la mirada a Ámbar cuando ésta soltó su mano.

Ámbar comenzó a patinar lejos de ella, mientras la miraba con sorna. Eso ya no le gustó a la menor.

—Parece que no puedes seguirme el ritmo.—Ámbar patinó con un poco más de rapidez. Luna inconscientemente trató de ponerse a su altura. ¿Cómo lo hacía? patinaba de espaldas y parecía que sabía perfectamente por donde iba.

Ámbar se rio.

—¿Realmente crees que con eso vencerás a los redsharks? ¿Quién tiene los pasos básicos ahora?—El equipo redshark se burló ante la ironía.

Ante esto, la sonrisa de Ámbar se amplió mientras Luna miraba al grupo con asco.

—¿Escuchas eso? Tengo la impresión de que estas quedando como una tonta ante mi equipo. Pareciera que Gary tiene razón.—Dijo antes de alejarse un poco, casi como si tratara de que Luna viera su imagen de forma perfecta. Después realizo un truco con un buen grado de dificultad: realizo un "camel spin" con una ligera variación de forma perfecta. Al terminar su equipo la vitoreo y ella miró a Luna con altanería.—¿Siquiera puedes copiar mis movimientos?—

Luna sentía sus manos temblar de enojo. Estaba muy harta de las niñerías de Ámbar, porque eso era lo que estaba haciendo, se estaba comportando como toda una cría ¿La había buscado solo para burlarse de ella? Claro, no debió esperar menos de Ámbar.

Estuvo a punto de darse media vuelta e irse sin armar un escándalo, pero ella también tenía orgullo, así que hizo lo que Ámbar quería que hiciera. La única forma de cerrarle la boca a Ámbar era realizando aquel paso que hizo y vencerla en su propio jueguito.

Así lo hizo, realizo exactamente el mismo truco -Aunque Luna sabía que de alguna forma no había sido igual. Aunque ambas hicieron lo mismo, se veía diferente-.

Sin embargo, Luna estaba muy satisfecha. Los redsharks por fin se habían dignado a cerrar la boca y la soberbia expresión en el rostro de Ámbar había desaparecido.

La heredera la miro como Ámbar lo había hecho momentos antes. Ésta estaba inexpresiva, pero entonces una sonrisita nació de sus labios. Parecía muy conforme...casi feliz, aunque la malicia seguía notándosele en los ojos.

Ámbar aplaudió lenta y brevemente al tiempo que se acercaba.

—Muy bien, Lunita. Lo has hecho increíble.—No acostumbrada a los halagos de Ámbar, Luna al principio pensó que era sarcasmo. Ámbar la rodeo y se detuvo detrás de ella, después puso sus manos en sus hombros. Luna no lo vio, pero la rubia miraba socarronamente a sus propios compañeros de equipo, sin contar a Emilia.—...¿Ves? Y lo hiciste tú solita, por cuenta propia...Sin Simón ni Matteo.—Lo dijo lo suficientemente alto como para que todos escucharan.

Luna abrió sus ojos y su boca formó una pequeña "o". De nuevo se sintió rebosante de alegría y se contuvo para no sonreir como una idiota ante lo que había ocurrido.

No se lo creía, ¿Ámbar la había defendido? ¿Qué clase de dimensión era aquella?

—Ya ves...no eres tan lamentable como siempre aparentas serlo.

Tanto los Redsharks como el Jam & Roller estaban mortalmente callados. Emilia y Ramiro, quienes siempre parecían tener un comentario sarcástico para todo momento, también se habían quedado sin palabras.

—...Gracias.—Murmuró Luna mientras veía como Ámbar se retiraba de la pista.







¿Errores? ¿En este fanfic? ¡Es más probable de lo que piensas! :v


Digamos que este fue el paso que hizo Ámbar (A ver si aparece, si no, fail :v):

Pensamiento raro del día (Que pareciera no tener relación con el fic):

No les ha pasado alguna vez que disfrutan de la compañía de alguien, están felices cuando ese alguien está feliz, sonríen cuando sonríe y generalmente los hace feliz, entonces un día lo están viendo fijamente –casi, casi agradeciendo al destino por poner a ese alguien en tu vida- y de repente te das cuenta de cuanto significa para ti y sientes como tu muerto corazón vuelve a latir y dices "Oh, no" porque sabes lo que significa......¿Sí?¿lo han sentido? ¿Cuándo por una pequeña acción, por una tontería, te das cuenta de cuanto quieres a una persona?

Pues eso. Ténganlo en mente.

Fin del pensamiento raro del día (Que pareciera no tener relación con el fic).

Yo, mientras escribía la escenita del masaje: ¡No, fuera impulso de idiotez! No hagas tus porquerías 7u7

Este capítulo fue una verdadera tortura, y más aún cuando volví a editarlo para revisar errores, ufff 8k D: de aquí mínimo pude haberme sacado tres capítulos más (si hubiera querido dividirlo, claro) y si hubiera sido descarada 7 lol pero nel, mejor así.

(Emilia se los va garchar a todos, recuerden esto lol)

(En uno de mis fanfics favoritos ya casi se besaron y aquí apenas si se soportan, me estoy poniendo muy impaciente con mi propio fic DDD:)

(Pd: no sé hacer maratón :'( perdón)

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