09.-Todo o nada

La canción creo que les queda tanto a Luna como a Ámbar (creo que un poco más a Luna)

La verdad que la canción representa lo que Luna piensa en el capitulo, pero no representa el capitulo en sí. Según yo, a Luna se le presentó una oportunidad, en donde, si quiere puede tenerlo todo o nada. (ugh, no suelo explicar mis títulos lol).















Las jóvenes habían presenciado aquel acto de lamentable unión entre el equipo -¿ex-equipo?- del J&R.

Ámbar, sentada y volteando su rostro hacia ellos, observaba en silencio. Emilia también había observado aquella escena, ahora sus ojos estaban en la expresión melancólica de su amiga.

—Si los extrañas tanto, ¿Por qué firmaste con Gary?—Ámbar entonces fijó su vista en ella. Todo rastro de añoranza o melancolía había desaparecido, siendo reemplazado por esa fiereza intimidante.

Emilia supo que había molestado a la rubia. Pero lejos de intimidarse, aguanto su mirada esperando su respuesta. Realmente era la única –además de Matteo.- que no se intimidaba ante esos ojos.

Ámbar entonces dejó de mirarla, sabiendo que no lograría ni hacerla estremecer.

—Son realmente idiotas, revelando sus verdaderas intenciones sin cuidar que alguien los escuche.—

Emilia sonrió, la chica no iba a responder a su pregunta inicial.

—No creo que les importe mucho si alguien se entera o no, Gary no los puede detener.—Siguió su plática.

—¿Qué, no me digas que ahora te agradan?—La menor arqueo una ceja.

La otra no lo negó.—Son interesantes.—Agregó.

La otra rubia blanqueo los ojos y Emilia rio ante esta acción. Extrañamente esto hizo que Ámbar también sonriera.

Pero su sonrisa flaqueo cuando sus ex-compañeros y ex-entrenadora ingresaban nuevamente al establecimiento.

Ella los miro y ellos a ella, después se obligaron a quitar la mirada y se dirigieron hacia la pista.

—¿Qué tal si vamos a patinar? Eso va a mejorar tu animo.—Dijo la mayor levantándose y tomando la mano de Ámbar. Ésta no se negó, siguió los pasos de la otra hasta la pista. Al llegar se sentaron en una butaca y entonces ambas comenzaron a ponerse los patines.

—Lo dices como si me conocieras.—

—Te conozco.—Afirmó.—No completamente pero...vamos, en el mundo hay muchas personas que pueden llegar a comprenderte.—Extendió su mano, invitándola a patinar.

—Ajá, claro.—Sujeto su mano sin siquiera dudarlo.

No había muchas personas patinando ahora, la mayoría de los integrantes del J&R estaban sentados en las gradas; solo Matteo, Ramiro, Simón y Luna practicaban sus pasos.

Matteo y Ramiro estaban apartados, improvisando y buscando como mejorar.

Simón y Luna, como siempre, patinaban juntos cualquier cosa que se les viniera en mente. De más estaba decir que las ruidosas risas no faltaban con el dúo. Ambos estaban inmersos en su mundo, en una de esas, cuando ambos se sostenían y daban vueltas, Luna choco con alguien.

Rápidamente se volteo, lista para disculparse. La saliva casi la hace atragantarse cuando vio de quien se trataba.

—O-oh...Ámbar ¿Qué tal?—Dijo con una sonrisa nerviosa, entonces reacciono y comenzó a balbucear.—¡Ah! Quiero decir, lamento mucho haber chocado contigo, estaba de espaldas y como podrás imaginar no sabía a donde me dirigía, no quería molestarte ni nada parecido.—

Luna termino viéndola con cierta timidez, como esperando que la otra le gritara o se enojara. Ámbar simplemente suspiro mientras blanqueaba los ojos y se daba la vuelta, alejándose de ella.

—¡Ámbar!—Llamó Luna dando unos pasos hacia ella, acortando notablemente la distancia.

La nombrada, aun de espaldas, cerró los ojos momentáneamente. Debió imaginárselo.

—Sí, dime, ¿Ocurre algo?—Se volteo.

Luna seguía con la misma adorable expresión de cachorro perdido.

—Lo que ocurrió ayer en la mansión...yo quería que me escucharas...quería disculparme.—Sintió un deja vu. Sintió que esto ya lo había dicho. Y era cierto, lo había dicho el día anterior cuando había tratado de disculparse.

Pero a diferencia del día anterior, Ámbar no esperó a que continuara hablando.

—Bien. Te he escuchado, ¿feliz?—Dijo dándose vuelta nuevamente.

En este punto las chicas ya habían llamado la atención de los demás. Pero tenían la amabilidad de disimularlo. Todos estaban aguantando la respiración con aquella interacción, se esperaban lo peor.

—Sí...me escuchaste, ¿pero me disculpas?—Inquirió patinando a su lado.

Luna entendía perfectamente bien que escucharla, no era lo mismo que disculparla. Entre oír y escuchar había una diferencia. Ámbar había escuchado su disculpa, pero decidía omitirla.

—No...no me vas a disculpar.—No era una pregunta, era una afirmación que le causaba desilusión.

Ámbar sonrió.

—Eres más inteligente de lo que aparentas.—

Un cumplido y una ofensa al mismo tiempo. Vaya, ahora Luna ya se sentía como en casa.

Antes de que pudiera decir algo, la rubia volvió a encararla.

—Ya te lo había dicho antes, Sol.—Al sonido de aquel nombre, Luna sintió como su cuerpo se enfriaba completamente.—No quiero estar en tu vida.—La castaña solo pudo observar sus labios mientras decía aquellas palabras de forma lenta.

Ya no dijo nada más, solo se detuvo y Ámbar se detuvo con ella. La miraba con una expresión neutral. Sin indiferencia ni odio.

—Me iré a Cancún.—Anunció de repente. Luna abrió los ojos y levanto el rostro. Aquella noticia había hecho que todos la miraran, olvidando por completo el disimulo.

—¿Qué?—Fue lo único que pudo articular.

—No sé cuántos días aun, pero ya todo está arreglado.—Dijo y esta vez en su rostro parecía haber verdadera tranquilidad.

Muy al contrario, Luna seguía viéndola sin pestañear. "¿Cuándo? ¿Cuándo lo decidiste? ¿Cuándo arreglaste todo? ¿Cómo? ¿Por qué te vas?" Era lo que le hubiera gustado preguntar, pero no salía de su asombro.

Ámbar volvió a mirarla, ignorando la sorpresa y la palidez en su rostro.

—Deberías estar feliz, Luna.—La menor ahora sabía que, aquel nombre pronunciado por Ámbar, tenía más impacto en ella que "Sol".—Al fin voy a estar lejos de ti, al fin voy a salir de tu vida.—

Luna nuevamente quería aclararse, decirle que aquella afirmación no era verdad. Pero no podía hablar, tal vez porque aquellos ojos...aquella mirada parecía no permitírselo.

—Podrás tener más dificultades en tu vida, obvio las tendrás.—Se corrigió.—Pero oye, alégrate: de mi te has librado*.—Dijo y siguió su camino hacia la salida. Ya había patinado lo suficiente.

Emilia miro a Luna un momento, observando su extraña reacción, después siguió a Ámbar.

Luna seguía sin palabras. Simón tuvo que ir con ella y sacarla de aquel estado.

—Luna ¿Te encuentras bien?—

Ella lo miro sin comprender por unos segundos.

—Ah...si...pero esto- —

—Woah...—Escucharon la voz sorprendida de Ramiro.

—Ámbar Smith...¿Se va?—Pregunto Yam con incredulidad.

Al parecer aquel aviso los había dejado tan pasmados como a ella.

—¿Eso es bueno o malo?—Pregunto Jazmín a Juliana.

—No lo creo.—Decía Matteo mientras negaba con la cabeza.—Es Ámbar...ella no...ella es...ni siquiera en la rodafest...¡Es que no es posible!...¿O sí?—Inquirió totalmente confundido. Ni siquiera una oración podía formar bien.

—Explícate, hermano.—Gastón se cruzó de brazos.

—¿Por qué ahora?—Preguntó escéptico el más alto.—¿Por qué se va ahora? No es posible, no tiene sentido.—

—Ah, vamos, no es para que hagamos un escándalo, seguro va a ir y va a volver cuando menos nos demos cuenta.—Habló Nina, la voz de la razón.

Luna se acercó a su mejor amiga, Simón la seguía con semblante serio.

—Eso espero amiga.—Suspiro derrotada.

Aquello no pasó desapercibido ante el ojo perspicaz de la otra. Así que, disimuladamente la tomo del brazo y la alejo de los chicos quienes seguían hablando.

—Luna—Comenzó.—¿Acaso tuviste algo que ver con la decisión de Ámbar?—

La pequeña suspiró.—¿Por qué piensas eso?—

—Se te nota en la cara.—

No había caso en mentirle o en ocultarlo, así que, como con Matteo y Simón, comenzó a decirle todo lo que ocurrió el día anterior. Pero la diferencia es que esta vez Luna no había omitido nada.

Lo dijo tal cual como ocurrió, cada palabra que dijo y lo mal que se sintió. No dio muchos detalles del ataque de Ámbar, pero de igual forma Nina lo comprendió.

Escuchaba atenta.

Después de escucharla y de darle una breve reprimenda, Nina se calmó un poco.

—Bueno...sí que tuviste algo que ver...igual no parece que tú seas la causa total, así que no te preocupes mucho. Va a volver y podrás disculparte, ya verás.—

—¡Pero ya me disculpe y me dio el avión!—

—Disculparte apropiadamente, quiero decir.—Le dijo Nina.—Debes admitir que no fuiste muy justa con ella.—

—Lo sé, Nina, no fui justa con ella...ahora me doy cuenta de que quería que probara de su propia medicina pero...—

—pero...—

—¡¿Pero qué sentido tiene?! ¡Ahora me odia más que nunca!—

Nina negó un poco.—No parecía que te odiara.—La castaña la miro con frustración.

—Pero entonces qu- —

—Ni te odia ni nada...no siente nada por ti, y eso es peor.—

Luna no había entendido aquello al principio, ¿Cómo podría ser peor? Era mucho mejor que Ámbar no sintiera rencor hacia ella, estaba bien si no sentía absolutamente nada por ella ¿Entonces por qué se sentía tan herida?

Debía estar aliviada, no era nada para Ámbar...

No era nada para Ámbar.

"...Oh..."

—No soy nada para ella.—Llegó a la conclusión.

Nina asintió.

—Exacto. Siempre he pensado...que lo peor que puedes hacerle a alguien es anular su existencia, como si hubiera muerto o peor aún...como si nunca hubiera existido.—

—¿Entonces aun quiere-?—

—No.—Interrumpió, asumiendo lo que la otra iba a decir.—No creo que sea otra de sus venganzas.—

Y aquella plática, lejos de tranquilizarla, solo la había hecho sentir peor.

De alguna forma había ido al roller para tranquilizarse, para relajarse un rato, parece ser que ni siquiera ahí estaría bien.

Con un mal sentimiento se despidió y volvió a la mansión. No sabía si Ámbar ya había vuelto o no, no quería pensar en ella.

Era horrible, al no pensar en Ámbar se forzaba a pensar en ella y en su identidad. No sabía que era peor.

Subió a su habitación corriendo y se encerró por segundo día consecutivo, ni siquiera se quitó la ropa que llevaba cuando se acostó en su cama. Eran las 5 de la tarde así que aún no podía dormir.

Saco su celular, se puso sus audífonos y comenzó a escuchar música. Al menos ésta la alejaba de la realidad y le hacía sentir paz por unos momentos.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero ya era entrada la noche y su madre le había llevado algo que comer. Luna lo había comido con cierto desgano, incluso la anteriormente deliciosa comida de su madre ahora le sabía algo amarga.

Terminó y dejó el plato en su mesita, pasaron un par de horas y se quedó dormida sin darse cuenta, sin quitarse la ropa que había usado y sin dejar de oír la música.

No soñó nada esa noche. Ni las siguientes. Si lo hizo entonces no lo recordaba. Habían pasado 6 días en los cuales Luna no sabía que pensar o que sentir.

El roller cada vez cambiaba más, con cada día que pasaba dejaba de ser lo que era.

Luna podía ver los cambios. Iba todos los días a ayudar aunque no le gustara en lo más mínimo.

Quiso hablar con Ámbar en varias ocasiones, pero no había caso. La rubia se iba muy temprano de la mansión o cuando Luna no la veía y llegaba mucho antes que ella. No respondía la puerta a menos que fuera importante, por supuesto, no respondía a los llamados de Luna.

Esa noche, a una semana de haber regresado, la heredera extrañamente durmió bien. Tuvo el primer sueño agradable que, estaba segura, recordaría en la mañana. Si por ella fuera habría dormido hasta el mediodía, y si despertó a las 6 de la mañana fue porque escucho el ruido de unas llantitas que soportaban un fuerte peso. Se levantó casi corriendo al identificar aquel sonido.

Salió de su cuarto a tropezones, no supo cómo bajo de las escaleras tan rápido y sin tropezar. Al cruzar por el recibidor y al llegar a la puerta principal, su corazón comenzó a bombear con más rapidez.

Se detuvo justo debajo del marco de la puerta y se recargo en éste, observando como su papá subía la maleta de Ámbar en un auto.

Su mamá y el señor Alfredo también estaban ahí. La primera con un dejo de preocupación, el segundo estaba triste, observando a su nieta. Ésta permanecía inmutable frente a él.

Ámbar entonces sintió la mirada de la pequeña y volteo el rostro hacia ella.

Luna volvió a sentir aquella culpa que la comía por dentro.

Se dio cuenta muy tarde. No podía estar en aquel lugar, porque aquel lugar le traía el recuerdo de su mal comportamiento. Y entonces le seguía la culpa.

Se percató, entonces, que había una sola persona que podría hacer que la culpa cesara. Solo una. Y era la misma persona que justamente estaba a punto de dirigirse hacia Cancún.








Ya saben que Ámbar no va a estar mucho tiempo lejos de Luna, ¿Verdad? xd perdón por ser tan obvia.

edit: ¿recuerdan que mencione que tenia otra portada para esta historia, que me gustaba mucho y que iba a utilizar pasará lo que pasará -y sin importarme si alguien ya la habia utilizadoxd-? bueno, ese día llego xd (nooo, yo no estaba esperando al estreno, eso serie muy extra ¿como creen? lol)

Bien. Ya escribí los capítulos que quería publicar antes del estreno xd

Ahora sí, vamos a ver que nos trae Disney con la tercera temporada.


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